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HISTORIA

DE LA

SANTA A. M. IGLESIA DE SANTIAGO


DE COMPOSTELA
POR EL

Lic. P. Antonio LÓPEZ FERREIRO,


CANÓNIGO DE LA MISMA

y correspondiente de la Real Academia de la Historia.

(CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA)

TOMO IV"

SANTIAGO:

Imp. y Enc. del Seminario Conciliar Central


1901
Es PBOPlBDAD.— Queda
nicho el Sepóaito cju¿ matea
-fa fiiij.
LIBRO TERCERO
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA IGLESIA
COMPOSTELANA

PARTE PRIMERA
f

X.

................ , ................ . .. , . ■ ..........................................


CAPITULO I
Recibe D. Diego Gelmírez la investidura de Metro­
politano y Legado Pontificio. —Reedifica el pala­
cio episcopal.—Venida de la Reina D.a Urraca á
Santiago y sus maquinaciones contra el Prelado
compostelano. —Se reconcilia con él y lo nom­
bra Gobernador de Galicia.—Insurrección de
muchos de los Magnates gallegos.—Vuelve Doña
Urraca con su hijo D. Alfonso á Galicia.— Rompe
Gelmírez el bloqueo que los Almorávides tenían
puesto en gran parte de nuestras costas.—Su
correspondencia epistolar en este tiempo.

á D. Diego
EJAMOS
Gelmírez, al final
del libro anterior,
en posesión de los
documentos por los
qué se acreditaba,
no sólo la trasla­
ción de la Metrópo­
li emeritense á la Sede compostelana, sino el cargo de
Legado Apostólico que acababa de confiarle el Papa(*)
(*) Esta inicial, lo mismo que todas las demás de los capítulos de este
tomo, ha sido tomada por el distinguido grabador D. Enrique Mayer, por
medio del calco, del Códice de Calixto II,
8 LIBBO TEBCEBO

sobre las provincias de Braga y Herida; pero faltaban


los títulos originales, y faltaba la investidura de ambas
dignidades, que el Prelado compostelano debía recibir
de manos del Obispo de Oporto, comisionado al efecto
por Calixto II (1).
Después de esta solemne y definitiva ceremonia, que
por las razones indicadas no pudo tener lugar hasta
fines del año 1120 (2), el Delegado Apostólico fué aga­
sajado y obsequiado como era justo. Regalóle Gelmírez
un precioso anillo pontifical, y ricas vestiduras á él y á
sus familiares. Dióle varias tierras en préstamo, y le
hizo otras cuantiosas finezas. Abonóle también treinta
onzas de oro que importaban los gastos y dietas del

(1) La Carta particular del Papa Calixto á Gelmírez, que trajo tam­
bién el Obispo de Oporto, era como sigue: «Calixto, etc... Con cuanto amor
distingamos á tu persona y á la Iglesia, que te está encomendada, lo
demuestran las obras; pues á tí te cometemos nuestras veces sobre las pro­
vincias Emeritense y Bracarense, y á la Iglesia de Santiago la hemos
decorado con el esplendor de la dignidad Metropoli ti'ca. Te exhortamos, por
tanto, y te aconsejamos en el Señor, que reconozcas los beneficios de la
Iglesia Romana; y que procures de tal modo aceptar la obediencia que te se
impone, que puedas proveer á la salvación de aquellos que están encomen­
dados á tu cuidado, y merecer á la vez la protección del Bienaventurado
Pedro. Dada en Valencia á ‘28 de Febrero» (1120). (Hist. Compost., lib. II,
capitulo XVIII).
La Compostelawa (lib. II, cap. XIX), dice que desde que el 25 de Julio
de 1120 se publicaron en la Catedral los documentos á que nos referimos en
el texto, Gelmírez se llamó Arzobispo. Esto no es del todo cierto, porque
en un Diploma otorgado por D.a Urraca al monasterio de Samos,- que se
conserva original en el Archi vo Histórico nacional, y que está datado en 8
de Agosto de 1120, firma y subscribe aún como Obispo.
(2) La Compostelana (lib. II, cap. XX, pág. 299), dice que D. Hugo
había estado un año ausente á causa de la tardanza en la expedición de las
¡Bulas y á causa de los contratiempos que había sufrido en el viaje.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMEOSTELANA
y

^iaje, y otras setenta onzas que D. Hugo quedara adeu­

Hugo no pudo abandonar á Francia tan pronto


dando (i).
C01n° hubiera deseado, porque lo retuvieron los trámites
Necesarios para la, expedición de las Bulas originales. Al
,n 8ahó á mediados del año 1120 en compañía del Car-
de Roma Bosón, que venía de Legado Pontificio.
na fiebre maligna lo detuvo en Olerón; mas cuando
^ se disponía á atravesar los Pirineos, recibió noticia
de JUe 0l’den del Rey de Aragónv y aún del Obispo
del* Ca’ 86 ^ndían asechanzas en todos los pueblos
Bos’tlánS*t0 Bara Prenderlo. Animábalo el Cardenal
lado>U a PI0seouN' viaje; pues creía que yendo á su
H ’ n° Se aHe verían los soldados aragoneses á echarle
/ Nimio. Tal vez D. Hugo hubiera venido en ello, á no
disuadido los Obispos de Pamplona y Lesear,
lúe bien conocían hasta dónde llegaba la saña del Mo-

Q Hubo,
Narca pues, de dejar al Cardenal de Roma, y trazar
aragonés.
de10 1^,neraHo. Para ello retrocedió de Olerón á Audi, y
tosr ^ Lapurdium (Bayona), en donde depues-
Ua °S ^^itos propios de su dignidad, con sus dos fami-
iio rl ^ Gn COniPaíiía de un práctico conocedor del torre­
at ? , 6 lengua del país, traspuso los Pirineos, atravesó
puzcoa, Vizcaya y parte de las montañas de San-

habí^ ®8tas setenta onzas se hallaron de menos en la suma de oro que se


ma la mai^dado para la expedición de las Bulas. La arqueta que llevó el
ta 68 r? ^erardo, que se creía toda de oro, resultó ser en lo interior de pla-
tas ^1 r°^an^°’ Por 1° tanto, un déficit de veinte onzas de oro. De las doscien-
s onzas de oro que habían entregado Pedro Fraile y Pedro Yáfiez,
incuenta resultaron falsas ó de muy baja ley. (Hist. Composlibro II,

capitulo XX, pág. 300).


10 LIBRO TERCERO

tander, marchando siempre por cerca de la costa, sin


que lo arredrase ni la falta de caminos practicables, ni
lo inaccesible do empinadas alturas, ni lo impenetrable
de los bosques y matorrales, ni la carencia de oportunos
y adecuados albergues.
Así caminó hasta Carrión, desde donde hizo, sin más
tropiezo, el viaje hasta llegar á Santiago. En esta ciu­
dad se le tributó como un triunfal recibimiento. Salieron
á esperarlo el Arzobispo y el Cabildo, y en procesión lo
condujeron hasta el Altar del Apóstol, sobre el cual de­
positó las Bulas originales, que ya venían provistas de
los sellos plúmbeos correspondientes (1). Hecho esto, en
nombre y con autorización del Papa, declaró al Prelado
de Santiago Metropolitano de la Provincia emeritense,
y Legado Pontificio en esta Provincia y en la de Bra­
ga. Como investidura, le entregó una Cruz, que para
este efecto le había enviado el Papa, autorizándole
para que pudiera llevarla delante alzada.
Con otros obsequios parecidos demostró D. Diego su
gratitud y reconocimiento á varios Cardenales de Boma,
y á todos los demás personajes que se habían interesado
en su pretensión. Esta no era aún la meta de sus aspi-

(1) Véanse Apéndices, núin. I.—Nótanse algunas discrepancias entre


el texto de las Bulas, tal cual fué publicado por la Compostelana, y
el texto que trae el Tumbo B, fol. 2GL vuelto. Esto debió nacer de que el
texto de la Compostelana es el de los traslados que trajeron Pedro Yáñez y
Pedro Fraile; y el del Tumbo, es el de los originales que trajo el Obispo de
Oporto.
Por el texto de la Bula, según se halla en el Tumbo, vese, además, que
D. Alfonso VII escribió á su tío el Papa apoyando la pretensión de D. Die­
go Gelmírez, en la cual tuvieron también gran parte el Obispo de O porto,
el Abad de Cluny, Poncio, y el Canónigo compostelano, Lorenzo.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 11

raciones; y el prudente Prelado quería dejar franco el


camino para solicitar nuevas dignidades, nuevos acre­
centamientos (1).
Poro entretanto, viéndose investido con la nueva
Y ansiada dignidad—y ya antes—juzgó que debía re­
doblar su actividad y su celo. Por de pronto emprendió
la reedificación de los Palacios arzobispales, los cuales,
como hemos dicho, habían sido destruidos durante la
sublevación del año 1117. Los levantó de nueva planta
y con mayor suntuosidad de la que antes tenían. Su

(1) El maestro Gerardo, al final de los capítulos XIX y XX del li-


bro II, da á entender estos intentos de D. Diego Gelrnírez. Utinam quod
udhuc intendit et desiderat, dice en el capítulo XIX, compostellana adipisca-
tur Ecclesia.
A propósito de este encumbramiento de la Iglesia compostelana, pro­
rumpe el Sr. La Fuente (Hist. Eccles., 2.a edición, tít. IV, pág. 45) en las
siguientes consideraciones: «La plausible sublimación a Metropolitana de la
Iglesia del Santo Apóstol, Patrón de España, trajo graves complicaciones
canonicas y aún políticas, por el desacierto geográfico de haber trasladado
allí la jurisdicción de la lusitana Mérida, embrollando con eso la división
eclesiástica de España. Quizá esto contribuyó también á producir la eman­
cipación de Portugal, juntamente con los despojos hechos en Braga, y otros
motivos más graves de añejos odios y rivalidades y de los sempiternos co­
natos de mezquinas ambiciones, para que todo en esta Península sea sórdido,
discorde y raquítico, y sólo sean grandes la hinchazón y el orgullo.» Esto
debió inspirárselo al Sr. La Fuente algún Galicano (que verosímilmente no
seria de los de la Compostelana), porque, como él mismo nos ensena en va­
rios pasajes de su Historia, los Galicanos acostumbraban á expresarse en
ese tono al hablar de los Españoles. Afortunadamente, todo ese cúmulo de
embrollos, desaciertos, desbarajustes y miserias, sólo existía en la imagina­
ción del Sr. La Fuente; porque en el siglo XII los moradores de nuestra
Península eran poco más ó menos como los moradores de otros países. Poi
ío demás, la emancipación de Portugal ya estaba de hecho en cierto modo
reconocida, al tiempo en que fu ó sublimada á Metropoli la Iglesia de
12 L1BB0 l'EBCERO

deseo era ofrecer una morada digna á los Reyes, á los


Príncipes y á los Magnates, así eclesiásticos como segla­
res, que con tanta frecuencia venían entonces á Santia­
go. En un ángulo del Palacio (1), hizo abrir un profundo
pozo, del cual se sacaba el agua por medio de un admi­
rable artificio (miro artificio).
Como era molesto tener que bajar al coro con la fre­
cuencia debida desdo sus altas y apartadas habitacio­
nes, en la parte de la galería de la Iglesia que está sobre
el pórtico de la Azabachería ó del Norte, y que comuni­
caba, como hoy, con el Palacio arzobispal, hizo arreglar
una capilla con varios altares dedicados á San Pablo
Apóstol, á San Gregorio Magno, á San Benito y á San
Nicolás (2).
Pero pronto gravísimos sucesos vinieron á distraerle
de obras tan meritorias y tan en consonancia con su ca­
rácter. En la primavera del año 1120, vino D.a Urraca
á Galicia, y se detuvo bastante tiempo en Santiago.

(1) Pilari, dice la Compostelana (lib. II, cap. XXV, pág. 307).
(2) Hist. Compost., lib. II, cap. XXV, pág. 308.—En el lado opuesto,
es decir, en la parte de la galería que está sobre el pórtico del Sur, dispuso
poco después, hacia el año 1122, otra capilla, en la cual, según la Composte­
lana (lib. II, cap. LV), colocó las altares de San Benito, San Pablo, San
Antonino y San Nicolás. En esta reforma, en la capilla del Norte, dejó sólo
dos altares dedicados á San Benito y á San Antonino, en memoria de los
que esto$ dos Santos habían tenido en las torres que á mediados del si­
glo XI había edificado el Obispo D. Cresconio para defensa de la Iglesia.
Del altar de San Gregorio ya no vuelve á hacerse mención en estos sitios.
Es de creer que desde entonces habilitase Gelmírez para capilla otro local
en el interior del Palacio.
En la galería que rodea el ábside, dedicó también un altar al Arcángel
Stan Miguel. (Véase Ay merino, cap .De altaribus, en el Apéndice II del
tomo III). t
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 13

Nada dice la Compostelana del objeto de esta venida de


la Reina; pero de los consiguientes, se colige con clari­
dad que D.a Urraca venía con el objeto de denunciar
como caducado el convenio estipulado tres años antes a
orillas del Tambre con su hijo D. Alfonso (1). En su vir­
tud, reivindicaba todos sus derechos sobre los Estados de
León y de Castilla, incluyendo también á (lalicia. Con
esta mira, convocó á todos los Magnates gallegos, y en
términos blandos y especiosos, como ella sabía hacerlo,
les expuso que ya que se habían terminado los tres años
h^e se pactaran acerca de la división del Reino, á ella
s°la, como hija legítima y heredera de D. Alfonso \ I,
debían prestar juramento do sumisión y vasallaje (—)-
Así lo hicieron casi todos los Nobles gallegos. Algu­
nos, no obstante, se resistieron; y entre ellos, los hijos
del Conde de Traba y el Conde de Monterroso, D. Mu­
nio Peláez, al cual la Reina hizo prender y meter en

(1) Véase tomo III, cap. XVII, pág. 4<>8.


(2) Estos trabajos de D.a Urraca ya debieron comenzar antes, como lo
demuestra la Bula Egregiae memoriae de Calixto II, dirigida á todos los
Obispos, Príncipes, Condes, Caballeros y fieles de España, y datada en Ve­
neriis (Viviers) á 4 de Marzo de 1120; no 1121 como puso el P. Flórez
(Historia ComposL lib. II, cap. XXXI) engañado quizás por ver inserta
esta Bula en la Compostelana entre los sucesos del año 1121. (\ ease el Iti­
nerario de Calixto II al fin de la Historia de este Papa, por Ulises Ilobert,
París. — Besaron, 1891).
Consultóse al Papa —y la consulta debió ser hecha por Gelmírez por
conducto del Obispo de Oporto— sobre si eran válidos los juramentos que
había exigido D.a Urraca contra los que antes se habían prestado en favor
de su hijo D. Alfonso. Calixto II, en la Bula citada, declaró que tales jura­
mentos no tenían valor alguno; porque, después de un juramento hecho 1< -
gitimamente, no cabe hacer otro alguno en contrario.
Esta Bula debió venir á España juntamente con otra despachada en
Viviers á 5 de Marzo de 1120, y dirigida al Arzobispo de Braga, para que
devolviese al Obispo de Oporto ciertas iglesias que le tenía usurpadas.
14 LIBRO TERCERO

cadenas (1). Á todo esto, el Rey D. Alfonso permanecía


en la frontera con su ayo D. Pedro Fróilaz.
Con D. Diego Gelmírez procedió la Reina con ma­
yores rodeos y mayor cautela. Comenzó á estrecharle
con súplicas ó instancias para que también la reconocie­
se como Señora de Galicia. Accedió á la petición del
Prelado de demarcar detalladamente el coto pertene­
ciente á la Iglesia, entre el Hila y el Tambre; demarca­
ción que por recomendación de su esposo, ya había he­
cho en el año 1112 (2), pero dejándola siempre como en
suspenso y sin efecto. Donó también la tierra de Dor-
meá, el coto de Losón, y la isla de Laonio (Loño) (3). En
señal de gratitud, regaló D. Diego á la Reina una mesa
ó intremissa, de plata, que estaba en el Tesoro de la Igle­
sia, y que pesaba sesenta marcos, y además, como para
redondear la fineza, otros diez marcos de plata de su
bolsillo. Otorgóse la Escritura en 17 de Junio de 1120.
Mas viendo D.a Urraca que el Prelado perseveraba
firme en su actitud, comenzó á maquinar contra su per­
sona, hasta conseguir prenderlo, si era preciso, ó hacerle
otro mal peor. Un caballero de la servidumbre de Doña

(1) llist. Compost., lib. II, cap. XXIX, pág. 312.


(2) Véase cap. XV, pág. 372 del tomo anterior, y el mím. XXVII de
los Apéndices.
(3) Véase tomo anterior, cap. XVIII, pág. 519, nota y Apéndice,
núm. XXVII.—Lo de Lobo fné más bien devolución; porque, según dice la
Compostelana (lib. II, cap. XXII), esta isla, que viene á ser una península
entre el Ulla y el Arnego, ya era propia de la Iglesia de Santiago; pero la
mitad ya estaba usurpada desde el tiempo de D. Diego Peláez, y la otra
mitad durante las guerras que se siguieron á la muerte de D. Alfonso VI.
El P Elórez (pág. 302, nota) confunde á esta isla de Laonio con la de
F lamia.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA 1. COMPOSTELANA 15

Urraca llegó á percibir algo de lo que se tramaba, y con


mucho sigilo se lo comunicó á otro caballero, amigo
suyo, que era de la servidumbre del Arzobispo. Algo de
esto dejaban ya traslucir ciertos rumores y voces que
cada día se iban haciendo más públicas. xt a en atención
á esto, D. Diego procuraba andar rodeado de soldados
(te toda su confianza; pero cuando por confidencias de
su servidumbre supo positivamente lo que se tramaba,
Redobló las precauciones. Extrañóse de esto la Reina, y
preguntó á D. Diego la causa. Contestó el Prelado qué
que de público se decía, lo obligaba á andar tan pro­
venido. Decíase, y repetíase, que alguien trataba de
prenderlo, y que por esto quería evitar una sorpresa.
D.a Urraca, que al punto comprendió que este alguien
no podía ser otro que ella, se mostró en gran manera
indignada, y como para justificarse, protestó que quería
saber quién había sido el autor de semejante patraña, y,
con sobrada ligereza, ordenó que se buscase al que la
había inventado. El caballero, servidor del Arzobispo,
advirtió que no eran necesarias investigaciones; que á él
so lo había dicho tal caballero, que debía saberlo. Este
negó rotundamente que hubiera proferido tal cosa. Da
Reina, colérica y descompuesta por ver descubiertos sus
planes, manda que ambos caballeros recurran á la prue­
ba de las armas para, que se vea quién decía la verdad.
IIizóse, en efecto, el desafío; y en él salió vencedor el
caballero del Arzobispo. D.a Urraca, irritada, no perdo­
nó á su caballero el haberse dejado vencer, y mandó
arrancarle los ojos.
Con esto, los propósitos de la Reina cada vez se hi­
cieron más públicos; y ya nadie dudaba do cuáles cían
sns intenciones para con el Prelado. A fin de desvane-
16 LIBRO TERCERO

cer el efecto de todos estos dichos, hubo de apelar Doña


Urraca á otros recursos. Hallábanse á la sazón en San­
tiago, á donde habían venido á visitar el Sepulcro del
Apóstol, dos varones de gran autoridad y doctrina,
Enrique, Abad de San Juan de Angely, y Esteban, Ca­
merario cluniacense. De ellos se valió D.a Urraca pava
reconciliarse con el Prelado; y como tan fácilmente pa­
saba de un extremo al otro, ante ellos declaró que. era
infamia y calumnia todo cuanto se había propalado;
que, antes por el contrario, lo que ella deseaba era con­
servar la buena amistad y favor del Arzobispo de San­
tiago, y ser siempre su leal y constante amiga; y que
para que sobre ello no quedase la menor duda, era su
intención dejarlo á él, durante sus ausencias, como Go-
bernador de Galicia. Y para demostrar la sinceridad de
sus palabras, obligó á los Proceres que la acompañaban,
y entre ellos á Arias Pérez, Fernando Yáñez, Bermudo
Suárez y Juan Díaz, que hiciesen homenaje al Arzobis­
po, y le besasen la mano, y le reconociesen bajo jura­
mento como á tal Gobernador, aún contra su voluntad
y mandato, si es que en algo faltaba ella á este concier­
to. Y no satisfecha con esto, encargó al Abad de Angely
y al Carnerario cluniacense, que habían presenciado
estos hechos y protestas, que si algún día llegaban á
tener noticia de que ella había faltado á estas capitula­
ciones, se lo manifestasen al Papa, al Abad de Cluny y
á todos los Obispos de Francia é Italia, para que la tra­
tasen como merece todo violador de pacto público y
solemne (1).

(1) Hist. Compostlib. II, cap. XXIX.


LOS DOS SIGLOS DE OBODE LA I. COMPOSTELANA

Parece que entonces solicitó D. Diego de la Reina


la libertad de D. Munio Peláez; el cual, sin embargo,
tuvo que comprarla mediante una enorme cantidad de
dinero y la entrega de todos sus castillos (1).
Hechas así las paces con D. Diego Gelmírez, la Rei-
ua dejó á Santiago y se fué á Castilla. No quería perder
de vista á su hijo D. Alfonso que permanecía en la fron­
tera; y tanto hizo, que renovó con él el tratado de paz
y alianza, firmado hacía tres anos á orillas del Tambre,
aunque, á lo que parece, con otras bases muy distintas.
D. Diego Gelmírez quedó como Gobernador de Gali­
cia, encargado de asegurar el orden y la paz pública.
La misión era por demás espinosa y expuesta á mil eno­
josos percances. Muchos de los Magnates gallegos no
debieron llevar á bien que D.a Urraca hubiese nombra­
do Gobernador á Gelmírez. Otros, que habían sido tra­
tados ásperamente por D.n Urraca durante su peima-
uencia en Galicia, vieron entonces una ocasión propicia
para vengarse de los agravios que creían haber recibido.
Hesde sus castillos salían á correr y á saquear la tierra
Y á molestar á los partidarios de la Reina.
D. Diego Gelmírez no acababa de persuadirse de la
sinceridad de las promesas de la Reina, y vacilaba au­
tos de tomar una resolución definitiva. En tal situación,
Triso consultarse con el Cardenal Legado Rosón, al cual
oscribió por conducto del Obispo de Oporto, D. Hugo.
Ll Cardenal le contestó afectuosamente, y le manifestó
que debía proceder con mucha circunspección, porque
por todas partes se le tendían asechanzas, y que sobre

(O Hist. Conipoat., lib. II, cap. XXIX, pág. 312.


Tomo IV.-3.
18 LIBRO TERCERO

esto, por conducto del Obispo de Oporto, ya le daría


más pormenores. Le aconseja que procure vivir en ar­
monía con la Reina hasta donde se lo permitan su ho­
nor y su carácter; y le encarga que le mande hacer una
Cruz (1).
El Arzobispo se decidió, al fin, á sofocar la insurrec­
ción, que cada día con síntomas más alarmantes, se
presentó poco después de la salida de D.a Urraca de
Galicia. Destruyó varios castillos, y entre ellos el de Ba­
nda, que el hijo del Conde de Traba, D. Fernando, había
hecho levantar en Tabeirós; pero al poco tiempo el mo­
vimiento insurreccional tomó tal vuelo, que Gelmírez se
juzgó impotente para dominarlo, ó tal vez estimó pru­
dente el no comprometerse demasiado, dada la volubili­
dad de carácter de D.a Urraca. Escribió, pues, á la Rei­
na refiriéndole lo que pasaba, y manifestándole que era
absolutamente necesaria su presencia en Galicia. Y
como la situación del país se agravaba por momentos,
repitió con nuevas instancias el aviso.
El principal foco de la insurrección estaba en el lu­
gar de Grallaria, en un castillo que había edificado el
Conde de Monterroso, D. Munio Peláez, á orillas del Iso,
atiuente del Ulla y cerca del camino de Santiago. Desde
aquí D. Munio, como para resarcirse de lo mucho que
había tenido que entregar á la Reina para conseguir su
libertad, salía, cual ave de rapiña, para arrojarse sobro
los infelices transeúntes y despojarlos de todo cuanto
llevaban. No era este sólo el teatro de sus hazañas. Con
el deseo de recobrar sus estados en Monterroso, Deza,

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XXXII.


LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA

Gaste!a y Lemos, con continuas correrías no dejaba un


momento en paz á los habitantes de dichas comarcas, do
gran parte de las cuales había conseguido apoderarse.
Tal era el estado de Galicia cuando D.a Urraca, es­
timulada por los reiterados avisos de Gelmírez, \ obvió
con su hijo á nuestra región. Su primer cuidado desdo
que entraron en el país, fue reprimir los desmanes de
D. Munio; y al disponerse ellos á combatirlo en Deza,
Gástela y Lemos, escribieron á D. Diego para que fuese
á poner sitio al castillo de (rrallar^a. Así lo hizo el Pre­
lado al frente de las milicias compostelanas; las cuales,
como interesadas que estaban en deshacer aquel nido de
salteadores, impacientes por venir á las manos, el mis­
mo día que cercaron el castillo, comenzaron á combatí i
con furia sus muros, á tentar y á expugnar la fortaleza
por todos los medios posibles. Enardecidos por el mismo
combate, abierta brecha y allanadas las puertas, se lan­
zan al interior acometiendo ó hiriendo a todos cuantos
encontraban. Los defensores de la fortaleza combatían
desesperadamente, y devolvían con denuedo golpe por
golpe; pero tuvieron que ceder á la gran superioridad
del número. Dueños los compostelanos del castillo, des­
fogaron su ira destruyéndolo y arrasándolo por el
suelo (1).
Al mismo tiempo que así trabajaba D. Diego Gelmí-
lGZ para procurar la paz pública entre los ciudadanos,
no demostraba menor ánimo y esfuerzo para defen­
der el país contra los enemigos exteriores. Ya dijimos (2)
que desde el año 1118, ó quizás antes, quedaron blo-

(1) Hist. Cowpost., lib. II, cap. XXX, XXXVI y LXXXIV .


(2) Véase tom. III, cap. XVI, pág. 441.
20 LIBRO TERCERO

queados los puertos de Galicia por veinte naves sarra­


cenas, que casi constantemente surcaban por nuestras
costas para cometer en ellas toda clase de robos y atro­
pellos. Aparte de estos daños, que, según hemos visto,
obligaban á los habitantes del litoral á abandonar sus
casas y á retirarse al interior, ó á sepultarse en lóbre­
gas cavernas durante el estío, quedaba con esto cortada
toda relación comercial entre nuestros puertos y los de
Aquitania, Bretaña, Normandía, Inglaterra y Flandes.
Para formarse idea de hasta donde llegaba la audacia
de los piratas, baste saber que ni los mismos castillos
edificados sobre la costa, estaban seguros de su rapaci­
dad. Varias fueron las veces que asaltaron y saquearon
los castillos de Puente Sampayo y la Lanzada.
En el invierno del año 1120, de las veinte naves mo­
riscas, sólo quedaron cuatro apostadas en las islas de
Ons, Sálvora y Flamia. Sabido esto por Gelmírez, advir­
tió al punto que aquella era una excelente ocasión para
hacer un rudo escarmiento en los piratas. Mandó, pues,
armar las dos galeras que por su cuenta había hecho
en el año 1115 el genovés Augerio, y empeñó también á
los Irienses para que armasen sus naves, fijando en las
proas recios espolones de hierro. Dispuesto todo, sale
esta pequeña escuadra en busca de las naves enemigas,
recorren la costa, y por fin las sorprenden en lo más inte­
rior de la ría de Vigo. En aquel momento, que era cerca
del anochecer, ocupábanse los piratas en transportar á
sus naves todo cuanto habían robado durante el día.
No los interrumpieron los Irienses en esta operación;
sólo ocuparon todas las entradas de la ría; pero al ama­
necer del día siguiente arremeten furiosamente contra
los barcos moriscos, los abordan, rinden á los tripulan-
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE DA X. OOMPOSTELAEA
‘21

tes, después de breve aunque encarnizada lucha, y se ap


doran de las cuatro naves, si bien una más ligeia que as
otras, se fugó por entre los barcos cristianos. Noven a y
ocho moros prisioneros, sin contar los dieciseis que pe
re dieron en la refriega; gran número de armas; consu e-
rables despojos, y la libertad de los cristianos que ya
estaban cautivos, fueron los trofeos de esta victoria que
los Irienses ostentaban ulanos al entiai en su pueito.
Dieron, como do costumbre, el quinto del botín al izo
bispo, como Señor de la tierra, y además la paite que e
correspondía como dueño de las dos galeras (1).
Mas la magnánima generosidad de Gelmírez traspa-

jj- f n f Kh Tí cao XXI.—Dos años después, queriendo los


(1) HisLGompost., hb. II, cap. X con poderosa armada, y
Moros tomar desquite de este descaUb , de Lanzada. Saltan
sin temer la furia de las olas, ambaro - PJ estaba sobre
en tierra y se dirigen derechamente a com p , i ataque lo
una eminencia que se adelanta sobre el mar. Despues de rudo ataq ,
asaltan, penetran, saquean y al fin lo dest^an k ria de Arosa, y la
Alentados con este primer suceso, se Torres de Oeste, que
víspera de la festividad del Apóstol dieron vis a ^ora en
eran su objetivo. Llegó la noticia á Santiago á ine m E1 enterar.
que en la Catedral se estaban cantando los Mait - caballeros
Be (xelmírez, el mentor á caballo y partir & escape con -los tres caballeros

para meterse dentro de las Torres, íué una sola cosa, ejo, ^ ¿
orden para que cuanto antes corriesen en auxi m ot os anarato de
armas existentes en la ciudad y en los puntos del transito. Este aparato^,
fuerzas presentado con tanta oportunidad alrededor de casti o, &
ó los Almorávides, los cuales se miraron bien antes de dar una ^
vDarante la noche del día 25, el General enemigo, con veinte de ^
expertos guerreros y marinos de su armada, se aceito cuan o
muros de la fortaleza para enterarse de su forma, solí ez y “j*0 ad_
dar al día siguiente el ataque por la parte que estimase mas e pata-
virtiendo que el castillo estaba bien guarnecido \ que en orn ,
ban acampadas numerosas tropas, desistió de la empresa,
dejó en paz por entonces á los habitantes de la ría de Arosa,
‘22 LIBRO TERCERO

saba las fronteras y los mares, y se dejaba sentir en las


regiones más apartadas. Por este tiempo recibió una
carta del Patriarca de Jeras alón, Veram undo, Gorman­
do ó Guarmundo, en la cual le decía que mucho era lo
que la fama pregonaba de su bondad y de su prudencia,
pero aún era más lo que había oído al hermano R... que
acababa de llegar de Compostela. Le da las gracias por
lo bien que había acogido á sus mensajeros, y por los
obsequios y agasajos que les había hecho; y termina su­
plicándole con las más vivas instancias que continúe
favoreciéndole con sus oraciones, con sus limosnas y con
medios materiales de defensa contra el inmenso pode­
río de los sarracenos que lo tienen cercado por todas
partes (1).
Por el mismo tiempo recibió otra carta de Poncio,
Abad del célebre Monasterio de Cluny. Se la entregó
un caballero llamado Hugo, que había venido en pere­
grinación á Santiago. En ella le da las gracias por los
regalos que le había mandado, y le manifiesta su deseo
de visitarlo en persona. Concluye, recomendándole á
Hugo, y diciéndole que por él puede comunicarle todo
cuanto se le ocurra (2).

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XXVIII.—Entre los caballeros galle­
gos que acaso con motivo de estas apremiantes súplicas del Patriarca Ve-
ramundo, tomaron el camino de Jerusalén, debe contarse el Conde de Sarria,
D. Rodrigo Vélaz, del cual la Compostelana hablando de hechos acaecidos
á mediados del año 1121 (lib. II, cap. XLII, pág. 329) dice que acababa de
venir de Jerusalén.
(2) Hist. Compost., lib. II, cap. XXXIV.—En el cap. XLIV hay otra
carta de este insigne Abad, si no es de su sucesor Pedro el Venerable, en
la cual da á Grelmírez las gracias por las ofrendas que había enviado á
Cluny, cuya gran iglesia se estaba por entonces edificando. Le invita tam­
bién á que vaya á visitar la casa de Cluny.
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA

(relmírez tenía muchos amigos en Roma, peto en


especial al Cardenal Deusdelit, del título de San Lo­
renzo in Damaso, al que había nombrado Canónigo de
su Iglesia. De éste recibió también una carta, en la cual
rebosa el afecto y gratitud que Deusdedit profesaba al
Arelado y Cabildo Compostelano. Le dice que poi el
portador le envíe el encargo que le había hecho (i). Le
ruega, por último, que acoja benignamente al dadot, }
hue salude, en su nombre, al Cardenal Compostelano
Pedro —que debía ser el Cardenal de San Félix que
había venido con él desde la Corte Pontificia • y al mó­
dico Roberto de Salerno (2).
Sobre todo en Roma, su gran amigo era el Papa Ca­
lixto II. De él, fechada en Letrán á 31 de Diciembre
de 1120, recibió una carta propia de un amigo íntimo
due desea desahogar con la persona de su confianza,
y hacerla participante de sus ansias y satisfacciones.
«Hemos querido manifestar de un modo paiticular, lo
^iee, á tu especial fraternidad el estado de nuestras
eosas. Después de nuestra solemne entrada en Roma,
donde fuimos recibidos con grandes aclamaciones,
hemos pasado á la comarca de Benevento, y desde aquí
hemos bajado á la Apulla hasta Bar i. Hemos recibido
®1 homenaje y juramento del Duque de Apulia (Luillei-
mo), del Príncipe de Capua («Jordán) y de otros Condes
y Barones del país. De vuelta en la Ciudad, hemos visi­
tado la iglesia de San Pedro que ya habían recobrado

(0 Por la carta inserta en el cap. LXXIV, se ve que esto encargo era


üna casulla. ’
C) Lib. II, cap. XXXIII.—Del Cardenal Deusdedit recibió (lelmírez
ras Var^aa cartas. Tales son las insertas en el cap. XLIV, pág. 337.
24 L1BB0 TEBCtíBO

nuestros leales do manos del enemigo (el Antipapa Bur-


dino). Hemos celebrado Misa sobre el altar de San
Pedro; y en su iglesia, con el favor de Dios, hemos con­
ferido Ordenes de presbítero, diácono y subdiácono.
Ahora, á Dios gracias, residimos tranquilos y seguros
en el palacio de Letrán. Lo que te pedimos, carísimo
hermano, es que como buen hijo procures amar, ayudar
y sostener á la Iglesia Romana. Encomendamos espe­
cialmente á tu dilección á nuestro queridísimo sobrino
Alfonso, rogándote que hasta donde alcances, procures
aconsejarlo y ayudarlo; en ello nos harás tan especial
favor que nunca podremos menos de agradecértelo.»
Termina recomendándole al Abad D... para que cada voz
lo tenga en mayor aprecio (1).

(1) Hist, Compost,, lib. II, cap. XXVII.


CAPÍTULO II
°nci|¡0s compostelanos VIII y IX celebrados en el año 1121.
Cartas del Duque de Aquitania y de la Condesa de Flan-
**es»—Prisión de D- Diego Gelmírez.— Dispónese el Rey Don
Alfonso á poner en libertad al Arzobispo por la fuerza de
las armas. — Cartas del Papa Calixto II en favor de D. Die-
90 Gelmírez.—Guerra civil entre D. Alfonso y su madre
Urraca.—Batalla y compromiso del Picosagro.

fueron é intrin­
rayes
cados los asuntos en
que acabamos de ver,
en el capítulo ante­
rior, envuelto á Don
Diego Gelmírez; sin
,. embargo, no absor-
Uon de tal modo su atención, ni embarazaron su
^Gvidad, que le impidieran el ocuparse en el ejercicio
C su autoridad, como Metropolitano y como Legado
26 LIBRO TERCERO

pontificio. Así es que tan pronto recibió la investidu­


ra de tal Metropolitano y de tal Legado, celebró un
Concilio en Compostela el 9 de Enero de 1121. Convocó
para él á los Prelados de las dos provincias Bracarense
y Emeritense, incluso á los dos Electos de Salamanca y
Avila, que eran sus sufragáneos, como pertenecientes á
la segunda de dichas dos provincias (1). Fueron también
convocados los Abades y los Magnates de todo el terri­
torio á donde se extendía la Legacía. Como varios de
los Prelados convocados, los de Braga, Lugo, Mondo-
ñedo y Coimbra, ni concurrieron al Concilio, ni envia­
ron apoderados que los representasen, hubo el Legado
pontificio de publicar contra ellos sentencia de entredi­
cho del oficio pontifical y sacerdotal. Por conducto de
un Canónigo Cardenal llamado Pedro, que al efecto
envió á Italia, escribió además al Papa dándole cuenta
de la desobediencia de los cuatro Prelados y de las me­
didas que contra ellos había tomado. Por el Obispo de
Oporto, que sin duda fue uno de los pocos Prelados
que asistieron al Concilio, enteró también de lo ocurrido
al Cardenal Bosón, que estaba como Legado a latere en
España. La respuesta de Bosón ya la hemos visto en el
capítulo anterior-(2). En la del Papa fechada en Tívoli
á 21 de Junio del mismo año 1121, se le decía que á los
Obispos de Coimbra, Lugo yMondoñedo y á los demás que
hubiesen faltado, les pusiera un plazo de cuarenta días
para que diesen la oportuna satisfacción; y que en caso

(1) Por entonces la provincia Eméritense sólo comprendía las Diócesis


de Coimbra, Avila y Salamanca. Las demás Diócesis aún estaban en poder
de los Moros.
(2) Pág. 17.
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTE LANA * 27

fie que no la diesen al tiempo señalado, que entonces él


confirmaba la sentencia contra ellos promulgada. Res­
pecto del Arzobispo de Braga, se le advertía que según
lo que por allá decía la fama, y según lo que se despren­
día de las mismas cartas que llevara el Cardenal Pedio,
no le faltaban motivos para estar quejosos él y su Igle­
sia de las poco benévolas intenciones del Compostelano,
y que por lo tanto su desobediencia en este punto era
disculpable. Añadía el Papa, que si algo sobre el parti­
cular tenía que alegar, se le daba el término de un ano,
cumplidero en 24 de Junio de 1122, para que por sí, ó
por medio de legados suficientemente autorizados, expu­
siera lo que tuviese por conveniente ante la Corte pon­
tificia. Termina Calixto II declarando que el Cardenal
Pedro había desempeñado fielmente y con celo su mi­
sión, y que por lo mismo era acreedor al aprecio y esti­
mación de su Prelado (1).
Los Prelados entredichos acudieron también por su
parte á Boma*, y aún lograron prevenir los ánimos en
contra de D. Diego. Esto se deduce claramente de la
carta del Cardenal romano Deusdedit, la cual decía así:
<( A Diego, etc... Deusdedit, Cardenal de la Santa Iglesia
fie Roma, salud y prosperidad. Sabréis que hemos reci­
bido gran satisfacción con vuestro mensajero (el Carde-
ual Pedro), y que, como era justo, con mis compañeros
y amigos he trabajado cuanto pude en favor de la Igle-
sia de Santiago. Para lo futuro, como hermano en todo
fidelísimo, os aconsejo que procuréis servir á nuestro

ti) Hist. ComposL, lib. II, cap. XLIIL—Con esta misma fecha escri­
bió el Papa á Gelmírez declarando nulo el matrimonio que había contiai o
un tal Gerardo; recomendado del Prelado compostelano, á causa del impedi­
mento de afinidad en tercer grado. (Lib. II, cap. L\ III, pág. 380).
28 LIBRO TERCERO

Señor el Papa y á la Curia de tal modo, que conservéis


lo que ya teneis, y consigáis lo que aún no teneis. Por
lo que á mí toca, no dudéis, que lie de trabajar siempre
y con toda fidelidad en favor de la Iglesia de Santiago.
Los haberes de mi hebdómada, que he dejado en vuestro
poder, me los enviareis, os lo ruego, por los primeros
romeros que para ésta salgan. Sabed que vuestro Canó­
nigo Pedro no ha descansado un momento, trabajando
en la Curia en favor vuestro y en el de su Iglesia; por
ello os lo recomiendo. Pasadlo bien. Sabed que me ha
adelantado siete sueldos de oro para acallar á la Curia,
que estaba bastante alborotada» (1).
Por entonces quedó, pues, el Arzobispo de Braga
como eximido de la Legacía del Compostelano; pero tan
pronto como éste hubo recibido las cartas de que acaba­
mos de hacer mención, despachó á Roma al Canónigo
Lorenzo, el cual no sólo obtuvo la extensión de la Le­
gacía sobre toda la provincia Bracarense, sino también
un mandato pontificio para que el Prelado de Braga
restituyese las tierras que en Portugal pertenecían á la
Iglesia de Compostela (2).
De lo actuado en este Concilio de 9 de Enero
de 1121, nada más sabemos. Hay motivos para creer
que por entonces se introdujo alguna modificación en
las Constituciones del Cabildo compostelano.. Antes de
esta fecha, la primera Dignidad capitular llevaba el
título de Abad ó Prior; desde este tiempo aparece con
el nombre de Deán. Este título, al menos, se da desde

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XLIV, pág, 337.'


(2) Hist. Compost., lib. II, cap. XLVI.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELAÑA 29

esta fecha en la Compostelana al Prior Pedro, sobrino de


Grelmírez (1).
Antes que terminase la primavera del año 1121,
vinieron á Santiago con ánimo de visitar el Sepulcro del
Apóstol, el Cardenal de Roma Rosón y el Obispo de
Lesear, Vito ó Guido de Lotli, en ocasión en que se halla­
ba en nuestra ciudad solicitando su consagración, San­
cho, Obispo electo de Ávila. Por este motivo y el de la
venida del Cardenal Legado, se reunieron en Compos­
to] a el Arzobispo de Braga y los Obispos de Tuy, Oren­
se, Lugo, Mondoñedo, Oporto y Segovia. Discutióse la
validez de la elección del Obispo abulense, por cuanto
había sido hecha por suerte; mas como no se hallasen
motivos suficientes para anularla, y de este mismo sen­
tir íuese el. Cardenal Legado, se procedió á la consagra­
ción. Al tiempo de la solemne cerjemonia, el consagrado
hizo la acostumbrada promesa de guardar obediencia á
los Metropolitanos de Santiago, según la fórmula que
trae la Compostelana al cap. XXXVII del libro segundo.
Después de la consagración del Obispo abulense, se
reunieron en Concilio todos los Prelados presentes en
Santiago, juntamente con los Reyes D.a Urraca y D. Al­
fonso y los principales Magnates gallegos, para tratar
de las graves cuestiones que traían conmovido al país,
en el orden religioso, como en el social y político (2).

(1) Lib. II, cap. XLIX, pág. 346.


O Al tiempo de la celebración de este Concilio, ya parece que el Cai-
úenal Bosón se había ausentado de Santiago. Los Reyes D.a Urraca y Don
Alfonso habían venido á Galicia, llamados, como hemos visto, por Gelmírez
Para castigar la osadía del Conde D. Munio y de otros muchos Proceres ga-
Uegos que se habían levantado en armas, y se habían negado á reconocerle
001110 Gobernador de Galicia.
80 L1BBO TEBCEBO

Lo principal que se acordó en este Concilio de San­


tiago, fué la celebración de otro más numeroso, señalán­
dose, al efecto, á Saliagún como punto de reunión, y
el 25 del próximo Agosto, como día de la apertura.
Acordóse convocar á todos los Obispos y Abades de Cas­
tilla, León y Galicia, desde Burgos hasta el Océano, á
fin de que las decisiones conciliares tuviesen más eco y
firmeza.
D. Diego Gelmírez debía asistir á este Concilio, se­
gún lo acordado en el de Compostela, y el Cardenal
Legado le envió oportunamente una invitación especial,
que puede verse en la Cuwpostelana (1),; en la cual invi­
tación se le encarecía cuán conveniente y aún necesaria
era su asistencia para arreglar los asuntos eclesiásticos
(disponendis negotiis ecclesiasticis), y corregir tantas enor­
midades como había en España (emendandis tot in partibus
Hispaniae enormitatibus). ¿Qué era lo que tan imperiosa­
mente reclamaba la presencia de D. Diego en el Conci­
lio de Saliagún? Principalmente lo falso é inestable de
las relaciones entre D.a Urraca y su hijo D. Alfonso.
A D. Diego Gelmírez se atribuía el nuevo convenio
que ratificaron los Re}’es, probablemente en Santiago,
al tiempo del último Concilio que se había celebrado en
esta ciudad. De ello, como de un fausto acontecimiento
que aseguraba la tranquilidad de España, dió en segui­
da noticia Gelmírez al Cardenal Legado. Por lo mismo,
consideró éste, sin duda, que la presencia de Gelmírez
en Saliagún sería muy oportuna para conseguir el re­
sultado que todos apetecían. Mas, ya antes de esto, ¡qué
pronto se desvanecieron las esperanzas y las apariencias

(1) Lib. II, cap. XLI.


LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANÁ 31

de un concierto durable y verdadero! Veamos si no qué


fué lo que impidió á D. Diego Gelmírez el concurrir á
Sahagún.
El nuevo convenio había disgustado sobremanera á
los "Magnates gallegos que se obstinaban en no recono­
cer é otro Señor que á su Rey D. Alfonso, y tenían so­
brados motivos para no creer en la sinceridad de las
palabras de D.a Urraca. El Conde de Traba, receloso de
las malas artes de la Reina, dió cuenta de lo que pasa­
ba á alguno de los parientes del Príncipe, y entre ellos
al célebre Guillermo IX, Duque de Aquitania, VII como
Conde de Poitiers, y á Clemencia, Condesa do I landos.
En su vista, el Duque escribió á D. Diego; y la gra­
vedad que encierra la carta nos mueve á insertarla
íntegra:
' «Guillermo, por la gracia de Dios, Duque de Aquita­
nia, al Arzobispo de Santiago, corona de gloria y de
honor. No quiero que vuestra Prudencia ignore que de
todas cuantas cosas en vuestra presencia me ha prome­
tido la Reina, ninguna ha llevado á efecto; por lo cual
tuve que apresurarme á dar vuelta á mi patria (1). Esto
unido á los recelos que he concebido, tanto de la Reina,
como del Rey de Aragón, me impidió el volver á veros
y hablaros, como era mi deseo. Ahora, ya que entre
todas las personas de vuestro estado que contiene Iberia,
sobresalís en dignidad y en poder, os ruego por el amor

(0 Ignoramos en que tiempo pudo tener lugar esta conferencia de


Reina, el Duque y Gelmírez. Acaso sería cuando á mediados del ano ll-ü
la Reina se hallaba en Santiago.
El hijo de Guillermo, Guillermo VIII de Poitiers y X de Aquitania,
también vino á Santiago, en donde falleció repentinamente el Viernes San­
to» 9 de Abril de 1137.
8£2 LlBBO TERCERO

de Dios, por el que os profeso, y porque se trata de una


causa justa, que amparéis y defendáis al hijo de la
Reina, y que procuréis que no sea desheredado; pues ha
llegado á mi noticia, que el Rey (de Aragón) y la Reina
han hecho las paces y se han confederado para per­
derlo (1). En socorrer á este huérfano se os presenta una
excelente ocasión para merecer la gloria. Para ello con­
ferenciad con el Conde de Galicia Pedro y con todos los
demás amigos del huérfano; y si entre todos veis que
podéis conservar seguro al Príncipe, consentiré que per­
manezca en vuestra guardia y custodia. De otro modo,
os suplico encarecidamente, que me lo enviéis por mar;
que yo haré, si no muero, que él se posesione de la he­
rencia que le dejó su abuelo. Por lo tanto, una de dos; ó
lo tendréis en vuestro poder y lo protegeréis hasta que
yo vaya, ó, si oído el consejo de las personas que os dije,
comprendéis que ahí no está seguro, procurad enviár­
melo cuanto más antes; pero de una cosa, ó de otra, man­
dadme aviso en seguida. Consérvese bien vuestra Digni­
dad y Probidad» (2).
La Condesa de Fiandes, Clemencia, tía paterna de
D. Alfonso (3), no debía de estar tan enterada de las
cosas de España, y en la carta, que también escribió á
Gelmírez, se limita á darle gracias por el interés que ha­
bía demostrado en educar á sus sobrinos los Príncipes

(1) De esta nueva confederación de D.a Urraca con el Monarca ara­


gonés, no se halla mención expresa en nuestros Autores; pero se colige al
ver como D. Alfonso de Aragón, sin protesta por parte de D.a Urraca, impe­
raba en Castilla y en León. De Salamanca desterró al Obispo D. Gerardo.
(2) fíist. Compost., lib. II, cap. XXXIV, pág. 319.
(3) Clemencia estaba viuda de Roberto II, Conde de Fiandes, y había
casado en segundas nupcias con Godofredo VII, Duque de Lothier.
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 33

D. Alfonso y D.a Sancha, y á pedirle que le dé noticias


de cómo se hallaban (1).
Por la carta del Duque de Aquitania, bien se echa
de ver cuan poca confianza merecían las palabras do
D.a Urraca. El Conde de Traba estaba persuadido de
lo mismo; así es, que en la comarca de Trastamara
Procuró tener formado un núcleo de fuerzas leales que
estuviesen dispuestas á todo evento. Allí en todo caso le
6ra fácil embarcar en uno de los puertos de la íegion al
joven Monarca para Flandes, ó para el punto que le
designase el Duque de Aquitania.
Mas la astuta D.a Urraca, para contrarrestar el po­
derío del Conde de Traba y dejar frustrados sus traba­
jos? aprovechándose primero de la mediación del Abad
de Angely y del Camerario Cluniacense, y después de
la de otro monje de Cluny llamado (roiaido, fingió ic-
oonciliarse sinceramente, como hemos visto, con D. Die-
§o Gfelmírez, y para confirmarlo más y más en su devo­
ción, lo nombró Gobernador de Galicia (2). El objeto
inmediato de estas maquinaciones, era fomentar la riva­
lidad entre Gelmírez y el Conde de Traba, anulai poi
tal medio el poderío de éste en Galicia, y poi lo mismo
quebrantar de un golpe todas las fuerzas de los partida­
rios de D. Alfonso. No tardó, empero, en convencerse de
fine puesto Gelmírez en mi trance de elegir entre ella ó
M Príncipe, no titubearía en optar por éste, mayormen­
te hallándose de por medio la autoridad del Papa Calix­
to. D.a Urraca sabía además que con ocasión de la con­
sulta, de Gelmírez, el Papa había declarado nulos los

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XXXIV, pág. 321.


(2) Hist. Compost., lib. II, cap. XXXIX.
Tomo IV,—8.
34 LIBRO TERGEBO

juramentos que ella, en perjuicio del Príncipe, había


arrancado con sus artes y sus violencias de los Magna­
tes gallegos, y acaso tendría también noticia de las
cartas que el Prelado había recibido del Duque de Aqui­
tania y de la Condesa de Flandes. Y viendo que al fin y
al cabo el Prelado, cuando llegase el momento crítico,
se había de negar á hacerse cómplice de sus pérfidos y
ambiciosos manejos, ideó vengarse, y buscó otros parcia­
les más dóciles y sumisos. Fácilmente los halló entre los
revoltosos de siempre, á saber: Arias Pérez, Juan Díaz,
Oduario Ordóñez, Juan Ramírez y otros de la misma
calaña. Con ellos, con toda la reserva posible, fraguó y
combinó el plan para perder al Arzobispo de Compostela.
Su propósito era apoderarse de la persona de D. Diego,
incautarse de todos los castillos, fortalezas y jurisdiccio­
nes de la Tierra de Santiago, y entregarlas á personas
de toda su confianza. Con esto consideraba ella dado un
gran paso para el allanamiento de toda Galicia en favor
suyo, y para seguir adelante en la ejecución de sus
planes, que á nada menos tendían que á la prisión y en­
carcelamiento de su propio hijo (1). Sin duda aspiraba
á repetir aquí lo que su padre D. Alfonso VI había
hecho con el Rey de Galicia, D. García.
El primer paso que dió para la realización de su ini­
cua trama, fué invitar al Arzobispo para que la acom­
pañase en la campaña que quería emprender contra su
hermana D.a Teresa de Portugal, la cual hacía tiempo
que estaba apoderada de Tuy y de otros pueblos de Ga­
licia. D. Diego Gelmírez, que nada recelaba, no sólo se

(1) Ipsi (Regí Alplionso) quoque parabantur vincula, sed peracta Ar-
chiepiscopi captione. (Hist. Compost., lib. II, cap. XLII, pág. 333).
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELAKA 35

prestó á acompañarla, sino que persuadió á los Compos-


telanos que estaban en el caso de armar sus milicias
para que se incorporasen con el ejército regio.
D.a Teresa no osó esperar en Tuy á las tropas de su
hermana. Así que tuvo noticia de su aproximación, eva­
cuó á Tuy y á todo el territorio gallego que tenía en su
poder, y sentó sus reales del otro lado del Miño, espe­
rando en aquella ventajosa posición el ataque del ejérci­
to enemigo. Para éste, la principal dificultad de la jor­
nada, estaba en apoderarse de un islote que surgía en
niedio del río, aunque algo más próximo á la orilla por­
tuguesa. De tal operación, por indicación de Gelmírez,
se encargaron los Compostelanos y los Irienses; los cua­
cos, ya á nado,, ya en los barcos que hallaron por acaso,
con un brío y denuedo que llenó do admiración á ami-
£°s y adversarios, arriban y se apoderan de la isla, y
desde allí, con el mismo arrojo, se disponen á pasar á la
°rilla opuesta.
Visto esto por los Portugueses, en precipitada fuga
abandonaron sus reales, dejándolo todo á merced de los
Compostelanos é Irienses, los cuales, como si no hubie­
ran podido contener el empujo que hasta allí los había
arrastrado, seguidos por el ejército de la Reina, invaden
la otra orilla, saqueando y haciendo presa en todo cuan­
to encontraban.
Aquí hizo alto D. Diego Grelmírez, y manifestó á
Urraca que habiéndose ya conseguido el principal
objeto de la expedición, que era expulsar de Galicia á
os Portugueses, ni él por su carácter, ni los Composte-
anos por sus fueros, que no les permitían estar en fon-
•Wo más de un día, p0dían continuar guerreando. Trató
e disuadirlo D,a Urraca con rebuscadas lisonjas y hala-
36 LIBBO TEBCEBO

gos. Decíale que á él se debía todo el éxito de la campa­


ña, y que si él se retiraba, todas las ventajas hasta en­
tonces obtenidas so malograrían; que consentiría que
los Compostelanos se marchasen á sus casas por no ir
contra sus fueros; pero que á él le exigía que considera­
se seriamente si su retirada en aquellas circunstancias
no podría dar alas al enemigo para que cobrase aliento,
y quisiera vengar los reveses que acababa de sufrir.
Gelmírez no supo desentenderse de una red tendida
con tanto artificio, y con tan suaves y persuasivas mane­
ras. Despidió á los Compostelanos; y él se quedó con la
gente que tenía á sueldo, y con la que por algún otro
concepto estaba obligada á su servicio.
La marcha del ejército de D.a Urraca, más que ex­
pedición belicosa, fué paseo triunfal, que se alargó hasta
las márgenes del Duero. D.a Teresa tuvo que refugiarse
en el castillo de Lanioso, en donde fue cercada por el
ejército invasor. Entretanto Gelmírez tuvo ocasión de
recobrar las tierras é iglesias que pertenecían á la Mitra
Compostelana en el suburbio de Braga.
Mas desde aquí comenzó á descorrerse el velo que
ocultaba los propósitos de D.a Urraca. Susurrábase que
la Reina tramaba algo contra D. Diego; que quería
atentar contra su libertad; y que buscaba propicia oca­
sión para apoderarse de su persona. Algunos de estos
rumores llegaron á oídos del Arzobispo. No les hizo más
aprecio que el que, por lo general, merecen las hablillas
del vulgo. Pero ya no fueron voces vagas y anónimas;
fueron avisos que recibió de la misma D.a Teresa de
Portugal; la que le repetía lo mismo, y con tantos por­
menores, que hacían suponer que ella se hallaba bien
enterada de todo. Decíale que lo sabía de ciencia cierta
LOS DOS SIGLOS DE OBODE LA I. COMPOSTELAXA 37

por revelación de algunos de los que estaban en el se­


creto; y añadía que ponía á su disposición cualquiera de
sus castillos para que en él se refugiase, ó sus naves, si
las prefería, para que lo condujesen á Iría.
A D. Diego Gelmírez se le hacía imposible el creer
que D.a Urraca, después de las seguridades que le había
dado, después de los grandes servicios que él acababa de
prestarle, estuviese dispuesta acometer tal villanía. Por
otra parte, el crédito de que gozaba D.a Teresa no era
muy á propósito para convencerlo, mayormente en aque­
lla ocasión. Por todas estas razones se dejó estar tran­
quilo en el campo de la Reñía; y por su parte no quiso
dar motivo para que se dudase de su lealtad.
Cuando D.a Urraca se vió satisfecha del resultado de
su expedición, dió vuelta para Galicia. Entró por la Li­
mia, pasó á Celanova, y desde aquí se dirigió hacia Cás­
trelo, por donde se propuso atravesar el Miño. En la no­
che en que acampó el ejército á orilla del río, como para
organizar la marcha, dió orden D.a Urraca á la hueste
de Gelmírez para que al día siguiente muy de mañana
pasase á la otra orilla, á donde ella pasaría más tarde con
el resto del ejército, con su hijo D. Alfonso y con el Arzo­
bispo. Y cuando vió alejada la vanguardia, juzgó que era
llegado el caso de arrancar la máscara. Ordena, pues, á
soldados de su confianza que se apoderen de la persona
del Arzobispo. Con él fueron también arrestados sus tres
hermanos, Munio y los dos Pedros, y el Conde D. Bermu-
do Suárez. El Arzobispo de Braga y el Obispo de Oren­
se, que también se hallaban en el campamento de la
Reina, sin duda por precaución, se pusieron en salvo con
la- fuga. Quedaron igualmente presos toda la servidum­
bre y familiares de Gelmírez; los cuales tuvieron que
38 LIBBO TERCERO

sufrir no poco de la insolencia y rapacidad de la solda­


desca de D.a Urraca.
Fuá nombrado carcelero de D. Diego el caballero
Juan Díaz, el cual lo encerró en su castillo de Orcellón,
cerca de Carballino. Desde aquí, al poco tiempo, lo tras­
ladó al castillo de Cira, cerca del Puente-Ulla, que con
permiso del Prelado y del Cabildo, acababa de edificar
el citado Conde D. Bermudo Suárez. En Cira sólo queda­
ron con el Arzobispo dos ó tres criados; toda la demás
servidumbre ya había sido despedida en Orcellón.
Cuando en Santiago el 22 de Julio, día de Santa
Magdalena, se supo la execrable hazaña de D.a Urraca,
toda la ciudad se llenó de luto y de indignación; de luto
por ver de tal modo afrentado á su egregio Pastor; de
indignación por lo inicuo é injustificable de la conducta
de D.a Urraca. Retínense Clero y pueblo, y como prime­
ra determinación acuerdan enviar á la Reina una dipu­
tación compuesta de cuatro Canónigos y otros tantos
ciudadanos, que la demanden por qué razón ha preso al
Arzobispo, y qué propósitos abrigaba acerca de su perso­
na. Vuelta la diputación con la noticia de que la Reina
quería conservar por tiempo indefinido en su poder al
Prelado, todos los Canónigos se reúnen de nuevo capitu­
larmente, y juran trabajar por la libertad de D. Diego,
aunque por ello tuvieran que perder todos sus haberes.
El pueblo por su parte estaba, como si dijéramos, en
manifestación permanente pidiendo la libertad del Ar­
zobispo. El punto para donde todos tácitamente se cita­
ban, era la Catedral. Allí oraban, allí gemían, allí rom­
pían en amargo llanto, y los menos sufridos protestaban
á voces y execraban la conducta inicua de D.a Urraca.
Entretanto, ésta seguía impávida en la ejecución de
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 39

sus planes. Se apoderó de las Torres de Oeste y del cas­


tillo de la Lanzada, y los entregó á sus cómplices. El 24
do Julio, víspera de la gran festividad del Apóstol, se
presentó en Santiago. Al día siguiente el Cabildo supri­
mió toda pompa y aparato; y los Canónigos se presenta­
ron en el Coro con capas negras como en los días de ^
duelo. No ocultó D.a Urraca su disgusto ante la actitud
del Cabildo; y, sin embargo, Clero y pueblo no dudaron
presentársele en masa á fin de exigirle que declarase do
una vez cuáles eran sus intenciones respecto del Prela­
do. La Reina contestó altiva, que no tenía inconve­
niente en otorgar la libertad á D. Diego, con tal que él
estuviera dispuesto, ó á satisfacer al punto á todos los
cargos que se le hiciesen, ó á obligarse con su propio
juramento y el del Cabildo á contestar á lo que resulta­
se del expediente contra él incoado. Mandóles que algu­
nos de ellos fueran á proponer al Arzobispo esta solu­
ción; pero les prohibió terminantemente hablar con él
de otra cosa que de la proposición dicha en los términos
por ella indicados. Para mayor precaución, envió con
dios á su Capellán Fernando Pérez con el encargo de
presenciar la entrevista (1).
Oídas por el Arzobispo, que continuaba en Cira, las
proposiciones de D.a Urraca, contestó que en asunto de

(1) La Compostelana nada dice de los cargos que se imputaban a Gel-


uiírez para procesarlo y encausarlo. En el tomo III, cap. XVIII, pagina ol8,
hemos dicho que los émulos del Prelado le habían acusado ante D. Urraca
de que pretendía reclutar tropas en Francia para colocar en el trono de León
y Castilla al Príncipe D. Alfonso. Ahora esta acusación tenía ciertos visos de
probabilidad, por las cartas que D. Diego acababa de recibir del Duque do
Aquitania y de la Condesa de Flandes; de las cuales, los parciales de Doña
Urraca, es fácil que hubiesen llegado á tener noticia.
40 LIBBO TEBCEBO

tanta trascendencia necesitaba tomar consejo. Intimó-


sele, que ni se le permitía tomar consejo, ni hablar, ni
discurrir más sobre el asunto. Estrechado de esta mane­
ra, poniendo su corazón en Dios, respondió en substan­
cia que su conciencia, su dignidad y su decoro, le impe­
dían aceptar ninguno de los dos extremos que le propo­
nía la Reina; que no podía confesarse reo de crímenes
que no había cometido, ni tampoco admitir como un
favor y una gracia lo que era debido á su justificación
é inocencia.
En esto, la fama del enorme atentado extendióse, no
sólo por toda España, sino por toda Francia ó Italia.
En todas partes produjo sorpresa é indignación la con­
ducta desatentada de D.a Urraca. Uno de los primeros
que escribió á D. Diego consolándolo y reprobando el
atropello, de que acababa de ser objeto, fué el Cardenal
Bosón. Decíale que desde el primer momento en que
tuvo noticia de su prisión, había querido proceder canó­
nicamente contra los autores de tal atentado; pero que
por insinuación de sus propios amigos, lo dejaría para el
próximo Concilio, que debía celebrarse el 25 de Agosto
en Sahagún. Advertíale que por el dador, ó por cual­
quiera otra persona, le avisase cuanto antes de lo que
pudiese hacer en favor suyo (1).
Por su parte Gelmírez, tan pronto cayó preso, man­
dó aviso á su sobrino el Deán, que con otros Canónigos
se hallaba en Francia estudiando Filosofía. Los cuales no
se dieron reposo hasta hacer sabedores del caso á todos
los Príncipes, Condes y caballeros franceses y borgoño-
nes, incluso el Abad de Cluny, que les aconsejó que co-

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XLII, pág. 332.


LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 41

friesen á Italia para dar cuenta al Papa Calixto de todo


lo ocurrido (1). Y en efecto, el Papa se impresionó de
tal manera, y tal interés mostró en el asunto, que el 7 de
Octubre, desde Amalfi, escribió al Cardenal Posón, al Ar­
zobispo de Toledo, á todos los Prelados de España, á su
sobrino el Rey D. Alfonso, para que todos, cada uno
por los medios que estuviesen á su alcance, obligasen
á D.a Urraca á dar satisfacción cumplida del atenta­
do cometido.
Al Cardenal Legado le decía que, si la Reina á los
cuarenta días después de amonestada no reconociese y
deshiciese su yerro dando libertad al Prelado y restitu­
yéndole sus tierras y fortalezas, juntos todos los Obispos
del Reino, publicase contra ella sentencia de excomu­
nión y además entredicho en todo el país. Lo mismo en
substancia viene á escribir al Arzobispo de Toledo y á
los demás Prelados de España. Afectuosísima es la carta
fiue el Papa dirigió á su sobrino el Rey D. Alfonso.
Entre otras cosas le dice: «Si nuestro hermano, el Arzo­
bispo de Compostela, te ha amado desde cuando eras
niño, si en cuanto pudo ha procurado exaltar tu perso­
na, si por tí lia sufrido no pocos trabajos, justo es, hijo
carísimo, que tú también lo ames y lo honres, y que por
tí y por tus leales te esfuerces por devolverle su libertad
para que, con este ejemplo, los demás se sientan estimu­
lados á amarte, á confiar en tu bondad, y á consagrarse
decididamente á tu servicio.» Al final, le encarga que
procure que llegue á manos de su madre la carta parti­
cular que le iba dirigida. En esta carta el Papa amones-

ib Hist. Compost., lib. II, cap. XLIX, pág. 846.


42 libro tercero

taba á la Reina á que se arrepintiese de su crimen; pues


de otro modo se vería precisado á hacer en ella y en su
Reino tal justicia, que sirviese de escarmiento á todos los
venideros (1).
Mas no fué necesario el recibo de estas cartas para
la libertad del Arzobispo. El Rey D. Alfonso, que había
presenciado todos estos sucesos, comenzando por la pri­
sión de Gfelmírez, sin poder evitarlos, estuvo devorando
el sentimiento é indignación que le causaban tales dema­
sías, hasta que llegaron á un punto en que se decidió á
romper por todo, y á obligar con la fuerza á su madre á
que se reportase, y á que abandonase el mal camino que
había emprendido. Puesto de acuerdo con el Conde de
Traba y el Conde D. Munio, huyó ocultamente de San­
tiago y se retiró al campo fortificado que aquellos tenían
del otro lado del Tambre (2).
La noticia de la nueva actitud del Rey D. Alfonso,
cayó como un rayo entre la gente de D.a Urraca, que
sobrecogida de espanto se refugió en la Iglesia; pero
tanto como abatió á los parciales de la Reina, otro tanto
alentó y esforzó á los partidarios de D. Alfonso y del
Arzobispo. Los cuales no sabiendo contener sus ímpetus,
maltratan, roban y prenden á los que consideraban como
enemigos, y al fin se reúnen en la Catedral para obligar
á la Reina con sus voces y con sus amenazas á que cuan­
to antes dé libertad al Arzobispo. Atemorizada D.a Urra­
ca ante aquel estruendo y aquellas amenazas, trató de
disculparse como mejor pudo; dijo entre lágrimas y so-

(1) Cap. XLVIII.


(2) Eommque (comitum Petri et Munii) castra, quae in ripa Tamarae
fixa erant, adiit. (Cap. XLII, pág. 333).
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 43

Hozos que lo que había hecho lo hiciera forzada; pero


huo reconocía que la cárcel era poco para los autores de
semejante maldad.
tln esto se presenta Juan Díaz, que era el que tenía
pieso al Arzobispo en el castillo de Cira. Venía con el
P1 opósito de consultar con la Reina acerca de la manera
de trasladar, aquella misma noche, á D. Diego desde el
castillo de Cira al de Santa María de O teres ó Autares,
dUe estaba en tierra de Valcárcel, á la entrada de Grali-
Cla. La presencia del carcelero del Prelado fué como
echar leña al fuego. Creció el tumulto en la Iglesia;
as voces y los dicterios contra la Reina iban en au­
mento; y Juan Díaz, traído y llevado por todas partes
P°i aquella masa de carne humana que lo envolvía y
apasionaba, tuvo que jurar que aquel mismo día traería
l^re d- Santiago al Arzobispo (1).
Desde entonces no pensaron más los Compostelanos
hue en preparar un recibimiento digno á su Prelado.
ños á porfía trataban de compensarle de las amargu­
eas sufridas y querían honrarle y exaltarle tanto cuan-
^sus enemigos habían procurado humillarlo y abatirlo.
después de ocho días de prisión, aparece D. Die­
go entrando por los arrabales de la ciudad, precedido de
0 el Clero que había salido en procesión á esperarle,
y íodeado de turba innumerable que prorrumpía en
r> j * J- ^ jl

muas aclamaciones, acompañadas de lágrimas que


graneaba el júbilo. Con tal grandioso cortejo penetró
• Diego en la Catedral, y hecha oración delante del
ap ®anDago, abrazados y besados los Canónigos,
11 igió hacia la Reina D.a Urraca, que no se había

(1) Cap. XLII, pág. 334,


44 LIBRO TERCERO

atrevido á separarse un momento del seguro refugio que


le ofreciera aquel lugar sacrosanto. «Sé, Señora, le dijo,
que violentada por pésimos consejeros, has cometido esta
maldad; lo que ignoro es el motivo que lias tenido para
ello. El Señor, benigno y misericordioso, para el cual
nada hay imposible, me ha librado de la prisión; y yo,
procurando imitarlo —pues dice: Perdonad y sereis perdona­
dos— también por lo que á mí toca te perdono, si te arre­
pientes, de lo que contra mí has hecho. Inspírete igual­
mente el Señor el que nos devuelvas los castillos de
Santiago que acabas de arrebatar á los nuestros y el que
vivas en paz con nosotros» (1).
D.a Urraca consintió, en la forma que hemos visto,
en la libertad de D. Diego; pero no consintió en la en­
trega de los castillos y fortalezas de que se hallaba apo­
derada. Se le hacía muy duro el soltar de un golpe la
presa que tenía entre sus manos; al menos no quería
hacerlo sin una considerable compensación en metálico.
A las súplicas é instancias del Prelado, contestaba siem­
pre con excusas y evasivas. Unas veces decía que estaba
dispuesta á devolver los castillos y á vivir en paz y ar­
monía con el Arzobispo, pero á condición de que se pre­
sentasen y jurasen, como fiadores, mil, entre Clérigos y

(1) Cap. XLII, núm. 7.—Al comenzar á tratar el Maestro Gerardo


de estos sucesos (cap. XXXIX, pág. 324), lamentando el vacío que Gelmírez
hallaba en torno suyo para contrarrestar los planes maquiavélicos de Doña
Urraca: «¿Qué amador se encuentra en Galicia, exclama, de la verdad y de
la santidad? ¿Quién allí sigue la justicia y las demás virtudes? Todos, casi
todos liábanse dispuestos á volver la espalda á la virtud y á marchar en pos
de la fortuna; no hay quien siga el bien, ni siquiera uno. (Non est qui sec­
tetur bonum; non est usque ad unum).* ¿De dónde eran, pues, los que se halla­
ban fortificados á orillas del Tambre, junto á los cuales se retiró D. Alfonso
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 45

legos; otras veces quería que fuese fiador todo el Clero


7 pueblo de Santiago y sus alrededores; otras exigía,
a-demás, una fuerte suma de dinero (1).
Por fin Gelmírez, cayendo en la cuenta de que lo
fine se proponía D.a Urraca era diferir indefinidamente
la entrega de las fortalezas, se resolvió á valerse de
°tros medios más eficaces para el logro de su objeto.
Pirmó un tratado de paz y alianza con el Rey D. Alfon-
80 (curtí Rege güero pacem stabilivit), y, por consiguiente, con
su ayo el Conde de Traba, y requirió á los Magnates
fiue como liemos visto en el capítulo anterior, le habían
hecho juramento y homenaje de ponerse á su lado siem­
pre que la Reina faltase al concierto estipulado el año
último en Santiago, para que cumpliesen con su com­
promiso. Y en efecto, muchos de ellos, como los Condes
P- Munio Peláez, D. Gutierre Bermúdez, D. Gómez Nú-
y D. Bermudo Suárez y hasta el mismo inconstante
Para hacer entrar á su madre en razón? ¿De dónde los que corrieron á la
Catedral Compostelana y forzaron á D.a Urraca, con su actitud y con sus
amenazas, á que decretase la libertad de Gelmírez? ¿Qué era lo que seguían
estos al obrar así? Compréndese que la indignación baya arrancado á, Ge-
rardo en momentos supremos las exclamaciones referidas; pero no se com­
prende que las baya dejado sin borrar después de referir los sucesos que
dieron margen á la libertad de D. Diego. Lo que hay es que la pasión
nubló los ojos de Gerardo é impidió que pudiese dirigir su vista hacia aquel
Srupo de hombres que no se dejaron arrastrar por la fortuna, sino que estu-
vieron siempre firmes al lado de la justicia y del derecho. El Conde de
Traba era el verdadero Conde de Galicia, es decir, el Gobernador ó Adelan­
tado de Galicia. Tal cargo, le había confiado el Rey D. Alfonso VI, á la
muerte del Conde D. Ramón; y como tal Conde de Galicia aparece mencio-
nado en muchos documentos de aquellos tiempos, por ejemplo, en una es­
critura que cita Argáiz, en que se leen estas palabras: Comite Petro Froilaz
°vbem Galetie imperante. Mas esto nunca lo pudieron digerir bien los Auto-
Ies de la Compostelana.
G) Cap. XLII, núm. 7.
46 LIBRO TEBCBBO

y liviano Arias Pérez, señor del castillo de Lobeira, se


dejaron persuadir de las razones de D. Diego, y le pro­
metieron ayudarle con todas sus fuerzas. Solicitó tam­
bién y obtuvo Gelmírez la cooperación y auxilio de
D.a Teresa, Reina de Portugal, y de su esposo el Conde
D. Fernando Pérez, hijo del Conde de Traba (1).
Entretanto D.a Urraca se salió de Santiago y se esta­
bleció en el castillo de Cira; y desde aquí convocó á to­
dos sus parciales, entre los que figuraba siempre en pri­
mera línea el Conde de Lemos y Sarria, D. Rodrigo
Vélaz. A este tiempo ya había recibido la carta que le
dirigiera el Papa Calixto, de la cual hemos hablado
más arriba; y con tal ocasión había entablado nuevas
negociaciones con el Prelado para ver de imbuirle y ha­
lagarle con lisonjeras palabras y seductoras promesas,
pero eludiendo siempre la entrega de los castillos. Don
Diego no se dejó caer en el lazo, y se mantuvo firme en
exigir, como primera condición para la paz, la devolu­
ción efectiva de las dos fortalezas.
Frustradas sus arteras tentativas, recurrió D.a Urra­
ca á la violencia para imponer su voluntad. Salió de
Cira con su ejército en dirección á Tabeirós como si se
propusiese invadir la comarca de Salnés; pero de repen­
te emprendió un rápido movimiento retrógrado, y asentó
su campo en la cresta del Picosagro con ánimo de edifi­
car allí un castillo que tuviese en constante alarma á
Compostela.
Sabida esta novedad en Santiago, todos se apresta­
ron para atajar á la Reina en sus intentos. Además de
la gente del campo fortificado del Tambre, además de

(1) Cap. XLII, pág, 335.


LOS DOS SIGLOS DE OSO DE LA I. COMPOSTELANA 47

la<s milicias compostelanas, además de las huestes que


tenían los Magnates que estaban con el Rey D. Alfonso,
reunióse todo el contingente que se pudo en la Tierra
de Santiago y en las comarcas limítrofes, y puestos to­
dos en orden de combate, al mando del Rey D. Alfonso,
del Conde de Traba y del Prelado compostelano, media­
do ya el mes de Diciembre, se encaminaron hacia el
famoso Pico y tomaron posiciones alrededor de sus es­
carpadas laderas. La misma tarde en que llegaron tra­
báronse algunas escaramuzas hasta que la noche hizo
calmar la impaciencia de los combatientes. El ejército
de D. Alfonso era muy superior en número al de Doña
Urraca, casi el doble; poro esta ventaja bien la suplían
los soldados de la Reina con lo formidable de sus posi­
ciones. En uno y otro campo no escaseaba la gente
Aguerrida, valerosa y denodada; y los ensayos de la pii-
ruera tarde hacían prever cuán sangrienta y encarniza­
da había de ser la lucha que se esperaba para el día
siguiente.
Considerando todo esto, D. Diego Gfelmírez ti ató de
persuadir á D. Alfonso de la necesidad de evitar á todo
trance la horrible matanza con que se hallaban amaga­
dos. Como era de suponer, D. Alfonso contestó que él no
fenía ningún interés especial en ver regadas de sangie
humana aquellas escabrosas alturas; que él, poi su pai-
fe, con cualquier partido que se ofreciese en que pudie-
*a concillarse el ñn apetecido con la justicia y la digni­
dad de su ejército, estaba pronto á retirarse y á dejar el
entupo. En vista de esto, el Prelado dirigió todos sus es­
fuerzos á expugnar el ánimo de D.a Urraca y á hacerle
Reconocer lo funesto y desastroso de sus injustas preten­
siones. Le representó que allí estaba junta la flor de la
48 LIBBO TEBCEBO

nobleza de Galicia, que allí se hallaban reunidas todas


las fuerzas vivas del país; y que de sola su voluntad pen­
día el que toda aquella brillante pléyade de guerreros y
caballeros no desapareciese en una sola jornada á los
golpes del cuchillo fratricida. D.a Urraca permaneció
firme en sus propósitos, y lo único que parece que pudo
recabar de ella Gelmírez, iué una tregua; pues era im­
posible que en una sola noche, pudiese llevar á cabo los
trabajos que hizo para conjurar la horrible tormenta
que se cernía sobre las cabezas de todos. En efecto, pudo
convocar y hablar á todos los jefes y á todas las perso­
nas influyentes de los dos ejércitos, y exhortarlos á que
depusiesen las armas ó al menos á que no las dieran un
empleo que sólo podía resolverse en el exterminio de
hermanos y amigos. Reunió hasta doscientos capitanes
de uno y otro campo, y los comprometió bajo juramento
á buscar, y aún imponer, si fuese preciso, medios pacífi­
cos con los cuales se acallase la discordia, se evitase la
efusión de tanta sangre, y se zanjasen y compusiesen las
encontradas pretensiones de los dos partidos.
El primer acuerdo que tomó este improvisado Conse­
jo, fué la creación de un tribunal compuesto de diez in­
dividuos, que examinasen las «querellas reales ó aparen­
tes que presentaba tanto la parte del Arzobispo como la
de la Reina, y que las fallasen y sentenciasen conforme
, á justicia. Establecieron, además, que todo aquel que no
quisiere aceptar y ejecutar los fallos del tribunal de los
Diez, fuese declarado transgresor de la justicia y enemi­
go de la paz pública, al cual todos debían combatir y
rechazar (1).

(1) Cap. XLIX.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 49

La Compostelana no expresa las decisiones del tribu­


nal de los Diez; solo dice que uno de sus acuerdos íuó
que la Reina entregase cuanto antes al Arzobispo los
castillos de Oeste y de la Lanzada. Otro artículo de la
sentencia debió de ser que la Reina desistiese de cons­
truir sobre la cumbre del Picosagro el castillo que medi­
taba: pues de tal castillo no se halla memoria alguna.
En virtud de la misma sentencia, D.a Urraca conservó
en su poder (pero en préstamo por lo que adelante dire­
mos del castillo de Cira), algunas fortalezas de la Tierra
de Santiago, tales como el castillo de Cira, que continuó
gobernando Juan Díaz, y el de L obe ira, del cual siguió
siendo señor el indispensable Arias Pérez (1).
Por gran cuidado que se puso en disfrazar este pro­
cedimiento, no por eso resultaba menos claro que la ver­
dadera culpable era D.a Urraca; y si sobre ello quedase
alguna duda, la desvanecería el Acta del juramento que
prestó la Reina de ser en toda su vida fiel señora y leal
amiga del Arzobispo, y do no volver á llamarle á su
Corte ni aún para ir en su hueste, á no ser que él, volun­
tariamente, quisiese (2). Lo mismo viene á demostrar el
siguiente juramento que hicieron sesenta caballeros en
nombre de D.a Urraca:
«Nosotros, sesenta Barones y Caballeros de la Reina
E.a Urraca, juramos á vos, el Arzobispo D. Diego, por
Eios Padre Omnipotente y por todos sus Santos, que si
Reina D.a Urraca dejare de cumpliros lo que arriba

(1) Cap. XL1X, pág. 348.


O Cap. cit., pág. 349.
Tomo 1V.-4.
50 LIBRO TERCERO

queda expresado, nos pondremos franca y decididamente


de vuestra parte» (1).
Y en efecto, D.a Urraca un viernes, 30 de Diciembre,
puso á disposición del Arzobispo el castillo de Oeste, y
al día siguiente entregó el de la Lanzada. Tal desenlace
tuvo este conflicto, que amenazaba cubrir de luto á Ga­
licia entera.
Durante la prisión de D. Diego Gelmírez, llegaron á
Santiago en busca de D.a Urraca y su hijo D. Alfonso
unos embajadores del Miramamolín de los Almorávides,
Alí, el cual viendo que sus cosas iban de mal en peor y
que sus fuerzas no bastaban para contener la furia de
D. Alfonso de Aragón, que no les dejaba un momento
de reposo, determinó enviar legados á la Reina Doña
Urraca y á su hijo D. Alfonso, proponiéndoles quizás al­
guna tregua, ó tratando, acaso, de obtener mayores ven­
tajas. Llegaron los embajadores á León en ocasión en
que la Reina y su hijo volvían de su expedición á Por­
tugal. Fuéles preciso, por tanto, dirigir sus pasos hacia
Santiago, en donde suponían hallarían á los dos Reyes,
madre ó hijo. Llamábales la atención durante el viaje el
sinnúmero de peregrinos que encontraban en el camino,
y que iban ó volvían de Santiago; y deseaban saber que
era lo que ponía en movimiento aquella muchedumbre.
Acompañábales, sin duda como intérprete, un tal Pe­
dro, juez y protector de los cristianos que residían entre
ellos, el cual satisfizo cumplidamente su curiosidad di-
ciéndoles que Aquel á quien iban á visitar todas aquellas
turbas de Franceses, Ingleses, Italianos, Alemanes y de
otras muchas naciones, era Jacobo, Apóstol de Nuestro

(1) Hifit. Compost., loe. 'cit.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA ol

Señor y Salvador, hijo del Zebedeo y hermano de Juan


Apóstol y Evangelista; cuyo cuerpo, después de haber
sido degollado en Jerusalén por orden de Herodes, fué
traído para ser sepultado en Galicia.
Grande fué el estupor que se apoderó de los Musul­
manes cuando al visitar por curiosidad la Apostólica Ba­
sílica, vieron que apenas podían romper por entre el in­
numerable concurso que llenaba las naves. No sabían
salir de su asombro al contemplar la alteza de las bóve­
das, el brillo y esplendor de los altares, la riqueza de las
vestiduras sagradas, el ornato de la Iglesia y la pompa
que allí se desplegaba.—Por Mahoma, exclamaban, que
debe de ser muy poderoso en el Cielo, éste á quien tanto
culto se tributa en la tierra!
El intérprete, que era hombro dotado de gran dis­
creción y facundia, comenzó por explicarles las razones
por qué el Apóstol Santiago era tan visitado y venera­
do; les expuso que eran tantos y tan especiales los favo­
res y beneficios que recibían sus devotos, que traspasa­
ban los límites de lo natural y humano, y que muchos
eran prodigios y milagros que sólo se podían atribuir á
poder divino. No perdió la ocasión el sagaz Pedro de
hacer una brillante apología de la fe cristiana, acompa­
ñándola de una confutación de las falsas religiones que
hacían irrebatible los hechos que ellos mismos estaban
presenciando.
En esto llegó á Santiago la noticia de la prisión de
E. Diego, y lo que antes era fausto, bullicio, expansión,
alegría, se trocó do repente en duelo, luto, tristeza y
abatimiento. No dejó de hacer impresión en el ánimo de
1°8 Sarracenos tan súbito cambio. Si este Apóstol es tan
poderoso como dicen, pensaban para sí, ¿cómo es que
52 LIBBO TBBCBBO

consintió que fuese preso y atropellado el Arzobispo de


su Iglesia? Y esto que rumiaban en su interior, no tar­
daron en manifestarlo al exterior, y en burlarse de los
cristianos por lo quimérico de su fe y por la inutilidad
de sus ruegos y oraciones.
Algo embarazado se veía el intérprete Pedro para
contestar de un modo adecuado á los Agarenos, y para
convencerlos del falso fundamento en que estribaban
aquellas sus apreciaciones; mas como era hombre de fe
profundamente arraigada, siempre les concluía diciendo
que Santiago nunca negaba su amparo á aquellos que
se lo pidiesen con entera confianza.
Transcurridos ocho días, vieron los Moros que toda la
ciudad salía con gran júbilo y algazara á esperar el Ar­
zobispo; vieron que éste entraba como en triunfo, rodea­
do de Clero y pueblo en medio de las más entusiastas
aclamaciones; y no sabiendo cómo explicar este suceso,
se rindieron, reconocieron el gran poder del Apóstol y
cesaron en sus diatribas y en sus burlas contra la fe
cristiana.
Contribuyó á lo mismo, un raro prodigio que se obró
en uno de ellos. Frecuentaba la posada en donde se
hospedaban, una pobre viuda muy devota del Após­
tol. Todos los días lo visitaba y depositaba al pie de
su Altar velas ú otras ofrendas; y no eran raras las
veces en que no pasaba la noche en otro sitio que
en la Basílica. Sucedió que uno de los Embajado­
res almorávides adoleció de un gran carbunclo que se
le presentó en el cuello, y le hacía sufrir horriblemente.
Ocurriósele encomendarse á las oraciones de la piadosa
viuda, y darle una vela para que en su nombre la pre­
sentara en el altar del Apóstol. Así lo hizo la buena
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 53

mujer, no sin que antes el ismaelita hubiese consentido


que sobre el tumor le hiciese con la vela la señal de la
cruz. Y fué tan eficaz su oración, que el carbunclo se
disipó de repente, y no dejó de sí más huella que la ci­
catriz. Tal efecto produjo en los Mahometanos esta mi­
lagrosa curación, que desde aquel punto prometieron el
ir pregonando por todos los sitios por donde pasasen las
grandezas y excelencias del Apóstol Santiago (1).

(1) HisL Gompost., lib. II, cap. L.


CAPÍTULO III
Concilio compostelano X celebrado en el año 1122.—Concier­
to entre los Prelados de Santiago y Mondoñedo, sobre los
arciprestazgos de Seaya, Besoucos, Trasancos, Laba-
cengos y Arros. —Recobra D. Diego el castillo del Faro,—
Adquisiciones que hizo en este tiempo para su Iglesia.—
Obras que llevó á cabo en Santiago y en su Diócesis.

omo D. Diego Gel-


míraz, por las ra­
zones que hemos
visto en el capítulo
anterior, no había
podido asistir al
Concilio celebrado
en Sahagún el 25 do Agosto de 1121, el Caí dona! Ho-
són, por conducto del Obispo de Oporto, que había, sido
uno de los concurrentes, le envió los decretos conciliares
encargándole que los hiciese guardar y cumplii en los
56 LIBBO TEBCEBO

países sujetos á la jurisdicción. Después lo reiteró el en­


cargo por un caballero llamado Guido, amigo del Papa
Calixto II, que había venido de Italia á visitar el Sepul­
cro de Santiago (1).
Con tal objeto convocó, en efecto, D. Diego un Con­
cilio que se celebró en Santiago el 8 de Marzo de 1122.
Concurrieron los Obispos D. Diego de Orense, D. Alfon­
so de Tuy, D. Munio de Mondoñedo, D. Hugo de Opor­
to, D. Gonzalo de Coimbra y D. Sancho de Avila, con
los Abades de sus respectivas Diócesis. D. Gerardo de
Salamanca no pudo asistir, porque dos días antes había
salido de Santiago para acompañar á D.a Urraca, que
se dirigía á León. Tampoco pudo concurrir D. Pedro de
Lugo, que tenía que recibir á la Reina á su paso por
esta ciudad; pero envió á los Abades y á varios Clérigos
de su Diócesis. Vinieron también los Abades y Clérigos
de Astorga, aunque sin su Pastor, pues acababa de fa­
llecer. El Arzobispo de Braga hallábase á la sazón en
Numantia (Zamora); envió, sin embargo, Clérigos que lo
excusasen y representasen en el Concilio. Acudieron
asimismo muchos Magnates y Caballeros; y tal fué el
concurso de Clero y pueblo, que las naves de la Basílica
eran insuficientes para contenerlo (2).
Tratóse en el Concilio de lo que en aquellas circuns­
tancias exigían el bien y la utilidad de la Iglesia y el
restablecimiento de la paz pública; y entre otros asuntos
particulares, examinóse la antigua contienda que entre

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XLIV, pág. 339 y cap. XLV.
(2) Tanta Cleri ac populi, Principumque Gallaeciae convenit multitu­
do, quod vix in Apostólica, licet magnae sit quantitatis, contineretur eccle­
sia. (Hist. Compostlib. II, cap. LII).
LOS DOS SIGLOS DE ORODE LA I. COMPOSTELANA 57

sí traían los Prelados de Braga y Oporto sobre los con­


tines de sus respectivas Diócesis (1).
El Obispo de Salamanca, D. Gerardo, que acabamos
de citar, expulsado de su Sede por el Rey D. Alfonso de
Aragón, se había refugiado en Compostela, y había per­
manecido bastante tiempo al lado de Gelmírez; el cual
te trató con suma generosidad, y, entre otras cosas, le
regaló una capilla, ó sea todo el recado necesario para
celebrar de Pontifical (2).
El Arzobispo de Braga, D. Pelayo, depuso por fin su
arrogancia, y vino también á Santiago para reconocer á
E. Diego como Legado de la Santa Sede, y restituir las
tierras é iglesias de Portugal que tenía detentadas, fian
por satisfecho se dió el Arzobispo Compostelano de esta
prueba de sumisión del Bracarense, que lo nombró Ca­
nónigo de su Iglesia, y además le dió en préstamo, por
Su vida, la mitad de las tierras é iglesias en cuestión; á

(l) Esta última circunstancia tíos hace sospechar que el Concilio gene-
ral que se cita en el tomo XXII de la España Sagrada, pág. 74, como
celebrado en el monasterio de San Bartolomé, en el suburbio Tudense, a, 13
(íe Abril del año 1118, era este mismo de Santiago que se reunió el 8 de
Marzo de 1122; el cual después se trasladó á Tuy para conocer desde más
cerca la causa del litigio entre los Prelados de Braga y O porto. Nótese que
fueron seis los Obispos que con D. Diego asistieron al Concilio de Santia-
£°> y seis bs que con el mismo asistieron al Concilio de Tu)^. De todos mo-
Ls, no puede admitirse que este Concilio de Tuy se haya celebrado, como
80 dice en el texto exhibido por Flórez, en la era MCLVI, año 1118; porque
cu este año, ni Gelmírez era Arzobispo, ni podía convocar Concilios gene*
rales. Es, por lo tanto, de presumir que en el diploma original se leyese
°tra era distinta de la de MCLVI.
(■b Hist. Compost., lib. II, cap. LII, pág. 359. D. Gerardo había sido
consagrado por el Papa Calixto II, y de vuelta en España había hecho la
ucostumbrada promesa de obediencia á su Metropolitano D. Diego Gel-
mirez- (Lib. II, cap. XLVII.)
58 LIBBO TERCERO

saber, la mitad de la iglesia de San Víctor de Braga, la


de la de San Fructuoso de Montolios y la de la villa de
Cornelia (1).
La ruidosa y añeja cuestión que con gran porfía ha­
bían ventilado los Prelados de Compostela y Mondoñe-
do, sobre los arciprestazgos de Seaya, Besoucos, Trasan­
cos, Labacengos y Arros, y en la cual nos liemos ocupado
extensamente en el capítulo X del tomo anterior, revi­
vía de cuando en cuando con gran daño para las almas
y aún para el recto y fácil despacho de los asuntos ecle­
siásticos. Los curas y feligreses de dichos arciprestazgos,
continuaban reconociendo por Diocesano unas veces al
Prelado de Santiago, otras al de Mondoñedo. Queriendo
éstos poner de una vez fin á un estado tan anormal y
anticanónico, del cual sólo podían esperarse tristes y
deplorables consecuencias, el 28 de Agosto del año 1122
firmaron un convenio, en virtud del cual D. Munio de
Mondoñedo, con consentimiento de su Cabildo, cedió á
la Iglesia de Santiago y á su Arzobispo, todo el derecho
que pudiera pertenecerle en los arciprestazgos de Seaya
y Besoucos; y á su vez, el Arzobispo de Santiago, con
consentimiento de su Cabildo, cedió á la Iglesia de Mon­
doñedo y á su Prelado los derechos que pudieran corres­
ponderle en los arciprestazgos de Trasancos, Labacen­
gos y Arros.
Otros dos puntos abrazaba este convenio; uno refe­
rente á los Votos de Santiago, y otro referente á las
Tercias de las parroquias. Por lo que toca al primero, el
Arzobispo y Cabildo de Santiago cedieron á la Iglesia
de Mondoñedo todos los Votos que les pertenecían en

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XLVI.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 59

esta, Diócesis, sin más condición quo la de presentar to­


dos los años en la Basílica del Apóstol un cirio de cien
libras de á veinticinco sueldos la libra (1).
Respecto del otro punto, se acordó que ninguno
de los dos Prelados exigiese Tercias en las parroquias
del otro.
Do esta acta de transacción so hicieron dos tantos,
firmados, el uno por D. Munio y varios Arcedianos y
Canónigos de Mondoñedo; y el otro, firmado por D. Die­
go y los Canónigos compostelanos (2).
El Obispo de Mondoñedo firmó, además, una especie
de Acta de vasallaje, por la cual se obligó á ayudar y á
favorecer como leal amigo al Arzobispo de Santiago, en
todos aquellos casos en que éste se viese seriamente
amenazado ó en su persona, ó en sus miembros, ó en su
honor y dignidad. Firmaron el Acta con D. Munio, los
Arcedianos de Mondoñedo Pedro y Arias Sisnández, y
los Canónigos de Santiago, Arias González, Pedro Gun-
desíndez, Pedro Elias, arcediano, Pedro Cresconio, ar­
cediano, Pedro Anaya, Pedro Astruáriz, Arias Muñiz,
ol maestro Gerardo, Bernardo Bernárdez, Alfonso Ber­
nárdez, Pedro Esté vez, Pedro Fulcón, Pedro Peláez y
Relayo Muñiz (3).
La tregua en que lo dejó D.a Urraca al salir de San­
tiago el G de Marzo de 1122, la aprovechó D. Diego
pnra hacer nuevas adquisiciones, recobrar varias tierras

(1) En muchas concordias celebradas sobre los Votos, se estipold el


pago de cera en substitución del grano. , A fin ia
C2) El tanto firmado por el Obispo de Mondoñedo, puede verse en
Compostelana, lib. II, cap. LVI, pág..37G y 377.
(3) liist. Comjwst., loe. cit., pág. 378.
60 L1BBO TERCERO

que estaban usurpadas, emprender la construcción de


nuevos edificios, y enriquecer el Tesoro de su Iglesia con
ricas y suntuosas piezas de mobiliario é indumentaria.
Entre estas obras merece especial mención la ardua
empresa de recobrar el castillo del Faro ó Torre de Hér­
cules de la Coruña, del cual estaba apoderado D. Ber-
mudo, el hijo mayor del Conde de Traba. Este castillo
era propiedad de la Iglesia Compostelana por donación
de D. Bermudo II; mas D.a Urraca se había incautado
de él al tiempo de la prisión de D. Diego; y puso de su
mano un caballero que lo retuviese en su nombre. En
virtud, sin duda, del convenio del Picosagro, la Reina
autorizó á dicho caballero para que prestase homenaje
de fidelidad al Arzobispo. El hijo del Conde de Traba,
que por entonces estaba en continua lucha con los caba­
lleros de aquella comarca, aspiraba á hacerse dueño de
aquella fortaleza; y habiendo-hallado medio de apode­
rarse, por traición, de la persona del caballero que la
defendía, á fuerza de vejaciones y amenazas, lo obligó
á que de ella le hiciese formal entrega.
Sabido esto por el Arzobispo, escribió á D. Bermudo
requiriéndolo primero con ruegos y promesas, y después
con amenazas, para que dejase la fortaleza. Todo fué
inútil; D. Bermudo se pertrechó cada vez más en el
Faro. Resolvióse entonces D. Diego á apelar á vías de
hecho; juntó un numeroso ejército y se puso en camino
hacia el Faro Brigantino. Hallándose ya cerca de la for­
taleza, le salieron al paso el hermano de D. Bermudo,
D. Fernando, y el cuñado D. Munio Peláez, haciéndole
varias proposiciones de arreglo y acomodamiento. El
Prelado contestó que no admitía ninguna, mientras Don
Bermudo no se saliese del castillo. Al fin D. Fernando y
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 61

Fb Munio, á fuerza de instancias y exhortaciones, ven­


cieron la resistencia de su hermano, que en premio de
su sumisión recibió del Prelado varios dones y valias
tierras en préstamo.
Firmado el concierto, el arcediano Pedro Cresco-
nio, que durante las negociaciones había tenido el casti­
llo, lo entregó, según se había convenido, á D. Feman­
do, con la condición de que éste había de declarar, bajo
juramento, que estaba dispuesto á devolverlo tan pron­
to como el Prelado se lo exigiese. Al ausentarse en Poi-
tugal D. Fernando, dejó encomendado el castillo á su
cuñado D. Munio, con el encargo de entregárselo al Ar­
zobispo cuando éste se lo pidiese. Mas I). Munio, cuando
llegó el caso, á pesar de lo que le escribía D. Femando,
se negó á hacer la entrega convenida, y sólo cedió al ver
que el Arzobispo estaba resuelto á despojarlo de todas
lus tenencias y préstamos que le había dado (!)•
Entre las adquisiciones que por este tiempo hizo (xel-
mírez, figuran, en primer lugar, las que logró de la pio-
pia D.a Urraca; á la cual, por entonces, convenía tener
bien persuadido al Prelado de la sinceridad y firmeza de
sus promesas. Había recibido la Reina en donación do
una noble señora, llamada Tigria ó Tigridi a Jiménez, la
mitad de lo que le correspondía en Hastavales, en Da-
yanx, Neruimes (2), en Cirquües (3), en Dorma, en Quey-
!)ido (4), en Gandera, en San Julián, en Santa Rula­
ba (5), en San Vicente, en el monasterio de Vilariño, á

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LI.


(•h En el Códice manuscrito de la Catedral, Ver muñes.
(3) En el 06'1 ice cit., Tirantes.
(4) Curgido, en el Códice cit.
(5) Cecilia, en el Códice cit.
62 LIBRO TERCERO

orillas del Miño, en el monasterio de Supratelio (Sobrá­


delo) en Salnés, en Santa María de Tralegio (1) (Teo), en
Santa María de Cendcnn (2) y en San Mamed de Alamir.
Todo ello cedió D.a Urraca á la Iglesia de Santiago; y
D.a Tigridia, estimulada por este ejemplo, ofreció dejar,
para después de su muerte, la otra mitad que le corres­
pondía en dichas posesiones, con más su porción en Su­
perata, Guldreganes y Truanes, en tierra de Salnés, y otras
heredades que tenía que partir con Pedro Jiménez y sus
demás hermanos (8).
En 11 de Mayo de 1128 permutó también D.a Urra­
ca su iglesia de Santa María de Ordestre (Ordoeste) en
Barcala, por la heredad de Ouines (Oins) en Cornado (4).
Marina Rabinádiz donó la granja de Sabardes con sus
colonos y pertenencias (5).
Con D.a Aurodona ú Oroana Díaz, cambió (íelmírez
la mitad de la villa de Lustris por la mitad de las tres
cuartas partes de la granja de Sinales, cerca de Santa
Cristina de Barro ó de Noya. D.a Oroana se comprome­
tió á dejar á su muerte, á la Iglesia Compostelana, la
referida mitad de la villa de Lustres (6).
El presbítero Diego había recibido del Arzobispo
en administración, la iglesia de Santa María de Nevar
(Nebra). Desempeñó su comisión con gran celo y dili­
gencia; pero al fin, deseando descansar, hizo renuncia

■ (1) Kalagio, en el Códice cit.


(2)* Cendalin, en el Códice cit.
(3) Hist. Compost., lib. II. cap. LXT.
(4) Véase Apéndice, núm. II.—De esta permuta no recordamos que se
haga mención en la Compostelana.
(5) Hist. Compost., lib. II, cap. LXI.
(6) Cap. LXXII.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 63

de la administración, y al mismo tiempo cedió la mitad


de los bienes que había granjeado y adquirido, y, entre
ellos, la mitad de la iglesia de San Miguel de liozuan
(Resúa). Gelmírez procuró hacerse con todos los títulos
de pertenencia, y después de firmados por los primeros
dueños, mandó guardarlos en el Tesoro de la Iglesia (1).
Del hijo del Conde D. Pedro, D. Bermudo, recibió
también en donación la iglesia de Santa Anastasia, en
tierra de Entines (2). Una cuñada del mismo, D.n Mayor
Arias, donó asimismo dos heredades en Saines, cuyo
Usufructo retuvo durante su vida (3). Tanto la iglesia
comó las heredades, las dió Gelmírez en préstamo al
Cardenal Pedro Fulcón, en premio de los muchos y rele­
vantes servicios que le había prestado.
Una de. las más importantes adquisiciones que por
entonces hizo, fué la del castillo de Cira con todas las
tierras anejas, por lo estratégica que era tal fortaleza
para la seguridad de la tierra de Santiago. Uevantábase
como fiera y vigilante atalaya sobre un empinado voii-
cueto en la margen izquierda del Ulla y en el punto en
fiue á éste ofrece el tributo de sus aguas el río Deza.
Persuadido Gelmírez de cuanto convenía á los Prelados
Compostelanos la posesión de dicha fortaleza, gestionó
su venta de D.a Urraca. El castillo, como ya hemos di­
cho, había sido edificado con autorización del Arzobispo
y del Cabildo, por D. Bermudo Suárez, el cual, para re-

(1) Cap. cit., pág. 420.


(12) Cap. LXXXI1, núm. 2.—No sabemos si esta iglesia de Santa
Anastasia será, la misma que la de Santa Tülusid, en la misma comarca. Sin
embargo, ésta, á nuestro juicio, ya era convento en aquella época.
(d) Loe. cit., núm. 3.
64 LIBBO TEBCEBO

cobrar su libertad, cuando en el año 1121 fuá preso con


D. Diego Gelmírez, hizo cesión de él á D.a Urraca. Esta
lo hizo valer cuanto pudo, y sólo cuando se le entregaron
150 marcos de plata, se allanó á firmar la escritura de
compra-venta. Sin embargo, ideó otro modo de conser­
var en su poder el castillo y sus pertenencias, y fue el
pedir á Gelmírez el que se le cediese en préstamo por el
tiempo que fuese su voluntad. El objeto de la Reina
era, sin duda, conservar en el gobierno de esta fortaleza
á Juan Díaz, que era uno de los caballeros de su mayor
confianza (1).
Durante su permanencia en el castillo de Cira, pudo
notar D. Diego la observancia con que se vivía en el
monasterio de San Salvador de Camanzo, bajo el régi­
men del abad Pedro, lo mismo que en todas las ermitas
escalonadas por la alta montaña, en cuya falda se ha­
llaba el Convento. Estimulado por esto mismo, y movido
tal vez por los buenos servicios que los Monjes le hubie­
sen prestado, al tiempo de su prisión en Cira, quiso favo­
recerlos y distinguirlos con particular afecto; y para ello,
con consentimiento de los Reyes D.a Urraca y su hijo
D. Alfonso, y con acuerdo del Cabildo, les donó los diez­
mos de los realengos existentes entre Palacios (Pazos) y
Arncbre (Añobre). Es de advertir que este Convento per­
tenecía antes á la Diócesis de Lugo; pero, sin duda por
la gran distancia que lo separaba de la capital, prefirió
ser agregado á la Diócesis Compostelana. En la Escritu­
ra de donación que sé otorgó el 23 de Julio de 1122,
declara D. Diego su voluntad de proteger siempre y am­
parar k este Monasterio para que, en todo tiempo, se

(1) Cap. hXXXL


LOS LOS SIGLOS DE ORO DE LA I. OOMPOSTELANA 65

conserve floreciente y observante, como lo habían fun­


dado los Condes D. Gonzalo y D.n Teresa (1).
Mas ante lo múltiple y diverso de los negocios, la
actividad de Gelmírez se duplicaba, y en cada uno apa­
recía presente y como dedicándole toda su atención. En
donde quiera que era reconocida la necesidad de alguna
reforma ó de alguna mejora, allí se dejaba sentir intenso
el impulso de su mano vigorosa. En Compostela reedi­
ficó desde los cimientos la iglesia monasterial de An­
tealtares, que había levantado S. Fagildo, y las parro­
quiales de San Miguel, San Félix y San Benito. Echó
también abajo la antigua iglesia de Santo l1 omás de
Onria (Santo Tomé de Obra, anejo de San Miguel de
Brandariz, en las márgenes del Ulla), que estaba ame­
nazando ruina, é hizo construirla de nuevo.
Dentro de la Catedral ya poco le quedaba que ha­
cer; sólo dió nuevo arreglo, como hemos dicho en la
página 12, á los altares de San Pablo, San Nicolás, San
Benito y San Antonino, que estaban en la galería. En
el exterior aún le faltaba un complemento, que ya ha­
bía ideado desde los primeros anos de su Pontificado,
pero que ahora llevó á efecto con la inteligente coope-
ración del Maestro y Tesorero Bernardo. Este comple­
mento era una piscina y una fuente delante de alguna
de las puertas principales de la Basílica; y esta piscina

(1) Este diploma, escrito en letra gótica, se conserva original en el Ar-


(‘liivo del Convento de Antealtares de Santiago. La fecha ofrece la singula­
ridad de tener escritas una X y una V, ambas con rasguido, en esta forma:
^ra • I-C.X‘ V‘. De lo cual se deduce que asi como la X con rasguido
valu XL, así la V con el mismo, debe valer XX. De esta donación no se
ÍLdla mención alguna en la Compostdana.
Tomo IV.-5.
66 LIBBO TEBCEBO

y esta fuente resultaron tan grandiosas, cuales podían


esperarse de un maestro tan hábil como Bernardo, y de
un Prelado tan munífico como Gelmírez. Empezóse por
rehacer el antiguo acueducto, que databa del tiempo de
Sisnando I ó de antes, y tenía como una milla de largo
antes de entrar en la ciudad. Renovóse el registro ó
arqueta, que estaba cerca de donde está hoy la fuente
de San Miguel, y al pie de la casa del Canónigo Pedro
Anaya. Desde aquí, por conductos formados de gruesos
tubos de madera, reforzados con abrazaderas de hierro
y planchas de plomo, se distribuyó el agua para el Mo­
nasterio de San Martín y la que había de ir para la
fuente que estaba para edificarse en la plazuela del Pa­
raíso,, frente á la portada septentrional de la Iglesia (1).
Veamos ahora cómo describo esta fuente el autor del
libro V del Códice de Calixto II:
«Cuando nosotros los Franceses queremos entrar en
la Apostólica Basílica, solemos hacerlo por la puerta del
Septentrión; antes de la cual, á un lado de la calle, está
el hospital para los peregrinos pobres de Santiago, y
después el Paraíso, al cual se baja desde la calle por una
escalera de nueve peldaños. Al pie de esta escalera se
levanta una fuente maravillosa, que no tiene semejante
en todo el mundo. Está fundada sobre un basamento de

(1) Entre los documentos de San Martín, que se conservan en la Bi­


blioteca de la Universidad Literaria de Santiago, hay la cita de una Escri­
tura de este año de 1122, por la cual Gelmírez redujo á uno los dos
tercios del agua que de antiguo venía por el acueducto para el Monasterio.
Pero es de advertir que antes de la reparación llevada á cabo por Gelmírez,
efecto de lo descompuesto y arruinado que estaba el acueducto, era tal la
falta que se padecía en el Convento, que en algunas ocasiones los Monjes
tenían que comprar el agua que necesitaban para el consumo.
LOS DOS SIGLOS DE OEO DE LA I. COMPOSTELANA 67

tros peldaños, sobre los cuales reposa una hermosísima


conca de piedra en forma de taza, redonda y excavada,
y de tanta magnitud, que, á lo que creo, pueden bañar­
se en ella cómodamente hasta quince hombres á un
tiempo (1). Yérguese en el centro una alta y hueca co­
lumna de bronce, ancha en la base y de planta hepta­
gonal. La coronan cuatro leones, de cuya boca salen
cuatro copiosos raudales para refrigerar á los peregrinos
y á los habitantes de Santiago. Los cuatro raudales, al
brotar de la boca de los leones, caen dentro de la conca,
y por un agujero practicado en la base, huyen por con­
ductos subterráneos. Y así como no puede verse por
donde viene el agua, así tampoco se advierte por donde
desaparece. El agua es de muy buen paladar, nutritiva,
sana, cristalina, óptima, templada en invierno y fresca
on verano. Debajo de los pies de los leones se ven escri­
tas, en dos renglones y alrededor de la columna, las si­
guientes letras:
§§ Ego Bernardus bti. lacóbi ts. (thesaurariusj hanc
aquam huc adduxi, et presens opiis composui ad mee et anima-
rum meorum parentum remedium. Era MCLX. III idus apri
hs» (11 do Abril de 1122).
En la villa de Padrón, junto á la iglesia de Santia­
go, que hacia el año 1106 había reconstruido con la
ayuda del Presbítero Pelayo, edificó Gelmírez un pala­
cio en que dignamente pudiera hospedarse con su servi­
dumbre en los frecuentes viajes que hacía á aquel lugar.
DI palacio, que desde antiguo poseían los Prelados Com-
postelanos al lado de la vetusta Catedral de Tria, había

(1) Esta gran pila ó conca ya hacía tiempo que la tenía labrada Grelmí-
ez (on el designio de colocarla en el primitivo Claustro de los Canónigos.
68 LIBRO TERCERO

quedado poco á propósito para el caso; porque la ser­


vidumbre, buscando la animación y el bullicio, prefería
irse á Padrón, que entonces era una villa populosa, y
dejaba sólo ó casi sólo al Prelado, expuesto, en tiempos
de agitación, á un golpe de mano por parte de las ban­
das de malhechores.
No menos importantes fueron las obras que llevó á
cabo en las Torres de Oeste. Deshizo la antigua capilla
que estaba en la planta baja, debajo del adarve, y cons­
truyó otra nueva y más capaz en sitio más acomodado.
Edificó, además, una espaciosa casa de morada, en la
cual pudiesen convenientemente alojarse el Arzobispo,
el Clero que lo acompañase, la servidumbre y la escolta
que lo siguiese, aunque fuera bien numerosa. El designio
que tuvo D. Diego al hacer estos edificios, fue el tener
un lugar seguro en donde refugiarse cuando el- caso lo
requiriese (1).
Las dos galeras que había construido en el puerto de
Iría el genovós Augeri o, al cabo de algunos años, por
descuido, habían quedado inservibles. D. Diego, que no
podía sufrir que las costas de la Tierra de Santiago con­
tinuasen siendo á cada paso molestadas é. infestadas por
los corsarios, contrató á un joven piloto, natural de
Pisa, llamado Fuxón; el cual, á una pericia singular en
el arte náutica, reunía un valor y una fidelidad á toda
prueba. Puso Grelmírez á su disposición una nueva gale­
ra que había hecho construir en Tria, y en la cual em­
pleó sesenta marcos de plata. El piloto pisano supo
corresponder á la confianza que en él depositara el Pre­
lado. No contento con mantener seguras y defendidas

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LV.


LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 69

las costas do la Tierra do Santiago, visitaba con fre­


cuencia las comarcas de los Sarracenos para saquearlas
y arrebatar cuanto se lo viniese á la mano (1). En una
ocasión hizo cautivos una gran muchedumbre de Sarra­
cenos. Se apoderó, además, de riquísimas preseas y
de 1700 morábetinos de oro, de los cuales tocaron al Ar­
zobispo, por su décima, trece marcos de plata y algunos
objetos de considerable valor. En otra ocasión cautivó
también un crecido número de Moros y se apoderó de
inmensas riquezas, de telas, vestidos, etc... Al Arzobispo
le tocaron 25 marcos de plata y un Moro poderoso, que
prometía un gran rescate (2).
Y si tales obras emprendió Grelmírez en lo exterior
del recinto de su Iglesia, ¿qué no haría en el interior?
En el capítulo LVII del libro II hace la Compostdana una
relación de los objetos de mobiliario, vajilla é indumen­
taria sagrados que por este tiempo adquirió Gelmírez (5).
Entre estos objetos deben contarse cuatro cítaras (4)
adornadas con labores á la griega; cuatro capas pontifi­
cales y otras doce no menos preciosas de tejido do seda;
cuatro juegos completos de ornamentos para celebrar de

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXV.


(2) Lib. III, cap. XXVIII, paga. 527 y 52U.
(3) Mr. Friedel, en un artículo intitulado Etudes compostellanes, que
publicó el año 1899 en la Revista de Liverpool Olia Merseiana, pretende
que esta relación es un inventario completo de todos los objetos preciosos
que entonces —en el año 1122— poseía la Iglesia compostelana. El inven­
tario se limitaba á los objetos que por aquel tiempo había hecho o adquiri­
do Gelmírez, quae fecit Archiepiscopus.
(4) De la voz citliera ó cithara, dico V. Gay (Qlossaire archeotagique)
que no se halla en los escritos de estos siglos; y en efecto, échase de menos
esta voz en el Glosario de Ducange. Además de este pasaje de la Compostfc,
70 LIBBO TERCERO

Pontifical, de los cuales regaló uno á D. Hugo, Obispo


do Oporto, otro á D. Munio, Obispo de Mondoñedo, y el
tercero á D. Gerardo, Obispo de Salamanca; dos dalmá­
ticas; una planeta negra y otra de púrpura; dos evange­
liarios con tapas de plata, y otro con tapas de oro que
restauró y compuso; un misal con tapas de plata; un
epistolario con tapas de lo mismo; un Syon ó colador de
plata para echar el vino en el cáliz (1); un cinturón de
oro; dos cajas de plata, en una de las cuales estuvo la
cabeza de Santiago el Menor; otra de marfil; otra de
metal dorado, esculpida con vidrio (esmalte?) con admi­
rable artificio; otra de oro, que le había costado tres mil
sueldos, y que después regaló al Papa Calixto; un Lig­
num Crucis, que le había donado la Reina D.a Urraca;
una cruz de oro, que después dió al Cardenal Rosón; tres
cálices de plata; otro de oro, que también regaló al
Papa; un incensario de oro, que tuvo que emplear en
utilidad de su Iglesia; otro incensario igualmente de oro,

lana, recoi damos haber visto dicho vocablo en otros cuatro documentos: en
el testamento del Conde San Osorio (Esp. Sag., tom. XVIII, pág. 337); en
una donación del Conde de Traba, D. Pedro Fróilaz, del año 1105
(tomo III, Apéndice XVIII, página 58); en el testamento de la Condesa
D.a María Fernández, otorgado en 1169, y en la Crónica de D. Alfonso VII.
En el primer documento se lee: Vestimenta ad conversis decem citharas...; en
el segundo: Vestimenta de altare, frontale grizisco, citara grizisca, capas
duas, etc.; en el tercero: mando copam meam argenteam et unam citharam
perobtimam; y en la Crónica al tratar de los festejos con que se celebraron
en León en el año 1144 las bodas de la Infanta D.a Urraca, se pone la
cithara entre los instrumentos músicos.
(1) El Syon era un colador especial de forma esférica, con un cuello
largo, estrecho y encorvado, en cuyo extremo había un agujero casi imper­
ceptible por donde salía el vino. Tal forma tenía el Syon que el Obispo de
Mans, Hugo Payen, regaló á su Iglesia en el año 1140, (Véase Quicherat,
flfelanges... árcheologie du moyen age, pág. 254).
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 71

que mandó hacer de su dinero (1) para poner en lugar


del anterior; tres vinajeras de plata; un antifonario; un
oñciario; un misal; tres breviarios; un cuadragesimario;
dos benediccionarios; el Libro pastoral de San Gregorio;
un libro de Vita Episcoporum; una colección de cánones;
un libro que contenía diversas sentencias; otro libro De
fide Sce. Trinitatis; otro también de sentencias, y otro
grande con el Oficio eclesiástico de todo el año (2).
La Basílica carecía de campanas grandes y sonoras;
pues las que había, fueran destruidas en el incendio del
año 1117. Gelmírez hizo venir de más allá de los Piri­
neos un maestro campanero, el cual fabricó dos campa­
nas grandes y dos menores en relación con la grandeza
de la Basílica. El maestro recibía, además del jornal, la
comida (taliata) (3).
Por este tiempo, es decir, en el año 1124, convocó
D. Diego en cierta ocasión al Cabildo y le propuso la
necesidad de construir un claustro y otras dependencias,
cuales exigían el gran renombre y fama de que en todas
partes gozaba la Iglesia de Compostela, y cuales él mis­
mo, ya antes de ser Obispo, y muchos de los Canónigos
presentes, habían podido ver en sus largos viajes; y como
también convenía realizar estas obras para acallar las
críticas de muchos peregrinos que notaban la falta, y la
achacaban al poco celo de los Ministros de la Iglesia,

(1) Evidentemente está, aquí errado el texto publicado por E lórez. En


lugar de Dno. Papae, el ejemplar manuscrito de la Catedral trae de propt io.
(2) Hiat. Compost., lib. II, cap. LVII.
(3) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXVTI.—En el año 1134 hallamos
establecido en Santiago un maestro Campanero, que subscribe así un docu­
mento del Archivo de San Martín Pinario: Aeimar campanarius. Quizás
íuese el que hizo venir Gelmírez del extranjero.
72 LIBRO TERCERO

Añadió que estaba pronto á dar do lo suyo cien marcos,


treinta de presente, y los restantes al terminar el año.
Prometió también dejar á su muerte, en beneficio de la
obra, cien vacas de las que tenía. Los Canónigos aplau­
dieron los propósitos del Prelado, y se mostraron dis­
puestos á secundarlos en todo y por todo. Allí mismo se
nombró una comisión compuesta del Deán, D. Pedro
Elias, y del Cardenal mayor ó Primidero, D. Pedro Grun-
desíndez, para que promoviese y activase la ejecución de
la obra (1). Esta, sin embargo, se fué también por en­
tonces aplazando; porque los graves acontecimientos
que luego sobrevinieron, impidieron que Grelmírez pudie­
se dedicarle toda su atención.
En este mismo año de 1124, hizo D. Diego con el
Cabildo una notable Constitución, por la cual se mandó
que se cumpliesen religiosamente las últimas voluntades
de los Canónigos difuntos, y que nadie, quienquiera
que fuese, entrase á ocupar y á disponer de sus bienes.
Ordenóse también que todo lo que por cualesquiera per­
sonas se hubiese legado, ó en lo futuro se legase, para
aniversarios, quedase á disposición del Cabildo, al cual
incumbiría distribuirlo, con consejo del Prelado, en la
forma que mejor le pareciere. Establecióse, además, que
si los Reyes, los Príncipes ó algunos poderosos caballeros
dejasen para su aniversario castillos ó extensas posesio­
nes, de sus productos se dé todos los años una abundan-

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. I.—El P. Flórez coloca este acuerdo
del Prelado y del Cabildo en el año 1128. Ya hemos demostrado en el
tomo III, cap. II, pág. 40, que por los mismos datos cronológicos que ofre­
ce en aquel pasaje la Compostelma, se ve que dicho acuerdo tuvo que to­
marse en el año 1124. Véase la Compostelana, tomo I, cap. LXXVIII, pá­
gina 138.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTttLANA. 73

te comida, y que el resto se divida por mitad entre el


Arzobispo y el Cabildo. Tales posesiones y cotos decla­
ráronse incorporados á la Tierra de Santiago, y con los
mismos privilegios é inmunidades (1).
Deseoso, además, Gfelmírez de difundir la ilustración
y la cultura en Gialicia y de dotar á su Iglesia de minis­
tros instruidos y versados en el estudio de las ciencias
eclesiásticas, continuó enviando Canónigos á Francia,
probablemente á París, para que allí se dedicasen al cul­
tivo de las Letras, y adquiriesen los tesoros de ciencia
y erudición que en aquella célebre Universidad larga­
mente se dispensaban. En el año 1121 se hallaba. en
Francia estudiando Filosofía con otros Canónigos, su
sobrino el Deán Pedro (2).
Las frecuentes embajadas que se enviaban á Roma,
ó- Cluny y á otros grandes centros de cultura, proporcio­
naban á los legados, que siempre habían de ser de los
Canónigos más expertos, la ocasión de estudiar y de en­
terarse de los adelantos y del movimiento literario y
artístico de dichas regiones. No es de extrañar, por tan­
to, que Santiago fuese entonces como un emporio, en
donde era continuo el flujo y reflujo de todo cuanto po­
día ser objeto de comercio intelectual, moral y social.
Ya hemos visto con qué insistencia pidió el Cardenal
Romano Deusdedit, que se le enviase de Santiago una
(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XCIV.—Flórez, en una nota confesan­
do que la fecha de este Documento está corrupta, la corrige de este modo:
^ra ^CLXVl, año XXVIII del Pontificado de G-elmírez; que corresponden
*3 ano 1128, Pero en dos Códices de las Constituciones antiguas, escritos á
Principios del siglo XIV, se lee en ambos unánimemente: Era ICLXII...,
a-nno XXIV sui Pontificatus; ó sea año 1124. Además en el 1128 ya Gelmí-
ro¿ no era Legado de la Santa Sede, como se intitula en el Documento.
(2) Hist. Compost., lib. II, cap. XLIX, pág. 340,
74 LIBRO TERCERO

casulla; de Santiago quiso tener también una Cruz el


Cardenal Bosón; de Santiago se expidieron á otros Car­
denales de Roma preciosos objetos de diverso género; de
Santiago salieron también, como presente para el Papa
Calixto II, una riquísima arqueta de oro y un cáliz del
mismo metal; en Santiago recibieron como regalo pre­
ciosos Pontificales, los Obispos de Oporto, Mondoñedo y
Salamanca; de Santiago, en fin, se enviaban cuantiosos
donativos al célebre Monasterio de Cluny y al Patriar­
ca de Jerusalén.
Santiago, era, pues, la ciudad famosa, la ciudad re­
nombrada, la ciudad venerada. Y no podía ser de otro
modo; porque de la Iglesia de Santiago era entonces tri­
butaria casi toda Europa. Era tributaria, por las muchas
legiones de peregrinos que de todas partes afluían para
rendir á nuestro Santo Apóstol homenaje de amor y ve­
neración; era tributaria, porque en casi todas las nacio­
nes, incluso la misma Italia, se donaban tierras y pose­
siones, ó se legaban ó mandaban ofrendas para la Iglesia
de Santiago.
Y por lo que toca á las legiones de peregrinos, des­
pués de lo que por incidencia se desprende de nuestra
narración acerca del gran concurso de romeros, bastará
recordar que estas expediciones eran tan frecuentes, que
dentro de un mismo año eran varias las que periódica­
mente salían de una misma ciudad, como se ve por la
carta del Maestrescuela Compostelano, R-aynerio, en
que ruega á S. Atón, Obispo de Pistoya, que le escriba
ó por los peregrinos que salieren por la Pascua, ó por
los que salieren por la Ascensión (1).

[1) Acta Sanctorum, tít. VIII del mes de Julio, part. I, § VIII, num. 91,
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 75

Este continuo movimiento de peregrinos, exigía per­


severante cuidado en la reparación de los caminos que
aquellos tenían que atravesar, y en los sitios convenien­
tes, la construcción de casas de hospedaje y de refugio.
A tan útil y santa tarea, se consagraron en todas par­
tes muchos de los devotos de Santiago. En el capítu­
lo V, del libro V, del Códice de Calixto II, se citan los
nombres de algunos de los que por este tiempo se ocu­
paron en recomponer el camino de Santiago en el trecho
que hay desde Rapluinéllo (Rabanal del Camino) hasta
Puertomarín; á saber, Andrés, Rotgerio, Alvito, Fortis,
Arnaldo, Esteban y Pedro, que rehizo el puente de
Puertomarín, que había sido cortado por D.a Urraca (1).
Para hacer ver la importancia de las ofrendas que
de todas partes se enviaban á la Iglesia de Santiago,
nos basta aducir un sólo dato. En el cap. LIV, lib. II, de
la Compostelana, se hace mención incidentalmente de dos
Canónigos de Santiago, Pedro Astráriz y Pelayo Yáñez,
qne llevaban dos años recorriendo la Apulla y Sicilia,
para recoger los donativos hechos á su Iglesia. Lo reco­
gido debió ascender á una suma considerable, cuando
do ello pudieron adelantar á otros dos Canónigos corn­

il) He aquí el texto del mencionado capítulo: <Hec sunt nomina quo­
rumdam uiatorum, qui temporibus Didaci Archiepiscopi Iacobite, et Ade-
°usi imperatoris yspanie et Grallecie et Calixti Pape uiám sci. Iacobi a Ra-
pbanello usque ad Pontem Minee pio amore Dei et Apostoli citra annum
Dominicum MCXX, regnante Adefonso rege Aragoni et Lodouico pinguis­
simo rege galliorum refecerunt; Andreas, Rotgerius, Aluitus, Portus, Ar-
nuldus, Stephanus, Petrus qui pontem Minee a regina Hurraca confractum
refecit. Istorum adiutorum suorum anime requiescant in pace sempiterna.»
A este Pedro, que llevaba el sobrenombre de Peregrino, en 15 de Octu-
16 (*e H26, otorgó D. Alfonso VII un Privilegio por el cual le dona
76 LIBBO TERGEBO

postelanos, que se hallaban en Roma solicitando los ne­


gocios de su Iglesia, nada menos que veintisiete onzas
de oro.

la iglesia de Santa María de Puerfcomarín, en atención ó la obra de reedifi­


cación que con el auxilio de Dios y de las buenas almas, llevó á cabo en el
gran puente de Puertomarín.
CAPITULO IV
Concilio compostelano XI celebrado en 16 de Marzo
de 1124.—Contestaciones entre los Arzobispos de
Santiago y de Toledo.—Nueva guerra civil en Gali­
cia.—Ármase caballero D. Alfonso Vil en Santiago.
— Concilio compostelano XII.

ESEMBARAZADO Don
Diego de las obras
que hemos visto en
el capítulo ante­
rior, tuvo que de­
dicar su atención á
otros cuidados no
menos urgentes pe-
ro ingratos, si se quiere. El Arzobispo de Toledo,
_ • Bernardo, había llevado á mal que el Compostelano,
Sln °ontar con él para nada, hubiese consagrado al Obis­
po de Avila, D. Sancho. También se creyó desairado al
VGr T16 ol Obispo de Salamanca, D. Gerardo, sólo al Pre-
78 LIBRO TERCERO

lado de Compostela había hecho promesa de sumisión y


obediencia. D. Bernardo'pretendía que á él, como Pri­
mado, correspondía, según lo decretado en el canon VI
del Concilio XII de Toledo, eligir y consagrar Obispos
para toda España. Mas los tiempos habían mudado, y,
según la disciplina entonces vigente, las atribuciones
del Primado no se extendían á tanto. D. Bernardo
no lo comprendía así; guardó latente su resentimiento,
esperando momento oportuno para tomar, á lo que él
creía, debida satisfacción. No tardó en presentársele con
motivo del Concilio general que D. Diego Gelmírez ce­
lebró en la Cuaresma del año 1124 en Compostela, y de
la vacante de la Sede Salmantina, producida por el fa­
llecimiento del Obispo D. Gerardo.
Por su parte el Arzobispo eompostelano no se había
descuidado. Viendo que su autoridad de Legado Ponti­
ficio era á cada paso controvertida, trató de afirmarla;
y para ello, en el Otoño del año 1123, envió á la Corte
Pontificia al Cardenal de Santiago Pedro Fulcón y al
arcediano Pedro Helias, con el encargo de solicitar una
Bula confirmatoria de la Legacía, y además la perpe­
tuidad de la Metrópoli (1). Llevaban cartas de recomen­
dación de D.a Urraca y de su hijo D. Alfonso, otras
varias para los amigos que Gelmírez tenía en Roma, y
además, como donativo, unas cuatrocientas monedas de
oro. Los dos comisionados compostelanos vieron pronto
coronadas de feliz éxito sus gestiones. El 29 de Noviem­
bre de 1123 pudieron recoger en San Fabiano, en el
Mediodía de Italia, la Bula Antiqua Sedis Apostolicae, diri­
gida á los Prelados de las dos provincias Emeritense y

(1) Hist. Compost., lib. 11, cap. LXIII y LXIV, pág. 397.
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 79

Bracarense, que se expresan en el orden siguiente: el


Arzobispo de Braga y los Obispos de Coimbra, Oporto,
Tuy, Orense, Mondoñedo, Lugo, Astorga, Avila y Sala­
manca (1).
Provisto Grelmirez.de este nuevo título, convocó á
todos los Obispos y Abades de las dos provincias para
que á mediados de la próxima Cuaresma, ó sea hacia
el 16 de Marzo de 1124, se hallasen todos reunidos en
Santiago á fin de celebrar Concilio. Concurrieron los
Prelados de Astorga, Avila, Salamanca, Mondoñedo,
Lugo y Tuy. El Metropolitano de Braga y el Obispo de
Coimbra, ni asistieron, ni enviaron persona que los ex­
cusase. Tratóse de varios asuntos concernientes á la uti­
lidad y honor de la Iglesia; y se publicaron, además,
varias penas canónicas contra los dos Prelados ausentes
para que dentro de cierto término compareciesen á dar
razón de su conducta; penas que Gelmírez se vió obliga­
do á ejecutar en vista de la contumacia de los dos Pre­
lados.
Cuando los Canónigos Pedro Fulcón y Pedro Helias
hicieron entrega de la Bula de la Legacía, presentaron
á D. Diego un documento pontificio, que, según ellos,
contenía la concesión definitiva de la Metrópoli, pero
que causó no poca sorpresa al Prelado, porque lo veía

(1) Véase el texto de esta Bula en la Compostelana, lib. II, cap. LXIII
y xviii.
Ya antes había recibido Gelmírez una Bula pequeña del Papa, en que
le decía que, sabedor por los enviados de la Iglesia y del Obispo de Lugo,
del poco aprecio que se hacía de su autoridad como Legado, no había deja­
do de dolerse y de extrañarse, y que por tanto le confirma la Legacía y le
exhorta á cumplir con celo los deberes que este cargo le impone. Datóse la
Bula en Letrán á 6 de Marzo (de 1123). (Véase la Ccnnpost., lib. II, cap. LX).
80 LIBRO TERCERO

sin sello y sin las demás formalidades que solían acom­


pañar á un diploma auténtico de aquella clase.
Los dos comisionados le explicaron la causa de esta
novedad. Después que el Papa se enteró de vuestra pe­
tición ■—le dijeron— y la consultó con los Cardenales, nos
llamó y se expresó con nosotros en estos términos: «Nin-
»guno en la Corte de Roma ignora cuanto amor y cuan­
tía devoción profesa á nuestra Persona y á nuestra Igle­
sia vuestro señor el Arzobispo de Compostela; pues
»aunque corporalmente se halle muy apartado de Nós,
»en el espíritu lo vemos con frecuencia presente por las
»demostraciones de su amor y de su generosidad. Nada,
>por tanto, tiene de extraño que haya merecido el que
>sus súplicas sean atendidas y que, como sienten y Nos
> aconsejan todas las buenas personas de la Corte Ponti-
>ficia, consiga lo que desea, por más que sea asunto
> arduo y difícil. La dignidad, pues, Metropolitana de la
»Sede Emeritense que habíamos otorgado á la Iglesia
»Compostelana, sólo temporalmente, desde ahora, por
»amor y reverencia á Dios y á su Apóstol Santiago, y
> por común consejo de nuestros hermanos, se la conce-
> demos para siempre y así lo decretamos y confirma­
dnos. Por lo que toca al Diploma, queremos que lo II e-
»veis sin sello para que vuestro Señor y sus buenos Clé­
rigos lo vean y examinen, y quiten ó añadan todo lo
»que á su juicio pueda contribuir á la mayor seguridad
»y firmeza del documento, y que así corregido Nos lo
»devolváis para su definitiva redacción.»—Tal es el mo­
tivo por qué la Bula viene de esta manera —añadieron
los dos legados. ,
En vista de esto, Gelmírez convocó á los Canónigos
de su mayor confianza para que examinasen la Bula y
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 81

le aconsejasen lo que convenía hacer en aquel caso. Re­


formado el texto de la Bula, en el sentido que se juzgó
más adecuado para asegurar en la Iglesia Compostelana
la perpetuidad de la dignidad Metropolítica, se resolvió
inánimemente devolver cuanto antes el texto así refor­
jado, y demostrar al Papa y á toda la Corte Pontificia,
cuánto era lo que se consideraban en Santiago semejan­
tes pruebas de amor y deferencia. Fueron designados
para llevar la Bula el Cardenal Pedro Fulcón y el Ca­
nónigo Alonso Pérez; los cuales llevaban asimismo el
encargo de presentar en Roma, como ofrenda y por los
derechos de expedición, trescientas onzas de oro, cien de
las cuales aprontó D. Diego de su bolsillo particular y
las restantes se sacaron del Tesoro de la Iglesia. Acor­
dóse, no obstante, que, para eludir las asechanzas del
Rey de Aragón, que aún continuaba persiguiendo y des­
pojando á todos los viajeros gallegos ó castellanos que
atravesasen por sus estados, las onzas de oro las lleva-
Sen peregrinos de confianza y que no ofreciesen sospe­
cha de lo que llevaban.
Llegaron felizmente á Roma; pero al recoger las
dOO onzas que llevaban los peregrinos, se encontraron
con que faltaban 27 que le habían sido robadas á uno
de los portadores, con la capa en que las llevaba cosi­
das. No poco los desconcertó este percance, y un mes pa­
saron en Roma sin saber que partido tomar. Al fin tu­
vieron noticia de que se hallaban en Pavía los dos Ca­
nónigos de Santiago, Pedro Astráriz y Pelayo Yáficz,
fes cuales ya hacía dos años que se hallaban recorriendo
f°da Italia para recoger las limosnas que se ofrecían á
Fábrica de la Iglesia Compostelana. Resolvieron,
Pues, recurrir á estos dos colectores, sus compañeros, por
Tomo IV,—6,
82 LIBRO TERCERO

si tenían la suma que precisaban para su objeto. Con


tal designio salió Alonso Pérez de Roma en su busca, y
aún pudo hallarlos en Pavía, cuando ya se disponían á
dar vuelta para la patria. Les refirió el caso; y entre los
tres acordaron que uno de los colectores volviese con
Alonso Pérez á Roma, y que allí entregase la cantidad
requerida. Hízose así. en efecto; y con esto los dos lega­
dos pudieron recoger, de manos del Papa, la Bula jun­
tamente con el Palio, signo de la dignidad Arzobispal,
y regresar por fin á Santiago, en donde fueron recibi­
dos con la satisfacción y contento que es de suponer (1).
Poco tiempo antes había vacado la Sede de Sala­
manca, y el Arzobispo de Toledo, juzgando que era lle­
gado el momento de hacer valer su autoridad, sin con­
sultar al Metropolitano, ni á los comprovinciales, consa­
gró Obispo á D. Ñuño. Al saberlo D. Diego, escribió al
Arzobispo de Toledo quejándose de este acto, como de
una usurpación, y anunciándole su propósito de celebrar
el Concilio en que acabamos de ocuparnos.
D. Bernardo contestó en la forma siguiente: «Ber­
nardo, por la gracia de Dios, Arzobispo de Toledo y Le­
gado de la Santa Iglesia de Roma, al amado en Cristo
Diego, coepiscopo, salud. Hemos visto las cartas que nos
ha dirigido vuestra Dilección, en las cuales nos hacíais
presente que habíais determinado celebrar Concilio en
Compostela á mediados de la Cuaresma, y que para él
habíais convocado al Obispo de Salamanca, á quien nós
habíamos consagrado. No pequeña maravilla nos causa
el veros proceder con tanto atrevimiento y presunción,
con tanta más razón cuanto que no os deben de ser des-

(1) Hist. Compod., lib. II, cap. LXIV.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 83

conocidas las Letras que el Señor Papa Calixto dirigió


ú todos- los Arzobispos, Obispos, Abades y Superiores,
así eclesiásticos, como seglares, para que todos, sin ex­
ceptuaros á vos ni á nadie, me prestáseis á mí, como á
Legado de la Sede de Roma y Vicario del Romano Pon­
tífice, la reverencia y obediencia debidas, y para que
todos, cuando fuesen convocados á Sínodo, para corregir
con nuestro consejo lo que fuese digno de corrección,
acudiesen unánimemente. Hasta ahora no hemos recibi­
do del Señor Papa ningún decreto contrario á esta au-
toritativa disposición. Pero además parece que vos tra­
íais de agitaros contra las definiciones de los Santos Pa­
dres, y contra lo que está sancionado por venerandas
Leyes, y que aún más, queréis violar los preceptos de los
sagrados Cánones; puesto que, sin mandato ni comisión
por parte de nuestra Legación, pretendéis usurpar lo
que no es vuestro, ni lo que os pertenece. Por lo tanto,
on nombre del Bienaventurado Pedro, Príncipe de los
Apóstoles, os ordenamos que, sin previo consejo ó man­
dato nuestro, no presumáis de ninguna manera celebrar
Concilio general. E igualmente prohibimos á los Obispos
y Abades de la provincia bracarense que, por ningún
concepto, asistan á vuestro Sínodo, si es que quieren
estar en nuestra comunión.
>A lo que nos decís de que nós, en la consagración
del Obispo de Salamanca, os hemos agraviado á vos y á
vuestra Iglesia, respondemos que nuestra conciencia no
nos acusa de haberos hecho injuria en cosa alguna. Lo
que hicimos, lo hemos ejecutado con autorización de los
Lómanos Pontífices, á saber, Urbano, Pascual y Gelasio,
y de Calixto, que actualmente preside al Orbe cristiano;
el cual entre otras cosas contenidas en el Privilegio que
84 libbo tebcebo

nos dió y envió, inserto lo siguiente: «Sujetamos á vues­


otra jurisdicción las diócesis de aquellas ciudades que en
»la invasión de los Sarracenos perdieron sus propios Me­
tropolitanos, para que mientras se hallen sin propio
>Metropolitano, te estén sujetas y te obedezcan á tí como
»á su propio Metropolitano.» Fundados en esta autoriza­
ción, hemos sublimado al honor del pontificado á dicho
Obispo, que está sujeto á nuestra jurisdicción; por lo
cual en esto no os hemos hecho ninguna injuria, ni á
vos, ni á vuestra Iglesia. Lo que consta es que vos nos
habéis hecho muchos mayores agravios; pues fingiéndoos
nuestro amigo, no sólo habéis puesto todo vuestro empe­
ño en menoscabar secreta é insidiosamente la dignidad
de nuestra Iglesia, sino en substraerla y arrebatárnosla,
si fuere posible. Por esta razón, contra toda ley y todo de­
recho, habéis consagrado al Obispo de Avila, súbdito de
nuestra Iglesia, cuya elección hecha no canónicamente
por clérigos, sino por suerte y por legos ignorantes, ha­
bíamos rechazado y declarado nula. A todos es manifies­
to el agravio que en esto hemos recibido.
>Por todo esto os insinuamos é insinuando os man­
damos que el primer Domingo después de la octava de
Pascua vengáis á León para darnos satisfacción de to­
das estas cosas, y para prestarnos como á Primado la
obediencia que los sagrados Cánones mandan que pres­
ten los Metropolitanos á sus Primados; en la inteligen­
cia de que no viniendo ante nós en el día señalado, pro­
nunciaremos contra vos ciertamente sentencia canó­
nica» (1).
Cualquiera advierte algo de obcecación en esta carta

(1) Cap. LXVI.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 85

del Arzobispo de Toledo. Nad.ie duda que la Santa Sede


había sometido á su jurisdicción las diócesis que no tu­
viesen Metropolitano propio; pero las de Avila y Sala­
manca ya lo tenían en el Arzobispo de Santiago; á no
ser que quiera decirse que el Papa no tenía autoridad
para señalar Metropolitanos propios.
Veamos ahora" la réplica de D. Diego Gelmírez, dic­
tada, á la verdad, en tono áspero y un tanto cáustico:
«Al amado hermano en Cristo D. Bernardo, por la
gracia de Dios Arzobispo de Toledo y Legado de la San­
ta Iglesia de Roma, Diego por voluntad de Dios Arzo­
bispo de Compostela y Legado de la misma Iglesia de
Roma, sutil consideración de lo que deba hacerse y cons­
tancia en llevar á cabo lo una vez resuelto. Al leer las
cartas de vuestra Prudencia, al punto hemos compren­
dido cuán agitada se halla vuestra madurez por el vien­
to de la ligereza y de la inconstancia. Vuestro carnera­
rio D. Pedro, monje de Cluny, nos trajo hace poco de
vuestra parte ciertas cartas que aún conservamos, en
las cuales se contenía que tuviésemos por cierto cuanto
él en vuestro nombre nos prometiese y afirmase. Entre
las cosas que él nos comunicó y prometió de vuestra par­
te en presencia de la Señora Reina y de D. Munio,
Obispo de Mondoñedo, se contaron principalmente estas
dos, á saber; que vos estábais dispuestos á darnos justa
7 canónica satisfacción por la anticanónica consagra­
ción del Obispo de Salamanca y que éste vendría á ha­
cernos la debida profesión de sumisión y obediencia. Por
esta cortés legación y por los ruegos de vuestro sobri-
no D. B... (Bernardo?) que había venido á nuestra Curia
con un Capellán del Señor Papa y especialmente por
consideración á vuestra persona, hemos concedido plazo
86 L1BBO TEBCEBO

al consagrado hasta la fiesta de San Esteban. Mas ahora


vuestro mensajero nos ha entregado otras cartas muy
diversas y en abierta oposición con las primeras; de las
cuales se desprende que no sólo no os pesa de lo que hi­
cisteis, sino que tratáis de sostener y justificar lo que
malamente habéis hecho. Cuánto esto sea increíble en
vuestra persona y cuán contrario á las reglas de la jus­
ticia, resalta con toda claridad á los ojos de los menos
eruditos. Así es que no podemos menos de extrañarnos
de vuestra Prudencia, que se empeña, con menosprecio
del decreto del Señor Papa, en perturbar nuestra Lega­
ción y no cesa de usurpar los derechos de nuestra digni­
dad; siendo así que bien sabedor debeis estar, tanto de la
dignidad arzobispal que se nos confirió, como de la Le­
gación que se nos dió y confirmó.
»Lo que nos admira es la arrogancia con que os atre­
véis á hablar de la consagración del Obispo de Ávila,
que era nuestro sufragáneo, y cuya elección fuá canóni­
camente examinada y canónicamente aprobada por nue­
ve Obispos y dos Arzobispos, y el Cardenal de Roma
Posón, Legado de Roma, que había venido á Santiago.
> Dicho esto, ya poco habremos de responderos sin
ampulosidades ni contrasentidos, acerca de la prohibi­
ción de nuestro Concilio. Siendo como es notorio, que
nós y nuestra Iglesia, por privilegio y autorización de
los Romanos Pontífices, incluso el Señor Papa Calixto,
estamos exentos y libres de la j urisdicción de todo Pre­
lado que no sea el Papa, sabed que ni como á Primado,
ni como á Legado, ni como á Arzobispo, tenemos por
qué prestaros obediencia. Habéis de saber más, que te­
níamos resuelto acudir á la conferencia que habíamos
de celebrar ambos en León, por mediación de la Reina,
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 87

para restablecer entre nosotros, con el consejo ele varo­


nes prudentes, la antigua paz y amistad; pero, vistas
vuestras cartas llenas de hinchazón y de cosas supues­
tas, desistimos de concurrir á la conferencia y de reanu­
dar con vos todo trato íntimo y amistoso, mientras no
procuréis darnos satisfacción de la consagración del Obis­
po de Salamanca y de otros agravios que no són menos
públicos. De todos estos enredos ó intrigas, no os echa-
naos la culpa á vos, que, antes de ahora, solíais ser per­
sona de gran discreción y perspicacia, sino á vuestros
consejeros que, por ambición, impulsan vuestra grave­
dad á cosas menos lícitas. Por último, insinuamos á vues­
tra discreción, é insinuándooslo con la autoridad de los
Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo, y de parte
del Señor Papa Calixto, os mandamos que en lo sucesi­
vo no pretendáis perturbar, ni usurpar, ni nuestra Le­
gación, ni nuestra dignidad arzobispal» (1).
No se satisfizo Gfelmírez con esta carta. Envió sus
nuncios al Papa para que le expusiesen las quejas que
tenía del Arzobispo de Toledo y las usurpaciones que
éste había cometido consagrando, sin jurisdicción, al
Obispo de Salamanca, y procurando estorbar, con cartas
y por otros medios, que el Obispo de Coimbra y otros
Obispos y Abades concurriesen á los Concilios de San­
tiago (2).
Las representaciones de los Legados de Gfelmírez
ante el Papa, dieron por resultado estas dos cartas de
un mismo tenor, dirigidas, la una á D. Ñuño, Obispo de
Salamanca, y la otra á D. Gfonzalo, Obispo de Coimbra:

(1) Gap. LXVI, pág. 407.


(2) Cap. LXVI, pág. 409.
88 libro tercero

«Calixto, etc... al venerable hermano etc... Por cuan­


tío en las region'es de España, la Iglesia Compostelana
»es tenida como insigne y gloriosa á causa del Cuerpo
»venerando del Apóstol Santiago, por eso nos hemos
»determinado enriquecerla con gracias Apostólicas y
»aumentar y mejorar sus prerrogativas. Por tal razón,
»hemos conferido para siempre á dicha Iglesia Compos-
ttelana, la dignidad metropolítica de Mérida. Así, pues,
* amado hermano, que como es sabido, eres sufragáneo
»de la Iglesia de Mérida, mandamos que procures pres­
tar sumisión y obediencia á nuestro venerable herma-
»no, Diego, Arzobispo de Compostela, como á tu propio
»Metropolitano» (1).
El Obispo de Salamanca acató, como debía, las Le­
tras del Papa. Vino á Santiago é hizo la promesa de su­
misión y obediencia en la misma forma que su predece­
sor D. Greraldo.
Estas terminantes declaraciones cortaron de raiz la
cuestión; y desde entonces pudo D. Diego Gelmírez ejer­
cer sus atribuciones metropolitanas sin aquellas compli­
caciones, trastornos, desconciertos y desbarajustes que,
según el Sr. La Fuente, se estuvieron deplorando nada
menos que por espacio de seiscientos años (2). Nadie
notó, sin embargo, al menos en tan alarmantes propor­
ciones, tal lío y tal laberinto, hasta que lo señaló el se­
ñor La Fuente, cuando de él no se hallaba rastro alguno.
Ni vale atribuir, como hace el Sr. La Fuente, el origen

(1) Cap. LXVII. La dirigida al Obispo de Coimbra, fue dada en Le-


trán, á 23 de Junio; la del Obispo de Salamanca, despachóse al día siguien­
te. Así resulta del ejemplar de la Compostelana que se guarda en el Archi­
vo de la Catedral.
(2) Hist. Ecles., 2.a ed., tom. IV, pág. 45.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 89

(le este enredo á la traslación á Santiago de la Metrópo­


li de Herida precisamente; porque la cuestión comenzó,
no porque hubiese sido trasladada ésta ó la otra Metró­
poli, sino porque el Arzobispo de Toledo pretendía ser
metropolitano universal en España.
Esto en lo eclesiástico; por lo que toca al orden civil,
las cosas siguieron bien embrolladas y con poca esperan­
za de arreglo.
Galicia, para la Reina D.a Urraca, especialmente
después de la coronación de su hijo D. Alfonso, fué como
una pesadilla que le quitaba todo sosiego y reposo. A
principios del año 1123 vino, como de costumbre, á nues­
tro país, y de esta vez acompañada del Conde D. Pedro
González de Lara. Era éste su fidus Achates que la acom­
pañaba y asesoraba con más familiaridad de lo que con­
venía. El fué el que había contribuido á que una vez
más entrase en inteligencia con el Rey de Aragón, y el
que había hecho que entre los dos Monarcas se concer­
tase una especie de modus vivendi, encaminado todo á
anular á D. Alfonso VII.
Entretanto, éste continuaba arrinconado en Galicia,
porque ni su madre, ni su pretenso padrastro, toleraban
que morase en ninguno de los otros Estados que compo­
nían la Corona de León y Castilla. A qué se hallaba re­
ducido D. Alfonso, nos lo indica, de un modo conciso
pero muy significativo, una Escritura del Monasterio de
San Pedro de Ansemil, en la cual, entre las subscripcio­
nes, se lee que en Deza estaba el Conde de Traba, Don
Dedro con su Rey, cum rege suo. ¿Quién diría que al poco
tiempo iba á ser privado D. Alfonso del único vasallo
que le quedaba?
En efecto, la primera cosa que hizo D.a Urraca así
90 libro tercero

que llegó á Galicia, fué tratar de halagar á su hijo y


lisonjearlo y contentarlo hasta que logró persuadirlo de
la sinceridad y fineza de su afecto. D. Alfonso no supo
resistir á tanto halago, y cayó en las redes tendidas por
su madre. La cual, dueña ya del corazón de su hijo,
quiso aprovecharse al punto de los despojos de su victo­
ria, apoderándose de la persona del Conde de Traba, de
la de su esposa D.a Mayor y de las de sus hijos, y me­
tiéndolas en prisiones (1).
Este hecho puso en conflagración á toda Galicia.
Los amigos y partidarios del Conde se llenaron de ho­
rror é indignación ante tan -inaudita arbitrariedad, y
resolvieron hacer entender á la Reina que no estaban
dispuestos á tolerar que así fuese vejado aquel noble
caballero en que se cifraba todo el honor y toda la gran­
deza de Galicia. El mismo Arias Pérez, que nunca per­
dió ocasión que se le presentase de complacer á Doña
Urraca, no pudo ver con calma la prisión de su suegro;
y desde el castillo de Lobeira enarboló la bandera de la
rebelión. Excusado es decir que en todos los castillos y
fortalezas del Conde de Traba y de sus hijos no se tomó
otra actitud.
D.a Urraca comprendió al punto la gravedad y tras­
cendencia de estos sucesos, y considerando cuánto le
importaba en aquellas circunstancias el contar con la
firme y decidida adhesión de D. Diego Gelmírez, no dejó
piedra por mover hasta hacerle olvidar los resentimien­
tos pasados y convencerle de que ya podía, sin recelo
alguno, poner en ella toda su seguridad y confianza.

(t) Hist. Compost., lib. II, cap. LIX, pág. 382, cap. LXII, pág. 389.
LOS DOS SIGLOS DE OHO DE LA I. COMPOSTE LANA 91

Para ir preparando el terreno de antemano, le envió


burgueses, le envió Condes, le envió Obispos que le ha­
blasen en su nombre y que le repitiesen todos unánime­
mente cuanto le pesaba de Jas injurias que, impelida
por los dichos y razones de algunos malvados, le había
hecho; que ahora reconocía su yerro y cuán mal aconse­
jada había estado en vejar y oprimir al que, entre todos
los Obispos y varones prudentes de España, era su padre
y su patrono; que ahora no ansiaba otra cosa que venir
á su presencia y darle cuantas satisfacciones le pidiese,
y esto con tanta más razón, cuanto que sin su consejo y
sin su ayuda, mal podría refrenar á los Gallegos, entre los
que cundía el fuego de la traición y de la rebeldía (1).
Por duro y obstinado que se hallase D. Diego Gel-
mírez, era imposible que su ánimo no se ablandara y
rindiera á partido ante tan reiteradas, apremiantes y
encarecedoras súplicas. Admitió, pues, la confederación
y alianza que le proponía la Reina, la cual daba por
garantes á todos los Obispos y Magnates del Reino, y en
especial al Conde de Lara. Y no satisfecha con esto
D.a Urraca, entre otras seguridades, quiso que los Obis­
pos enviasen al Papa copia del Acta del convenio, subs­
crita y sellada por todos, y autorizada, además, con su
firma y su propio sello para que, en su vista, el Pontífice
promulgase la debida sentencia canónica contra el que
resultase transgresor.
El Acta del convenio puede verse en la Historia
Compostelana, lib. II, cap. LIX, pag. 384. Según ella, la
Reina se comprometía á defender y á amparar, con
todas sus fuerzas, al Arzobispo, á promover todo lo que

(1) Cap. LIX, pág8. 382-383.


9‘j LIBBO TEBCEBO

fuese en su pro, y á impedir todo lo que pudiera redun­


dar en su daño. Como fiadores daba, en especial, al
Conde D. Pedro de Lara, y en general, á todos los que
subscribieron el documento. Firmaron los Obispos Don
Munio de Mondoñedo, y D. Alón de Astorga, y los caba­
lleros Juan Ramírez, Gutierre Horca, Pedro Gutiérrez,
Juan Díaz y Fernando Yráñez. Los Obispos declararon
que en caso de que la Reina faltase á este concierto, la
excomulgarían y publicarían entredicho en sus respec­
tivas Diócesis. Declaróse, además, que sólo este conve­
nio tenía fuerza y obligaba, y que estaban caducados
todos los otros que se habían celebrado anteriormente.
Contando ya D.a Urraca, al menos con la neutrali­
dad de D. Diego Gelmírez, se dispuso á combatir y de­
rrocar los castillos del Conde de Traba y los de sus
partidarios. Comenzó por el de Lobeira, en donde se
hallaba Arias Pérez. El castillo era fuerte y estaba bien
abastecido; los defensores aguerridos y resueltos á pelear
hasta el último extremo; el asalto era, pues, sino impo­
sible, muy peligroso. Consideradas estas dificultades,
D.a Urraca resolvió rendir al castillo por hambre, y en
una de las alturas inmediatas, mandó levantar otro cas­
tillo en el cual pudiese establecer su campo (1).
Mientras D.a Urraca se hallaba ocupada en esta be­
licosa faena, algunos malvados, fiados de su veleidad
para vengar personales resentimientos, concibieron un
horrible proyecto, el blanco del cual era Gelmírez. El
principal urdidor de la infame trama, era el caballero
Pedro García, al cual el Prelado había distinguido has­
ta entonces con grandes muestras de consideración y

(1) Cap. LXII, pág. 389.


LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 93

afecto, proporcionándole puestos de la mayor confianza,


así en la milicia, como en lo civil. Entre otros empleos,
le había dado el gobierno de la Tierra de Cordeiro, cer­
ca de Padrón; pero tan tiránica y abusivamente se ha­
bía portado el pérfido caballero en su gobierno, que
Gelmírez hubo de privarle de él.
Revolvióse el mal caballero como fiera herida contra
la mano, que bien á pesar suyo, le castigaba, y juró
vengarse de aquello que él suponía ofensa. Con otros
caballeros que se hallaban en las mismas circunstancias,
se presentó sigilosamente á D.a Urraca diciéndole que
estaban dispuestos á entregarle vivo ó muerto, si le pla­
cía, á un Prelado que tanto en todo la contrariaba.
D.a Urraca no pudo ocultar su indignación; se dominó,
no obstante, é hizo que Pedro García, que fué el que
había hablado, repitiese delante de testigos lo que aca­
baba de decirle á solas con sus compañeros. Hízolo así
García, y en el mismo momento D.a Urraca ordenó que
lo arrestasen, que lo cargasen de cadenas y que lo me­
tiesen en un calabozo. Mandó detener también á los
cómplices, pues aunque habían negado que tuviesen
participación alguna en los proyectos de García, se les
reservó para que acreditasen su inocencia mediante el
desafío, que era el medio legal que entonces se practica­
ba tratándose de caballeros (1).
Picó á D.a Urraca el deseo de conocer el plan de los
conjurados, y para ello se abocó con García, el cual,
halagado acaso con la idea de que la Reina aún muda­
ría de pensar, le reveló todo (2). Díjole que su proyecto
(1) Satisfactione militiae reservatis, dice la Compostelana.
(2) No iba del todo descaminada la presunción de García. D.a Urraca
inmediatamente después del convenio celebrado con Gelmírez? comenzó á
94 LIBRO TERCERO

era esperar, emboscados en lugar á propósito, á D. Die­


go Gelmírez en uno de los frecuentes viajes que solía ha­
cer desde Tria al castillo de Oeste, y apoderarse de él,
aunque para ello fuera preeiso matarlo. Si fallaba este
golpe, entonces él, que conocía perfectamente todos los
rincones del Palacio Arzobispal de Iría, se ofrecía á con­
ducir derechamente á los conjurados á las altas horas do
la noche, hasta la Cámara del Prelado, y allí perpetrar
infaliblemente lo que tenían meditado.
■—¿Y tú eres aquel á quien hasta hace poco —le
advirtió la Reina— te tenía por jefe de su casa, á quien
distinguía entre todos con su afecto, á quien solía con­
fiar sus mayores secretos?
D.a Urraca cuidó entretanto de avisar á Gelmírez
de lo que pasaba. Envióle primero al Canónigo Tesorero
Bernardo, después á su propio Canciller Fernando Pé­
rez, que también era Canónigo de Santiago, y por últi­
mo á un Conde que la Compostdana designa con sólo la
inicial R., pero que debía de ser el Conde de Sarria, Don
Rodrigo Vélaz, para que todos, uno tras otro, le entera­
sen minuciosamente de la horrible trama contra él urdi­
da, y le advirtiesen los medios de guardarse y precaver­
se. No satisfecha con esto, le entregó á Pedro García y
á sus cómplices para que ejecutase en ellos el condigno
castigo.
Gelmírez los encerró en un profundo calabozo del
castillo de Oeste, en el cual purgaron su delito por más

perseguir y á molestar á todos aquellos que dos años antes habían pro­
testado contra la prisión del Arzobispo; tanto que éste para redimirlos de
tal vejación, tuvo que entregar á la Reina 300 marcos de plata. (Historia,
Compostelana, loe. cit., pág. 389).
LOS DOS SIGLOS DE CEO DE LA I. COMPOSTELANA 95

de un año. Al cabo do este tiempo, en la fiesta de Na­


vidad del año 1124 (1), obtuvieron su libertad, después
de haber satisfecho el García la multa de dos mil suel­
dos y de prestar, con otros doce caballeros, juramento
de sumisión y fidelidad.
Sin embargo, las cosas de la guerra no debían de
andar muy al gusto de D.a Urraca; y ni aún parece que
pudiera desalojar á Arias Pérez del castillo de Lobeira.
Para mayor desgracia, su hijo se cansó pronto de des­
empeñar el papel de satélite y quizás de cómplice (2); y
sin duda la causa de este rompimiento fue la prisión del
Conde de Traba. Y como para dar á entender que ya
era llegado el momento en que podía desentenderse de
toda tutela, quiso D. Alfonso armarse caballero, lo cual
verificó con toda solemnidad el día de Pentecostés, 25
de Mayo del año 1124. Bendijo las armas D. Diego
Gelmírez, y el Monarca por sí mismo, en presencia • de
todo el Clero y pueblo, las tomó del altar con las cere­
monias que señalaba el ritual. En demostración de su
amor y gratitud al Apóstol Santiago, armado ya caba­
llero, depositó sobre el sacrosanto altar un diploma
subscrito por su propia mano, por el cual devolvía á la
Iglesia compostelana la mitad de la Tierra de Montaos,
de la cual aquella estaba despojada, prometiendo resti-

(1) El P. Flórez corrige aquí el texto de la Compostelana y lee


Era M CLXI, en lugar de MCLXII, pues supone que todos estos sucesos
acaecieron en dicha Era MOLXI, ó sea año de 1123. Mas la libertad de
García sólo tuvo lugar post diuturnam carceris macerationem; y esto de
diuturnam se conforma más con el texto, que señala claramente la
Era MCLXII, año 1124.
(2) Cap. LXIV, pág. 396.
96 LIRBO TBBOEBO

tuir la otra mitad luego que él pudiese obrar con mayor


libertad. El Prelado obsequió espléndidamente al joven
Monarca y á toda su Corte, y le hizo un donativo de
cuarenta marcos de plata, de dos mil sueldos y de tres
magníficos corceles. Estas finezas las hizo, sin embargo,
ocultamente, para evitar los celos y resentimientos de
D.a Urraca (1).
Para dar más realce á la fiesta, D. Alfonso armó
también caballeros á varios jóvenes nobles que lo acom­
pañaban, y sin duda entre ellos, á Munio Pérez Tacón,
á quien, seis días después, donó el monasterio de San
Jorge de Aguas Santas ó Codeseda, en Tabeirobs (Ta-
beirós).
Entretanto, el fuego de la guerra cundía asolador
por todo nuestro país; y aunque en un principio se limi­
taba á solos los partidarios de D.a Urraca y del Conde
de Traba, al poco tiempo, enconados los ánimos y reavi­
vados los mal extinguidos odios y rivalidades, todo lo
invadió y puso en conmoción. Añadíase á esto que la
Reina de Portugal, D.a Teresa, no cesaba de hacer fre­
cuentes entradas en Galicia, apoderándose de ciertos lu­
gares y puntos importantes; y si bien D.a Urraca aten­
día á veces á rechazar tales invasiones y á desalojar á
su hermana de los lugares de que se hallaba apoderada,
su política, siempre caprichosa y vacilante, hacía que
semejantes esfuerzos y tentativas quedasen, casi siem­
pre, sin resultado. Tan pronto como se le presentaba
ocasión favorable, lo cual sucedía con frecuencia, Doña
Teresa volvía á recobrar lo perdido y aún á hacer nue-

(1) Véanse Apéndices, núm. III.


LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 97

vos avances y conquistas (1). Por esto puede formarse


idea del estado de agitación que reinaba en toda Galicia.
Por este tiempo vino á nuestra Península, como Le­
gado a latere, el Cardenal Deusdedit (2) con la misión de
visitar todas las Iglesias de España, y estudiar y atender
en lo posible al remedio de sus necesidades. Traía Deus­
dedit encargo especial del Papa de proveer, con toda
solicitud, al estado de orfandad en que, desde hacía cin­
co años, se hallaba la Iglesia de Burdos; porque el Rey
de Aragón se había obstinado en impedir, á toda costa,
la consagración del Electo. Su primera visita fué, natu­
ralmente, á Burgos, en donde entró acompañado de los
comisionados del Clero de dicha Iglesia que habían sali­
do con él de Roma. Enterado del miserable estado de la
Iglesia burgense, continuó la visita hasta llegar á Com-
postela, en donde se detuvo ocho días obsequiado esplén­
didamente por el Prelado y por el Cabildo. Varias fue­
ron las conferencias que celebraron el Cardenal y el Ar­
zobispo, y en ellas trataron del estado de las Iglesias de
España, y en especial de el de la de Burgos. Deusdedit
manifestó al Prelado Compostelano que por ciertas ra­
zones, que no expresa la Compostelana, era su voluntad
que el Electo de Burgos fuese consagrado en Santiago,
y que así ya se lo había indicado al interesado (3).

(1) D.a Teresa repetía en Portugal lo que su hermana D.a Urraca ha­
cía en Galicia. En el año 1123 recibió Gelmírez una Bula de Calixto II en
que se le ordenaba que intimase á la Reina de Portugal que pusiese en
libertad al Arzobispo de Braga, D. Pelayo, bajo pena de excomunión y en­
tredicho en todo el Reino. (Ilh't. Compost., lib. II, cap. LVIII).
(2) Debía de ser distinto del Deusdedit, que era especial amigo de
Gelmírez y Canónigo de Santiago.
(3) Lib. II, cap. LXX.
Tomo IY,—7.
98 LIBRO TERCERO

De Compostela pasó Deusdedit á Braga, recorrió gran


parte de Portugal, volvió á tierra de Campos y celebró
Concilio en Valladolid, al cual asistió también el Electo
burgense. Terminado el Concilio, el Cardenal se trasladó
al Castro de Setpulia (Sepúlveda?), desde donde despachó
al Electo de Burgos, D. Simeón, con la siguiente carta
para Grelmírez:
«Deusdedit, Cardenal, Presbítero de la Santa Iglesia
>de Roma y Legado en España, á Diego, por la gracia
* de Dios Arzobispo Compostelano y Legado de la Santa
> Romana Iglesia, salud y sincera amistad. En cuántos
>trabajos y en qué miserable estado se halle la Iglesia
>de Burgos, creemos que no se ocultará á vuestra Pru-
> dencia. Por tanto, por la obediencia que debeis á la
»Santa Iglesia de Roma, con fraternal amor os aconse­
jamos que, convocados vuestros hermanos Coepiscopos
>con los Prelados que tengáis á bien, salva la debida.
»sumisión á la Iglesia de Roma, á la cual en todo está
> sujeta la Iglesia de Burgos, en cualquier día que se os
»presente después de la Purificación de Santa María,
> consagréis Obispo al Electo D. Simeón. Recibiréis de
»él el juramento de fidelidad, según lo exige la antigua
• costumbre. Pasadlo bien» (1).
Al tiempo en que Gelmírez recibió estas Letras,
que le presentó el mismo Electo de Burgos, tenía con­
vocado á Concilio á todos los Prelados de las dos pro­
vincias sujetas á su Legacía, á saber, la bracarense y
emeritense, para la Dominica segunda después de Pas­
cua que aquel año, 1124, había caído en G de Abril. Alec-

(1) Cap. LXX, núrn. 2.


LOS dos siglos de oho de la i. compostelana 99

clonado Gelmírez con lo que le había pasado con motivo


de la consagración del Obispo de Avila, D. Sancho,
quiso proceder de esta vez con más pulso y detención.
Consultó con los miembros más prudentes y avisados del
Cabildo lo que convendría hacer en aquel caso; y, por
su consejo, acordó detener al Electo hasta la celebración
del Concilio, y proceder de esto modo á su consagración
con todas aquellas garantías do seguridad y de acierto
que do suyo ofrecen tan respetables asambleas.
El principal objeto del Concilio era el tratar y discu­
rrir acerca de los medios más conducentes para calmar
la agitación del país, que, como hemos dicho, estaba en­
vuelto en un torbellino de incesantes luchas fratricidas.
En el libro II, capítulo LXXI, inserta la Compostelana las
Actas de este Concilio, las cuales dicen así:
«Diego, por la gracia de Dios, Arzobispo de la Sede
Compostelana y Legado de la Santa Iglesia de Roma,
convocados los Hermanos de Astorga, Lugo, Mondoñe-
do, Tuy, Oporto, Zamora, Salamanca y Burgos, celebró
Concilio en Compostela en la Dominica Misericordia Do­
mini (1), en el cual, con los referidos Hermanos y sus
veintisiete Abades y otras religiosas personas y virtuo­
sos Clérigos, según los medios que puso el Señor á su
alcance, se trató concordemente del honor y utilidad de
la Santa Madre Iglesia. Y como, porque así lo exigen
nuestros pecados, el Reino de España se ve tan pertur­
bado, que hasta la misma Iglesia de Dios, destruida la
Cristiana Religión, peligraría y se vería reducida á pun­
to de desaparecer, plugo á él y á todo el Sínodo general

(1) Es la segunda, después de Pascua, que aquel año cayó en 6 de


Abril.
100 LIBBO TEBCEBO

subscribir, y subscribiendo, confirmar los siguientes ca­


pítulos:
< Mandamos, pues, y con autoridad Apostólica esta­
blecemos que, con ayuda de la Divina Clemencia, en
todo el Reino de España se guarde inviolablemente por
todos los cristianos la Paz de Dios, que ya se viene ob­
servando entre los Romanos, los Francos y otras fieles
naciones, á saber, desde el primer día de Adviento hasta
la Octava de la Epifanía, desde el Domingo de Quincua­
gésima hasta la Octava de Pascua, desde las Rogacio­
nes hasta la Octava de Pentecostés, en los ayunos de las
cuatro Témporas, en las vigilias y festividades de la
Bienaventurada María, de San Juan y de Ios-Apóstoles,
y en la festividad de todos los Santos, que se celebra el
día l.° de Noviembre, de modo que en dichos tiempos á
nadie sea lícito, por grande que sea la cuestión que ten­
ga con otro —como de homicidio ó de otra cualquiera
ofensa'— matar, prender ó hacer otro cualquier daño.
»Los Obispos, Presbíteros, Abades, Monjes y Monjas,
toda la clase eclesiástica, todas las cosas de la Iglesia, y
todos los bueyes de quienquiera que sean, permanezcan
en paz en todo tiempo.
»Ni se prenda, ni $e embargue á los peregrinos y á
los mercaderes, á no ser que ellos mismos den motivo
para ello.
»Los días y épocas de esta Paz, según quedan seña­
ladas, sean confirmadas por todos bajo juramento. Y el
que no quisiere confirmar esta Paz con juramento, sea
excomulgado mientras no jure.
»Si alguno tuviere la presunción de quebrantar esta
Paz, salga el Obispo con todos sus diocesanos para aca­
bar con él y con todo cuanto tiene si no satisficiere, y el
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 101

Señor, á cuyo señorío perteneciere, quítele el préstamo


que tenga, y nadie se atreva á acogerle mientras no dé
satisfacción cumplida de la violación de la Paz.
»Si alguno de los que salieren contra él pereciese en
la expedición, si no estuviere excomulgado y previa la
necesaria penitencia, obtenga absolución de todos sus
pecados como si muriese en la peregrinación á Jerusalén.
Igualmente, si alguno, desechando las armas por respeto
y cumplimiento de esta Paz, fuese muerto por sus ene­
migos, obtenga idéntica remisión; y el que le hubiese
dado muerte, pague al Señor de la tierra el homicidio
doblado, y sea sometido á doblada penitencia, que no
ha de hacer en su patria, sino en el destierro. El que
prendiese, mutilase, arrancase los ojos ó hiciese otro
daño al guardador de la Paz, pague de pena el doble.
»Y si alguno llegase á morir sin penitencia en tal
pecado, quede sin sepultura, púdrase en su casa, de la
cual nadie le saque.
»Los señores de las tierras, los caballeros, ni los peo­
nes no tomen las armas en dichos días, á no ser contra
los Paganos, los invasores de la patria ó los violadores
de la Paz referida.
»Confirmamos de nuevo todos los capítulos estableci­
dos en el último Concilio.»
Antes que se cerrase el Sínodo, propuso G-elmírez el
asunto del Electo de Burgos; le}Tó la carta del Cardenal
Legado, Deusdedit, y expuso el triste y lamentable esta­
do de la Iglesia burgense. Todos los Padres fueron unáni­
memente de sentir que no se debía dejar por más tiempo
viuda y desolada á dicha Iglesia, y que por lo tanto se
debía consagrar á su Electo. Así lo hizo, efectivamente,
D. Diego al tercer día después do terminado el Concilio,
102 libro tercero

asistido do los Obispos de Astorga, Mondoñodo y Opor­


to, recibiendo en seguida la promesa de fidelidad y obe­
diencia A la Santa Iglesia de liorna, que el nuevo Obis­
po firmara sobre el altar.
Dice la Gumpostelana (1) que Gfelmírez, por los asun­
tos eclesiásticos, no olvidaba los civiles, ni por los civiles
los eclesiásticos; y aún pudiera añadir que, por los asun­
tos generales, tampoco olvidaba los domésticos y perso­
nales. A la sazón la moralidad en Santiago, al menos en
punto á relaciones sociales, se hallaba á la misma altura
que en las demás regiones del Reino. La lealtad, la pro­
bidad, la honradez y otras virtudes por el estilo, iban
desapareciendo; en cambio ocupaban su lugar el dolo?i
el fraude y la violencia; y era que la ambición y la ava­
ricia se hallaban apoderadas de todos los ánimos. Cel-
mírez reconocía esto mismo, y ya que intentaba resta,-
blecer el orden y la justicia en todo el Reino, era natu­
ral que quisiese comenzar por su ciudad.
Con tales propósitos, convocó un día á su presencia
á todos los principales del Clero y del pueblo, y en subs­
tancia les habló de esta manera: «No ignoráis cuánto,
desde que por permisión de Dios he sido promovido,.
primero á la dignidad de Obispo y después á la de Ar­
zobispo, he trabajado en el desempeño de estos cargos,
castigando á muchos á quienes debía castigar, y soco­
rriendo á los menesterosos, según el precepto de caridad.
En la distribución de cargos y empleos, quizás haya fal­
tado por encumbrar y enriquecer á quienes no lo mere­
cían y por postergar y deprimir á los dignos; de ello me

(1) Lib. II, cap. LXVIII, pág. 411.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 103

confieso culpable ante Dios y en vuestra presencia. Des­


do hoy quisiera no dar lugar, por la misericordia de
Dios, á que se dijera que no guardaba íntegra é in­
violablemente la justicia. Pero por cuanto esto no puedo
hacerlo por mí sólo, encarecidamente os ruego á todos
que por lo que importa á la salud de vuestras almas y
á Ja consecución de vuestra eterna felicidad, me ayudéis
en esta obra prometiendo y jurando por escrito guardar
y hacer guardar la justicia en los mismos términos en
que yo lo hago.» Todos los circunstantes aplaudieron
tan dignos propósitos, y contestaron unánimes que esta­
ban dispuestos á secundarlos.
A continuación trae la Compostelana la fórmula de
promesa y juramento, que dice así:
«Diego, por la gracia de Dios Arzobispo de la Sede
compostelana, Legado de la Santa Iglesia de Roma,
queriendo destruir y extirpar del todo las malas costum­
bres que ve introducirse en la ciudad compostelana,
promete á presencia do todos, con toda verdad y bajo la
fe de Cristo, que guardará y observará la justicia en
Compostela, y que ni por dinero, ni por favor, ni por
odio se apartará de ella. Y para que esta justicia sea
cumplida en todo, mando que el Mayordomo de la ciu­
dad jure que ha de guardar justicia y que de ella no se
ha de apartar, ni por amistad, ni por odio, ni por dinero,
ni por ruegos de ninguna persona;- que al ejecutar las
penas de perdimiento de miembros y ojos ú horca, en
todo procurará atenerse escrupulosamente á lo que exi­
gen la justicia, el. derecho y los méritos de cada uno; y
que siempre ha de guardar y mantener en vigor esto
escrito, confirmado por nuestro Señor, y todos los demás
buenos fueros de nuestra ciudad.
104 LIBRO TERCERO

»Asimismo mando y ordeno que los Jueces eclesiás­


ticos (Leei Sancti, dice el texto) juren sobre el altar que
lian de guardar justicia, que lian do observar las bue­
nas costumbres de la ciudad, y que no faltarán á la
justicia ni por amistad, ni por odio, ni por dinero, y que
al juzgar, no repararán en la persona del poderoso, sino
que entre ricos y pobres librarán las causas con toda
justicia y entereza.
»Si el Mayordomo de la ciudad ó los Jueces faltaren
á esta promesa de verdad, amonestados dos y tres veces,
den condigna satisfacción; y si á ello se negaren, incu­
rran en perjurio, pierdan sus honores y paguen doblados
los perjuicios causados. ,
»Este Decreto será aplicable á todos los parroquia­
nos y diezmeros de la Iglesia de Santiago, esto es, á los
que habiten dentro de una milla alrededor de la ciudad.
»Hecho á 15 de Enero del año 1125 (1).
»Nosotros, hombres de Compostela, juramos que
guardaremos y defenderemos los fallos y juicios dados
por nuestro Señor y por su Mayordomo y por sus Jue­
ces; y que ni por dinero, ni por relaciones de parentesco
nos apartaremos de esta justicia, ni recibiremos dones
unos de otros para estorbar ó promover los juicios.
* »Igualmente los señores de la Canónica, con toda
verdad y bajo la fe de Cristo, prometen esto mismo,
salvo el honor de nuestro Prelado y el de todos los Ca­
nónigos.

(1) El P. Flórez corrige año 1124, fundado en que por lo que sigile
se ve que al tiempo en que se celebró este Concilio, aún vivía el Papa Ca­
lixto, que falleció el 13 de Diciembre de dicho año 1124. Como ya hemos
advertido, en esta parte la Gompostelana atendió poco al riguroso orden cro­
nológico.
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTKLANA 105

»Si nosotros, los hombres de la ciudad, faltáremos á


esta promesa, después de segunda y tercera amonesta­
ción, satisfaremos, y si no, incurriremos en perjurio, y
tendremos que pagar doblado el daño causado.
»Esta promesa se renovará por nuestros sucesores,
de modo que sea guardada perpetuamente.»
A pesar de esto, amargos días esperaban á Gelmirez
en medio de aquella densa población tan inquieta y tan
turbulenta, tan ávida de novedades, tan saturada de
ambiciones y desordenados afectos!
4f
CAPÍTULO V
Carta de los Reyes D. Alfonso y D.a Urraca á D. Diego Gelmí­
rez.—Concilio Compostelano XIII.—Legados enviados á
Roma por D. Diego Gelmírez.—Muerte de la Reina Doña
Urraca.

rave es decirlo; pe­


ro las aspiraciones de
Gelmírez no se limi­
taban á sólo la digni­
dad metropolitana;, á
más alto tendían, al
honor de Primado ó
de Patriarca. La Compostebna no está muy explícita en
este punto; pero cuando dice (1) que la Iglesia de San­
tiago, en atención al gran Apóstol que en olla se hallaba

(1) Lib. II, cap. III, núro. 2,


103 LIBRO TERCERO

sepultado, era acreedora á cualquiera de las más altas


dignidades, indudablemente no hace más que reflejar
las intenciones y pensamientos de Grelmírez. Lo mismo
demuestra la facilidad con que siempre se hallaba dis­
puesto á atajar los intentos del Arzobispo de Toledo,
que era el único Prelado que podía hacerle sombra.
Cuando en el año 1124 vacó esta Sede, por muerte del
Arzobispo D. Bernardo, Grelmírez no perdió esta ocasión
para rebajar y humillar la Mitra, cuyo encumbramiento
tanto le molestaba. A tal punto llegaron en éste parti­
cular sus esfuerzos y sus trabajos, que los Reyes Doña
Urraca y D. Alfonso creyeron del caso llamarle la aten­
ción y hacerle desistir de su actitud tirante. A este fin,
le escribieron la siguiente carta, que trae la Compostelana
al capítulo LXXIII, número 2, del libro II:
«Alfonso y Urraca, por la gracia de Dios Rey y Rei­
na de España, al carísimo D. Diego, Arzobispo de Com-
postela y Legado de la Santa Iglesia de Roma, vivir en
Cristo. Sepa vuestra Santidad que nos hallamos unidos
con el indisoluble vínculo de una verdadera amistad. Os
decimos y amonestamos que en adelante dejeis de per­
turbar el honor y la jurisdicción de la Iglesia Toledana,
á la cual, desde hace tiempo, no cesáis con vuestras ges­
tiones de rebajar y deprimir; no sea que dicha Iglesia
pierda durante la vacante, su honor, lo que Dios noe per­
mita. Pasadlo bien.»
La Compostelana dice que los Reyes escribieron esta
carta, movidos por las intrigas y maquinaciones de cier­
tos émulos (quorumdam aemulorum stimulatione et machina­
tione). En realidad era difícil, si Gelmírez no hubiera
dado algún pie para ello, que los Reyes se hubiesen de­
jado persuadir de su espíritu hostil para con la Sede de
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELANA 109

Toledo, que estaba tan lejos de su esfera de acción. Y á


la verdad, el tono un tanto agrio que se descubre en la
contestación que Gelmírez dió á los Monarcas, no sirve
para dejar completamente satisfecho al crítico que se
propusiera hacer observaciones acerca de su actitud en
este punto.
La contestación decía así: «Diego, por la gracia de
Dios, Arzobispo de la Sede compostelana y Legado
de la Santa Iglesia de Roma, á su veneranda señora la
Reina D.a Urraca y á su hijo el Rey D. Alfonso, regir
el reino terrenal de modo que no perdáis el eterno. Con
gozo he recibido las Letras de Vuestra Alteza y no con
menor diligencia las he leído. Así como la discordia que
hasta alióra, por nuestros pecados, reinó entre vosotros,
ocasionó la destrucción de los pobres y de todas las igle­
sias, así la concordia, que por favor de Dios acabais de
hacer, será el sostén de la santa paz y el apoyo de la
Cristiana Religión. Y porque esto siempre fué nues­
tro deseo, ya en público, ya en privado, por eso ahora,
que con el auxilio divino lo vemos llevado á cabo,
damos rendidas gracias á Dios y al Bienaventurado
Santiago, que á ello inclinaron vuestros ánimos. Por
consiguiente, no dude Vuestra Clemencia de que esto,
para nosotros, es un verdadero motivo de alegría, rego­
cijo y congratulación.
> Respecto de la humillación de la Iglesia de Toledo
(que tampoco nosotros quisiéramos), de la cual me ha­
bíais en vuestra carta, bien sabe Dios que nunca quise
ni ahora quiero, rebajar el honor propio de esa Iglesia,
ni el de ninguna otra. Si nuestros émulos ó los de nues­
tra Iglesia os hablan algo de nosotros agraviándonos y
calumniándonos, no queráis, en atención á nuestra per-
110 LlBBO TEBCEBO

sona, prestar fácil asenso á las dentelladas de esos difa­


madores. Mas si algo* en realidad intentan probar,
vengan en presencia de Vuestra Real Discreción, y
nosotros, según vuestro consejo, contestaremos á sus im­
portunidades. Acordaos de que entre otras cosas que
Vuestra Real Prudencia nos dijo, esto nos prometió
hacer, á saber, nunca rebajar nuestra Iglesia y siempre
defenderla, exaltarla y aumentarla apoyados con nues­
tro auxilio y consejo. Si nosotros, por voluntad de Dios,

Signo que usnba D. Diego Gelmirez en la subscripción de los Diplomas.

liemos conseguido y conseguiremos algo de las dignida­


des de la Iglesia de Roma, esto siempre lo hicimos y
siempre lo haremos contando con vuestro auxilio y con­
sejo. Enviamos al Mayordomo de nuestra Casa, Suero
Fróilaz, para que refiera á Vuestra Excelencia de pala­
bra, lo que no va en la carta. Por él podéis descubrirnos
vuestro pecho y vuestra voluntad; pues estamos dispues­
tos á ejecutar y cumplir, según nuestra posibilidad,
todo lo que nos ordenéis. Dios Omnipotente, por amor é
LOS DOS SIGLOS DE OBO DE LA I. COMPOSTELAÑÁ 111

intercesión de su Beatísimo Apóstol Santiago, conserve


vuestra persona y vuestro Reino y os haga llegar á la
eterna vida. Amén.»
Mas donde se ve con claridad hacia qué punto levan­
taba sus vuelos Gelmírez, es en el Concilio que celebró
en Compostela el 18 de Enero del año 1125. A él asis­
tieron varios Obispos y Abades que la Compostélana (1)
no nombra, y, además, otras respetables personas, ya
eclesiásticas, ya seglares. Tratóse de los asuntos ecle­
siásticos, de la concordia entre D. Alfonso y su madre
y entre todos los Magnates cristianos. Por último, según
las instrucciones del Papa Calixto, que sin duda ideó
este expediente para aunar en España todas las fuerzas
cristianas, propuso una cruzada contra los Moros, ex­
hortando á todos con vivas y elocuentes frases á coad­
yuvar por todos los medios á obra tan santa y tan meri­
toria, como era la destrucción de los enemigos de la
verdadera Fe. Leyó también un Edicto, que aprobó todo
el Concilio, y que mandó publicar y comentar en todas
las iglesias, y cuyo tenor era como sigue:
«Diego, por la gracia de Dios Arzobispo de la Sede
compostélana y Legado de la Santa Iglesia de Roma, á
los venerables y amados hermanos en Cristo, Arzobis­
pos, Obispos, Abades, y á todos los Prepósitos de la San­
ta Iglesia, á los Reyes, á los Condes y demás Magnates
y á todo el pueblo cristiano, usar sobria, justa y píamen­
te de los bienes temporales para merecer, con la gracia
de Dios, alcanzar los eternos. Vuestra fraternal caridad,
amadísimos hermanos, no puede menos de oir al Após­
tol que clama y nos invita á dejar el sueño: Ya es hora

(1) Lib. II, cap. LXXVIII.


112 LÍBRO TERCERO

de que nos levantemos del sueño. Justo y saludable es obede­


cer á esta voz, ya porque con nuestro mal vivir hemos
mentido á lo que prometimos en el bautismo, ya porque
vemos que se va acercando nuestro fin y el día del es­
trecho juicio. He aquí, hermanos carísimos, que el Señor
está á nuestras puertas clamando: Si alguno me abriere su
puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo. No cerremos,
pues, á su voz los oídos de nuestro corazón para que no
nos diga, con razón indignado: Llamé, y os negasteis; pulsé
á vuestra puerta, y no me abristeis. Arrojemos, por tanto,
las obras de las tinieblas y el insoportable yugo del
diablo, y dediquémonos á las obras de la justicia, y vis­
tamos todos, según la amonestación del Apóstol, las
armas de la luz; y del mismo modo que los soldados de
Cristo y los fieles hijos de la Iglesia, con mucho trabajo
y derramando mucha sangre, abrieron el camino de
Jerusalén, así también nosotros hagámonos soldados de
Cristo, y debelados sus pésimos enemigos los Sarracenos,
abramos, con el auxilio de su gracia, por España un
camino más breve y menos trabajoso al mismo Sepulcro
del Señor. Todo el que quiera tomar parte en esta mili­
cia, apresúrese á hacer examen de sus pecados para
confesarse y recibir la penitencia, y después, empuñan­
do las armas en obsequio á Dios y en remisión de sus
pecados, marche presuroso á los reales de Cristo. Al que
así lo haga, nós y nuestros venerables hermanos los
Obispos, Abades y otras personas religiosas que, según
el mandato del Señor Papa, con el favor divino, nos
hemos reunido en Concilio en Compostela el 18 de Ene­
ro, lo absolvemos con la autoridad de Dios Omnipotente
y de los Bienaventurados Apóstoles Pedro, Pablo y Ja-
cobo de todos los pecados que, por instigación del demo-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 113

nio, haya cometido después del bautismo hasta el pre­


sente día.
»A aquellos que no quieran ó no puedan concurrir á
estos reales de Cristo, en virtud de obediencia manda­
mos y prescribimos que no hagan ningún daño, ni en las
tierras, ni en los honores, ni en todas las demás cosas de
los que están en servicio de Dios todo el tiempo que en
él permanezcan, ni tampoco de ningún modo se atrevan
á detener y molestar sus personas, ni sus haberes. Y si
despreciaren este nuestro Edicto, con la autoridad de
Dios Padre Omnipotente y del Hijo y del Espíritu San­
to, y de los Bienaventurados Apóstoles Pedro, Pablo y
Jacobo y de todos los Santos, los excomulgamos y anate­
matizamos y les prohibimos la entrada en la Iglesia; de
modo que si enfermaren, no sean visitados hasta que
satisfagan, y si murieren, no sean sepultados. Y si algún
Príncipe ó Señor les diere, sueldos ú otros beneficios,
tanto el que da como el que recibe, sean excomulgados.
»Si algún hombre ó mujer, no pudiendo ir personal­
mente á dichos reales, enviare en su lugar, y según su
posibilidad, soldados de á pie ó de á caballo, á éstos, re­
cibida la Penitencia como queda dicho arriba, les con­
cedemos, en el nombre del Señor, la misma plenaria ab­
solución.
»Todo aquel que en observancia de nuestro precepto
honrase, ayudase ó mantuviese á los atletas de Cristo al
ir ó volver del ejército del Señor, merezca percibir, en
el curso de la presente vida, el fruto de su buena acción,
y en la vida futura el premio de la eterna bienaven­
turanza.
>La Divina Omnipotencia os visite con la gracia de
su bendición, é inflame y mueva vuestro ánimo para
Tomo IV,—9.
114 LIBRO TERCERO

marchar en este ejército de Dios con el auxilio de Aquel


á quien es debido honor y gloria por los siglos de los si­
glos. Amén.
»Todos los Prelados de la Santa Iglesia, cuando reci­
ban esta presente carta, procurarán, en obsequio de Dios
y en remisión de sus pecados, predicarla, inculcarla y
explicarla con la mayor solicitud á los Reyes, Condes y
demás Magnates, y á los Caballeros é Infantes.
»Esto también mandamos nos y toda la Junta con­
ciliar, á saber, que todo aquel que, por remedio y salva­
ción de su alma, se alistare en tan importante y saluda­
ble expedición, no se atreva á dejarla sin licencia y
consejo de los Obispos y Príncipes.»
No sabemos que efecto haya surtido esta predicación
y esta cruzada. Probablemente los acontecimientos que
luego sobrevinieron, poco favorables á Grelmírez, hicie­
ron que se frustrase por completo. Como quiera que sea,
en este Concilio nuestro Arzobispo tocó el apogeo de su
prestigio y de su gloria. Desde entonces su estrella co­
menzó á palidecer, anunciando una era de decadencia,
á la cual no pudo sobreponerse Grelmírez en lo que le
restó de vida.
El 13 de Diciembre del año 1124, falleció el Papa
Calixto II. Con esto perdió Grelmírez á aquel protector
en quien cifraba el logro de todas sus aspiraciones y do
todas sus esperanzas. Hasta la Pascua del año 1125, que
cayó en 29 de Marzo, no tuvo noticia del fallecimiento del
Pontífice, y quizás la recibiría por conducto de los mu­
chos peregrinos que solían venir por aquella época; mas
al poco tiempo, la supo por carta de su amigo el Carde­
nal Deusdedit, que se la anunciaba, después de los cum­
plimientos de costumbre, en los siguientes términos: <Sa-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 115

breis que yo me conservo sano é incólume; pero Calixto,


de buena memoria, ha dejado esta vida con la honesti­
dad que es de suponer. La divina Piedad no ha permiti­
do que su Iglesia estuviese por mucho tiempo viuda;
pues pronto ha constituido en ella, por Prelado, á Hono­
rio (1). Os aconsejo, venerable amigo, que cuanto antes le
enviéis dignos legados, para que podáis, con mi ayuda y
la de nuestros amigos, renovar y aún mejorar vues­
tros privilegios.» Concluía recordándole el envío de la
casulla y ofreciendo, como siempre, sus servicios (2).
Gfelmírez le contestó en el mismo tono, atento y cor­
tés, y le suplicaba que continuase interponiendo en
favor suyo, su poderoso valimiento para con el nuevo
Papa. «En cuanto á lo demás, continuaba, ya tuvimos el
honor de recordar á vuestra Beatitud que hemos recibi­
do la vuestra (3) el 2 de Agosto; la cual liemos leído con
tanta atención como gozo y regocijo. A los 15 días des­
pués de Pascua, enviamos á Roma nuestros legados con
una pequeña fineza y el importe de vuestra Hebdoma­
da, pues ya entonces habíamos oído algo del fallecimien­
to de nuestro señor y padre el Papa Calixto, de veneran­
da memoria. Por lo tanto, como mientras no vuelvan
esos legados, no mandaremos otros, no podemos en
la presente ocasión, dar cumplimiento á lo que nos
pedís» (4).
Poco después recibió del mismo Papa Honorio II, la
siguiente epístola:
«Honorio, Obispo, siervo de los Siervos de Dios, á
(1) Honorio II fué elegido el 21 de Diciembre de 1124.
(2) Cap. LXXVI, núm. 1.
(3) La que hemos mencionado en el cap. II, pág. 27.
(4) Loe. cit. núm, 2.
116 LIBRO TERCERO

Diego, Arzobispo de la Iglesia Compostelana, salud y


bendición apostólica. Sepa, hijo, vuestra Presencia, que
este Sacerdote llamado Bernardo, el cual ha llegado
hasta Nós desde esas regiones, y Nos ha referido de vos
muchas buenas cosas, ha sido demandado por ciertos ca­
balleros salamanquinos, ó más bien enemigos de Dios,
los cuales inhumanamente invadieron cierta iglesia, que
él lo mejor que podía, regía, y le arrebataron todos sus
bienes. Por lo tanto, bajo pena de obediencia os manda-
■mos, y como á hijo, encarecidamente os pedimos, que co­
muniquéis al Obispo de Salamanca, que es vuestro su­
fragáneo, nuestra Apostólica sentencia, para que haga
restituir á este clérigo los bienes de su iglesia, y de nin­
gún modo deje de proceder contra los raptores, según lo
que exige el derecho; lo- cual si dejare de hacer, sea cas­
tigado con pena canónica. Os rogamos también, que por
la misericordia de Dios, os digneis socorrer á este cléri­
go reducido á tanta pobreza. Dado en Letrán á l.° de
Mayo (de 1125)» (1).
Como hemos visto, Gelmírez se había apresurado á
enviar Legados á Roma, tan pronto tuvo noticia de la
muerte de Calixto II. Otros debió enviar igualmente á la
Corte pontificia, luego que supo la exaltación de Hono­
rio II, que debieron ser el Canónigo Pelagio Astráriz y
el Capellán Sisnando, de cuya Legacía hace mención la
Compostelana en el capítulo LXXXIII del libro II. Uno
do ellos tuvo que quedarse en el camino detenido por
grave enfermedad; el otro enfermó en Roma y poco
pudo hacer para conseguir la pretensión que llevaba.
En cambio, el nuevo Arzobispo de Toledo, D. Raimun-

(1) Cap. LXXIX.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 117

do, y el Obispo de Coimbra, que también se hallaban en


Roma, pudieron andar más activos para prevenir á la
Corte pontificia en contra del Arzobispo de Santiago.
El cual, viendo el poco suceso de su primera Legacía,
envió otros dos Legados, al Cardenal Pedro Fulcón y al
Canónigo Pelayo Díaz, que, según la Compostelana, fue­
ron más felices y afortunados en sus trabajosas y reite­
radas gestiones.
La Compostelana no publica las cartas que (xelmírez
dirigió al Papa, por conducto de sus Legados. En cam­
bio publica dos cartas de Honorio II, fechadas ambas en
Letrán, pero la una en 10 de Enero (de 1126) y la otra
en 11 de Julio del referido año (1). La primera dice así:
«Honorio, etc... Con la caridad que debíamos, hemos re­
cibido á los nuncios con las cartas que tu fraternidad
Nos ha enviado. Como estamos abrumados de negocios,
y por ahora estamos de nuevas, en esta ocasión no pode­
mos responder á tus súplicas. Procure la discreta pruden­
cia de tu fraternidad usar, no abusar, de la dignidad del
Palio, signo de humildad, que te ha sido concedida por
la clemencia dé tu Santa Madre la Iglesia de Roma.
Dada en Letrán á 10 de Enero (de 1126).»
Esta fué la carta que trajeron de Roma Pedro Ful­
cón y Pelayo Díaz. Lo que sin duda pretendía Grelmí-
rez, era que el Papa Honorio lo confirmase en la Lega­
cía que le había dado Calixto II. Como la negativa no
era terminante, volvió á insistir, enviando otros Lega­
dos con nuevas cartas. La contestación que trajeron
estos últimos Legados, fue la siguiente:
«Honorio, etc... Aunque acerca de tu persona han

(1) Cap. LXXXIII, núm. 2 y 3.


118 libro tercero

llegado á nuestros oídos voces muy siniestras ó hijas tal


vez de exagerado celo, sin embargo, por cuanto te ma­
nifiestas hijo devotísimo de la Iglesia Romana, es nues­
tra voluntad amaros con verdadera caridad, y no prestar
fácil asenso á lo que acerca de tí Nos diga algún delator.
Tú, por tu parte, procura conducirte humilde y devota­
mente para que, con mayor facilidad, puedas en todo
conservar el favor del Bienaventurado Pedro y el nues­
tro. Dada en Letrán á 11 de Julio» (de 1126).
Con esta carta, recibió Gelmírez la siguiente del
Cardenal Canciller, Aimerico: «A su carísimo amigo
Diego, por la gracia de Dios venerable Arzobispo Com-
postelano, Aimerico, Cardenal Diácono y Canciller, y
Legado de la Iglesia Romana, gozar de la saludable
paz. Gracias os damos, como á padre y amigo, por las
finezas que me ha hecho vuestra Paternidad. En vues­
tro honor y servicio hemos trabajado y seguiremos tra­
bajando, según las fuerzas que Dios me diere, hasta lle­
gar al término que deseáis. Pasadlo bien» (1).
El resultado de estas Legacías no debió de ser muy
halagüeño para Grelmírez. Parece que en aquel lance
quiso valerse del favor de la Reina D.a Urraca; y proba­
blemente la misión que á principios del año 1126 confió
al arcediano Arias Muñiz y al Cardenal Arias González,
no tuvo otro objeto. Mas D.a Urraca falleció al poco
tiempo en Saldaña, el 8 de Marzo del citado año; y por
lo tanto, por este lado también se frustraron las esperan­
zas de Gelmírez. Con el Rey D. Alfonso no podía contar
para el caso; porque el joven Príncipe no quería consen­
tir que se amenguasen, en lo más mínimo, las prerroga-

(1) Loe. eit, núm. 4.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 119

tivas y preeminencias de la antigua capital de los Grodos.


Para él, Toledo érala base irrernovible de todas las ope­
raciones militares que meditaba; y por consiguiente, le
convenía que estuviese rodeada del mayor prestigio po­
sible. Por todos estos motivos, hubo al fin de convencer­
se Gelmírez que tenía que desistir, por entonces, de sus
pretensiones. Empero, no renunció á procurar por otros
medios, el engrandecimiento y el mayor esplendor de su
Iglesia.
En lo que los enviados de Grelmírez hallaron compla­
ciente á D. Alfonso, fue en la ejecución del testamento
de su madre D.a Urraca. La Reina había ordenado,
entre otras cosas, que se restituyese á la Iglesia de San­
tiago el castillo de Cira, que ella tenía en feudo ó prés­
tamo; y así lo escribió al caballero Juan Díaz, que
aún conservaba la tenencia de dicha fortaleza. D. Al­
fonso VII, con quien, muerta la Reina, se avistaron en
Sahagún los Canónigos compostelanos, no sólo aprobó
la disposición de su madre, sino que, por su parte, escri­
bió á Juan Díaz ordenándole lo mismo. Escribió, ade­
más, á Grelmírez, autorizándolo para apoderarse á viva
fuerza del castillo, si era que Juan Díaz, como en efec­
to sucedió, se negase á entregarlo buenamente (1).

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXXI.


lint in nirHMUnTirmiiiiii unum ii mi ni un in mi lilii ii n mu m mu 111 limini ii i n i in i mm i iin 111 m ni.... . m m i n imn m 111

CAPÍTULO VI
Coronación de D. Alfonso Vil.—Niéganse algunos
Magnates á reconocerlo por Monarca.—Actitud
de D. Diego Gelmírez.—Exigencia de D. Alfon­
so Vil.—Promete elegir su sepultura en la Igle­
sia compostelana.-Hacen la misma promesa la
Infanta D.n Sancha y el Conde de Traba.

ncreíble parece, pero la muerte de D.a Urraca


(8 de Marzo de 1126), ocasionó por de pronto
en los Estados cristianos, cierta desazón y des­
equilibrio, que duró todo el tiempo que D. Al­
fonso VII precisó para sobreponerse y dominar
la agitación y los conatos de rebeldía de algu­
nos que pretendían continuar la política de la
difunta Reina. El jefe de estos mal avenidos,
era D. Pedro González de Lara, el cual, para
sacar adelante sus desatentados propósitos, se
coligó con el Rey de Aragón, D. Alfonso el
Batallador. Estos movimientos insurreccionales
hallaron eco en Galicia, en donde el revol­
toso de siempre, Arias Pérez, se propuso secun­
darlos con todas sus fuerzas.
Decía de D. Alfonso VII su cronista (1),
que era un Monarca como enviado del Cielo.
efecto, que un joven de veintiún años hubiese sa-
122 LIBRO TERCERO

bido combinar de tal modo la fuerza, el poder y la habi­


lidad, que su triunfo apareciese como espontáneo y como
naturalmente acaecido, cosa es que raya en lo mara­
villoso.
Según la Compostelana flj, Gelmírez fue llamado á
León para asistir al acto de la coronación de D. Alfon­
so, que llevó á cabo, no el Prelado compostelano, como
dice S ando val, sino el Obispo legionense, D. Diego (2).
De vuelta de su expedición al castillo de San Pelayo de
Luto (Puentesampayo) (3), se encontró en Santiago con
el Obispo de Mondoñedo y otros ilustres personajes que
venían á invitarle, de parte del Rey, para ir con toda
urgencia á León y asistir á su coronación. Salió de Sañ­

il) Lib. II, cap. LXXX, pág. 432 y LXXXI, pág. 437.
(2) Esp. Sagr., Proemio á la Crónica de D. Alfonso VII, núm. 28.
(3) Hallábase á la sazón Gelmírez ocupado en reprimir y castigar las
insolencias del caballero D. Hernando Yáñez; el cual pretextando ciertas
injurias que, decía, haber recibido de los vecinos de Santiago, echó mano
de varios burgueses compostelanos, los encerró en los calabozos del castillo
de Sampayo y los sujetó á tormento para obligarlos á redimirse con dinero.
Apenas D. Diego tuvo noticia de lo ocurrido, envió legados á D. Fernando
rogándole que por amor de Dios y del Apóstol se recordase del homenaje
que por dicho castillo le tenía hecho, y que cuanto antes pusiese en liber­
tad á los presos compostelanos. Como no hubiesen hecho mella en el ánimo
de D. Fernando ios llamamientos amistosos del Prelado, éste tuvo que ape­
lar á otros medios más eficaces, cuales fueron la excomunión y el entredi­
cho. Ni con esto se ablandó D. Fernando; y entonces el Prelado, bien con­
tra su gusto, tuvo que valerse de la fuerza de las armas. Reunió un gran
ejército, invadió y ocupó todas las tierras del obstinado caballero; el cual, á
trueque de no ver incendiadas y arrasadas todas sus posesiones, consintió, al
fin, en dar libertad sin rescate alguno á los burgueses compostelanos. (Véa­
se Hist. Compost., lib. II, cap. LXXX, pág. 432).
D. Diego que bien sabía hasta dónde llegaba el valor y esfuerzo de este
caballero, para congraciarlo, concertó la boda de una sobrina suya con un
hijo de D. Fernando, llamado Pelayo Curvo.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA L COMPOSTELANA 123

tiago el 2 de Abril, viernes de Pasión, acompañado de


las personas más dignas é ilustres de su Iglesia, y al día
siguiente llegó á Lugo, en donde fue recibido espléndi­
damente por el Obispo y Clero de esta ciudad, y en
donde se detuvo el domingo para celebrar el Oficio de
las Palmas. El lunes santo tomó el camino de Astorga, á
donde llegó el jueves santo, pero á tiempo bastante para
poder hacer la consagración de los Santos Oleos. Desde
Astorga, con el Obispo de esta ciudad y los de Lugo y
Mondoñedo, se encaminó á León, en donde entró el sá­
bado santo. Salieron á esperarle el Obispo de Oviedo y
el de León y todo el Clero de esta ciudad, y le manifes-
taron que el Rey se había visto precisado á marchar á
Caniora (1). Detúvose en León D. Diego dos días, el
domingo de Pascua, 11 de Abril, para oficiar de Ponti­
fical, y el lunes siguiente, para celebrar una Vigilia y
Misa por el eterno descanso de D.a Urraca, sobre cuya
sepultura, terminado el Oficio, con las cruces ó incensa­
rios que requería el acto, se cantó un solemne responso.
El martes de Pascua, acompañado de los Obispos de
Mondoñedo, Lugo, Astorga, Oviedo y León, se dirigió á
Zamora, de donde salió á recibirle el Rey D. Alfonso
con el Arzobispo de Toledo y los Obispos de Segovia,
Ealencia, Salamanca y Ávila. Las muestras de deferen­
cia con que lo hospedó y agasajó el Rey, fueron sobre
foda ponderación, á juzgar por lo que extensamente
refiere la Compostelana (2).
Hallándose en la Corte, tuvo que renovar D. Diego

O El motivo que había llamado á D. Alfonso á Zamora, tue el a\is-


tarse con su tía D.a Teresa de Portugal.
(2) Lib. II, cap. LXXX, pág. 334.
124 LIBRO TERCERO

la pretensión de la devolución del castillo de Cira (1).


Aunque, como liemos dicho en el capítulo anterior, Juan
Díaz había recibido cartas de D.a Urraca y de D. Alfon­
so para que entregase el castillo, se negó á hacerlo,
mientras tanto, decía, no se lo ordenase el Rey perso­
nalmente. Aunque el Arzobispo había reunido ya un
ejército para persuadirlo con la fuerza de las armas,
consintió, no obstante, en que Juan Díaz se encaminase
á la Corte, y allí se enterase de cuál era la voluntad
del Rey.
A este tiempo recibió D. Diego el aviso que hemos
dicho para que asistiese á la coronación del Rey; pero
se anticipó Juan Díaz, y de tal modo previno á D. Al­
fonso en favor suyo, que cuando el Arzobispo llegó á la
Corte, halló muy poco dispuestos los ánimos á favorecer
su justa pretensión. Juan Díaz había conseguido que
D. Alfonso le concediese en encomienda el castillo, y ya
le había prestado juramento de fidelidad.
Representó el Prelado que aquel castillo era de su
Iglesia, y que, por consiguiente, sin su consentimiento
nadie podía disponer de él. Observaba D. Alfonso que
no era decoroso para él retractar tan pronto lo que aca­
baba de otorgar en público y ante los Grandes de su
Corte. Además, en aquellas circunstancias no le conve­
nía dejar descontento á un caballero audaz y revoltoso,
cual era Juan Díaz. Viendo D. Diego que el Rey perse-

(1) El castillo de Cira, según hemos visto, había sido edificado por el
Conde D. Bermudo Suárez; el cual lo vendiera á D.a Urraca para rescatar­
se de la prisión en que la Reina lo había metido. Después Gelmírez lo com­
pró por 150 marcos, ó sean 1200 onzas de plata; pero consintió que la
Reina lo tuviese en préstamo mientras él, ó su sucesor én la Sede, no se lo
pidiese.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 125

ver aba firme en esta resolución, en la cual lo sostenían


algunos consejeros malévolos y codiciosos, trató de hacer
más insinuantes sus representaciones, ofreciendo diez
marcos de plata al Mayordomo de Palacio, otros diez á
uno de los principales consejeros y cincuenta al mismo
Monarca. El cual no se rindió por esto; y sólo le dijo que
si ideaba algún medio con el que pudiera complacerle
dejando á salvo su dignidad, de muy buen grado lo pon­
dría en práctica.
D. Diego entonces le propuso el medio siguiente: que
convocase á todos los Prelados y Magnates de la Corte,
los cuales, después que lo hubiesen oído, se retirasen
aparte para discutir y acordar lo que estimasen proceder
on justicia; pues él estaba dispuesto á acatar lo que en
esta Junta se decretase. Aceptó el Monarca; convocó á
todos los Grandes y Obispos en consejo pleno; oyéronse
las partes; examináronse secretamente las razones ex­
puestas; y al fin se decidió que la justicia estaba de par­
to del Arzobispo de Santiago. Para no desairar á Juan
Díaz, se le dieron 1.500 sueldos de la moneda jaquosa; y
además, el Rey le confirió el gobierno de otra enco­
mienda (1).
El Rey, á su vez, hizo por entonces otra proposición
ú Gelmírez: la de permutar la tierra de Tábeirolos (Tabei-
rós) por el castillo del Faro (Coruña) con sus pertenen-
cias, que era propio de la Iglesia de Santiago. Consintió
el Prelado, aunque no sin haber oído antes el consejo
de las Dignidades y Canónigos que lo acompañaban (2).
Antes de dar vuelta para Santiago obtuvo también

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXXI, pág. 437-440.


(2) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXXII.
126 LIBRO TERCERO

Gelmírez, en donación de la Infanta D.a Elvira, la gran­


ja de Archilínos, que era muy íértil y muy apropiada
para el cultivo (1).
Los acontecimientos vinieron á demostrar que Don
Alfonso VII tenía sobrados motivos para proceder como
procedía, con suma circunspección y cautela. En Galicia
muchos caballeros, siguiendo el ejemplo del Conde de
Lar a en Castilla, se negaron á reconocerlo. A todos
logró atraer Gelmírez, de vuelta de su viaje á León.
Sólo el perturbador de oficio, Arias Pérez, persistió en
su actitud rebelde; y desde los castillos de Lobeira, San
Juan de Penacorneira y Tabeirós, de que se hallaba
apoderado, proclamaba que ni reconocería al Rey, ni le
prestaría servicio alguno. Indignado D. Alfonso, escribió
al Arzobispo de Santiago y al Conde de Toroño, Don
Gómez González, ordenándoles que, por la fuerza de las
armas, sometiesen á Arias Pérez, destruyesen sus casti­
llos y le despojasen de todas sus tierras. En cumplimien­
to de este mandato, se pusieron de acuerdo el Arzobispo
y el Conde, encargándose el primero de sitiar y rendir
el castillo de Tabeirós, y el segundo los demás castillos
que tenía Arias Pérez. En esta operación D. Diego, á
quien habían seguido también las milicias de Compos-
tela, empleó una máquina de guerra llamada vulgar­
mente gato, la cual arrimada á la torre, de tal modo
fué socavando sus muros, que, aunque no sin ímprobo y

(1) Lib. II, cap. LXXXI, pág. 440.—Esta Infanta D.a Elvira, era
hija de la Reina D.a Urraca y del Conde de Lara, D. Pedro González.
Estuvo casada con el hijo del Conde de Traba, D. García Pérez. Según
una Escritura que cita Flórez (Memorias de las Reynas Catholicas, tom. I, pá­
ginas 253 y 257), en el año 1138 ya estaba viuda y los hijos habidos en
este matrimonio, sepultados en el Monasterio de Antealtares de Santiago.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 127

Fotografía dt J. Limia. Fotograbado de Laporta.


Miniatura del Tambo A, ful. 39 vuelto, que representa á D. Alfonso VII.
128 LIBRO TERCERO

penoso trabajo, la puso á punto de venirse totalmente


al suelo. Rindiéronse los defensores en número de trein­
ta y seis; y las muchas municiones de que estaba provisto
el castillo, quedaron como despojos de la victoria. En el
combate perecieron dos de los más ilustres campeones
de la hueste del Arzobispo (1).
Al poco tiempo recibió D. Diego nuevo aviso del
Rey para que congregase otra vez su ejército y se dis­
pusiese á acompañarlo á Portugal. Mientras tanto Don
Alfonso VII se hallaba en el confín oriental de su Reino
ocupado en expulsar al Rey de Aragón, la Reina de
Portugal, D.a Teresa, invadió y se apoderó de varios
pueblos de Galicia. Esto fuó lo que motivó la venida de
D. Alfonso á Galicia en el verano del año 1127 y el lla­
mamiento hecho á Gelmírez; el cual, habiendo convoca­
do á todos los caballeros que tenían préstamos ó feudos
de la Tierra de Santiago, y excitado á los Compostela-
nos con halagos y aún con amenazas para que armasen
sus milicias, reunió una numerosa hueste, con la que se
incorporó al ejército que el Rey había levantado en
nuestro país. La campaña no ofreció grandes dificulta­
des; las armas de los Gallegos recorrieron victoriosas
gran parte de Portugal; y al cabo de seis semanas pudo
Gelmírez ajustar las paces entre los dos Reyes (2).
Mas la paz que consiguió el Prelado establecer entre
los dos Reinos, no pudo lograrla respecto de su persona.
La prodigiosa actividad de D. Diego, que le hacía como
hallarse presente en todas partes, no podía menos de
suscitarle contradicciones y dificultades, porque no to­

fi) ffist. Compostlib. II, cap. LXXXIV.


(2) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXXV, pág. 446.
r.OS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 129

dos aquellos con quienes tenía que forzosamente trope­


zar, se habían de avenir de buen grado á sus planes.
Añádase que el gran incendio del año 1*117 aún no se
había del todo extinguido; quedaban candentes cenizas i
que, al contacto de cualquiera combustible, amenazaban
levantar de nuevo gran llamarada. Los émulos y de­
tractores de Gelmírez —y los tenía en todas las clases,
en los caballeros, en los burgueses y hasta en el mismo
Cabildo— advirtiendo que el Rey se hallaba falto de
recursos para pagar á sus tropas, le propusieron que
prendiendo y despojando al Prelado de Santiago, como
merecían sus culpas, de todos sus haberes y de todo su
dinero, tendría más de lo suficiente para reponer el pú­
blico erario. D. Alfonso, que comprendió al punto que
al proceder así estos envidiosos y calumniadores, lo ha­
cían movidos, no por el bien público, sino por el deseo
de satisfacer su rencor contra el Prelado, contestó que
su osadía nunca llegaría á tanto como poner sus manos,
sin motivo justificado, en persona consagrada. Entonces
le propusieron que le exigiese una gran cantidad de di­
nero, que bien tenía de donde satisfacerla. En esta pro­
posición no halló D. Alfonso tanta repugnancia; porque,
en realidad, su tesoro se hallaba exhausto, y los solda­
dos estipendiarios comenzaban ya á insubordinarse (1).
En tal disposición de ánimo se encaminó el Rey á
Santiago, en donde todo el Clero, tanto secular como
regular, con las vestiduras de los días más solemnes,
salió en procesión á recibirlo; y durante dos días el Ar­
zobispo lo hospedó y obsequió opíparamente. Al tercer
día, con algunos de sus cortesanos, se presentó el Rey

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXXV, pág. 447.


Tomo IV.—9.
130 LIBRO TERCERO

en el Tesoro de la Iglesia, en donde, encarándose con


Gelmírez, con muy estudiadas razones le manifestó el
apuro en que se hallaba, y que de él, de quien tantas
pruebas de lealtad tenía recibido, esperaba pronto y se­
guro remedio. Con igual cortesía contestó el Prelado,
diciéndole que reconocía la necesidad en que se hallaba,
y que desde luego le prometía 300 marcos de plata, ó
sea la cantidad de moneda necesaria para hacer el peso
de 150 libras. D. Alfonso acogió con profundo silencio
aquella oferta, porque no quiso demostrar con otros sig­
nos, que no le satisfacía. Al fin, después de mediar de
una parte y de otra algunas observaciones, respondió
que quería conferenciar secretamente con sus consejeros
sobre hasta dónde podría extenderse aquella promesa.
Entonces el Arzobispo le propuso que se quedase allí
deliberando, y que él se retiraría. Así se hizo; y Gelmí­
rez se entró en el Coro con algunos Canónigos que le
acompañaban para esperar la decisión del Monarca.
Llegó por fin después de largo rato de espera la petición
real, y consistía en que se diesen 600 marcos de plata
y además autorización para prender á algunas personas
de Santiago.
Sobre lo de los 600 marcos no opuso el Arzobispo
dificultad; y en cuanto á la prisión de las personas, pidió
que se le diesen los nombres. Nombráronselos, en efecto;
y eran el Tesorero D. Bernardo, su hermano Pedro
Esté vez y su sobrino Gonzalo Peláez. La respuesta
categórica de Gelmírez fue, que no daría licencia para
prender al villano más rústico de la Tierra de Santia­
go, para cuanto más darla para hacerlo con personas
tan dignas y que le eran tan apreciables.
Los consejeros, que en su gran mayoría eran adver-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 131

sos á Grelmírez, se esforzaron para convencer al Rey de


que tal respuesta era irrespetuosa é insolente, y que, por
lo tanto, no podía tolerarse; así es que, indignado Don
Alfonso, intimó al Prelado que entregase cuanto antes
mil marcos, so pena de quedar privado del Señorío de
la Tierra de Santiago, de la cual, á lo más, se le dejaría
una pequeña parte para que pudiese vivir decorosa­
mente.'
El Arzobispo convocó á los Canónigos, y en substan­
cia, les dijo: «Carísimos hermanos, está visto que los
malévolos y traidores que el Rey tiene en su Palacio, lo
impulsan á que nos aflija y á que nos prive de nuestras
temporalidades. Atended desde este momento al bien
de vuestra Iglesia y eligios Pastor, porque yo mismo me
despojo de todos mis honores antes que pagar tal peso
de moneda, que no sé dónde podré hallar. Me contenta­
ré con servir á Dios Omnipotente en lo que me reste de
vida en mi orden y dignidad, que el Rey ni nadie me
puede quitar.» Al oír esto, todos los circunstantes, entre
sollozos, repetían aquellos lamentos de los discípulos de
San Martín: «Por qué nos abandonáis, Padre amado!
Dor qué así nos dejais desolados!» Y con ruegos y exhor­
taciones procuraron disuadirle de sus propósitos, ofre­
ciéndose á ayudarle á pagar la suma de dinero que se le
pedía. Y como esta escena se prolongase por algún
tiempo, se presentaron en el Coro algunos enviados del
Rey exigiendo en el acto una contestación categórica.
El Arzobispo, por consejo unánime de todos los presen­
tes, se allanó á dar los mil marcos, pero exigió que no se
prendiese á nadie, ni de la ciudad, ni de la Tierra de
Santiago.
Aceptó el Monarca, y con esto parecía que el negó-
132 LIBRO TERCERO

ció quedaba terminado; mas los muchos enemigos que


tenía Gelmírez, tanto en el Clero, como en el pueblo, no
se dieron por vencidos. Asediaron á D. Alfonso, que se
hallaba hospedado, no en el Palacio Arzobispal, sino en
casa de un burgués, y le representaron que el Arzobispo
lo había engañado miserablemente, y que podía darle
tres tantos más de lo que le había prometido; y que tan­
to era así, que ellos estaban prontos á presentarle tres
mil marcos con tal que les cediese á ellos el Señorío de
la ciudad y Tierra de Santiago. Y estas proposiciones
las acompañaban con las protestas más terminantes de
fidelidad, y de que con ellas no pretendían más que su
mayor servicio. El Bey, quizás para desviar sus importu­
nas instancias, les dijo que antes de tomar resolución,
quería consultarse con alguno de sus más fieles conseje­
ros. —¿Y con quién vais á consultaros, le decían, si á
todos los Magnates de vuestra Curia los ha ganado el
Arzobispo con su dinero? —Será esto cierto, contestó
D. Alfonso, pero no por eso he de dejar de pedir consejo,
antes de tomar resolución alguna.
Hallábase entonces providencialmente en Santiago,
un Conde que la Compostelana llama Hierosolymitano;
pero que, á nuestro juicio, debía ser el Conde D. Fer­
nando Pérez de Traba, del cual se sabe que estuvo dos
veces en Jerusalén, y que füé una de las personas que
mayor influjo ejercieron en el ánimo del Monarca.
Con éste consultó el caso D. Alfonso; y la contestación
que recibió, fue que el poner en práctica lo que le pro­
ponían los enemigos de Gelmírez, no le acarrearía más
que la infamia y el descrédito, pues lo haría cómplice
de los que no ansiaban otra cosa que perder al Arzobispo
de Santiago; que el convenio que con éste acababa de
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 133

celebrar era leonino y vejatorio, y que ya que no lo


reformase, por ningún modo debía agravarlo.
Plenamente quedó el Bey convencido con las sabias
y discretas observaciones del Conde; y tanto fue así, que
á los perversos Compostelanos, que aún quisieron impor­
tunarle, les contestó secamente: —«Lo queme proponéis,
más bien es para mi infamia y condenación, que para
mi salvación y buen nombre; cesad, pues, en tan ruines
manejos, que no merecerán más que mi indignación.»
Grelmírez, entre tanto, procuró reunir los mil marcos
pactados; y para ello, además do lo que puso de lo suyo,
tuvo que recurrir á la generosidad de algunos Canó­
nigos y burgueses. Empero, ni aún pidiendo dinero á
mutuo, pudo reunirse en la ciudad la cantidad conveni­
da; hubo necesidad de completarla con lo que se recau­
dó en la Tierra de Santiago (1).
No dejó de comprender Grelmírez que D. Alfonso
había procedido en esto bien á pesar suyo, estrechado
por la necesidad ó impulsado por la malevolencia de
algunos consejeros pérfidos y ambiciosos; y que por lo
mismo deseaba que se le presentase alguna ocasión para
acallar su conciencia y enmendar lo que tan contra su
voluntad había hecho. Se la ofreció el sagaz Prelado; y
el Bey, que no deseaba otra cosa, condescendió en pre­
sentarse en el Cabildo y en conferenciar con los Canóni­
gos acerca del modo de desagraviar á la Iglesia de las
ofensas que contra ella había cometido. Allí escuchó una
larga exhortación del Prelado, que entre otras cosas, lo
decía: — «Vuestros antecesores, en obsequio á Dios, dona­
ron á esta Iglesia castillos, tierras, granjas y posesiones;

(1) Hist. Compostlib. II, cap. LXXXVI,


134 LIBRO TERCERO

ofrecieron vasos de oro y de plata, cruces preciosas, ca­


pas de seda, cortinas de brocado y otros muchos orna­
mentos... procurad seguir sus huellas, imitar sus ejem­
plos, venerar esta Iglesia como la veneraron ellos, y
honrarla con vuestra sepultura, como la honró vuestro
padre. >
Conmovido D. Alfonso, contestó: —«Si yo estuviera
seguro de que me habíais de honrar en esta Iglesia del
modo que honrasteis á mi padre, yo de buen grado os
entregaría mi cuerpo y os entregaría mi alma.»— A esto
repuso el Arzobispo: —«Todos cuantos obsequios se tri­
butaron al cadáver de vuestro padre, todas cuantas
buenas obras y oraciones se hicieron por su eterno des­
canso, todo y mucho más estamos dispuestos á hacer por
vuestra felicidad y por la salvación de vuestra alma. Os
prometemos, pues, además de lo que hicimos por vues­
tro padre, la aplicación de la tercera parte de las Misas,
que tanto yo como mis sucesores, impusiéremos á los
ordenandos; la de una Misa cada semana en esta Iglesia
después de vuestro fallecimiento; y hacer por vos ora­
ción especial en los Sínodos generales» (1).
Pero el Arzobispo y el Cabildo, por insinuación del
mismo D. Alfonso, se alargaron á más, y lo nombraron
Canónigo de Santiago, asignándole su semana y su ra­
ción de pan en la Canónica, y haciéndole participante
de todos los demás beneficios, así espirituales, como tem­
porales, que como á tal Canónigo le correspondían.
A propuesta de un Canónigo, prometió D. Alfonso

(1) En el Documento del Apéndice, núm. V, se especifican más es­


tos sufragios, y se anaden algunos otros que no constan en la Compostela-
na. Esto, por supuesto, era en el caso de que D. Alfonso fuese sepultado en
esta Iglesia,
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOST EL ANA 135

dejar alguna tierra para dotar su Aniversario, que, des­


pués de meditarlo detenidamente, declaró ser el casti­
llo de San Jorge con sus pertenencias, que prometió, á
su fallecimiento, dejar libre al Cabildo. Este castillo lo
tenía en encomienda el Conde D. Rodrigo Pérez de
Traba; y el Rey lo obligó á hacer juramento de entre­
garlo buenamente á la Iglesia cuando llegase aquel caso.
El Rey, además, prometió dar la mitad de la tierra
de Montanos (Montaos), cuya otra mitad ya había dona­
do el día en que se había armado Caballero en esta San­
ta Iglesia.
Antes de salir D. Alfonso del Cabildo, se arregló
otro asunto importante referente á la Real Capellanía
y Cancillería. Canciller del Rey era un Canónigo de
Santiago, que al parecer se había hecho odioso á Don
Diego G-elmírez. De esto ya hablara reservadamente
el Arzobispo con el Monarca, al acompañarlo en la ex­
pedición á Portugal; y D. Alfonso le había contestado
que, para demostrarle cuánto lo apreciaba, pensaba de­
jar á su arbitrio el nombramiento para tales cargos.
Ahora D. Diego quería saber si el Monarca había mu­
dado de intención, ó si había hablado sólo por pura cor­
tesía. D. Alfonso respondió, que lo que entonces había
prometido, fuese por pura cortesía, fuese porque así real­
mente lo sintiera, lo cumplía y ratificaba ahora.
Con las frases más expresivas manifestó el Arzobispo
su gratitud, y usando de la real autorización, reservó
para sí la Capellanía, y para el cargo de Canciller desig­
nó al Tesorero D. Bernardo, que lo desempeñó casi todo
el tiempo que le restó de vida (1). Sin embargo, todas

(1) Continuó siendo oficial de la Cancillería el Canónigo compostelanQ


136 LIBRO TERCERO

estas donaciones y beneficios no bastaban, al decir de la


Compostelana, para resarcir á D. Diego de los mil marcos
que había tenido que dar al Rey (1).
Por este tiempo vino también á Santiago la Infanta
D.a Sancha, hermana de D. Alfonso, para hacerse reco­
nocer como dueña de los bienes de Infantatico (Infantaz­
go) existentes en Galicia. Rogóle Gelmírez que eligiese
en la* Iglesia compostelana el lugar de su sepultura.
Accedió la piadosa Infanta, y para cuando llegase este
caso, prometió donar á la Iglesia el famoso monasterio
de San Miguel de Escalada, cerca de León (2).
Animado D. Diego con la facilidad con que, tanto
D. Alfonso, como D.a Sancha, habían atendido sus rue­
gos, se resolvió á hacer la misma súplica á la Reina de
Portugal, D.a Teresa. A este efecto, le escribió una
carta, de la que fue portador un Cardenal de Santiago.
Aunque D.a Teresa accedió entonces á lo que se le
pedía, sin embargo, como D. Alfonso y D.a Sancha, á
la hora de su muerte eligió otro lugar para su sepul­
tura (3).
Más feliz fue Gelmírez en peticiones análogas con
otros personajes. El Conde de Traba, D. Pedro Fróilaz,
sin duda por lo avanzado de su edad, tuviera que estar
como retraído en estos últimos años del movimiento po­
lítico de nuestro país. Quizás su principal satisfacción,

Cipriano Pérez. En algún Diploma, en uno de 25 de Marzo de 1129, subs­


cribe como Canciller el hermano de D. Bernardo, Pedro Esté vez.
(1) ffist. Compost., lib. II, cap. LXXXVII.
(2) ffist. Compost., lib. II, cap. LXXXVIIL—Ni D. Alfonso VII, ni
D.a Sancha, llegaron á ser sepultados en Santiago. D. Alfonso fue enterra­
do en Toledo, y D.a Sancha, en San Isidoro de León.
(3) ffist. Compostlib. II, cap. LXXXIX.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMROSTELANA 137

en este tiempo, sería el contemplar los éxitos y el acier­


to con que inauguraba su reinado su antiguo pupilo Don
Alfonso. Aunque D. Pedro residía de ordinario en la
Diócesis compostelana, sin embargo, el precepto pascual
y los demás deberes religiosos, los cumplía en la Cate­
dral de Mondoñedo. Advirtióle Grelmírez, que en esto
faltaba á lo que prescriben los Cánones; pues, según
éstos, cada cual está obligado á cumplir sus deberes reli­
giosos en su propia parroquia. Tanto el Conde, como su
esposa D.a Mayor Guntroda, reconocieron que estaban
en su lugax las advertencias del Arzobispo, y renuncia­
ron á aceptar otra parroquia que la de la Iglesia de
Compostela. Aconteció que el Conde cayó gravemente
enfermo en Santiago, y, viéndose en peligro de muerte,
llamó al Arzobispo y le encomendó el disponer y orde­
nar su última voluntad. Le entregó una extensa rela­
ción de los monasterios, iglesias y demás posesiones que,
con su esposa, quería legar á la Iglesia de Santiago, en
la cual ambos deseaban ser sepultados. Rodeaban el le­
cho de muerte, además de la esposa, los hijos; pues este
consuelo tuvo en sus últimos momentos aquel ilustre pa­
triarca de la antigua nobleza española. Todos consintie­
ron en que D. Diego G-elmírez con el Cardenal Pedro
Cundesíndez fuese el ordenador del testamento (1).
No pidió más Don Pedro que á su muerte se cum­
pliese parte de la manda; y que la ejecución de la otra
pR-rte se reservase para después del fallecimiento de la
Condesa, la cual no le sobrevivió mucho tiempo. La lista
de los bienes legados era tan extensa, que la Compostela-
na la omitió por evitar la demasiada prolijidad. Baste

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. III.


138 LIBRO TERCERO

saber que á Gfelmírez le pareció excesivo que todos


aquellos bienes fuesen á parar á la Iglesia compostela-
na; y que aconsejó á los Condes que se diesen á las Igle­
sias de Mondoñedo, Lugo, Orense, Tuy, etc... los bienes
que radicaban en cada una de estas Diócesis (1).
Poco tiempo después se celebraron, como hemos in­
dicado, los funerales de la Condesa D.a Mayor. Con este
motivo tuvo lugar una de esas escenas tan característi­
cas de aquella época. Y en efecto, aquellos hombres, do­
minados por lo común de pasiones vehementes y violen­
tísimas, aquellos espíritus, dotados de tal energía que
para ellos amilanarse ante todo cuanto en este mundo
podía infundir terror, era un desdoro, por motivos que
á nadie humanamente era dado penetrar, deponían á
veces toda su fuerza y se prestaban humildes y sumisos
á la ejecución de cualquiera consejo saludable que se
les diese. Á los funerales de la Condesa D.a Mayor, asis­
tió también, vestido de luto (more gentis 'pullatus) su yer­
no, el famoso Arias Pérez. Al avistarlo el Arzobispo, lo

(1) Los restos mortales del Conde de Traba y de su esposa D.a Mayor,
fueron depositados en sendos sarcófagos de piedra berroqueña, uno de los
cuales, á nuestro juicio, es el que hoy se halla en la entrada de la capilla
de San Salvador ó del Rey de Francia. Este sepulcro estuvo antes en la
capilla de las Santas Reliquias en el arco en que hoy se halla la Custodia;
pero tampoco fue éste su sitio primitivo, sino, como se colige de una Acta
capitular de 7 de Abril de 1530, el solar que hoy ocupa la capilla de los
señores Marqueses de Santa Cruz, y por consiguiente, fuera del recinto
de la Iglesia.
Antiguamente en ciertos días del año iba en procesión el Cabildo á.
cantar un responso ad comites, esto es, sobre la sepultura de los Condes.
Al tiempo de ser trasladado este sarcófago al sitio que hoy ocupa, se
reconoció lo que había dentro, y se hallaron unos pedazos de manto ó túni­
ca de estofa de seda, de gusto oriental. Sobre un fondo de color de avellana,
3Q destacan unos dibujos verdes y rojos de marcado gusto persa.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANá 139

llamó aparte y lo interpeló en la forma siguiente:


«Arias Pérez, apenas hay crimen en que no hayas in­
currido. Tú, perjuro, testigo falso, avaro, robador, enga­
ñador, taimado, sacrilego, y en fin, entregado á la
voluptuosidad y á todos los excesos del siglo. Ahora
considera á lo qué, con estos méritos, te hayas hecho
acreedor. Pero aún es tiempo de que puedas reconciliar­
te con Dios, y proveer á tu salvación.»
Arias Pérez, que en otra ocasión fingiría escuchar
atentamente al Prelado, pero con ánimo de darle mate­
ria para que fuese más extensa su arenga, de esta vez
se reconoció culpable, hizo penitencia, y en testimonio
de la sinceridad de sus propósitos, prometió dejar á su
muerte á la Iglesia de Santiago su castillo de San Juan
fie Penacorneira, y la mitad del Monasterio de Archos,
en Salnés (Arcos de la Condesa) con todas sus perte­
nencias. Nombró, además, su testamentario al Prelado
y al Cabildo, traspasó de presente la propiedad de seis
1 heredades, y ofreció sobre el Altar del Apóstol el Diplo­
ma en que se consignaban todas estas donaciones (1).

(1) Hist. ComposL, lib. III, cap. II.


\
CAPÍTULO Vil
Pretensiones de Gelmírez en la Corte de Roma.—El Convento
de Conjo.—El Hospital de Santiago.—Acto de visita en el
Monasterio de Antealtares.—Castigos ejemplares que hi­
zo Gelmírez en algunos violadores de la paz pública y de
la inmunidad eclesiástica. —Estatutos para la Tierra de
Santiago.—Obras y adquisiciones que hizo en la Catedral.

iense echa de ver por


las cartas insertas en el
capítulo V, página 117,
que el Papa Honorio II
no se hallaba tan favo­
rablemente dispuesto, como su antecesor Calixto, para
con el Prelado compostelano. Dichas cartas no debieron
halagar mucho á Gelmírez; pero no se desalentó por
esto; y al poco tiempo envió de nuevo al Cardenal Pe­
dro Pulcón acompañado del Canónigo Pedro Gudésteiz.
Estos trajeron del Papa la siguiente epístola:
142 LIBRO TERCERO

«Honorio, etc... La noble y famosa Iglesia composte-


lana, por reverencia al Bienaventurado Apóstol Santia­
go, es honrada por los religiosos varones y por los aman­
tes del nombre cristiano. Pues ya que plugo á la Divina
Providencia el llamarte al gobierno de tan gran Iglesia,
exhortamos en el Señor á tu Fraternidad, que procures
conducirte con tal prudencia, mansedumbre y humildad,
y ejecutar lo que debas cumplir, que merezcas hacerte
grato á Dios, al Bienaventurado Pedro, á la Santa Igle­
sia de Roma y al pueblo que te está encomendado. He­
mos acogido con paternal amor tus cartas y tus enviados.
Acerca de lo que pides, aún no hemos tomado reso­
lución* (1).
Los enviados compostelanos trajeron, además, aviso
de que el Papa tenía pensado mandar á España un Le­
gado a hiere, para conocer, de acuerdo con Gelmírez,
tanto de los asuntos profanos como de los eclesiásticos.
Este anuncio, en realidad, era como una disimulada ad­
vertencia para que el Prelado compostelano desistiese
de su pretensión de la Legacía. Esperó, pues, Gelmírez;
pero viendo que se demoraba demasiado, á su juicio, la
llegada del Legado pontificio, envió de nuevo otros
nuncios, los cuales, al parecer, de importancia sólo le
trajeron una carta de su amigo el Cardenal Cancelario
Aimerico; el cual le decía que el Papa continuaba en
la misma disposición favorable para con él, y que el Le­
gado que iba á salir luego para España ya le enteraría
más minuciosamente de cuáles eran los propósitos del
Santo Padre (2).

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. LXXXIV, pág. 445.


(2) Hist. Compost., lib. III, cap. V.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 143

Esta carta del Cancelario Romano, parece hizo re­


vivir en Gelmírez las esperanzas de la Legacía. Por otra
parte, el Rey D. Alfonso se le mostró dispuesto á apoyar
sus pretensiones, hasta el punto de escribir al Papa en
este sentido. El Arzobispo de Braga, D. Pelayo, propa­
sándose á consagrar á un sufragáneo suyo, al Obispo de
Coimbra, dió, sin quererlo, un motivo más con que
Gelmírez pudiera justificar su actitud. Todo esto, por
decirlo así, era el anverso que presentaba el negocio;
pero el reverso estaba lleno de obstáculos y escabrosida­
des. Los émulos de Gelmírez, y entre ellos se contaban
el Arzobispo de Toledo y el de Braga, que eran los más
interesados en rechazar la Legacía del compostelano,
procuraron con todo empeño desacreditar en Roma al
Arzobispo de Santiago. Entre otras cosas, decían que
en su vestido y en la manera de recibir las ofrendas de
los peregrinos, obraba ni más ni menos que el Papa
(Apostólico more uti imprudenter). Con tanta insistencia se
propalaron estos rumores, que Honorio II, para cercio­
rarse de lo que en ellos había de verdad, no sólo escribió
á los Obispos comarcanos, sino que sobre el particular
interrogó también á varios peregrinos (1). Aún más,
con el mismo objeto, envió de incógnito un Legado á
Santiago.
Todo esto llegó á saber á tiempo Gelmírez, y no de­
bió sorprenderlo, porque no ignoraba que en Roma al­
gunos empleados de la Corte Pontificia no querían olvi­
dar lo que ellos estimaban arrogancia de los Prelados de

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. X.—Recuérdese que Pascual II, ha­
bía autorizado á, Gelmírez para usar túnica y estola aún en la conversa­
ción familiar. (Véase tom. III, cap. XVIII, pág. 504).
144 LIBRO TERCERO

Santiago. Las mismas cartas del Papa, en las cuales


casi siempre se le recomendaba la humildad, debían pre­
venirlo y hacerle saber á qué atenerse.
Y se previno. Y comprendió que estaba en el caso
de demostrar de una manera evidente, cuánta era su
sumisión y obediencia á la Santa Sede.
Para ello envió á Roma á los Cardenales Pedro Ful-
cón y Martín Pérez, que llevaban como presente al
Papa 220 morabetinos de oro, y además otros 80 mora-
betinos que habían de repartir entre los individuos de la
Curia que se mostraban quejosos de la altanería y des­
afecto del Prelado de Santiago. Para los gastos del
viaje, entrególes catorce marcos de plata y diez mone­
das de oro. Los Legados debían poner en manos del
Papa la carta del Rey D. Alfonso, y proponer en forma
la petición del Prelado. Debían también quejarse de la
usurpación cometida por el Arzobispo de Braga al con­
sagrar á un Obispo que no era de su Provincia.
Las explicaciones que dieron los dos Legados, deja­
ron satisfecho al Papa acerca del modo de proceder de
Grelmírez, y hasta parece que en el asunto de la Lega­
cía se mostró más asequible; pero como ya había salido
para España, como tal Legado, el Cardenal Romano
Huberto, hasta su vuelta no quiso tomar determinación
alguna. En este sentido escribió Honorio á D. Diego
Grelmírez y al Rey D. Alfonso (1).
Escribió también el Papa al Arzobispo de Braga, or­
denándole que para la Dominica Ego sum Pastor bonus

(1) Véanse las dos Cartas que trajeron los dos Legados Fulcón y
Martínez en el cap. X, lib. III, pág. 4b 1 de la Compostelana.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 145

(28 de Abril de 1129) se presentase en Roma para res­


ponder á los cargos que contra él se hacían (1).
En medio de tan absorbentes cuidados, hallaba Gel-
mírez tiempo para ocuparse en otras muchas obras útiles
ó importantes. Construyó de nuevo la iglesia de Santa
María de Argalo, cerca de Noy a, y la trasladó á otro
lugar más conveniente (2).
En el año 1129, por el mes de Septiembre, instaló en
el convento de Santa María de Conjo una Comunidad
de Monjas benedictinas. Ya de antemano había reedifi-
eado la iglesia, y hecho otras muchas obras en el edi­
ficio, destinado ya para este objeto (3).
El 20 de Julio del año anterior, de acuerdo con el
Cabildo, había cedido al Hospital ó casa de hospedaje
para los peregrinos pobres, un solar que se hallaba entre
la Catedral y el monasterio de San Martín. En el solar
así cedido había de edificarse una iglesia, en la cual se
celebrasen las exequias de los peregrinos difuntos, cuyos
restos mortales habían de hallar también reposo al pie
de los muros del nuevo edificio (4).
Acerca del origen de este Hospital no hay nada cier­
to. Gelmírez, siendo administrador de esta Diócesis, lo
había restaurado ó ampliado (5). Para su sostenimiento,
además de las limosnas, estaban aplicadas varias rentas
y posesiones, que administraba un Mayordomo puesto
por el Prelado. Por entonces dióse en esparcir el rumor

(1) Hist. Compost., loe. cit., pág. 492.


(2) Hist. Compost., lib. II, cap. XCIV, pág. 472.
(3) Hist. Compost., lib. I, cap. XXí y lib. III, cap. XI.—Véase fcom.III,
caP* IX, pág. 242.
(4) Hist. Comjwst., lib. II, cap. XCIV, pág. 472.
(5) Véase tom. III, cap. Vil, pág. 193.
Tomo IV.— 10.
146 LIBRO TERCERO

de que, por dinero, el Arzobispo nombraba ó quitaba


Mayordomos. Las consecuencias de estos rumores fueron
que los fieles se retrajesen de hacer limosnas y donati­
vos al Hospital; con lo cual sus rentas venían muy á
menos con grave perjuicio de los peregrinos. Para des­
mentir por completo estos calumniosos dichos, que por
lo menos siempre dejaban tras sí recelos y sospechas,
Gelmírez redactó una Acta, por la cual se obligó á no
nombrar Mayordomo, sino con consejo del Cabildo y de
algunos de los ciudadanos más honrados y temerosos de
Dios. Consignó también las condiciones que debía tener
el elegido; debía de ser persona religiosa, sabia, pruden­
te y solícita en atender á los pobres (personam sapientem
et discretam, quae sit religiosa et procurationi pauperum neces-
sariaj (1).
Otro asunto enojosísimo tuvo por enconces que resol­
ver Gelmírez, que debió ocasionarle no pocos disgustos
y sinsabores. El Monasterio de Antealtares, antigua es­
cuela de santidad y perfección, que debía conservar aún
el suave perfume exhalado por las heroicas virtudes de
San Fagildo, por obra de un malvado Abad, hallábase
convertido en asquerosa sentina, en la cual hallaban
fomento y abrigo todos los más inmundos vicios. El Abad
se llamaba Pedro, y no sabemos si sería el del mismo
nombre que tantos servicios prestó á Gelmírez en la
sublevación del año 1117, y á quien en el año 1113 hizo
el mismo Prelado una copiosa donación (2). D. Diego

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. VI.— El administrador que estaba
entonces al frente del Hospital, se llamaba D. Pedro, por sobrenombre Rey
Mancebo.
(2) Lo que en esta ocasión otorgó Gelmírez á Antealtares, fue el
oaractere (ó como diríamos hoy, el derecho de sellar y timbrar, que entonces
I.os DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 147

no omitió el corregirle por todos los medios posibles, y


ensayar varios expedientes para atraerle al buen cami­
no. Ya le reprendía en público, ya privadamente, ya él
en persona, ya por medio de otros. Siete veces lo repren­
dió en el Capítulo conventual, y lo amonestó severamen­
te á mudar de vida. Todo fuó inútil; Pedro se mostraba
siempre dispuesto á hacer todo cuanto el Prelado de él
exigiese, pero al salir del Capítulo volvía A correr cie­
gamente tras el impulso de sus violentas ó insensatas
pasiones.
Cuando las cosas llegaron á tal punto, que, dejadas
pasar, no podían menos de argüir escandalosa complici­
dad, D. Diego .convocó A Capítulo general en Antealta­
res, y citó al Abad para que compareciese A dar razón
de su conducta. Pedro no negó ninguno de los crímenes
que se le imputaban; y sería en vano, porque eran de­
masiado públicos. En su virtud, el Prelado lo exoneró
de la Abadía, y lo privó del ejercicio de todo Orden
sagrado, y para su sustento le señaló una pequeña
tierra.
En el mismo Capítulo fuó elegido un joven de gran­
des prendas, llamado Rodrigo, cuya elección fuó muy
bien vista de todo el Convento. Se obligó al electo á

era uno de los principales signos de exención y señorío) de las tierras que el
Monasterio poseía en las inmediaciones de la actual Noya, entre los ríos
Pala ó Trava y Lusentario, á la falda del monte Erecto con las villas de
Pona (Boa) y Olobre (Obre). Lo da D. Diego en atención á la necesidad
que padecía el Convento, cuyas haciendas con motivo de las guerras que
surgieron á la muerte de D. Alfonso VI (eo mortuo saevissima praelia exor­
tu sunt) habían sido en gran parte destruidas. En cambio de esta donación
recibió Gelmírez la mitad de la villa de Santa Marta, cuya otra mitad ya
era propia de la Iglesia compostelana. (Véase Murguía, D. Diego Gelmírez;
Coruña, 1898; Apéndice).
148 LIBRO TERCERO

jurar que observaría el Instituto monástico y la Regla


de San Benito, y que la liaría guardar puntualmente á
todos sus súbditos. Estos, á su vez, juraron en manos del
Arzobispo obedecer y ser sumisos al Electo. Después de
esto, fue consagrado Rodrigo ante el Altar del Apóstol;
y consagrado, juró guardar obediencia y fidelidad al
Prelado compostelano.
En el Capítulo monacal se corrigieron también algu­
nos abusos, y entre ellos, el de que los Monjes tuviesen
peculio, y que gastasen unos gorros ó sombreros que
desdecían de su hábito y estado (1).
Hacia este mismo tiempo, un grave suceso debió
conturbar grandemente el ánimo de Gelmírez. Visitaba
su Areedianato el arcediano de Trastámara, Arias Mu-
ñiz, y cumpliendo los deberes de tan sagrado acto, pre­
dicaba y amonestaba á todos para que abandonasen sus
vicios, y no desmintiesen con las obras el nombre de
cristianos que llevaban. La gente era díscola é indómi­
ta, y se juzgó molestada por las pláticas y exhortacio­
nes del celoso Arcediano. Proseguía éste en su apostólica
tarea, y el pueblo se obstinaba, cada vez más, en su hos­
til actitud. Las cosas llegaron á tal punto, que amotina­
dos rústicos y caballeros, se apoderaron de la persona
del Arcediano, y después de insultarlo y azotarlo, y
despojarlo de las caballerías y vestidos que llevaban él y
su séquito, lo encerraron en un calabozo.
Tan pronto se tuvo noticia en Santiago del horrible
atropello, convocó D. Diego al Cabildo; y el primer
acuerdo fué hacer en la Iglesia las mayores demostra­
ciones de duelo. Se pusieron en el suelo todos los Cruci-

(1) liist, ComjJo/st.} lib. III, cap. XX.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. GOM POSTELAN A 149

fijos, como se ponen el jueves y viernes santo delante


del Monumento; los Canónigos, vestidos de luto, bajaron
al plano del Coro, y allí, en voz sumisa, recitaron el
Oficio divino; y se fulminó excomunión y anatema con­
tra los habitantes de la comarca.
Era señor de aquel territorio, que comprendía los
tres castillos de San Jorge, Traba'y Ferreira, el. Conde
D. Rodrigo Pérez de Traba; el cual, sabedor de lo
que había ocurrido, mandó al punto poner en liber­
tad al Arcediano y restituirle todo cuanto se le ha­
bía quitado, y se vino apresuradamente á Santiago
para justificarse ante el Arzobispo, el Cabildo y el Ar­
cediano, protestando que no había tenido parte alguna,
ni aún conocimiento, en el atropello. No se le creyó
fácilmente; y para convencer á todos de su inculpabili­
dad, con otros once nobles caballeros, cuyos nombres da
la Compostelana, en el Coro de la Santa Iglesia y sobre
el sagrado texto de los Evangelios, hubo de prestar ju­
ramento de que era verdad todo cuanto decía. Prome­
tió, además, poner á disposición del Arzobispo á los
rústicos que tal insolencia habían cometido contra el
Arcediano, y privar de los préstamos que de él tenían y
excluir de su compañía á los caballeros que habían
tomado parte en el motín (1).
(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XVI.—De este mismo Conde D. Ro­
drigo Pérez, recibió poco después D. Diego en donación para su Iglesia el'
castillo del Faro, ó sea la Torre de Hércules de la Coruña con todas sus
pertenencias. Prometió, ademé-s, dejar á su muerte á la Iglesia, si no tenía
hijos, el castro de Spelunca, ó sea Espenuca, cerca de Betanzos. (Historia
Compostelana, lib. III, cap. XIX).
Como hemos visto en la pág. 125, D. Diego Gelmírez había cedido al
ñey D. Alfonso el castillo del Faro por la tierra de Tabeirós. Es de suponer,
por tanto, que D. Rodrigo Pérez fuese dueño de dicho castillo, por donación
del Monarca.
150 LIBRO TERCERO

Por desgracia, estos y otros atropellos semejantes,


eran entonces harto frecuentes. A un vecino de Santia­
go, no sabemos por qué causa, lo encerró en un castillo
el caballero M. Pérez. Todos los Compostelanos, comen­
zando por el Arzobispo, consideraron aquel hecho como
una atroz injuria á la ciudad, y se les hacían largos los
momentos que tardaban en tomar condigna venganza.
Llevando á su cabeza al Merino del Arzobispo, se lan­
zan impetuosos al asalto del castillo, libran de la prisión
á su conciudadano, y afanosos de hacer un memorable
escarmiento, destruyen el castillo, no dejando de él pie­
dra sobre piedra. El castillo lo había edificado M. Pérez
en la Tierra de Santiago (1).
Motivo perenne de perturbación eran los excesos
que cometían los sayones ó alguaciles al ejecutar los
embargos. Para poner coto á estos abusos, ordenó el
Rey D. Alfonso que se reuniesen en Santiago, bajo
la presidencia del Arzobispo, los principales Magnates
gallegos, y allí acordasen las medidas más conducentes
á tal objeto. Concurrieron los Condes D. Rodrigo Pérez
de Traba, D. Rodrigo Vélaz, D. García Pérez, D. Fer­
nando Yáñez, por sí y por su suegro D. Gómez Núñez,
todos con sus respectivos barones y caballeros, y además
otros muchos principales señores; y decretaron lo si­
guiente:
«Todas las presas y embargos que justa ó injusta­
mente se hubiesen hecho, sean revisados por Jueces
especiales y devueltos en el término de diez días des­
pués de la publicación de este decreto. Se tomará cuenta
á los sayones de los embargos que desde dicho día ejecu-

(1) Hist, Compost.f lib. III, cap. XXIV, pág. 520.


LOS LOS SfGLOS LE ORÓ LE LA I. COMPOSTELANA 151

taren; y si no quisieren darla, tendrán que pagar de lo


suyo las multas. .
»Nadie, desde dicho día, podrá embargar sin algua­
cil; de otro modo, quedará obligado á pagar doble de lo
embargado y, además, GO sueldos.
»A1 que solicitare el auxilio del alguacil, si tiene
bienes bastantes para responder, puede concedérsele; si
carece de bienes, debe dar fianza; y si no pudiere encon­
trar fiador, las prendas embargadas pónganse por nueve
días en depósito, hasta que á cada cual pueda dársele
lo que le pertenezca.
»A los mercaderes que transitan por las tierras, no
puede embargárseles, á no ser que se les pruebe que son
deudores ó fiadores. El que lo contrario hiciere, doble
las prendas, y pague 60 sueldos.
»Aquel, en cuya casa fuere hallado con el robo un
ladrón conocido y convicto, ó entréguelo ó responda al
robado de aquel despojo. Si el dueño de la casa fuere un
pechero, llame á sus vecinos para que le ayuden á coger
al ladrón. Y si el dueño de la casa fuere de mala nota,
justifiqúese á juicio de varones prudentes.
»Si el hijo de algún caballero se metiere con el hurto
ó rapiña en casa de otro caballero, éste retenga en su
poder lo robado ó pida prenda y fianzas por ello, para
que el ofendido pueda recobrar todo lo que es suyo.
Hecho esto, puede dejar libre al hijo del caballero.
»Si el hijo del caballero fuere hallado con el robo en
otro lugar, entonces responda él por sí mismo y quede
sujeto á las consecuencias de su delito.»
Siguen después los nombres de los revisores y jueces
especiales que Gelmírez puso en la ciudad y en los di­
versos distritos de la Tierra de Santiago, como Postmar-
152 LIBRO TERCERO

cos, Noy a, Amala, Montaos, Dubra, Cornado y Vea, y la


declaración jurada que hicieron los Señores de poner
también en sus jurisdicciones revisores y jueces espe­
ciales (1).
Mas tratándose de los Magnates de entonces, el peli­
gro de perturbación siempre subsistía, máxime en los
casos en que una tentación fuerte los solicitaba. A los
tres días de celebrarse esta Junta, uno de los individuos
que á ella habían concurrido, D. García Pérez de Traba,
tuvo noticia de que, procedente de Inglaterra y Lorena
había arribado al puerto de Padrón un gran cargamen­
to de riquísimas mercancías, cuyo valor ascendía á la
fabulosa suma de 22.000 marcos de plata. No queriendo
dejar pasar aquella ocasión con que se le brindaba para
hacerse dueño de objetos de tanto valor, esperó á los co­
merciantes en el camino de Padrón á Santiago y los
desbalijó de todo cuanto llevaban. Llegada á Santiago
la noticia de lo ocurrido, D. Diego Gelmírez manda
armar sus milicias, convoca á los burgueses compos téla­
nos para que alisten las suyas, y sin perder tiempo, lle­
vando al frente á Pelayo Curvo, que era el jefe de la
hueste del Arzobispo (2), salen todos en persecución de
salteador tan calificado, le dan alcance en los montes á
donde él se había retraído con la presa, y después de
rudo y áspero combate, rescatan todo cuanto había sido
apresado. Traen á Santiago todo el convoy disputado, y
además á varios prisioneros de la mesnada de D. Gar­
cía y los trofeos de la victoria, consistentes en veinte ca­
balgaduras entre mulos, mulas y caballos, sables, escu-
(1) Bist Compost., lib. HI, cap. XVII.
(2) Pelayo Curvo era hijo del gran Caballero D. Fernando Yafiez, uno
do los asistentes á la Junta, y estaba casado con una sobrina de Gelmírez.
................ -- T
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. tiOMPOSl’KLAÑA Í53

(los y otros muchos despojos. El Arzobispo hizo entregar


á.cada uno de los corresponsales y factores todo cuanto
le pertenecía (1).
La hacienda de la Iglesia continuó siendo una de las
atenciones preferentes de D. Diego. En el tomo III, ca­
pítulo IX, página 248, hemos visto que Grunza Eriz y
Arias Gíundesíndez habían donado á Santiago dos cuar­
tas partes del monasterio de San Pelayo de Circitello (Sa-
bugueira). Impugnaba esta donación el Conde D. Ber-
mudo Suárez con toda su parentela, alegando que dicho
monasterio estaba incluido en su herencia. Después de
muchos alegatos y contestaciones, entrevistas y confe­
rencias, se vino al fin á un arreglo, por el cual al Conde
y á los suyos sé adjudicó la mitad del monasterio con
sus pertenencias, y la otra mitad quedó para la Iglesia.
De todo ello se otorgó un documento en dos tantos, uno
para cada parte, guardándose en el Tesoro el propio de
la Iglesia (2).
Mas en esto se presentó en tercería el anciano Ber-
mudo, Abad que era de dicho monasterio, protestando
que era de su propiedad. A pesar de sus años, se encami­
nó á la Corte con los títulos de su pertenencia; y D. Al­
fonso VII que oía á todos, y á todos obligaba á guardar
justicia, escribió una carta á D. Diego Gelmírez, redac­
tada en romance, como los muchos diplomas menores
que se expidieron después, pero con terminaciones lati­
nas. Habíase compadecido el Monarca del estado poco
halagüeño del anciano Abad, y consideró por lo menos
equitativo que en los últimos años de su vida no se le

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XVIII.


(2) Hist. Compost., lib. IT, cap. XC,
154 LIBRO TERCERO

privase de lo que él pretendía ser suyo. Por eso manda


que sea reintegrado en su heredad, y que si Bermudo
Suárez tiene algo que alegar, venga ante él á producir
sus razones. Encarga á D. Diego que lo ampare en su
posesión; advirtiéndole que si él no quisiere ampararlo,
nombrará él otra persona que lo haga en regla. (Etsi vos
nolueritis eum amparare, ego coynmendabo eum alteri, qui eum
bene amparet).
Vuelto el Abad, presentó á D. Diego la carta del
Rey; y receloso de que el Prelado se hubiese ofendido
de su queja, le rogó humildemente que le cediese, duran­
te su vida, el monasterio; pues él le prometía dejárselo
libre á su muerte (1).
En el Obispado de Astorga poseía la Iglesia de San­
tiago varias heredades, que en su mayor parte, por efec­
to de las guerras, estaban usurpadas ó abandonadas.
El 2 de Noviembre de 1128 celebró D. Diego un con­
trato con Juan Cidici ó Cid, vecino de Cacabelos, el cual
se obligó á recobrar y á cultivar todas las heredades de
la Iglesia, dando de los frutos la tercera parte, reservan­
do él para sí las otras dos partes. De los Votos de San­
tiago que debían pagarse por dichas heredades, y por
las de que él era dueño, se obligó á pagar las dos terce­
ras partes, quedándose él con la tercera (2).
Pero de poco serviría que, mientras viviese D. Die­
go, la hacienda de la Iglesia estuviese perfectamente
deslindada y administrada, si después en la vacante
quedaba expuesta á la rapacidad de gente extraña y co­
diciosa. Porque sucedía, que al fallecer el Prelado, los

(1) Hist. Compost., lib. II, cap. XCEII.


(2) Hist, Compost., lib. III, cap. IV.
LOS DOS SKILOS DE ORO DE LA 1. COMPOSTELANA 155

Reyes designaban uno ó más caballeros, que á título de


Vicarios administraban en lo temporal la Diócesis; y so­
lían hacerlo de tal manera, que la administración so
convertía en dilapidación. Esto ocurría aunque se nom­
brase Vicario á una persona eclesiástica, como cuando
se nombró á Gelmírez en la vacante de D. Dalmacio;
porque los Merinos ó funcionarios regios se entraban en
las jurisdicciones de la Iglesia y disponían de vidas y
haciendas á su antojo. D. Diego deseaba vehementemen­
te evitar este peligro que amenazaba á los bienes de su
Iglesia, y librar á la misma de tal vejación; pues en rea­
lidad la administración temporal de la Diócesis en tales
casos debía ir á parar al Cabildo, como iba la espiritual.
Ya dé la Reina D.a Urraca había solicitado D. Diego
una declaración en este sentido; y aunque ya el Carde­
nal de San Félix, Pedro Díaz, por encargo del Prelado
había extendido el Diploma, sobrecogida la Reina por
la muerte, no pudo autorizarlo con su firma.
Renovó D. Diego con el mismo ardor sus instancias
ante el Rey D. Alfonso; y al fin consiguió el Diploma
que deseaba, el cual se otorgó en Segovia á 25 de Mayo
de 1128. En él, D. Alfonso VII decreta, que en caso de
vacante, la Iglesia y toda la Tierra de Santiago quede
y permanezca á libre disposición del Cabildo hasta tan­
to que sea nombrado el nuevo Arzobispo. (Tota Ecclesia
et omnis ejus honor in ejusdeyn Ecclesiae Canonicorum arbitrio
et dispositione quiete et absque ulla invasione permaneat et con­
sistat, donec digna et sancta atque religiosa ab ipsis Canonicis
Archiepiscopi fiat electio) (1).
El mismo interés que Gelmírez mostraba en la con-

(1) Ilist, Compost., lib. II, cap. XCI y XCII,— Tumbo A, fol. 52 vuelto,
156 LIBRO TERCERO

servación y aumento de la propiedad inmueble de su


Iglesia, lo hacía ver en el afán de adquirir, cuando la
ocasión se le presentaba, riquísimas alhajas ú objetos del
más preciado valor. Aconteció que el Rey D. Alfonso,
falto de recursos, envió á vender en Santiago un riquísi­
mo cáliz valuado en 700 maravedises de oro. El cáliz
llegó á tiempo en que el famoso Tesorero D. Bernardo
se disponía á salir en peregrinación para Jerusalén. Gel-
mírez, que veía con disgusto este largo viaje de D. Ber­
nardo, por lo necesaria que era su presencia para las
obras de la Iglesia, trató de disuadirlo, proponiéndole que
las limosnas que él había de dar por su mano al Santo
Sepulcro y á los otros Lugares Santos, las enviase por
personas de su confianza, y que lo que había de gastar en
el viaje lo emplease en algún precioso ornamento para
servicio de Dios y de su Apóstol. Tan pronto Grelmírez vió
el cáliz, que había traído de Toledo Albertino, secretario
del Rey, ya no quiso que el Tesorero se ocupase en buscar
otra joya que pudiera servirle de conmutación. En efec­
to, D. Bernardo pagó por el cáliz cien marcos de plata
purísima, ó sean 4.000 pesetas —que dado el valor que
entonces tenía la plata con relación al actual, monta­
ban una suma considerable;— y en el Cabildo recibió del
Arzobispo la absolución de todos sus pecados, como solían
recibirla los peregrinos de Jerusalén. Como obra expia­
toria se le encomendó también el proseguir con la direc­
ción de toda la obra de la Iglesia de Santiago (1).
El mismo Tesorero, hallándose en Toledo, vió en la
Catedral una jarra de cristal de roca, primorosamente
labrada. Sabía que el Arzobispo D. Raimundo la tenía

(l) Hist. Compost., lib. III, cap. VIII.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 157

en mucha estima; y por eso no se atrevió á pedírsela; pero


D. Bernardo estaba encantado de la alhaja. Habló al
Bey para que se la pidiese al Arzobispo, contando con
que después se la diese D. Alfonso, como así sucedió.
13. Bernardo, así que se vió dueño de la jarra, la envió
á su Iglesia con otra más pequeña, pero no de menor
mérito. Por el mismo tiempo D. Diego regaló á su Iglesia
un cáliz de la misma clase que las jarras, y que competía
con ellas en valor y mérito artístico (1). «¡Oh varón
próvido y venerable! —exclama aquí con razón el redac­
tor de la Compostelana— ni en lo próspero, ni en lo adverso
se olvidó jamás del decoro y exaltación de su Iglesia!»
Por este tiempo el Bey D. Alfonso I de Aragón,
quizás para desagraviar á esta Iglesia de las vejaciones
que le había hecho sufrir en sus personas y en sus bie­
nes, le regaló una gran lámpara de plata con siete re­
ceptáculos para siete luces, simbolizando los siete dones
del Espíritu Santo. De estos siete receptáculos había
uno que era mayor y estaba en el centro; los otros esta­
ban en la circunferencia, y cada uno tenía á los lados
dos imágenes esculpidas de los Apóstoles (2). El aceite
con que se alimentaban estas lámparas, no sólo era el
extraído de la oliva, sino también el de otras plantas
aromáticas, como el bálsamo, el mirobalano, etc.
A todo esto añadió Gelmírez un precioso accesorio
al altar, que entonces podría considerarse como una in­
novación (3). Nos referimos al retablo (tabula retro altaris),

(1) Hist. Com¡)ost., lib. III, cap. IX.


(2) Véase tora, III, Apéndices, mira. II, §. XVI.
(3) Como es sabido, antes del siglo XII, sobre los altares no solían
ponerse más objetos que los precisos para el Sacrificio. Aún este retablo
apenas tendría de alto más que un metro.
158 LIBRO TERCERO

cuyo dibujo probablemente daría el Tesorero D. Bernar­


do. Colocóse sobre la mesa del altar hacia el año 1135,
y allí permaneció hasta fines del siglo XVII, en que sin
duda se fundió para las obras de argentería que actual­
mente adornan el Altar mayor. Veíase en él, en el cen­
tro, al Salvador, y á los lados á los doce Apóstoles. El
Fabriquero, Sr. Vega y Verdugo, hizo, á mediados del
citado siglo, un ligero diseño de esta riquísima pieza,
que entonces debía estar ya muy averiada (1). Según la
Compostefana (2), estaba adornada con cosas antiguas
(antiquitatibus laboratam), y su mérito artístico superaba
al valor de la materia. Estas antiquitates acaso fuesen
piedras talladas, y principalmente, camafeos.
Por este tiempo imprimió también Grelmírez gran
actividad á las obras del claustro, que hasta entonces
habían marchado con bastante lentitud. Los planos y
dibujos de esta importante obra, se deben, sin duda, al
Tesorero D. Bernardo, que era el Arquitecto, ó como
entonces se decía, el Maestro de la Obra de la Catedral.
A juzgar por los escasos restos que del claustro se con­
servan, su ornamentación —la de los capiteles y archi-
voltas— era especialísima, y consistía principalmente'en
follajes, flores, capullos, tallos ondulantes, galones perla­
dos maravillosamente modelados y combinados con el
mayor gusto y delicadeza. Debía notarse en él la estu­
diada ausencia de representaciones grotescas, fantásti­
cas ó historiadas, que tanto abundaban en los claustros
de aquella época, como los de San Pedro de Moissac, de

(1) Véase el grabado de la página 159.


(2) Hist. Compost., lib. III, cap. XLIV.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 159

Santo Domingo de Silos, de San Pedro de la Rúa de


Estella, de Tudela, etc...
Sin duda para dar mayor impulso á estas obras, en
18 de Marzo de 1181, otorgó D. Alfonso Vil al Maestro
y oficiales de la Obra de Santiago un Diploma, por el
cual les confirmaba sus privilegios y exenciones en la
forma que más les hubiese favorecido desde que so co­
menzó la obra, «Les eximo, dice D. Alfonso, de que va-

Retablo argénteo del Altar mayor de la Catedral de Santiago,


según el dibujo do Vega y Verdugo.

yan en fonsctdo, y de que paguen fonsadcra, ó cualquiera


otro pocho por cualquiera voz que sea, á no ser por deli­
to que hayan cometido. Y de tal modo acoto sus casas
y posesiones, que ni el Mayordomo de la Tierra, ni nin­
guna otra persona, podrá entrar en ellas por ninguna
voz, y menos embargarles nada; pues el Maestro es el
encargado de contestar por ellos á toda demanda, y asi- .
mismo de recibir por ellos las satisfacciones que se les
deban. Y gocen tal fuero, como el mejor que tuvieron
160 LIBRO TERCERO

desde que se comenzó la obra. Y esto se lo otorgo con


consentimiento del Arzobispo D. Diego y do los Canóni­
gos de la misma Iglesia» (1).
Entonces era Maestro de la Obra el Tesorero Don
Bernardo; pero ocupado como á la sazón se hallaba con
el cargo de Canciller del Rey, tendría en su lugar un
substituto, que sería el jefe inmediato de los oficiales de
la Obra.

(1) Véanse Apéndices, núm. VI.—Véase Fueros Municipales de San­


tiago y de su Tierra, tom. I, cap. VII, pág. 90 y siguientes.
CAPITULO VIII
Concilio de Falencia.—Venida del Cardenal Huberto,
Legado de la Santa Sede.—Concilios de Carrión y
XIV de Santiago.—Miembros ilustres del Cabildo
compostelano en esta época.

L encargarse Don
Alfonso VII defi­
nitivamente del
gobierno del Rei­
no, halló á la na­
ción desquiciada
efecto de las gue­
rras y de las con-
tianus discordias civiles. A fin de restablecer los
disueltos vínculos sociales, y armonizar los inte­
reses de las diversas clases y estados, y sentar las
bases de una recta y sabia administración, con­
vocó á Concilio en Falencia para la primera Do­
minica de Cuaresma (3 de Marzo del año 1129) á
los Arzobispos, Obispos, Abades, Condes, Magna­
tes y Caballeros do su Reino. La celebración del
Tomo IV.-ll.
162 libro tercero

Concilio hubo de aplazarse para la Dominica cuarta de


Cuaresma; y Gelmírez, que ya se había puesto en cami­
no á la primera convocatoria, volvió de nuevo á ponerse
en viaje para no faltar á la segunda. En Astorga, León
y Sahagún, fue ya recibido con gran pompa y aparato;
pero al aproximarse á Falencia, vió un gran concurso
de Obispos y Magnates que salían á su encuentro para
tributarle toda clase de respetos y consideraciones. En
Falencia, puede decirse que quien con él se mostró más
deferente, fué D. Alfonso VII. Después de la porfía que
tuvieron Rey y Arzobispo, sobre cuál de los dos había
de ir al hospedaje del otro, D. Diego, al fin, consintió en
que el Rey viniese á su posada. En la entrevista, D. Al­
fonso le expuso, en pocas palabras, cuáles eran sus pro­
pósitos acerca del Concilio, y le encomendó, según la
Compostelana, la elección de los asuntos que habían de
tratarse, y el orden que debía seguirse en la discusión y
en la redacción de las Actas, y esto aunque se hallaba
presente el Arzobispo de Toledo, que se intitulaba no
sólo Primado, sino Legado de la Santa Sede. En una
sesión previa, que Gelmírez tuvo en su casa con el Arzo­
bispo de Toledo y los demás Prelados, se señalaron los
puntos que debían someterse á la deliberación de los
« Padres, y las decisiones que debían recaer sobre dichas
materias. Quedó también convenido que en la Misa so­
lemne con que había de cerrarse .el Concilio, el Arzobis­
po de Santiago predicase el sermón, y publicase las de­
cisiones conciliares (1).
(1) Hist. Compost., lib. III, cap. VII.—He aquí, en resumen, los
Cánones del Concilio de Falencia, según los trae la Compostelana.
1. Que nadie acoja y retenga en su casa á ningún traidor público,
ladrón, raptor, perjuro ó excomulgado.
2. Que nadie posea nada dentro de los 84 pasos alrededor de cada
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 163

Después del Concilio, obtuvo D. Diego del Rey un


Diploma por el cual prometió dar á la Iglesia de San­
tiago el Señorío de Mérida, tan pronto esta ciudad fuese
recobrada de los Moros (1).
Seguidamente nuestro Arzobispo quiso despedirse
del Rey; pero hubo de acompañarlo á Carrión, porque

iglesia, ni que tampoco ejerza allí, acto alguno jurisdiccional sin autoriza­
ción del Vicario del Obispo.
3. Que no se admitan ni las oblaciones, ni los diezmos de los exco­
mulgados.
4. Que los Señores de las tierras sin justo motivo no fatiguen á los
pueblos con nuevas imposiciones.
5. Que las iglesias no se den á los seglares, ni en préstamo, ni en
administración.
6. Que se expulse á las concubinas públicas de los Clérigos.
^ 7. Que se restituyan á las Catedrales y Monasterios todas las iglesias,
.* heredades y siervos que les hayan sido usurpados.
8. Que los Monjes vagos sean compelidos á volver á sus Monasterios,
y que los Obispos no pueden retenerlos sin licencia de su respectivo Abad.
9. Que ningún excomulgado en una Diócesis, sea admitido en otra.
10. Qjie los adúlteros é incestuosos sean separados.
11. Que dos Clérigos no reciban las iglesias de mano de los legos, ni lo
consientan los Vicarios de los Obispos.
12. Que los Obispos procuren la concordia entre todos sus diocesanos.
13. Que se destierre ó se encierre en un Monasterio al que moleste k
los Clérigos ó Monjes, viajeros, mercaderes, peregrinos y túujeres.
14. Que no se pague portazgo, sino en los sitios de costumbre.
15. Que no se roben, ni embarguen los bueyes.
16. Que todos sirvan al Rey con lealtad.
17. Que no se imponga á los Clérigos el servicio de las armas, ni nin-
gun otro ejercicio incompatible con los Cánones.
18. Que los seglares no perciban las tercias de las iglesias.
19. Que se excomulgue y que se arranque los ojos á los monederos
falsos.
(1) El Diploma fué despachado en Falencia á 26 de Marzo de 1129.
(Véase Hist. Compost., lib. III, cap. VII, pág. 486). Hállase inserto tam­
bién en el Tumbo A, fol. 46 vuelto.
164 LIBRO TERCERO

así se lo pidió D. Alfonso. Desde aquí retornó á Santia­


go, á donde llegó el sábado de Ramos, 6 de Abril, sien­
do recibido con grandes aclamaciones (1).
Empero, estas donaciones de D. Alfonso no eran del
todo desinteresadas. A mediados de este año, 1129, vino
á Santiago, y se detuvo en nuestra ciudad cinco sema­
nas. Halló tan gravemente enfermo al Arzobispo, que
nadie esperaba más que un funesto desenlace. Esto fué,
sin duda, lo que detuvo tanto tiempo en Santiago á Don
Alfonso; y Gelmírez, cuando convaleció, debió augurar
mal de tal visita. Y en efecto, no se hizo esperar un
aviso que el Rey le envió por su Secretario Albertino y
su Merino Rodrigo Bermúdez, diciéndole que so hallaba
muy necesitado de dinero, y que, por tanto, le pedía
algún socorro. Gelmírez le entregó 70 marcos de plata;
y para verse libre de estas importunidades, que ya se
iban haciendo muy frecuentes, pactó secretamente con
él darle todos los años cien marcos de plata, de los cua­
les había de ser reintegrado por completo el Prelado
cuando el Reino estuviese apaciguado y tranquilo (2).
Otra cosa hizo D. Alfonso que quizás no pasase de
un amago y una amenaza al Arzobispo. Quiso privar á
la Iglesia del derecho que tenía de acuñar moneda, según
el Diploma que sobre el particular le había otorgado Don
Alfonso VI (3). Gelmírez se opuso con todas sus fuerzas á
tal intento; y para hacer ver al Rey cuán sin razón pro­
cedía, hizo leer en su presencia y en la de los que por
acaso se hallaban en la Iglesia, el citado Diploma, que

(1) Hid. Compost., Hb. III, cap. VII, p&g. 487.


(2) Hist. Compost., Hb. III, cap. XII.
(8) Véase tom. III, cap. XI.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 165

estaba depositado en el Tesoro. D. Alfonso se dio por


satisfecho; y tanto fué así, que confirmó y subscribió
por su propia mano el Diploma de su abuelo (1).
En Otoño de este año 1129, llegó á España el Lega­
do a latere, cuya venida había anunciado repetidas veces
el Papa Honorio. Después de recorrer varios pueblos de
la Península, vino á Santiago, en donde se detuvo ocho
días; bajó luego á Portugal, y de aquí se encaminó á
Carrión para conferenciar con el Rey D. Alfonso. Resul­
tado de esta entrevista, fué la convocatoria para un
Concilio nacional que debía celebrarse en esta misma
villa el 4 de Febrero del año próximo. D. Diego Celmí-
rez fue invitado de un modo especial por el Rey y el
Cardenal Legado; y aunque no del todo restablecido de
la gravísima enfermedad que le aquejara, emprendió el
viaje con un numerosísimo y escogido séquito. En León
le salió al encuentro, primero, el Rey D. Alfonso con los
Magnates de su Corte, y después, el Obispo de dicha
ciudad con su Clero. Hospedóle el Rey en su palacio; lo
obsequió espléndidamente; y después de comer, se retiró
con él á un cuarto reservado para conferenciar secreta­
mente sobre varios asuntos de política, y además, sobre
la validez del matrimonio que había contraído con la
Princesa D.a Berenguela. Rogóle D. Alfonso que si se
suscitaba esta cuestión en el Concilio que estaba para
celebrarse, tomase la palabra en su defensa (2).

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XIII.


(2) Aquí opone Flórez una grave dificultad á este pasaje de la Com~
postelana; y es que del parentesco de D. Alfonso con D.a Berenguela no se
baila mención alguna entre los escritores de aquel tiempo; ni es creíble que
81 el impedimento existiese, lo hubieran disimulado los Padres del Concilio.
Que pudiese haber algún parentesco, es muy verosímil; porque entre lít
166 LIBRO TERCERO

De León al día siguiente pasaron á Sahagún, y des­


pués á Carrión, en donde los esperaban los Obispos con­
vocados. El Arzobispo de Santiago se hospedó en el mo­
nasterio de San Zoil; y al otro día celebró una conferen­
cia secreta con el Rey D. Alfonso, el Cardenal Legado
Huberto y el Arzobispo de Tarragona S. Olegario.
Esta conferencia sirvió como de sesión preparatoria; y
en ella tanto el Rey, como el Cardenal Legado, enco­
mendaron á D. Diego la dirección del Concilio y el se­
ñalamiento de los puntos que debían tratarse y definir­
se. Abrióse el Concilio el 4 de Febrero de 1130 en la
Iglesia de San Zoil; y en él fueron depuestos los Obispos
de León, Salamanca y Oviedo, y el Abad de Samos.
Para la Sede Legionense fue nombrado el Cardenal de
Santiago, D. Arias Gundesíndez, y para la de Salaman­
ca el Canónigo compostelano D. Alonso Pérez. < Glorio­
so día, observa aquí el P. Flórez (1), para la Iglesia del
Apóstol, en que dos de sus Capitulares fueron ascendi­
dos á Obispos.»
Antes de despedirse, solicitó y obtuvo D. Diego del
Rey dos gracias; la de que se le acotasen las dos villas
de Cacabelos y Lendicos (Lédigos) que eran propias de

casa de Borgoña á que por su padre pertenecía D. Alfonso, y la casa de


Provenza á la que por su madre pertenecía D,a Berenguela, debió de haber
de antiguo algunos enlaces matrimoniales. Lo que hay es que el parentesco
debía ya ser lejano, fuera del quinto grado, aunque dentro del séptimo.
Según la Legislación canónica entonces vigente, los matrimonios verifica­
dos dentro del séptimo grado, eran nulos; pero ya hemos visto en el tomo II,
capítulo XXVI, página 514, que el Concilio compostelano del año 1063,
dispensaba con los consanguíneos fuera del quinto grado, con tal que estu­
vieran ya casados. Este quizás sería el caso de D. Alfonso VII, y por eso
recurrió á la mediación de Gelmírez.
(1) Esp. Sagr., tom. XIX, pág. 308,
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 167

la Iglesia compostelana, prohibiendo que ningún algua­


cil, ni funcionario público entrase en ellas para ejercer
actos de jurisdicción sin licencia de los ministros del
Prelado de Santiago (1); y la de suministrar una renta
anual de aceite suficiente para tener iluminada la Igle­
sia durante el invierno. En esta estación no eran tan
numerosas las peregrinaciones, y la cera que traían los
peregrinos no bastaba para iluminar la Iglesia. Para
suplir esta falta, donó D, Alfonso una heredad cerca de
Talayera, en la provincia de Toledo, que produjese
próximamente tanto aceite cuanto se necesitaba para
dicho objeto. D. Diego comisionó á los Canónigos Pedro
Estévez y Fernando Pérez para que tomasen posesión
de dicha heredad, y la arrendasen á alguna persona de
Talavera. que se encargase de recolectar el aceite y con­
ducirlo á Santiago (2).
A lo que parece, D. Diego aún se detuvo bastante
tiempo en Castilla, pues el Diploma sobre Cacabelos
está fechado en 22 de Febrero de 1130. Sin embargo, en
Santiago era esperado con ansia, como lo demuestran el
entusiasmo y los festejos con que fué recibido.
A los pocos días ya hubo que comenzar los prepara­
tivos para otra gran solemnidad. Era la consagración
del Electo de Salamanca, que conforme á los deseos del
Rey D. Alfonso, debía hacerse en Santiago por su Me­
tropolitano D. Diego Gelmírez (3). Fueron invitados los

(1) La hermana del Rey D.a Sancha, donó también loque le corres­
pondía por razón de infantazgo, en la villa de Carracedo. (Véanse Apén­
dices, número VII, pág. 20).
(2) Hist. ComposL, lib. III, cap. XIV, pág. 499.
(3) La consagración del Electo Legionense, por la exención de que
gozaba esta Sede, estaba reservada al Papa.
168 LIBRO TERCERO

Obispos de Mondoñedo, Lugo, Ávila, Oporto y Tuy, y


los Abades de toda la provincia eclesiástica. Celebróse
la augusta ceremonia con indecible pompa y júbilo, la
segunda Dominica después de Pascua (13 de Abril
de 1130). En los tres días siguientes se celebró un Con­
cilio, en que fueron publicadas las decisiones del Conci­
lio de Carrión y quizás también las del Concilio de
Falencia, cuyo resumen hemos dado en la nota de las
páginas 162 y 163; y por su parte el Arzobispo compos-
telano propuso otros varios acuerdos que aconsejaba el
bien y la utilidad de la Iglesia, los cuales todos fueron
aceptados y confirmados por la numerosa asamblea. Un
solemne Tedéum puso fin á la reunión, que fuó una de
las últimas que Gelmírez piído celebrar bon tanto apa­
rato (1).
La mención de los dos Canónigos nombrados en un
mismo día Obispos, nos brinda á que nos detengamos al­
gún tanto en dar á conocer á algunos de los miembros
más conspicuos del Cabildo compostelano. La memoria
del Deán D. Pedro, sobrino de Gelmírez, cesa en el
ano 1121. Acaso habría fallecido en Francia, en donde
se hallaba en dicha fecha. Sucedióle D. Pedro Helias, el
cual en una escritura del monasterio de Sobrado de 25
de Agosto de 1122, firma ya como Deán (Decanus Domi­
no Petro Elias).
El Cardenal mayor, D. Pedro Gundesíndez, perma­
neció siempre constante en su afecto y devoción á Gol-
mírez.
Otro Cardenal, D. Pedro Fulcón, desempeñó por en­
cargo del Prelado y del Cabildo, comisiones dificilísimas

(1) Eist. Compost., lib. III, cap. XV,


LOS DOS SIGLOS DE ORÓ DE LA I. COMPOS L'ELVNA 169

y penosas. Estuvo ausente largo tiempo en la Corte


Pontificia, y parece que por esto el Cabildo quiso des­
contarle parte de su asignación. Mas el Papa Inocen­
cio II desde Pisa, á 27 de Diciembre (de 1135), escribió
á D. Diego Gelmírez dándole gracias por los beneficios
que había hecho al Cardenal Fulcón, y mandándole que
se le restituyese lo que se le había descontado, toda vez
que era persona leal y muy adicta, y había estado varias
veces en la Corte Romana sirviendo y trabajando por
su Prelado. (Qui pro tuo honore atque servitio in Roma­
na Ecclesia saepius laboravit, Ubique valde fidelis et devotus
existit) (1).
Al Cardenal D. Arias G-undesíndez, que durante
cinco años (1130-1135) gobernó con suma prudencia la
Diócesis legionense, sucedió en la misma Sede otro Ca­
nónigo compostelano, D. Pedro Anaya, el cual, á lo que
parece, era natural de Santiago y tenía su casa de mo­
rada cerca de la fuente de San Miguel (2). Deseando
D. Diego Gelmírez consagrar Obispo á este Canónigo de
su Iglesia, pidió al Papa autorización para ello, toda
vez que la Sede legionense era exenta. Inocencio II le
contestó que tal concesión podía dar margen á que se
menoscabasen los derechos de la Santa Sede, y que por
tal motivo no la consideraba conveniente (3). Sólo cua­

ti) ffist. Compostlib. III, cap. XLV. —En el mismo capítulo trae la
Compostelana otra carta, que está sin concluir, del Cardenal romano Guido,
haciendo la misma recomendación en favor del Cardenal compostelano.
(2) ffist. Compost., lib. II, cap. LIV, pág. 370.—De D. Pedro debía
de ser hermano el Alfonso Anaya que con su esposa D.ft Adosinda Menén-
dezen 23 de Diciembre de 1149, fundó el hospital de San Lázaro, cerca
de Santiago.
(3) ffist. Compost., lib. III, cap. XLV,
170 LIBRO TERCERO

tro años ocupó’D. Pedro Anaya la Sede Legionense, des­


de‘ el 1185 al 1139 en que falleció.
j 4 , * \/
Otro Cardenal, D. Martín, ejercía, por delegación de
B.* Diego Geímírez, el cargo ¿de Capellán mayor del
Rey. A fines del año. 1132, ó,á principios del siguiente,
íuó promovido á la Sede Episcopal de Orense, y continuó
llamándose Cardenal de Santiago. Con esto pudo Gel-
mírez contar á un tiempo cinco Obispos que habían sido
Canónigos de su Iglesia.
Al antiguo Tesorero, D. Munio Alfonso, después
Obispo de Mondoñedo, ya lo hemos citado varias veces
en el curso de nuestra narración. Por su nada común
ilustración, mereció que Geímírez le encomendase, en
unión con el Arcediano D. Hugo, la redacción de la His­
toria Gompostelana, la cual es, $in disputa, uno de los mo­
numentos literarios más notables de la época. Luego le
veremos buscando en Compostela un lugar retirado, en
donde pudiera hallar la tranquilidad por que suspiraba
su espíritu agitado por las persecuciones de que había
sido objeto en su Diócesis. Falleció, lo mismo que su
compañero el Arcediano y Obispo de Oporto, D. Hugo,
en el año 1136, y fué sepultado cabe los muros de la
Iglesia compostelana.
El Chantre Pelayo Abad, que había sido notario de
D. Diego Gelmírez y después lo fué de D. Pedro Helias,
dejó perpetuado su nombre en la siguiente inscripción
grabada sobre una piedra de la iglesia de Santa Salomó
de Santiago:
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 171

AD KNOKE DI ¥: SM VUÍÍS ? 5-I-APU ¥


m S-iM SAsjVE. • PEIAWSiftBÁ ECC€/:B*K&NTR (*)

No sabemos si la obra á que se refiere esta lápida, es


de toda la iglesia, ó de parte de ella.
Del Maestrescuela Gerardo ó Giraldo, sabemos que
fué uno de los miembros del Cabildo más activos, celo­
sos é ilustrados. Se le atribuye la continuación de la
Compostelana desde el año 1113 hasta el fin (1); pero á
nuestro juicio, su trabajo en esta Historia no debió pasar
del año 1124 ó 1125. Échase de menos en la narración
de los sucesos acaecidos después de dichos años, la ver­
bosidad y facundia de Gerardo, y el método que él se­
guía en la exposición de los hechos. Pero más que esto,
muévenos á pensar que Gerardo, por muerte ó ausencia,
cesó en la redacción de la Compostelana, el ver que cuan­
do antes su nombre figuraba á cada paso en las comi­
siones nombradas para los asuntos de la Iglesia ó del
Prelado, desde entonces desaparece por completo (2).

(*) Ad honorem Dei et Sancte Marie Virginis et Sancti Iacobi Apos­


toli et matris Sancte Marie Salome, Pelagius Abbas Ecclesie beati Iacobi
Cantor.
(1) Flórez, Noticia previa de la Historia Compostelana, número 7.
(2) En lo sucesivo, varias manos debieron de intervenir en la redacción
úe la Compostelana, pues no de otro modo podría fácilmente explicarse el
que algunos hechos aparezcan repetidos dos ó tres veces.
Desde el capítulo XLVI del libro III se escribió muerto ya Gelmírez;
porque desde allí, página 568, se le llama padre de veneranda memoria (pa­
ter venerandae memoriae).
172 LIBRO tercero

Si es el Geraldo que escribió algunos Diplomas de Don


Alfonso VII, no nos atreveremos á decirlo.
Debió sucederle en la Maestrescolia, no sabemos si
inmediatamente, él Maestro Ttainério, Clérigo natural
de Pistoya, en Toscana, que había estudiado en Quinto-
nía, ciudad de Inglaterra, y que por último había venido
á Compostela, en donde Gélmírez le confió, hacia el
año 1134, el cargo y prebenda de Maestrescuela. De él
quizás sean los últimos capítulos de la Historia Composte-
lana, á contar desde el cuadragésimosexto; porque en
ellos se advierte la tendencia propia de Rainerio de
exornar su narración con símiles tomados principalmen­
te de la Sagrada Escritura. De Rainerio se conservan
varias cartas escritas al Obispo de Pistoya S. Attón (1).
En una carta que le dirigió un autor coetáneo, que cita
el P. Cuper, se le llama Cardenal QomposteJano. Según
esto, debió de ordenarse de Presbítero en Compostela.
De todos modos, ó debió fallecer á los pocos años, ó de­
bió residir poco tiempo en nuestro país, porque su nom­
bre apenas aparece en las Escrituras de aquel tiempo.
Entre todas las del Cabildo en aquella época, se
destaca la persona del Tesorero D. Bernardo. Él era ar­
quitecto, escultor, pintor, mecánico, gran calígrafo y
experimentado diplomático. Aparte de las obras que
como Maestro dejó en la Catedral, y de la maravillosa
fuente que construyó en la plazuela del Paraíso, nos
fijaremos en el Tumbo ó Cartulario, á que dió comienzo en
el año 1129, y que por dicha se conserva en el Archivo

(1) Pueden verse en el tomo III de Italia Sacra de Ughelli, ó en el


tomo VIII, de Julio, de Acta Sanctorum.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA « 173

de la Iglesia, y constituye la más preciada de sus hoy


contadas joyas.
En el proemio nos revela D. Bernardo cuál íué su
objeto al hacer compilar el Tumbo, y qué plan se propo­
nía guardar en la compilación. Respecto de lo primero,
dice: «Por cuanto muchos de los Diplomas de esta Santa
Iglesia estaban ya muy gastados por su gran antigüe­
dad, y otros muchos, por negligencia ó incuria de los
custodios, desaparecían, D. Bernardo, Tesorero de esta
dicha Iglesia, consideró útil y necesario trasladar y
reunir en un cuerpo todos los referidos Diplomas, para
que los que por lo viejos estaban ya gastados, por medio
de la transcripción pudiesen renovarse, y los que estaban
expuestos á perderse, pudieran mejor conservarse.»
Según su plan, el Tumbo debía dividirse en cinco
libros: el primero, dedicado á los Diplomas de los Reyes,
con este título: Incipit líber de regalibus testamentis; el se­
gundo, intitulado: Inóipit líber de consularibus testamentis,
debía contener los Diplomas de los Condes; el tercero,
con el título: Incipit liber de archiepiscopalíbus et episcopalibus
testamentis, era el destinado para los Diplomas de los Ar­
zobispos y Obispos; en el cuarto, cuyo título era: Incipit
líber de testamentis minorum potestatum et aliorum hominum,
qui potestates non fuerunt, et tamen ecclesie bti. lacobi apostoli
benefacere decreverunt, se contenían las donaciones de los
Señores, Caballeros y burgueses; el quinto, estaba reser­
vado para los documentos de los servidores de la Iglesia.
De estos cinco libros sólo se conserva el primero, que
muerto D. Bernardo, se fué continuando hasta llegar á
los tiempos de D. Alfonso el Sabio. La compilación no se
hizo con tanto esmero que no quedasen traspapelados
varios documentos importantes, algunos de los cuales
174 LIBRO TERCERO

aparecieron en los otros Tumbos que se compilaron en el


siglo XIV. El orden que se siguió,, fué el cronológico;
pero en algunos casos, como ya advirtió el redactor de
Una nota puesta al pie de un Diploma, al íol. 82,' por
impericia del compilador (ex inpericia compilantis) se con­
fundieron los personajes, ó- se alteró el orden de las fe­
chas. Como al poco tiempo, por delegación de Gelmírez,
tuvo D. Bernardo que encargarse de la Real Cancille­
ría, debió encomendar á otra persona el cuidado de la
compilación.
La parte caligráfica es notabilísima, y la letra es la
francesa. Considerado artísticamente este Códice, es de
un valor inestimable por sus preciosas miniaturas. Pro­
bablemente algunas de ellas, las primeras, son obra de
D. Bernardo. El miniaturista supo de tal modo indivi­
dualizar y dar expresión y carácter á las figuras? que
algunas parecen retratos. Basta compararlas con las
coetáneas de otros países (1).

(1) Es el Tumbo A, que tantas veces llevamos citado, y cuyas minia­


turas hemos reproducido en el curso de esta Historia.
CAPITULO IX
Legados de D. Diego Gelmlrez á Roma.—Cartas de Ino­
cencio II, del Antipapa Anacleto, del Patriarca de
Jerusalén y de Pedro el Venerable.—La Reliquia de
Pistoya.—Cuestiones con el Cabildo y el Tesorero
D. Bernardo.—Privilegio otorgado por D. Alfon­
so Vil al Cabildo. —Tarifa de precios publicada en
Santiago.—Arreglo con el Conde D. Fernando Pé­
rez de Traba.— Fundación de Sar, Tojosoutos y
Montero.

esptjés de las sin­


gularísimas demos­
traciones de afecto
que D. Diego ha­
bía recibido, tanto
del Rey D. Alfonso,
como del Cardenal
Huberto, bien po­
día prometerse que estaba cercano el día en que vería
en sus manos el nombramiento de Legado de las dos
provincias Emeritense y Bracárense; mas el fallecimien­
to del Papa Honorio II, ocurrido en 14 de Febrero
de 1130, echó por tierra todas sus esperanzas. A España
176 LIBRO TERCERO

casi debió llegar á un tiempo la noticia de la muerte de


Honorio II y la de la elección de dos Papas; y Gelmí-
rez, para cerciorarse de cual era el legítimo y verdade­
ro, envió á Roma á los dos Cardenales compostelanos
Pedro Fulcón y M. Pérez, con el encargo de cumpli­
mentar en su nombre al que hallasen canónicamente
elegido. Llegados á Roma los dos Cardenales, pronto
descubrieron de parte de quien estaba la legitimidad; y
en nombre de su Prelado ofrecieron sus respetos al Car­
denal Diácono Gregorio, del título del Santo Angel, que
había sido el canónicamente elegido, y había tomado el
nombre de Inocencio II. Presentáronle, además, como
obsequio, cuarenta marcos de plata (1) y una minuta de
ciertas cosas que solicitaba su Arzobispo. En cinco Bulas
despachó el Papa los asuntos que so le propusieron; dos
de ellas dirigidas al Arzobispo de Braga; dos al Arzobis­
po de Santiago, y la quinta á todos los Arzobispos y
Obispos de España. Están fechadas en Genova á 2 de
Agosto (de 1130) (2).
Al Arzobispo de Braga le ordena el Papa en una
Bula que devuelva al de Santiago las villas y posesio­
nes que en Portugal poseía la Iglesia compostelana, y
que él había recibido en préstamo (3) y que no impida
en su Diócesis el pago de los Votos de Santiago; y en la
otra le hace cargos por no haber comparecido en Roma
la primera Dominica después de Pascua, como se lo ha-

(1) Jlist. Compost., lib. III, cap. XXV.


(2) Hist. Compost., lib. III, cap. XXI y XXII.
(3) Véase cap. III, pág. 57.—Por lo que toca á los Votos de Santiago,
el Arzobispo de Braga, recibida la carta del Papa, no puso obstáculos
para que se pagasen á la Iglesia compostelana; antes bien, recibió con
agrado al Canónigo de esta Iglesia Pedro Fernández que era el encarga-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 177

bía intimado el Papa Honorio (1), y le exige terminan­


temente, que para la primera ñesta de la Purificación
de Nuestra Señora, se presente á dar. explicaciones de
por qué se propasó á consagrar al Obispo de Coimbra,
que no era su sufragáneo.
De las Bulas dirigidas al Arzobispo de Santiago, la
una es confirmatoria del Diploma de D. Alfonso VII
acerca de las vacantes de la Mitra (2), y la otra es pu­
ramente familiar, y en ella da el Pontífice las gracias á
D. Diego por los regalos remitidos, y le recomienda de
un modo especial al Cardenal Pedro Fulcón.
Antes de estas cartas, había recibido Gfelmírez otra
muy expresiva del Antipapa Anacleto; la cual hace ver
cuán considerado era en Poma nuestro Arzobispo, Pe-
cuórdale Anacleto la particular devoción que siempre
había profesado hacia la Madre común, la Santa Iglesia
de Poma, y la prontitud con que en toda ocasión había
socorrido á sus predecesores cuando la necesidad lo exi­
gía, haciéndose acreedor, por esto, á que el Papa Pas­
cual II y sus sucesores le distinguiesen con particularísi­
mo afecto, y se le mostrasen profundamente agradecidos.
Añádele, que recordando él esto mismo y la antigua
amistad que con su difunto padre Pedro de León le
había unido, está dispuesto á amar y exaltar su persona
y la Iglesia de Santiago, que le está confiada. Ruégale

do de cobrarlos. Sólo quiso saber si el Canónigo Pedro Fernández estaba


autorizado para cobrar también los Votos de la tierra de Fernando Menén-
dez, ó si éstos los había de cobrar directamente el Arzobispo compostelano.
(Véase en la Compostelana, lib. III, cap. XXIX, la carta que sobre el parti­
cular dirigió el Arzobispo de Braga al de Santiago).
(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XXV.
(-) Véase cap. VII, pág. 155.
Tomo IV,—12.
178 LIBRO TERCERO

-que lo ayude como había ayudado á sus predecesores, y


le incluye, para que la publique y la haga conocer en
estas regiones, una extensa Memoria, en la cual se refie­
ren, á gusto del Antipapa, cómo se había hecho su elec­
ción y la del Papa Inocencio II» La carta está fechada
en Roma á 10 de Abril (de 1130) (1).
A pesar de tan halagüeñas promesas, y á pesar de la
antigua amistad con el célebre Pedro de León, Gelmí-
rez no hizo aprecio alguno de esta carta; antes por el
contrario, para patentizar más su devoción á Inocen­
cio II, lo envió nuevos Legados, que parece fueron el
indispensable Pedro Fulcón y el Canónigo G. Tan vi­
vamente agradeció Inocencio II esta reiterada expre­
sión de los sentimientos de Gelmírez, que desde Cha-
lons, con fecha de 16 de Febrero de 1131, le escribió
una atenta carta, en la que, desahogando con él como
con un leal amigo, le cuenta lo que le había ocurrido
desde que había entrado en Francia hasta que llegó á
Lieja. Recomiéndale también al Cardenal Fulcón y al
Canónigo G. Con la misma carta, vino otra para el Ar­
zobispo de Braga, en que se le reprende por no haber
acudido á los emplazamientos que se le habían hecho, y
se le cita de nuevo para la próxima fiesta de San
Lucas.
Es de suponer que Gelmírez no dejase en olvido la
pretensión de la Legacía; pero por el pronto sólo recibió
una Bula en que se le invitaba, como á los demás Obis­
pos de las naciones de Europa, para un Concilio que el
Papa quería celebrar en Reims en la próxima festividad
de San Lucas. La Bula, que estaba fechada en Beauvais

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XXIII.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 179

á 17 de Mayo (de 1131), fué traída por GL, Subdiácono


de la Iglesia de Roma, que venía á España como Legado
a latere. Con la Bula recibió Grelmírez otras dos cartas,
una del Cardenal Cancelario Aimerico, y otra del Carde­
nal Huberto, que el año anterior había estado de Le­
gado en la Península. En ambas cartas, y lo mismo en la
Bula del Papa, se le recomendaba al Subdiácono Gr., y
se le pedía que lo tratase con todas las consideraciones
debidas á su alta representación, y además, como amigo
carísimo de los que á él tanto lo distinguían con su
afecto.
Oelmírez obsequió al Legado como él solía hacerlo
con esta clase de personas; pero sin duda, por efecto de
sus dolencias, se excusó de asistir al Concilio. Dióle, sin
embargo, al despedirlo, diez marcos de plata, y puso en
su mano otros veinte marcos como donativo para el
Papa (1).
Otras dos Bulas recibió el año 1133 (2), fechadas en
Pisa á l.° de Marzo. La una venía dirigida á él y á los
Obispos de León y Lugo, y la otra á los Arzobispos,
Obispos y Abades de las tres provincias, Toledana, Bra-
carense y Compostelana. En ambas ordena el Pontífice
á los Prelados de las provincias citadas, que se absten­
gan de comunicar con el intruso en la Sede de Oviedo,
D. Alfonso. A Grelmírez y á los Obispos de León y de
Lugo, les da el Papa las gracias por el celo y respeto
que demuestran para con la Santa Iglesia de Roma (3).

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XXVII.


(2) No 1132, como supone Flórez.—Véase el Itinerario de Inocencio II
en la Trésor de Chronologie de Mas Latrie, col. 1094 y 1095.
(3) Hist. Compost, lib. III, cap. XXX,
180 LIBRO TERCERO

Entretanto, el Antipapa Anacleto, con cartas y em­


bajadas, no dejaba de solicitar á nuestro Arzobispo para
que abrazase su partido. Es notable la carta que con
este objeto le dirigió desde Letrán. «A causa del mucho
amor que os profesamos, le dice, y porque creemos ser
correspondidos, os hemos escrito frecuentes veces con­
fiando en que tú también nos visitarías con tus cartas.
Pero no sé que indolencia se ha apoderado de tí, her­
mano en Cristo carísimo, que ha impedido que mere­
ciésemos contestación. Sin embargo de que esto nos
extraña y nos causa alguna pena, no dejaremos de visi­
tarte con nuestras cartas y participarte como andan
nuestros asuntos.» Continúa después refiriéndole algu­
nas do las peripecias do su lucha con el Papa Inocencio
y sus partidarios; y termina diciéndole que le conteste
por el dador, ó por los legados que le envíe; pues no
quiere se le aplique lo del Apóstol, que ama más de lo
que es correspondido (1).
Por su parte el Papa Inocencio, como si no quisiera
perderlo de vista, desde Pisa, á 3 de Mayo (de 1134) le
escribió quejándosele amistosamente de que ya hacía
tiempo que lo tenía olvidado y sin darle noticia de cómo
se hallaba de salud. Le recomienda al dador Artaldo,
persona de toda confianza, y le ruega que lo atienda y
le suministre todo cuanto necesite (2).
No sabemos lo qué por el pronto contestaría Gelmí-
rez, pues á la sazón se hallaba en las Torres de Oeste al
frente de un numerosísimo ejército de caballeros y peo­
nes, con el fin de rechazar á los Sarracenos, que venían

(1) Hist, Compost., lib. III, cap. XXXVII, pág. 550.


(2) Hist. Compostlib. III, cap. XXXVIII.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 181

con poderosa armada á invadir aquellas costas. Lo cier­


to es que no vaciló un momento en seguir reconociendo
como Papa legítimo á Inocencio II; y al poco tiempo le
envió un Legado con algunos presentes de considerable
valor. El Papa, aunque al acusar recibo, repite lo de la
extrañeza que le había causado su largo silencio, sin
embargo le dice que está persuadido de que, si tuviese
ocasión y medios, todo cuanto pudiera necesitar la Igle­
sia Romana, todo lo supliría su generosidad. (Profecto
nihil deesset Romanae Ecclesiae, quod tua liberalitas non sup­
pleret) (1).
De esto resulta una vez más el prestigio de que en
todas partes gozaba el nombre de Grelmírez, y á mayor
abundamiento citaremos los siguientes hechos. Por este
tiempo llegó á Santiago un Canónigo de Jerusalén, lla­
mado Aymerico. Traía una carta del Patriarca Esteban,
en que daba cordiales pruebas de aprecio al Arzobispo
por los frecuentes socorros que enviaba á su Iglesia. Le
pedía también que acogiese y tratase honoríficamente á
Aymerico y á los que le acompañaban, todo el tiempo
que éstos permaneciesen en Compostela; pues él estaba
dispuesto á hacer lo mismo con los que de aquí fuesen á
Jerusalén. Le ruega, por iiltimo, que tenga á bien entre­
gar á Aymerico la iglesia de Nogueres, sfta en esta Dió­
cesis, y además las limosnas que se hacían en esta re­
gión para los Lugares Santos.
Más expresiva es aún la carta que casi á la vez diri­
gió á Grelmírez el Abad de Cluny, Pedro Mauricio el Ve­
nerable. El célebre Abad parece que no encuentra térmi­
nos para expresar su gratitud y la de su Comunidad

(1) Rist. Compost., lib. III, cap. XLII,


182 LIBRO TKRCtiRO

para con el Arzobispo de Santiago, por tanta bondad, por


la tan fervientísíma y perse ve rant is ima dilección con que los
socorría y sustentaba, y con que inflamaba cada vez más
en su amor sus corazones (1).
Por las reiteradas instancias del Maestrescuela Rai-
nerio, hizo Gelmírez á S. Attón, Obispo de Pistoya, Supe­
rior que había sido de la célebre Congregación de Va-
lleumbrosa, un obsequio como no consta que hubiese
hecho á persona alguna (2). El obsequio venía á ser una
Reliquia de la cabeza del Apóstol (la apófisis mastoidea
derecha) que el Prelado, no sin graves dificultades, pudo
extraer del Sepulcro ó lugar en que se hallaban los sa­
grados Restos del Apóstol. Guardada la Reliquia en una
cajita, fué puesta en manos de dos ciudadanos de Pis­
toya, Medio Vilano y Tebaldo, los cuales ó vinieron ex­
profeso á buscarla, ó se hallaban por ventura como pe­
regrinos en Santiago.
La llegada de la Santa Reliquia á Pistoya fué un
acontecimiento. El Clero y el pueblo salió á recibirla, tri­
butándole el sincero homenaje de su devoción. S. Attón
le dedicó un altar, y luego una capilla, en donde en el
siglo XIV se puso un retablo de plata, que es una de las
obras más maravillosas de la orfebrería de Italia (8).
Acompañaba á la Reliquia una carta de Gelmírez,
que era como la auténtica. Iba dirigida á S. Attón, á los
Canónigos, al Concejo y al pueblo de Pistoya, y les su­
plicaba que tratasen aquel sagrado Resto con la venera-

(1) Ilist. Compost., lib. III, cap. XXVI.


(2) Dixit namque mihi praedictus Archiepiscopus, quod numquam huius-
modi tantum et tale quid fecit, hactenus pro aliquo, escribía Rainerio á
S. Attón.
(3) Labarte lo describe minuciosamente en la Histoire desArts industriéis.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 183

ción que se merecía. Después que supo, por carta de


S. Attón escrita á Rainerio, con qué amor y devoción
había sido recibida la Santa Reliquia, volvió á escribir
al venerable Prelado pistoriense dándole las gracias y
alabando á Dios, que le inspiró tan devotos sentimien­
tos. Termina encomendándose á sus oraciones y á las de
la Congregación de Valleumbrosa, y le promete hacerle
participante á su vez de todas las oraciones y sufragios
que se celebren en su Iglesia (1).
He aquí, pues, como Grelmírez hacía que muchos de
lejanas tierras participasen, en cierto modo, de la gran
riqueza de que gozaba la Iglesia compostelana. Mas
estas liberalidades del Prelado no entusiasmaban á to­
dos los Canónigos, y algunos murmuraban y se queja­
ban de que en la Canónica apenas hallaban el necesario
sustento, de que las obras del claustro se hallaban casi
del todo paralizadas, etc... Para acallar estas murmura­
ciones, convocó Grelmírez al Deán y á los más dignos del
Cabildo, y de acuerdo con ellos señaló para la cocina de
la Canónica doce marcos de plata todos los meses, y pro­
metió ir aumentando esta asignación, según las circuns­
tancias lo permitiesen. Por lo que toca á la obra del
claustro, se nombró otra comisión compuesta del Arce­
diano D. Pedro Crescóniz y del Cardenal mayor D. Pe­
dro Grundesíndeg. El Arzobispo entregó de presente para
la obra treinta marcos de plata, y ofreció dar hasta cien
marcos, según fuesen adelantando los trabajos (2).
(1) Ughelli, Italia Sacra, tom. III.—Acta Sanctorum, tom. VIII del
mea de Julio.
• Estos Autores suponen que el envío de la Reliquia tuvo lugar en el
ano 1145. Esto no pudo ser así, porque Gelmírez ya había fallecido á prin­
cipios del año 1140.
(2) Hist. Compost., lib. III, cap. XXXVI,
184 LIBRO TERCERO

Fueron tomados estos acuerdos en día memorable, el


de la festividad de nuestro gran Apóstol Santiago (25 de
Julio de 1133), en el cual día se celebró al mismo tiem­
po la consagración de D. Iñigo, electo Obispo de Avila,
con asistencia de los Obispos de Mondoñedo, Lugo, Oren-
se y Tuy (1).
Por este mismo tiempo se hallaba vacante (ó peor
que vacante, pues estaba en poder de un intruso dilapi­
dador) la Sede de Salamanca, sufragánea de la de San­
tiago. Condolido el Rey D. Alfonso del mísero estado de
aquella Iglesia, que había edificado su padre, como dice en
la carta que sobre el particular escribió á Gelmírez,
procuró poner término á la opresión que sufría; de la
cual opresión, por su negligencia, se confiesa él respon­
sable con el Metropolitano. Propuso, pues, al Clero y
pueblo salmantino, á su Canciller Ber engario, Arcedia­
no de Toledo, el cual de buen grado fué aclamado por
todos. De esto dieron cuenta al Arzobispo de Santiago,
el Rey D. Alfonso, el Arzobispo de Toledo, que había
presidido la elección, el Clero y pueblo de Salamanca y
el Electo, pidiéndole la consagración. Verificóse, en efec­
to, ésta en Santiago con asistencia de los Obispos de
Lugo, Tuy, Avila y Zamora (2).
Mas volviendo al descontento de parte del Cabildo,
fué tomando cuerpo hasta alcanzar en breve tiempo
alarmantes proporciones. Los que en más abierta oposi­
ción se presentaron, fueron el Deán D. Pedro Helias y

(1) En el capítulo XXXIV, del libro III, trae la Compostelana el


Acta de la elección de D. Iñigo, las cartas que dirigieron al Arzobispo el
Electo y el Clero y el pueblo de Ávila, las contestaciones del Arzobispo, y
una carta del Rey D. Alfonso.
(2) H'ist. Compost., lib. III, cap. XXXV y XLIII.
LOS DÓS SIGLOS DPI ORO Dtí LA I. CÍOMrOSTRLANA 185

el Tesorero D. Bernardo. Ambos eran parientes y á am­


bos, desde su juventud, los había distinguido Gelmírez
con su favor y con su afecto. El primer hecho concreto
que dió margen á que saliese á fuera el mal humor
latente, fué la cuestión de la Cancillería. El 'Tesorero
D. Bernardo afirmaba que él ejercía la Real Cancillería
por derecho propio; Gelmírez sostenía que él era el ver­
dadero Canciller; que el Tesorero no era más que un
delegado.
El primer chispazo con que se declaró encendida la
discordia, tuvo lugar en Carrión el año 1133 con ocasión
de haber ido el Arzobispo á tratar en la Corte ciertos
asuntos de su Iglesia. El Tesorero planteó la cuestión,
asegurando que él no había recibido más que del Rey el
nombramiento de Canciller; y aunque el Arzobispo, de­
lante de los Arcedianos y Canónigos de Santiago que le
acompañaban, lo reconvino amistosamente, no por eso
desistió de su pretensión. Reunióse en pleno la Corte y
tratóse con extensión el asunto; y al fin D. Bernardo
reconoció su yerro, y renunció en manos del Arzobispo
el título de Canciller. A su vez el Prelado, después de
consultarse con los Canónigos que se hallaban en la
Corto (y eran quince), delegó en D. Bernardo el cargo
de Canciller por el tiempo de su voluntad. Y el Rey
D- Alfonso, sin duda para dar mayor fuerza á este con­
venio, declaró de nuevo que había conferido y de pre­
sente confería al Arzobispo de Santiago los dos cargos
de la Real Capilla y de la Cancillería. Pasó esto el 15
de Marzo de dicho año 1133 (1).

i . (l) Hist. Compost., lib. III, cap. XXXII.-En el capítulo XXXIX del
mi8m° litro, se dan algunos pormenores acerca de los lances que precedió-
18ó LIBRO TERCERO

Antes de volverse D. Diego á su Iglesia con los quin­


ce Canónigos que lo acompañaban, obtuvo del Rey Don
Alfonso un Privilegio sumamente honorífico para el Ca­
bildo. En él se ordena, so pena de 500 sueldos, que nadie
falte al respeto debido á los Canónigos, ni se atreva á
allanar sus casas de morada, ni entrar en sus tenencias,
ni en los demás bienes de la Canónica. Prohibe también
que á ningún alguacil sea lícito entrar en las heredades
y posesiones de ningún Canónigo, aunque sea deudor ó
fiador, á no ser en el caso de que, citado y emplazado
hasta dos veces, se negase á comparecer. Fue fechado el
Diploma en Falencia a l.° de Abril de 1133 (1).
Seguidamente salió D. Alfonso al frente de un gran
ejército en campaña contra los Moros. En el camino se

ron antes de llegar á esta solución. D. Diego G-elmírez pretendía que el


Tesorero dejase la Cancillería, y se viniese á servir á su Iglesia. D. Ber­
nardo pidió tres días de término para aconsejarse y resolver. En estos tres
días se dió tan buena maña, que por medio de sus amigos consiguió incli­
nar á su favor el ánimo del Rey, el cual envió á Gelmírez su Secretario
Albertino y á D. Fernando Yáñez para que le rogaran en su nombre que
no quitase la Cancillería á D. Bernardo. El Arzobispo les contestó que si á
la Real Dignidad placía retirar el cargo de Canciller que él había delegado
en D. Bernardo, que era muy dueño de hacer su voluntad. Esta digna
respuesta del Arzobispo desconcertó á D. Alfonso, tanto que se ofreció
espontáneamente á avistarse con él en el claustro de San Zoil y darle una
satisfacción por lo ocurrido, pues él nunca pudo imaginar que entre ellos
pudiese haber motivo de discordia. Contestóle D. Diego exponiéndole sin­
ceramente los motivos de queja que tenía contra el Tesorero; y en su vista
D. Alfonso se comprometió á convencer á éste de cuán mal hacía en mos­
trarse ingrato con un Prelado de quien desde su juventud había recibido
tantos beneficios. Estrechado D. Bernardo por los razonamientos del Rey,
que por conclusión le dijo que esta cuestión siempre estaría de parte del
Arzobispo, se allanó á la solución expuesta en el texto. Sin embargo, por
de pronto tuvo que volver con el Arzobispo á Santiago.
(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XXXI.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMROSTELANA 187

le vino á la memoria la ingratitud del Tesorero D. Ber­


nardo, y por instigación de algunos envidiosos, dice la
Compostelana, quiso castigarlo, pero castigarlo de manera
que sólo puede explicar lo falto de recursos que debía
hallarse el Rey para proseguir la campaña. Envió, pues,
á D. Fernando Yáñez para que despojase á D. Bernardo
de la tenencia de las Torres de Oeste y de todos los de­
más préstamos que tenía de la Iglesia de Santiago, y
además intimase al Arzobispo que prendiese al Tesore­
ro y se apoderase de todo su dinero, pues D. Bernardo,
y lo mismo su hermano D. Pedro Es té vez, gozaban de
fama de muy acaudalados. D. Diego contestó que des­
decía de su carácter el acometer tal empresa. Recibió
consecutivamente otros tres correos, cada cual más apre­
miantes, instándole para que diese cumplimiento á los
deseos del Rey. D. Diego permaneció firme en su prime­
ra resolución. Considerando esto D. Alfonso como un
desprecio, despachó un quinto correo amenazando al
Arzobispo con despojarle de tanto dinero cuanto podría
hallarse en poder de D. Bernardo. Ante tal intimación,
acompañada aún de otras amenazas más graves, cedió
al fin, y prendió al Tesorero y á su pariente el Deán
hX Pedro (1).
En esto llegó á Santiago el Cardenal Cuido, Legado
(le la Santa Sede, y reprendió un tanto ásperamente á
Celmírez por haberse prestado á la ejecución de órdenes
tan injustas, sentando un precedente que podía tener fu­
nestas consecuencias. El Arzobispo respondió altivo flibe-

(1) Al Deán, advierte la Compostelana, no se prendió precisamente


P°r esta cuestión, sino por temor á que él fomentase con sus manejos la
i aten te agitación que ya comenzaba á sentirse en la ciudad. Mas visto
el orden no se turbaba, al poco tiempo fue puesto en libertad,
188' LIBRO TERCERO

ra fronte) que lo que había hecho, lo hiciera obligado por


el Rey, y que éste sólo era quien podía reparar aquella
injuria. Después de varias explicaciones, acordaron pre­
sentarse á D. Alfonso y solicitar la libertad de D. Ber­
nardo. El Rey se mostró altamente indignado, y por
primera, contestación mandó poner al Tesorero en poder
del Obispo de Mondoñedo para que celosamente lo cus­
todiase. Después añadió, que ni por el Arzobispo, ni por
el Cardenal, ni por nadie se pondría en libertad á quien
él había mandado prender; pues juzgaba impropio de su
majestad tener que hacer por ruegos de otros, lo que
sólo debía hacer por favor y gracia. Mas esto debió ser
un desahogo del Monarca, ó quizás un recurso para po­
ner á cubierto al Arzobispo, asumiendo él toda la res­
ponsabilidad de lo hecho. Lo cierto es que en el Congilio
que al poco tiempo se celebró en León, se trató la causa
de D. Bernardo, y se acordó que se le pusiera en liber­
tad y se le restituyera todo lo que era suyo, y que el Ar­
zobispo de Santiago lo juzgase canónicamente. Gelmí-
rez no sólo ejecutó al punto los acuerdos del Concilio,
sino que perdonó todo á D. Bernardo, y le devolvió todo
su amor y afecto (1).
No correspondió así el Tesorero. Tan pronto se vió
libre, se encaminó á tierra de Campos, procurando des­
acreditar, aunque disimuladamente, por todas las partes
por donde pasaba, al Arzobispo, hasta que llegó á Bur­
gos, en donde falleció al poco tiempo (2).
Así terminó este ruidoso y complicado asunto; mas
subsistía en pie la sorda agitación de la ciudad. En el
año 1133, á 7 de Mayo, con autorización del Rey y del
(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XXXIX, núm. 4 y 5.
(2) Hist. Compost., lib. III, cap. XLI.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 189

Arzobispo, se publicó un decreto ó bando con la tarifa


de los precios con que se habían de vender en las plazas
y en los establecimientos los géneros de mayor consumo
ó de más frecuente uso (1). El decreto alcanzaba á
los panaderos, á los cambiadores, á los monederos, á los
pescaderos, á los revendedores, á los carniceros, panade­
ros, taberneros, á los zapateros, herreros, etc... El objeto
de esta tarifa era, sin duda, evitar los fraudes y estafas
con que solían embaucar y exprimir á los pobres pere­
grinos (2); pero de ella se beneficiaba también el públi­
co en general; pues todos sabían á qué atenerse en la
satisfacción de las necesidades más urgentes de la vida.
La tarifa, sin embargo, no debían agradecerla los taber­
neros, panaderos, carniceros y todos los demás á quie­
nes se refería, porque siempre era una cortapisa á sus
malas artes y á su cbdicia, y menoscababa lo que ellos
creían sus intereses. De todos modos podía recelarse que,
cuando se les presentase buena ocasión, procurasen rom­
per la valla en que quería encerrárseles. El blanco hacia
el cual, en último término, habían de ir dirigidos estos
conatos de insurrección, era el Arzobispo, que por todos
era estimado, con razón ó sin ella, como responsable de
lo que ocurría en la ciudad. Mas si en sus apreciaciones
fueran sinceros, debieran recordar los grandes beneficios
de que al Arzobispo eran deudores.
Aún recientemente pudieron experimentar los Com-
postelanos cuánto era el interés que Gelmírez demos­
traba por las cosas de la ciudad. Hallándose el Rey Don
(1) Véase Fueros Municipales de Santiago, tom. í. cap. VI.
(2) En un Sermón inserto en el Códice de Calixto II, libro I, se des­
criben de una manera un tanto realista los ingeniosos recursos de que se
valían los mercaderes é industriales de Santiago para engañar á los pere­
grinos. (Véase Fueros Municipales de Santiago, tom. I, cap. IX).
190 LIBRO TERCERO

Alfonso ocupado en combatir al Rey de Aragón y al


Conde D. Pedro González de Lara, escribió con premura
á varios Condes y Magnates, y entre ellos al Arzobispo
de Santiago, para que con todas las tropas de que pu­
diesen disponer, saliesen al encuentro del Rey de Portu­
gal, que había invadido á Galicia. Gelmirez no pudo
concurrir por, hallarse gravemente enfermo, pero envió
á Pelayo Curvo con todas sus milicias. Convocó tam­
bién, en nombre del Rey, á los Compostelanos para que
acudiesen sin demora al lugar del peligro. Los Compos­
telanos respondieron con la indiferencia y el silencio á
las órdenes del Rey y á las intimaciones del Arzobispo.
De vuelta D. Alfonso de su expedición á la frontera
aragonesa, convocó á Cortes en la ciudad de León. Re­
cibida la convocatoria, Gelmirez se puso al punto en ca­
mino con un gran acompañamiento, en el que figuraban
también algunos de los burgueses de Santiago. En León
fué recibido con las mayores muestras de deferencia por
el Obispo D. Arias Gundesíndez; pero quien más so
esmeró en obsequiarle fue el Rey D. Alfonso, que no
quiso que se molestase en concurrir á su Palacio, sino
que se ofreció él á ir al del Obispo, en donde se hospe­
daba D. Diego. Tratados los asuntos de interés general,
el Arzobispo hubo de poner en juego su ingenio y su
influencia para aplacar el enojo del Rey, que se había
altamente indignado por el desleal proceder de los Com­
postelanos. Como compensación de la falta, propuso Gel­
mirez que pagasen 300 marcos de plata, de los cuales se
ofreció él á pagar cien. D. Alfonso se dió por satisfecho
y recibió en su gracia á los burgueses de Compostela (l).

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XXIV.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 19l

Mas el público sabrá quejarse y lamentarse de los agra­


vios que se le hacen; pero con frecuencia renuncia á
darse cuenta de los beneficios recibidos, para cuanto más
agradecerlos.
Por este tiempo (en el año 1134) surgió un incidente
desagradable entre el Arzobispo y el Conde D. Fernan­
do Pérez de Traba. El Conde prendió á un caballero
del Arzobispo que se había presentado en su corte acaso
para contestar á las quejas que contra él tenía D. Fer­
nando. Vinieron después las represalias; el Arzobispo
mandó prender á dos caballeros del Conde; éste, á su
vez, prendió ~nada menos que al Arcediano de Nendos
D. Pedro Crescóniz. Tres veces fue amonestado D. Fer­
nando para que diese cumplida satisfacción por su sacri­
lega hazaña; pero vista su contumacia, el Arzobispo
publicó contra él sentencia de excomunión. Esta medida
desarmó por completo á D. Fernando; se presentó hu­
milde al Arzobispo y al Cabildo; puso en libertad al
Arcediano; dió rehenes que respondiesen por él del cum­
plimiento de la pena que se le impusiese; aceptó el ser
entregado al Arcediano para que de él dispusiese como
fuera su voluntad; y por último, á presencia de todos,
juró no volver á cometer otro atropello semejante (1).
¡Grandes eran los desmanes que se permitían los pode­
rosos, pero qué bellos y edificantes no eran á veces sus
ejemplos!
Con este motivo se zanjó un litigio que hacía un
siglo había sostenido la familia del Conde D. Fernando
con los Prelados de Santiago, y que había dado margen
á terribles y sangrientas escenas, como la del asesinato

(1) Hist. ComposL, lib. III, cap. XXXVII.


192 LIBRO TERCERO

del Obispo D. Gudesteo. Afirmaban los ascendientes de


D. Fernando que eran suyos ciertos colonos de la Tierra
de Santiago, moradores en la Amala, en Trasmonte,
Valeirón, Noya, Nebra, y en otros lugares de la comar­
ca de Postmarcos. Contra esta afirmación podían ale­
gar el Arzobispo y ej Cabildo que, por antigua concesión
real, en la Tierra de Santiago nadie más que la Iglesia
compostelana podía tener Señorío; pero para poner tér­
mino á tal semillero do pleitos y enojosas contiendas,
ambas partes vinieron á un amigable y honroso conve­
nio. El Arzobispo y el Cabildo cedieron la heredad de
Santa Eulalia de Lubre y San Tirso, Santa Marina y San
Pedro de Cervales (Cervás), y D. Fernando, en cambio, re­
nunció á la parte que le pertenecía en las iglesias do San­
ta María de Trasmonte y San Pela)-o de Lens, y á todos
los colonos moradores en los lugares dichos, origen de la
contienda. Sólo se reservó cincuenta colonos entre hom­
bres y mujeres para poblar su villa de Sabardes, cuya
propiedad le reconocieron el Arzobispo y el Cabildo.
D. Fernando entregó todas las escrituras en que había
apoyado su pretensión, y prometió, además, entregar
las que en adelante encontrase, y declarar que por ellas
no se pudiere seguir ningún perjuicio á La Iglesia. Fe­
chóse la Escritura de composición á 5 de Octubre do
11114, y ía adición acerca de los documentos, á 18 del
mismo mes y año (1).

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XL.—D. Fernando era hijo del Con­
de de Traba D. Pedro Fróilaz. Aunque pese á los portugueses, vivió mucho
tiempo maritalmente con D.a Teresa, Reina do Portugal. Muerta D.a Teresa,
quiso apoderarse del reino de Portugal, pero vencido por el Rey D. Alfonso,
se retiro á Galicia y se dedicó á las obras de piedad. Estuvo dos veces en
Jerusalén, lué muy amigo de San Bernardo y contribuyó muy eficazmente
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 193

Este año de 1134 y los dos siguientes, fueron fecun­


dísimos en fundaciones y obras de piedad y religión, de
las que no cupo pequeña parte á Gelmírez. Hacia esta
época el Obispo de Mondoñedo, D. Munio Alfonso, no
pudiendo sufrir por más tiempo las violencias y vejacio­
nes de algunos de los Magnates de aquella comarca, se
decidió á venir á Santiago y buscar en algún sitio soli­
tario el sosiego y tranquilidad, que ansiaba su alma. Por
su dinero adquirió á orillas del río Sar una extensa he­
redad con el propósito de edificar en ella una casa do
oración, en donde, con otros varones religiosos, hiciese
vida regular y canónica. Emprendió con actividad las
obras, construyó la iglesia y las casas de morada, pero
en esto le sorprendió la muerte (~j~ 2(5 de Junio de 1136),
sin poder establecer, como pensaba, una Comunidad
bajo la Regla del gran Doctor San Agustín. En sus úl­
timos momentos llamó al Arzobispo y al Cabildo, y les
encomendó el llevar á efecto su pensamiento. Algunos
de los Canónigos compostelanos —Vimara, Cipriano, Pe-
layo Tanonci, Martín Obispo y Froila-— tan de veras acep­
taron el encargo, que trocaron los estalos del Coro de la
Catedral por los de Santa María de Sar. D. Diego con­
sagró la iglesia, y para su dotación la erigió en parro­
quia, señalándole territorio propio desde la via Franco-
rum (Rúa de San Pedro) hasta la v:a pro ad Velegiam (ca­
rretera del Puente Vea).

a la fundación de loa Monasterios do Sobrado, Osera y Montero. A su muer­


te mandó sepultarse en el claustro de la Catedral compostelana.
En el mismo año, á 24 de Noviembre, Pedro Infanzón, que se estaba
disponiendo para marchar á .Torusalén, donó la parte que le correspondía
en la iglesia de Trasmonte. Pedro Infanzón era acaso pariente de D. Fer­
nando. (Hiat. Compost., loe. cit., pág. 561).
Tomo IV.-13.
194 LIBRO TERCERO

Otorga también ti-elmírez con el Cabildo que cual­


quiera Canónigo do la Catedral que quisiere retirarse á
la nueva Iglesia para hacer en ella vida regular, con­
serve su hebdómada y su ración en la Canónica, y su
parte en las distribuciones, y que cuando venga en los
domingos y fiestas á la Iglesia matriz, tenga su asiento
en el coro y en el refectorio como los demás Canónigos.
Todo ello se consignó en un Diploma que debió otor­
garse dos días después de la consagración de la Iglesia,
á la cual solemnidad asistieron sin duda el Arzobispo
de Braga D. Pelayo, que también subscribe como Canó­
nigo de Santiago, y el Obispo do León, D. Pedro Aná-
yaz, que igualmente fué Canónigo en nuestra Iglesia (1).
D. Diego hallábase á la vez ocupado en otras obras
de importancia en Iria y en Padrón. La Iglesia de Iria
había venido tan á menos, que los pocos Clérigos que la
servían, de la mesa común apenas recibían bien escaso
sustento en la Cuaresma y en el Adviento (2). Gelmírez
puso en ella doce Canónigos con un Prior, y la dotó con
rentas suficientes para la decorosa sustentación do sus
ministros (3).
La Iglesia do Santiago de Padrón, que había reedi­
ficado en los primeros anos do su pontificado, ahora le
parecía pobre é insuficiente. La reedificó do nuevo, dán­
dole mucho mayores proporciones. La hizo de tres naves
con tres ábsides, en cada uno de los cuales había un
altar, el del centro dedicado á Santiago, el de la dere-

(1) Véanse Apéndices, núm. VIII,—Parece que por entonces residió


algún tiempo en Santiago el Arzobispo de Braga.
(2) Hist. Compost., lib. III, cap. XXXVI, pág. 545.
(3) Hist. Compost., loe. cit.- Véanse Monumentos antiguos de la Iglesia
Compostelana, pág. 8-11.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 195

cha á Santa María Salomé y el de la izquierda á San


Juan Evangelista. Proveyó la Iglesia de ropas, candele-
ros y vasos sagrados, y destinó para su servicio otros
doce Canónigos. Terminóse la obra en el año 1133 (1).
Casi al mismo tiempo había visto Gelmírez fundarse
en su Diócesis dos nuevas Abadías, la de Tojosoutos y la
de Montero. Ambas tuvieron origen parecido. Dos no­
bles Caballeros de la Corte de D. Alfonso VII, Fruela
Alfonso y Pedro Muñiz Camota, hastiados de las mise­
rias del mundo y desengañados de sus falaces aparien­
cias, se propusieron buscar en las entrañas de alguna
sierra un lugar en que su cuerpo yaciese como sepulta­
do, para que su espíritu pudiese elevarse más y más en
alas de la contemplación. Halláronlo al fin, cual lo bus­
caban, en una estrecha garganta entre los montes de la
Luaña por donde corría un afluente del Traba, y en
donde, en una caverna, existían las ruinas de un anti­
guo oratorio dedicado á los Santos Justo y Pastor. —He
aquí el lugar de nuestro descanso, dijeron,— y dieron
principio á un edificio material y moral, que pronto vieron
coronado de feliz éxito. D. Diego consagró Abad á Pe­
dro Muñiz, y en 5 de Diciembre de 1135 D. Alfonso VII
otorgó un Diploma por el que, con consejo y consenti­
miento del Arzobispo y Cabildo de Santiago (consuknte
C consentiente domno Didaco ComposteUünae Sedis Árchiepisco-
P° una cum consensu omnium Canonicorum ejusdem Sedis),
declara exento al Monasterio de toda, jurisdicción, así
civil, como eclesiástica, menos en los actos episcopales,
como son los Sagrados Órdenes, la Consagración del
uleo y la bendición del Abad, y salvo siempre el dere-
(1) fíist. Compost., lib. III, cap. XXXVI, póg. 54G.—De esta reedifi-
cacióu, ¡sólo se conserva la lápida que publicamos en el tomo I, página ‘231,
196 LIBRO TERCERO

cho de la Santa Sede. Tal fué la fundación de San Justo


de Tojosoutos (1).
En el mismo día y en Falencia, concedió D. Alfonso
otro Privilegio análogo, al Abad de Santa María de
Monfero y d los ilustres varones ■—entre ellos D. Pedro
Osorio y D. Alonsb Bermúdez— que habiendo merecido
bien en mi Corte, quieren ahora militar de nuevo bajo la Regla
de San Benito. Subscribió también el Diploma D. Diego
Gelmírez, que debió, como en Tojosoutos, autorizar la
fundación y consagrar al nuevo Abad (2).
A pesar de sus frecuentes regateos con D. Diego Gel­
mírez, D. Alfonso VII perseveraba firme en su amor y
devoción á la Iglesia de Santiago. En el año 1135, á 7
de Marzo, de vuelta de su expedición á Zaragoza, á don­
de había ido con motivo de la muerte del Rey de Ara­
gón D. Alfonso I, protestando que habían sido muchas
las ocasiones en que Santiago le había prestado auxilio
para obtener la victoria de sus enemigos, y que, por lo
mismo, amaba á su Iglesia sobro todas las de su Rei­
no (8), con su esposa D.a Berenguela y su hermana
D.a Sancha, donó la villa de Arquilinos ó Arquillinos,
cerca de Zamora, con los términos que tenía desde el
tiempo de D. Alfonso VI. Datóse la carta en León, y
está subscrita por los Prelados de Toledo, Segovia,
Zamora, Salamanca y Falencia y por los Condes y Mag­
nates de la Corte de D. Alfonso (4).

(1) Documentos de Sobrado en el Archivo Histórico Nacional.


(2) Carbajo, Historia de Sobrado.
(3) «Sciens btum. iacobum me ad habendam de hostibus meis victo­
riam locis pluribus adiuvasse, eius ecclesie de Cora postella quam inter
omnes mei regni ecclesias et pre omnibus diligo.»
(4) Véase Tumbo C, fol. 201 vuelto.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 197

Antes, en 6 de Enero de lidá, había donado D. Al­


fonso su realengo de Toemir, Casale de Mido, Molas veteres,
Casale donico y Iusbarindo. Subscriben el Privilegio, en­
tre otros, D. Arias, Obispo de León, Cardenal que ha­
bía sido de Santiago, el Conde D. Fernando de Traba,
el Tesorero compostelano, D. Bernardo, Canciller del
Rey, el Cardenal de Santiago, D. Martín, Capellán del
Rey y después Obispo de Orense, el Deán D. Pedro He­
lias, D. Fernando Yáñez, etc. (1).

(1) Véase Tumbo C, fol. 97 vuelto.


\
D873+/9:^54A 409668116780797^^^58^66885

CAPÍTULO, X
Conjuración de algunos de los Canónigos y burgueses de
Santiago contra D. Diego Gelmírez. Asalto del Palacio
Arzobispal y pedrea de la Catedral. Concilio de Burgos.
—Nuevas exigencias del Emperador D. Alfonso. Muerte
de D. Diego Gelmírez.

UEBRANTADO dejó
á, D. Diego Grelmí-
rez la gravísima
enfermedad que

había sufrido á mediados del año 1129, y liasta tal pun­


to, que puedo decirse que desde entonces ya no volvió
por completo á recobrar la salud. Cuando en el ano
200 LIBRO TERCERO

siguiente D. Alfonso VII lo llamó para asistir al Conci­


lio de Carrión, gravi aegritudine laborabat, estaba sufriendo
una grave dolencia, dice la Compostelana (1). Gravemente
enfermo, gravi infirmitate laborans, se hallaba cuando un
año después D. Alfonso lo invitó á salir á campaña con­
tra el Rey de Portugal (2).
Grandes fueron las huellas que los años y las enfer­
medades debieron ir imprimiendo en aquella naturaleza
enérgica y vigorosa, hasta el punto de que los miembros
difícilmente obedecían los impulsos de la voluntad. Sin
embargo, aquellas ruinas se levantaban á veces movidas
por un soberano esfuerzo, como cuando lo vemos en las
Torres de Oeste al frente de un numeroso ejército, ó ca­
minar, aún calenturiento, hacia Carrión; pero después
venía la postración, tanto más pesada y abrumadora,
cuanto más intensa había sido la sacudida.
Prevalidos del estado del Arzobispo, algunos ambi­
ciosos Canónigos, y de los que él más había considerado,
pareciéndoles que Gelmírez ya había vivido ó ya había
ocupado la Sede bastante tiempo, trataron de obligarle
á renunciar la Mitra, como hicieran en Valíbria con el
Obispo D. Munio, hallándose dispuestos, si esto no se
conseguía, á gestionar la deposición y el destierro del
Prelado. Contaban para esto con la situación apurada
del erario de D. Alfonso VII, el cual, dados los grandes
proyectos de reconquista que revolvía en su mente, no
había de mostrarse inaccesible, á juzgar por los ante­
cedentes que de ello tenían, á cualquiera proposición
que redundase en provecho de su tesoro. Nada menos que

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XIV, pág. 496.


(2) Hist. Compost, lib. III, cap. XXIV, pág. 518.
LOS DOS SIGLOS DR ORO DR LA I. COMPOSTRLANA 201

tres mil marcos de plata ofrecieron para tentar al Mo­


narca; y D. Alfonso no pudo resistir al peso de tal ten­
tación. Quería, sí, obrar de manera que el asunto presen­
tase alguna apariencia, algún colorido de legalidad.
Era, pues, necesario buscar algún pretexto; y este pre­
texto quizás sería el mismo estado del Arzobispo, que
pretendían lo imposibilitaba para el desempeño de su
alto ministerio. Mas esto no bastaba. D. Alfonso reque­
ría una persona de gran representación, con la cual pu­
diese compartir la responsabilidad de la hazaña. Des­
pués de tomar consejo con los Condes y Prelados de su
Corte, escribió al Papa Inocencio para que enviase de
nuevo como Legado á España, al Cardenal (luido. Mu­
chas fueron las conferencias que el Rey con su Corte
celebró con el Cardenal para moverle á la deposición;
pero el Legado siempre contestaba que para ello no ha­
llaba méritos, y que aunque los hallase, sin conocimien­
to del Papa, nunca la autorizaría. No satisfizo á D, Al­
fonso la resistencia del Cardenal, y éste, para no dejarlo
del todo descontento, le ofreció enviar á Roma á un
Clérigo suyo llamado Rosón, muy conocido por su elo­
cuencia, el cual propondría el caso al Pontífice. Accedió
el Emperador, que ya había tomado este título D. Al­
fonso, y rogó al Cardenal que mientras no volvía Rosón
de Roma, visitase todas las Iglesias de España (1).
En Compostela se detuvo el Legado quince días, y
Celnfirez lo obsequió tan espléndidamente, como podía

(1) Estos trabajos debieron comenzar en el ano 1135; y Gelmirez


„ pudo notarlos por lo esquivo que por entonces se le mostraba el Monarca,
■ku la gran fiesta que se hizo en León el 2G de Mayo de dicho año, al tomar
R Alfonso la Corona de Emperador, no consta que hubiese asistido Cfeluu-
rez, quizás por no haber recibido invitación,
202 LIBRO TERCERO

esperarse de su proverbial liberalidad. Los enemigos del


Prelado, aprovechando esta ocasión, de tal modo impor­
tunaban al Cardenal con sus falsas y perversas delacio­
nes, que no le dejaban tiempo ni aún para comer.
Y á todo esto la ciudad estaba convertida en un vol­
cán. Los Canónigosx á quienes hemos aludido antes, no
cejaban en su obra sediciosa. ¡Triste lección para los ve­
nideros! ¡Extraño ejemplo de á cuánto puede llegar la
ingratitud de los hombres! ¡Tal galardón procuraban al
varón insigne que había exaltado á su Iglesia hasta po­
nerla al nivel de las más renombradas del mundo! (1).
¡Así correspondían aquellos eclesiásticos, de tal modo fa­
vorecidos por su Prelado, que como dice la Compostélana,
por lo que toca á lo temporal en su clase, no había en
España quien pudiera compararse con ellos! (In prosperi­
tate temporali nemo eis sui ordinis in Hispania aequipollebat).
Para la realización de sus malvados planes, pusiéronse
en inteligencia con los que en la ciudad gozaban fama
de más turbulentos y revoltosos, y empezaron á trastor­
narlo y á perturbarlo todo. Reuníanse todos los viernes
en el monte de Santa Susana, y allí celebraban sus se­
siones, en las cuales acordaron nuevos reglamentos y
ordenanzas municipales, derogando las antiguas. Cita­
ron al Mayordomo ó Corregidor de la ciudad, y amena­
zándole con las más terribles venganzas, que alcanzaban
al Arzobispo, le intimaron que por sus derechos nada
había de devengar sino lo que ellos tasasen y determi-

(1) Ecclesiam suam adéo feliciter decoravit et moribus intruxit, ut


quanto luna lucidior stellis existit, tanto eam, praeter Romanam universae
Ecclesiae in terra peregrinantis Dominam, et praeter alias huic consimiles
in cunctis Dei gratia clarissime exaltavit. (Hist. Compost., lib. IU,
cap. XLVI, pág. 568).
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELAÑA 203

nasen. Erigiéndose en tribunal de justicia, allí absolvían


á los culpables y condenaban á los inocentes.
En la plaza de la Quintana obligaron al Corregidor
á prestar juramento de guardar los decretos que ellos
hiciesen, y mantenerlos en vigor todo el tiempo que du­
rase su cargo. Ellos, por su parte, juraron entregar al
Corregidor los emolumentos que pudieran corresponder­
le, so pena de incurrir en perjurio si, aún después de la
tercera admonición del Arzobispo hecha en el Concejo,
los retuviesen violentamente; pero para esto, el Prelado
tuvo que jurar por escrito no retener lo que á ellos per­
teneciese. Con esto creían poder tener ocasión de acusar
al Prelado de perjuro. Ellos fueron, empero, los que fal­
taron; y aunque Gelmírez los citó hasta veinte veces
para el Concejo, todo fue en vano.
La parte sana, tanto del Cabildo, como de la ciudad,
seguía adicta á Gelmírez; pero como la gente honrada
suelo ser recatada y tímida en sus dichos y acciones, á
pesar de su gran mayoría no podía contrarrestar el im­
pulso de unos "cuantos revoltosos que, prácticos en las
artes de agitar y conmover, sin más recursos acaso que
su osadía é insolencia, sabían imponerse á la muche­
dumbre.
Mas en los tumultos populares lo difícil es el primer
paso; dado éste, el desbordamiento es inevitable. El 10
de Agosto del ano 1136, hallándose Gelmírez descansan­
do en su lecho después de comer, entró de repente un
familiar en su cámara anunciándole á voces que estaban
á llegar unos facinerosos dispuestos á poner en cuartos
su cuerpo. Gelmírez creyó que todo aquello era una ilu­
sión de su familiar, y aún lo reprendió por haberlo inte­
rrumpido. Seguidamente entra anhelante otro familiar
204 LIBRO TERCERO

y le repite lo mismo. El Prelado prosiguió tranquilo en


su lecho, pues no hallaba qué tuviesen que vengar en él
aquellos revoltosos. Más cauto el clérigo, salió precipita­
damente de la cámara y del Palacio, no sin haber man­
dado antes que asegurasen bien la puerta.
¿Y qué era lo que había producido aquella alarma?
Una turba de sediciosos, capitaneados por Guillermo Si-
gíniz ó Seguín y Juan Lombardo, después de atravesar
la ciudad, armados todos cada cual con las armas que pu­
dieron hallar, penetraron con gran estrépito en la Cate­
dral, prorrumpiendo en gritos y amenazas, y declarando
su propósito de apedrear al Arzobispo, y degollar á todos
los que se pusiesen de su parte. Sin detenerse, se enca­
minaron al Palacio arzobispal, y llegaron tan oportuna­
mente que ya hallaron fuera al clérigo que había man­
dado cerrar la puerta. Con él la emprendió Cuillermo
Seguín cogiéndolo por los cabellos é hiriéndolo en la ca­
beza con el sable, pero no pudo evitar que se le escapa­
se de entre las manos y se refugiase en la Catedral. En­
tretanto las turbas arremetían furiosas contra la puerta
del Palacio á golpes de hacha y de otras herramientas
que llevaban; pero viendo que todos sus esfuerzos se es­
trellaban contra aquellos firmes maderos que les cerra­
ban el paso, resolvieron penetrar en el Palacio por la
galería de la Iglesia.
Suben, pues, á la carrera á la galería; mas se les ha­
bían adelantado algunos Canónigos, que persuadidos de
las intenciones de aquellos malvados, corrieron á la cá­
mara del Arzobispo para ayudarlo á ponerse en salvo,
refugiándose en el altar del Apóstol. Y no había tiempo
que perder; los sublevados hicieron pedazos las puertas
que comunicaban la galería con el Palacio; se precipita-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 205

ron por las escaleras por qué se bajaba á las habitacio­


nes; en la cámara arzobispal se sentía el estruendo de
las armas y aún el crugir y el trepidar del piso que es­
taba encima; no había que dudar; aquellos facinerosos
buscaban al Prelado para asesinarlo villanamente. Gel-
toírez saltó del lecho, y sin más ropa que con la que es­
taba, se envolvió en la capa de uno de los Canónigos,
bajó al patio interior que había entre el Palacio y la
Catedral, y apoyado entre dos de los Canónigos se enca­
minó á la Capilla mayor. Pero antes ¿cuánto no tuvo que
sufrir el Prelado? Desde las ventanas del Palacio le ha­
bían visto atravesar el patio y penetrar en la Iglesia
por la puerta llamada de los Gramáticos. El correr en su
seguimiento y descargar sobre él una nube de piedras,
fué cosa de un momento. Algunas de las piedras fueron
lanzadas con tal furia que hicieron pedazos los lapídeos
estalos del Coro. Herido el Prelado por una de ellas en
un hombro, cayó en tierra, y desde allí tuvieron que lle­
varlo en brazos los Canónigos, que no descansaron hasta
que lo pusieron debajo del baldaquino del altar mayor.
Corrieron en seguida los cerrojos de las rejas que rodea­
ban la Capilla mayor, y las reforzaron del mejor modo
que pudieron. Y fué oportuna precaución; porque los
amotinados, que iban al alcance del Prelado, se vieron
forzados á detenerse ante aquella férrea é improvisada
trinchera. Mas no desistieron; vuelven á la galería, y
desde allí prosiguen la pedrea sobre el altar y sobre el
baldaquino. Rompieron el ara, destrozaron los paños del
altar y parte del baldaquino, ó hirieron al Prelado y á
varios Canónigos.
Mas el Clero y el pueblo no estaba con ellos; estaba
cen el Arzobispo; así es que pasados los primeros mo-
206 LIBRO TERCERO

montos de sorpresa, todos en masa acudieron á la Cate­


dral, y allí las mujeres con lágrimas y oraciones, y los
hombres ya con ruegos y súplicas, ya con enérgicas
protestas, ya con amenazas é imprecaciones, los obliga­
ron á cesar en su sacrilego empeño y á salir de la Igle­
sia. Y salieron, np pesarosos y avergonzados, sino jac­
tanciosos como si hubieran llevado á cabo una gran
hazaña. Como trofeo de la victoria, podían ostentar las
ropas de que se habían apoderado algunos de ellos en
las habitaciones arzobispales. Y además, tal vez en su
concepto, habían conseguido su objeto, que era intimi­
dar á Gelmírez, y obligarle de este modo á renunciar la
Mitra (1).
Poco lo conocían. En aquel cuerpo, deshecho y abru­
mado por los años, por las enfermedades, por los disgus­
tos, por la constante tensión de una febril actividad,
latía aún un corazón enérgico, capaz de poner en pie
aquellos despojos y de infundir en ellos el vigor y alien­
to de otra edad.
Cesado el tumulto y la pedrea, los Canónigos lo con­
dujeron á su cámara, y repuesto á los pocos días del
sobresalto y angustia padecidos, su principal preocupa­
ción fue el disponer el viaje para el Concilio general de
Burgos, al cual le había invitado el Cardenal Guido al
tiempo de su estancia en Compostcla,
Hechos oportunamente los preparativos, enfermo
como estaba, emprendió el viaje acompañado de un
gran séquito de Dignidades y Canónigos y de otras per-

(1) En esta ocasión para nada menciona la Compostelam á las milicias


del Arzobispo. Acaso estarían ocupadas en servicio de D. Alfonso; al menos
lo estaba su jefe Pelayo Curvo.
LOS DOS SIGLOS 1>E ORO DE LA I. COMPOSTELANA 207

sonas notables. El Concilio se celebraba al entrar el mes


de Octubre del mismo año 1186, y en la primera sesión
levantóse un Canónigo compostelano, y reclamando si­
lencio con un movimiento de la mano, denunció el sacri­
lego y horrendo atentado que contra su Iglesia y contra
el Arzobispo cometieron Guillermo Seguín y sus compa­
ñeros. Horrorizados el Cardenal Legado y todos los Pa­
dres ante tal denuncia, dieron cuenta al Emperador de
lo ocurrido, y declararon excomulgados vitandos á Gui­
llermo y á sus cómplices, sin que pudiesen ser absueltos
sino en caso de muerte, ó por el Romano Pontífice, lle­
vando cartas del Prelado compostelano. Todos, oída la
sentencia, levantando las manos, exclamaron: Amén.
Rogaron también al Emperador que hiciese sentir á los
culpables todo el rigor de la ley civil (1).
Hay en esto, empero, una cosa extraña, y es la inso­
lencia de Guillermo Seguín, que asistió tranquilo y se­
reno á la sesión conciliar, hasta que ignominiosamente
mandaron expulsarlo los Padres. Para proceder así, no
faltarían acaso razones á Guillermo, que hasta cierto
punto no era más que un instrumento de otras encum­
bradas personas que habrían do protegerlo.
En el segundo día del Concilio, llegó á Burgos el
Prior de Cluny con cartas del Abad para el Emperador
y para el Cardenal Legado, en las que Pedro el Venera-
ble les suplicaba que tratasen al Arzobispo de Santiago
con el respeto y consideración que se merecía, pues de
otro modo se vería en la precisión de poner en conoci­
miento del Papa lo que pasaba. Estas cartas, de las que
Gelmírez no tenía ninguna noticia, causaron gran enojo,

(1) Hiat. Compont., lib. III, cap. XLVI-XLIX,


208 LII3RO tercero

tanto en el Legado, como en el Emperador; pero la que


el mismo día les entregó el Clérigo Bosón, que, como
hemos dicho, habían enviado á la Corte Pontificia, au­
mentó sobremanera su turbación. En ella venía á decir­
les el Papa que se abstuviesen de molestar al Arzobispo
de Santiago, y escuchasen respetuosos sus advertencias,
tanto en el Concilio como en cualquiera otra ocasión (1).
Mas el Emperador se veía abrumado de deudas, cuyo
pago, más ó menos impacientemente, reclamaban los
muchos aventureros extranjeros que tenía en su ejérci­
to; y por eso, en cuanto á hacer dinero, no mostraba
muchos escrúpulos, especialmente tratándose de la Igle­
sia de Santiago, que fuá siempre en aquella época el
gran recurso de los Reyes de León y Castilla (2). Aun­
que variando de táctica, hizo otras nuevas tentativas
con Gelmírez para conseguir su objeto. Le envió secre­
tamente dos emisarios para que le manifestasen las
acusaciones que contra él le habían presentado los su­
blevados. Al oír esto el Arzobispo, se levantó indignado

(1) Es fácil que Inocencio II estuviese ya enterado de todo lo que


había ocurrido en Santiago; porque un ciudadano de Pisa —en donde á la
sazón residía el Papa— que había venido a visitar el Sepulcro del Apóstol,
presenció la pedrea del altar y del Arzobispo, y aún llegó á saber los
móviles á que principalmente obedecía aquel tumulto, que eran conseguir
la renuncia ó destitución del Prelado. Todo ello lo denunció el Pisano en la
Corte Pontificia; y tal -impresión produjo en los Cardenales y en los princi­
pales personajes de la Corte, que todos prorrumpieron en la siguiente
exclamación: Hasta el presente la Iglésia de Roma sufrió no pocos contra­
tiempos y calamidades, y ahora, por último, pierde su brazo derecho. (Histo­
ria Composiélana, lib. III, cap. XLIX, pág. 583).
(2) Desde que D. Alfonso tomó las riendas del Peino, estuvo siempre
en continua guerra; ya con el Rey de Aragón, ya con el de Navarra, ya
con el de Portugal, ya con los Magnates que no querían reconocerle, ya en
fin, con los Moros, á quienes no dejaba un momento de tregua.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COM POSTELAN A 209

y contestó que sobre este asunto no quería terceros, sino


hablar cara á cara con el Emperador. Se presentó, en
efecto, ante D. Alfonso, y de sus labios oyó las denun­
cias que contra él habían hecho los amotinados. Añadió
D. Alfonso que le habían ofrecido tres mil marcos de
plata porque lo destituyese y desterrase, á lo cual él se
había negado á pesar de lo falto que se hallaba de re­
cursos para pagar á sus soldados; que en esta resolución
persistía; pero que le suplicaba que le ayudase con al­
gún donativo sobre el socorro que anualmente le entre­
gaba. El Arzobispo, para demostrar hasta dónde llegaba
su deseo de complacer al Emperador, le prometió cua­
trocientos marcos de plata; con los que, por entonces, se
dió por satisfecho D. Alfonso (1). El cual, á su vez, quiso
hacer ver que quedaba de veras complacido, pues signi­
ficó su deseo de que fuese el Arzobispo de Santiago
quien en el Concilio consagrase al Obispo electo de Za­
ragoza (2).
En la última sesión conciliar tuvo lugar una escena
que en cierta manera parecía preparada. Humillados,
reverentes y confusos se presentaron los que en la pri­
mera sesión habían sido excomulgados. Una voz unáni­
me se levantó de todos lados del Concilio reprobando la
insolencia de aquellos malvados que provocaban de aque­
lla manera la indignación de los Padres. Celmírez pro­
curó calmar la agitación y gritería del Concilio, y algu­
nos de los Canónigos compostelanos, cerrado el Concilio,

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. XLIX, pág. 581.—Al Cardenal Guido
<lue tampoco se hallaba muy sobrado de recursos, al despedirse para volver
* Italia, íe dió Gelmírez trescientos morabetinos para ayuda del viaje.
(Hist. Compostloe. cit., pág. 582).
(2) Hist. Compost, loe. cit.
Tomo IV.— 14.
210 LIBRO TERCERO

suplicaron al Cardenal Legado y al Emperador que


intercediesen con el Arzobispo en favor de los rebeldes.
D. Diego no pudo resistir á las instancias del Cardenal
y del Emperador; perdonó de corazón á los traidores sin
más condición que la promesa de no volver á incurrir
en tan sacrilegos^ atentados. Este perdón debió princi­
palmente referirse, por más que la Compostelana no lo
diga en términos expresos, á los Canónigos que con sus
manejos y sus discursos habían sido los promovedores
del motín y del tumulto de la Catedral. Esto por lo que
tocaba á las penas canónicas; de la aplicación de las
penas temporales, al menos para con algunos, se encar­
gó D. Alfonso.
Parece que en esto el Monarca procedió no del todo
espontáneamente, porque la Compostelana refiere que
cuando Inocencio II supo por la autorizada relación del
Cardenal Cuido lo que se había hecho con Celmírez,
estuvo para pronunciar sentencia de excomunión contra
el Emperador y 'contra los perpetradores de tan sacrile­
gos atropellos, pero que por no aumentar los males que
sufría la Iglesia á causa del cisma, lo aplazó para tiem­
po más oportuno (1). Como quiera que sea, en el año
siguiente 1137, por el mes de Julio, el Emperador Don
Alfonso; ajustada la paz con el Rey do Portugal (2),

(1) ffist Compost., lib. III, cap. XIJX, pág. 583.


(2) Para combatir al Rey de Portugal que se había apoderado de Tuv,
el Emperador había enviado avisos á todos los Magnates gallegos, y entre
ellos, al Arzobispo de Santiago, el cual al punto por los mismos correos,
envió dos mil sueldos para los gastos del ejército. Al día siguiente, cuando
D. Diego se disponía ó salir para formar en el ejército imperial, llegó nue­
vo correo anunciando que la paz estaba firmada, y que en el mismo día el
Emperador tomara la ruta de Santiago.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DK LA T. COMPOSTELANA 211

vino á Santiago, en donde fue recibido con extraordina­


ria pompa y grandes festejos. Los Monjes, los Abades,
los Sacerdotes, los Canónigos vestidos con riquísimas
capas de seda adornadas con púrpura y oro, salieron
todos á esperarle, y D. Alfonso entró en triunfo en la
ciudad á los acordes de los címbalos y otros instrumen­
tos músicos y al clamoreo de las campanas.
Doce días permaneció D. Alfonso en Santiago, y
durante ellos el Arzobispo lo obsequió espléndidamente,
empleando cinco marcos de plata diarios en la mesa y
en los demás agasajos que se le hicieron, sin contar con
lo que se gastó en hospedar á los cinco Prelados y á los
Condes y Grandes que lo acompañaban.
En un domingo, hallándose el Arzobispo como de
costumbre en Cabildo, se presentó de improviso el Em­
perador seguido de toda su Corte, y sin más preámbulos,
le manifestó que estaba dispuesto á seguir en todo sus
consejos 37 á hacer en Galicia todo cuanto él le previnie­
se. Añadió que consideraba sobremanera injurioso para
la Iglesia el que el Aizobispo tuviese que dar todos los
años una gran suma de dinero, y por consiguiente, pro­
metió, en presencia de todos, no volver á cometer tal
vejación. Y en conñrmación de esta promesa, tomó el
sombrero de uno de sus Condes, é inclinada la cabeza,
se lo entregó al Arzobispo después de haberle besado la
mano. Restituyó también la tierra de Montaos, de que
había despojado á la Iglesia, y en satisfacción de la ar­
bitraria imposición con que la había agraviado, prome­
tió dar, además, todos los años para la obra del claus-
ti'o, doscientos morábetinos (1J.

(1) Hist. Compost., lib. III, cap. LII.


212 LIBRO TERCERO

Al mismo tiempo hizo D. Alfonso ejecutar severos


castigos en todos los que resultaron culpables en el asal­
to y saqueo del Palacio y en la pedrea de la Iglesia. A
unos los desterró y á otros les confiscó los bienes, así
muebles, como raíces. Y aún quiso castigar á todos los
vecinos imponiéndoles una fuerte multa, porque decía
que todos habían sido culpables por su negligencia en
no impedir el atentado contra el Arzobispo; pero mer­
ced á los ruegos de Gelmírez, no llevó * á cabo su pro­
pósito.
En el Tumbo A, folio 41, hay un Diploma, fechado
en 17 de Julio de 1137, por el cual D. Alfonso adjudicó
á la Iglesia todos los bienes que Juan Lombardo, uno de
los principales reos, poseía tanto en la ciudad como fue­
ra, y entre ellos una casa cerca de la Catedral. D. Al­
fonso recibió, como robra, cien marcos de plata; lo cual
demuestra que la hacienda de Juan Lombardo debía de
ser bastante considerable (1).
Talos fueron las muestras de afecto y consideración
que de esta vez dió el Emperador á D. Diego, que al
abandonar á Santiago debiera decirse que nada podría
turbar una paz y amistad que parecía tan cordial. Mas
no fue así. Al poco tiempo los mismos anatematizados
en el Concilio de Burgos, los mismos á quienes el Empe­
rador había castigado tan severamente, emprendieron
una nueva campaña de intrigas, infamias y calumnias

(1) Véanse Apéndices, núm. X.—Al día siguiente otorgó D. Alfonso


otro Privilegio al Monasterio de Antealtares, en el cual lo confirma en la
posesión de todas sus haciendas y exenciones. Firman los mismos personajes
que en el anterior. (Archivo de la Escuela superior de Diplomática de
Madrid).
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 213

contra el Arzobispo. Y D. Alfonso les prestó oído; y Don

11.
M uestra del carácter de letra del Tumbo A, tom ada del íbl.

Alfonso los llamó á su Corte; y D. Alfonso conversaba y


214 LIBRO TERCERO

platicaba con ellos sobre este asunto; aunque no del


todo desinteresadamente, puesto que la oferta de dos mil
marcos lo ablandó, y le hizo mudar de parecer. Para sa­
ber, acaso, á cuánto ascendían las limosnas y donativos
que se hacían al Altar de Santiago, envió un delegado
con orden para sellar las cajas ó arcas en que se reco­
gían las ofrendas.V
En vista de esto, Gelmírez convocó al Cabildo y
mandó á todos y á cada uno de los Canónigos que deli­
berasen sobre el caso, y le diesen su voto y consejo. Se­
guidamente llegaron tres correos, uno tras otro, avisan­
do que el Emperador tenía resuelto venir á Santiago. El
Prelado ya se disponía á recibirlo con el aparato y fes­
tejos de siempre; pero en esto los conjurados mudaron
de táctica y aconsejaron al Emperador que se reconci­
liase con el Arzobispo, pues de otro modo se expondría
á ser excomulgado y ver puesto en entredicho todo su
Reino. Por entonces aparecieron en Santiago, en lugar
del Emperador, algunos de los principales promovedores
de la conspiración, con un delegado regio, que era amigo
del Arzobispo, facultado para abrir las arcas de la Igle­
sia y pedir que se diese alguna cantidad para las nece­
sidades del Real Erario, dejando el resto á los maestros
y oficiales que trabajaban en el claustro de la Iglesia y
á disposición del Prelado.
La vejación, pues, de que D. Alfonso decía que que­
ría librar á la Iglesia, se renovaba con circunstancias
agravantes, como la de que ni el Arzobispo, ni el Cabildo
pudiesen abrir á su arbitrio las arcas en que se recogían
las limosnas destinadas principalmente para el culto.
Reclamó Gelmírez de nuevo el consejo del Cabildo; y la
mayoría de los Canónigos le contestó que no debía tole-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 215

rar por más tiempo la esclavitud que sufría la Iglesia;


que debía excomulgar al Emperador y poner .en entredi­
cho la ciudad y toda la Tierra de Santiago; que ellos es­
taban dispuestos á abandonar todo y seguirle á Roma?
al destierro ó á donde quiera que fuese necesario, para
redimir á la Iglesia de la opresión en que se hallaba.
No sabemos si todos los Canónigos, al expresarse así, ha­
blarían sinceramente. Como quiera que sea, el Arzobis­
po, contemplando las terribles y funestísimas consecuen­
cias que podía traer tal medida, de acuerdo con sus más
íntimos, y llevando el sufrimiento hasta el último extre­
mo, optó por otra solución, y envió emisarios al Empera­
dor prometiéndole quinientos marcos de plata. D. Alfon­
so se dió por satisfecho, y contestó con las acostumbradas
protestas de amor, veneración y fidelidad. Envió además,
por un Legado suyo, dos cartas, una para el Arzobispo,
y otra para los Canónigos y ciudadanos. Ésta tenía por
objeto, según les decía, el hacerles saber cuán afectuosa
y cordialmente amaba á su Arzobispo D. Diego, y que,
por consiguiente, consideraría como ofensa propia cual­
quiera que á él se le hiciese. < Cuidad de no hacer contra
él, terminaba, ninguna cosa que sea merecedora de cas­
tigo. Pasadlo bien.»
Al Arzobispo le repetía las protestas proferidas de­
lante de los Legados, y al concluir, le advertía que á
causa de lo largo del viaje y de la proximidad del in­
vierno, no quería que se molestase en ir á Falencia á
asistir á la Junta que tenía convocada para el día de
San Lucas (18 de Octubre), pues pronto pensaba que se
verían en Santiago (1).

(1) Iíist. Compost., lib. III, cap. LIV-LVI,


216 LIBRO TERCERO

D. Alfonso vino, efectivamente, á Santiago, como


luego veremos; pero en Gelmírez ya no halló más que
ruinas y quizás abatimiento. Las amarguras que lo aci­
bararan en estos últimos tiempos, habían ido minando
su existencia hasta reducirle á la postración y á la iner­
cia. Aquel espíritu tan activo, en que parecía que la
acción precedía al pensamiento, se veía ahora lánguido,
sin fuerzas, sin aliento, no ya para emprender sino para
proyectar cosa alguna de importancia. Así es que
creemos que el asunto de la Legacía pontificia, que por
muchos años había sido uno de sus principales ensueños,
ahora se borró de su mente y dejó de inquietarle. Al
menos la Compostelana no da á entender que Gelmírez,
en esta última época, hubiese entablado negociaciones
en Roma, ni sobre este asunto, ni sobre otro ninguno.
No trae más la Compostelana que una carta pontificia
fechada en Castro Bibione en 10 de Marzo (de 1137, no
1136, como supone Flórez) en que el Papa Inocencio II
recomienda á Gelmírez á un Clérigo de esta Diócesis
llamado Arias, que había residido bastante tiempo en
Italia. Le ruega que lo reciba benignamente y le dé, tan
pronto sea posible, alguna prebenda (1).
Después de esto, no consta que Gelmírez hubiese re­
cibido más comunicación de Roma que la convocatoria
para el Concilio general, segundo de Letrán, que debía
(1) Hist. Compost., lib. III, cap. L.—Con esta carta del Papa vinieron
otras dos, una del Cardenal Cancelario Aimerico, y otra del Cardenal Gui­
do. En ambas se recomendaba también á, Arias, del cual Aimerico decía
que en su conducta no había tacha (apud nos honeste conversatus esse digno­
scitur), y Guido añadía que por eso este Clérigo in vestra enutritus Ecclesia,
era apreciado y querido de él y de todos sus amigos.
En la carta de Aimerico, hay tina frase en la que al parecer va cortés-
mente envuelta una queja por el silencio de Gelmírez,
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 217

celebrarse el día 2 de Abril del año 1139. La trajo como


Legado a latere el Obispo de Lesear, Guido, el cual ya
había estado en Santiago, y estaba unido á Gelmírez
con los vínculos de la más sincera amistad. Llegó á
nuestra ciudad en Octubre de 1138, y notificó al Prela­
do el deseo del Papa, de que si no se lo impedía alguna
enfermedad ó alguna grave molestia, asistiese á dicho
Concilio, que tenía por principal objeto remediar los
males que en ocho años de duración había ocasionado
el cisma (1).
Aquí termina su narración la Compostelana, como si
retrocediera ante la idea de tener que tocar el término
fatal del insigne varón cuyos hechos se había propuesto
escribir y exaltar. Ni aún indica la fecha en qué llegó á
Santiago el Obispo de Lesear; pero ésta la sabemos por
el acta do fundación del convento de Santa María de
Dueñas (de Dominabas), sito á orillas del Mendo, cerca
de Betanzos. Datóse el documento en 9 de Octubre de
1138, y en la. fecha se lee esta curiosa nota: Facta serie
testamenti et confirmata coram presentía dni. Guidonis Lascar-
rensis Ecclesie epi. et sce. Romane Ecclesie Legati et dni. Didaci
Compostellani Archiepi. in loco apostólico Sedis apostolice Bti.
lacobi eiusque canonicorum et multorum benenatorum clerico­
rum militum et civium (2).
D. Alfonso vino, en efecto, á Santiago, como había
prometido al Arzobispo; pero de esta su estancia en
nuestra ciudad, no hay más noticias que las que nos su-

(1) Hist, Compost., lib. III, cap. último.


(2) Este Monasterio fué fundado por D. Bermudo Pérez de Traba
para su hija D.a Urraca, nieta por su madre IXa Urraca, de D. Enrique y
tV Teresa de Portugal. (Documentos procedentes de Sobrado en el Archi­
vo Histórico Nacional).
218 LIBRO TERCERO

ministran algunos Diplomas otorgados en ella. Tales son:


el expedido en 11 de Diciembre de 1138 en favor del
Monasterio de San Justo de Cornado (parroquia de San­
to Tomé de Insua) (1); el otorgado en 12 de Diciembre
de dicho año al Monasterio que acababa de fundar Don
Bermudo Pérez de Traba (2); y el dado á la Santa Igle­
sia de Tuy en 18 del referido mes y año (3). En todos
ellos subscribe D. Diego Gelmírez: Dldacus ecclesie Mi. la-
cobi; archiepiscopus.—Didacus compostéllanus archiepiscopus.—-
Uidacus Sedis compostellanae archiepiscopus.
Posteriormente á estos, subscribió D. Diego otros
Diplomas de D. Alfonso VII, uno fechado en Sahagún
en 17 de Abril de 1139 y concedido á la Santa Iglesia
de Tuy; otro, que publicó Yepes (4), otorgado al Monas­
terio de San Vicente de Pombeiro, y otro, que es el iil-
timo que conocemos, dado en 24 de Junio de 1139 al
Monasterio de Hoya (5). La subscripción de Gelmírez,
es como sigue: Didagus compostellane Sedis archiepiscopus.
Después de esta fecha reina un largo silencio sobre
las cosas de nuestra Iglesia. Era que el espectro de la
muerte se cernía sobre Compostela anunciando ruinas
y desolación, y todos los males y desgracias en que es
fecundo el genio de la discordia. La primera noticia que
se halla después de esta fecha, 24 de Junio de 1139, es
de 2G de Junio de 1140; pero antes de esto ya había
fallecido Gelmírez, cuyo aniversario se celebraba el 15

(1) Archivo de la Escuela Superior de Diplomática.


(2) Documentos de Sobrado, en el Archivo Histórico Nacional.
(3) Esp. Sag., tom. XXII, Apéndices.
(4) Coronica.... tom. V, Apéndices, núm. XVII.
(D Documentos de Hoya, en el Archivo Histórico Nacional.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELA XA 219

de Enero (1). Probablemente no para todos los Compos-


telanos ínó motivo de duelo la muerte del insigne Pre­
lado; en cierta manera lo guardó la Historia, suspen­
diendo, por no corto tiempo, su narración.
Los restos mortales de aquel varón magnánimo, cuya
principal aspiración en toda su vida fué la exaltación
de su Iglesia, fueron depositados en el claustro, en el án­
gulo más contiguo á la Catedral, cerca del sitio en don­
de se hallaba el Tesoro.
De lo hasta aquí expuesto, se deduce cuán falto de
exactitud es lo que asentó Mr. Friedel en el artículo Etu-
des cornpostellanes, publicado en 1899 en la Revista de Li­
verpool Otia Merseiana, á saber, que los últimos años del
pontificado de D. Diego Gelmírez se pasaron sin gran
perturbación fn‘ ont pas élé trop troublées). Siguiendo, sin
duda, á Gil González, pone Mr. Friedel la muerte de
Gelmírez en el año 1152 (2); y en confirmación, añade,
que el Episcopologio compostelano no menciona sucesor
del gran Prelado hasta el citado año de 1152. En el ca­
pítulo siguiente veremos con qué fundamento pudo es­
cribirse esto; pero á Mr. Friedel convenía el alargar
ha,sta este punto el pontificado de D. Diego, para poder
acusarle, al menos, de complicidad en la compilación del
famoso Códice de Calixto II. Y he aquí como con cuán­
ta facilidad suelen escribir de memoria, los que más bla­
sonan de críticos.
(1) El P. Flórez, que con razón llama á Gelmírez «ejemplar de Prela­
dos heroicos,» no señala la fecha puntual de su fallecimiento; sólo sostiene
que murió antes del año 1.145, en que aún lo suponen vivo varios Autores.
Otro Aniversario por D. Diego se celebraba el 24 de Agosto; pero el 12
do Agosto de 1140 ya estaba electo el Obispo de Salamanca D. Berengario.
(2) El mismo Argáiz decía (La Soledad Laureada, tom. III, pág. 405);
que «todo lo que traía Gil González después de la muerte de D. Diego Gel-
mírez, no so puede leer sin enfado, ni hastío.»
■ /

%
CAPITULO XI
Es elegido Arzobispo de Santiago el Obispo de Salamanca
De Berenguel.—Anula la elección el Papa Inocencio lie—
Elección del Deán D. Pedro Helias,—Donaciones del Rey
D, Alfonso VII,—Concesiones del Papa Eugenio 111,—Pleito
con el Monasterio de Antealtares.—Expedición á Almería.
— Venida á Santiago de un gran ejército de Cruzados.—
Sepelio en la Basílica compostelana de la Emperatriz
D.a Berenguela.—Muerte del Arzobispo D. Pedro I.—El
Códice de Calixto II.

ien tristes habían sido


para la Iglesia compos­
telana los últimos días
de D. Diego Gelmírez;
los que se siguieron á
su muerte, tampoco fueron muy halagüeños. La vacan­
te, por las graves complicaciones que luego surgieron,
vino á prolongarse por jnás de dos años,
222 LIBRO TERCERO

De la actitud que durante este.tiempo guardó Don


Alfonso VII para con las ambicionadas arcas del Tesoro
compostelano, nada sabemos; consórvanse de él, sin em­
bargo, dos notables Diplomas, fechados el uno en 26 de
Junio, y el otro en l.° de Julio de 1140. Por el primero
acota D. Alfonso los términos del convento y hospital
con las dos iglesias de Santa María y San Nicolás que
había fundado el Arcediano de Nendos, D. Pedro Cres-
cóniz, en el monte llania longa (Rañalonga), en la parro­
quia de San Lorenzo de Bruma. D. Alfonso incluyó en
esta acotación los bienes que D. Bermudo Pérez de Tra­
ba había, donado al convento y al hospital, y á los Ca­
nónigos seglares de San Agustín que habían de vivir en
él. Todo esto lo hizo D. Alfonso accediendo á los ruegos
de D. Bermudo Pérez, del Deán D. Pedro Helias y del
Arcediano D. Pedro Crescóniz (1). .
El otro Diploma es más importante. Hallábase el
Emperador en Alba de Tormes, de vuelta de su expedi­
ción á la ciudad de Coria. Con él se hallaban la Empe­
ratriz D.a Berenguela, sus hijos D. Sancho y D. Fernan­
do, varios Prelados y Magnates, y entre ellos, los seño­
res gallegos D. Fernando Pérez, Conde de Galicia, los
Condes D. Osorio Martínez y D. Ramiro Fróilaz y Don
Fernando Yáñez, y queriendo dar público testimonio de
su reconocimiento al Apóstol Santiago, con cuyo auxilio
confesaba haber conseguido apoderarse de Coria y triun­
far de los Sarracenos (per cujus intercessionis auxilium Deus
mihi dedit Cauriam adquirere et de Sarracenis triumphum),
dona varios casales y tierras, á ambas orillas dei Tor­
mes, á la Iglesia de Compóstela, al futuro Arzobispo y á

(1) Véase el Tumbo C, fol. 154.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COM POSTELAN A 223

sus sucesores, y á los Canónigos presentes y futuros.


D. Alfonso comisionó al Canónigo compostelano Itando,
clérigo de su Real Capilla, para que hiciese la entrega
de los referidos bienes (1).
La gratitud inspiró acaso á D. Alfonso el deseo de
poner término á la vacante. Como quiera que sea, al
poco tiempo aparece convocado el Cabildo y el pueblo
para hacer la elección de Prelado, resultando elegido el
Obispo de Salamanca, D. Berengario ó Berenguel, per­
sona muy acepta al Emperador D. Alfonso. Según la
carta que á Inocencio II escribió el Abad de Cluny, Pe­
dro el Venerable, todos, Clero y pueblo, convinieron uná­
nimemente en la designación, y se felicitaban de que,
por fin, como dice el Abad de Cluny, la gloriosa Iglesia
compostelana, enriquecida con el Cuerpo de un tan gran
Apóstol, sublimada con tantos privilegios pontificios,
eminente entre todas las de España, hallase una perso­
na, cual requería, ilustre, prudente, honesta y experi­
mentada.
Una de las personas á quienes más satisfizo la elec­
ción de D. Berenguel, fué D. Alfonso VII, el cual, para
solemnizar dicho acto fin solemnitate vestrae electionis), el
12 de Agosto de 1140, otorgó al Electo, á quien llama
ya Arzobispo, y á todos los Canónigos, á los presentes y
á los que les sucediesen, un notabilísimo Diploma por el
cual promete elegir lugar para su sepultura y la de su
esposa D.a Berenguela, en esta Iglesia, «en la cual, dice,
he sido purificado en la Sagrada Fuente del Bautismo,
(1) Véanse Apéndices, núra. IX. —Es digna de atención la fecha de
este Diploma, que dice así: «Facta Karta in Alúa die Ixlm. Iulii,
Fra MCLXXVIIIÍ tempore quo rediit Imperator de illo fossato de Cauria,
et cepit eam, et posuit ibi episcopum Nauarronem.»
224 LIBRO TERCERO

he sido educado desde mi niñez, he sido armado caballe­


ro, he recibido el regio cetro, y por la intercesión de
cuyo Patrón, el Santísimo Apóstol, me ha sido dado el
engrandecer y dilatar mi Imperio.» Confirma todas las
donaciones, honores, privilegios y exenciones otorgados
por sus antecesores, y concede además, al Arzobispo, no
á la persona, sino á la Dignidad, el cargo de su Real
Capilla y de su Real Escribanía.
El nuevo Arzobispo prometió, con el Cabildo, convo­
car para los funerales del Emperador y de su esposa á
todo el Clero de la Diócesis, señalando tres altares en
que los Sacerdotes pudiesen celebrar Misa de Réquiem
los tres días de las exequias (1).
Mas, pasadas las impresiones de los primeros momen­
tos, algunos juzgaron que por digna que fuera la perso­
na elegida, tenía en contra suya un grave impedimento
canónico, cual era el hallarse ya ocupando otra Cátedra
episcopal. D. Alfonso VII, que tenía especial interés en
que el Obispo de Salamanca no quedase así desairado,
recurrió á Roma pidiendo dispensa para la traslación.
El Papa Inocencio II, ó porque no halló causa suficien-
(1) Véanse Apéndices, ndm. XI. — Aquí tiene el Sr. La Fuente el
sólido fundamento sobre que se levantó el derecho de los Arzobispos de
Santiago á la Capellanía mayor de los Reyes de España. Decía este señor
(Historia Eclesiástica de España, 2.a ed., tom. IV, pág. 126) á propósito de
la concesión que de la Capellanía y Cancillería hizo D. Alfonso VII á Gel-
mírez, que «sobre tan raro y pequeño fundamento se levantó el derecho de
los Arzobispos de Santiago á la Capellanía mayor de los Reyes de España,
pues el derecho personal de Grelmírez no pasó á sus sucesores, ni pudo
considerarse como cosa general, lo que sólo fué relativo al reino de León.»
En este Diploma de D. Berenguel le concede D. Alfonso VII Capellaniam
et scribaniam, non personaliter, sed jure hereditar io possidendam vobis ves-
trisque successoribus. A mayor abundamiento, este Privilegio fué confirma­
do por el Papa Anastasio IV en el año 1154.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. GOM POSTELAN A 225

te, ó por otro motivo, no quiso otorgar la autorización


que se le pedía. Por lo que indica Pedro el Venerable,
parece que había algunos individuos en Santiago que
verían con placer que la elección quedase sin efecto, y
que para conseguirlo trabajaban sin descanso.
Por su parte el Emperador mostraba empeño en sos­
tener á D. Berenguel; así es que, en un Privilegio que
otorgó al Monasterio de Celanova en 5 de Mayo de 1141,
IX Berenguel firma como Arzobispo de Santiago (i). En
otro, otorgado á Antealtares el 24 de Septiembre del
mismo año, firma sólo como Electo (2). Esto acaso fuese
lo que á D. Alfonso trajo á Santiago, en donde está ex­
pedido este Privilegio.
Mas esto, en cierto modo, no hacía más que empeo­
rar la causa de D. Berenguel; y comprendiéndolo así el
Emperador, procuró vencer, á fuerza de ruegos ó ins­
tancias, la resistencia del Papa. A tal efecto, escribió
á San Bernardo y al Abad de Cluny pidiéndoles, con
todo encarecimiento, que con su poderosa influencia
apoyasen ante el Papa las preces que D. Berenguel es­
taba para presentar personalmente en Roma.
Pedro el Venerable tomó gran interés en el asunto,
como que venía recomendado por un Príncipe á quien
tanto debía la Iglesia de Cluny (3), y para complacer á
IX Alfonso VII, escribió al Papa una extensa carta que
remitió por Natal, Abad de Eesbac (Bebáis), varón insig­
ne por su santidad y enteramente consagrado al retiro

(1) Documentos de Celanova, en el Archivo Histórico Nacional.


(2) Documentos de San Martín Pinario, en la Biblioteca de la Uni­
versidad de Santiago.
(3) Inter modernos Reges praecipuus amicus et benefactor Clunia-
eensis Ecclesiae, dice Pedro el Venerable.
Tomo IV.—15,
226 LIBRO TERCERO

y á la contemplación, el cual, sólo por obediencia, acep­


tó tal encargo. El la carta, el Abad de Cluny, hace men­
ción de una persona, que no nombra, la cual, antepo­
niendo su propio bien al general, trabajaba para que la
elección quedase sin efecto. Suplica, por lo tanto, á Ino­
cencio II que no permita que por el interés de un par­
ticular se perturbe la paz de tan gran Iglesia, y otorgue
la traslación de D. Berenguel, de Salamanca á la ciudad
de Santiago Apóstol (1).
Por su parte, San Bernardo tomó también á su cargo
la defensa del Obispo de Salamanca, y en una carta que
dirigió á Inocencio II, con la elocuencia insinuante que
le era propia, le ruega que acceda á lo que de él, con
tantas súplicas, con tantas instancias, se solicitaba (2).
El Papa Inocencio se mantuvo inflexible en su nega­
tiva, y ni las súplicas de D. Alfonso, ni las cartas de
S. Bernardo y Pedro el Venerable, tuvieron fuerza para
hacerle retractar su primera resolución. En vista de
esto, el Cabildo compostelano hubo de proceder á nueva
elección, la cual recayó en el Deán, D. Pedro Helias.
Ignorarnos si al tiempo de la elección estaba D. Pedro
en Poma, ó si fue después de dicho acto; lo cierto es que
por este tiempo se hallaba en la Corte Pontificia, á donde
iría, ó para obtener mayor firmeza en su elección, ó para
recibir la consagración y el Palio de manos del Papa.
(1) Puede verse esta notable carta en el Teatro Eclesiástico de Gil
González, tom. I, pág. 48.
(2) Esta carta de San Bernardo es la CCXII de su colección.—Man­
rique (Annales Cisterciensis ad an. 1139, cap. VIII) opina que el Obis­
po de Salamanca á quien en esta carta alude San Bernardo, es el Don
Pedro que solicitó esta Sede al tiempo en que fue nombrado para Santiago
D. Berenguel.—Dorado (Compendio histórico de la ciudad de Salamanca,
pág. 117) cree que este Obispo fué D. Munio, que había sido depuesto.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 227

A principios de Junio de 1143? ya se hallaba de vuelta


en España, y pudo asistir al Concilio que el día 6 del
citado mes celebró D. Alfonso VII en Toledo. Con gran
afabilidad y complacencia lo recibió el Emperador, tan­
to que para festejar su feliz regreso de la Ciudad ponti­
ficia (oh gaudium vestri honorifici adventus a Romana Eccle­
sia), en el mismo Concilio le otorgó un Privilegio dei
mismo tenor que el concedido tres años antes á D. Be-
renguel (1).
Ardua era la misión confiada á D. Pedro Helias, la
de regir una Iglesia que sobresalía entre todas las del
Orbe cristiano, y la de levantarla de su abatimiento;
Ecclesiae Bti. Iacohi relevando casum, como dice D. Alfon­
so VII en los Diplomas otorgados, tanto al mismo Don
Pedro, como á D. Berenguel. De las providencias que al
pronto hubiese tomado el nuevo Arzobispo en su Iglesia
Metropolitana, no hay noticia concreta; tal vez calmada
la agitación producida durante la larga vacante, las co­
sas volvieron por sí á su estado normal.
Para el Monasterio de San Martín Pinario, obtuvo
D. Pedro del Emperador un Diploma, por el cual se le
confirmaban todos los privilegios y donaciones concedi-

(1) Las copias que hemos visto de este Privilegio (el original ha des­
aparecido) colocan su data en el año 1141}, pero del Diploma otorgado por
D. Pedro á San Juan da Coba en 16 de Septiembre de 1143, que se conser­
va original y en cuya fecha se dice que corría el primer año del Pontifica­
do de D. Pedro, parece colegirse que debe estar errada la data de dichas
copias, á no ser que se diga que en este Diploma de San Juan da Coba, Don
Pedro contó los años de su Pontificado, no desde su elección, sino desde su
consagración.
El Concilio ó Cortes de que se hace mención en dicho Diploma, sin duda
las reuniría D. Alfonso para preparar la gran expedición que este año
1143 hizo en las comarcas de Andalucía.
228 LIBRO TERCERO

das hasta entonces por los Monarcas (1). Mas D. Pedro


era particularmente afecto á la Orden de Canónigos Re­
glares de San Agustín. Ya liemos visto la parte que
tuvo, siendo Deán, en la fundación del Convento de
Bruma; más importante y eficaz le cupo en la restaura­
ción del Monasterio de San Juan da Coba. Este Monaste­
rio había corrido la suerte de otros muchos, hasta venir
á parar á manos de personas seglares. Una de éstas
donó su parte á la Catedral, y el resto quedó dividido
entre dos familias, la de los hermanos Velázquez ó Váz­
quez, y la de los hermanos Martínez. La parte de la Ca­
tedral la tenía en préstamo ó tenencia el Canónigo Don
Pedro, el cual con García Velázquez, uno de los copro­
pietarios de las heredades del convento, rogó al Arzo­
bispo que le concediese autorización para establecerse
allí con otros, así clérigos, como legos, y hacer vida san­
ta según la Regla de San Agustín. Accedió D. Pedro
Helias, y á 16 de Septiembre de 1143, hizo despachar un
Privilegio, que se conserva original, por el que, de acuer­
do con el Cabildo, cedió la parte que tenía la Iglesia, y
señaló el coto del Convento según éste lo había poseído
en tiempo del Obispo Sisnando I. Las dos familias copro-

(L) Archiepiscopus Petrus Helie, dice D. Alfonso en el Diploma, prop­


ter hanc causam plurimum rogavit me et totum conventum canonicorum.
Cuando en Septiembre del año anterior, 1141, estuvo D. Alfonso en Santia­
go, obligó á D. Pelayo Curvo á restituir al Abad de San Martín, D. Pedro,
y á sus Monjes, la mitad de la iglesia de Santa María de Iro, y la cuarta
parte de la de Santa Eulalia de Nantes, que les tocaban por parte de los
hermanos Ce te 3^ Marina Pérez, qui jam sub vestram regulam in monachali
habitu degunt. Pelayo Curvo subscribe el Diploma en esta forma: Pelagius
Curvus qui hactenus vi ac injuste praedictas ecclesias et hereditates invasi,
quas in Loco sancto jussu domni Imperatoris vobis delibero.—(Documentos
de San Martín, en la Biblioteca de la Universidad de Santiago).
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 220

pietarias renunciaron también á la parte que pudiera co­


rresponderles dentro de dicho coto. De todo ello se hizo
cargo el Abad D. Pedro, que regía la Comunidad allí
establecida. Añadió el Arzobispo, que si en aquel lugar
llegase á desaparecer la Comunidad religiosa, quedara á
cargo del Prelado con el Cabildo el restablecer la Regla
monástica.
Subscriben el Diploma el Obispo de Orense D. Mar­
tín, y otro D. Martín, Obispo de Oviedo, ambos Canóni­
gos que habían sido de Santiago (1).
A fines de Junio de 1144, hallamos á D. Pedro He­
lias en León, á donde le había atraído la gran solemni­
dad del matrimonio da la Infanta D.a Urraca con el
Rey de Navarra, D. García. Probablemente bendecería
las nupcias nuestro Arzobispo, como Capellán mayor
que era del Emperador (2).
En el año siguiente, á 31 de Enero, como en recom­
pensa de este servicio, donó D. Alfonso VII al Arzobispo
y á su Iglesia una extensa heredad que llamaban Córta­
me, cerca de Sahagún. La dona con todos sus términos
y pertenencias; y, además, exime á sus moradores de
todo pecho y servicio, tanto de los debidos al regio fisco,
como de los que cualquiera otro señor ó potestad pudiera
exigir por razón de cualquiera título (8).

> (1) Véanse Apéndices, núm. XII.—El Obispo de Orense aún se llama
Cardenal de Santiago.
(2) En esta ocasión otorgó D. Alfonso VII varios Diplomas á los
Monasterios de su Reino. En la fecha, en casi todos se ve esta cláusula,
como en el de San Esteban de Chouzán: Facta Carta Legioni II KLs. lulii,
Fra MCLXXL1, Rege navarrorum, qui tunc quandam filiam Imperatoris
uxorem duxerat, existente presente.
(3) Véanse Apéndices, núm. XIII,
230 LIBRO TERCERO

Es do creer que el Arzobispo D. Pedro acompañase


al Emperador en la gran expedición que, al aproximar­
se la primavera de este año 1145, preparó D. Alfonso
contra los Moros de Andalucía (1).
También por entonces envió D. Pedro Legados á
Roma para cumplimentar al Papa Eugenio III, que
había sido elegido el 15 de Febrero de 1145, y al mismo
tiempo para solicitar alguna gracia en favor de su Igle­
sia. Había en Santiago una costumbre por la cual los
Canónigos promovidos á la Dignidad episcopal, continua­
ban disfrutando su prebenda todo el tiempo de su vida.
Esto, además de disminuir el personal de la Iglesia, cedía
en perjuicio de la solemnidad del culto. Deseando el Ar­
zobispo D. Pedro abolir dicha costumbre, encargó sin
duda á sus Legados, que obtuviesen en Roma sobre este
punto una declaración pontificia.
Agradeció el Papa las demostraciones de afecto y
sumisión del Arzobispo compostelano, y atendió benigno
sus ruegos y representaciones. En la Bula que mandó
despachar el 15 de Junio de 1145, después de manifes­
tar cuán obligado estaba á distinguir con sus favores á
aquellos de sus hijos que eran más devotos y afectos á
la Iglesia Romana, y de protestar de su amor á la Iglesia
compostelana por reverencia al sacratísimo Cuerpo de
Santiago en ella sepultado, para realzar más la digni­
dad de esta Iglesia, concedió á su Prelado que en toda

(1) De esta expedición se hace mérito en la fecha de una donación


concedida el l.° de Marzo al Monasterio de Sobrado por el Conde D. Fer­
nando Pérez de Traba: «Facta carta... in tempore quando fuit Imperator in
Sibiliam et in Cordubam destruere gentes Sarracenorum, filius ejus Santius
Eex in Castella; alius filius ejus Fernandus in Gallecia; dominante ea
comite domno Fernando; in Compostella Archiepiscopus Petrus Elie.»
LOS TRES PRIMEROS SIGLOS DE LA. I. GOM POS TELA NA 231

au provincia eclesiástica pudiese ir precedido de Cruz al­


zada, salvo el caso en que en la misma provincia andu­
viere el Legado Apostólico. Respecto al punto de los
Obispos prebendados, dispuso Eugenio III que desde el
momento en que un Canónigo tomase posesión de una
Sede episcopal, quedase vacante la prebenda de que
gozaba en la Basílica compostelana (1).
Acabamos de ver por la Bula de Eugenio III, cuán
considerada en todas partes continuaba siendo la Igle­
sia compostelana. De ello tenemos otra prueba en la
donación que el 21 de Marzo de 1146 hizo el Obispo de
Avila, D. Iñigo, con todo el Concejo de la misma ciudad.
Donaron á Santiago de Compostela la iglesia de San
Lázaro, á orillas del Adaja, en los alrededores de Avila
y cerca de la puerta del Puente. D. Iñigo se reservó los
derechos episcopales (2).
Otra donación hizo el año siguiente, 13 de Febrero,
D. Alfonso VII. Con consentimiento de todos los hom­
bres buenos de Salamanca, cedió en el monte de Cervei-
rolu una gran heredad entre los términos de dicha ciu­
dad y los de Toro. Fué voluntad de D. Alfonso que dicha
heredad fuese aldeia de Santiago, exenta de todo tributo,
y que la iglesia que en ella se edificare, no reconociese
más jurisdicción que la del Arzobispo compostelano. A
los pobladores les dió el fuero de Salamanca, y les man­
dó que los diezmos y primicias de todas sus cosas, los
diesen á la Iglesia de Santiago (3). .
Durante el Pontificado de D. Pedro Helias, se fué
prosiguiendo la gran obra del claustro; y en el solar del
(1) Véanse Apéndices, núm. XIV.
(2) Véanse Apéndices, núm. XV.
(3) Véanse Apéndices, núm. XVI,
232 LIBRO TERCERO

claustro antiguo, quo venía á estar donde hoy el pórtico


de la Quintana, la torre del reloj y el vestuario de los
Beneficiados, comenzó á edificarse un dormitorio más
ancho, más capaz que el que había anteriormente. Esta
nueva obra hizo revivir los antiguos pleitos y contien­
das entre el Monasterio de Antealtares y la Catedral;
pues el dormitorio entraba en terreno propio del con­
vento. Alarmado el venerable Abad D. Rodrigo con tal
invasión, propuso demanda ante el Emperador contra el
Arzobispo y el Cabildo, quejándose, no sólo de esta usur­
pación, sino reclamando el cumplimiento de la concordia
estipulada en el año 1077 entre el Obispo D. Diego Pe-
láez y el Abad San Fagildo. En virtud de esta concor­
dia (1), terminada la obra de la Catedral, debían resti­
tuirse al Monasterio, además de la capilla de San Pedro
que ya era suya, la del Salvador y la de San Juan
Evangelista, y asimismo cierta parte en las ofrendas
hechas al Altar de Santiago. Todas cuantas reclamacio­
nes había hecho hasta entonces el Monasterio, por los
frecuentes trastornos que habían agitado á Compostela
durante los últimos años del Pontificado de D. Diego
Gelmírez y durante la vacante, quedaron sin efecto; y
el Abad D. Rodrigo, juzgando que habían cesado todos
los motivos que podían pretextarse para eludir el cum­
plimiento de los compromisos contraídos, resolvió reno­
var, con toda urgencia, las anteriores reclamaciones; y
acompañado de dos Monjes del convento, Pedro Juez
y Pedro Cálense, chantre, se presentó en la Corte im­
perial con todos los documentos que podían favorecer
su causa.

(1) Véase tom. III, cap. II, págs. 22 y 23,


LOS DOS SIOLOS DE ORO DE LA I. GOMPOSTELANA 233

D. Alfonso que á la sazón se hallaba, á lo que pare­


ce, ocupado con la conquista de Almería, por el pronto
no hizo más que mandar expedir un solemne Diploma
por el cual se confirmaban todos los privilegios y dona­
ciones otorgados por sus antecesores al Monasterio, y en
especial, el concedido por el Rey D. Alfonso II al tiem­
po del descubrimiento del Sepulcro de Santiago, y el
dado poco después por D. Ramiro I. Demarcó, no obs­
tante, D. Alfonso, á tenor de los Diplomas del Rey Gasto
y de D. Ramiro, el solar propio del Monasterio con la
parte que le pertenecía en la Catedral. Despachóse el
Diploma á 11 de Julio de 1147 (1). Mas esto no era
lo bastante para alejar dudas y evitar equívocos; y en
su consecuencia, el Emperador comisionó al Conde de
Calida, D. Fernando Pérez de Traba, para que á vista
del Arzobispo y de los Canónigos compos télanos, marca­
se con señales bien visibles los términos del recinto pro­
pio del convento. Así lo hizo D. Fernando, y en presencia
del Abad y del Arzobispo y del Cabildo, demarcó y seña­
ló el terreno del Monasterio comenzando por la pared
del dormitorio nuevo, siguiendo por el sitio en donde se
hallaba el sepulcro de su padre el Conde D. Pedro de
Traba, tocando en la inmediata capilla de San Pedro ó
de la Azucena, atravesando por delante de la puerta (boy
Puerta Santa), por donde salía en procesión el Cabildo, y
tirando desde aquí una recta hasta llegar á una casa
que, siendo Deán, había edificado el Arzobispo entre la
capilla de la Corticela y un patio del Monasterio (2); la

(1) Yepes, Coránica de San Benito, tom. IV, Apéndices, núm. VIII.
(2) Dentro de esta recta debían quedar incluidas las capillas del Sal­
vador y la de San Juan Evangelista.
234 LIBRO TERCERO

cual casa debía hallarse en donde lioy están las casas


levantadas sobre las escaleras de la plaza de la Quinta­
na. Mas esta operación no pudo llevarse á cabo hasta
el año de 1148 ó 1149.
Desde fines del año 1146, en todos los talleres y co­
mercios de Santiago notábase gran actividad y movi­
miento. Todo lo exigía la gran expedición que para la
primavera del año siguiente tenía proyectada el Empe­
rador contra la ciudad de Almería. Venía á ser este
puerto como una guarida de corsarios, que infestaban
todas las costas del Mediterráneo hasta Siria, y en el
Océano las costas de Portugal, Galicia y Asturias. Pues­
to de acuerdo el Emperador con los Genoveses, se dispu­
so á deshacer á toda costa aquel nido, desde donde se
esparcía por España y gran parte de Europa, la desola­
ción y la rapiña. En el mes de Mayo del año 1147, al
frente de un numeroso y escogido ejército, movióse en
dirección de la ciudad enemiga. Rompían la marcha las
milicias compostelanas, acompañadas de la hueste del
Arzobispo. De ellas se canta en el Poema, sobre la toma
de Almería:

Majus est mensis; procedit Galliciensis


Praecepta Jacobi primo dulcedine Sancti
XJt coeli stellae, sic fulgeat (fulgent?) spicula mille...

Prosigue el Poeta ponderando lo refulgente de los


escudos y de los yelmos con que iban armados todos los
que componían aquella hueste; el relinchar de los caba­
llos que montaban y el estrépito que producían al herir
el suelo con los herrados cascos.
Venía después el núcleo de las tropas gallegas al
I.OS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 235

mando dol Conde D. Fernando Pérez de Traba. Más


atrás marchaba con sus hijos Pelayo Curvo y Vareta,
otro héroe gallego, D. Fernando Yáñez de Limia.
Después que D. Alfonso entró victorioso en Almería,
otorgó varios privilegios á las personas ó Comunidades
que se habían distinguido en su servicio. En 25 de Di­
ciembre del mismo año, 1147, hallándose en Toledo, con­
cedió el Emperador un Diploma al Monasterio de Sar y
á su Prior D. Pedro. En la fecha se lee: Quando rediit Im­
perator de Almería, quarn tune cum auxilio lanuesiutn coe­
perat (1).
Antes que Almería, se había rendido Baeza, en cuya
arriesgadísima empresa se apareció en sueños al Empe­
rador un Pontífice venerable, y cerca de él una mano
diestra empuñando una espada de fuego; el cual Pontí­
fice, interpelado por D. Alfonso, dijo ser San Isidoro,
Doctor de España y sucesor, por gracia y predicación, del
Apóstol Santiago, cuya era aquella diestra armada en
defensa de los Cristianos (2). Despertó el Emperador, y
contada á los Grandes y Obispos la visión que había te­
nido, todos ofrecieron aquella misma noche instituir una
Cofradía en honor de San Isidoro. Así lo ejecutó D. Al­
fonso á principios del año 1148, de vuelta de su expedi­
ción á Almería, y dió por divisa á la Cofradía un pen­
dón, en el cual estaba figurado San Isidoro del modo
que se apareció en Baeza (3).

(1) Original. Documentos del Priorato de Sar, en la Biblioteca de la


Universidad Eclesiástica de Santiago.
(2) Véase Esp. Sagtom. XXXVI, págs. 200-201.
(3) Ambrosio de Morales en la Crónica y en el Viaje Santo, describe así
esta histórica insignia: «Como por Reliquia, muestran en su iglesia (la de
San Isidoro de León) un gran pendón cuadrado de tros varas, de un cendal
236 LIBRO TERCERO

Hacia este mismo tiempo ocupó á Santiago un nu­


meroso ejército de soldados extranjeros. No venían en
son de guerra; venían 4 postrarse ante el Sepulcro del
Apóstol y 4 celebrar la fiesta de Pentecostés, que aquel
año, 1147, cayó el 8 de Junio. Y ¿quiénes eran estos
guerreros, que así sabían asociar el ardor bélico con los
sentimientos de religión y piedad? Buena parte de los
alistados en la Cruzada predicada por San Bernardo,
los cuales habían preferido hacer por mar el viaje á Tie­
rra Santa. Formaban, entre ellos, gentes de la Baja Ale­
mania, de Flandes, de Inglaterra y aún de Aquitania, y
se habían hecho á la vela en el puerto inglés de Dart-
mouth. Una recia tormenta puso en dispersión á las dos­
cientas naves en que venían embarcados; las cuales, des­
pués de varios lances, pudieron reunirse y repararse en
la ría de Noya. No quisieron los Cruzados desperdiciar
la ocasión que se les presentaba de visitar el gran San­
tuario de Santiago, probablemente muy conocido ya de
algunos de ellos; y en efecto, así lo hicieron, y en el tem­
plo del Patrón de España pudieron dar gracias al Señor
por haberlos librado de la muerte, y celebrar al mismo

como tafetán, que fue colorado, y con la antigüedad, ha perdido el color


Es del Emperador D. Alfonso, hijo de D.a Urraca, que hizo bordar en él
toda la manera con que se le apareció San Isidoro, cuando le apareció sobre
Baeza, y se la hizo ganar. Está bordado el Santo Doctor á caballo, vestido
de Pontifical, con capa, con una cruz en la mano y en la otra una espada
levantada, y en lo alto un brazo que sale del Cielo, con una espada también
levantada, porque el Santo le mostró al Bey como salía del Cielo el brazo
de Santiago en su defensa. Esto está así bordado de ambas partes, y aun­
que la bordadura es antigua, está buena. Este pendón usaron los Reyes
llevar en la guerra contra los Moros por devoción y plegaria de la ayuda
este Santo. Duró esto hasta la toma de Antequera...»
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELA NA 237

tiempo la solemne fiesta de Pentecostés (1). Después


de esto prosiguieron su viaje y contribuyeron poderosa­
mente á la conquista de Lisboa, en donde penetraron con
el Rey D. Alfonso I el 24 de Octubre de este año, 1147.
Si D. Pedro Helias no pudo concurrir personalmente
á la conquista de Baeza y Almería, hubo de contribuir
eficazmente con el equipo y armamento de su hueste,
que según hemos visto, figuraba en primera línea. A la
entrada del año siguiente, 1148, hubo de ser llamado
por el Emperador para un asunto eclesiástico de gran
importancia, que debía tratarse en un Concilio convoca­
do para Palencia. En el año anterior, el Papa Euge­
nio III había convocado á todos los Obispos de Occiden­
te para un Concilio que debía celebrarse en Reinas á
mediados de la Cuaresma de este año, 1148, con motivo
de los errores que, acerca de la Santísima Trinidad, en.
señaba Gilberto de Poiret. De la convocatoria, D. Alfon­
so VII, á quien venía dirigida, sólo pudo dar cuenta, á
causa de los hechos en que lo hemos visto empeñado, á
principios del año 1148, y para ello citó para el Conci­
lio de Palencia, que se congregó el 13 de Febrero del re­
ferido año (2). En él se examinaron las proposiciones de
Gilberto de Poiret, de las cuales Eugenio III remitió un
ejemplar, y ya que no era posible, dada la proximidad
del Concilio de Reims, que concurriesen todos los Prela­
dos españoles, se designaron acaso los que se hallaban
en más favorables condiciones para asistir.
En la fecha de una Escritura del Monasterio de Sa-
(1) Entre los Cruzados venían muchos Sacerdotes, y entre ellos, el que
fue consagrado primer Obispo de Lisboa después de la reconquista.
(2) Acerca de este Concilio de Palencia, véase Esp. Sag., tom. XXXVI,
pág. 204.
238 LIBRO TERCERO

mos de 25 de Abril de 1148, se habla también de otro


Concilio que el Emperador reuniy en Toledo, Facta Kar-
tula, se dice, aput Toletum... quando prefatus imperator ha­
buit colloquium eum episcopis et baronibus sui regni de vocatio­
ne dni. pape ad concilium remis (1). Este segundo Concilio
en Toledo tuvo, sin duda, por objeto el dar á conocer las
resoluciones del Remense acerca de los errores de Gil­
berto Porretano, y la pena de suspensión impuesta por
el Papa á los Obispos que habían dejado de concurrir á
su llamamiento. Mas el Emperador expuso á Euge­
nio III las causas que les habían impedido asistir al
Concilio, y en vista de ello al poco tiempo se les levan­
tó la suspensión.
A principios del año siguiente, 1149, una triste mi­
sión llamó á León al Arzobispo compostelano. En el mes
de Febrero había fallecido la Emperatriz D.a Berengue-
la, la cuál, según lo ofrecido, debía ser sepultada en
Santiago. Apresuróse D. Pedro Helias á marchar á León
para recoger los mortales despojos de aquella augusta
Señora, que fue una de las Reinas que más ilustraron
con sus prendas físicas, y más aún con el esplendor de
sus virtudes, el Trono español. Como resulta de una Es­
critura de Santiago, el 8 de Marzo entregó el Empera­
dor al Arzobispo el cadáver de su esposa: Ipso die (8 de
Marzo) dedit defunctam imperatricem Berengariam uxorem
suam domino Petro archiepiscopo compostellano (2).

(1) Documentos procedentes de Samos en el Archivo Histórico Na­


cional.
(2) Lóese esta nota en Diploma expedido por D. Alfonso con motivo
de una cuestión surgida entre el Concejo de Castrotorafe, en la provincia
de Zamora, y el Cabildo de Santiago, sobre los términos de la villa de
Arquillinos. Los vecinos de Castrotorafe se apoderaron de dicha villa de
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 239

Los funerales debieron celebrarse según lo concerta­


do con el Emperador; es decir, que hubo que convocar
todo el Clero regular y secular de la Diócesis para que
durante tres días celebrasen Misas y asistiesen á los Ofi­
cios fúnebres. Dióse sepultura al cadáver en un sarcófa­
go de granito sobre cuya losa se labró, poco después,
una estatua yacente. Colocóse el sepulcro en el sitio que
hoy ocupa la capilla de Santa Catalina, desde donde,
en el siglo XVI, se trasladó á la de las Reliquias (1).
En este mismo ano de 1149, por el mes de Septiem­
bre, vino en peregrinación á Santiago la virtuosísima
Infanta D.a Sancha, acompañada, entre otras muchas
personas, de su capellán Pelayo Arias, que era Canóni­
go de Compostela. Como recuerdo perenne de su visita,
dejó fundado un aniversario el día de la Natividad do

Arquillinos, que por donación de D.a Elvira, hermana del Emperador, era
propia de la Iglesia de Santiago, con intención de establecer en ella una
aldea. (Insuper fecerunt ibi aldeam). D. Alfonso comisionó al Obispo de
Zamora, D. Bernardo, á Esteban Romano y á uno de los Justicias de dicha
ciudad para que abriesen una información sobre estos hechos, como efectiva­
mente así se hizo tres semanas después (Véanse Apéndices, núm. XVIII).
Dos días antes, es decir, el 6 de Marzo, asistió D. Pedro á la solemní­
sima consagración de la Iglesia colegial de San Isidoro de León.
(1) VE1 Padre Flórez, (Memorias de las Rey nas Catholicas, tom. I, pá­
gina 290) describe así la estatua sepulcral: «Tiene en la cabeza una especie
de frontero, que baja en disminución á prenderse debajo de la barba. Re­
preséntase moza, como figura la estampa; pero muy bonita; de suerte que en
aquella tierra, cuando quieren ponderar á la que se prende con esmero para
parecer bien, es adagio el decir, que está hecha una Berenguela. No tiene
manga larga, acaso por representarse difunta; pues las enterradas en León,
muestran en el sepulcro, manga ajustada al puño; y en vista deque cuando
vivas, las figuran otros retratos con la manga en punta, parece que no las
enterraban de aquel modo, sino con menos pompa.»
D.a Berenguela era hija del Conde de Barcelona, D. Ramón Bcrenguer,
y de la Condesa de Provenza, D.a Dulce.
240 LIBRO TERCERO

Nuestra Señora, que dotó con los productos de una viña


k

en Villafranca del Bierzo, que dos años antes había


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 241

comprado al francés Raol y á su esposa Rexenda. Dejó,


además, para el mismo objeto una casa en el mercado
de Villafranca con una prensa de lagar y dos buenas
cubas. De los productos de todo ello, se habían de desti­
nar dos marcos de plata para una abundante comida en
el refectorio canonical el día de la festividad sobredicha.
Rogó también á los Canónigos que la tuviesen siempre
presente en sus Misas y oraciones (1).
Otro aniversario debió fundar el rico Canónigo de
Santiago y de León, D. Pelayo Crescóniz, por su testa­
mento otorgado en l.° de Abril de 1149. Deja al Cabildo
compostelano tres marcos de plata y, además, otros
quince que le debía el Arzobispo, para dividir entre el
mismo Arzobispo y el Cabildo. Al Monasterio de Anteal­
tares, deja un marco de plata; medio al de San Martín,
y á los Clérigos de la Cerca (2), diez sueldos. A la sazón
se estaban construyendo el Monasterio de Sar y la igle­
sia y Monasterio de San Justo de Tojosoutos. Con ellos
se mostró espléndido el Canónigo Crescóniz. A Sar le
dejó 300 sueldos y cuatro marcos de plata, y le perdonó
uno que le debía; á San Justo legó una casa que había
edificado en la Rúa nueva, en un solar que comprara á
Palca f3), quince morabetinos que le debía Sarraceno Ra-
binádiz, tres marcos do plata para hacer el coro, y otro
marco para el refectorio (4).
En este mismo año, por su testamento otorgado

(1) Tumbo B, fol. 56.


(2) Estos Clérigos de la Cerca, debían ser los Capellanes que servían
las capillas del deambulatorio, la de San Andrés, San Pedro, San. Juan»
etcétera.
(3) Este Palca era un célebre trovador de la Corte de D. Alfonso \ II.
(4) Tumbo de Tojosoutos, en el Archivo Histórico Nación, alibi. 76,
Tomo 1V.-16.
242 LIBRO TERCERO

en 13 de Noviembre, fundó su aniversario el Arzobispo


D. Pedro Helias. Dejó al Cabildo cuatro marcos de pla­
ta anuales sobre la casa que había sido de Albertino (1),
y sobre otra que había edificado en la calle de la Rúa
nueva. Legó también, para lo mismo, todas las yeguas y
vacas que tenía. Nombró fideicomisario á su pariente el
Cardenal Miguel para que administrase durante su vida
dichos bienes y, además, edificase otra casa en la Rúa
nueva, y pagase la hipoteca que gravaba sobre otra (2).
A su muerte, el Cardenal Miguel, debía dejar la ad­
ministración de todos estos bienes á un Clérigo de la
familia, y lo mismo debía hacer éste á su muerte, y así
sucesivamente.
D. Pedro Helias debió de ser sepultado en el claus­
tro, y su aniversario se celebraba el 28 de Noviembre.
Dícese generalmente, aunque no sabemos con qué fun­
damento, que fue natural de Santiago; lo cual, sin em­
bargo, no tiene nada de inverosímil. Su madre, Doña
Urraca Arias, poseía extensas propiedades alrededor de
esta ciudad (3).
En tiempo de este Prelado, ó quizás en la vacante
que precedió á su consagración, Aimerico Picaud, natu-

(1) Este Albertino era, sin duda, el Albertino, Secretario del Empera­
dor D. Alfonso, padre del Obispo de León, D. Juan Albertino.
(2) Véanse Apéndices, núm. XIX.
(3) En el Tumbo viejo de Aniversarios, al fol. 51 vuelto, se lee la si­
guiente nota: «Iten en dia de S. Romao ham de dar por dona ürraqua Aras
madre que foy do arcibispo dom Pedro Elias seteenta Regueyfas e banse de
pagar das Razoes das iglesias de Sta. Maria de Marroqos e da me a dad e de
San Xpouoo do Eijo e de San Jiao de Carvallal e de San Iohane de Calo.
Et estas Regueyfas ha de pagar que beer en voz de Martin Bernaldez da
Rúa noua. Et non pagando, que se tornen estes padreados ao Cabidoo. Et
agora lia de pagar Ioham Pegote Rayoeiro, neto de Martin Bernaldez.»
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 243

ral de Parthenai-le-Vieux, al Occidente de Poitiers, por


otro nombre Olivier de Iscán, villa de Santa María Mag­
dalena de Vez el ai, con su socia Girberga, natural de
Flandes, ofrecieron á Santiago un ejemplar del Códice
que había escrito el Papa Calixto II, pero muy aumen­
tado y añadido. Ya dijimos en el tomo I (1) que esto
Sumo Pontífice debió remitir á Santiago hacia el año
1121 ó 1123 un Códice con el Oficio completo, para todas
las festividades del Santo Apóstol (Martirio, Traslación
y Milagros). Sobre esta base se fueron haciendo con
el tiempo diversas adiciones —y entre ellas el famoso
Libro atribuido al Arzobispo Turpín acerca de la expe­
dición de Carlomagno á España— hasta completar el
Códice que remitieron Aimerico y Girberga. En esta
forma el Códice abraza cinco libros; el l.° contiene los
Oficios y Misas del Apóstol Santiago; el 2." una colec­
ción de los Milagros del Apóstol atribuida también al
Papa Calixto; el 3.° el relato de la traslación del Cuerpo
de Santiago á España; el 4.° el libro de Turpín (2); y el
5.° la descripción de los caminos de Santiago y de la
ciudad compostelana. Este quinto libro fue, á lo que pa­
rece, escrito por Aimerico, Cancelario que fué de los
Papas Calixto II, Honorio II é Inocencio II. Al menos

(1) Cap. XII, §. III.


(2) Este libro IV fué desglosado del Códice, á lo que parece, en
tiempo del Arzobispo D. Juan de Sanclemente. Para disimular el desglose;
se enmendó el título del libro siguiente, poniendo quarius en lugar de quin­
tas. Fué descubierta esta substracción por el eminente P. Fita, al tiempo de
su estancia en Santiago. Posteriormente, en la Biblioteca del Cabildo com-
postelano, se halló el libro desglosado, y hoy se conserva en el Archivo.
Véase en los Recuerdos de un viaje á Santiago de Galicia, de los señores
P. Fita y Fernández-Guerra, cap. X-XIV, y Apéndices, niim. III, el admi­
rable estudio que se hace sobre el Códice en cuestión.
244 LIBRO TERCERO

su nombre se ve citado en el epígrafe del cap. IX (1).


Después sigue como un apéndice, que contiene varios
himnos en honor del Apóstol.
La diversidad de épocas en que el Códice fue redac­
tado, se colige del mismo contexto. El ejemplar enviado
por Aimerico Picaud, fué escrito después del año 1137;
pues en él se hace mención de la muerte de Luís VI de
Francia, ocurrida en dicho año, 1137. La descripción de
la Basílica compostelana debió de ser redactada antes
del año 1135; porque en ella, á pesar de la minuciosidad
con que está descrito el Altar del Apóstol, incluyendo
el frontal y el baldaquino, ninguna mención se hace del
argénteo retablo que, como hemos visto, fué colocado so­
bre dicho Altar el año 1135. Además, el redactor de esta
parte del Códice, habla, como si los hubiera conocido de
vista, del Abad de la Canónica Gundesindo, y del Teso­
rero Sigeredo; los cuales fallecieron, el primero en lili,
y el segundo en 1107 (2).
Acompañando al Códice regalado por Aimerico y
sus compañeros, vinieron unas Letras del Papa Inocen­
cio II (f 24 de Septiembre de 1143); las cuales fueron
copiadas al fin del Códice (3). Advierte Mr. Leopoldo

(1) Véase tom. III, Apéndices, núm. II.


(2) Véase tom III, cap. II, pág. 37.
(3) La carta, según está copiada en el Códice, dice así:
«Innocentius episcopus seruus seruorum dei uniuersis ecclesie filiis salu­
tem et apostolicam benedictionem in Xpisto. Hunc Codicem a donno papa
Calixto primitus editum, quem pictauensis ay meri cus picaudus de partiniaco
ueteri, qui etiam oliuerrus de iscani uilla sce. marie magdalene de uiziliaco
dicitur, et girberga flandrensis socia eius pro animarum suarum redemptione
sco. iacobo gallecianensi dederunt, uerbis ueracissimum, accione pulcherri­
mum, ab herética et apócrifa prauitate alienum, et inter ecclesiasticos Codi­
ces autenticum et carum fore, auctoritas nostra uobis testificatur, excommu-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 245

Delisle (1), que pululan en estas Letras los indicios de


falsedad. De falsedad, no, precisamente, como de un
modo palmario ha demostrado el eruditísimo P. Fita en
los Recuerdos de un viaje d Santiago de Galicia. «Una cosa
es que haya indicios, nota nuestro insigne crítico, de ha­
ber sido viciado, interpolado y mal transcrito el docu­
mento, como sucede en muchos casos; otra cosa es que
sea del todo falso é inventado» (2). Las dos cosas son muy
distintas; pero tal diferencia, la saltan con harta facili­
dad ciertos críticos; siendo así que, segiín advierte Qui-
clierat (3), en materia de crítica no hay más que una
autoridad: la evidencia. No bastan los indicios.
El Códice, en su parte material, bien merece el cali­
ficativo de actione ‘pulcherrimum, que se le da en las Le-

nicans et anathematizans auctoritate dei patris omnipotentis et filii et sps.


sci. illos qui eius latores in itinere sci. iacobi forte inquietauerint, uel qui
ab eiusdem apostoli basilica, postquam ibi oblatus fuerit, iniuste illum abs­
tulerint uel frandauerint. Valete.
Ego aimericus cancellarius hunc librum et ueracem fore ad honorem sci.
iacobi manu mea scribendo affirmo.—Ego Grirardus de sca. cruce cardinalis
hunc codicem pretiosum ad decus sci. iacobi penna mea scribendo corrobo­
ro,—Ego guido pissanus cardinalis quod donnus innocentius papa testifi­
catur affirmo.—Ego iuo cardinalis quod donni pape innocentii auctoritas
affirmat laudare non recuso.—Ego gregorius cardinalis nepos donni pape
innocentii hunc codicem obtimum ad honorem bti. iacobi laudo.—Ego gui­
do lombardus cardinalis librum istum bonum et pulcherrimum ad decus
sci. iacobi glorifico.—Ego gregorius ihenia cardinalis hunc codicem obti­
mum similiter ad decus sci. iacobi laudo,—Ego albericus legatus presul
hostiensis ad decus sci. iacobi, cuius seruulus sum, hunc codicem legalem et
carissimum et per omnia laudabilem fore predico.»
(1) Note sur le recueil intitulé, De miraculis Sancti Iacobi; París, 1878;
página 10.
(2) «El texto genuino pudo viciarse, dice el P. Fita, interpolarse, tras­
cribirse mal. Pero de esto que he concedido, á rechazar en redondo los
documentos, va mucha diferencia.» (Recuerdos etc...; Apéndices, pág. 117).
(3) Mélanges d‘ Archéologie et d‘ Histoire¡ París 1885; tom. I, pág. IU7,
246 LIBRO TERCERO

tras de Inocencio II. Por las iniciales de los capítulos


del presente tomo y las del tomo precedente, pueden
formarse nuestros lectores alguna idea de las letras ca­
pitales del Códice. En los Recuerdos de un viaje d Santiago,
página 52, se publicaron también grabados de algunas
de las miniaturas que lo exornan.
Está escrito á una sola columna de 0’23m de alto
por 0’15m de ancho, en hermosa letra francesa.
La encuadernación primitiva, que sin duda había de
ser primorosa, fué renovada en el siglo XVI, quizás
cuando se desglosó el libro IV.
CAPÍTULO XII
Fundación del hospital de San Lázaro en Santiago.—
Elección de D. Bernardo, Obispo de Sigtienza.—
Convenio con el Monasterio de Antealtares.—Fa­
llecimiento de D. Bernardo.—Elección del Arcedia­
no D. Pelayo Caín un ti o.—Bula de Anastasio IV.—
Cuestión de la Primacía.—Estatuto acerca de las
fiestas de Santiago. — Fallecimiento de D. Pelayo.

ESGBACIA fuá, que


el preclaro ejemplo
de Gelmírez de con­
signar en un cuer­
po todos los princi­
pales sucesos de su
Pontificado, no tu­
viese imitadores.
Los hechos de los Arzobispos que se siguieron, aparecen
en los documentos tan someramente indicados, tan es­
parcidos, tan aislados, que sobre esta revuelta y descom-
248 LIBRO TERCERO

puesta trama, se hace muy difícil el tejer la tela de


nuestra historia.
Por otra parte, el período que nos ocupa, fué poco fa­
vorable para la exaltación de la Iglesia compostelana.
La larga duración de las vacantes y la muerte prema­
tura de los Prelados elegidos, no podían menos de oca­
sionar, de un lado paralización en el movimiento pro­
gresivo de todo lo que podía contribuir á la prosperidad
de la Iglesia, y de otro perturbación y desasosiego en su
régimen interior.
A la muerte de D. Pedro Helias se siguió también
una larga vacante (1). Pasado más de un año, á princi­
pios del 1151, fue elegido el Obispo de Sigüenza, D. Ber­
nardo, que el Arzobispo de Toledo del mismo nombre
había traído de Agen en Francia, y había hecho Chan­
tre de su Iglesia (2).
Durante la vacante, se llevó á efecto una piadosa
fundación, en la que tuvieron parte el Canónigo de San­
tiago y Arcediano de Oviedo, D. Pedro Pardo, el Prior
de Sar D. Pedro Gudésteiz, y el rico burgués composte-
lano Alfonso Anaya. Como es notorio, una de las plagas
que entonces afligían á la sociedad, era la terrible enfer­
medad de la elefancía, que obligaba á los que la pade-

(1) En la vacante parece que administró la Diócesis el Arcediano de


Nendos, D. Pelayo Camundo, como resulta de un documento original del
Archivo de San Martín Pinario, fechado á 7 de Marzo de 1150, en cuyas
subscripciones se lee: In apostólica cátedra Sci. Jacobi Archidiaconus Pela­
gius Camundus tenens archidiaconatum, Comes dns. Federnandus tunc prin­
cipatum Galicie.
(2) «De Aginno Bernardum, qui fuit Cantor ecclesiae Toletanae, pos­
tea fecit eum Episcopum Seguntinum, postea Archiepiscopum Cornpostella-
num.» (D. Rodrigo, De rebus Hispaniae; lib.VI, cap. XXVII). Algunos hi­
cieron, erradamente, á D. Bernardo natural de Cordeiro.
LOS LOS SIGLOS DE ORO DE LA I. GOM POSTELAN A 249

cían á vivir separados de todo centro de población. Para


proporcionar á estos desgraciados un asilo á propósito,
íué para lo que se concertaron el Burgués, el Canónigo
y el Prior, cediendo los primeros un terreno al lado del
camino público que seguían los peregrinos, y encargán­
dose el tercero de edificar allí una iglesia y casas de
morada para los elefancíacos. El Prior de Sar encar­
góse, además, de establecer con los Canónigos contagia­
dos que allí se recogiesen (sustentari possint elefanciosi ca-
nonicij y con otras personas que allí fuesen admitidas,
una Comunidad regida por un Prior, bajo la Kegla de
San Agustín. Otorgóse la escritura de fundación el 23
de Diciembre de 1149 (1).
De la memoria de D. Alfonso VII no se borraron los
beneficios recibidos de Santiago en Baeza y en Almería;
y estos beneficios se hacían cada vez más necesarios
ante el aluvión que estaba á punto de desplomarse so­
bre España con la invasión de los Almohades. Compren­
diéndolo así D. Alfonso, quiso hacerse acreedor al pa­
trocinio del Apóstol con un gran acto de devoción y
religiosidad. El Domingo de Ramos, 9 de Abril del
año 1150 (2), proclamando que era «cosa digna que la
Iglesia compostelana, en la cual, como se cree, reposa
el venerando Cuerpo de Santiago, sea amada, honrada
y reverenciada por todos los fieles cristianos,» y recor­
dando lo que habían hecho sus antecesores que estable­
cieron los Yotos de Santiago, congregados todos los ha-

(1) Documentos de Sar, en la Biblioteca de la Universidad eclesiástica


de Santiago.—Esta pequeña Colegiata estaba en el sitio que hoy ocupa la
capilla de San Lázaro.
(2) Este año cayó las Pascua en 16 de Abril.
250 LIBRO TERCERO

hitantes de Toledo, -varones y mujeres, prometió dar


todos los años, por cada yugada de tierra labrada en el
término de dicha ciudad, una fanega de trigo. Lo mismo
prometieron por sí, seis meses después, los Concejos do
Talayera, Santa Eulalia (Sta. Olalla), Maqueda y Cala-
talipa, en presencia del Emperador y cada uno dentro
de su respectiva Iglesia (1).
Y en efecto, á principios del año siguiente, 1151, ya
el Emperador pudo estampar en la fecha de algunos Di­
plomas «que habían sido dados en el primer año que co­
rría, después de haber peleado con los Almohades, y de
haberlos vencido» (anno quo Imperator pugnavit cum illis
Muzmitis super Cordubam et dlvicit eos) (2).
Volviendo ahora al Arzobispo electo, diremos que su
paso por esta Sede fue como el de un meteoro, que ape­
nas deja de sí huella alguna. La única memoria que do
él conservamos, hállase impregnada de tales sentimien­
tos de equidad, benignidad y .dulzura, que no puede
menos de hacerse grata y amable á los ojos de todos. Es
un Diploma por él otorgado al Monasterio de Antealta­
res en 29 de Enero de 1152 (3). Refiere en él D. Bernar­
do, que viniendo de Roma (á donde había ido acaso para
ser consagrado ó para recibir el Palio), se encontró en
Carrión con el Emperador, ante el cual se había presen­

il) Véanse Apéndices, número XX.


(2) Esp. Sagr., tom. XXII, Apéndices, número XII.—En este Privi­
legio aparece subscribiendo como Arzobispo de Santiago, D. Diego; es
error manifiesto, y en lugar de T)(idacus), debe sin duda leerse ~B femar dus).
—En este mismo año, 1151, á 14 de Febrero, estando para salir á campaña
en dirección á Córdoba [ad exitum meum in hostem contra Cordobam), hizo
testamento Diego Muñiz, sobrino de D. Diego (lelmírez, é hijo de su her­
mano Munio. En este mismo año D. Alfonso VII puso sitio á Jaén.
(3) Véanse Apéndices, num. XXI.
hos D >5 SIGLOS DE OHO DE LA I. COMl’OST ELANA 251

tado el Abad de Antealtares, D. Pedro, para reproducir


las quejas que ya había presentado su antecesor D. Ro­
drigo. El Abad exhibió todos los documentos en que se
fundaba su demanda, y entre ellos la Concordia estipu­
lada entre D. Diego Peláez y S. Fagildo. D. Alfonso,
que ya estaba perfectamente enterado del estado de la
cuestión, «me rogó —dice D. Bernardo— y rogándome
me mandó que entre las muchas cosas que necesitaban re­
forma en la Iglesia compostelana y que pronto se reme­
diarían con su consejo, fuese esta cuestión, inspirándome
principalmente en el amor á la paz y á la buena con­
cordia.» Añade, D. Bernardo, que llegado" á Compostela
se consultó con el Conde de Galicia D. Fernando Pérez,
con el Deán, con el Chantre, con los Arcedianos y con
los Canónigos, y viendo el estado de penuria en que se
hallaba el Monasterio, confirmó la nueva Concordia es­
tablecida entre el Arzobispo D. Pedro Helias y el Abad
D. Rodrigo y confirmada por el Emperador; y en su vir­
tud restituyó las capillas y los altares de la Catedral
que pedía el Abad, según la demarcación trazada por el
Conde D. Fernando. Respecto de la casa que, siendo
Deán, había edificado D. Pedro Helias entre la iglesia
de la Cor tícela, los muros de la ciudad y la plazuela que
estaba delante de la iglesia de Antealtares, manda en­
tregarla al Monasterio sin ningún género de excusa, ni
dilación. «Y por cuanto, continúa D. Bernardo, la Igle­
sia de Santiago, por favor de Dios, es riquísima, y la de
Antealtares está pobre, y por otra parte á la nuestra es
tan útil y está tan próxima, desde hoy para siempre,
con común consejo de nuestro Cabildo, concedemos á >
dicha iglesia en la nuestra de Santiago un canonica­
to, prebenda, hebdómada y cardenalía, cual se confiero
252 LIBRO TERCERO

á cada uno de nuestros Cardenales, y queremos que el


Abad de dicho Monasterio, como esposo que es de la hija
mayor y más preciosa de nuestra Iglesia, tenga á la dies­
tra de su padre lugar preferente, como siempre lo
tuvieron sus antecesores.» Confirman el Diploma los Obis­
pos de Oviedo y de Orense, el Deán D. Pelayo, los Ar­
cedianos D. Fernando, D. Pedro y D. Cresconio, el Car­
denal D. Pedro y otros Canónigos (1).
Al año siguiente, el Abad de Antealtares solicitó del
Papa Anastasio IV la confirmación de todas las posesio­
nes y privilegios de su Monasterio, y en especial el con­
venio hecho con el Arzobispo D. Bernardo de buena
memoria. (El ipsius-loci commutationes ac divisiones cum Ec­
clesia Bti. lacobi a bonae memoriae Bernaldo compostellano Ar-
chiepiscopo canonicorum assensu rationabiliter factae). Fué ex­
pedida la Bula de confirmación en Letrán á 22 de Julio
de 1153 (2).
Según la Bula que acabamos de citar, en 22 de Julio
de 1153 ya se daba á D. Bernardo como fallecido. Pero
se sabe á punto fijo el día de su fallecimiento por la ins­
cripción grabada sobre su sepulcro en la iglesia de An­
tealtares; la cual inscripción decía así:
BERNARDVS ARCHÍEPISCOPUS
HIC FUIT HONORIFICE SEPULTUS. CUM DEI
SANCTIS COMPUTETUR. OBIIT ERA MCXC.
VI KLS. MAII (3).
Falleció, por tanto, en 26 de Abril de 1152, y recibió

(L) Ye pea, Coró nica de San Benito, tom. IV, Apéndices, núm. IX.
(2) Tumbo B de la Catedral, fol. ‘275.
(3) Gil González, Teatro eclesiástico; Madrid, 1645; tom. I, pág. 50,—
Argáiz, La Soledad laureada; Alcalá, 1675; tom. III, pág. 408,—Gil Gonzá-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 253

sepultura en el Monasterio de Antealtares, al cual en


vida tanto había favorecido.
Un año, apenas, duró el Pontificado de D. Bernar­
do; y su muerte volvió á dejar sumida á la Iglesia com-
postelana en triste orfandad.
Durante la vacante, fuó nombrado Vicario ó admi­
nistrador, el Arcediano D. Fernando Curialis ó Cortés (1).
Esto parece deducirse de dos Privilegios otorgados por
D. Alfonso VII, el uno, al Monasterio de Monfero
en 29 de Octubre de 1152 (2), y el otro, al de Sobrado
en l.° de Noviembre del mismo año (3). En ambos so
lee la siguiente subscripción: Ego Fernandas Cortes cum
omni canonicorum conventu Ecclesiae Bmi. Iacobi concedimus
et confirmamus.
En este intermedio el Deán compostelano, D. Pelayo
Díaz, en unión con el Cabildo, donó al Abad de Sobrado
D. Gil y á su convento, la iglesia de San Andrés de
Brión, sita en tierra de Trasancos, cerca del mar y á
orillas del Jubia. Hízose la donación en 25 de Abril
de 1153.
Prolongóse por bastante tiempo la vacante, y hasta
el mes de Agosto de este año de 1153, estuvo en suspen­
so la elección. En l.° de Agosto de dicho año, otorgó
D. Alfonso Vil un Privilegio á la Iglesia de Santiago,

lez, (tom. cit., pág. 148) pone también su sepulcro en Sigiienza y publica el
epitafio que se puso en el año 1598. Si esta noticia es segura, habrá que
decir que, ó D. Bernardo mandó labrar su sepulcro antes de salir de Sigüen-
za> ó que' su cadáver fué trasladado de Antealtares á la Iglesia Catedral que
por tantos años había regido con gran fama de ciencia y santidad.
(1) Se apellidaba Curialis, sin duda, por haber desempeñado algún
cargo en la regia curia.
(2) Turnio de Monfero, fol. 9, en el Archivo Histórico Nacional.
(3) Tumbo de Sobrado, fol. 135, en el Archivo Histórico Nacional.
254 LIBRO TERCERO

por el en al le hace entrega de la villa do Arquillinos en


vista de la información de que hemos hablado en el
cap. XI, pág. 238, nota 2. En el Diploma confiesa D. Al­
fonso «que ama á la Compostelana sobre todas las iglesias
de su Reino, por cuanto sabía que Santiago había acudi­
do en su auxilio en muchas ocasiones para vencer á sus
enemigos» (Sciens beatum lacobum me ad habendam de hosti­
bus meis victoriam locis pluribus adjurasse). En este docu­
mento, que se halla en el Tumbo B de la Catedral, al fo­
lio 57, no se hace mención alguna del Arzobispo compos-
telano. No así en la donación que catorce días después
hizo á la Iglesia de Santiago el Canónigo D. Pedro
Alvítez (1). En esta Escritura ya se cita al Arzobispo
D. Pelayo. La elección, pues, debió haber tenido lugar
entre el l.° y el 14 de Agosto de 1153; y recayó en el
Arcediano de Nendos, D. Pelayo Camundo, no Raimun­
do, como se dice generalmente. Era D. Pelayo natural
de Santiago ó del país de la Luaña, en donde había he­
redado de sus mayores extensas heredades. Por su carác­
ter enérgico y capaz de concebir y aún acometer arduas
empresas, su nombramiento no pudo menos de infundir
aliento y esperanza en los que veían con dolor cuánto
se prolongaba el estado de viudez y desamparo, en que se
hallaba la Iglesia compostelana. Mas con esto aún no
se resolvía por completo el problema de la provisión de
la vacante. El Electo tenía que ir á Roma á recibir la
consagración de manos del Papa, ú obtener dispensa
para poder ser consagrado en España, como la había
obtenido Gelmírez. Aún sólo como Electo asistió D. Pe-

(1) Tumbo G, fol. 86.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA T. GOMPO STELA NA 255

layo al Concilio celebrado en Salamanca el 2 de Enero


de 1154.
Poco después debió partir para Roma; y acaso él,
por su mano, recibiría la Bula In eminenti, que hizo des­
pachar en Lefcrán el Papa Anastasio IV el 8 de Abril
de 1154. En esta Bula confirma el Pontífice todas las
prerrogativas de la Iglesia de Santiago, cuales son la de
la Dignidad Metropolítica; la de poder llevar delante
de sí el Prelado Cruz alzada en toda la provincia ecle­
siástica; la de no poder ser consagrado sino en Roma el
Electo para la Iglesia de Compostela; la de la Real Ca­
pellanía y Cancillería y la de los Votos de Santiago.
Ratifica también la constitución de Eugenio III, por la
cual los Canónigos compostelanos elegidos Obispos, no
podían conservar las prebendas de que hubiesen gozado
en esta Iglesia; y declara que en caso de vacante de la
Sede, no sea propuesto para el gobierno, sino aquel que
fuere elegido por común consentimiento ó por la más
sana parte del Cabildo. Confirma después todos los Mo­
nasterios, iglesias y tierras que la Iglesia compostelana
poseía, tanto en su Diócesis, como en las de Braga, León,
Astorga y en cualesquiera otras, según resultaba de au­
ténticos documentos expedidos por los Romanos Pontí­
fices (1).

(1) Véanse Apéndices, número XXII.—He aquí los Monasterios exis­


tentes en la Diócesis, según la relación contenida en la Bula: Antealtares,
•san Martín Pinario, Sar, San Pedro de Afuera, Tojosoutos, Sobrado, Aci-
heiro, Codeseda, Mezonzo, Cinis, Montero, Bergondo, Noguciva, Soandres,
Caabeiro, Seaya, Riomalo, Moraime, Ozón, Sabardes, Portor, Nemeiio, Cur-
tl8j Conjo, Brives, Mens, Dorineá, Calogo, Poyo, Lérez, Armen teira,
áreos, San Juan da Cola, San Cristóbal, San Verísimo (das Donas?),
8un Jorge, Santo Tomé de Piñeiro y Santiago de Ermelo. Había aún algu­
nos otros Monasterios que no constan en esta relación.
256 LIBRO TERCERO

Agitábase entonces con gran calor, entre las Iglesias


de España, la cuestión de la Primacía. En el año 1088
el Papa Urbano II había conferido al Arzobispo de To­
ledo, D. Bernardo, la dignidad primacial, tal como la
había gozado esta Iglesia en tiempo .de los Godos (1).
La constante aspiración de nuestros Reyes, ya desde el
tiempo en que apenas poseían más que este ángulo del
Noroeste de la Península, fué siempre el restablecer el
imperio visigótico, y por lo mismo restaurar su antigua
capital y devolverle aquel nombre y aquel prestigio que
le habían dado los célebres Concilios en ella reunidos.
Esto fué lo que se propuso D. Alfonso VI después do la
reconquista de la famosa ciudad, y ésta fué la principal
preocupación de su nieto D. Alfonso VII después que
empuñó las riendas del Reino. Los Papas Lucio II en
1144, y Eugenio III en 1152, confirmaron á los Arzobis­
pos de Toledo, D. Raimundo y D. Juan, su dignidad
primacial.
Mas desde hacia el año 1144, el Arzobispo de Braga,
como Metropolitano de un estado que quería hacerse in­
dependiente, pretendía sustraerse á la autoridad del
Primado toledano. Lo minino intentó, y quizá por los
mismos motivos, el Arzobispo de Tarragona, D. Bernar­
do. Viendo el Arzobispo de Compostela, D. Pelayo, cómo
otros, acaso con menos fundamento que él, ponían en
tela de juicio la autoridad del Primado, procuró tam­
bién eximirse y exponer ante el Papa las razones que
en su favor militaban. Anastasio IV le había mandado,

(1) Teque, le diñe el Papa, sicut ejusdem urbis antiquitus constant exti-
tisse Pontifices, in totis Hispaniarum regnis Primatem privilegii nostri san­
ctione statuimus.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE L'A I. COMPOSTELÁNA 257

quizá al tiempo en que nuestro Arzobispo había ido á


Roma para recibir la consagración, que, ó reconociese al,
de Toledo como Primado, ó que ante el Cardenal Jacin­
to, que estaba para salir como Legado para España, en­
tablase, por la vía judicial, la oportuna reclamación.
El Legado entró en nuestra Península á principios
del año 1154; con él debió personarse D. Pelayo y ma­
nifestarle la repugnancia que sentía en llevar la cues­
tión según el rigor de los trámites judiciales, que prolon­
garían indefinidamente el fallo del litigio. Esto debió
comunicárselo confidencial el Legado al Papa; y en su
virtud, Anastasio IV autorizó al Cardenal Jacinto para
que, citadas y oídas ambas partes, resolviese lo que es­
timase más conforme á la equidad y á la razón (1). Al
parecer, la resolución del Cardenal Jacinto debió de ser
favorable al Prelado compostelano; y remitida á Roma
el acta de esta conferencia, el Papa confirmó lo hecho
por su Legado.
Por efecto de esta declaración, el Arzobispo D. Pe-
layo quedó exento de la jurisdicción del Primado; pero
poco tiempo pudo gozar de esta prerrogativa, porque el
sucesor de Anastasio IV, Adriano IV (3 de Diciembre
de 1154—1.° de Septiembre de 1159), apreciando las
cosas de distinto modo, en la Bula que desde Benevento,

(1) He aquí la carta que Anastasio IV escribió al Legado: «Quoniam


íVatre nostro Compostellano mandavimus ut, vel ei (Archiepiscopo Toleta-
no) tanquam Primati suo obedi at, vel sub tuo judicio ipsi exhibeat justitiae
complementum; nihilominus charitati tuae mandamus, ut si idem frater
noster ambiguitatem noluerit subire judicii, utramque partem ante tuam
praesentiam advoces, et rationibus utriusque partis plenarie auditis et co­
gnitis, quod aequitati et rationi congruat, inde censeas observandum. Alias
enim eum sicut Primati suo facias humiliter obedi re.» (Aguirre, Collectio
Maxima Conciliorum; Boiya, 1755; tom. V, pág. 69).
Tomo IV.- 17.
258 LIBRO TERCERO

á 9 de Febrero (de 1156), dirigió al Arzobispo de Toledo,


D. Juan, declara que el Privilegio que el Arzobispo com-
postelano, D. Pelayo, había obtenido de su predecesor
Anastasio, no debe tener en lo sucesivo valor alguno (1).
No sabemos que después de esto el Arzobispo D. Pe-
layo haya intentado nuevos recursos en esta cuestión;
pero su muerte prematura no debió dejarle lugar á ello.
Una de las cualidades que más sobresalían en este
Prelado, íué su sincera devoción al Apóstol Santiago, y
su celo por dar á su culto cada vez mayor esplendor y
magnificencia. Sobrecogido, á mediados del año 1154
por una grave enfermedad, hizo testamento á 19 de Ju­
nio, y por él legó á su Santa Iglesia una casa que tenía
en Santiago, con su huerto y todo el mobiliario mayor
y menor, y todas las ropas. Dejó á su sobrino, el Canóni­
go Alfonso Díaz, la iglesia de Santa María de Viceso
con dos condiciones: la de dar todos los años dos marcos
de plata al Cabildo, uno en la fiesta del 25 de Julio, y
otro en la del 30 de Diciembre; y la de que, á su muer­
te, Alfonso Díaz dejase dicha iglesia á otro clérigo de la
parentela; y éste á otro, y así sucesivamente mientras
hubiese clérigos que descendiesen en línea recta del
mismo tronco; pues en caso de que no so hallasen, el
Cabildo se posesionaría de la referida iglesia.

(1) cAdjicientes ut Privilegium, quod frater noster Pelagius Compo-


stellanus Archiepiscopus a praedecessore nostro bonae memoriae Anastasio
Papa, videlicet quod jure Primatus non debeat tibi, (Arcliiepiscopo toletano)
esse subjectus, dicitur impetrasse, nullas habeat vires in posterum, nec ali­
quod tibi debeat praejudicium irrogare.» (Aguirre, Collectio maxima.....,
tom. V, pág. 78). Desgraciadamente, en el Archivo de la Santa Iglesia, ya
desde el siglo XVII, no se conserva antecedente alguno referente á esta
cuestión. Sin duda, fueron sacados del Archivo para presentarlos en el plei­
to que sobre el Primado promovió D. Alonso de Fonseca.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA 1. COMPOSTELANA 259

A su confesor, el Cardenal Pedro Calado ó Tácito, le


deja su lecho, compuesto de dos colchones, uno de ellos de
pluma, un cobertor, dos sábanas y una coiratia. Hace otras
mandas á sus sobrinos, y nombra testamentarios á sus
amigos y ' parientes el Obispo de Mondoñedo D. Pedro
Gudésteiz, el Deán D. Pelayo Díaz, el Chantre D. Pe-
layo González Abad, el Arcediano D. Fernando Cortés,
á Palea, juglar ó trovador de D. Alfonso VII, y á su so­
brino el Canónigo Alfonso Díaz (1).
Repuesto D. Pelayo de esta enfermedad (si es que
no lo hizo antes) promulgó este mismo año de 1154,
aunque no sabemos en qué mes y día, una notable Cons­
titución, por la que se ve hasta dónde llegaba su deseo
de exaltar el culto de Santiago. El numeroso Clero de la
Catedral, al menos en ciertas ocasiones, le parecía muy
reducido para honrar, cual se debía, al gran Apóstol de
España. Quería que el coro de voces que entonaban las
alabanzas de Santiago, fuese el clamor potente y gran­
dioso de muchedumbre innumerable poseída de amor y
entusiasmo, y postrada en torno de la Tumba del Após­
tol. No otra cosa se proponía D. Pelayo con el referido
estatuto. En el preámbulo recuerda el maravilloso des-
eubrimiento del Sepulcro de Santiago, oculto por tanto
tiempo debajo de espesísima maleza; menciona los mu­
chos milagros que Dios hacía y había de hacer por la
intervención de su Apóstol; y para requerir el patrocinio
de éste en toda ocasión, ordena que todos los Abades y
Priores de la ciudad y de la Diócesis, que están inmedia­
tamente sujetos á la jurisdicción ordinaria, vengan to­
dos los años á incorporarse con el Cabildo para cantar

(1) Véanse Apéndices, número XXIII.


260 LIBRO TERCERO

solemnemente los Maitines de las fiestas del Martirio y


Traslación de Santiago (1).
En fines de este ano 1154, vino á Galicia el Carde­
nal Jacinto, Legado de la Santa Sede. En 15 de No­
viembre de dicho año, según resulta de una Escritura
del Tumbo de Sobrado (2), lo hallamos en Tuy; desde
donde es de presumir que pasase á Santiago para confe­
renciar con el Arzobispo D. Pelayo. Poco tiempo pudo
detenerse en nuestro país á causa del Concilio gene­
ral, que debía celebrarse en Valladolid á principios do
Febrero de 1155. En 20 de Enero subscribió D. Pelayo
el Privilegio que el Emperador D. Alfonso otorgó en
Carrión al Monasterio de Santa María de Armenteira y
á su Abad San Ero (3). Del Concilio celebrado en Va­
lladolid, sólo hay noticia por las notas cronológicas
apuntadas en las fechas de algunos documentos. Tal es
la de un Diploma concedido por D. Alfonso VII al Mo­
nasterio de Santa Columba de Naves, en la Diócesis de
Orense (4).
Celebrado el Concilio, el Emperador pasó á Tordesi-
llas, y allí otorgó á la Iglesia de Santiago el lugar de
Cordelos ó Tordelos, entre Saldaña y Lédigos. En la fecha
se lee esta importante nota: «Facta carta in oler de Se-
(1) Véanse Apéndices, número XXIV,
(2) «Facta Carta Era MCXCII apud Tudam XVII Kls. decem­
bris constituto in eodem loco romane ecclesie cardinali legato Iacinto...»
(Tom. II, número XLV).
(3) Archivo Histórico Nacional.
(4) La nota dice así: «Facta carta in valle olit II nonas februarii
Era MCLXXXXIII quando dns. jacintus sce. romane ecclesie cardinalis et
tocius Hispanie legatos celebrauit concilium cum dno. adefonso imperato­
re et cum filiis suis sancio et femando regibus et cum omnibus a rch i epi­
scopis et episcopis comitibus et principibus Hispanie.»(Documentos proce­
dentes de Celanova, en el Archivo Histórico Nacional).
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTE LA NA 261

las. VII idus Februarii Era M.C.L.XíIII. Efc tune dns. ia-
cintus diaconus sce. Romane ecclesie cardinalis celebra-
uit concilium aput Vallem ollit cum dno. imperatore ade-
fonso et cum filiis eius sancio et femando regibus et cum
arcliiepiscopis ioliane tolotano, pelagio compostellano et
cum episcopis totius imperii sui. et cum comitibus suis
almanrrico et poncio, atque baronibus suis» (1).
En este lugar de Tordelos, destinado principalmente
para pasto, había existido en la antigüedad una iglesia
que á la sazón se hallaba destruida. El encargo de
reedificarla y establecer allí una parroquia, lo confió
D. Alfonso II al Cardenal compostelano D. Miguel, con
la obligación de dar todos los años al Cabildo de Santia­
go diez morabetinos, y la de dejarla á su muerte á otro
Canónigo compostelano con la misma pensión (2).
Parecía que la Iglesia compostelana, bajo el régimen
de D. Pelayo Camundo, comenzaba á levantarse de la
decadencia con la cual estaba en lucha desde hacía ya
bastantes años; pero nuevas y durísimas pruebas aún la
esperaban. En el año 115G falleció el Arzobispo D. Pe-
layo. Sobre su sepulcro se puso una inscripción que pu­
blican Gil González, Argáiz y Risco (3). Indudablemen­
te está mal copiada; pero á falta del original, la damos
tal cual se halla en los Autores citados:
HIC IACET PELAGIUS RAIMUNDUS
ARCHIEPISCOPUS COMPOSTELLANUS.—OBIIT
ERA CHRISTI MCXCIIII (Año 1156).
La última memoria que conocemos de D. Pelayo, es
la subscripción de una Escritura del Monasterio de So-
(1) Tumbo B, fol. 59.
(2) Véanse Apéndices, número XXV.
(3) Esp. Sagr., tom. XXXVIII, pág. 150.
262 LIBRO TERCERO

brado, fechada en 12 de Enero de 115G (1). Viene á ser


una donación que D. Froilán Peláez hizo á su esposa
D.a N. Martínez. En ella subscribe así D. Pelayo: Pela-
(jius, Dei gratia, Compostellane Sedis archiepiscopus.
Tres años escasos ocupó la Sede compostelana el
antiguo Arcediano D. Pelayo Camundo. En tan corto
tiempo, dió claras pruebas de cuánto podían esperar de
él su Iglesia y su patria Compostela.

(1) Tumbo de Sobrado, tom. II, fol. 126.


CAPÍTULO XIII

El Arzobispo D. Martín Martínez. —Es despojado de la Sede


por el Rey D. Fernando II.— Elección anticanónica del Ar­
cediano D. Fernando Cortés.—D. Pedro Gudésteiz Electo
y Administrador de la Sede Compostelana.—Vuelta de Don
Martín á Santiago.— Su fallecimiento.

ompostelanoera
también el Obispo
de Oviedo, D. Mar­
tín, llamado para
ocupar la Sede que
acababa de dejar
vacante el ilustre
Arzobispo D. Pelayo Camundo. D. Martín rigió la Dió­
cesis ovetense desde el 19 de Septiembre de 1143, en
264 LIBRO TERCfiRO

que fué elegido en Valladolid, hasta después de mediado


el año 115G, en que fué promovido á la Sede com poste-
lana. En algunas Escrituras de Corias y de San Vicente
de Oviedo, se le llama Compo&telano ó Jacóbita, por sor na­
tural de Santiago, como dice Risco (1).
En este año de 115G, D. Alfonso VII, en un Diploma
en que se intitula, á la manera de los antiguos Empera­
dores romanos, pius, felix, inditus, triumphator ae semper
invidus, totius Hyspanie divine dementia famosissimus impe­
rator, sin duda, para premiar los servicios del caballero
Sancho Yáñez, le acotó la villa de Pedroso con los casa­
les y posesiones á ella anejos, y además, con consenti­
miento del Arzobispo y del Cabildo de Santiago, le exi­
mió del pago del quinto, á que estaban sujetas todas las
tierras de las cercanías de Padrón. El Arzobispo Don
Martín no puso más condición que el que Sancho Yáñez
y sus sucesores pagasen todos los años al Cabildo un
fretón, ó sean dos onzas de plata, por la fiesta de la
Santísima Trinidad (2). Otorgóse la donación in atenza
IV nonas Khn. nouembris Era .I.G.L.XXXXII1T, ó sea
á 2 de Noviembre de 1156 (8).
Al tiempo en que D. Martín se encargó del gobierno
de esta Diócesis, se proseguían, no sin dificultades, las
obras del Monasterio de San Justo de Tojosoutos. Para
darles impulso, hizo el nuevo Arzobispo varias donacio-
(1) Esp. Sagr., tom. XXXVIII, pág. 150.
(2) Martinas Dei gratia Ecclesie bti. Jacobi archiepiscopus hoc scri­
ptum confirmat; hoc tamen seruato, quod San cius iohannis uel uox sua red­
dat annuatim Canonice bti. Jacobi fertonem unum argenti in dominica die
Bce. Trinitatis dum uixerit; et post eius obitum quicumque in eamdem
hereditatem successerint, annuatim reddant eidem ecclesie ipsum fretonem
dum mundus extiterit.
(3) Tumbo B, fol. 222.
los nos Siglos de oro de la i. Compostelajía 265

nes al Monasterio. En 27 de Julio de 1158, de acuerdo


con el Deán D. Pedro Pardo, el Chantre D. Pelayo, de
los Arcedianos D. Fernando, D. Pedro y D. Diego, del
Maestrescuela D. Pelayo, de los Cardenales D. Arias,
D. Bernardo, D. Ñuño, D. Pedro y otro D. Pedro, de los
Jueces D. Pedro y D. Diego y de los demás miembros del
Cabildo, queriendo socorrer con alguna limosna á los
pobres del Señor que habitaban dicho Monasterio bajo el
régimen del venerable Abad Arias, les hizo donación
de una heredad llamada Vilanova, que era propia de la
Iglesia de Santiago, y estaba sita junto á la iglesia de
Santa María de Comanda y á orillas del Tambre (1).
Este mismo año (2), á 10 de Diciembre, con consejo
del Cabildo, anexionó al mismo Monasterio la iglesia de
San Félix de Syania, sita en Postmarcos. Esta iglesia
había sido reedificada por un Monje, Fr. Grarcía, el cual
la había servido y habitado durante muchos años; mas
no podiendo soportar la maledicencia de muchos hom­
bres malvados que se conjuraron contra él, resolvió
dejar la iglesia para que se uniese á San Justo, y mar­
char en peregrinación á Jerusalén (8).
Construíase también por el mismo tiempo, con gran
magnificencia, el Monasterio de Sobrado. El Arzobispo
D. Martín, quiso igualmente tener parte en esta obra, y
con consentimiento del Cabildo, el 8 de Julio de 1158,
ofreció donar todos los años al Monasterio tres marcos
de plata del arca que se abría por la fiesta de Pente-

(1) Tumbo de San Justo, en el Archivo Histórico Nacional, folio 110


vuelto.
(2) La Era en este documento, está borrosa.
(3) Propter maledictas pravorum hominum lingas in ipsa ecclesia stare
uon uult et iherosolimam pergit... (Tumbo de San Justo, fol. 186 vuelto).
266 LIBRÓ TERCERO

costés (de archa gazofilacii qitam aperitur in diebus pente­


costes) (1).
Otros Monasterios, 'además de estos, fueron también
objeto de la benevolencia y generosidad del Arzobispo
D. Martín. A fines del ano 1157 confirmó la escritura de
• acotación que D. Fernando II había otorgado al Monas­
terio de San Cristóbal de Dormeá, que pocos años antes
fundara la Condesa D.a Lupa Pérez de Traba. En l.° de
Octubre de 1159, subscribió otra concesión semejante, en
favor del Monasterio de San Lorenzo de Carboeiro. Don
Fernando II acotó, hallándose en Zamora, la heredad
de Bodaño que el Arzobispo D. Martín, en unión con su
Cabildo, había donado al referido Monasterio (2).
Con afecto especialísimo distinguió, entre todos, al
Priorato de Sar, á donde se había retirado el Canónigo
compostelano Alfonso Peláez. D. Martín, no sólo confir­
mó el Privilegio que á este Priorato había concedido el
Arzobispo D. Diego de piísima recordación, sino que, en
unión con el Cabildo, le cedió todo lo que á la Sede de
Santiago pertenecía en la iglesia ó parroquia de Santa
María de Perros, (hoy Angeles) y además, para siempre,
la prebenda de que había gozado el Canónigo Alfonso
Peláez, al que, sin embargo, se reservó durante su vida
una ración en el refectorio de la Canónica. En este Di­
ploma, que se otorgó en 27 de Abril de 1159, D. Martín
se expresa como un padre, como un cordial amigo que
desea íntima reciprocidad (grata vicissitudo) entre el Pre­
lado y sus súbditos. Si la Comunidad de Sar, con el Prior

(1) Tumbo de Sobrado, en el Archivo Histórico Nacional, tora. II, mi­


nxero XVI.
(2) Documentos de San Martín Pinario, en la Biblioteca de la Univer­
sidad de Santiago.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 267

D. Pedro Martínez, le promete reconocerlo como Abad y


prestar al Cabildo compostelano el honor y reverencia
debidos, él, con su Cabildo, promete á su vez velar por
el bienestar y la conservación, en el Priorato, de la dis­
ciplina bajo la Regla de San Agustín (1).
Place recordar estos laudables hechos del Arzobispo
D. Martín, antes que tengamos que ocuparnos de la
amarga situación que le crearon, de un lado las intrigas
de los émulos y ambiciosos, de otro la inexperiencia de
la persona que regía los destinos de estos Reinos de León
y Galicia. El 25 de Agosto del año 1157, falleció en el
puerto de Muradal, cerca de las Navas de Tolosa, el ín­
clito Emperador Alfonso VII, aquel noble Príncipe cria­
do en Galicia, y educado y adiestrado por un Procer
gallego, tanto en las artes de la guerra, como en las de
la política y buen gobierno; aquel Príncipe de quien
nuestro insigne Mariana decía que era dignísimo de más
larga vida. «No hubo persona más santa que él —aña­
de— siendo mozo, ni vió España cosa más justa, fuerte
y modesta siendo varón» (2).
D. Alfonso no fue sepultado en la Catedral compos-
telana, como había prometido. Tal vez fuese esto debido
á que su hijo mayor, el Rey D. Sancho, que fué quien
recogió su cadáver, prefiriese darle sepultura en Toledo,
capital eclesiástica de su Reino, antes que llevarlo á
otra lejana iglesia, y á otra ciudad que reconocía á otro
Rey y Señor.
D. Alfonso VII sabía, por propia experiencia, las di-

(1) Véanse Apéndices, número XXVIII.


(2) Lo mismo dice, con menos hipérbole, Sandoval: «¿Quándo vió Es­
paña Príncipe suyo más santo que D. Alonso siendo mozo, más justo en el
gobierno, más fuerte en la guerra, ni más modesto y afable siendo varón?»
268 LIBRO TERCERO

ficultades y peligros que ofrecía la sucesión al Trono,


cuando había dos ó más personas que se creían con dere­
cho, más ó menos legítimo, á la Corona. Queriendo pre­
caver estos graves riesgos, ya en vida dividió sus esta­
dos entre sus dos hijos, D. Sancho y D. Fernando,
señalando al primero, que ora el primogénito, el Reino
de Castilla, con las conquistas de Andalucía, y al segun­
do, los Reinos de León y Galicia con las conquistas de
Extremadura.
D. Fernando se había educado en Galicia, en casa
del Conde D. Fernando Pérez de Traba, del mismo
modo que el padre de éste, D. Pedro, había educado á
D. Alfonso VII (1). Cuando murió su padre, el Rey de
León y Galicia, contaba próximamente veinte años.
Tanto D. Lucas de Tuy, como el Arzobispo D. Rodrigo,
nos describen minuciosamente el carácter y tempera­
mento del nuevo Rey de León. Por ellos sabemos que
D. Fernando era benigno de condición, naturalmente
piadoso, liberal hasta el punto de no tener nada suyo,
casi siempre victorioso en sus campañas y casi siempre
descuidado en aprovecharse de sus victorias, valiente y
arrojado, deseoso más bien del amor que del temor de sus
súbditos, poco pulcro en su manera de traerse, fácil en dar
oído á cualquier dicho ó denuncia, y algo ligero é incons­
tante en sus propósitos. Mientras vivió su Ayo, D. Fer­
nando Pérez de Traba, la inexperiencia del joven Prín­
cipe se contuvo dentro de los límites de la conveniencia;
pero fallecido su Mentor hacia el año 1155 (2), su con­
ducta ya no apareció tan prudente y sensata.
(1) Un yerno de D. Fernando Pérez, D. Juan Arias, educó á su vez
en su casa, al Rey de León, D. Alfonso IX.
(2) D. Fernando Pérez, como ya hemos indicado en la nota primera
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 269

En los primeros años de su reinado se mostró D. Fer­


nando sumamente deferente con el Arzobispo D. Mar­
tín. En el año 1158, á 30 de Septiembre, hallándose en
Santiago, otorgó un notable Diploma á la Iglesia del
Apóstol. Comienza por proclamarse alférez ó abandera-

de la página 192, fue uno de los guerreros más ilustres que combatie­
ron al lado del Emperador D. Alfonso VII. Estuvo casado con Doña
Sancha González , hija del famoso Conde asturiano D. Gonzalo Peláez,
que tanto dió que hacer á D. Alfonso en los primeros años de su reinado.
Muerto el Conde de Portugal D. Enrique (f 1114), D. Fernando fy esto
nada le honra) se separó de su mujer y vivió bastante tiempo maritalmente
con la Infanta ó Peina de Portugal, D.a Teresa, de la cual tuvo á una hija,
á la Infanta D.a Sancha. Ayudado de su hermano D. Bermudo, quiso
alzarse con el señorío de Portugal, pero derrotado en el año 1128 por el
Príncipe portugués D. Alfonso Enríquez, tuvo que retirarse á Galicia en
donde continuó prestando eminentes servicios al Emperador D. Alfonso VII.
Tuvo por mucho tiempo el gobierno de casi todo el país gallego; y con sus
riquezas y con el prestigio que le daba su elevado cargo, contribuyó pode­
rosamente á la fundación y dotación de los Monasterios de Sobrado, Osera,
Monfero, Armenteira y Tojosoutos. Estuvo dos veces en Jerusalén; la pri­
mera con ocasión de la Cruzada predicada por San Bernardo; la segunda
en el año 1152, como él mismo dice en una Escritura de Sobrado; anno quo
ego comes Fernandus secundo Ierosoliman perrexi. A fines del año 1153, ya
se hallaba devuelta en Galicia; y del año 1154, se conservan algunos
documentos subscritos por él con el título de Conde de Galicia. Según
Villa!pando, falleció en l.° de Noviembre de 1155; fue enterrado en el
claustro de la Catedral compostelana, desde donde, seis años después fue
trasladado, según su última voluntad, al Monasterio de Sobrado. En San­
tiago dejó dotado un aniversario. Algunos suelen confundir á este D. Fer­
nando con su sobrino D. Fernando Bermúdez, que también tuvo el gobier­
no de gran parte de Galicia. Al primero se le distinguía con los califica­
tivos de vetus et bonus.
En el año 1158, á 31 de Mayo, la Condesa D.a Sancha, viuda, donó á
Santiago por el alma de su difunto marido el Conde D. Fernando, las he­
redades que tenía en Postmarcos, á saber, en Sabardes, Noya, Corogido
(Gruido), Tallar (Tállara), Taragonio (Taragoña) y Sespaom (Cespón); y
en tierra de Tria, á saber, en Orvom (Erbón) y Lampredariis con sus pes­
queras que había comprado á Munio Gelmírez. (Tumbo C, fol. 182).
270 LIBRO TERCERO

do del Patrón de España y por protestar cuánto impor­


taba á los Reyes el tenerlo propicio. Promete luego respe­
tar y conservar en toda su integridad las posesiones,
honores y privilegios de que, por concesión de sus ante­
cesores, gozaba la Iglesia compostelana; y confirma y
otorga de nuevo perpetuamente, al Arzobispo y al Ca­
bildo, la Real Capellanía y Cancillería de los Reyes de
España. Hallábanse presentes al otorgamiento del Di­
ploma, D. Juan, Arzobispo de Braga, D. Pedro, Obispo
de Mondoñedo, D. Viliberto ó Gilberto, Obispo de Lisboa,
los Condes D. Poncio de Cabrera, D. Pedro Alfonso de
Asturias, D. Ramiro Fróilaz y D. Gonzalo Fernández,
el Merino del Real Palacio, D. Abril, y los Magnates
D. Alvaro Rodríguez, D. Ñuño Pérez, D. Pelayo Curvo
y otros muchos (1).
En el año 1159, á 27 de Septiembre, el Rey D. Fer­
nando donó á la Iglesia de Santiago y á su venerable
Arzobispo, el amado D. Martín (dilecto meo domino Martino
ejusdem Ecclesiae venerabili archiepiscopo), la iglesia de San­
ta María de Cuntís (Caldas de Contenes) con todas las
familias de siervos y con todas sus posesiones, según sus
términos antiguos y modernos. Está fechado el Diploma
en Zamora y subscrito por todos los Obispos del Reino
de León y por los principales Magnates de la Corte (2).
Pero poco tiempo duró esta benevolencia de D. Fer­
nando II para con el Arzobispo de Santiago. En 31 de
Enero de 1160, aún firma D. Martín como Arzobispo

(1) Véanse Apéndices, número XXVII.


(2) Legajo de Privilegios reales, en el Archivo arzobispal de Santia­
go. La firma del notario, dice: “Ego Petrus dictus infantinas notarius regis
de manu mindoniensis epi, dni. petri scripsi atque confirmo,“
I-OS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 271

compostelano el Privilegio que D. Fernando, hallándose


en Osera, otorgó al Monasterio de San Esteban de Chou-
zán (1); y en el mes de Febrero ó Marzo del mismo afio,
ya lo hallamos expulsado de Compostela. Y tan expul­
sado, que el Cabildo, ya antes del 17 de Abril, hubo de
proceder á la elección del sucesor; la cual recayó en el
Arcediano D. Fernando Curialis ó Cortés. Quién haya
sido el motor de tales atropellos y actos tan anticanóni­
cos, lo insinúa el mismo D. Fernando II en un Privile­
gio que más adelante veremos, y que fue otorgado en
5 de Septiembre de 1165. En él confiesa el Monarca que
había ocasionado grandes daños y perjuicios á la Iglesia
de Santiago, á causa del odio é indignación de que se
había dejado arrebatar en contra del Arzobispo D. Mar­
tín fob iram et indignationem, quae mentí meae inerat adversus
domnum Martinum Archiepiscopum).
Falta ahora averiguar cuáles hayan sido los motivos
por qué D. Fernando concibió este odio contra D. Mar­
tín. Estos no constan en los documentos; pero no es difí­
cil conjeturarlos. En primer lugar, D. Fernando II,
según nos dice el Arzobispo D. Rodrigo, se dejaba fácil­
mente llevar de cualquiera delación por sospechosa que
fuese. No por otros motivos, en los principios de su rei­
nado, expulsó de sus Estados al Conde D. Poncio d'e
Minerva y á otros Magnates de su Corte. En segundo
lugar, D. Fernando era un verdadero manirroto; y, ¡qué
bien no explotarían esta su cualidad muchos de los ca­
balleros que lo rodeaban! (2). En su tiempo, las arcas

(1) Documento original del Archivo de Antealtares.


(2) En cierta ocasión (el 24 de Abril de 1165) hallándose D. Fernan­
do en Santiago, para comprar un caballo á Oduario Suárez, empeñó un ca-
sal. (Tambo de Sobrado, tom. II, fol. 55 vuelto).
272 LIBRO TERCERO

del Tesoro de Santiago, aquellas arcas que parecía que


no tenían fondo, quedaron del todo exhaustas. En el
año 1159, el Arzobispo D. Martín y el Cabildo, se vieron
precisados á contratar con el Conde D. Gonzalo Fer­
nández un empréstito de doscientos marcos de plata, que
tenían que aprontar al Rey D. Fernando (1). En el
año 1162, para reunir metálico con que hacer al Papa
Alejandro III algún donativo en señal de obediencia y
sincera devoción fin signum óbedkntiae et sincerae devotio­
nis), el Cabildo tuvo que vender al Prior de Sar, por
veinte marcos de plata, cuatro heredades que colindaban
con las de dicho Priorato. ¿Qué fué, pues, lo que vació
esas arcas en otro tiempo tan provistas? Difícil será exi­
mir de toda responsabilidad en este punto á D. Fernan­
do, por sus acostumbradas liberalidades y por la arries­
gada empresa que acometió de apoderarse do todo el
Reino de Castilla. Era consiguiente que el Arzobispo se
opusiese á estas exigencias; pero lo que no hizo por el
mismo motivo D. Alfonso VII con D. Diego Gelmírez,
esto es, expulsarlo y designarle sucesor, como se lo decían
algunos consejeros, lo llevó á cabo D. Fernando II con
el Arzobispo D. Martín.
D. Fernando II fué preparando la elección del Arce­
diano D. Fernando Fernández (2), nombrándolo su co­

tí ) Véase Tumbo C, fol. 9G.—Para la hora de su muerte, ó en caso de


que fuese á Jerusalén, ó mudase de estado, D. Gonzalo se comprometió ó
perdonar la deuda. Además de este empeño, tuvo que contraer otro emprés­
tito D. Martín, con la Condesa D.a Elvira Osórez y su esposo D. Munio
Fernández. Recibió de ellos treinta marcos de plata, dando como fianza la
tierra de Montes. (Véase Tumbo C, fol. 249).
(2) El verdadero apellido del Arcediano D. Fernando, á juzgar por el
de su hermana D.a Aldonza, era Fernández.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 273

rregidor (villicus) de Compostela. En una Escritura del


Tumbo de Sobrado de 8 de Abril do 1160, firma dicho
Arcediano de esto modo: Archidiaconus Fernandus Cortes
et villicus Compostellae de manu regis.
Mas el Rey, que se presumía autorizado para depo­
ner Obispos, se creyó también con potestad para insti­
tuirlos. En el ano 1161, á 13 de Febrero, donó á su
amado el venerable D. Fernando, Electo de la Iglesia
de Santiago (vobis venerabili ac dilecto meo domno Fernando),
y al Cabildo, todo cuanto en Ciudad Rodrigo y en todos
sus términos pertenecía á la jurisdicción episcopal, con
la condición de que el Prelado compostelano instituyese
Obispo en la referida ciudad (1).
Cuatro meses después, donó D. Fernando II á la Igle­
sia y al Arzobispo electo, D. Fernando Cortés, la mitad
del Burgo del Faro (La Coruña) con la iglesia de San­
tiago en él fundada, y los derechos que debían satisfa­
cer todas las naves, así de Franceses como de cuales­
quiera otros, que entrasen en el puerto; todo, según ya
lo había concedido D. Alfonso VII. Fechóse el Diploma
en el Castro de Allariz á 13 de Junio de 1161 (2).
En el mismo año 1161, á 24 de Julio, la piadosa se­
ñora D.a Sancha González, viuda del Conde D. Fernan­
do Pérez de Traba, en remisión de sus pecados y por las
almas de su esposo y de su hijo D. Gonzalo, prometió
dar todos los años para su aniversario tres marcos de
plata, hipotecados sobre la mitad de una casa que poseía
en Santiago cerca de la puerta septentrional de la Igle­
sia, y delante de la fuente de tronos. De dichos tres mar-

(1) Véanse Apéndices, número XXX.


(2) Véanse Apéndices, número XXXI.
Tomo IV.—18.
274 LIBRO TERCERO

cos, el uno se debía repartir en el refectorio canonical al


día siguiente de la festividad del 25 de Julio, el otro al
día siguiente de la Asunción de Nuestra Señora, y el
tercero, en la misma forma, al otro día de la festividad
de Todos los Santos. La donación, que D.a Sancha acom­
pañó con un precioso frontal de soda, bordado acaso por
ella misma, se hizo á D. Fernando, Electo de Compos -
tela, y á la Congregación de sus hermanos los Canónigos.
(Vobis dno. Fernando Compostellano Electo et fratrum vestro­
rum canonicorum conventui) (1).
La última noticia, que como Electo de Santiago ha­
llamos del Arcediano D. Fernando, nos la suministra
una cuestión habida entre D. Bermudo Pérez do Traba
y el Abad de Sa-n Justo de Tojosoutos, D. Arias. Hacía
tiempo que D. Bermudo había confiado al Abad de To­
josoutos, D. Pelayo, y ú dos hermanos, monjes del mismo
Monasterio, Cresconio y Pedro Muñiz, la construcción
de un convento en Nogueirosa, cerca de Puentedeume, en
el cual convento pudiese vivir retirada su esposa la Infan­
ta de Portugal, D.a Urraca Enríquez. Los dos nobles se­
ñores dotaron al convento de muchas propiedades, y la
obra estaba terminada en el año 1151, en el que apare­
ce nombrado Abad un D. Rodrigo. Pasado algún tiem­
po, D. Bermudo vistió la cogulla en Sobrado, y D.a Urra­
ca hizo lo propio en Nogueirosa ó Noguerosa. Mas los
monjes de Tojosoutos se creían agraviados, y pedían in­
demnización de lo mucho que de lo suyo habían gastado

(1) Desde el año 1141, vivía D:1 Sancha retirada en el Monasterio de


Santa María de Camhre. Se lo había cedido para este objeto el Monasterio
de Añtealtares, del cual era anejo el de Cumbre. En compensación, Doña
Sancha donó la iglesia de San Esteban de Morales (Moras) con todas sus
pertenencias, que tenía por concesión de D. Alfonso VII.
LOS DOS SICLOS DE ORO DE LA I. COM POSTELA NA 275

en la obra de Nogueirosa. Llevóse la cuestión ante el Elec­


to de Santiago, D. Fernando, y su Cabildo; y en su pre­
sencia las partes, á saber,D. Bermudo con su Abad D. Gil
y varios monjes de Sobrado y el Abad de Tojosoutos, Don
Arias, y los monjes que estaban en Nogueirosa, alegaron
cada cual las razones que tenían en su favor. Al fin se
llegó á una composición; D. Bermudo se obligó á ceder á
Tojosoutos el Monasterio de San Cristóbal de Arzón con
las villas de Cando, Cunis, Felgaria y Carballido; y los
monjes se avinieron á dejar á Nogueirosa, y á retirarse
á Tojosoutos. Firmóse la transacción, que subscriben los
hijos de D. Bermudo, D. Fernando, D. Suero, D.a San­
cha, D.a Teresa y D.a Urraca, el 21 de Septiembre
de 1161,
De este mismo año, ú 18 de Noviembre, aún hay una
memoria ■—que es la última que hemos hallado— de Don
Fernando Cortés. Es una escritura de venta que hace al
Abad de San Martín, D. Pedro de Villar ¡o, de ciertos
bienes que tenía cerca de Santiago. Mas en esta escritu­
ra, que subscribe también su hermana D.a Aldonza, Don
Fernando sólo se llama Arcediano; por lo cual es dado
colegir que se había anulado la elección (1).
Y entretanto, ¿qué hacía el Arzobispo D. Martín? Pa­
rece que se retiró al Monasterio de Sobrado, desde don-

(1) Es de recelar que á D. Fernando Cortés, aconteciese lo mismo que


había ocurrido al Arzobispo D. Martín; esto es, incurrir en la indignación
del Rey D. Fernando. Así nos lo hace sospechar una nota que se loe en
una escritura de venta de la mitad de una casa en la calle mayor (Azaba-
°hería); en la cual nota se dice que el Cabildo había dado dicha casa al
Arcediano D. Fernando Cortés, ad redemptionem corporis sui cum captus te­
neretur a rege. La escritura es de 6 de Noviembre de 1175. La mitad de la
casa la había dejado al Cabildo, el Obispo de Mondoñedo D. Munio. (Véase
Tumbo G, fol. 155).
276 LIBRO TERCERO

de no le sería difícil dar cuenta al Papa del atropello


de que había sido víctima. Lo cierto es que el Rey Don
Fernando no quiso que en Roma quedasen desampara­
das sus pretensiones, y envió al Papa Alejandro III
una solemne embajada compuesta del Obispo de Lugo
D. Fr. Juan, del Deán de Santiago D. Pedro Pardo, y
del Arcediano D. Juan. Como el Archivo de nuestra
Santa Iglesia, sobre estos sucesos permanece completa­
mente mudo, habremos de recurrir á otras fuentes, como
la que alega Pallares y Grayoso en el siguiente párra­
fo (1): «Este Prelado (D. Juan de Lugo) fué nombrado
por el Rei Don Fernando por Embaxador al Pontífice
Alexandro III juntamente con Pedro Dean de la sancta
Iglesia de Compostela y el Arcediano Juan, a ajustar las
diferencias que el Rei tenia con Don Martín Arzobispo
Compostelano, según consta de una Bula de Alexan­
dro III del año de 1162 en que dice que la voluntad, que
su Sanctidad tenia de seruir al Rei la referiría Don
fr. luán, a quien reconocía por aficionado y fiel vasallo
del Rei. Y el año de 1164 escribió a D. luán el mismo Pon­
tífice, para que en su nombre liablasse al Rei Don Fer­
nando y diesse a entender lo mucho que deseaua seruir-
le en todo lo que fuesse justicia y no se opusiesse a su
conciencia; y en quanto a la quexa que le auia represen­
tado contra el Arzobispo de Compostela D. Martín, que
no podia despojarle sin oirle: y que el Obispo D. Juan
intercediese con el Rei para que recibiesse a su gracia
al Arzobispo, y restituiesse lo que le auia quitado. *
A este mismo asunto, más ó menos inmediatamente,
debe referirse la venida á España de dos Clérigos de la

(i) Argos divina Sancta María de Lugo; Santiago 1700; pág. 377.
LOS TRES PRIMEROS SIGLOS 1)E LA I. COMPOSTELANA 277

Iglesia de Roma, el maestro Teudino y León, enviados


por el Papa Alejandro III. Traían la misión de visitar y
consolar las Iglesias de España y al Rey D. Fernando,
por cuyo mandato llegaron á la Iglesia de Compostela,
en donde fueron recibidos con gran honor y agasajos.
Es de presumir que el próvido Pontífice, antes de tomar
una resolución definitiva, desease adquirir datos seguros
y exactos acerca de las causas que habían dado margen
á la discordia entre el Rey y el Arzobispo, y que por
esto enviase á los dos Clérigos mencionados.
Por unanimidad, acordó el Cabildo demostrar al
Papa, por medio de algún valioso obsequio, cuán sumi­
sos y obedientes le estaban. Para ello, á causa del esta­
do poco halagüeño de la hacienda capitular, tuvieron
necesidad los Canónigos de vender algunas tierras al
Prior de Sar, previo el consentimiento del Arzobispo
D. Martín y del Obispo de Mondoñedo D. Pedro. Hízose
la venta en 21 de Agosto de 1162; y los veinte marcos
que de ella se cobraron, se remitieron como donativo al
Papa (1).
La mención simultánea del Arzobispo y del Obispo
de Mondoñedo, da á entender lo anómalo de la situa­
ción en que se hallaba la Iglesia compostelana (2). A

(1) Véanse Apéndices, número XXXIII.


(2) Lo mismo se observa en el Diploma, por el cual D. Fernando II,
en 21 de Febrero de 1164, confirmó los fueros de la villa de Padrón. Tanto
el Arzobispo, como el Electo, confirman el Privilegio, y lo extienden por su
parte álos feligreses de San Julián de Requeijo y Santa María de Herbón.
En la relación que de la visita de la Diócesis hizo el Cardenal Hoyo á prin­
cipios del siglo XVII, se habla de una inscripción hallada en la iglesia de
San Jorge de Vea, según la cual inscripción, esta iglesia había sido consa­
grada por Sergio, Obispo de Cora. Este Sergio de Cora debe ser, á nues­
tro juicio, el Suero que por este tiempo tenía la Sede de Coria.
278 LIBRO TERCERO

fines del año 1161, si no se anuló, debió quedar sin efecto


la elección de D. Fernando Cortés, acaso, por su falleci­
miento, pues desde dicha fecha no vuelve á aparecer su
nombre en los documentos. El Rey D. Fernando, que no
quería cejar en su empeño de desposeer al Arzobispo
D. Martín, hizo que se procediese á nueva elección, la
cual recayó en el Obispo de Mondoñedo D. Pedro Cfu-
destéiz, Canciller á la sazón del Monarca. Elegido Don
Pedro, D. Fernando le confió la administración de la
Diócesis compostelana; por lo cual el Obispo de Mondo­
ñedo, desde principios del año 1162, no sólo firma como
Electo, sino como Procurator de la Iglesia de Santiago.
Esto explica en la carta de venta citada, la mención del
Arzobispo y del Obispo. El consentimiento del Arzobispo
lo solicitaría el Cabildo, como no podía menos, tratándose
de el que canónicamente continuaba siendo su Prelado;
y de el del Obispo no se quiso prescindir para no incu­
rrir, acaso, en la indignación de D. Fernando.
Al mismo D. Pedro Gudestéiz, como Electo y como
Administrador de la Sede de Santiago, en 6 de Febrero
de 1162 otorgó D. Fernando un Privilegio por el cual
cedió á la Iglesia compostelana y á sus Arzobispos, todo
el Señorío de la ciudad de Coria, del cual antes tenía
ya la tercera parte por donación del Emperador D. Al­
fonso VII (1). En una donación que de la iglesia de San
Julián de Almenaras (Almeiras) hizo D. Fernando II á
su Capellán Martín Muñiz, subscribe como Electo de
Compostela D. Pedro, Obispo de Mondoñedo (2).
La carta que en el año 1164 escribió Alejandro III

(1) Véanse Apéndices, número XXXII,


(2) Tumbo B, de la Iglesia de Santiago, fol. 193.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 279

al Obispo de Lugo, D. Juan, parece que surtió, al menos


en parte, el electo que el Pontífice deseaba. En un Pri­
vilegio que en Octubre de 1164 concedió D. Fernando II
al Monasterio de San Lorenzo de Carboeiro, subscribe
D. Martín como Arzobispo de Santiago (1). Otra prueba
de la reconciliación del Arzobispo y del Monarca, es la
donación que éste le hizo de la iglesia de San Julián de
Colimar'anos (Cutnbraos) (&). Y D. Martín, aprovechán­
dose de esta tregua que le dejaba la veleidad del Rey,
quiso recompensar al Monasterio de Sobrado los grandes
servicios que le había hecho, donándole todos los años?
con el consentimiento del Cabildo, tres marcos de plata
del arca del Tesoro de Santiago, que se abría por la
fiesta de San Andrés. Otorgóse la donación en 19 do
Diciembre de 1164 (3).
Pero antes que se terminase este año de 1164, ya el
Arzobispo D. Martín tuvo que experimentar otra vez,
acaso, los efectos de la cólera de D. Fernando. En una
donación que al Monasterio de Armenteira hicieron Don
Juan Arias y su esposa D.a Urraca Fernández, en 30 de
Abril de 1165, subscribe el Obispo de Mondoñedo tenens
vicem arch¿episcopalas Mi. Iacobi (4). Ocho días después, el

(1) Documento de San Martín Pinario, en la Escuela Superior de Di­


plomática.
(2) Tambo de Sobrado, tom. II, núm. XIX.
(3) Véanse Apéndices, número XXXIV.—También el Rey D Fernan­
do había querido mostrarse generoso con el Monasterio de Sobrado, cuya
gran iglesia se estaba por entonces construyendo." El 30 de Marzo de 1IG4,
le donó para siempre 200 morábetinos sobre la 'mitad de la moneda que se
acuñaba en Santiago, la cual mitad pertenecía al Fisco regio. De los 200
morabetinos, una tercera debía darse por Pascua de Resurrección; otra por
San Miguel, y la restante por Pascua de Navidad.
(4) Documentos de Armenteira, en el Archivo Histórico Nacional.
280 LIBRO TERCERO

Arzobispo D. Martín donó á Sobrado la iglesia de San


Julián de Cumbraos, que aún no hacía un mes le había
otorgado el Rey D. Fernando. En este documento, bien
á las claras demuestra D. Martín, con cuánta resigna­
ción sufría la persecución de que era objeto. Dice que él,
antes de entonces Arzobispo compostelano (Arckiepiscopus
dudum compostdlanus), da esa iglesia, en remedio de su
alma y por las de sus padres, y por el Rey D. Fernando,
para que la Divina gracia conserve su Reino y su vida.
En la firma dice: Ego Martinus quondam compostellamis
arckiepiscopus (1),
Empero, no era ciega y absoluta la enemiga de que
D. Fernando II se hallaba poseído en contra del Arzo­
bispo; toleraba intermitencias, y á veces permitía al Pre­
lado cierta libertad de acción. Con dos cosas no transi­
gía el Monarca; con que D. Martín residiese en Santiago,
y con que administrase, en lo temporal, la Diócesis. En
el Diploma, por el que, el 5 de Septiembre de 1165, otor­
gó á la Iglesia compostelana el señorío de la tierra de
Deza, se confiesa, como hemos visto, culpable de los ma­
les que había ocasionado á dicha Iglesia, por causa del
Arzobispo D. Martín. Para resarcirla de estos daños, es
porque hace esta donación, cuyo preámbulo está impreg­
nado de los sentimientos más acendrados de religiosidad
y piedad; pero con quien habla D. Fernando, es con el
Obispo de Mondoñedo, D. Pedro, administrador de la
Iglesia compostelana (vobis dno. Petro episcopo mindoniensi
Ecclesiae compostellanae procuratori) (2).
De este año, 1165, consérvase el texto de una dona­

ti) Tumbo de Sobrado, tom. II, núm. XVIII.


(2) Véanse Apéndices, número XXXV,
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 281

ción que el 10 de Diciembre hizo el Arzobispo D. Mar­


tín con el Cabildo compostelano, al Monasterio de San
Juan da Coba. Dónale la ermita de San Sebastián, con
todas sus antiguas pertenencias y demarcaciones. Ha­
llábase sita esta ermita en la isla de Luxo (hoy la Toja),
en la desembocadura del Umia (1). Si no hay yerro en
la fecha de esta escritura (lo cual es más que verosímil),
vemos por olla que D. Martín, á pesar de su destierro,
gozaba de cierta libertad y atribuciones.
El Monasterio de Sobrado continuó siendo el lugar
de refugio para D. Martín; y aún por esta razón hubo
de sufrir algunas molestias, como se deduce de una es­
critura de l.° de Junio de 1168, en la cual se recuerda
el tiempo en que el Arzobispo D. Pedro Grudestóiz (en­
tonces Obispo) era adversario de Sobrado, por causa del
Arzobispo D. Martín (qui (D. Pedro) in illo tempore erat
adversarius Superaddi pro causa archiepiscopi dni. Martini) (2).
Por fin, D. Martín obtuvo que se le hipiese justicia.
Probablemente el Papa Alejandro III sentenció en su
favor el litigio que, contra él, había movido el Rey Don
Fernando. Lo cierto es que en una escritura de Sobra­
do, datada en 5 de Septiembre de 1167, en la fecha se
estampó lo siguiente: < Restituido en el presente año á
su deseada ciudad de Santiago el Arzobispo D. Martín.»
(Arciliepiscopo Martirio recuperato presentí anno in desiderata
sibi iacobitana civitate) (3).
(1) Véanse Apéndices, mimero XXXVI.
(2) Tumbo de Sobrado, tom. II, núm. XX.
(3) Tumbo de Sobrado, tom. II, fol. 59.—Y en efecto, á 11 de Julio de
este año 1107, ya le hallamos en Zamora subscribiendo como Arzobispo de
Santiago, y á la cabeza de los demás Prelados y Magnates, un Privilegio
otorgado por D. Fernando II á la Catedral de Lugo. (Véase Esp. Sagr., to­
mo XLI, pág. 27).
282 LIBRQ TERCERO

Pero, ¡cuán poco tiempo pudo disfrutar D. Martin de


lo que con tantas ansias había deseado! A fines de este
mismo año, 1167, ó á principios del siguiente, fu ó invita­
do á abandonar para siempre esta patria, en la que ha­
bía sufrido tantos sinsabores, y á entrar en otra, en la
cual su felicidad duraría eternamente!
CAPÍTULO XIV
Elección de D. Pedro Gudestóiz.—Donaciones del Rey
D. Fernando II.— El Maestro Mateo.—Población de
la villa de Hoya.—El castillo de Cedofeita.—Estatu­
to en favor de los Beneficiados que se dedicaban
al estudio. —Ligero bosquejo de la organización del
Clero Catedral en está época.—Fundación de la
Orden militar de Santiago.—Canónigos ilustres
compostelanos en este tiempo. —Hospitales en el
camino de Santiago.

ESGRACIADA figura
hubiera hecho el
nombre de D. Fer­
nando II en las pá­
ginas de la Historia,
si con otros hechos
gloriosos y de in­
disputable religio­
sidad no hubiera la­
vado la negra mancha contraída con la injusta y arbi­
traria persecución del Arzobispo D. Martín. Tanto Don
Lucas de Tuy, como el Arzobispo de Toledo, D. Rodri­
go, dicen que D. Fernando pobló á Ciudad Rodrigo, á
284 LIBRO TERCERO

Ledesma, Mayorga, Ben^vente, Castrotorafe, etcv.' (1).


En Galicia pobló D. Fernando, entre otras, la importan­
te villa de Noya, cuya población á principios del año'
1168 ya debía ser tan considerable, que el Rey no dudó
gravarla con una pensión anual de diez marcos de plata
en favor del Monasterio de Sobrado. En la misma Escri­
tura, en que D. Fernando consignó á este Monasterio los
diez marcos de plata, en lugar de los 200 morabetinos que
antes le había dado sobro la Casa de Moneda de San­
tiago, le cedió la tercera parte íntegra de la mitad que
correspondía al Regio Fisco en los productos de la mone­
da acuñada en dicha Ceca. En esta Escritura, que fué
dada en Lugo á 4 de Marzo de 1168, subscribe, como
Electo de Santiago, el Obispo de Mondoñedo D. Pedro
Gudestéiz (2).
De esta vez la elección de D. Pedro fué, sin duda al­
guna, canónica; pues la Sede se hallaba realmente va­
cante, por defunción del Arzobispo D. Martín. Era muy
especial el afecto que D. Fernando II profesaba al Obis­
po Mindoniense; pues, desde su niñez, había recibido de
él relevantes servicios. D. Fernando se había criado en
casa del Conde D. Fernando Pérez de Traba; pero es de
creer que se hubiese confiado á D. Pedro Gudestéiz la
instrucción y enseñanza del tierno Príncipe (3).
El Rey D. Fernando, disipada la nube, que para él

(1) Algunas de estas poblaciones ya venían de antiguo, y D. Fer­


nando no hizo más que darles mayor impulso.
(2) Tumbo de Sobrado, tom. II, núm. XXIV.
(3) La nodriza de D. Fernando II era, al parecer, de Sahagún. Se lla­
maba Juliana Martínez; y á ella y á su marido Suero Alfonso, el 24 de
Septiembre de 1141 le donó D. Alfonso VII, hallándose en Santiago, la
heredad de Cerami, cerca de Sahagún y á orillas del Aradoy.*
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 285

era la presencia de una persona poco grata en la Cáte­


dra de Santiago, cada vez se sintió más afecto á esta
Iglesia, y m^s obligado á desagraviarla de las ofensas
que le había hecho. De sólo esté año, 1168, se conservan
tres regios Diplomas, fechados el uno en 23 de Febrero,
el segundo en 9 de Abril, y el tercero en 10 de Julio.
Por el primer Diploma donó D. Fernando al célebre
Maestro Mateo, en la mitad que tenía de la moneda que
se acuñase en Santiago, dos marcos do plata semanales,
de modo que montasen al año cien morábetinos de oro (1).
Esta donación se la hizo el Monarca por todo el tiempo
de.su vida, para que con esto la obra contase con más
recursos, y los oficiales trabajasen con mayor afán y es­
mero (2). La obra, que por entonces estaba pendiente
en la Catedral, era la del claustro; pero al poco tiempo
debió emprenderse la reedificación del coró (que tam­
bién se hizo de piedra como el anterior) y la construc­
ción del Pórtico de la doria (3).
Por el segundo Privilegio cedió D. Fernando al Ar­
zobispo Electo, D. Pedro, para mayor gloria de Dios y
de la Iglesia que lo había elegido por padre y pastor
fquae vos in patrem et pastorem elegit), la población del puer­
to de Noy a, facultándole para que prosiguiese las obras

(1) Esto de los dos marcos semanales no debe entenderse de todas las
semanas del año; porque de otro modo, montarían al año mucho más que los
cien morábetinos. Tal vez se entienda sólo de las semanas en que había tra­
bajo. O si son de las semanas de todo el año, los dos marcos no serían sólo
para el Maestro, sino también parados demás operarios.
(2) Véanse Apéndices, núm. XXXVII.
(3) La obra del claustro, comenzada en el año 1124, se fué prosiguiendo
con gran lentitud. En el año 11(10, á 22 de Abril, Diego ferrarius de Pra-
danario estando para salir para Jerusalón, hizo testamento, y en él dejó una
considerable limosna para la obra del claustro. (Véase Tumbo (7, fol. 25).
286 LIBRO TERCERO

que él 3'a había comenzadlo (1). Otorgó á los pobladores


de la nueva villa los mismos fueros de que gozaban los
vecinos de Santiago. Del derecho de anclaje sólo retuvo
la mitad. Abolió también, en todo el trayecto de la costa
que media entre La Corufia y la Lanzada y Padrón,
aquella pésima costumbre, por la que, en caso de nau-

Respiüdo de uno de los asientos del Coro construido por este tiempo.

fragio, todo lo que pudiera reservarse, quedase para los


señores de la tierra; y estableció que se entregasen á los
náufragos todas sus cosas y prendas, sin disminución, ni
molestia alguna. Mas esto sólo se entendía de las naves
que viniesen consignadas á los puertos de Santiago en
el trayecto referido (2).
(1) Véase pág. 284.
(2) Véanse Apéndices, núin. XXXVIII.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 287

Por el tercer Privilegio permutó D. Fernando con


D. Pedro Gudestéiz, que debía estar ya posesionado de
la Sede compostelana, la iglesia de Caldas de Cuntís,
con todo lo etí ella perteneciente á la Voz Real, y ade­
más las iglesias de San Verísimo de Arcos, de San Mi­
guel de Couselo, de San Mamed de Vimarei (Guimarey),
de San Félix de Festucas (Estacas) y Santa María de
Troans, por la ciudad de Coria, que el Rey quería do-

Fragmento de respaldo de los asientos del Coro construido por esto tiempo.

nar á la Milicia del Temple (1). En este Diploma hace


mención D. Fernando de los leales servicios que desde
su niñez había recibido del Arzobispo de Santiago. (Con­
siderans fidelitatem vestram et obsequium quod mihi a pueritia
semper exh ibu ist is).
(1) Véanse Apéndices, núm. XXXIX.—La iglesia de Cuntís ya había
sido donada por D. Fernando á la Iglesia de Santiago en 1159 (Véase pági­
na 270); pero como al poco tiempo acaeció la ruptura con el Arzobispo Don
Martín, quizás la donación hubiese quedado sin efecto.
La ciudad de Coria era también de la Iglesia compostelana, por dona­
ción de D. Fernando, en el año 1162, (Véáse pág. 278).
288 LIBRO TERCERO

En todo el tiempo que duró el pontificado de D. Pe­


dro Gudestéiz, el Rey D. Fernando le profesó el mismo
cariño, y le guardó las mismas consideraciones. En el
año 1170, á 20 de Enero, donó el Monarca á su fidelísi­
mo D. Pedro y á sus sucesores, las villas de Villa alba y
Muscas, en la provincia de Zamora (1).

Doselete de uno de Ion asientos del Coro construido por este tiempo.

Este documento fué fechado en Salamanca; pero


otro que D. Fernando otorgó dos meses después en San­
tiago á nuestra Santa Iglesia, merece conocerse en toda
su extensión. El Rey D. Fernando hallábase casi en con­
tinua guerra con su suegro el Rey D. Alfonso de Portu­
gal. Al tiempo que el de León se hallaba guerreando
con su sobrino el Rey de Castilla, el de Portugal quiso
apoderarse de Ciudad Rodrigo. Acudió prestamente Don

(1) Tumbo A, fbl. 49 vuelto.

I
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 289

Fernando; desbarató á los Portugueses; pero dejó mar­


char en paz á los prisioneros. Al poco tiempo los Portu­
gueses invadieron á la vez, por dos sitios, á Galicia; por
la Limia y por cerca de Tu y. Hallábase entonces esta
parte desamparada, y los invasores pudieron avanzar
hasta Pontevedra y apoderarse, por sorpresa, del casti­
llo de Cedofeita, que á mediados del siglo X había cons­
truido el Obispo D. Sisnando II para rechazar las in­
cursiones de los Normandos. Corrió D. Fernando á reco­
brar la fortaleza; pero cuando se disponía á dar el asalto,
una deshecha y pertinaz tempestad imposibilitó todos
sus movimientos. Mas aconteció que en una noche obs­
curísima, herida de un rayo la torre principal del casti­
llo, se desplomó, arrastrando en las ruinas á todos los
defensores. Este accidente inesperado tal terror introdu­
jo entre los Portugueses, que al día siguiente se rindie­
ron á discreción; y D. Fernando pudo penetrar, victo­
rioso, en el castillo, sin perder un sólo hombre.
Con razón el piadoso Monarca atribuyó á visible
protección del Cielo el éxito de esta jornada; con tanto
mayor motivo, cuanto que ya, anticipadamente, muchas
personas habían tenido en sueños una visión, en que se
les representaba el suceso, tal cual había ocurrido. Vino,
pues, á Santiago á dar gracias al Apóstol, y en testimo­
nio de su reconocimiento, el 18 de Marzo donó á la Igle­
sia el castillo, con todo su extenso coto (1).
Para asegurar D. Pedro Gudestéiz la perpetuidad de
estas donaciones, solicitó de Alejandro III( Bula confir­
matoria de todas las posesiones de la Iglesia de Santia­
go* Y en efecto, el Papa, después de recibir bajo la pro-

ib Apéndices, núm. XLI.


Tomo IV.—IR.
290 LIBRO TERCERO

tección de los Apóstoles San Pedro y San Pablo á la


Iglesia compostelana, le confirma todas sus posesiones,
y en especial la de la tierra de Deza, en la cual se com­
prendían ochenta iglesias; la de Cedofeita con siete igle­
sias, y la de Cuntís con cinco iglesias. Expidióse la Bula
en Anagni á 27 de Septiembre de 1170 (1).
Otros dos Privilegios otorgó D . Fernando este año
de 1170 á la Iglesia compostelana; el uno en 21 de Oc­
tubre, y el segundo en 22 de Diciembre. Por el primero
prometió el Monarca poner á la Iglesia de Santiago y á
sus Arzobispos en posesión de la ciudad de Mérida, tan
pronto llegase á conquistarla de los Moros (2). Por el
segundo donó á la misma Iglesia el castillo de Albur-
querque, en la provincia de Badajoz, y la ciudad de
Aramenia, con todos sus términos. D. Fernando declara
que hace esta donación por su alma y las de sus padres;
mas al mismo tiempo recuerda los muchos servicios que,
desde la cuna, había recibido del Arzobispo D. Pedro.
(Obsequii vestri multitudine, quod michi ab ipsis cunabilis inde-
sinenter et fideliter exhibuistis) (3).
El último Privilegio que se conserva de los otorga­
dos por D. Fernando II á la Iglesia compostelana en
tiempo del Arzobispo D. Pedro Gudestéiz, es de 11 de
Marzo de 1171. Por él reintegra el Monarca á nuestra
Iglesia en la posesión de todos los productos de la Ceca
compostelana. El Emperador D. Alfonso VII había con­
cedido á la Iglesia la exclusiva de la fabricación de la
moneda en toda Galicia, y aún en todas las estaciones
del camino de Santiago; pero en cambio se reservó la
(1) Véase Tumbo B, fol. 2G4 vuelto.
(2) Apéndices, núm. XLIII.
(3) Apéndices, núm. XLIV.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COM POSTELAN A 291

mitad de la moneda acuñada en nuestra ciudad (1). Don


Fernando II renunció á esta mitad, y anuló las donacio­
nes que sobre ella había hecho (2). Y esto lo hizo D. Fer­
nando en atención á los cuantiosos desembolsos que ha­
bía hecho el Arzobispo D. Pedro, tanto en las expedicio­
nes contra los Moros, como en guarnecer y pertrechar
los castillos conquistados, por ejemplo, el de Albur-
querque (3).
El Emperador D. Alfonso VII había encargado, pri­
mero al Arzobispo electo D. Berenguel y después á Don
Pedro Helias, que procurasen reparar los quebrantos
sufridos por la Iglesia compostelana, especialmente en
los últimos años del pontificado de D. Diego Gelmírez.
Sólo en exigua parte, por lo breve de su pontificado y
por otras azarosas circunstancias, D. Pedro Helias y sus
inmediatos sucesores pudieron dar cumplimiento á las
recomendaciones del Emperador. Esta tarea estaba re­
servada al Arzobispo D. Pedro Grudestéiz, que con todo
ahinco se consagró á poner en práctica lo que de él se
esperaba. Uno de los abusos que reclamaban pronta
corrección, era el que se refería á los Canónigos y Por­
cioneros que se ausentaban de la Iglesia para dedicarse
al estudio en Universidades extranjeras. Ya hemos visto
que en tiempo de D. Diego Uelmírez fueron muchos los
Canónigos que tomaron el camino de Francia para per-
(1) No se conserva este Diploma de D. Alfonso VII; por lo que se ig­
nora en qué año y con qué Arzobispo celebró el Emperador este convenio.
(2) Las principales donaciones que sobre esta mitad hizo D. Fernando,
fueron la otorgada al Monasterio de Sobrado, y la hecha al Maestro Mateo
y á la obra de la Catedral. A Sobrado lo recompensó D. Fernando con
donaciones do otra clase; la pensión señalada á Mateo, quedaría á cargo de
B Iglesia-,
(3) Véanse Apéndices, man. XLVI.
. 292 LIBRO TERCERO

feccionarse allí en el estudio de las ciencias eclesiásticas.


Otros varios continuaron después haciendo el mismo
viaje, movidos por tan noble estímulo; pero se reconoció
la necesidad de establecer un reglamento para evitar
los abusos que, con tal pretexto, pudieran ocurrir. Esto
fué lo que se hizo en el memorable Cabildo de 30 de
Julio de 1169, cuya acta se conserva inserta en el Tum­
bo B, fol. 143 vuelto, y en el Libro de constituciones anti­
guas. Difícil es hallar frases más expresivas para enca­
recer las ventajas y excelencias de la ilustración, que
las empleadas en el preámbulo de este acuerdo capitu­
lar. Quiere el Cabildo, después de impetrado el liberal y
devoto asentimiento de su Padre y Arzobispo D. Pe­
dro II, facilitar los medios de instruirse á todos los Ca­
nónigos que verdaderamente se sintiesen con vocación
y aptitud para alcanzar con el estudio el cabal conoci­
miento de las artes liberales. «Porque hay muchos, que
aunque abrigan sinceramente el propósito de estudiar,
oprimidos con el peso de la pobreza, se ven imposibilita­
dos de realizar lo que anhelan. Así es que á veces la
práctica de la virtud languidece, porque la madrastra
de la generosidad, la pobreza, impide su ejercicio.»
Por estas razones, acuerda el Cabildo que á todos
los ausentes por causa del estudio, de todos los dineros
que se ofrezcan en el Altar de Santiago, se dé una parte
igual á la que reciben todos y cada uno de los que resi­
den; la cual parte podrán percibir por medio de vicarios
ó administradores que al efecto designen. Pero para
ello tendrán que consagrarse seriamente al estudio, y
portarse cuál convenía á su estado. De otro modo, á la
primera carta del Cabildo, tendrían que volver inmedia­
tamente á su Iglesia, ó presentar certificación de buena
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 293

conducta, y de aplicación y aprovechamiento en el es­


tudio.
De ningún modo podrán gozar de este beneficio, los
que nunca residieron; sin que para obtenerlo puedan ser
parte, ni la nobleza de su alcurnia, ni el poderío de su
persona, ni carta alguna de recomendación. Y si sobre
ello moviesen litigio al Cabildo, queden privados de todo
beneficio en la Iglesia y, además, incurran en excomu­
nión por la autoridad del Arzobispo (1).
En otro Cabildo celebrado en 25 de Julio de 1170,
se definieron los cargos y atribuciones del Maestrescue­
la. Este prebendado era como el Canciller del Cabildo;
tenía en su poder el sello de la Corporación; y él era el
encargado de sellar las cartas ó documentos expedidos
en nombre de los Canónigos. Estas cartas ó documentos
■ podían ser de tres clases; las dirigidas á los Sumos Pon­
tífices ó á los Reyes; las que versaban sobre asuntos que
afectaban á la Comunidad; y las de sólo interés privado.
En los documentos de las dos primeras clases, el Maes­
trescuela debía poner siempre el sello del Cabildo; en
los de la tercera, sólo en el caso de que los asuntos en
ellos tratados, fuesen resueltos por unanimidad.
En las ausencias, el Maestrescuela, con consenti­
miento del Cabildo, debía de entregar el sello á otro
Canónigo; al cual se le obligaba á prestar juramento de
guardar cuidadosamente el sello, y sellar en la forma
dicha, los documentos expedidos por la Corporación.
Además de Canciller, otros cargos muy importantes
incumbían al Maestrescuela; cuales eran el de señalar y
ordenar las lecciones que cada día debían recitarse á

(1) Véanse Apéndices, núm. XL,


•294 LIBRO TERCERO

Maitines, y el de poner un preceptor que enseñase Gra­


mática, no sólo á los Clérigos y niños de Coro de la Ca­
tedral, sino á los de la ciudad y á los de la Diócesis.
Debía también este preceptor redactar las cartas del
Cabildo, si así se lo mandaba el Maestrescuela; y asistir
en el Coro á todas las festividades para corregir los
yerros en la pronunciación y en el acento de los que re­
citasen las lecciones. Al mismo, se le señalaron de sala­
rio sesenta sueldos leoneses al año.
Por razón de su trabajo, se asignó al Maestrescuela
otra prebenda, la cual había de servir por medio de un
doblero, que había de asistir en el Coro á todas las Horas
del Oficio divino y alternar con los Porcioneros menores,
llamados maniapanes, en las festividades de rito de dos
capas (1).
Ya que la ocasión nos brinda, nos detendremos aquí
algún tanto en exponer cuál era el estado del Cabildo
en aquella época, no sólo en cuanto á su constitución y
organización jerárquica, sino también en cuanto á la
forma de administración económica, por qué se regía.
El Cabildo, propiamente tal, ya se hallaba regla­
mentariamente dividido en dos categorías: la de los
Dignidades y la de los Canónigos simples. De la primera
categoría, formaban parte el Deán, el Chantre, los Ar­
cedianos, los siete Cardenales, el Maestrescuela y el Te­
sorero; la segunda categoría, se subdividió en dos: la de
los Canónigos hebdomadarios, y la de los Canónigos sin
hebdómada. Como hemos visto (2),. en el año 1102 Don
Diego Gelmírez había instituido setenta y dos preben-

(1) Véanse Apéndices, núm. XLII,


(2) Tomo III, cap. X.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 295

das, de las cuales gozaban indistintamente todos los Ca­


nónigos, incluso los Arcedianos y los Cardenales; pero
parece que por este tiempo el número de Canónigos heb­
domadarios, había quedado reducido á cincuenta. Esto
se colige de que el doblero del Maestrescuela, en la consti­
tución que acabamos de extractar, se equipara á los
Porcioneros menores ó maniapanes (1); luego había otros
Porcioneros mayores, que no podían ser otros que los
Canónigos sin hebdómada.
Los Canónigos sin hebdómada, ó Porcioneros mayo­
res, no tenían parte especial en las ofrendas que venían
al altar mayor. Los cincuenta hebdomadarios que con el
tiempo constituyeron solos el Cabildo propiamente dicho,
durante su respectiva semana, percibían la tercera parte
íntegra de dichas ofrendas.
La Canónica ocupaba próximamente el mismo solar
que hoy la Casa-Correo. Allí se hallaba la Sala capitu­
lar (2), el dormitorio, el refectorio, el horno, la cocina y
la despensa. El dormitorio sólo era para los Canónigos y
Clérigos que no tuviesen casa propia. En la despensa se
distribuía todos los días á los Canónigos, Porcione­
ros mayores y menores, y dobleros, una ración de pan
y vino, más ó menos considerable, según la categoría de
la persona que la recibía.
En el refectorio se servía la comida ordinaria á todos
los Canónigos y demás beneficiados que gustasen acep-
(1) Se les llamó maniapanes ó manxapans, quizás porque las faltas en
que incurrían, se castigaban con la privación de la ración de pan.
El rito de cada fiesta se señalaba en esta'Santa Iglesia por el número
de capas; en las fiestas simples asistían dos caperos; en las dobles, cuatro; y
en las de mayor rito, seis.
(2) En la Constitución del año 1170, se dice en la fecha, que se esta­
bleció in capitulo in Quintana. —
*296 LIBRO TERCERO

tarla; pero en ciertos días, como en las fiestas principa­


les, en días de entierro ó aniversario, se daba, además,
una comida extraordinaria, de la cual sólo podían parti­
cipar los que habían asistido en el Coro á las funciones
sagradas.
Todos estos gastos se sufragaban con las rentas del
Voto de Santiago, con los productos de las fincas pro­
pias de la Mesa capitular y con las rentas asignadas por
los dotadores de las fiestas y aniversarios. Para las ce­
nas, el Arzobispo D. Pedro, de acuerdo con el Cabildo,
asignó todas las rentas y heredades que la Iglesia poseía
en Portugal y en el Obispado de Tuy (1).
Para recaudar y administrar todas estas rentas, te­
nía el Cabildo sus mayordomos; y en un documento de
estos tiempos son citados los dos mayordomos capitula­
res (villici).
Del reglamento del Coro, poco habremos de decir,
pues desde aquella época sólo ha variado en puntos acci­
dentales. La Hora de Prima se cantaba á las seis de la
mañana en verano, y á las siete en invierno. Los Maiti­
nes se cantaban, en todo tiempo, á media noche.
Respecto del traje coral, advertiremos que desde la
Pascua hasta la fiesta de Todos los Santos, se usaba la
sobrepelliz, y en el resto del año la capa negra, cerrada
y sin mangas, con el capillo, con el que en las funciones
fúnebres se cubría la cabeza. En las procesiones claus­
trales, no sólo usaban capa pluvial todos los Canónigos,
sino todos los Porcioneros y dobleros.
Los Cardenales, además del concepto de Canónigos,
tenían el de Párrocos de la ciudad, y cada uno llevaba

(1) Véanse Apéndices, mira. LI,


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTEL.XXA 297

el título de la parroquia anexa á su prebenda. Como


Párrocos, tenían parte en todas las obvenciones y emo­
lumentos de su iglesia ó capilla; la cual era, además,
servida por un capellán que, andando el tiempo, recibió
el nombre de Retor (rector). El Cardenal mayor, cuyo
título era la Corticela, venía á ser el Párroco de los pe­
regrinos y extranjeros.
Para servicio del Coro y del altar había también los
capellanes y los clérigos de inferior categoría; los cuales,
al poco tiempo, se constituyeron en corporación ó co­
fradía bajo el nombre de Clérigos del Coro ó de la
Prima (1).
La Iglesia tenía hermandad, no sólo con otras Igle­
sias, sino también con personas seglares, de las que ha­
bía recibido beneficios insignes. Tales personas, no sólo
tenían parte en los sufragios y oraciones que se hacían
en la Iglesia, sino que en el refectorio ó en la mayordo-
mía del Cabildo recibían ración igual á la de un Ca­
nónigo. Y aún más; á su muerte se les permitía disponer
de esta ración por espacio de un año en favor de quien
bien les pareciese. Así D.a Urraca Fernández, en el tes­
tamento citado, dice: Rogo et deprecor, ut convenientia quam
mihi convenistis, adtendatis et detis ad unum presbiterum por­
tionem meam per unum annum, sicut unicuique vestrum.
Continuando ahora con la éxposición de los hechos
de D. Pedro Cudestéiz, haremos resaltar la parte activa
que tomó en el desarrollo de una institución, que había
de dar grandes días de gloria á su patria. A principios del
año 1167, se apoderó D. Fernando II de la villa de Alcán­
tara, y confió su custodia á varios caballeros que se ha-
(1) De esta Cofradía ya se hace mención en el testamento de D.a Urra­
ca Fernández, año 1199. -
-298 LIBRO TERCERO

bían asociado para poner su espada al servicio de la Re­


ligión y de la patria, y de toda causa noble y justa. Una
de sus ocupaciones era limpiar de foragidos el camino de
Santiago, y proteger y escoltar á los peregrinos que se
dirigían á Compostela. Cuando D. Fernando les entregó
la villa de Alcántara, se estrecharon los vínculos de la
asociación, y más aún cuando el Monarca les cedió la ciu­
dad de Cáceres. Desde entonces resolvieron, siguiendo el
ejemplo de otros ilustres y denodados caballeros, hacer
vida común, someterse á una Regla, que fuese como la
norma de su conducta, y elegir, entre ellos, un Prefecto
y otros dignatarios, que fuesen los directores de la aso­
ciación. Elegido Prefecto ó Maestre D. Pedro Fernán­
dez de Fuencalada, redactóse la Regla con aprobación
de varios Obispos, y fundóse la primera casa en Cáceres
■el l.° de Agosto de 1170 (1). De aquí que los congrega­
dos llevasen al principio el nombre de Fratres, Seniores
de Cáceres, congregatio de Cáceres.
Como todos eran seglares, para el cumplimiento de
sus deberes religiosos tenían en su compañía á varios
Monjes, que desde su instalación en Cáceres, ó quizás
antes, pidieron al Monasterio cisterciense de Valbuena..
Entre los congregados, á quienes el Cardenal Alberto
(después Gregorio VIH), en el prólogo de la Regla, llama
exQellentia nobiles, potentia illustres, se distinguían varios
caballeros gallegos, como D. Pedro Arias, D. Rodrigo
Alvarez de Sarria, D. Pedro Muñiz, hijo del Conde de
Monterroso D. Munio Peláez, D. Rodrigo Suárez, Don

(l) Algunos escribieron que esta Milicia tuvo ya principio en tiempo


de D. Alfonso II ó de D. Ramiro I. Fueron vanas pretensiones del
siglo XVII, en que se creía que la nobleza y lustre de una institución no
podía menos de remontarse á las épocas más lejanas.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 299

Fernando Odnariz y otros. Estos caballeros no sólo sir­


vieron á la naciente Milicia con sus personas, sino que
la enriquecieron con sus haciendas. En particular, Don
Pedro Arias donó á la Orden su burgo de Puertomarín
(Ponsminii), que era una de las más conocidas estaciones
del camino de Santiago. Cerca de Puertomarín había
un convento de Canónigos Reglares de San Agustín, lla­
mado de Santa María de Loyo (Logium) (1). Acaso por
insinuación de D. Pedro Arias, el Maestre D. Pedro
Fernández, que había venido á Galicia, propuso á los
Canónigos de Loyo si querían ser los Capellanes de la
nueva Orden. Aceptaron los Canónigos bajo ciertas
condiciones, que fueron aprobadas y confirmadas por el
Papa Alejandro III.
Después de esto, el Maestre D. Pedro con otros ca­
balleros, vino á Santiago, en donde el Arzobispo D. Pe­
dro Gudestéiz, que también había sido Canónigo Reglar
de San Agustín en el Priorato de Sar, lo recibió con las
mayores muestras de deferencia y consideración; y, de
acuerdo con el Cabildo, lo nombró Canónigo de Santia­
go, á él y á todos sus sucesores en el Maestrazgo; lo de­
claró, á él y á sus súbditos, vasallos y caballeros de San­
tiago, ó más bien, de Cristo y de Santiago; puso en sus
manos una bandera en que se hallaba bordada una Cruz
en forma de espada (2); le concedió los Votos de tierra
(1) No de San Eloy, como se ve repetido en muchos Autores.—Hemos
visto las ruinas de este convento cuya fundación debía remontarse á muy
remota edad. Estaba edificado entre un enorme peñasco, que formaba uno
fie sus muros, y el río'Loyo, humilde afluente del Miño, que pasaba lamien-
fio sus paredes. En las rocas que rodean las ruinas, aún se ven abiertas
algunas sepulturas antropomórfioas.
(2) Esta bandera, que tremoló en tantos combates, que fué incentivo
fie tantas proezas, que se enarboló victoriosa sobre Ios-muros de Córdoba y
300 LIBRO TERCERO

de Zamora, Salamanca y Ciudad Rodrigo, y muchas


rentas en Ledesma, Avila y otros sitios; le confió la de­
fensa de Alburquerque, villa propia de la Iglesia de
Santiago; dispuso que en las sucesivas campañas que
ordenasen los Reyes, la hueste compostelana, no hallán­
dose presente el Arzobispo, se incorporase con la del
Maestre de Santiago; y quiso, por último, ser tenido por
socio y hermano de los caballeros de la nueva Milicia.
De todo ello se otorgó una solemne Escritura el 12 de
Febrero de 1171 (1).
D. Pedro GJ-udestéiz fué, pues, quien dió á los caba­
lleros de Cáceres el nombre de Caballeros de Santiago;
y no sólo les dió el nombre, sino que elevó la Orden, y la
puso en camino de alcanzar puesto entre las más cele­
bradas de Europa.
Posteriormente á esta fecha, ya no es frecuente el en­
contrar el nombre de D. Pedro II en los antiguos docu­
mentos. Hallamos de él mención en un Diploma del Mo­
nasterio de San Esteban de Chouzán, que se conserva en
el Archivo de Antealtares, fechado en Abril de 1171. Otra
mención de él hay en un documento de Armenteira de
23 de Enero de 1171. Este documento es un convenio
entre el Abad San Ero y el castellano de las Torres de
Oeste. Según este convenio, la barca del Monasterio no
debía pagar portazgo cuando viniese cargada de sal ó
pescado para los Monjes, pues así lo habían otorgado el
Rey D. Fernando y el Arzobispo D. Pedro II; en otro

Sevilla, y en tantos otros pueblos, duró, según López Agurleta (Vida del
Venerable fundador de la Orden de Santiago; Madrid, 1731, cap. XXV)
hasta el año 1373, en que hubo necesidad de renovarla, siendo Maestre
D. Fernández Ossórez.
(1) Véanse Apéndices, núm. XLV.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 301

caso, debía pagar por el pescado tres morábetinos, y por


la sal, un quartario.
En l.° de Mayo de 1172 aún le hallamos en Toro, en
donde subscribió una donación que D. Fernando II hizo
á la Santa Iglesia de Lugo (1). Su fallecimiento debió
ocurrir á principios del año siguiente.
Por más que no tengamos noticia de todos los Canó­
nigos que, por este tiempo, con su ciencia y con sus he­
chos, ilustraron la Iglesia compostelana, y por más que
quizás los más ilustres hubiesen quedado más olvidados,
sin embargo, daremos razón de algunos de aquellos, cu­
yos nombres quedaron consignados, no sin motivo digno
de alabanza, en los antiguos documentos. Entre ellos
citaremos, en primer lugar, al Canónigo diácono Pedro
Alvítez, que fué, quizás, de los nombrados por Gelmírez
en el año 1102. Era gran devoto de la Santísima Virgen,
é instituyó un aniversario en cada una de las principales
festividades de Nuestra Señora, á saber: la Asunción, la
Natividad, la Purificación y la Anunciación. En Escri­
tura fechada el 14 de Agosto de 1153, señaló, para di­
cho objeto, la iglesia de Santa María de Ficaria (Figuei-
ras), con todas sus heredades y pertenencias; de cuyos
productos se había de destinar todos los años un marco
de plata para cada una de dichas festividades. Nombró
patrono de esta fundación al Chantre D. Pelayo Gonzá­
lez, con facultad de nombrar, á su muerte, quien le su­
cediera en el patronato; facultad que se había de trans­
mitir á los que, sucesivamente, fuesen nombrados patro­
nos. Es muy digno de atención, en este documento, el

(1) Es[>. Sag., tom. XLI, Apéndices, mun. XVI.


302 LIBRO TERCERO

preámbulo, en el cual, Pedro Alvítez, «se duele de no ha­


ber servido á Dios cuál debía, y lamenta los excesos é
ignorancias de su juventud: y queriendo, al menos en
sus últimos años, enmendarlos, y ofrecer á Aquél que
por nosotros se inmoló, ya que no la flor de la primave­
ra de su vida, siquiera el ramo seco de su vejez, que por
la misericordia de Dios podrá brotar,» dona á la Metró­
poli compostelana dicha iglesia de Figueiras.
¿Sería este Pedro Alvítez el Pedro Compostelano, au­
tor del tratado De consolatione rationis? No sería inverosí­
mil; pero para esto hay que presuponer que el Arzobis­
po D Berenguel, á quien está dedicada la obra, sea el
primero (1140-1141), y no el segundo, que gobernó la
Diócesis á principios del siglo XIV.
En otra donación, que Pedro Alvítez hizo en 15 de
Febrero de 1154 á su Iglesia, se detallan las rentas que
percibía en la parroquia de Figueiras, á saber; veinti­
cuatro modios de pan, por la medida de la Iglesia, según
la cual, dieciseis talegas hacen un modio, y una talega dos
ceraminos, por los que pagaban las primicias en las parro­
quias; y además dos cabritos, ochenta huevos, una cesta
de peras y otra de castañas verdes (1).
En estas dos Escrituras, entre los demás Canónigos,
Arman dos Maestros ó Doctores, (luido y Pedro Mica ó
Micha. Este es el autor del himno que hemos publicado
en el tomo I, página 208 (2). Probablemente tal himno
no sería la única poesía del Maestro Mica; pero todas
las demás se perdieron, como también las de su con-

(1) Véase Tumbo C, fol. 34 y 86.


(2) Allí pusimos por autor al Maestro parucham. Examinado el texto
más atentamente, liemos visto que debe leerse P. micham.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 303

temporáneo y compatriota Palea, trovador de D. Al­


fonso VII.
Firma, asimismo, la donación del año 1153 el Canó­
nigo Pedro Domínguez, apellidado Bando; el cual fué
capellán del Emperador D. Alfonso, y desempeñó impor­
tantes comisiones en beneficio de la Iglesia compostela-
na. Lo mismo debe decirse del Cardenal D. Miguel, al
cual D. Alfonso VII confió la reedificación de la iglesia
de Gordelos ó Tordélos, cerca de Saldaña.
El Canónigo Juan Fernández, después Chantre de
Toledo, tuvo por varios años el cargo de Notario del
Emperador; como tal, autoriza numerosísimos Diplomas
de aquel tiempo^
El mismo cargo de Canciller y Notario de D. Fer­
nando II tuvieron primero el Maestrescuela Pedro de
Ponte, y después el Arcediano Pelayo de Lauro ó
Louro,
Al Maestrescuela, D. Martín Martínez, donó D. Fer­
nando II, en 13 de Julio de 1178, su realengo de Saa,
en la parroquia de Santa María de Cela, en atención á
los muchos servicios que de él había recibido (1).
Sin embargo, el Maestro Pedro Mica merece que en
él nos detengamos algún tanto. A él quizás deba atri­
buirse el hermoso himno de la Anunciación de Nuestra
Señora que, tomándolo de un Jiimnario de Santa Clara
de Aliariz, publicó el Sr. Amador de los Ríos en el
tomo II de la Historia crítica de la Literatura española (2).
Compárense estas dos estrofas, la una del himno do

(1) Tumbo C, fol. 184.


(2) Ilustración I, núm. XXVIII.
304 LIBRO TERCERO

Santiago, publicado en el tomo I de esta Historia, pá­


gina 208, y la otra del himno de Nuestra Señora.

Ut radius solis iusticie


Duodene primus militie
Primus habet campum victorie
Sortem primus sortitur glorie.

Tu civitas regis iusticie


Tu mater es misericordie
De lacu fecis et miserie
Teophilum reformas gratie.

Quizás también sean de él los tres himnos Adest dies


laetitiae, —Gaude, felix Hispania,— Multis fulgens miracu­
lis, publicados en el tomo I, páginas 209 y 210, y quo el
Sr. Amador de los Ríos (1) cree de este tiempo.
Más arriba hemos dicho que no era inverosímil que
el Canónigo Pedro Alvítez fuese el autor del tratado De
consolatione rationis; no obstante, mayores probabilidades
reúne el Maestro Pedro Mica para que pueda adjudi­
cársele dicha obra.
Del tratado De consolatione rationis, que aún perma­
nece manuscrito, se ocupó con bastante extensión el
Sr. Amador de los Ríos en su Historia crítica de la Litera­
tura española. «Con propósito muy semejante, bien que
adoptando distinta forma literaria —dice este ilustro
crítico (2)— se escribía, al mediar del referido siglo XII,
un interesante tratado con el título Consolatione rationis,
en que recordando sin duda el libro De Synonimis, debi-

(1) Hist. Crít., t'om. II, pág. 205.


(2) Tomo II, pág. 244 y 245.
LOS POS SIGLOS DE ORO DÉ LA I. COMPOSTELANA 305

do á San Isidoro, seguíanse con mayor exactitud las


huellas de Boecio, repetidas veces imitado por los erudi­
tos. Era autor de esta obra, compuesta de dos diferentes
libros en que alternan verso y prosa, Pedro Compostela-
no, quien dedicándola á Berenguer, Arzobispo de Santia­
go, intitulábase en ella maestro, y declaraba que se
liabíazconsagrado desdo sus tiernos años, (a teneris annis)
al estudio de la gramática, la lógica y retórica.»
Describiendo en la nota primera de la página 245 el
Códice, en que se contiene la obra, añade el Sr. Amador
de los Ríos: «El códice original lleva en la Biblioteca del
Escorial la marca R. ij.—14, y contiene, demás de este
peregrino tratado... (otros seis opúsculos). Todos estos
opúsculos están escritos de letra de los siglos XI y XII.
Los libros de Pedro Compostelano comienzan al folio 34
vuelto, extendiéndose hasta el 54: la letra no es ya isi-
doriana, y en nuestro concepto pertenece á la segunda
mitad del siglo XII ó principios del XIII, si bien apare­
cen retocados algunos pasajes, en especial los versos,
durante el siglo XIV; lo cual lia dado motivo al error de
Pérez Bayer, adoptado por Rodríguez de Castro, supo­
niendo que se escribió en dicha época. Tienen el siguien­
te encabezamiento: Incipit (liber) Magistri Petri Composte-
foni in honorem domini Archiepiscopi compostelani.
Compostelle, presul belle, videris honestam
Berengarii, mente pari, reprobas inhonestum, etc.
Las composiciones , poéticas que el tratado De consola­
tione encierra, son en número de diez y nueve. >

La institución de la Orden militar de Santiago pres­


tó excelentes servicios á los peregrinos del Apóstol, no
sólo por lo que los Caballeros podían hacerles porsonal-
Tomo IV,—20.
306 LIBRO TERCERO

mente, sino por el hospedaje y asistencia que recibían


en las casas de la Orden. Entre ellas, sobresalía la muy cé­
lebre de San Marcos de León, la cual en un principio fue
fundada como hospital para los peregrinos de Santiago.
Con los Caballeros de Santiago rivalizaban, en obra
tan meritoria, otras personas y otras instituciones. Des­
de el siglo XII existía en Italia una Congregación de
Religiosos que se dedicaban á construir puentes para
facilitar el paso de los ríos á los peregrinos y viajeros.
Quizás á esta Congregación habría pertenecido el Pedro
Peregrino, que hacia el año 1126 reedificó el puente de
Puertomarín sobre el Miño, que había sido cortado
en tiempo de las guerras de D.a Urraca y D. Alfonso de
Aragón. Pedro Peregrino no sólo reedificó el puente,
sino que junto á él edificó, para los peregrinos, un hos­
pital que llevaba el nombre de Casa de Dios (Domas
Dei). En dicho año de 1126, á, 15 de Octubre, D. Alfon­
so VII confirmó la donación que á D. Pedro Peregrino
había hecho su madre D.a Urraca de la iglesia de Santa
María de Puertomarín, para conservación y entreteni­
miento, así del puente, como del hospital (1).
En el Cebrero, á la entrada de Galicia, había un an­
tiguo Priorato que dependía del Monasterio de San Pe­
dro de Aurillac, en Francia, el cual Monasterio había
sido fundado á fines del siglo IX por San Geraldo ó Ge-
raud, Conde de Aurillac. A este Priorato, que tenía una
casa de hospedaje para los peregrinos, concedió D. Fer­
nando II un Privilegio que cita Yepes (2). Por él confir­
ma el Monarca las donaciones, que praedicto Hospitali et

(1) Tumbo C, fol. 129 vuelto.


(2) Coránica (jeneral de San Benito, tom. IV, fol. 64.
LOS LOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 307

fratribus foidem sub regula Mi. Geraldi degentibus, hicieran


su padre y su bisabuelo D. Alfonso VI. Guardábase en
la iglesia del Cebrero un Lignum Crucis que, según la tra­
dición, había dejado el Arzobispo de Viena (después Ca­
lixto II) á su paso para Santiago.
Los Ingleses tenían su hospital ó iglesia no lejos del
Cebrero, en Valearcel. Menciona este hospital el Papa
Alejandro III en su Bula confirmatoria de todos los Pri­
vilegios y posesiones de Santiago (1). Los Ingleses solían
venir por mar á visitar á nuestro Apóstol; pero entonces
se hallaban enseñoreados de la Aquitania, y por lo mis­
mo, les era más fácil el viaje por tierra. En el año 1177
su mismo Rey Enrique II envió embajadores á D. Fer­
nando II para manifestarle que ya hacía tiempo que
tenía propósito dé visitar la Iglesia de Santiago, y que,
por lo tanto, le pedía que le enviase salvoconducto por
sus embajadores (2).
Después que los peregrinos pasaban el puente de
Puertomarín, hallaban siempre caritativa acogida en el
Monasterio de Sobrado. Lo mismo sucedía en los demás
Monasterios que estaban cerca del camino de Santiago.
En Compostela, frente á la portada septentrional de
la Iglesia, había, como hemos visto, un hospital para los
peregrinos. Estaba servido por Religiosos que seguían
una Regla cuya filiación ignoramos. Probablemente se­
ría análoga á la que en un principio observaban los
Hermanos Hospitalarios de San Juan de, Jerusalén (3).

(1) Véanse Apéndices,: núm. LlI.


(2) Es probable que Enrique II qüisiqse ^venir á Santiago en peniten­
cia-por el sacrilego asesinato de Santo Tomás de Cantorbery. 1 2^
(•>) En Santiago-también téníap úna casa los Canónigos reglares del
banto Sepulcro de Jerusalén. Así resulta de una carta de venta que en 5 do
308 LIBRO TERCERO

A la Regla que se observaba en el hospital de San­


tiago, se alude en una Escritura del hospital de Bruma,
fundado, como hemos dicho, en el año 1140 por el Arce­
diano D. Pedro Crescóniz en el monte de Rañalonga
(parroquia de San Lorenzo de Bruma, Juzgado de Ór­
denes). En el año 1175, este hospital se incorporó, con
todas sus rentas, al de Santiago; y en la Escritura de
anexión, se dice que el Orden ó Regla que se establecie­
se en el compostelano, se había de guardar en el de
Bruma. (Et qualis Ordo statuendus est in ipso hospitali hti. la-
cobi, talis semper in illo nostro statuatur) (1).
La Iglesia compostelana sostenía, además, casas de
hospedaje todo á lo largo del camino de Santiago (2).
Algunas de estas casas estaban en Francia y en Italia.
Así en la diócesis de Agen, junto al puente de Ortica,
tenía una iglesia con un hospital; en la diócesis de Audi
otra iglesia con un hospital; en la diócesis de Vercelli
el hospital de Cassina con su iglesia; en la diócesis de
Cremona el hospital de Casalmayor; en la diócesis de
Ferrara la iglesia de Santiago de Ferróte, con un hos­
pital; en la diócesis de Bolonia el hospital de Unzo-
la (8); en la diócesis Cállense el hospital ad Balneas cili-

Abril de 1175, hizo Damitte de parte de unas casas que tenía en Santiago,
al Monasterio de Tojosoutos. Al señalar el sitio de las casas, dice: <In rúa
que uocatur uilar siue uallis miluorum, loco certo inter domos que fuerunt
Petri rabadi canonici. .. et ex alia parte domum que fuit Petri mauri, et
nunc est dominorum Sci. Sepulcri.“ (Tumbo de Tojosoutos, en el Archivo
Histórico Nacional, íol. 77).
(1) Véanse Apéndices, núm. XLVII.
(2) Véase tom. II, cap. XXVIII, pág. 535.
(3) De este hospital de Unzola aún se conservan algunos documentos
en el Archivo de nuestra Santa Iglesia. En el año 1171, á 9 de Abril, Juan
de Ginduzo donó á Zubiano, que administraba el hospital en nombre de la
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 309

ciernes; y en la diócesis de Palenno el hospital de Brucar


con su iglesia (1).
Además de estos hospitales, propios de la Iglesia
compostelana, había otros muchísimos, innumerables,
sostenidos por personas piadosas, por los Monasterios y
por las Cofradías dedicadas á Santiago, aún en las re­
giones septentrionales de Europa.

Iglesia, una heredad. (Turnio C, fol. 228). Al mismo Zubianoen 7de Abril
de 1176, concedieron una viña para el hospital los hermanos Alberto y
Rolandino Ruceto de Unzola. (Tumbo C, íól. 224).
(1) De todas estas iglesias y hospitales, se hace menciónenla Bula
confirmatoria de Alejandro III, despachada el 20 de Marzo de 1178. (Véan­
se Apéndices, núm. LII).

/
>

\ ..
CAPITULO XV
El Arzobispo D. Pedro Suárez de Deza. —Reformas que in­
trodujo en el régimen y administración de la Diócesis.—
Estatutos Capitulares.—Bulas confirmatorias de los pri­
vilegios y posesiones de la Iglesia.—Sus gestiones para
regularizar la cobranza de los Votos de Santiago, y para
constituir la Provincia eclesiástica compostelana.

EGÍSTRANSE
nombres en
la Historia
rodeados de
tal aureola
de gloria y
esplendor, que al sor pronunciados, infunden amoroso
O Inicial tomada de un Breviario compostelano de fines del siglo XII,
312 libro tercero

respeto y admiración. Uno do ellos es el del Arzobispo


de Santiago, D. Pedro III, apellidado Suárez de Deza.
D. Pedro Suárez fué, sin duda, el personaje más ilustre
que tuvo España en este tiempo.
En la exposición de sus ilustres hechos, glorioso pe­
destal sobre que se eleva su memoria, nos atendremos
primero á los que más inmediatamente se refieren al ré­
gimen y gobierno de su Iglesia; y luego á los que, salién­
dose de esta esfera, redundaron en bien y prosperidad
de la nación. De D. Pedro Suárez podrá decirse, lo que
quizás sólo se vió en otro Arzobispo de Santiago, D. Ro­
drigo del Padrón, que, con solas sus prendas personales,
llegó á colocarse, sin violencia, á la cabeza del episcopa­
do español. De él decía el Cardenal Jacinto, Legado
Pontificio (después Papa con el nombre de Celestino III), •
que era la persona á quien daba más crédito en España..
D. Pedro Suárez era natural de Deza, ó al menos es­
taba muy emparentado en esta comarca. Probablemen­
te, siendo ya Canónigo de Santiago, siguió sus estudios
en París, de donde volvió con el título de Maestro ó
Doctor. Con este título firma en varios documentos des­
de el año 1162 entre los Canónigos de Santiago (Magis­
ter Petrus —■Suarii en algún documento— diaconus); y aún
parece que ejerció el cargo de Canciller del Arzobispo
D. Martín (1).
Cuando en el año de 1167 vacó la Sede de Salaman­
ca, por defunción de D. Gonzalo II, fué elegido sucesor
nuestro D. Pedro Suárez. Hallábase, á la sazón, en
Roma, á donde sin duda había ido por la cuestión del
Arzobispo, D. Martín; y probablemente á sus gestiones

(1) Véanse Apéndices, núm. XXXIII,


lós tres primeros siglos de la i. pompos vela na 313

en la Corte Pontificia, se debió el que este Prelado pu­


diera, al fin, recobrar su anhelada Sede compostelana.
Al Papa Alejandro III fuá muy grata la elección; tanto
que en las Letras apostólicas en que, en 29 de Junio de
1167 comunica á todo el Clero salmantino que había
ordenado de Presbítero y consagrado al Electo, mani­
fiesta que lo había recibido con paternal afecto; pues á
ello lo hacían acreedor su prudencia, su literatura y su
discreción. Lo mismo repite el Papa en la carta que di­
rigió al Clero de Alba de Tormes, y en la que escribió,
probablemente por conducto del mismo D. Pedro, al
Rey de Castilla, D. Alfonso (1).
No nos detendremos en historiar el Pontificado de
D. Pedro Suárez en Salamanca, en donde, como puede
verse en Dorado -(2), dejó fama de Prelado sabio, pru­
dente y celoso; pero no podemos prescindir de consignar
aquí dos hechos de interés general, que demuestran el
prestigio de nuestro futuro Arzobispo. Por los años 1167
y siguientes, hallábase la España cristiana presa de im­
placable discordia. El Rey de León estaba en guerra con
los Moros, con el Rey de Portugal y con el de Castilla;
el Rey de Navarra lo estaba con el de Castilla, y el de
Aragón con el de Navarra. Los Obispos procuraban
exhortar á los Monarcas á que arreglasen pacíficamente
sus diferencias y á que uniesen sus armas en contra del
enemigo común, los Almohades. Distinguiéronse en esta
noble tarea D. Ce rebruno, Obispo de Sigüenza y Electo
Je Toledo, D. Juan, Obispo de Osma; pero, entre todos,
el Obispo de Salamanca. Los resultados fueron poco du-
(1) Gil González, tora. I, pág. 52. z
(2) Compendio histórico de la ciudad de Salamanca; Salamanca, 1776;
Capitulo XXIV. ' *
314 LIBRO TERCERO

radoros, como era de esperar de gente do carácter tan


violento y tan cojijoso, pero al menos se estableció algu­
na tregua y se denunció cuáles eran los deseos y la opi­
nión de todas las personas sensatas de cada Reino.
Hacia el año 1172 volvió el Cardenal Jacinto á Es­
paña en calidad de Legado de la Santa Sede. Uno de
los primeros asuntos en que hubo de intervenir, fué el
examen y aprobación de la Regla de la naciente Orden
militar de Santiago. Hallábanse para este objeto reuní-.
dos en Soria con el Cardenal (después Celestino III) los
Obispos de los Reinos de León, de Castilla y de Aragón.
«Y á instancia y ruego —prosigue el Prólogo de la Regla,
escrito hacia el año 1175 por el Cardenal romano Alber­
to— de los ilustres Reyes D. Fernando de León, D. Alon­
so de Castilla y D. Alonso de Aragón, y de sus Barones
y Magnates, y por intercesión y testimonio de D. Pedro,
Obispo de Salamanca, á quien dicho Sr. Cardenal pare­
cía dar más crédito que á ninguna otra persona de aque­
lla tierra, y asimismo á ruego de. los Obispos de Osma y
Coria, recibió al Maestre y Frailes so protección y de-
fendimiento de la Santa Iglesia de Roma, y por la auto­
ridad Apostólica de que usaba, confirmó la dicha Or­
den» (1). Tal era el Prelado que dentro de poco tiempo
hgjbía de ocupar la Cátedra Arzobispal de Santiago, en
donde ya había tenido honrosamente un estalo en el
Coro. x
Vacante la Sede compostelana por fallecimiento do
D. Pedro II, los Canónigos de Santiago no se olvidaron
de su antiguo hermano el Obispo de Salamanca, que por
tantos títulos era acreedor á su afecto y consideración.

(I) Bular lo de la Orden de Santiago; traducción de López Agurleta.


LOS DOS SIGLOS DR ORO DR LA I. COMPOSTRLANA 315

Ignoramos las circunstancias de la elección; sólo sabe­


mos, por una Escritura que cita Flórez en el tomo XVII
de la España Sagrada, página 92, que el 12 de Abril
de 1173 ya estaba elegido y que se disponía á partir
para Roma. (Quando... Electus Bti. lacpbi petebat Romam).
En Agosto del mismo año aún no había tomado posesión
de la Sede; porque en un Privilegio otorgado en dicho -
mes por D. Fernando II al Monasterio de Sobrado, subs­
cribe aún como Obispo de Salamanca y Electo compos-
telano. (Petrus Dei gratia salamantinus episcopus et compo-
stellanus electus) (1).
El primer documento en que aparece como Arzobis­
po de Santiago, es un Diploma concedido por el Rey
D. Fernando en Noviembre del referido año a-1 Monas­
terio de San Pedro de Vilano va do Mosteiro. En él subs­
cribe D. Pedro en esta forma: Petrus Suarii Dei gratia
compostellanus archiepiscopus (2).
Poco después de haber tomado posesión de la Sede
compostelana, tuvo que intervenir en un grave negocio,
cual fue la expulsión de los Estados de León de la na­
ciente Orden de Santiago. Enojado, al parecer, D. Fer­
nando II de la facilidad con que los Caballeros de San­
tiago habían aceptado los favores del Rey de Castilla,
D. Alfonso VIII declaró nulas y de ningún valor las
donaciones que tanto él como sus vasallos habían hecho
(1) Tumbo de Sobrado, tom. II, núm. XXV. —Sin embargo, en la ins­
cripción que se puso en la iglesia de San Claudio de Iyeón para conmemo­
rar la elevación de las reliquias de los Santos Mártires Claudio, Lupercio
y Victorico, hecha por el Cardenal Jacinto el 22 de Abril del referido año,
ya se le llama Arzobispo compostelano. \(Compostellculo Archiepiscopo et
Rracarensi.... presentibus). (Véase Iliaco, Historia de la ciudad y corle de
León; Madrid, 1792; pág. 57).
(2) Original, en el Archivo de Antealtares. -
316 LIBRO TERCERO

á la Orden. Viéronse, pues, precisados los Caballeros á


salir del Reino de León y á establecerse en Castilla; lo
r cual, en cierta manera, redundó en su beneficio, toda
vez que con esto tuvieron ocasión de fundar la célebre
Casa de Santiago de Uclés. Mas el Arzobispo de Santia­
go interpuso su poderosa mediación; y merced á ella, la
nueva Orden obtuvo poco después la restitución de todos
los bienes donados por D. Fernando II (1).
La alta estima en que D. Pedro tenía al Monasterio
de Sobrado, la demostró en la singular exención que
en 18 de Febrero de 1174 otorgó á los moradores de una
-casa que dicho Monasterio poseía en Santiago, junto á
, la fuente Zequeüo (Sequelo). Exime, con asentimiento del
Cabildo, á los dos vecinos moradores de dicha casa, de
todo servicio y exacción; y declara que, aún en -caso
de que alguno de dichos vecinos cometa algún delito, no
podrá ser castigado por otro, que por el Vicario que el
Monasterio instituyere (2).
La’ muerte impidiera á D. Pedro Grudestéiz desarro­
llar los planes de organización y reforma que ya había
comenzado á ejecutar. El sucesor D. Pedro Suárez de-
(1) Véase López Agurleta, Vida del Venerable Fundador de la Orden
de Santiago; Madrid, .1731; cap. XXII, XXVI y XXXIII. El P. Risco (Es­
paña Sagrada, tomo XXXV, pág. 210y siguientes), fundándose en que Don
Fernaúdo II fue siempre considerado como gran protector de la Orden de
Santiago, juzga falsa y calumniosa esta relación de López Agurleta. El que
conozca el carácter de D. Fernando II, y cuán fácil era de pasar de un ex­
tremo á otro, nada de inverosímil hallará en los sucesos que narra el bió­
grafo del primer Maestre de la Orden de Santiago.
(2) Cartulario de Sobrado, tom. II, núm. XXVII.—La inscripción
del Diploma, dice así: Petrus Dei dignatione sancte compostellanae metropo­
lis humilis minister Venerabili Egidio abbati de Superaddo. Fuó despa­
chado por el Canónigo Maestro Martín, Diácono y Notario del Arzobispo,
En el Diploma subscribe el Maestro Vacca, Cánónigo y Diácono,
LOS DOS SIGLOS I)E ORO DE LA 1. COMPOSTELA NA 317

mostró muy pronto que se hallaba adornado de las dotes


necesarias para llevar á cabo la reforma, por radical que
fuera, y organizar todos los servicios de la Iglesia. Su
viaje á Roma le proporcionó la ocasión de exponer al
Papa Alejandro III el estado de la Diócesis compostela-
na, que él bien conocía, y consultarle acerca de los pun­
tos más arduos y sobre las bases que debía adoptar para
arreglar definitivamente muchas cosas, que venían prac­
ticándose con gran arbitrariedad.
Comenzó por distribuir la Diócesis en cinco distritos,
adjudicando al Deán el gobierno y administración de
uno de ellos, y los cuatro restantes, á cuatro Arcedianos.
Los Arcedianos, ya desde muy antiguo, administraban
parcialmente la Diócesis; pero ni había número fijo de
Arcedianos, ni sus respectivos territorios estaban tan
deslindados que no pudieran desmembrarse ó aumentar­
se; ni sus atribuciones se hallaban convenientemente
reglamentadas.
El título que asignó á cada uno de los cuatro Arce-
dianatos, fueron el de Nendos (Nemitos),. el de Trastama-
ra, el de Salnés (Saliniense) y el de Cornado (Coronato);
los cuales subsistieron hasta el Concordato del año 1851.
A cada uno, comenzando por el Deanato, le señaló su
territorio en la forma siguiente:
Al Deanato señaló el Arciprestazgo de la ciudad
compostelana, el del Ciro ó suburbio, el de la Amaía, el
de Iría y el de Postmarcos.
Al Arcediano de Saines, los Arciprestazgos de Mon-
tesacro (hoy Rivadulla), de Tabeirós, los dos de Montes
(Montes y Cotobad), de Morana, de Salnés y de Morrazo.
Al Arcediano de Cornado, los Arciprestazgos de So­
brado, de Piloño, de Insoa, de Cerceddlo (Bama), los dos
318 LIBRO TERCERO '*

de Montaos (Berreo de arriba y Berreo de abajo) y los


dos de Cornado.
Al Arcediano de Nendos, los Arciprestazgos de Pru-
zos, Besoucos, del Faro, los tres de Nendos (Abegondo,
Cerveiro y Cfenrozoj y el de Bergantiños.
Al Arcediano de Trastamara, los Arciprestazgos de
Seaya, Soneira, Nemancos, Entines, Cóltigos, Barcala y
Dubra (1).
Todas las parroquias comprendidas en estos Arci­
prestazgos, quedaban sujetas á la jurisdicción del respec­
tivo Arcediano, el cual en su distrito tenía la potestad
cíe excomulgar y absolver de la excomunión, salvo en
todo caso el derecho y autoridad del Arzobispo.
Reservóse D. Pedro la institución, ó en su cqtso, la
destitución de los Párrocos, dejando á los Arcedianos el
derecho de presentación.
Estableció que el elegido Deán fuese Presbítero, ó
que se ordenase de tal dentro del primer año siguiente
á la elección. Estableció asimismo que los Arcedianos
estuviesen, por lo menos, ordenados de Diáconos.
Quedaban también sujetos á la jurisdicción de los
Arcedianos, los Capellanes que administraban parro­
quias anejas á Monasterios. Declaró, sin embargo, que
esto sólo debía entenderse con los Capellanes que fuesen
nombrados con posterioridad á este estatuto.
Dispuso, igualmente, que los beneficios que poseyese
cualquiera Canónigo que fuera promovido á algún per­
sonado ó dignidad, por este mero hecho quedasen va­
cantes.
(1) Además de estos Arcedianatos, había antes los de Piuzos, Montes
y Montanos. El último Arcediano de Pruzos, í’ué Juan Tirante, que, según
algunos, fue también electo á la muerte de D. Pedro Gudestéiz.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 310

Manifiesta, por liltimo, que, por mandato y autoriza­


ción del Papa, había prohibido para siempre la división
y desmembración de las prebendas, y declara nulas las
colaciones recibidas de estas fracciones (scisuras) de pre­
bendas (1).
Por el mismo tiempo emprendió D. Pedro Suárez la
formación de nuevos estatutos, para el régimen de su
Iglesia Catedral. Su pensamiento capital era el restable­
cer la vida común; y á su realización dirigió todos sus
esfuerzos; pero lio, sino después de madura deliberación,
y de tomar consejo de los Canónigos y de otras personas
graves (multa deliberatione et communis fratrum tuorum con­
silio, dice Alejandro III), procedió aí establecimiento de
las reformas que él juzgaba necesarias.
Las Constituciones ordenadas por el Arzobispo Don
Pedro Suárez, no se conservan; pero, por la Bula de
confirmación del Papa Alejandro III, podemos for­
marnos idea de su alcance y trascendencia. Compren­
dían, por lo menos, los siguientes puntos: el hábito ca­
nonical; la honestidad de las costumbres; la asistencia á
los Divinos Oficios; las penas de los negligentes; el exa­
men para ser admitido en el Coro; el servicio del Coro y
del Altar; la forma de celebrar Cabildo; la moderación
en las discusiones; el respeto que se debía guardar á los
más dignos; el castigo de los que se excediesen; el refec­
torio común y la sobriedad que en él debía observarse;
el número de sirvientes; la lectura espiritual y la acción

(1) Sigue una cláusula ininteligible por los yerros de la transcripción.


Parece que quiere decir que aunque en el caso de que' no se perturbe al
poseedor de algunas de estas desmembraciones, esto no debe entenderse
como efecto canónico de la colación que recibió, sino como mera gracia que
podía revocarse. (Véanse Apéndices, núm. L).
320 LIBRO TERCERO

de gracias; la custodia, la limpieza y el alumbrado del


dormitorio, y el silencio que en él debía guardarse, etc...
Hechas las Constituciones, D. Pedro las envió á
Roma, solicitando del Papa la confirmación. Alejan­
dro III se la dió cumplida, no escatimando al Arzobispo
los elogios debidos á su celo y discreción. Expidióse la
Bula en Letrán á 24 de Marzo (de 1178) (1).
Importantísima y trascendental íuó, asimismo, la
medida que tomó acerca de los Monasterios familiares,
ios cuales, desdé entonces, dejaron de ser considerados
como patrimonio de los herederos de los fundadores. En
el Tumbo C, fol. 141, se halla registrada una declaración
que, por medio de memorial presentado al Arzobispo
D. Pedro, hicieron varias personas que se creían con
ciertos derechos sobre el Monasterio de San Cipriano de
Brives. Había sido fundado y dotado este convento por
el monje Cresconio Muñiz; y los descendientes de sus
hermanos Diego y Rudesindo Muñiz, entre los cuales se
contaban el Cardenal compostelano Pedro Tácito, Pela­
gio Ovóquiz y otros distinguidos caballeros, solicitaren
del Arzobispo que instituyese Abad al citado fundador.
D. Pedro desestimó la instancia, fundado en que ni el
parentesco, ni la sangre eran títulos suficientes para re­
clamar derecho alguno sobre el Monasterio. En vista do
esta resolución del Prelado, todos los interesados, reser­
vándose sólo el derecho de su sepultura, renunciaron
unánimemente (en 3 de Abril de 1182) á cualquiera op­
ción que pudieran tener en el Monasterio, y reconocie­
ron que, sin necesidad de obtener, ni aún de requerir su
consentimiento, sólo á los monjes correspondía el elegir

(t) Véanse Apéndices, núm. LUI.


LOS DOS SIGLOS DE 0RQ DE LA' L.GOMPOSTELANA 321

y nombrar Abad, y proponerlo al Arzobispo,, para reci­


bir de él la bendición é institución.
El edificio material de gu Iglesia, no fué para el Ar­
zobispo" objeto de menos desvelos, que el edificio espiri­
tual. Proseguíanse- por entonces Jas obras del claustro,
omprendieron áte las del. Coro, y no -sabemos si antes ó
después, las. dcPPórtico de fa Gloria. Todas estas obras
- 1 Sí. . ' ^------ --- ' ,

llevan un sello marcadísimo, él sello que supo imprimir­


les el genio do Mateo, y no sólo en el dibujo y en la
éómpoláción,' sino en la ejecución. Decíase de Miguel

Fragmento del sólito de las tribunas, que rodeaban el antiguo Coro.

Ángel- que en su presencia el mármol se estremecía; del


maestro Mateo puede decirse que en su presencia el duro
granito se ablandaba como cera. La maravillosa fecun­
didad de su ingenio, se manifestaba en las innumerables
variantes con que sabía presentar un mismo motivo de
ornamentación; la seguridad y destreza de su mano, con
la soberana limpieza y perfección con que estampaba,
más bien que esculpía en el granito todo cuanto de bello
y artístico brotaba de su vena inagotable. Esto se ve pal-
Tomo IV.—21.
322 LIBRO TERCERO

pablemente en el sofito de las tribunas y en los respaldos


y doseletes de los estalos del Coro por él labrado, los
cuales parecen aún animados por el soplo personalísimo
del gran artista (1).
Con estas obras y con estas reformas, D. Pedro se
proponía el engrandecimiento y exaltación de su Iglesia;
pero al mismo tiempo empleaba otros medios no menos
oportunos y eficaces. A 28' de Julio de 1174, obtuvo de
Alejandro III una Bula solemne, In eminenti Sedis aposto­
lícete specula, por la cual el Papa recibía bajo la protección
de la Iglesia romana á la compostelana, con todas sus
posesiones ó inmunidades (2). El tenor de esta Bula es
semejante al de la otorgada por Anastasio IV en 1154;
pero en el año 1178, obtuvo D. Pedro otra más extensa
en que-se mencionan, no sólo las posesiones de España,
sino también las que la Iglesia de Santiago tenía en
Francia y. en Italia, y en otras partes. Para qué se vea
hasta dónde-se extendían los dominios de la Iglesia com­
postelana, citaremos las iglesias y posesiones que tenía
en las Diócesis de Bayona, de Aix, de Agen, de Audi,
de Vaisón y de Tolosa en Francia (3), y en las de Ver-
celli, Cremona, Ferrara, Bolonia, Caleno, Barí y Paler-
mo en Italia. En la Bula se comprenden, además, cua-

(1) Véanse los fotograbados de las páginas 28G, 187 y 288.—Los obje­
tos á que se refieren estos fotograbados, fueron hallados no hace muchos
años al renovarse el entarimado del actual Coro.
(2) Vease Tumbo B, fol. 238.—Hay otras dos Bulas semejantes, expe­
didas por el mismo Papa, la una en el año 1178, que citamos en el texto
(veanse Apéndices, núm. LII); y la otra, en Viterbo á 25 de Junio de 1181.
(Tumbo B, fol. 226 vuelto).
. (3) En la Diócesis de Tolosa, poseía la Iglesia compostelana dos pue­
blos que se llamaban Salvitates Bti, Jacobi, (ó sea los exentos de Santiago),
que aún hoy llevan el nombre de Sal vetat.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 323

lesquiera otras iglesias y posesiones en títros diversos


Obispados (1).
En otros dos asuntos, de capital importancia para la
Iglesia de Santiago, desplegó D. Pedio Suárez toda la
energía y constancia de su espíritu. La cobranza de los
Votos de Santiago, por efeéto de las graves turbulencias
por qué había ^atravesado el Reino de León, se hacía
muy difícil, y estaba sujeta á continuas intermitencias.
D. Pedro logró regularizarla; pero no sin incesantes de­
mandas, continuas diligencias y reñidos pleitos, que pre­
pararon las concordias con las Iglesias de Lugo, de
Qviedo y de Orense, de que hablaremos adelante. Con la
Iglesia de Oporto ya celebró una transacción en el
año 1179. Resistíase el Obispo de Oporto, D. Fernando
Martínez, con su Cabildo, al pago de los Votos; pero ante
la sentencia de entredicho, que el Arzobispo composte-
lano publicó en la Diócesis portuense, se sometió y se
allanó á pagar y á poner en Tuy, todos los años, treinta
florines de oro (2].* Antes, en el año 1175, ya había ob­
tenido D. Pedro una Bula del Papa Alejandro III, en la
cual se mandaba á todos los Arzobispos y Obispos, en
cuyas Diócesis se pagaban los I rotos, que compeliesen al
pago á todos los que á ello estuviesen obligados (8).
Débese, asimismo, á D. Pedro Suárez la constitución,
en cierta manera definitiva, de la antigua Provincia

(1) Véanse Apéndices, núm. LII. *


(2) Esp. Sagr., tom. XXI, pág. 84.
(3) Castella Ferrer; Historia del Apóstol Santiago, lib. III, cap. XV,
bel. 279.—La Bula de Alejandro III, como todas las de aquel tiempo, no
tiene más fecha que la del lugar, mes y día. Datum Ferentino II Khn. Ju­
nii. Pero el único año en que conste haber estado Alejandro III en Feren­
tino á tiñes de Mayo, es el 1175.
324 LIBRO TERCERO

eclesiástica de Compostela. Sólo' una persona del carác­


ter de D. Pedro pudo tener el tesón y constancia nece­
sarios para conseguir que se señalasen, definitivamente,
lós ten i torios hasta dónde debía extenderse su jurisdic­
ción metropolítica. La antigua Metrópoli de Herida, á
la cual había sucedido la de Santiago, se extendía desde
el Duero hasta el Guadiana; y las Diócesis que por en­
tonces comprendía eran las de Coimbra, Lisboa, Evora,
Lamego, Viseo é Idaña, en Portugal, y las de Avila,
Salamanca, Ciudad-Rodrigó y Coria, en León y Castilla.
Por lo que toca á estos últimos Obispados, no se ofreció
lugar á duda y á cuestión; mas las demandas y contes­
taciones que hubo de presentar en Roma sobre las cua­
tro Diócesis de Portugal, y aún sobre la de Zamora, fue-
yon, en cierta manera, interminables por el empeño que
pusieron, tanto los Reyes de Portugal, como los Arzo­
bispos de Braga, en estorbarle su jurisdicción metropolí­
tica,. Respecto del Obispado de Lisboa, el Papa Alejan­
dro III, y después sus sucesores Lucio III y Celestino III,
declararon que el Prelado compostelano tenía sobre
él la jurisdicción propia de todo Metropolitano, t on la
facultad de suspender, excomulgar y anular la elección.
Y en efecto, los dos primeros Pj elados de Lisboa, des­
pués de la restauración de esta Sede, D. Gilberto y Don
Alvaro, hicieron por escrito y personalmente la acos­
tumbrada promesa de obediencia y sumisión al Arzo­
bispo compostelano; y el tercero, D. Suero, la hubiera
hecho también, si el Rey de Portugal no lo hubiera obli­
gado á volverse en la mitad del camino.
Por lo que toca al Obispado de Évora, la lucha no
fue menos empeñada. El Rey de Portugal, D. Alfonso I,
no permitió que fuesen consagrados por el Prelado eom-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE IA I. COMPOSTELA NA

postelano, á quien correspondía la consagración, los dos


primeros Obispos designados para Évora, y aún el se­
gundo, murió antes que pudiera alcanzar tal honor. El
tercer Electo de Évora, por inspiración del Rey de Por­
tugal, D. Sancho I, fúó consagrado por el Metropolitano
Bracarense; si bien el Papa Alejandro III, para obligar­
le á que no perturbara al compostelano en el ejercicio
de su jurisdicción metropolítica, había desmembrado de
su provincia los Obispados de Galicia (1).
L is gestiones que D. Pedro Suárez se vió obligado á
hacer, para someter á su jurisdicción metropolítica los
Obispados /de Coimbra, Lamego, Viseo ó Idaña, fueron
igualmente costosas é intrincadas. Cuando el Cardenal
Jacinto estuvo, por segunda vez, de Legado a latere del
Papa Alejandro III en nuestra Península, por los años
1173-1175/ pronunció sentencia, en que se declaraban
sufragáneos de Santiago los cuatro Obispados dichos.
En un principio, el Obispado de Zamora fué disputa­
do por los Metropolitanos de Toledo y de Braga, sin que
los Arzobispos de Santiago, cuyo sufragáneo en realidad
era, hiciesen reclamación alguna. Quedó adjudicado á
la Metrópoli de Braga en tiempo del Papa Eugenio III;
pero el Arzobispo D. Pedro Suárez presentó demanda
contra el Bracarense ante el Papa Alejandro III. De­
signados los Obispos de Tarazo na, Avila y Oporto para

(1) El Papa Lucio III (1181-1185) escribió también al Electo de Evo-


ra, ordenándole que en el término de cuatro meses visitase la Iglesia de
Santiago y solicitase de su Arzobispo la consagración; y autorizando al
Metropolitano para declarar nula la elección en caso de desobediencia y
proceder canónicamente contra el Electo. (Véase en los Apéndices, núme­
ro LXI, la Bula que sobre este asunto dirigió dicho Papa desde Velletri
ó- 17 de Junio de 1182 ó 1183, al Arzobispo D. Pedro Suárez),
326 LIBRO TERCERO'

conocer en esta causa, sentenciaron en favor del Prelado


compostelano; mas el de Braga se alzó de la sentencia
para dolante de la Santa Sedo.
Indecibles fueron los trámites por qué hubo de pasar
cada uno de estos pleitos. Cuándo el Arzobispo D. Pe­
dro hacía alguna citación ó llamamiento á los Obispos
lusitanos, el Rey de Portugal detenía á los correos, ó im­
pedía toda comunicación con Compostela. A esto había
que añadir la resistencia, más ó menos declarada, de los
Obispos portugueses. Mas el Arzobispo D. Pedro se man­
tuvo firme en sus legítimas pretensiones. En Roma ya
personalmente, ya por medio del Canónigo Martín, con
luminosos alegatos, con réplicas saturadas de erudición
y doctrina canónica, sostuvo de manera incontrastable
los derechos de su Iglesia, hasta conseguir, en tiempo do
Inocencio III, como adelanto veremos, que so declarase
que él era el verdadero Metropolitano de la provincia
lusitana.
También obtuvo, en tiempo del Papa Alejandro III,
que se le reconociese el señorío de la mitad de la ciudad
de Braga, y de las iglesias de San Fructuoso y de San
Víctor, en el suburbio bracarense, que poseía la Iglesia
compostelana por-concesión de D. Alfonso III.
En el año 1183 zanjó D. Pedro la cuestión que soste­
nía con D. Martín, Obispo de Coimbra, sobre la propie­
dad de la iglesia de Santiago de esta ciudad. Tal ave­
nencia costó á D. Pedro un viaje á Coimbra, acompañado
del Arcediano D. Pedro Vélaz, del Maestrescuela Don
Martín, del Juez Maestro D. Munio, del Prior de Sar
D. Munio Pérez y del Canónigo D. Gómez. En presencia
del Rey D. Alfonso I de Portugal, convinieron los dos
Prelados, en que el de Coimbra retuviese la tercera par-
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA. I. COMPOSTED ANA 327

te del diezmo y el jus dioecesanum, y el de Santiago' el


jus fundi et patronatus seu propletatis (1).
Hemos visto que el Cardenal Jacinto, después Ce­
lestino III, resolvió, en favor del Arzobispo de Santiago,
la pretensión sobre los cuatro Obispados de Coimbra,
Viseo, Lamego ó Idaña. No conocemos los pormenores
de esta sentencia, ni aún el lugar en que fue dada.
Probablemente no se dio en Compostela, en donde, sin
embargo, consta que estuvo el Cardenal Legado, por una
declaración que hizo en favor de los Clérigos de Valla-
dolid. Es verosímil que la sentencia acerca de los cuatro
Obispados se diese en el Concilio que el Cardenal Jacin­
to congregó en Salamanca hacia el año 1175.
Este Concilio fué presidido por el Cardenal Legado;
pero el que se reunió también en Salamanca al comen­
zar el Otoño del año 1178, debió de serlo por el Arzobis­
po de Santiago. Asistieron á este Concilio casi todos los
Obispos de la provincia gallega, y además algunos de
la lusitana, como el de Salamanca, Zamora y Ciudad-
Rodrigo (2).
Poco después de esta Junta conciliar que, al parecer,
tuvo más bien carácter político, que religioso, D. Pedro
Suárez, acompañado de sus sufragáneos D. Sancho de.
Avila y D. Pedro de Ciudad-Rodrigo, partió para Roma
á fin de asistir al Concilio general, tercero de Letrán,
celebrado á mediados de Marzo de 1179. Este mismo
año, á 7 de Mayo, el Papa Alejandro III hizo despachar
una Bula, por la cual otorgaba el Palio á nuestro Arzo-

(1) Tumbo C, fol. 174,


(2) Véase Esp. Sagrtom. XLI, Apéndices, núm. XIX.—De este
Concilio ó Cortes, se hace mención en una Escritura que cita López do Agur-
leta en la "Vida ■'del Venerable Fundador de la Orden de Santiago, cap. XXX,
328 LIBRO TERCERO

bispo. Después de las cláusulas acostumbradas en tales


casos, se siguen otras, por las que se prohíbe á cuales­
quiera personas ó Comunidades adquirir ó fundar en los
lugares propios de la Iglesia compostelana, sin consenti­
miento de sus Arzobispos, casas ó iglesias (1).
Además de las solemnes confirmaciones que D. Pe­
dro Suárez había logrado del Papa Alejandro III en los
años 1174 y 1178, otra obtuvo también solemnísima en
el año 1181, á 25 de Junio. Es casi del mismo tenor que
la del año 1178, publicada en el número LII de los
Apéndices; y en ella están incluidas las posesiones ad­
quiridas por la Iglesia compostelana, con posterioridad
á dicho año de 1178. Esta Bula del año 1181 está data­
da en Viterbo, Indicción XIV, y año XXII del pontifi-
, cado de Alejandro III (2); las cuales notas cronológicas
coinciden exactamente con el año 1181. En la inscrip­
ción de la rueda, se lee, no Vias tuas, Domine, demonstra
mihi, como en las otras, sino Custodi me, Domine, ut pupil­
lam oculi..
El Pontífice Alejandro III tenía en gran estima las
altas dotes de D. Pedro Suárez; y á juzgar por las sen­
tencias y decisiones que dió en favor suyo (gran parte
do las cuales se perdieron) no sabía negar cuanto le pi­
diese el Prelado compostelano. En el mismo día en que
Alejandro III otorgó la última confirmación del año
1181, en el mismo enriqueció á la Iglesia compostelana

(1) Tumbo B, fol, 268.—Tres años después, á 21 de Septiembre, el


Papa Lucio III, confirmó todas las posesiones y privilegios de la Iglesia de
Santiago, autorizando á su Arzobispo para que pueda usar del Palio en las
solemnidades acostumbradas, y entre ellas, en la fiesta de San Fructuoso.
(Véase Tumbo B, fol. 233).
(2) Véase Tumbo B, fol. 22G vuelto.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 329

—puesta, según ói decía, como espectáculo, para todo él


orbe— con un Privilegio que la hizo señal ida ó insigne
entre todas las de la Cristiandad. Nos referimos á la
Bula Regís aeterni, por la cual conce lió el memorable Ju­
bileo de Santiago. En virtud de esta concesión, todos los
fieles que devotamente arrepentidos y contritos, visita­
sen la Basílica compostelana durante el año en que la
festividad principal de Santiago cayese en Domingo, po­
drían ganar indulgencia plenaria y obtener la absolu­
ción de sus culpas, aún en los casos reservados á la Sede
Apostólica. La misma gracia se otorgó á los que, en cual­
quiera año, visitasen la Basílica en las fiestas del Mar­
tirio y de la Traslación de Santiago, y de la Dedicación
de la Iglesia (1). D. Diego Gelmírez había ambicionado
para su Iglesia la dignidad de Metrópoli, y la consiguió;
había ambicionado la dignidad Patriarcal, y si no la al­
canzó, fué por las difíciles circunstancias en que por

-(I) Véanse Apéndices, núm. LIV.—El ejemplar más antiguo que de


esta Bula se conserva en el Archivo de la Catedral compostelana, es una
copia en pergamino de fines del siglo XV. Es indudable que este texto en
unas partes está diminuto, y en otras interpolado y retocado. En la ins­
cripción sólo se consigna el nombre del Papa (Alexander Episcopvs servus
servorum, Dei); y se omite el nombre de la persona á quien la Bula iba
dirigida. La frase Ad perpetuam rei memoriam, está fuera de su lugar y á
la cabeza del documento. Quizás se puso como epígrafe para llamar la aten­
ción, y leyendo mal el in perpetuum con que probablemente terminaría la
inscripción, como se hizo en la copia de la Bula confirmatoria del año 1178,
en la cual en lugar de in perpetuum se puso in perpetuam rei memoriam.
Erases añadidas son, sin duda, la non obstantibus constitutionibus, cuya in­
troducción en las Bulas suele atribuirse al Papa Inocencio IV, á mediados
del siglo XIII, y la cláusula Volumus autem quod etc..., que está al fin.
Tocante á la fecha, en el ejemplar citado se pone lá Indicción XIV, año
de la Encarnación MCLXXIX y XIX del pontificado de Alejandro III.
Estos datos cronológicos no concuerdan. La Indicción XIV pide año de la
Encarnación 1181, y XXII del pontificado de Alejandro. Es de suponer
330 LIBRO TERCERO

entonces se hallaba la Iglesia de Roma. D. Podro Suárez


supo enaltecer su Iglesia con un Privilegio que la equi­
paró á los dos Santuarios más célebres del mundo cris­
tiano (1).
El año siguiente —1182— al de la concesión de esta
gracia, fue el primer año del Jubileo compostelano, pues
cayó en Domingo la festividad de Santiago. Del Rey
D. Fernando II sabemos que vino á ganar este Jubileo,
pues en un Privilegio que otorgó, por este motivo, dice
que lo hacía in oblatione peregrinationis meae (2).

que el copista no interpretó bien estos números en el original. Además el


25 de Junio del año 1179, Alejandro III no se hallaba en Viterbo, sino en
Letrán.
Por esto creemos que la Bula del Jubileo se expidió en el mismo día
que la Bula confirmatoria del año 1181. Las subscripciones de los Cardena­
les son las mismas en ambas, sin más diferencia que la del Cardenal Jacin­
to, á quien en la Bula del Jubileo se le da equivocadamente el nombre de
Jacob y el tituló de los Santos Cosme y Damián, propio del Cardenal Gra­
ciano. El título del Cardenal Jacinto era el de Santa María in Cosmedim.
(1) El Jubileo, ya en cierto modo había sido concedido por Calixto II;
y á esta concesión alude el Papa Alejandro III en la Bula Regis aeterni.
Guillermo de Malmesbury (De gestis regum anglorum, lib. V), según el texto
de que disfrutó Baronio (ad an. 1121, núm. IV) dice de Calixto II: «Adeo
ut anglos peregrinos magis ad sanctum dictum, Jacobum Compostellanum
videlicet, quam Romam pergere admoneret pro viae longitudine ad illum
locum bis euntibus idem benedictionis refundendum commodum, quod
habent qui semel Romam irent.» Ni otro Jubileo que el de Calixto II pue­
de ser el de que se hace mención en la Crónica de D. Alfonso VII, con estas
palabras: beato jubilei ami tempore. (España Sagrada, tomo XXI, pági­
nas 316 y 320).
(2) Véanse Apéndices, núm. LVII.
CAPITULO XVI

Donaciones del Rey D. Fernando II,—Prestigio del Arzobispo


D. Pedro en Galicia.—Su expedición á Portugal.—Muerte
del Rey D. Fernando II.

uánta y cuál haya


sido la acción del
Arzobispo D. Pedro
Su^rez, principal­
mente en el orden
eclesiástico duran­
te los doce prime­
ros años de su Pontificado, lo hemos visto en el capítulo
anterior; tócanos exponer, en el presente, su acción é
332 LIBRO TERCERO

influencia durante esto tiempo en el orden social y polí­


tico. Nuestro Arzobispo supo de tal modo captarse la be­
nevolencia y afecto del Rey D. Fernando II, que en todo
este período no so halla indicio de que entre ambos per­
sonajes surgiera el menor motivo de disgusto. Enumera­
remos algunas de las principales donaciones que pol­
oste tiempo hizo D. Fernando II á la Iglesia composte-
lana, y veremos que en todas ellas el Monarca se pre­
senta —y no con fórmulas generales y cancillerescas,
sino concretas y expresivas— como deudor, como obli­
gado al Apóstol Santiago y al Arzobispo D. Pedro.
En el año 1175, por el mes de Julio, donó D. Fer­
nando á la Iglesia de Santiago el castillo de Lobeira
con su tierra cerca de Villagarcía. En testimonio de
gratitud, recibió D. Fernando de su amado Arzobispo
D. Pedro (dilecto meo dno. Petro) 340 marcos de plata (1).
Al año siguiente, á 23 de Octubre, recibió en donación
la Iglesia'compostelana la mitad de la tierra de Montes,
en el partido judicial de la Estrada. Al hacer esta dona­
ción, declara D. Fernando que la hace por los buenos
servicios que en sus campañas liberalmente le había
prestado su carísimo Arzobispo D. Pedro Suárez (2). Pol­
los mismos motivos concedió D. Fernando, siete días
después, á la Iglesia del Apóstol, la villa de San Martín
de Carvallar, cerca de Cacabelos (3).
En el afío 1177, á 22 de Septiembre, cedió D. Fer­
nando á su carísimo y venerable Arzobispo D. Pedro y
al Cabildo compostelano, la mitad de las iudegas (calum­
nias?, multas?) que se había reservado en las villas de
(1) Véanse Apéndices, núin. XLV1II.
(2) Véanse Apéndices, núm. XLIX.
(3) Véanse Apéndices, núm. XLIX.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA T. COMPÓSTELANA 333

Cacábelos y San Martín de Carballal. Uno de los moti­


vos que impulsaron al Monarca para hacer esta conce-

FulmjrfJ'ia de ■/. Limia. FiJuyrubodo de Lajiorta.

Miniatura del Tumbo A, que representa á 1). Femando H.

sión, fueron los servicios que le había prestado el Arzo­


bispo en su expedición contra Xares (Jerez de los Caba­
lleros?) (1). Tres años después, á l.° de Agosto, otorgó
(1) Tumbo A, fol. 52.
334 LIBRO TERCERO

D. Fernando al Arzobispo D. Pedro y á sus sucesores


autorización para construir y poseer un horno en Villa-
franca del Bierzo (1). Poco después, á 22 de Septiembre,
á instancia del Arcediano D. Pelayo de Louro, su Can­
ciller, donó D. Fernando á sus amadísimos y leales Ar­
zobispo y Cabildo compostelanos .(dilectissimis et fidelibus
meis donno Petro... et universis canonicis), la iglesia de San­
ta Columba de Villa Queyxida con todas sus pertenencias.
Reservó, no obstante, en favor del Arcediano D. Pelayo,
el usufructo, durante su vida, de las posesiones de dicha
iglesia (2). Por los buenos servicios del Arzobispo Don
Pedro y en desagravio de las vejaciones que algunos
peregrinos del Apóstol habían recibido de ciertos Minis­
tros del Rey, donó D. Fernando, á 16 de Diciembre
de 1180, el burgo de Pontevedra y el castillo de Cotobad
con su término (3). Á 2 de Junio de 1182, concedió Don
Fernando la iglesia de Santo Tomás con el realengo de
Quintana de Penna Corahda (4).
Ya hemos visto cómo para ganar el Jubileo compos-
telano, vino D. Fernando el año 1182 á Santiago, y cómo
en testimonio de su romería presentó ante el Altar del
Apóstol el Diploma por el cual ratificaba la donación

(1) Tumbo A, fól. 58.


(2) Tumbo A, fol. 54.—D. Pelayo poco tiempo pudo sobrevivir des­
pués de esta concesión. El Arzobispo do Santiago era el Canciller propie­
tario, y designaba la persona que debía substituirle en el desempeño de
este cargo. Después del Arcediano fue Subcanciller por algún tiempo el
Maestro Berengario, al cual sucedió el Arcediano compostelano D. Pedro
Vélaz. Además del Subcanciller, había el Oficial mayor, que era el encarga­
do de redactar los Diplomas. Por este tiempo era Oficial mayor el Maestro
Bernardo, que también se titula Notario del Rey,
(3) Véanse Apéndices, núm. LV.
(4) Tumbo A, fol. 54 vuelto.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 335
W---- :------------------------------------------------------------------------------ —---------- :------------------ *--------

que había hecho de la mitad de todos los ¡productos de


toda la moneda acuñada en esta ciudad (1).
Del año 1183 hay tres donaciones hechas por Don
Fernando á la Iglesia de Santiago, la una en 21 de
Abril, la segunda en 18 de Julio, y la tercera en 16 de
Agosto. En el preámbulo de la primera, declara D. Fer­
nando que en muchas ocasiones había experimentado
cuán verdaderamente la Divina Clemencia diera por
Patrón á las Españas al bienaventurado Santiago; (per
multa probavi, quod vere patronum Hispaniis divina Clementia
dederit beatissimum Iacobum), y que en atención á esto, era
su deseo exaltar, sobre todas las del Reino, á la Iglesia
del Apóstol. Contando, además, con la ayuda y coopera­
ción de los Ministros de esta Iglesia en la defensa de la
cristiandad, dónales en el Obispado de Coria el lugar
llamado Atalaya de Pelagio Velidis y Rancunada (2). Por el
Diploma de 18 de Julio, otorgó D. Fernando la iglesia
de Santiago de Requejo en Sanabria, con todas sus po­
sesiones y derechuras (3); y por el de 16 de Agosto, con­
firmó la donación que había hecho el Conde D. Fernan­
do Pérez de Traba de la tierra de Sobrado, añadiendo
todo cuanto en dicha comarca pertenecía al fisco regio,
y además, el Monasterio íntegro de Mezonzo con su coto

(1) Véanse Apéndices, núm. LV1I.—Por este mismo Privilegio otorgó


D. Fernando, que aunque los Reyes de León quisieren suprimir en sus
estados la acuñación de la moneda, ó permitieren disminuir su valor, no
debía entenderse esto con la Ceca de Santiago, la cual había de conservarse
en el mismo pie todo el tiempo que pluguiese á los Arzobispos y al Cabildo
compostelano. En esta ocasión recibió el Monarca Como presente ciento
cincuenta marcos de plata.
(2) Véanse Apéndices, núm. LXII.
(3) Tambo A, fol. 56.
336 LIBRO TERCERO

y sus pertenencias (1). En ambos Privilegios manifiesta


al fin el Monarca, que hace estas donaciones en atención
á los servicios que de continuo, y tan espontánea y leal-
mente le prestaba el Arzobispo D. Pedro.
Otras cuatro donaciones hizo el piadoso Monarca el
año 1184. En la de 8 de Junio concedió á la Iglesia
compostelana el castillo de* Daravo, sito en la península
de Morrazo (2). En la de 9 de Junio otorgó la iglesia y
parroquia de San Julián de Encoyrados (Marín), según
confina con Lugriciana (Lourizán), y con Santo Tomé do
Pignario (Piñeiro) (3). En el mismo día donó D. Fernan­
do á Castro Spino (4); y á 27 de Septiembre la villa de
Ecla (Ye el a), en el territorio de Ledesma (o). En todos
estos Diplomas confiesa D. Fernando que para servirle
en las campañas que había sostenido contra los Moros,
y especialmente en la última, tuvo el Arzobispo D. Pe­
dro que gravarse á sí mismo y á su Iglesia, con dispen­
dios muy superiores á lo que permitían sus fuerzas. (Pro
bono servili), quodo vos, dne. Petre compostettane Archkpiscope,
mihi semper fi,deliter et devote exhibuistis et praecipue in not Ira
expeditione contra Sarracenos in qua pro obsequio meo vos et
ecclesiam vestram sumptibus .et debtiis supra vires vestras one­
rastisJ.
En qué hayan consistido estos servicios, lo veremos
adelante; entretanto sabemos lo suficiente para poder
colegir que si grande era la generosidad del Monarca,
relevantísimos eran los merecimientos del Prelado.

(1) Tumbo A, fol. 55.


(2) Tumbo A, fol. 56.
(3) Tumbo A, fol. 56.
(4) Tumbo A, fol. 57.
(5) Véanse Apéndices, núm. L1X.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 337

Como ya hemos insinuado en otra parte, el Rey Don


Fernando II apenas conocía el valor del dinero, ni de lo
que pudiera ser su equivalente. Siendo esto público y
notorio en todo el Reino, surgió en todas las personas
sensatas y prudentes, que más descollaban en el manejo
de la cosa pública, la idea de establecer como un conse­
jo de tutoría, sin cuyo consentimiento no tuviesen valor
las larguezas y donativos de D. Fernando. El cual, á lo
que parece, en un principio se sometió sin resentimien­
to á este Consejo, y en casi todos los Diplomas que man­
dó expedir por este tiempo, no se'olvidaba de advertir
que lo hacía con consejo de los Próceros de su Curia
(cum consilio procerum Curiae meae).
Esto se ve muy particularmente declarado en el Di­
ploma que D. Fernando otorgó á Santiago en 26 de Ju­
lio de 1180; por el cual Diploma confirmó todas las po­
sesiones y privilegios de la Iglesia compostelana; y en
especial el de que ninguna persona, de cualquiera condi­
ción que fuese, ni aún eclesiástica, pudiese construir ó
poseer en la Tierra de Santiago torre ó castillo, ó ad­
quirir propiedad, de la cual hubiera de sufrir algún me­
noscabo la jurisdicción y señorío de la Iglesia en dicho
territorio. Prohibió, asimismo, que los Nobles perturba­
sen este señorío, dando á criar á sus hijos dentro de la
Tierra de Santiago; y declaró, además, que la Iglesia no
estaba sujeta á la prueba del duelo, cuando por otros
medios pudiese demostrar el homenaje que le debía todo
el que, con su licencia, había levantado fortaleza, ó cons­
truido casa en el referido territorio (1). «Todos estos es-

(1) Véanse Apéndices, Adición núin. LX.—Véanse Fueros Municipa­


les de Santiago y de su Tierra; tom. J, cap. XIII.
Tomo IV.-22.
338 LIBRO TERCERO

tatutos, concluye D. Fernando, por consejo de mis Pro­


ceres y de toda mi Corte, mando que sean inviolablemen­
te guardados.» Y el Notario, Bernardo, al rubricar se
expresa nsí: «Yo, Bernardo, notario del Señor Rey Don
Fernando,1 he escrito, por encargo dePelayo de Lauro,
Arcediano compostelano y Canciller del Rey; y.por man­
dado de los Proceres, de la Corte y de los Nobles del
Reino he subscrito por todos.»
Tal declaración no podía menos de ser una especie
de garantía para la validez del Diploma, cuando llegase
el caso de una revisión, como la que se hizo en las Cor­
tes do Benavonte, celebradas á principios de Marzo del
año 1181. En estas Cortes, como se dice en un Diploma
que cita López de Agurleta (1), D. Fernando anuló unas
donaciones y confirmó otras (cassavit alias donationes et
alias confirmavit). Hay motivo para creer que D. Fernan­
do II no tocó á las donaciones hechas á .Santiago; antes
bien, á algunas no sólo las confirmó, sino que las amplió,
como la concesión de la mitad de los productos de la
moneda acuñada en Compostela, que ya había otorgado
, en el año 1171. Su mismo hijo, D. Alfonso IX, que al
principio de su reinado abrogó muchas de las paternas
larguezas, respetó las hechas á la Iglesia de Santiago;
porque decía que nada excesivo podía creerse dado á
Aquel de quien todo había sido recibido. (Nihil esse ni­
mium credimus ei retribuere, a quo totum recepimus). *
Además de este defecto, adolecía D. Fernando II de
el do ser demasiado cojijoso, así es que nunca dejaba de
tener motivo de querella, ó con el Rey de Portugal^ ó con

(l) Vida del Venerable Fundador de la Orden de Santiago, al folio 185;.


LOS TRES PRIMEROS SIGLOS DE LA I. COMPOSTELANA 339

ol do Castilla. Especialmente con este último, sobre cues­


tión de límites de sus respectivos Estados, trabó larga y
porfiada lucha. Los males que á la Religión y á la patria
provenían de tan empeñada discordia, encendieron á
muchas personas en deseos de buscar medios de procu­
rar la paz entre los dos Monarcas. Ocupaba el primer
lugar entre dichas personas, el Arzobispo de Santiago,
el cual, siendo Obispo de Salamanca, ya había conseguido,
con sus ruegos y exhortaciones, que el Rey D. Fernando
dejase libre gran parte del Reino de Castilla de que se
hallaba apoderado. El primer resultado de tan laudables
propósitos, fue el abocarse el ‘21 de Marzo de 1181 los
dos Reyes en Medina .de Ríoseco con el Arzobispo do
Santiago, los Obispos de Lugo, Oviedo y Falencia, y
otros principales, personajes para tratar de los medios
de asentar la paz de un modo estable entre los dos Rei­
nos. Uno de los acuerdos fue nombrar diez pesquisidores,
cinco de cada parte, que averiguasen cuáles habían sido
los términos que el Emperador D. Alfonso VII esta­
bleciera entre los dos Reinos, desde los ríos Ceyon y
Cea hasta el Tajo, y desde el Tajo hasta el Medite­
rráneo.
Fiadores de la observancia de este tratado, fueron ,
nombrados el Maestre de Santiago, D. Pedro Fernández
y el Prior de los Hospitalarios, D. Pedro de Areas; á los
cuales cada Monarca entregó cinco castillos para que,
en caso de infracción, cediesen uno ó más, según la gra­
vedad de la culpa, al que había permanecido fiel á
este concierto. De todo ello se otorgó una extensa y
detallada Escritura partida por a, b, c, y firmada por
todos los concurrentes; do la cual un ejemplar fué,
sin duda, recogido por el Arzobispo de Santiago y des-
340 LIBRO TERCERO

pués copiado en el Tumbo B del Archivo de la Iglesia


compostelana (1).
Hízose la averiguación predicha, y la paz se fir­
mó poco después en Castronufio. Mas al poco tiem­
po, fuese por surgir algunas dificultades en la inter­
pretación de ciertas cláusulas, fuese por otras causas
que no conocemos, la paz volvió á turbarse, y el genio
de la discordia agitó de nuevo sus negras alas sobre los
Estados cristianos, anunciando todos los horrores do que
suelen estar preñadas las contiendas entre nación y na­
ción. Afortunadamente, los buenos oficios de los Prela­
dos y de otras personas prudentes, redujeron el ánimo
de los Reyes á más sanos consejos. Y tanto fue así, que
D. Fernando II y D. Alfonso VIII nombraron árbitros
para dirimir la contienda, á los Arzobispos de Santiago
y de Toledo, á los Obispos de Ciudad-Rodrigo y de Avi­
la, y al Maestre de Santiago y al Prior de San Juan.
Los cuales, como preliminar, en Febrero de 1183 cele­
braron una conferencia en Paradinas, á la que asistieron,
por parte del Rey de León, D. Fernando Rodríguez* de
Castro y D. Pelayo Tabladelo, y por parte del Rey de
Castilla, D. Rodrigo Gutiérrez y D. Tello Pérez. De an­
temano, los Reyes se comprometieron, bajo juramento,
á estar en todo por lo que determinasen los árbitros, y
en su virtud, ambos fueron citados para concurrir, el
uno, á Fraxinum (Fresno, cerca de Medina del Campo),
y el otro, á un lugar llamado Lavandeyra, cerca de Sala­
manca.
Constituidos los árbitros entre estos dos puntos, re­
dactaron definitivamente las bases para la concordia;

(1) Véanse Apéndices, núm.-LVI.


LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 341

las cuales fueron aceptadas, firmadas y selladas por am­


bos Monarcas el primero de Junio de J. 183. Entre otras
cosas, se estableció que si surgía alguna duda ó alguna
dificultad, reunidos los árbitros la resolviesen según su
criterio; y que, además, todos los años se debían reunir
los Obispos de los dos Reinos para tratar do los medios
de asegurar y conservar la paz. Los árbitros podían asi­
mismo fulminar sentencia de entredicho y excomunión
contra el Rey que quebrantase alguno de los capítulos
estipulados en la concordia (1). Es evidente que el Arzo­
bispo do Santiago debió desempeñar el principal papel
en estas negociaciones. Él es el que aparece siempre nom­
brado en primer lugar, y el que conservó cuidadosamente
el texto de ambos Tratados en el Archivo de su Iglesia.
Persona que gozaba de tan gran prestigio en toda
España, no podía menos de ser venerada y respetadísi-
ma en Galicia. No con la violencia, sino con la persua­
sión, obligó á los Condes D. Gómez González y D. Fer­
nando Beltrán, á satisfacer al Monasterio de Cinis los
daños que le habían hecho. Juraron ambos, en manos
del Arzobispo el año 1186, amparar y defender al Mo­
nasterio. D. Gómez hizo acotar la iglesia de San Martín
de Brabío, que era propia de Cinis; y, además, prome­
tió darle dentro de dos años la villa de Salto.
Era el Conde de Trastamara, D. Gómez González, el
principal Señor de Galicia en aquel tiempo (2); y en este

(1) Véanse Apéndices, núm. LVIII.


(2) D. Gómez era biznieto del Conde de Traba, D. Pedro Fróilaz, nieto
del Conde D. Fernando Pérez, hijo del Conde D. Gonzalo Fernández, y
sobrino, por consiguiente, de la Reina D.a Teresa, segunda mujer de Don
Fernando II. Su hijo D. Rodrigo Gómez, fue uno de los Caballeros que más
se distinguieron en la conquista de Sevilla.
342 LIBRO TERCERO

año de 118G donó al Arzobispo y al Cabildo compostela-


nos la villa de Vesogio, en las parroquias de Lubre y Cer­
vales (Cervás), sin reservarse nada más que lo que al
Cabildo pluguiese darle en préstamo ó en tenencia como
á otro cualquiera Canónigo (1). Y en efecto, D. Gómez
recibió en préstamo todo lo que la Iglesia de Santiago
tenía en esas dos parroquias de Lubre y Cervás, obligán­
dose á pagar anualmente los tres marcos de plata con
que su abuelo, el Conde D. Femando Pérez, había dota­
do su aniversario, y á dejar á su muerte ó á su entrada
en Religión, libre al Cabildo dicho préstamo con todo lo
que en él adquiriese ó mejorase (2).
Este1 2mismo Conde D. -Gómez sirvió de - medianero
para arreglar una grave .cuestión que el Arzobispo Don
Pedro tuvo, con los tres hijos de D. Bermudo Pérez de
Traba, D. Fernando, D. García y D. Rodrigo, parientes
de D. Gómez. En tiempos azarosos, probablemente du­
rante el Pontificado de D. Martín Martínez, la Iglesia
compostelana se había visto obligada á empeñar á Don
Bermudo Pérez, por quinientos morabetinos, las tierras
de Nuevefuentes, Carbia, Pilo ño, Senab regio (Sabrej o) y
Anrionis (Oirós). Después que dicho ilustre caballero
vistió el hábito rúonacal en el Monasterio de Sobrado,
la Iglesia compostelana volvió á entrar en la posesión
de dichas tierras sin que nadie hiciese reclamación al­
guna. Mas, al poco tiempo, los hijos de D. Bermudo ale­
garon una obligación que decían había hecho la Iglesia
en virtud del préstamo contraído con su padre. Como el
Arzobispo so negase á reconocer la validez de esta obli-

(1) Tumbo B, fol. 139,


(2) Tumbo C, fol. 250,
V

LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 343

gación, los hijos de D. Bermudo apelaron á la violencia,


y dos de ellos, D. Fernando y D. Rodrigo, prendieron á
un Canónigo, sobrino del Prelado por parte de madre,
y lo maltrataron, hasta herirlo gravemente. D. Pedro
Suárez emplazó á los insolentes caballeros para que
viniesen á su presencia á dar competente satisfacción
del crimen y desacato que habían cometido. El Conde
D. Grómez interpuso entoncós su mediación, que aceptó
el Prelado, y reunidos ambos con sus respectivas cortes
de barones y gentilhombres en la iglesia de Berreo, con
asistencia de los culpables, después de larga discusión, se
llegó, por fin, á un concierto, según el cual los hijos de
D. Bermudo renunciaron al derecho que pudieran ó
creían tener en virtud de la obligación citada, y el Ar­
zobispo, por sí y por sus parientes, renunció á la acción
que como á tales les competía contra los reos, y respetó
todas las haciendas y derechos que éstos como particula­
res y caballeros poseían en los antedichos lugares; pero
los decíaró incursos en las penas canónicas de excomu­
nión y sacrilegio. Otorgóse la Escritura de transacción á
8 de Enero de 1182 (1).
El año anterior, 1181', á 6 de Septiembre, había ce­
lebrado D. Pedro Suárez otro concierto con una señora
de la misma familia, la opulenta Condesa D.a Urraca
Fernández, hija de D. Fernando Pérez de Traba y tía
del Conde D. Grómez. La Iglesia compostelana había
empeñado, hacía tiempo, á esta señora y á su esposo
D. Juan Arias, Ayo que había sido de D. Alfonso IX, la
tierra de Dubra, que comprendía las parroquias de Por-
tomouro, Bertomeiro, Vilariño, Erviñou, Arabejo, San

(1) Tumbo O, fol. 95.


344 LIBRO TERCERO

Vicente, Bembibre, Coucieiro y Paramios. A la hora de


su muerte, D. Juan Arias con su esposa, dejó libre á la
Iglesia la mitad de esta tierra, y mandó que los colonos
(servitiales), privilegiados ó sujetos á otro señorío, que él
había puesto en esta comarca, ó los que por razón de
amatico (1) gozasen de la misma exención, se redujesen
á su antiguo estado, ó se permutasen por otros hombres
llanos y no privilegiados. No satisfecha con esto Doña
Urraca, cedió la otra mitad de dicha tierra y, además,

ejts. III

Signo que usaba en las subscripciones de documentos el Arzobispo D. Pedro Su&rez. (De­
bemos advertir que este signo no está tomado de documento original, sino de copia inserta
•( en el Tumbo de Sobrado, tomo II, núm. XXVil).

entregó la Escritura de obligación que se le había hecho


al entregársele la referida hipoteca. Mas el Arzobispo y
el Cabildo, agradecidos, cedieron en usufructo, durante
su vida á D.a Urraca,, esta segunda mitad de la tierra
de Dubra, con las mismas condiciones con que había
sido devuelta la otra mitad, obligándose á no dar en

(1) El amaticum era, á nuestro juicio, la exención de que gozaban los


pecheros (amos), que criaban hijos de personas nobles ó privilegiadas. En
torno de la casa se establecía como un coto, en el cual ni podían recaudarse
los tributos comunes, ni penetrar las Justicias ordinarias.
I-OS DOS SIGLOS DE ORO DE LA T. GOM POSTELAN A 345

esta misma mitad préstamo alguno á caballero, que pu­


diese ser molesto á la piadosa Condesa. Otorgóse la Es­
critura de convenio en la Sala Capitular con asistencia
del Deán D. Pedro, del Chantre D. Pelayo G-onzález,
del Maestrescuela D. Martín, del Arcediano D. Bernar­
do, del Maestro Martín Cardenal, de D. Arias Fumat,
de Pedro Pérez de Niveiro, etc..., por ante el Vicecanci­
ller del Arzobispo, Martín Yáñez (1).
Por lo expuesto, podemos venir en conocimiento de
cuál era el temple de alma del Arzobispo D. Pedro Suá-
rez; pero veamos cómo lo puso á prueba en ocasión bien
solemne. Al tratar Dozy (2) de la expedición del Califa
do los Almohades Abu-Jacob, en el año 1184, dice: «En
la historia de casi todos los pueblos hay ciertos momen­
tos en que su propia existencia está de tal manera ame­
nazada, que se diría que sólo pudieron salvarse por
milagro... Para el Reino de Portugal un tal momento
crítico tuvo lugar en el año 1184.> Mas la terrible tor­
menta no sólo amagaba á Portugal, sino á León y Gali­
cia, y si descargó sobre el primero de estos Estados, fué
porque el ejército de tierra había de operar en combina­
ción con la escuadra.
El Rey de León, D. Fernando II, que en 1183 en
virtud del Tratado hecho con el Rey de Castilla, se ha­
bía apartado de las treguas firmadas con los Almohades,
á principios del año 1184 puso sitio á la ciudad de Cá-
ceres, que estaba en poder de los Moros (3). A esta bélica
<—
(1) Tumbo C, fol. 89.
(2) Recherches sur 1‘ histoire et la litterature de V Espagne pendant le
mogen age; 3.a ed.; tom. II, pág. 443.
(3) El sitio duró algún tiempo, y durante él D. Fernando otorgó
varios Privilegios, dos á la Orden de Santiago en 22 de Febrero (López de
i
■»

346 LIBRO TERCERO

expedición concurrió, con poderosa hueste, el Arzobispo


D. Pedro; y esta fuá, sin duda, la ocasión en que, según
los Privilegios de 8 y 9 de Junio del mismo año 1184,
que hemos citado más arriba, el Prelado se gravó á sí
propio y á su Iglesia más de lo que permitían sus
fuerzas.
Mas en esto el Miramamolín de los Almohades, lla­
mado por sus súbditos de España, reunió en Africa un
ejército tan numeroso, que excedía en 78.000 hombres
al mayor de los que hasta entonces los Musulmanes ha­
bían presentado en la Península, y sus soldados, al decir
de algmna de las crónicas así cristianas, como mahome­
tanas (-1), eran innumerables como las arenas del mar, ó
las estrellas del cielo. Con estas tropas, el fiero Califa
invadió á España con ánimo de castigar al Rey de León,
^ue, como hemos dicho, acababa de romper la tregua
pactada, y al Rey D. Alfonso de Portugal. Al mismo
tiempo partió del Estrecho una formidable escuadra,
cuyo primero y principal blanco era Lisboa.
Como Abu-Jacob quería obrar en combinación con la
escuadra, en lugar de marchar derechamente desde Ba­
dajoz sobre el Reino de León, se inclinó hacia la costa,
y el 28 de Junio de 1184, acampó al pie de los muros
de Santarén (2).
Los Cristianos no se atemorizaron ante tan espanto­
so aluvión; y la resistencia que presentaron los defenso-

Agurleta, Vida ele..., cap. XLIV); y otro en el mes de Mayo, in obsedione


Cazzaris, á D. Pedro Peláez, para premiarle sus servicios super mauros et
Christianos inimicos. (Véase este Documento en el Archivo Histórico Nacio­
nal, entre los procedentes del Monasterio de Oya).
(1) Dozy, loe. cit., pág. 445.
(2) Dozy, loe. cit., pág. 469.
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 347

res de Santarén, les sirvió, no* ya para prepararse para


la defensa, sino para disponer sus haces y caer briosa­
mente sobre los invasores. El primero que se presentó
en la lid fue el Príncipe de Portugal, D. Sancho, el cual
con el Obispo de Oporto, según el Deán de San Pablo
de Londres, Raúl ó Radulfo de Diceto, dejó tendidos so­
bre el campo 15.000 Moros. Acudió en seguida el Arzo­
bispo de Santiago á la cabeza de ¿0.000 hombres, y ce­
rró con tal ímpetu con el enemigo que, según el mismo
Raúl de Diceto, le ocasionó 30.000 bajas (1). La apari­
ción del Rey D. Fernando acabó de sembrar la conster­
nación entre las filas de los sarracenos; los cuales, poseí­
dos de terror, según el Anónimo de Copenhague que
cita Dozy, se entregaron á desordenada fuga. En uno
de los combates parciales que sostuvieron los dos ejérci­
tos, cayó herido de un disparo de ballesta el Califa Abu-
Jacob, falleciendo á los pocos días (2). Tal fué el resul­
tado de esta famosa expedición, en la cual los Almoha­
des se empeñaron en hacer un desusado alarde de su fuer­
za y poderío; y la batalla de Santarén fué poco menos
memorable que la célebre de las Navas de Tolosa. La
parte que cupo en ésta al Arzobispo de Toledo, la tuvo
en la primera el Arzobispo de Santiago.
Inmenso debió de ser el botín que en esta jornada "
recogieron los Cristianos; y con la parte que tocó al
Prelado compostelano, pudo, sin duda, resarcirse de los
grandes desembolsos que tuvo que hacer para armar y
equipar sus tropas. Por su parte, el Rey D. Fernando

(1) Según Raúl de Diceto, el Arzobispo de Santiago llegó al campa­


mento de Santarén el 26 de Junio; mas como observa Dozj' (loe. cit.>
página 471) su llegada debió'de tener lugar algunos días después.
(2) El 28 de Julio, según cree Dozy, loe. cit., pág. 478.
to celo, valor y esfuerzo había acometido, y el 27 de
LOS DOS SIGLOS DE ORO DE LA I. COMPOSTELANA 349

Septiembre del mismo año, 1184, en atención á los mu­


chos servicios que de él había recibido, y en especial en
su expedición á Portugal (specialiter in expeditione quam in
Portugaliam ad expellendos inde sarracenos duximus), donó á
la Iglesia de Santiago la villa de Ecla (Yecla), en el te­
rritorio de Ledesma (Salamanca) (1).
Después de esta gloriosa expedición, parece que fue
embotándose la actividad y energía del Rey D. Fernan­
do II. Volvió á entregarse en manos de algunos pérfidos
cortesanos, que llevaron hasta el colmo el abuso de con­
fianza. Los que lo habían explotado en vida, quisieron
explotarlo en muerte; y cuando llegó su último momen­
to (22 de Enero de 1188), contra lo que él tenía dispues­
to, arrebataron su cadáver y le dieron sepultura en el
lugar que á ellos bien les pareció (2). Estos cortesanos
no debían ser afectos á la persona del Arzobispo D. Pe­
dro Suárez; el cual, luego que D. Alfonso IX se posesio­
nó del Reino, del que pretendía despojarle su madrastra
D.a Urraca, obtuvo que se diese cumplimiento á la últi-
tima voluntad del difunto, quien, como sabemos, había
dispuesto que su cadáver fuese sepultado en la Iglesia
de Santiago. Aún hoy se conserva en la Capilla de las
Reliquias el sarcófago en que fueron depositados sus res­
tos mortales, con la estatua yacente que lo cubre, dise­
ñada quizás por el insigne Mateo (3).

(1) Véanse Apéndices, núm. LIX.


(2) Acaso no fuese del todo extraña á estos manejos la Reina viuda,
Ra Urraca López de Haro, que ya había sido un elemento más de discor­
dia en el Palacio de su difunto esposo D. Fernando.
(3) Esta estatua debió sufrir en el transcurso del tiempo, graves
mutilaciones. La cabeza es una restauración harto moderna y muy poco
disimulada.
I

350 LIBRO TERCERO

Quince años sirvió con acrisolada lealtad el Arzobis­


po D. Pedro al Rey D. Fernando II: con la misma sirvió
diecinueve años á D. Alfonso IX, que, joven de diecisie­
te años cuando comenzó á reinar, bien necesitaba de los
consejos de una persona sabia, experimentada y pru­
dente.

/
■ r.'t

'
f

X
Tomo IV.-l.
NÚMERO I

Santiago. Año de C. 1120.


27 de Febrero.

El Papa Calixto II confiere á la Iglesia compostelana la digni­


dad de Metrópoli, de que había gozado Mérida, en tanto que
esta ciudad no fuese recobrada del poder de los Moros»

Calixtus episcopus servus servorum Dei venerabili


fratri Didaco compostellano arcliiepiscopo, salutem et
apostolicam benedictionem. Omnipotentis dispositione
mutantur tempora et transferuntur regna. Hinc est
quod magni quondam nominis nationes detritas et de­
pressas, exiguas vero quandoque legimus exaltatas.
Hinc est quod in quibusdam regionibus paganorum ty-
rannidem potentiae christianae dignitas conculcavit; in
quibusdam item christiani nominis potestatem pagano­
rum feritas occupavit, sicut et Emeritanae civitati con­
stat peccatis exigentibus accidisse. Cum enim inter no*
biles Hispaniarum civitates et ipsa nobilis appareret,
ita divina dispositione mutatis temporibus Moabitarum,
sive Maurorum est tradita potestati, ut in ea et pontifi­
calis gloria, et christianae fidei dignitas deperierit.
Ipsae quoque suffraganeae civitates, exceptis dumtaxat
4 APÉNDICES

duabus, Colimbria videlicet et Salmantica, in quibus


adhuc per Dei gratiam episcopalis Cathedra perseverat,
eadem tyrannide occupatae, a sua similiter gloria exci­
derunt. Ceterum in mutatione hac Nos ex consueta
Sedis apostolicae dispensatione juxta fratrum nostro­
rum consilium, et honori Dei et animarum saluti duxi­
mus providentum, ne, aut illis Christianorum reliquiis
proprii capitis deesset unitas, aut tam nobilis Ecclesiae
pontificalis omnino deperiret auctoritas. Ob majorem
igitur beati Iacobi apostoli reverentiam, cujus glorioso
corpore vestra Ecclesia decoratur, et ob praecipuam
personae tuae dilectionem, supplicante nepote nostro
Illefonso Hispaniamm rege, et fratribus nostris Hugone
portugalensi Episcopo, ac Pontio cluniacensi Abbate,
necnon et Laurentio Ecclesiae vestrae canonico, praefa­
tae Metropolis dignitatem honorabili ac Clero et populi
multitudine abundanti compostellanae Sedi auctore Deo
concedimus; ejusque suffraganeos qui vel modo Sedes
proprias obtinent, vel in futurum, Domino miserante,
obtinuerint, tibi charissime frater et coepiscope Didace,
tuisque successoribus, metropolitano jure ordinandos
regendosque subjicimus, et in civitatibus illis quae pro­
prios olim Antistites habuerunt, si Cleri et populi multi­
tudo et vota meruerint Episcopos ordinandos, liberam
vobis concedimus facultatem, donec, disponente Deo,
Emeritana civitas Christiano potentatui restituta cardi­
nalem antistitem meruerit obtinere. Vestra igitur inte-
rest ita deinceps Ecclesiam románam diligere, ita in
ejus obedientia et fidelitate persistere, ut in ejus bene­
volentia et liberalitate Archiepiscopi constituti, hujus
gratia dignitatis inveniamini digniores. Siqua ergo in
futurum ecclesiastica saecularisve persona hanc nostrae
Constitutionis; paginam sciens contra eam temere venire
tenta veri t, secundo tertiove commonita, si non satisfa­
ctione congrua emendaverit, potestatis honorisque sui
dignitate car eat, reamque se divino judicio oxistoro de
perpetrata iniquitate agnoscat, et a sacratissimo Corpo-
APÉNDICES 5

re ac Sanguine Dei efc Domini Redemptoris nostri Jesu


Christi aliena fiat, atque in extremo examine districtae
ultioni subjaceat; obedientibus autem atque servantibus
sit pax Domini nostri Jesucliristi, quatenus et hic fru­
ctum bonae actionis percipiant, et apud districtum ju­
dicem praemia aeternae pacis inveniant. Arnen.

(Firmamentum est Dominus timentibus eum). Scs. Pe­


trus.—Scs. Paulus.
Ego Calixtas Catholicae Ecclesiae Episcopus.
BENE VALETE.
08 Ego Boso presbyter cardinalis Scae. Anasta-
siae SS.
. 08 Ego Grregorius pbr. cardinalis tituli Lucinae SS.
08 Ego Petrus cardinalis pbr. tituli Scae. Susan-
nae SS.
08 Ego Grregorius diaconus cardinalis Sci. Angeli SS.
08 Ego Petrus diaconus cardinalis Sci. Adriani SS.
Ego Romanus subdiaconus Scae. Romanae Eccle­
siae SS.
Ego Grregorius subdiaconus Scae. Romanae Eccle­
siae SS.
(Tumbo B, fol. 261 vuelto).
6 APÉNDICES

NÚMERO II

ERA mclxi, Santiago. Año de C. 1123.


18 de Mayo,

La Reina D,a Urraca cambia la iglesia de Santa María de Or-


destre por la heredad de Ouines.

Urraca gratia dei híspanle regina dno. didaco eccle-


sie bti. iacobi archiepiscopo, et sce. romane ecclesie legato
et omnibus suis canonicisí salutem in xpo. Quia uobis
placuit et michi placet de nostris hereditatibus trans-
canbiaciones fierii idcirco ego predicta regina facio uo­
bis relatis textum conmutationis de ecclesia mea sca.
maria de ordestre que habet iacentiam in terra de bar­
cala. cum omnibus suis apendiciis. pro illa uestra heredi­
tate pernominata ouines. que iacet in terra de cornado!
similiter cum omnibus adiuntionibus suis et directis, ut
ab hac die habeatis et possideatis £am. et faciatis de
eai quod uestra fuerit uoluntas. uos et omnis successio
uestra euo perhenni. Quod si aliquis homo de propin­
quis meis etc...
Ego urraca regina conf.
Petrus lucensis eps. conf.
Munio uallibriensis eps. conf.
Adefonsus tudensis eps. conf.
Didacus auriensis eps. conf.
Petrus abbas sci. martini conf.
Petrus abbas sci. pelagii conf.
Comes rudericus uelaz coni.
APÉNDICES 1 7

Fernandus iohannes conf.


Guterus petrici conf.
Oduarius ordonici conf.
Iohannes ramirici conf.
Arias petrici conf.
Arias oduarici conf.
Giraldas oduariz conf.
Petrus iohannes conf.
Santius fernandici conf. .
Fernandus petriz notarius regine conf.
(Inédito. Tumbo A, fot. 33 vuelto).

NÚMERO III.

era mclxvi. Santiago. Año de C. 1124.


81 de Mayo

D. Alonso Vil dona á esta Santa Iglesia la tierra de


Montanos (Montaos).

Sub Xpisti nomine ego Adefonsus Dei gratia hí­


spame rex, uobis domino Didaco ecclesie beati Iacobi
archiepiscopo et sancte romane ecclesie legato, seu domi­
nis et eiusdem ecclesie canonicis tam presentibus quam
futuris in xpisto promovendis, perpetue prosperitatis
firmitatem. Quia rei geste notitia litterarum compen­
dio ad posteritatis cognitionem serio commendatur.
8 APÉNDICES

Idcirco ego preíatus Adefonsus comitis Raimundi et


regine Urrace filius, non levitatis causa, nec instabilis
consilii mutatione agitatus , sed puro integroque uo-
bis prefato archiepiscopo uestrisque successoribus uni­
fico medietatem de toto montanos, unde jam beato Apo­
stolo terciara, in oblationem armorum meorum, que ab
eius altari sumpsi, tradideram. Nunc autem pro adju­
torio X.ta (quadraginta) marcharum, quas mihi ad
armandum mecum meos milites tradidistis, determino
vobis illam medietatem, sicut incipit per illam stra­
tam de ponte sequarii et ducit ad quercum sancti mi-
chaelis et inde ad incruzeladam desuper sancto thome
et vadit per stratam de betam (Beán Sta. María en Or­
denes) et inde inter beiam et villarnonte et pertingit ad
ynulas de recouso et recta strata dirigit ad incruzelatam
desuper anseriz (Sta. Marina de Angeriz) et inde ad fur­
cam de barveyros (Sta. Maria de Barbeiros) et per cau­
tum de ftamilianos (Sta. Eulalia de Faramillans) et per
illam heremitam de Ramahnga, deinde liec divisio fiat
per.suos antiquos terminos, scilicet per pausaduram de
Sumió et per lacunam de latio et per pedem de mula, et
per campum coneagatum et per Spinitam et per pignam
de domino Cesario (Cesar Sta. Maria ?) et per la­
mas campeianas et per memoriale de domina Visclauara
et per catadorium de casate de Genio et per congostum de
Covas et per illam parameiram et per VII liarbores et
per palmam Imgare et per saldoirum et per patrañera de
taix et per lamam malam. Spent? continuaturi cum ter­
minis vestris de dubria et corrigimus superiores termi­
nos de illa furca de barveyros ad villam maiorem (Santiago
de Villamayor?) et per portum de adrian, et per couas
de latrones et ferit in heremitam de ramalonga. Hunc igi­
tur predictum honorem uobis et uestris successoribus ad
presens perhenniter delibero ut habeatis, et de eo quod
uestra fuerit u olunt as, faciatis. Reliquam uero partem
eiusdem honoris, sicut in testamentis scribitur et adhuc
pro temporali indigentia mihi retineo. Deo duce quam-
APÉNDICES 9

citius potero, sicut promissi et scripsi proculdubio uobis


deliberabo. Si quis contra hec scriptura oblationis mee
uenerit exoluat uobis auri mille libras, et hec scriptura
semper sit firma. Facta scriptura, era I.C.LXII et quo­
tum pridie kalendas junii. Rex Adefonsus quod fieri
mandaui et confirmo.
(Inédito. Tumbo C de Santiago, fol, 113; y allí fue compulsado en el
pleito que sobre la jurisdicción de las feligresías de San Martín y Santa
Cruz de Montaos, sostuvo hacia el año 1543 el Deán D. Diego Tañera con
el Arzobispo D. Gaspar de Abalos). (Véase Hist. Compostlib. II, capí­
tulo LXIV).

NÚMERO IV

era mclxii. Santiago. Año de C. 1124.


20 de Abril.

Actas del Concilio compostelano XII.

Didaeus Dei gratia Compostellanae Sedis archieps.


et Scae. Rom. Eccl. legatus concilium in dominica Mise­
ricordia Domini, convocatis fratribus Asturicensi, Lucensi,
Vallibriensi, Tudensi, Portugalensi, Scemurensi, Sal-
manticensi, Burgensi, Compostellae celebravit; et in eo
de honore atque utilitate Scae. Matris Ecclesiae iuxta
datam sibi a Deo facultatem supradictis fratribus cum
suis abbatibus XXVII atque religiosis personis et bonis
clericis unanimiter collaborantibus tractavit. Et quo-
10 APÉNDICES

niam peccatis exigentibus regnum Hispaniae adeo tur­


batum vidit, quod etiam Ecclesia Dei, destructa Chri­
stiana Religione, periclitaretur, et fere iam ad defectum
redacta esset, placuit ei et universali Synodo, pro Eccle­
siae Statu, pro Regni tranquillitate haec capitula sub­
scribere, et subscripta confirmare.
Mandamus ergo et Apostólica auctoritate constitui­
mus, ut superna iuvante clementia Pax Dei, quae apud
romanos et francos et alias fideles nationes observatur,
in toto Hispaniae regno ab omnibus Christianis inviola­
biliter teneatur, a primo videlicet die Adventus Domini
usque ad octavas Epiphaniae, a Quinquagesima usque
ad octavas Paschae, a rogationibus usque ad octavas
Pentecostes, in ieiuniis quator Temporum, in vigiliis et
festivitatibus btae. Mariae, et bti. Ioannis, et Apostolo­
rum, et in festivitate omnium Sanctorum, quae celebra­
tur Cals. novembris, ita ut nullus hominum, licet habeat
cum alio homine homicidium, vel aliam quamlibet ini­
micitiam, praesumat cum occidere, vel capere, vel ali­
quo" modo ei nocere.
Episcopi, praesbyteri, abbates, monachi, et monachae,
et omnis ordo ecclesiasticus, Ecclesiae, et res ecclesiasti­
cae, et boves quorumcumque fuerint, omnibus diebus in
pace permaneant.
Peregrini, mercatores non capiantur, neque pignoren-
tur nisi propria culpa.
Dies et constituta tempora Pacis sicut determinata
sunt, et per iuramentum confirmentur. Qui vero hanc
Pacem per iuramentum confirmare noluerit, excommu­
nicetur donec iuret; et qui eam violare praesumpserit,
Episcopus cum toto episcopatu suo eat super eum ad de­
structionem ipsius et bonorum suorum donec satisfaciat,
et dominus eius, cuius ipse fuerit, auferat ei praestimo-
nium suum, et nullus alius deinceps eum colligere prae­
sumat, donec de violatione pacis iuste et canonice sa­
tisfaciat. Si autem aliquis de euntibus super eum, in hac
obedientia mortuus fuerit, ita sit absolutus ab omnibus
APÉNDICES 11

suis peccatis, de quibus poenitentiam iam accepit vel


acceperit, ac si in liierosolymitano itinere mortuus esset,
nisi excommunicatus sit.
Similiter si aliquis armis abrenuntians pro obedien-
tiae et supradictae Pacis observatione ab inimicis suis
mortuus fuerit, supradictam remissionem habeat; et qui
eum interfecerit, homicidium dominis terrae duplicet, et
poenitentia eius duplicetur, et numquam in patria sua
poeniteat, sed eat in exilium; et qui eum ceperit, curta­
verit, excaecaverit vel aliquod malum fecerit, quod
prius parabat in duplo componat.
Si vero aliquis in tali pencato absque poenitentia
mortuus fuerit, non sepeliatur, sed in domo sua putre­
scat, et non inde abstrahatur.
Principes autem terrarum, milites vel pedites in su-
pradictis d;ebus arma sumere non praesumant, nisi con­
tra paganos, aut patriae invasores, aut supradictae
pacis violatores. ,
Cetera capitula quae in praeterito concilio constitui­
mus, iterum confirmamus.
(Hist. Comp., lib. II, cap. LXXI).
12 APÉNDICES

NÚMERO V

era mclxv. Santiago. Año de\C. 1127.


13 de Noviembre.

D. Alfonso Vil confirma el coto de esta Santa Iglesia y dona


para su aniversario el castillo de San Jorge en la Sierra
del Pindo.

Archiepiscopus D.—primo de inclito inperatore alfonso dne. urrache filio iam


in inperium sublimato.

1 Qui sua facta a successoribus suis inconcusse seruari


desiderati statuta predecessorum suorum omnibus modis
illibata conseruet. Qua propter ego adefonsus dei gratia
tocius hispanie imperator, dum causa orationis ad limi­
na bti. iacobi apostoli aduenissem. et testamenti seriem
coram omni concilio nobilium meorum uirorum audiuis-
sem quam dudum mater mea regina domna Urraca fe­
cerat. et proprio robore confirmauerati ob bti. iacobi
apostoli reuerentiam de cauto a flumine isso. usque ad
mare, et a tamare usque ad uliam. ut si quis armata ma­
nu forciose aliquid rapuisset uel tulisseti secundum mo­
rem auorum meorum procedentium regum sex millia
solí pro temerario ausu ad partem sci. iacobi exsolueret.
et si sine saione infra hos terminos sci. iacobi aliquid
quidquam pignorasset uel uiolenter depredaretur. D. soli
pareret, et duplatum pignus reddereti salubre (consilium)
elegi, ob anime mee et patris mei. et eiusdem matris mee
remedium, et auorum meorum liuiusmodi scripturam
APÉNDICES 13

fideli deuotiene in perpetuum adfirmare, et omni tem­


pere in rigore tenere.
Sic similiter confirmo quicquid predicta mater mea
' regina domna urraca bto. iacobo apio, et archiepo. dom­
no didaco et canonicis eiusdem loci sancti ad eorum
sustentamentum et procurationem perhenniter contulit.
Si uero aliquis homo hoc factum meum etc...
Facta carta donationis. Era .I.C.LX.V. et quotum
idus nouembris.

Ego. A. totius liispanie imperator quod fieri iussi conf.


Infanta dna. sancia conf.
Infans dns. adefonsus conf. (Regis consanguineus).
Comes R(udericus) de trauá conf.
Comes gomez conf.
Comes rudericus martinz conf. (tenens legionem)
Ranenirus froilaz conf. (de autares)
Rudericus uermudiz maiordomus (in curia regis) conf.
García garciaci signifer regis conf.
Velasco petri conf.
(García Petriz)
Fernandos iohannis conf.
Iohannes didaci conf.

Regiam condecet maiestatem ecclesias dei defende­


ro. honoribus ditare, beneficiis ampliare. Quapropter
ego adefonsus dei gratia totius hispanie imperator bto.'
iacobo et domno didaco eiusdem ecclesie archiepo. et
eius canonicis pro meo anniuersario et peccatorum re­
medio seu parentum meorum, huius scripture firmissima
pagina do et concedo castellum sci. georgii uetus. et no-
uum. cum caractere et hominibus et terris uidelicet
gentines. célticos, barchála.* camota et omnibus suis benefi­
ciis. sicut hodie nostri i uris est. et diuidit cum castellis
uidelicet. trana, ferraria, quicquid concluditur infra suos
anticos terminos, et ad regium fiscum pertinet, ita ut
14 APÉNDICES

ecclesia bti. iacobi habeat, et eno perlienni possideat.


Si quis tamen contra hoc meum factum etc...
Facta carta donationis et confirmationis.
Era .I.C.LX.V et quotum idus nouembris.
Ego Rex adefonsus cf.
Infanta dna. sancia.
Infans dns. adefonsus.
Comes rudericus de trana.
(Sancho fernandiz cf.)
(Arias odoariz cf.)
(Monio tacum cf.)
Ciprianus petrides ecclesie bti. jacobi canonicus et
clericus Regis scripsit per manum donni bernaldi regis
cancellarii.

(Era .I.CLXV. et qt. id nouembris) Cum celebris


memorie presens imperator domnus adefonsus mortua
matre sua regina domna urraca primo accepto regni
syi imperio ad bti. apii, iacobi limina, causa orationis
humiliter aduenisset. confidens de dei misericordia et
meritis bti. iacobi apii, corpus suum sepeliendum huic
apostolice ecclesie summa deuotione tradidit. Cuius si­
quidem uisa tanta et tam humili animi deuotione. ue-
nerabilis pater loci sancti archieps. domnus didacus.
necnon et eiusdem ecclesie seniores uidelicet canonici
de regis deuota intentione gauisii affectu summo dile­
ctionis eum in canonicum susceperunt, et eius anime
hec subsequentia beneficia facienda, in perpetuum de-
uotissime promiserunt, scilicet ut in uita ipsius compo-
stellana ecclesia cum omni archiepiscopatu suo in uigiliis
orarum, in celebratione missarum, in erogatione hele-
mosinarum. et in cunctis sacris beneficiis pro eo orando,
obsecrando, postulando, apud districtum iudicem inter-
ueniat. quatinus inimicos suos, et barbaras nationes ei
subditas faciat, et regnum suum in pace obtineat, et ad
uitam eternam ipso prestante perueniat.
APÉNDICES 15

Post sue uero deposicionis diem in primo anno i dom­


nus archiepiscopus et omnes canonici cum toto suo
archiepiscopatu exequias, et sacras oblationes. missa,s
uesperas. helemosinas. cum omni deuotione in eius me- *
moriam omnipotenti deoí persoluant. In ceteris uero
annis, bis in ebdomada .1111. scilicet et .VI. feria, uotiua
sollempnia deuocius et sollempnius celebrent, et quo­
tienscumque loci sancti archiepiscopus sacros ordines
fecerit, terciam partem, missarum que solent sacerdoti­
bus iniungii pro eius anima celebrari precipiat. In eccle­
siarum uero dedicationibus et conciliorum celebrationi­
bus. dignam eius memoriam, semper fieri precipiat. In
processionibus autem et dominicis diebus eius sepulcrum
eum aqua benedicta et responsorio sollempniter uisite-
müs. sicut ad patris sui sepulcrum facere consueuimus.
Pro his namque beneficiis prefatus imperator, diuina
inspiratione conpunctusi castrum sci georgii cum kara-
ctere et hominibus et suis appendiciis, unde et comitem
domnum rudericum petriz prefato archiepiscopo et eius
canonicis hominium fieri precepiti ultroneus predicte
ecclesie legitimo scripto post mortem suam dari incon­
cusse precepit. Hec scriptura firma et illibata omni
tempore permaneat et a successoribus meis firmiter te­
neatur et observetur.
(Inédito. Tumbo A, fol. 40.—Lo que va entre paréntesis está tomado
de las copias insertas en el Tumbo B, fol. 173 y en el Tumbo C, fol. 27
vuelto).
16 APÉNDICES

NÚMERO VI

era mclxix. Santiago. Año de C. 1131.


18 de Marzo.

Privilegios acordados por D. Alfonso Vil á los oficiales de la


obra de la Iglesia de Santiago.

Regie majestatis interesse et un minus eruditis cer­


tum est ecclesias et sacra loca non solum ab iniuria
tueri et defendere, uerum etiam helemosinarum et be­
neficiorum in dei obsequium et suorum excesuum remis­
sionem pie et religiose uisitare. fouere et honorare.
Quapropter ego Adefonsus Dei gratia yspanie impe­
rator una cum conjugo mea Regina domna Berengaria
meorum antecessorum consuetudinem non irrationabili­
ter secutus i facio testamentum cautationis omnibus
Magistris et criationi ecclesie bti. iacobi, tam criationi
operis quam et canonice, tam presentibus quam futuris
usque in sempiternum, ita cauto eos quod non eant in
fossatum, nec donent fossadariam, neque pectent pe-
ctum pro aliqua uoce nisi pro suo proprio forisfacto. Ita
ego eorum cauto domos et possessiones, quod Maiordo-
mus terre nec ullus alius homo pro aliqua uoce ibi non
intret neque eos pignoret nisi per manus sui Magistri
et Magister det directum de eis et recipiat directum
per eos, et habeant tale forum quale melius habuerunt
postquam opus Ecclesie inceptum fuit. Et hoc facio cum
)
APÉNDICES 17

consensu dni. Didaci Archiepi. et Canonicorum eiusdem


Ecclesie. Si vero aliquis, etc...
Facta series testamenti Era MCLXVIII1 et qt. XV
kls. Aprilis.

Ego Adefonsus Dei gratia Hispanic imperator quod


fieri mandará proprio robore conf.
Didacus ejusdem Ecclesie Arclips. proprio robore conf.
Comes rudericus de sarria cf.
Comes rudericus de traua, cf.
Comes gomez de toronio cf.
Munio uallibriensis eps. cf.
Adefonsus tudensis eps. cf,
• Petrus elie decanus ecclesie Sci. iacobi cf.
Fernandus ioliannes.
Iohannes didaci.
Munio tacum.
Bernaldus kancellarius regis et tesaurarius ecclesie cf.
Petrus cresconiz archidiaconus cf.
Petrus kardinalis cf.
Lopo lopici maiordomus regis cf.
Rudericus fernandici alferiz regis cf.
Albertinas cf.
Pelagius arias per mandatum dni. bernaldi regis can­
celará scripsit.
Mar tinus kardinalis cf.
Petrus iudex cf.
Pelagius iudex cf.
Petrus Stefaniz cf.
Petrus testes.
Martinas ts.
Arias ts.

Ego adefonsus hispaniarum imperator hanc cartam


quam iussi fieri et roborauá nunc iterum altera uice
confirmo et propria manu coroboro. Eodem scilicet anno
Tomo IV.—a.
18 APÉNDICES

quo coronam imperii primitus in legione recepi, et lioc


meum signum scribere feci.*—(Signum imperatoris).
Facta fuit lice imperatoris secunda roboratio in naia-
ra. Illi kls. maii Era .M.C.LXXIIII Adefonso imperato­
re imperante in toleto. in legione, in saragoza. naiara.
castella, galicia.
Comes rudericus martinez cf.
Comes lop diez cf.
Comes gonsaluus cf.
Gruter ferrandez maiordomus cf.
Almarricus alferiz cf.
Sancius naiarensis eps. cf.
, Michael tarasonensis eps. cf.
Semenus burgensis eps. cf.
Gfuiraldus scripsit hanc corroborationem iussu magis­
tri hugonis cancelarii imperatoris.
Lop lopez cf.
Micael feliz merinus cf.
Abertinus cf.
Ego fernandus dei gratia rex legionis et gallecie hanc
cartam roboran i.—(Signum fernandi legionensis regis).
Ego fernandus pandus notarius regis per manum
mindoniensis ©pii hoc superius signum regis feci.
Era M.C.LX‘VI et qt. XVII kalendarum octobris anno
secundo quo obiit jmperator anfonsus.
(Signum aldefonsi regis legionis).
Pelagius ab. archiepiscopi notarius cf.
Ego rex domnus A(defonsus) hanc cartam roboro et
confirmo. Sub Era MCCXXXI. et quotum pridie ydus
februarii. Froila dni. regis notarius scripsit. P. uele can­
celario existente.
(Original. Carpeta segunda de documentos, núm. 2).
APÉNDICES 19

NÚMERO VII

era mclxviii. Cácatelos. Año de C. 1130.


22 de Febrero.

D. Alfonso Vil dona á la Santa Iglesia de Santiago la villa


de Cacabelos.

Quoniam ea que a regibus donantur et scriptis tutio­


ra habentur oportet ut testimonio litterarum confirmen­
tur. Quapropter ego Adefonsus Hyspanie Imperator una
cum coniuge mea regina domina Berengaria uobis dom­
no Didaco compostellane sedis archiepiscopo uestrisquo
successoribus, necnon uestre ecclesie canonicis tam pre^-
sentibus quam futuris facio cartam cautationis. de uilla
uestra uocata Cakavelo, quam in Dei obsequium, et mee
anime parentumque meorum remedium cauto per om­
nes suos terminos; uidelicet per illam incruciliatam que
est inter cakauelos et scm. martinum. et inde per cana­
les. et inde ad casalesi de tia tite. et inde ad lacunam
de latronibus, et inde ad pausafolles. et inde ad barra-
dellum. et inde ad fojium lobalem. et inde per pratum
de aria fernandide usque peruenit a,d riuulum maiorem.
Sic autem cauto predictam uillam per meum portarium
ut nullus maiorinus Regis uel uicarius siue sagio eam-
dem uillam audeat intrare, nec pro furto, nec pro homi-
cidio, nec pro fossadaria, nec pro qualibet alia calumnia.
Quod si intrauerit et ibi interfectus fuerit, nicliil pectent
pro eo, sed quantum, ad uillam pertinet et regalis juris
esse cognoscitur, ad nictum et uestimentum canonico-
20 APÉNDICES

rum Deo et bto. Iacobo seruientium, mea spontanea uo-


luntate perenniter tribuo et confirmo. Quod' si quis etc...
Facta carta donationis et cautationis VIII kalendas
martii Era MCLXVIII.

Et ego infanti ssa domna Sanci a quod frater meus rex


domnus Alfonsus fecit, laudo et confirmo et quidquid in
prefata uilla habeo pro parte de infantatico do Carracedo
uobis domino Didaco archiepiscopo et uestris canonicis
presentibus et futuris de urbe Bti. lacobi honorem et
canonicorum sustentamentum et pro anime mee salute
perenniter do et confirmo.
Et ego Alfonsus Hispanie Imperator quod, fieri man-
daui confirmo.
Comes Suarius conf.
Comes rudericus martinz cf.
Comes guncaluus pt. cf.
Rudericus ueremudiz maiordomus regis cf.
Petrus alfonso signifer regis cf.
Raimundus toletanus archieps. conf.
Petrus segobiensis eps. cf.
Alo astoricensis episcopus conf.
Petrus lucensis episcopus conf.
Munio ualibriensis eps. conf.
Munio Tacum conf.
Guterrius heriz conf.
Sancius anayaz conf.
Ordonius eriz conf.

Hanc conuentionem faciunt homines de cacauelos tam


presentes quam futuri, uobis prefato archiepo. domno
didaco uestrisque successoribus, ut annuatim dent uobis
uel uestro maiorino. de ordeo. m(odios) VI. tritici, m.
III. uacca. I. porcos. III. de uino bono medros. III. kar-
narios. IIII. gallinas. XX. oua. C. libras duas de cera, et
unam de pipere, et facere sonaram de modios. XX. Hoc
APÉNDICES ‘21

totum compleuimus annuatim in festiuitate sci. martini


nobis uel uestro uicario.
(Colección de Privilegios, tomados dei Archivo de Simancas, por D. To­
más González. No hay gran exactitud en la lección).—(Cotejado con la
copia del Tumbo A, fol. 43).

NÚMERO VIII

era MCLXxim. /Star. Año de C. 1136.


l.° de Septiembre.

Fundación de este priorato.

Ob honorem sci. iacobi apii, compostellana ecclesia


senper ab inicio sui in consuetudine nobiles atque hone­
stos alumpnos habere consueuit de quorum collegio qui­
dam Munio alfonsi filius litterarum studio eruditus, mo­
rum probitate conspicuus, ecclesiastici honoris excellen­
tia sublimis, rerum opulentia dictis, sanctitatis gratia
contemptus extitit adeo in bonitate perseuerans quod
iuuante deo ac clero et populo in uallibriensi sede con­
stitutus atque consecratus est presul. Ipse uero cum
rebelles indomitosque subdere dominicis sentenciis et
castigare et erudire uellet, subito antiqui hostis insidiis
22 APÉNDICES

excitate huius mundi aduersitatos contra eum undique


oriuntur, quas con ferre non ualuisset ad matrem suam
compostellanam ecclesiam refugiit causa supplex tran­
sire curauit unde magnum se habere beneficium recole­
bat. Sed cum diu intima cordis intentione mundum cum
amatoribus suis preteriré intueretur, meditari cepit, qua­
liter eo despecto cum omni sue glorie ponpa penitus deo
associatis sibi aliis religiosis uiris in conclaui aliquo sub
canonica regula degentibus seruiendo adhereret. Tunc
a familia hujus nostre Ecclesie locum emit sibi compe­
tentem in suburbio ciuitatis in litore fluminis Saris in
quo ecclesiam et domos construxit. Interea preocupatus
languore cum ad effectum perducere non ualuisset quod
optabat iam in mortis articulo constitutus aduocato do­
mino suo patre Didaco domino arcliiepiscopo et congre­
gatis sociis suis concanonicis sese opusque suum in ma­
nus et potestatem eorum tradere non dubitauit. Ut ipsi
canonicos secundum Smi. doctoris augustini regulam
sub sua tuicione et dominio constituissent datis ibidem
ad seruiendum suis hereditatibus quas nuper per suas
scripturas in circuitu comparauerat. Quo mortuo (1) et
honorifice in angulo nostre Ecclesie sepulto ac ecclesia
Domino consecrata atque receptis ibidem aliquibus bone
sanctitatis canonicis communi consilio placuit, ut ego.
D. Compost. Sedis archieps. pariter cum omni canonico­
rum nostrorum conuentu facerem scripturam firmitatis
et confirmationis tam presentibus istis canonicis quam
etiam et futuris, secundum et libenter facimus, de deci­
mis, de mortuorum collationibus, de manifestationibus,
de primitiis, uerum etiam de omnibus rebus que ad ec­
clesiam nostram et ad nostros sacristas pertinent uel
pertinere debent a uia francorum qua exitur a ciuitate
usque ad sare et a uia que procedit a mamula et uadit
pro ad uelegiam huic ecclesie necnon et canonicis ibi ser-

(1) Murió el 26 de Junio de este año.


APÉNDICES 23

uientibus ad eorum nictum infra hos terminos damus et


perenniter confirmamus eo pacto, ut quod ad nos perti­
net habeant et perpetualiter possideant. Istis canonicis
nostris presbiteris uimara. Cipriano, adque pelagio ta-
nonci, Martinu episcopo, atque froyla suum ius proprium
in uita sua obtinentibus post quorum obitum ecclesia et
canonici ipsius loci omnia ad integrum habeant et peni­
tus possideant. De cetero hoc salubre stabilimentum ego
D. archieps. et canonici nostri statuimus simul et modis
omnibus confirmamus ut nos et successores nostri senper
teneamus inconuulsum. ita ut noster uniuscuiusque or­
dinis canonicus qui uitam suam ad hanc regularem ca­
nonicam relicto mundo transire uoluerit iit pro benefa­
ctoribus ecclesie nostre oret, ebdomadam et rationem
Omnis uictus canonice et nummorum qualem unusquis­
que in canonica nostra degencium habuerit talem et
ipse in omni uita sua libere et pacifice habeant. Quo in
canonica illa regulari defuncto, alter qui nobis placuerit
in eius ebdomadam et rationem succedat. Et hoc hones­
tum et utile nobis esse uidetur quod in dominicis diebus
uel festis uel octauis ipsi nostri canonici quando ad hanc
nostram ecclesiam uenire noluerint quorum et refecto­
rium nobiscum habeant communiter, deinde ad suam
ecclesiam cum benedictione redeant. Sic non dicimus et
afinnamus de presentibus quam etiam de eorum succes­
soribus hoc autem tali tenore facimus ut locus ille et
omnes ibidem habitantes in subiectione obediencia et
Reuerencia nostre Ecclesie senper permaneant. Quod
si aliter quod deus auertat egerint et calcaneum contra
matrem suam Ecclesiam bti. iacobi erexerint liceat no­
bis et nostre ecclesie sucessoribus omnia nostra et Jo­
cum quem eis dedimus accipere et quos uoluerimus in­
tromittere. Si deinceps aliquis episcoporum etc...
Hoc totum uobis concedimus excepta tertia parte de
supradictis decimis et primiciis (quas in ciuitate com­
morantes infra supradictos terminos laborauerint) que
tercia pars est monasterii sci. martini de pignario quam
21 APÉNDICES

minime nobis concedimus quia senper habuit et habeat


in perpetuum.
Facta scriptura testamenti die kls. septombris.
Era M.C.LXXIIIL
Didacus prefatus archieps. confirmat anno sui ponti­
ficatus XXXV.
Pelagius bracaren. archieps. et canonicus compost. cf.
Petrus legión, eps. cf.
Martinus auriensis eps. cf.
Ego J. eps. legionensis cf.
Ego adefonsus dei gratia hyspaniarum imperator
hanc cartam manu mea roboro et signo meo apposito
confirmo, facta est hec roboratio in Seo. iacobo XIII.0
kls. augusti Era M.C.LXXV. per manum Griraldi scri­
pta iussu magistri hugonis cancellarii imperatoris.
Petrus cardinalis termarum cf.
Petrus cresconidez ecclesie archidiaconus cf.
Martinus fernandiz subdiaconus cf.
f. Grondesindiz diaconus cf.
Arias didaci canonicus cf.
Martinus roderici diaconus cf.
Petrus aluiti diaconus cf.
Pelagius astruarii subdiac. cf.
Pelagius gudesteiz ecclesie bti. iacobi canonicus et
diae. cf.
Martinus martini cf.
Pelagius martini cf.
Pelagius petri canonicus cf.
Oduarius pelagii can. cf.
Alfonsus fernandi can. cf.
Munio pelaici cf.
Fernandus curialis can. cf.
Pelagius gondesindiz cf.
Iohannes renamirus cf.
Pelagius cardinalis cf.
Petrus cardinalis cf.
APÉNDICES 25

Vimara rudesindez cf.


Fernandas petri can. cf.
Pelagius abbas canonicus et dni. D. archiepiscopi no-
► tarius cf.
Petrus gundesindiz cardinalis et primiclerus cf.
Ciprianus petri ecclesie bti. iacobi diae, et iudex cf.
Cresconius pelagii can. et iudex cf.
Martinus pelagii can. et pbr. cf.
f. ecclesie bti. iacobi notarius cf.
(Tumbülo rotulado: «Concordias, Privilegios y Constituciones de San­
tiago,» fol. 105).

NÚMERO IX

E lía mclxxviii. Santiago, Año de C. 1140.


1° de Julio.

D. Alfonso Vil dona á esta Santa Iglesia varias heredades -


entre Salamanca y Zamora.

In nomine patris, et filii, et spiritus sancti amen.


Equitati conuenit et iusticie. ut fidelis quisque sancto­
rum illorum ecclesias, facultatum suarum honoret mu­
neribus. quos in suis habuit negociis et cotidie deside­
rat adiutores apud deum et intercessores habere. Iccir­
co. Ego Adefonsus imperator hispanie. una cum uxore
APÉNDICES

mea imperatrice Berengariaí filiisque meis Sanctio et


femando regibus ecclesie bti. iacobi apii, de compostella
per cuius intercessionis auxilium deus mihi dedit cetariam
adquirere. et de sarracenis triumphum et futuro arcliié-
piscopo et eius successoribus, et canonicis presentibus et
futuris. Dono iure hereditario per Randum clericum
meum et ipsius ecclesie canonicum, hereditatem quam
habeo secus palacios que est hereditas sci. iacobi. Dono
inquam eis. et firmiter concedo casalia que dicitur de
mar tino stephaniz. et de ordonio cidiz ab integro quo­
modo diuidit cum illas inureiras. Item dono ambas ar-
nosas cum, omni suo termino. Item dono furadelo et
sanctarem. et mariam pequininam cum omnibus suis termi­
nis, quomodo partit cum almeisnal. et in antea cum san-
tit et concluditur ibi pennauilar. Item dono in riuulo de
torme canales, et presas et zudas, loco certo super illam
turrim que dicitur de sandin. quomodo diuidit cum illo
arroio de lauadima et ferit subtus predictam turrim ad
illum grande barrucal. Et ex alia parte de riuulo torme!
per illum arroio qui dicitur de busanos usque ad alium
arroio quem uocant mollem setam. Dono etiam ibi ex
utraque parte de torme/ medium mi Iliarum de terra per
circuitum ad laborandum in agricultura (1). Casalia
ista supradicta et omne donum quiete libere iam scri­
ptum semper possidebunt. Et absque omni grauamine
faciant de eis quicquid uoluerint tam in pascuis, quam
in agricultura, uel modis omnibus quibus ecclesie bti. ia­
cobi placuerit! absque omni contradicto et prohibitione.
Siquis uero etc....
Facta karta in alua die kalendarum iulii.
Era .M.C.L.XXVIII. tempore quo rediit imperator
de illo fossato de cauria. et cepit eam. et posuit ibi epi­
scopum nauarronem, pernominato imperatore! tunc im-

(1) Al margen: «De hereditatibus circa Ledesmam.>


APÉNDICES 27

perante in toleto. legione. Saragocia. Naiara. Castella.


Gallecia.
Ego adefonsus hanc cartam quam iussi fiori confirmo
et manu propria rob.
Imperatrix berengaria conf.
Sancius et fernandus. filii imperatoris reges conf.
Raimundus toletanus archieps. conf.
Petrus segobiensis eps. conf.
Fernandus sagontinus eps. cf.
Petrus palentinus eps. cf.,
Enego auilensis eps. cf.
Fernandus cemorensis eps. cf.
Nauarron cauriensis eps. cf.
Comes fernandus de Grallecia cf.
Comes urgelli ermengaldus cf.
Comes Osorius martinz cf.
Comes ramirus froilaz cf.
Rodericus fernandiz tenéns Salamanca cf.
Gulterri fernandiz cf.
Martinus fernandiz de ficta cf. 1
Didacus muninz maiordomus imperatoris cf.
Almanrique alferiz imperatoris cf.
Poncius de cabreira cf.
Fernandus iohannes de Grallecia cf.
Lop lupiz de carrione cf.
Poncius de minerua cf.
Giraldas scripsit. Scriptor imperatoris per manum -
magistri hugonis Cancellarii conf.

Nos totum concilium de salamanca caualeiros et pe-


dones pro amore bti. iacobi patroni nostri et in remis­
sione peccatorum nostrorum et parentum hoc totum
quod superius scriptum est. in hac karta octorgamus et
confirmamus.
Nos totum concilium de zamora caualeiros et podo­
nes pró amore bti. iacobi patroni nri. et in remissione
28 APENDICES

peccatorum nrorum. et parentum, hoc totum quod supe­


rius scriptum est in hac karta octorgamus et conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 41 vuelto).

NÚMERO X

era mclxxv. Santiago. Año de C. 1137.


17 de Julio.

D. Alfonso Vil dona A esta Santa Iglesia los bienes confisca­


dos al sacrilego Juan Lombardo.

Decet precipue regiam grauitatem. ut ecclesias et


ecclesiarum possessiones integras illibatasque custodiat,
augeat, sustentet et defendat, et direptores carum regia
correctione ferire satagat.
Huius rei gratia ego Adefonsus dei nutu totius hi-
spanie imperator quorundam sacrilegorum rabiem, et
eorum inauditam amplius nequiciam. wilielmi uidelicet
seguini. et aliorum multorum qui ecclesiam et altare
bti. iacobi apii, et palatia domni didaci ipsius ecclesie
archiepiscopi ut eum occiderent, armis et lapidibus ar­
mati. et muniti, diabolico spiritu instigante, uiolando
inuadere non timuerunt! ad enmendationis effectum ne
forte alii horum ducti exemplo in peiora corruant! per­
ducere laboro, et laborando quantum possum corrigo,
propter hoc etiam ego Adefonsus imperator una cum
APÉNDICES 29

coniuge mea dna. berengaria dono deo et ecclesie bti. ia-


cobi et nobis domno didaco eiusdem ecclesie archiepo.
omnibusque canonicis tam presentibus quam futurisí
illud solium iohannis lombardi quod est ante portam
sci. iacobi quoniam ipse cum aliis ad inuasionem eccle­
sie et altaris et palatiorum arcliiepiscopi ut ipsum morti
traderet numeratus est et affuit. Dono siquidem uobis
omnes eiusdem iohannis hereditates quocumque loco eas
inuenire siue in uilla siue extra uillam sci. iacobi pote­
ritis. tali modo tali lege, ut ab hodierno die in antea
uos et successores uestri sine ullo inquietitudinis attactu,
in perpetuum iure hereditario teneatis et possideatis, et
inde quicquid uobis placuerit faciatis. Siqua uero etc....
Facta carta in uilla sci., iacobi .XVI. kl. augusti.
Era M.C.LXXV.

Ego Adefonsus gra. dei hispanie imperator, hanc car-


tam iussi fieri anno .III. quod coronam imperii primitus
in legione recepi et factam manu mea coram multis ro-
boraui et roboratam signo meo apposito confirmaui. et. C.
marchas argenti in roboratione ab archiepiscopo recepi.

Pelagius bragarensis archiepiscopus conf.


Petrus legionensis eps. conf.
Guido lucensis eps. conf.
Martinus auriensis eps. conf.
Pelagius tudensis eps. conf.
Comes domnus fernandus conf.
Comes gornez conf.
Comes rodericus uelez conf.
Comes domnus munio conf.
Guter fernandiz maiordomus imperatoris cf.
Rodericus fernandiz cf.
Fernandus iohannis i cf.
Ueremudus petrizi cf.
Pelagius curuusi cf.
30 APÉNDICES

Munio tacumí cf.


Giraldas scripsit i ussu magistri hugonis cancellarii
imperatoris.
(Inédito. Tumbo A, fol. 41).

NÚMERO XI

era MCLXxvm. ¡Santiago. Año de C. 1140,


12 de Agosto.

D. Alonso Vil otorga á los Arzobispos de Santiago el cargo de


Capellán mayor y Notario mayor de los Reyes.

In nomine salvatoris ntri. Ego Adefonsus Dei gratia


Hispaniarum Imperator, una cum coniuge mea regina
domina B. et omnis vox mea vobis domino B(erengario),
Dei gratia, ecclesiae beati Iacobi archiepiscopo, omni-
busque uestre ecclesie canonicis, tam praesentibus
quam subsequentibus, facimus scripturam firmitatis et
textum perpetue oblationis ad honorem Dei omnipo­
tentis et beatissimi Iacobi apostoli et ob remedium ani­
me nostre parentumque meorum, uidelicet de mei
corporis et mee coniugis sepultura, quod prefate ec­
clesie concedo sepeliendum; eidem enim ecclesie, que
me sacri fontis baptismate purificauit et a puero educa-
uit et armis nobiliter decorauit, quousque in sceptrum
APÉNDICES 81

regium me sublimauit unde longe lateque interueniente


sanctissimo Apostolo imperium meum dilatando magnifi-
cauit, in soleinnitate uestrae electionis, ecclesiae beati
lacobi casum releuando, pristinas et utiles donorum
ecclesiae beati lacobi dignitates ab auis et parentibus
meis praedictae ecclesiae concessas, castra, praedia, mun­
dationes et quicquid tam ego, quam antecessores mei
hucusque uobis scripseramus, honoresque ubique diffu­
sos, his meis litteris eidem ecclesie perpetuo dono et
concedo, ob amorem etiam uestre dilectionis et san­
ctissime ecclesie desiderio reuelationis meam capella-
niarn et scribaniam non personaliter sed iure heredi­
tario possidendam uobis uestrisque successoribus et do­
minis perenniter scribendo confirmo. Et quia tam gra­
tissimum mihi donum quasi in renumeratione rescribi­
tis scilicet quod in repositione corporis mei et uxoris
mee conueniente omni religione totius uestri episcopa­
tus per triduum exequias nostras solemniter et perpetuo
celebrabitis, et tribus altaribus, singulis sacerdotibus,
similiter continuis sacrificiis nostri memoriam Domino
incesanter commendabitis; hanc apostolicam ecclesiam
pre ceteris totius mei imperii ecclesiis sublimare, ex­
altare et defendere modis omnibus curabo. Quicumque
vero tam de nostris quam de extraneis hanc nostram
gratuitam scripturam infringere tentauerit, sit maledi­
ctus et ab ecclesia excommunicatus et cum luda sui
Domini et Magistri proditore in inferno damnatus et
insuper auri libras centum parti uestrae exoluat et hoc
nostrum donum semper maneat in robore. Facta testa­
menti serie II. idus augusti era MCLXXVIII.

Martinus auriensis episcopus confirmat.


Guido Incensis eps. conf.
Pelagius tudensis eps. conf.
Ximenus astoricensis eps. conf.
loannes logionensis electus conf.
Comes dominus Fernandus de Trana conf.
32 APÉNDICES

Comes dominus Rudericus de Sarria coní.


Vermudus Petrici conf.
Car si a Petrici conf.
Munio Tacón conf.
Petrus Marcius scripsit iussu archidiaconi Arie mun.
et Pelagii abbatis.
Petrus testis.
Pelagius ts.
Ioannes ts.
Martinus ts.
Didacus ts.
(Tumbo A, fol. 45 vuelto).

NÚMERO XII

EBA mclxxxi. San Juan da Coba. Año de C. 1143.


16 de Septiembre.

El Arzobispo D. Pedro Helias restaura este Monasterio.

Diuina Omnipotentis dei clementia opitulante. Ego


petrus ecclesie bti. iacobi archiepiscopus......................
........ one pro posse meo uenerabilia prodecessorum meo­
rum cupiens imitari exempla, proinde de ecclesia sci.
iohannis do coua que sita est in rippa ulie. quam uideli-
cet ecclesiam in prestimonio tenebat iudex dominus
APÉNDICES 33

petras ecclesie nostre canonicus a quo sepius assiduis


precibus rogatus et a garsia uelasquiz. et uxore eius
guiña cresconiz multotiens interpellatus quatenus sibi
et aliis tam clericis, quam laicis. operam dei ibi canoni­
ce exercere et facere uolentibus tam presentibus quam
et futuris facerem scripturam firmitatis, et textum deli­
berationis, secundum quod et nunc libenter facimus
uobis abbati dno. petro, et sociis uestris, quos uobiscum
ibi ad honorem dei sub bti. Augustini regula aggregare
potueritis, ut uitam scam. et dei seruitium ibi semper
facere studeatis, et numquam tam clerico, quam laico
ad proprium commodum sit subiecta, set ad multorum
utilitatem bene uiu entium‘sub obediencia et tuición e
uestra. atque successorum nostrorum semper tuta, et ab
omni incussione penitus maneat libera, euo perhenni et
seculo cuncto. De cetero clamores et medietatem uoti
omnium ecclesiarum diócesis montis sacri et fidelium de-
uotiones et elemosinas ibi concedimus et confirmamus;
ad hoc enim opus prodecessor noster dompnus sisnan-
dus sanctissimus presul quartus a primo, uirtute sancti­
tatis preclaras. et moribus bonis ornatus. primitus
prefatam ecclesiam sci. iohannis construxit et seruis dei
reliquit, qui prior in ecclesia bti. iacobi apostoli plura
bona fecit et ordinauit cuius memoria usque in presen­
tera diem nobilis et sancta memoratur. Super liec denique
ibi pro animabus nostris et antecessorum nostrorum, et
pro requie regum, qui bto. iacobo proprios honores con­
tulerunt; damus et confirmamus cautum cum heredita-,
tibus suis cunctis, quomodo incipit ab aha et inde per
illum arrogium uocitatum uaozelum. et inde ad illum
cautum do lauandaria. et inde ad cautum qui stat in
uereda sci. iacobi ad infestum per ipsum arrogium. et
inde super auctarium per marcos qui diuidunt heredita­
tem sci. adriani et hereditatem de autario. et inde ad
infestum per ubi diuiditur hereditas iam dicti sci. adria­
ni et hereditas sci. iohannis ct per cacumen montis que
dicunt penam ossalem quomodo uadit in directum ad
Tomo IV.-3.
34 APÉNDICES

auterium de rom a torio et inde per illam extremam qua


diuiditur hereditas sci. martini de torno de fundo de
uilla. et ferit in flumen nomex et inde ad in pronum per
ipsum fluuium et redit ad sinistrum per ipsum uallum
antiquum usque ferit in ullam quo diuiditur hereditas
sepedicti sci. iohannis contra scm. uerisimum et de alia
parte ulie in directum ipsius per ipsum montis decliuium
ad portelam subtus guandilánem et inde per ipsum
eundem uallum uocitatum sci. iohannis. quod diuiditur
hereditas ei::::: cum casali comitis::::: pelagii usque ferit in
aquam que discurrit de fonte de fratribus et aquam pa-
radelam qua similiter diuiditur hereditas sci. iohannis
de uentosda. ad in pronum usque ferit in ullam ubi prius
incepimus. Cantamus etiam de foris et confirmamus he­
reditates sci. iohannis. et debitum, scilicet, in uilla petri
et porcariza. et heremitam sci. martini cum suis heredi­
tatibus sicut se extremat de argesindi et de sco. uerissi-
mo ut uiri::::: tam habitantes, quam etiam aduenientes
cuncti intra hunc cautum commorari seruiaht ecclesie
sci. iohannis et seruis dei morantibus ibit sine alio domi­
no et potestate. Et si ibi aliquis uiolenter in tr au erit ad
malefaciendum solidos mille exsoluat et si inde aliquid
rapueriti solidos sex mille pariat et rapta uel ablata se­
cundum modum culpe calumpnie componat. Adicimus
etiam uobis. et ecclesie uestre dominium illud quod est
in transmonte sicut fuit ab antiquo post partem sci. io­
hannis definitum, necnon hereditatem de fondo de uilla.
Adicimus etiam quod si sanctitatis ordo ibi defecerit,
omnia arbitrio et consilio archiepiscopi et canonicorum
sci. iacobi disponantur et secundum eorum adiutorium
locus ille ad sanctitatis ordinem restauretur. Si quis
uero quod absit successorum nostrorum uel::::: potesta­
tum . uel cuiuscumque generis hanc nostram legiti­
mam donationis...... a nobis libenter factam irrumpere
noluerit sit maledictus et ex communicatus donec resi­
piscat. et de malis satisfaciat secundum leges et canonum
m::::: et hoc nostrum factum semper sit firmum. E acta
APÉNDICES 35

scriptura confirmationis et testamenté die XVI. klrum.


octobris Era LC.LXXX.L

Petrus dei gratia compostellane sedis archieps. hoc


scriptum quod fieri iussit proprio robore confirmat anno
sui pontificatus primo.
Petrus ecclesie bti. iacobi decanus cf.
Arias ecclesie archidiaconus.
Fernandus petriz canonicus cf.
Petrus idaniel Index conf.
Cresconius iudex cf.
Iohanne elie cf.
, Gruilielmus seguini cf.
Sanogus iohannis cf.
Martinus roderici cf.
F. curialis ca....
Petrus pardus canonicus cf.
Petrus....
Pelagius didaz canonicus cf.
Ranemirus pelaz cf.
Pelagius fredenandi canonicus cf.
Gudesteus rom ani cf.
Pelagius gundesindi canonicus cf.
Petrus cresconides archidiaconus cf.
Pelagius abbas ecclesie archiepiscopi not. cf.
Ciprianus pbr. ecclesie bti. Iacobi et canonicus cf.
Vimara ecclesie sci. iacobi diaconus cf.
Martinus pelaz pbr. cf.
Iohannes::::: canonicus cf.
M. auriensis eps. eccle. bti. iacobi canonicus et kar-
dinalis cf.
M. dei gratia ouetensis eps. cf.
Pelagius arias canonicus et subdiaconus cf.
Pelagius gundisalui canonicus atque diaconus cf.
Didacus nuniz cf.
Nos ueromudus uelasquiz et frater meus garsia uelas-
B6 APÉNDICES

quiz::::::: concedimus‘ quicquid in ipsof monasterio iure


hereditario/ requirebamus.
Item nos fratres uidelicet petrus martinz. et geloira
martizí offerimus similiter atque concedimus deo et sco.
iohanni babtiste quicquid ibi iure hereditario requi­
rebamus.
Item Ego bernaldus dei gratia compostellanus ar-
chieps. cum consensu canonicorum adicimus etiam ca­
nonice sci. iohannis de fouea. ut quisquis siue clericus,
siue laicus uoluerit ad canonicum ordinem ibi uenire
non det luctuosam dominis terre. Item etiam mortui
nostri episcopatus quicumque uoluerint se sepelire in
eodem sci. iohannis monasterio, facta directura ecclesiis
suis unde parochiani sint liberi ab::::::::::::::::::::::laicorum
uel clericorum sepeliantur. Quod si temere hoc nostrum
factum contradicere uoluerinti sint sub anathemate.
Bernaldus dei gra. compostellane Sedis archieps.
Iohannis ordonii clericus et diaconus notuit et conf.
(Original inédito).
APÉNDICES 37

NÚMERO XIII

era mclxxxiii. Santiago. Año de C. 1145.


31 de Enero.

D. Alfonso Vil dona á esta Santa Iglesia la villa de Certame, en


el territorio de Sahagún.

In nomine domini. Tanto in elemosinis et aliis bonis


faciendis quisque promptior debet esse, quanto plura
uidetur a domino beneficia susqepisse. Cuius rei gratia.
Ego Aldefonsus imperator hispanie. una cum uxore mea
Berengaria grato animo, uoluntate spontanea, nemine
cogente. Ecclesie bti. iacobi de compostella. et dno. Pe­
tro ipsius ecclesie Arcliiepo. quamdam meam uillam in
territorio sci. facundi sitam pro dei amore, pro mea
parentumque meorum salute, pro peccatorum nostrorum
remissione, dono hereditariam. Dono inquam eis, eam
uillam. quam dicunt certame. que iacet inter uillam oz-
mam et uillam lebrin. et bouadelam et uillam pechininam.
et dono eam cum omnibus terminis suis sicut in tempo­
re mei aui regis adefonsi eos cognoscitur habuisse et
dono eam cum omnibus aliis suis pertinenciis uidelicet.
terris, uineis. solaribus, ortis, pratis, pascuis, montibus,
uallibus. planiciebus. ingressibus et egressibus et cum
omnibus aliis rebus ad eam pertinentibus, quocumque
loco sint et possint inueniri. Eo autem modo et eo teno­
re dono ecclesie bti. iacobi et dno. petro prenominato
arcliiepo. uillam ceram e supra memoratam, quatenus
eam ipse et eius successores archiepiscopi libere et quieto
38 APÉNDICES

in perpetuum iure hereditario possideant, et qui ibi po­


pulati sunt uel in antea populatum uenerint nemini
nisi ecclesie bti. iacobi et eius archiepiscopo ex debito
seruiant. et maneant semper liberi de omni posta, et
pecta. et fossadeira. et omni alio seruicio mihi et uel
aliis secularibus potestatibus ex debito et ex consuetu­
dine faciendo. Siquis autem etc... Facta carta almaza-
no .II. kls. februarii. Era .M.C.LXXXIII.

Ego Adefonsus imperator... conf.


Ego Berengaria imperatrix conf.
Ego bernardus sagonus (sic) eps. conf.
Ego martinus eps. conf.
Ego iohannes legionensis eps. conf.
Ego comes fernandus de gallecia conf.
Ego comes Rodericus gomez cf.
Ego comes poncius de cabreira cf.
Ego guterrus fernandiz conf.
Ego Amalricus conf.
Ego didacus muninz cf.
Ego lop lopiz cf.
Geraldus scripsit i ussu imperatoris et per manum
magistri hugonis eius cancellarii conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 45).
APÉNDICES 39

NÚMERO XIV

Santiago. Año de C. 1145.


15 de Junio,

Bula del Papa Eugenio III otorgando á los Arzobispos de


Santiago el privilegio de llevar delante de sí cruz alzada.

Eugenius eps. seruus seniorum dei Ven. fratri Petro


Compostell. archiepo. eiusque successoribus canonice
substituendis in perpetuum. Et caritatis debito prouoca-
mur et apostolice sedis beniuolentia incitamur fratribus
nostris honorem impendere et deuotioribus sce. Romane
ecclesii filiis specialis prerogatiue gratiam elargiri ut
apostolice dilectionis familiaritate suffulti commissas
sibi ecclesias tutius regant et eorum subditi maiorem eis
honorem et reuerentiam exhibeant. Quia igitur com­
postell. ecclesiam pro bti. apii, iacobi amore et re-
nerentia cuius sacratissimum corpus in ea requiesce­
re creditur, sincero affectu diligimus et in quibus se­
cundum deum possumus honorare et exaltare cupimus.
Ad maiorem ipsius ecclesie dignitatem et persone tuo
reuerentiam. nexilium uiuifi.ce crucis per subditam tibi
prouinntiam ante te deferendi ex apostolice sedis beni­
gnitate tibi tuisque successoribus licentiam indulgemus.
Ita tamen ut quandiu Sedis apostolice legatus in prouin-
tia illa fuerit nequaquam hac dignitate utaris. Equum
namque et rationabile est ut sce. apostolice sedi que
concessam sibi a deo dignitatem materno affectu aliis
concedit ecclesiis ab omnibus honor et reuerentia defe­
ratur.
40 APÉNDICES

Preterea prohibemus ut nulli canonicorum eiusdem


ecclesie bti. jacobi qui ad aliarum ecclesiarum prolatio­
nem assumpti sunt uel in posterum assumentur hono­
rem uel prehendam in ipsa ecclesia liceat retinere, sed
alia idonea persona in loco ipsius subrogetur qui eidem
ecclesie deseruiat. et beneficium percipiat. Siqua igitur
in futurum ecclesiastica secularisue persona contra
huius nostre constitutionis paginam sciens temere ue-
nire temptauerit. secundo tertioue commonita, si non
reatum suum congrua satisfactione correxerit, ordinis
et officii sui periculo subiaceat. atque - omnipotentis
dei et beatorum Petri et Pauli apostolorum eius indi­
gnationem incurrat.
Arnen. Arnen. Arnen.

Ego Eugenius catholice ecclesie eps.


93 Ego Conradus Sabinensis eps. ss.
83 Ego Gregorius diaconus cardinalis scorum. Sergi
et Bachi ss.
83 Ego Teodoguinus eps. Sce. Rufine ss.
83 Ego Odolo diaconus cardinalis Sci. Georgii ad ne­
tum (uelum) aureum ss.
83 Ego Gregorius pbr. Cardinalis tituli Calixti ss.
83 Ego Guido pbr. Card. tt. Sci. Grisogoni ss.
83 Ego Thomas pbr. Card. tt. uestine ss.
83 Ego gisliberti pbr. Card. tt. Sci. marci ss.
83 Ego Guido pbr. Card. tt.Sci. laurentii in damaso ss.
83 Ego Nicolaus pbr. Card. Sci. Ciriaci ss.
83 Ego hugo pbr. tt. in lucina ss.
83 Ego Julius pbr. Card. tt. Sci. Marcelli ss.
Ego Guido diae. Card. Scorum. Cosme et damiani ss.
Ego octouianus diae. Card. Sci. Nicolay in carcere
tulliano ss.
Ego rudilfus diae. Card. Sce. lucie ss.
Ego gregorius diae. Card. Sci. angeli ss.
Ego Jacintus diae. Card. Sce. marie in cosmedyn ss.
Ego Bernardus diác. Card. Sce. Rom. ecclesie ss.
APÉNDICES 41

Ego Petrus diae. Card. Sce. marie inuiolata (in uia


lata).
Datum Viterbii per manum Roberti Sce. Romane
ecclesie pbri. et cancellarii XVII kals. julii. Indic. VIII.
Incarnationis dominice, anno .M.CXLV. Pontificatus
uero domini Eugenii III. pape, anno I.
(Inélito. Tumbo B, fol. 257 vuelto).

NÚMERO XV

era MCLXXXiv. Santiago. Año de C. 1140.


21 de Marzo.

El Obispo y Concejo de Ávila donan á la Iglesia compostelana


la iglesia de San Lázaro, á las puertas de dicha ciudad.

In nomine patris etc... Ego hennicus dei gratia aui-


lensis episcopus, et nos totum concilium de auila in re­
missione animarum nostrarum et parentum nostrorum
damus per scriptum testamenti et cartam firmitatis deo
et sco. Jacobo de Compostella quamdam ecclesiam quam
uocitant scm. lazarum et est ipsa ecclesia in ipsa uilla
de auila in illo certo loco super flumen ad aza ad portam
super illum pontem. Damus atque concedimus heredita­
rio iure predictam ecclesiam cum omnibus sibi perti­
nentibus deo et sco. iacobo in remissionem peccatorum
nostrorum uel parentum liberam et pagatam preter
episcopalia iura que ad sedem sci. saluatoris per forum
42 APÉNDICES

de auila pertinent. Ita quod ex hodierno temporeí sit


ipsa ecclesia, in iure hereditario sci. Iacobi euo perhen-
ni. Quod si aliquis etc... Hoc totum facimus in manu
canonici ecclesie bti. Jacobi nomine randi.
Facta karta testamenti in auila. Era M.C.LXXXIIII.
Et quo dum XII klarum. aprilis.
Ego hennicus dei gratia auilensis eps. et nos totum
concilium de auila hanc car tam testamenti quam pro
animabus nostris fieri iussimus roboramus et confir­
mamus.
Ego michael auilensis arcliidiaconus qui presens fui
confirmo.
Ego adefonsus dei gratia hispaniarum imperator qui
presens adheram tunc, temporis confirmo et manu pro­
pria roboro.
Ego berengaria imperatrix cf.
Ego Rex Sancius qui presens aderam cf.
Ego comes Almarricus in medietate auile senior cf.
Comes armegondus maiordomus imperatoris cf.
Hec carta 'testamenti fuit confirmata et roborata in
die de Ramis palmarum a toto Concilio de auila uiro-
rum et mulierum in manu episcopi dni. E. presente
dno. A. imperatore et filio eius rege Sancio, octauo kla­
rum. aprilis. Garcías Garciaz in medietate auile ex parte
imperatoris maiorinus cf.—Munio ximeno alcalde cf.—
Gómez enxemeno alcalde cf.—Gómez lupi, ali cf.-—Mu­
nio pascal ali cf.—Enxemeno sanxo ali cf. — Sanxo mo-
niz ali cf.—Sanxo iohannes ali cf.—Munio gomez ali cf.
—Enxemeno uelasco cf.—Index auile sarrazin xemeno
cf.—Ego dominicus caput cori sci. Saluatoris cf.
Qui presentes fuerunt.
Sancius enxeme adalil. García xemeno.
Nuno uelasco. ysidorus notauit.
(Inédito. Tumbo C, fol. 79).
APÉNDICES 43

NÚMERO XVI

era mclxxxv. Santiago. Año de C. 1147.


13 de Febrero.

D. Alfonso Vil dona á esta Santa Iglesia una aldea cerca de


Salamanca.

In nomine patris et filii et sps. sci. amen. Unusquis­


que fidelis ad hoc debet niti et studere, ut omnipotenti
deo et eius sanctis nobis coadiutoribus bene operando
ualeat complacere. Quapropter. Ego Adefonsus liyspa-
niarum imperator una cum uxore mea imperatrice Be-
rengaria. et filiis nostris. Sancio et Fernando regibusi
facio textum firmitatis et scripturam donationis bto. ia-
cobo apio, de conpostella patrono nostro de quadam
hereditate que est in monte cerueirolu. inter terminum de
Salamanca, et terminum de taaru. et sit ibi aldeia de sco.
iacobo. et in perpetuum habeat iure hereditario, et par­
tit ipsa hereditas de predicto monte... (sigue la acotación).
Hoc autem facio cum consensu et uoluntate omnium bo­
norum uirorum de Salamanca. Dono etiam et firmiter con- _
cedo per randum clericum meum et ecclesie bti. iacobi
canonicumi omnia regalia que mihi uel uoci mee atinent
ibi. uel atinere debent.
Confirmo etiam firmiter permansurum quod ecclesia
que ibi fuerit hedificata. semper sit in potestate et do­
minio ecclesie bti. iacobi. absque omni grauamine. et
prohibitione, uel contrado alicuius episcopi, uel eius i
ministri. Ita quod nemo episcopus uel eius minister ha­
beat potestatem excommunicare» uel interdicere ipsam
44 APÉNDICES

ecclesiam, uel clericos ibi morantes, absque examinatio­


ne conpostellani archiepiscopi.
Affirmo etiam quod omnes qui ibi populauerint. uel
laborauerinti dabunt fideliter decimas, et primicias de
omnibus suis rebus ibi ad ecclesiam de sco. iacobo. et
habebunt totam suam hereditate mí per forum de Sala­
manca. Et hoc scriptum semper maneat firmum. Si
quis etc... Facta harta in salamanca, idus februarii.
Era M.G.LXXXV.

Imperatore Adefonso imperante in toleto... baetia.


almaria.
Ego Adefonsus imperator hanc cartam... conf.
Imperatrix berengaria conf.
Sancius et fernandus filii imperatoris conf.
Raimundus toletanus archieps. cf.
Petrus segobiensis eps. cf.
Enegu auilensis eps. cf.
Berengarius salamantinus eps. cf.
Bernaldus. cernor ensis eps. cf.
De salamanca dns. cf.
Comes urgelli ermengaudus cf.
Comes ramirus cf.
Comes petrus afonsi cf.
Comes almaricus cf.
Nunus petriz imperatoris alferiz cf.
Comes fernandus de gallecia cf.
Comes poncius maiordomus imperatoris et in med.
sal. cf.
Comes rodericus uelosusi in alia medietate cf.
Fernandus iohannis de gallecia cf.
Poncius de minerua cf.
Lup lupiz de carrione cf.
Didacus muninz de saldania maiorinus cf.
Gómez garsia cf.
Velascu muninz cf.
Nunu uelasquiz cf
APÉNDICES 45

Velasco stephano cf.


Munio cemprum cf.
Velasen uela cf.
De salamanca. Munio roderici alcalde cí.—Petrus del
caluo alcalde cf.—Gfuncaluus aluariz alcalde cf.—Index
in Salamanca! Munio sancio cf.—Iohannes sagion in sa­
lamanca cf.

Nos concilium de Salamanca caualeirus et pedones


pro amore bti. iacobi patroni nostri et in remissione
peccatorum nostrorum et parentum, hoc totum quod
superius scriptum est in hac carta octorgamus et conf. in
maiori concilio in manu comitis ruderici ueloso.

Greraldus scripsit perscriptor imperatoris per manum


magistri hugonis cancellarii conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 46).
46 APÉNDICES

NÚMERO XVII

ERA MCLXXXV. Antvaltares. Año de C. 1147.


11 de Julio.

D. Alfonso Vil confirma la antigua demarcación del solar


propio de este Monasterio.

In nomine Domini amen. Que a regibus Deo, et


ecclesiis, et ministris datur, Ecclesie successores eorum
firma debent semper et inconvulsa servare. Hujus rei
gratia ego Adefonsus Raimundi comitis et regine Hur-
rache filius,. per Dei misericordiam nunc imperator
Hispanie, volens que avi mei reges ecclesiis fecerunt et
dederunt rationabiliter semper firma manere et illi­
bata, confirmo per hujus privilegii paginam una cum
uxore mea imperatrice Berengaria, et filiis meis San­
ctio et Ferdinando Antealtarium (ecclesie), que ad
caput ecclesie beati Iacobi sita est, vobisque ejus loci
abbati domino Roderico et omnibus monachis ibidem
vobiscum Deo servientibus, vestrisque successoribus in
perpetuum. Omnes donationes et cautos et familiam
Regis mei habitantem, quas et quos, aut mei reges,
ceterique mei parentes, seu alii quilibet homines ipsi
ecclesie Antealtarium et vestris prodecessoribus abbati­
bus pia intentione fecerunt, suorum aucthoritate scri­
ptorum firmaverunt, confirmo, in qua vobis situm ejus­
dem monasterii cum omni gyro suo, sicuti rex dominus
Adefonsus dictus Castus, cujus temporibus corpus beati
Jacobi revelatum et predictum monasterium Antealta-
APÉNDICES 47

rium fundatum fuisse describitur, cum assensu iriensis


episcopi domini Teodomiri et totius ejusdem ecclesie
iriensis capituli, olim abbati domino Ildefredo suisque
-monachis, fortissimo privilegio, cum omni libertate dona­
vit. Necnon proavus meus dominus R ademi rus, per car-
tulam dotis et privilegii, cum assensu iriensis episcopi
domini Adulti, et totius iriensis capituli dudum abbati
domino Adulfo suisque monachis cum omni integritate
libere concessit, et post eum omnes mei parentes usque
ad meum tempus concesserunt et firmiter reservave­
runt, beati Iacobi nullo umquam contradicente capitulo;
per liec videlicet loca nominata; quomodo incipitur ab
ecclesia sancti Salvatoris et per altare sancti Ioannis,
et pergere directe ad fundamentum ecclesie sante Ma-
rie usque in directum ad murum de turre minore, et
deinceps per ipsum murum ad turrim majorem, unde
solebant dare preconia in foro. Delibero vobis calles
inter utramque turrem, sicuti in prefato privilegio con­
tinetur. Et de ipsa turre maiore cui vadit in circuito et
vergit ad solium dominorum et ad apotecam canonico­
rum et in directum ad cameram clericorum in quo tunc
temporis dormiebant; inde in directum ad altare sancti
Petri, et concludit ad altare sancti Salvatoris, ubi prius
incepimus. Confirmo etiam vobis et concedo semper ha­
bendam, eamdem omnimodam libertatem,quam prenomi-
nate ecclesie vestre, et predecessoribus vestris abbatibus
prenominati rex dominus Adefonsus dictus catholicus et
rex dominus Rademirus concesserunt, sicuti in eorum,
que mandaverunt eidem ecclesie fieri, in privilegiis
continetur. Hanc affirmationem, quam ego prenomina-
tus Adefonsus prenominate ecclesie Antealtarium, et vo­
bis prenominato abbati domino Roderico omnibus eidem
ecclesie monachis, de situ loci vestri de terminis ejus, et
de omnibus cautis vestris et donationibus et hereditati­
bus facio Deo authore, semper ratum et inconvulsum
manere concedo, et quicmnque do generis mei posteri­
tate in regno Hispanie........... Antealtarium cenobium
48 APÉNDICES

manuten eat cum omnibus ad ipsum pertinentibus. Qui­


cumque etc..... Facta cartula XI die julii, et data abba­
ti domino Roderico et monachis ejus Petro Iudici, et
Petro Galensi cantori, qui tunc ad curiam Imperatoris
venerant pro controversia, que inter ipsos et archie-
piscopum compostellanum dominum Petrum et ejus
canonicos super dormitorii partibus fuerat agitata,
Era MCLXXXV anno secundo, quo prenominatus Im­
perator acquisivit Corduvam, et in primo quo acquisivit
Calatravam. Imperatore in Toleto, Legione, Zaragotia,
Naxara, Castella, Valentia. Ego Adefonsus, etc.... Sau­
cius et Fordinandus filii Imperatoris et Imperatricis pre-
nominate confirmant.
Reimundus toletanus archiepiscopus.
Petrus segoviensis episcopus.
Bernardus seguntinus episcopus.
Petrus pal en tinus episcopus.
Stephanus oxomensis episcopus.
Petrus migdoniensis episcopus.
Comes ferdinandus de Galletia.
Comes Pontius maiordomus Imperatoris.
Comes Almaricus.
Comes Rodericus Vellosus,
Comes Ramirus Froiez.
Rodericus Fernandez.
Bermudez Perez.
Ñuño Perez Imperatoris confirmant.
Veraldus episcopus et scriptor per manum magist.
Hieron. Cani Cancellarii.
(Yepes, Coránica general de San Benito, tomo IV, Apénd. núm. VIII).
APÉNDICES 49

NÚMERO XVIII

eba mclxxxvii. Santiago. Año de C. 1149.


8? de Marzo.

Sentencia de D. Alfonso Vil sobre los términos de la villa de


Arquilinos, propia de la Iglesia de Santiago.

/
In nomine patris et filii et sps. sci. amen.
Era M.C.L.XXXV1I .Vil. dies post kls. martias. In
presentía imperatoris dni. adefonsi apud legionem acci­
dit quedam intenti oí inter homines de castro toraph per-
nominatos Johannes petriz. Petrum xaniz. Pelagium
gudesteiz. Michaelem didaz. qui erat uozeyrus de conci­
lio de Castro toraph! et inter canonicum Sci. Jacobi no­
mine Randum et erat dns. petrus ibi arcliieps. Sci. Ja­
cobi. Intentio reuera erat super terminum cuiusdam
uille Sci. Jacobi pernominata arquilinus et dicebat pre-‘
dictus canonicus Sci. Jacobi quod homines de castro*
toraph per forcia et cum torto prendiderant terminum et
hereditatem de predicta uilla arquilinus et insuper fece­
runt ibi aldeam. Homines uero de castro toraph nega­
bant hoc.
Deinde dns. imperator audita ex utraque parte ra­
tionem iudicauit quod dns. Bernaldus zamorensis eps. in
cuius termino, et Stephano romanzi et alter de ipsas
iustitias de zamoraí ueniront ad arquilinus et facerent
exquisitionem de sapientibus senibus uiris qui in tempo-
Tomo IV.—1.
60 APÉNDICES

re quando rex afonsus mortus fuit auus imperatoris!


presentes erant et episcopus eos per iuramentum liga­
ret. ut puram ueritatem de termino supradicte uille
arquilinus quem ad mortem regis Adefonsi habebat ar-
quilinus. exquisitores hostenderent. et portarius impera­
toris Martinus romeu datus ab imperatore per terminum
quem exquisitores monstrarent ubique portarius prodi­
ctus moliones et cautum firmaret, et sic post partem
sci. Jacobi in sempiternum firmum permaneret.
Hoc iudicauit dns. imperator prima feria .II. martii
sub supradicta Era. Ipso die dedit defunctam imperatri­
cem Berengariam uxorem suam dno. Petro arcliiepo.
compostellano.
Qui presentes fuerunt et audierunt hoc iudicium:

Johannes legionensis eps. conf. Petrus afonsus cf.


Arnaldus asturicensis eps. cf. Aprilis cf.
Martinus ouetensis eps. cf. Petrus arteyrus cf.
Ramirus comes cf. Munio tacón cf.

(Inédito. Tumbo C, fol. 119 vuelto).


APÉNDICES 61

NÚMERO XIX

ERA MCLXXXVII. ¡Santiago. Año de C. 1149,


13 de Noviembre,

Testamento del Arzobispo D. Pedro Helias.

, Era M.C.LXXXVII. et qt. VII. idus Nouembris. Hec


est ordinatio quam ordinauit dns. Petrus archieps. (Et
inter alia que continentur in dicta ordinatione conti­
nentur iste clausule que secuntur. uidelicet). Mando pro
anniuersario meo canonicis illam domum Albertini et
illam domum quam modo feci in illa Rua nona et omnes
meas equas et uacas tali tenore ut cardinalis Michael
teneat totum in uita sua et faciat aliam domum de Rua
noua et astraat aliam de pignore et det annuatim cano­
nicis tres marchas argenti, ad obitum uero sui dimittat
totum in manu alicuius boni clerici quod sit de paren-
tella nostra et quod faciat seruitium Ecclesie bti. Jacobi
et sic in perpetuum permaneat istud anniuersarium. Et
si quis etc...
Petrus Ecclesie bti. Jacobi archiepiscopus confirmo.
Rabinatus suus clericus et subdiaconus qui notuit.
Ego uilielmus ms. notarius compost. juratus de man­
dato dni. J. compostellani archiepiscopi de originali
uerbo ad uerbum translatauit.
(Inédito. Tumbo C, fol. 26).
52 APÉNDICES

NÚMERO XX

ERA mclxxxviii. Santiago, Año de C. 1150.


• Abril.

D. Alfonso Vil, con los Concejos del término de Toledo, pro­


mete dar á la Iglesia compostelana los Votos de Santiago.

In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti amen.


Dignum est, ut Ecclesia Beati Jacobi, in qua uenerabile
Corpus ipsius requiescere creditur, ab uniuersis- Deifide-
libus, diligatur, et honoretur, et debitus ei honor, ac
reuerentia conseruetur. Quocirca Ego Adefonsus Dei
misericordia Hispanie Imperator una cum filio meo
Rege Sanctio et Domino Raimundo Toletano Archiepi-
scopo, et totius Hispanie Primate, necnon et Clero,
atque cum omni populo Toletano pro amore Dei et
Beatissimi Apostoli Jacobi, et pro animabus Parentum
nostrorum, qui ab antiquitus hoc uouerunt, etiam ad
peccatorum nostrorum remisionem uouemus, et per scri­
ptum firmitatis usque in finem mundi dare annuatim
uolumus Deo, et Beato Jacobo de Compostella de uno­
quoque jugo Boum singuJas faneigas de Tritico per
totum terminum Toletanum ab integro. Hoc autem in­
spirante Deo grato animo, et spontanea uoluntate die
Dominica in Ramis Palmarum in communi Concilio
uirorum ac mulierum erectis manibus ad Deum unani­
miter promittimus, et praedicto Apostolo Patrono nostro
cujus meritis, et auxilio, et predecessores nostri de pa­
ganis firmiter credimus sepe habuisse triumphum, in-
APÉNDICES 63

dubitanter dabimus. Ita uidelicet, quod hanc fanegam


tritici, cum decimis ad Ecclesiam fideliter damus. Et
unus ipsius Ecclesiae fidelis Clericus per scriptum reci­
piat, et Ministro Ecclesiae B. Jacobi similiter per scri­
ptum ueraciter reddat. Si quis tamen...... Facta Carta
Toleti mense Aprilis Era LC.LXXXVIII.
Ego Adefonsus Imperator cum filio meo Rege San­
ctio, et Domino Raimundo Toletano Primate, necnon et
Clero et omni Populo Toletano hoc scriptum quod fieri
iussimus, confirmamus et propriis manibus roboramus.

Ego Rex Sanctius confirmo.


,Ego R. gratia dei toletane sedis archieps. cf.
Ego B. Segont. Epus. cf.
Guterre Petriz de arenoso cf.
Antonius Presbiter, Canonicus S. Mari e de Toleto cf.
Felix canonicus Sce. M. cf.
Ego Arnaldus de Coruin cf.
W. Sancius cf.
Rogerius Canonicus S. Mariae cf.
Ego dominicus archiprester cf.
Ego Julianus Alcalde otorgo et cf.
Ego W. prior testis cf.
Ego Petrus Aluazir cf.
Gunzaluo oct. et cf.
Gutierri Petriz cf.
Gutierre Ruderiquiz et Alcalde cf.
Julianus petriz aluazir cf.
Suarius menendiz Bufino cf
Aprilis cf.
Facundus anaiat cf
Sanctius de Beniazas cf.
Petrus ibendesdel cf.
Albacil Stephar Abran, cf.
Petrus Maurus Adail cf
Felix Joannes cf,
54 APENDICES

Menindo auenlampan cf.


Rudericus Menendiz cí.
Stephanus gimbram cf.
Pelagius Petriz cf.
Robertus de monte gumariz cf.
Johannes Nuniz cf.
Antolinus Alcalde cf.
Petrus Petriz cf.
Raimundus de Saragotia cf.
Martinas petriz cf.
Ricardas de mairocus cf.
Stephanus abinzulemia cf.
Petrus diaz de mairocus cf.
Petrus de tolosa cf.
Joannes Petriz Atimer cf.
Dominicus Joannes cf.
Pacencortel otorgo et cf.
Joannes Alfaiat octorg. et cf.
Grunsaluus filius octorg. et cf.
Ciprianus ibamut cf.
Matheus octorg. et cf.

Nos Concilium de Talaueyra pro amore Dei, et Bea­


tissimi Apostoli Jacobi in remissione pecatorum nostro­
rum, et Parentum, hoc totum quod superius resonat in
hoc scripto uouemus, et unanimiter conf. in Eclesia S. Ma­
riae de Talaveira in die omnium Sanctorum, et dabi­
mus semper annuatim in perpetuum.

Ego Stephanus de fauib alcalde de Talaueira cf.


Ego Michael Joannes Zapha medina cf.
Joannes Justis octorgo et cf.
Martinus Archipbr. octorgo et cf.
Ciprianus Presbiter octorgo et cf.
Stephanus Diaconus cf.
Nos Concilium de S. Eolalia pro amore Dei et Bea-
APÉNDICES 55

tissimi Jacobi Apostoli in remisione pecatorum nostro­


rum et Parentum, hoc totum quod superius resonat in
hoc scripto uouemus et unanimiter confir. in presentía
Domini Imperatoris Adefonsi in S. Eolalia in die SS. Cor­
nelii, et Cipriani, et dabimus semper annuatim in per­
petuum.

Ego Joanis Apnauar Alcalde de S. Eolalia otg. et cf.


Dominicus Archipresbiter de S. Eulalia cf.
Joannes Diaz Iudex octorgo et cf.
Stephanus Alcalde cf.
Aznar cf.
Joannes Acicrin. cf.
Joannes Sarracenus Presbiter cf.
Dominicus Presbiter cf.
Petrus Presbiter octorgo et cf.

Nos Concilium de Maqueda, pro amore Dei et Beatis­


simi Jacobi Apostoli in remissione peccatorum nostro­
rum, et Parentum, hoc totum, quod superius resonat in
hoc scripto uouemus, et unanimiter confirmamus in pre­
sentía Imperatoris Domini Adefonsi in Maqueda. II Do­
minica Septembris, et anuatim dabimus indubitanter in
perpetuum.

Ego Petrus Joannes Alcalde de Maqueda octorg. et cf.


Sanz García cf.
Martinus Zuleima Adail cf.
Petrus enego Alcalde cf.
Rexcorio cf.
Johannes Vincent cf.
Petrus Mune Adail cf.
Garcías Garsia Iudex cf.
Johannes García Corio cf.
Petrus Petri berciano otorg. et cf.
Ego arclipr. Johannes enego de Maqueda octorg. et cf.
56 APÉNDICES

Petrus Joannis Presbiter cf.


Petrus Diaconus Sancte Mario otorgo et cí.

Nos Concilium de Calatalipha pro amore Dei, et


Beatissimi Jacobi in remisione peccatorum nostrorum
et Parentum hoc totum quod superius resonat in hoc
scripto uouemus, et unanimiter cf.

Ego Dominico Petriz Iudex otorg. et cf.


Micliael Diaz cf.
Petrus Pardus Alcalde octorg. et cf.
Abbas Dominicus octorg. et cf.
Bartholomeus Presbiter octorg. et cf.

Hoc autem totum instigante eiusdem ecclesie bti. ia-


cobi Canonico Petro praedicto Rando factum est Dei
gratia, et ejusdem Apostoli intuentione.
Ego Fredericus Presbiter, et Canonicus Toletanus
jussu Imperatoris, et Primatis, qui Cartam scripsi, nec-
non et jussu Cleri et Toletani populi cf.

(Tumbo A, fol. 43 vuelto).


APÉNDICES 67

NÚMERO XXI

era mcxc. Antealtares. Año de C. 1152.


. aft de Enero.

El Arzobispo D. Bernardo I restituye á este Monasterio lo


, que sus Abades habían reclamado ante D. Alfonso Vil.

Quia soli Deo cura est de omnibus et quia ubique


terrarum Deus est, decet prelatos et pastores commis­
sarum sibi ecclesiarum curam ubique gerere, et quibus
presunt, Deo volente, sive permittente in quantum va­
lent providere seipsos pro domo Dei, murum ponere,
alienata revocando, confracta consolidando, solidata in
pace et charitate conservando. Quocirca ego Bernaldus
Dei gratia ecclesie beati Iacobi archiepiscopus, Roma
veniens cum essem apud charrionem, cum domino no­
stro imperatore Adefonso, Petrus Antealtarium abbas
de rebus et hereditatibus suo monasterio datis et num-
quam recuperatis et de controversia inter ecclesiam -
beati Iacobi, et suum monasterium exorta, non mini­
mam deposuit querelam, in quibus descriptis domini
Imperatoris et archiepiscopi domini Petri Helie factis
et roboratis, et metis positis per Ferdinandum comitem
et ecclesie beati Iacobi/canonicos, per parietem, scilicet
dormitorium novum, et deinde per lineam usque ad
signum in monumento comitis domini Petri Ferro (Froi-
laz?) designatum et viam contra altare sancti Petri ad
egressum processionem beati Iacobi deliberatam men-
58 APENDICES

tionem faciens ad aliam domum a decano domino Petro


Helie inter plateam monasterii sui et cortecellam sancte
Marie, in hereditate ipsius monasterii integre constru­
ctam, ab abbate domino Ruderico in prestimonio in vita
Decani datam et post ipsius mortem minime recupe­
ratam, vocem intendite De altaribus sancti Salvatoris et
sancti Ioannis, et de oblationibus altaris beati Iacobi,
secundum Regis Casti dotem, maxima prece a nobis
partem quesivit, sicut in pacto ab episcopo domino DÍ-
daco et ab abbate domino Fagildo in presentía domini
regis Adefonsi facto et nobis ab eodem abbate presenta-
to, continetur. Tunc dominus imperator maxima motus
misericordia, me multum rogavit et rogando mandavit,
quod inter multa que Deo annuente ejus consilio in
proximo in beati Iacobi ecclesia minus bene ordinata
emendaturas eram, ista prius pro Dei et suo amore in
summa pace misericorditer determinarem. Sed ego Ber-
naldus videns monasterium jam dudum declinasse et
statu et jure, in quo prius fuerat, in quamplurimis dimi­
nutum esse et hoc sine adjutorio sapientum virorum
emendare non posse, accersito comite domino Ferdinan-
do, ecclesie nostre et eidem perutili monasterio, et de­
cano, et cantore, et archidiaconis et canonicis, volens
eidem restaurando monasterio operam dare, inquisita
ab eisdem rei veritate, controversiam que inter utram­
que ecclesiam de nihilo emerserat, quasi inter matrem
et filiam, certo fine determino, necnon etiam omnia illa
que iam dudum ab archiepiscopo domino Petro Helie et
ab Imperatore scripta, et determinata et presignata in
pace invenio, gratias referens Deo, laudo et hoc scripto
confirmo. Domum autem illam a domino Decano inter
cortecellam Sancte Marie, et antiquum murum eccle­
siamque ipsius monasterii et plateam ejusdem in fundo
monasterii per prestimonium constructam esse cognosco,
ipsique monasterio deliberare absque omni interdicto et
reintegrare precipio. Et quia ecclesia beati Iacobi divi­
no munere ditissima est, et Antealtarium paupercula,
APENDICES 59

et nobis et ecclesie nostre valde utilis et proxima, ab


hodierna die in perpetuum, ex communi nostri capituli
charitate, damus eidem ecclesie, in ecclesia beati Iacobi
canonicatum et portionem, et hebdomadam, et cardina-
riam et prestimonium, sicut unicuique cardinalium ec­
clesie nostre, canonice collatum est: et Abbas predicti
monasterii sicut maioris et pretiosissime filie ecclesie
nostre vir est, ita in dextera patris ampliorem semper
obtineat ubique dignitatem, sicut ipsius loci antecesso­
res antiquitus fe cerent. Qui compleverit, etc.... Facta
scriptura hec donationis et confirmationis Compostel-
le IV kalendas februarii, sub Era MCLXXXX.

Ego Bernardos Dei gratia compostellanus archiepi-


scopus hoc scriptum confirmo.
Martinus Dei gratia ovetensis episcopus conf.
Auriensis M. episcopus conf.
Ferdinandus Ecclesie beati Iacobi indignus archidiá­
conos conf.
Petrus Ecclesie beati Iacobi cardinalis.
Pelagius beati Iacobi decanus conf.
Petrus beati Iacobi Ecclesie archidiaconus conf.
Cresconius Ecclesie beati Iacobi archidiaconus conf.
Didacus Ecclesie beati Iacobi Iudex conf.
Felix Clarez notarius et conf.

(Yepes, tom. IV, Apénd. mira. IX).


60 APÉNDICES

N ÚMERO XXII

Santiago. Año de C. 1154.


8 de Abril.

Bula del Papa Anastasio IV confirmando todos los privilegios


y posesiones de la Iglesia compostelana.

Anastasias eps. serans seruorum dei uen. fratri Pe­


lagio Compost. archiepiscopo einsque successoribus ca­
nonice substituendis in perpetuum. In eminenti aposto­
lice sedis specula disponente domino constituti fratres
nostros episcopos ex iniuncto nobis apostolatus officio fra­
terna caritate diligere, et ecclesiis sibi a deo commissis
suam debemus dignitatem et iustitiam consernare. Ea­
propter dilecte in xpisto frater Pelagi archiepiscope ra­
tionabilibus tuis postulationibus gratum impertientes
assensum, ad exemplar predecessoris nostri felicis me-
morie pape Calixti. scam. Compost. bti. iacobi ecclesiam
cuius in ea uenerandissimum corpus est positum aposto­
lice sedis priuilegio communimus, et ob ipsius a deo
electi apostoli reuerentiam archiepiscopalis cathedre
dignitatem, quam opulentissima quondam et famosi no­
minis Emeritana ciuitas priusquam peccatis exigentibus
ab impia sarracenorum tyrannide possideretur habuisse
dignoscitur, presentís scripti pagina in perpetuum con­
firmamus. Ut eadem Emeritana ciuitas Compostellane
ciuitati sicut sue. metropoli, perpetuis maneat subiecta
temporibus. Omnem quoque pontificalis officii plonitudi-
APÉNDICES 61

nem quam ipsius Emeritane ecclesie antistites antiqui­


tus habuerunt Compostellane presul ecclesie integre
semper quieteque obtineat. Suffragganei uero episcopi
Emeritane metropolis, salamanticensis uidelicet. auilen-
sis. cauriensis. ulixbonensis. et ceteri qui eidem Eme­
rite olim subiecti fuisse noscuntur. Compost. archiepi-
scopo. cuius consecratio tantum spectat ad romanam ec­
clesiam. obedientiam et reuerentiam tanquam proprio
metropolitano prorsus exhibeant. Ipse autem illos conse­
crandi ad sua concilia conuocandi. cum ipsis etiam ec­
clesiastica negotia terminaturus, et eorum ecclesias dis­
ponendi. auctoritate sedis apostolice liberam omnino
habeat facultatem.
Ad hec prodecessoris nostfi sancte recordationis Eu-
genii pape uestigiis inherentes, ad maiorem ipsius eccle­
sie dignitatem et persone reuerentiam. uexillum uiuifi-
ce crucis per subditam tibi prouintiam ante te deferen­
di tam tibi quam tuis successoribus ex apostolice sedis
benignitate licentiam indulgemus. Ita tamen ut quam-
diu sedis apostolice legatus in prouintia illa fuerit, mi­
nime hac dignitate utaris.
Prohibemus autem ut nulli canonicorum eiusdem
ecclesie bti. iacobi qui ad aliarum ecclesiarum prolatio­
nem assumpti uel in posterum assumentur honorem uel
prebendam seu canonicatum in ipsa ecclesia liceat reti­
nere. sed alia idonea persona in loco ipsius subrogetur,
que ipsi ecclesie deseruiat et beneficium eius percipiat.
Illud etiam omnimodo interdicimus ut nulle um-
quam persone facultas sit bti. iacobi ecclesie illum cen­
sum qualibet occasione subtrahere, quem hispanorum
catholici reges ex singulis boum paribus a flumine pisor-
90. usque ad mare occidentale annuatim persoluendum.
sicut in scriptis eiusdem ecclesie continetur, pro salute
totius prouintie statuerunt.
Obeunte uero te nunc eiusdem loci arcliiepiscopo. uel
tuorum quolibet successorum nullus ibi qualibet subrep­
tionis astutia, seu uiolentia preponatur. nise quem fra-
62 APÉNDICES

tres communi consensu, uel pars consilii sanioris secun­


dum deum prouiderit eligendum.
Preterea quascumque possessiones quecumque bona
eadem Compost. ecclesia in presentiarum iuste et cano­
nice possidet, aut in futurum concessione pontificum
largitione Regum, uel principum. oblatione fidelium, seu
aliis iustis modis deo propitio poterit adipisci, firma tibi
tuisque successoribus et illibata permaneant. In quibus
hec propriis duximus exprimenda uocabulis. ciuitatem
ipsam Compostellanam cum cauto suo. et ipsius episcopa­
tu. Monasterium sci. Pelagii de antedltario. Monasterium
sci. Martini de foris. Ecclesiam bte. Marie de Saris. Mo-
nast. Sci. Petri de foris. Monast. sci. iusti in Lania. Mo-
nast. de Superato, de aziueto. de coteseta. de Mesonzo. de
Cinis, de Montefertis. de Borgendo. de Nogaria. de Solandres.
de Calaueria. de Seaia. de Éiuomalo. de Morame. de Ozon.
de Sauardes. de Portu horii. de Nomino, de Cuitru. de Cologio.
de Briuis. de Meens. de Dormiana. de Calago. de Podio.
de Lerze. de Armenteera. de arcos, et monast. sci. iohan-
nis in fouea. sci. xrofori. sci. uereximi. sci. georgii. sci.
thome de pignario. et sci. jacobi de rindió.
Preterea regalem Capellaniam et Cancellariam quam
dilectus filius noster adefonsus illustris et gloriosus hí­
spame rex ecclesie uestre concessit, et scripti sui pagina
confirmauit.
Castrum quoque quod uocant honestum et iriam.
cum seruis et omnibus appenditiis suis. Castrum quod
uocatur Sca. Maria de lanzada, cum ecclesiis et omnibus
aliis pertinentiis suis. Castrum quod uocant Ciria cum
ecclesiis et omnibus pertinentiis suis. Territorium quod
uocatur amaea cum omnibus possessionibus quas ibi ha­
betis. Pistomarchos cum seruis et possessionibus quas in
eo habetis. Bizetum cum seruis quos ibi habetis. Duuria
cum possessionibus quas ibi habetis. Laias cum pertinen­
tiis suis. Luclosa cum seruis et pertinentiis suis. Montanos
cum ecclesiis et possessionibus quas ibi habetis. Coma­
tum cum ecclesiis et possessionibus quas ibi habetis. Ven-
APÉNDICES 63

tosam cum insula de Laonio. Montes quos Suarius froilet


quandoque a uestra ecclesia tenuit. Taueirolos cum eccle­
siis et possessionibus quas ibi habetis. Ripam Vlie cum
bcclesis et possessionibus quas ibi habetis. Villam de Cor­
neliana cum ecclesiis uotis et omnibus aliis possessionibus
quas in terra portugaknsium ducis habetis. Ecclesias cum
possessionibus quas habetis in nendos et ultra Chamar. Ec­
clesias cum possessionibus quas habetis in Saines. Eccle­
sias quas habetis in Bracarensi. Legionensi. Asturicensi.
et aliis episcopatibus hispanie quemadmodum in auten-
ticis Romanorum pontificum priuilegiis ecclesie uestro
induitis, habetur.
Hospitale quod est situm ante uestran ecclesiam
curn ecclesiis et possessionibus suis, et uillam que uoca-
tur Condominia cum omnibus seruis suis.
Decernimus ergo ut nullo omnino hominum liceat
prefatam ecclesiam temere perturbare aut eius posses­
siones auferre uel ablatas retinere, minuere aut aliqui­
bus uexationibus fatigare, sed omnia integra conseruen-
*tur. uestris et aliorum pro quorum gubernatione et sus­
tentatione concessa sunt usibus omnimodis profutura.
Salua in omnibus apostolice Sedis auctoritate. Siqua
igitur etc....
Ego Anastasius catholice ecclesie eps.
Custodi me Domine ut pupillam oculi.
88 Ego ymarus tuscus eps.
gg Ego odo diae. Card. Sci. Georgii ad uelum aureum.
08 Ego GG. pbr. Card. tit. Calixti.
88 Ego Guido pbr. Card. tit. Sci. Crisogoni.
88 Ego bobaldus pbr. Card. tit. Sce. praxedis.
88 Ego Arbertus pbr. Card. tit. Sce. anastasie.
88 Ego guido pbr. Card. tit. pastoris.
88 Ego octauianus pbr. Card. tit. Sce. Cecilie.
88 Ego Iohannos pbr. Card. tit. SS. Siluestri et martini.
88 Ego Iohanries pbr. Card. SS. Joliannis et Pauli tit.
Eamachii.
64 APÉNDICES

Ego Johannes diae. Card. SS. Sergii et bachi.


98 Ego Odo diae. Card. Sci. Nicolay in carpere Tul.
98 Ego GGr. diae. Card. Sci. angeli.
Dat. Laterani per manum Rolandi Seo. Rom. eccle-
sie pbri. Card. et cancellarii .VI. idus aprilis. Indictio­
ne .II. Incarnationis dominice. Anno MCLIIII. Pontifi­
catus uero dni. Anastasii lili pape anno I.

(Tumbo B, fol. 266).

NÚMERO XXIII

era mcxcii. Santiago. Año de C. 1154.


17 dc J unio.

Testamento del Arzobispo D. Pelayo Raimúndiz.

Noto die XV kls. iulii. Era I.C.LXTL Ego Pelagius


Dei gratia Compost. Sedis Archieps. positus in infirmi­
tate cum integro sensu et cum tota mentis deliberatione
dispono et ordino quid fiat post obitum meum tam de
hereditatibus quam etiam de facultatibus meis ob reme­
dium anime mee. si debitum mortis persoluo. In primis
solium meum sci. Jacobi cum terrenis domibus et cum
suo ortalo inferius et cum tota perfia domus tam maiore
quam minore et cum supelectitibus. Medietatem ecclesie
sce. Marie de besecio acquisiui meo pretio de abbate tor­
nando et de muliere sua et filiis suis et de Petro arie
APÉNDICES 65

pbro. et de Petro arie crispo et de uxore su a marina


petriz et de filiis et filiabus suis, et de abbate. Petro de
amae a et de Petro besecio. Alia uero medietas istius
ecclesie diuiditur per medium, et unam medietatem ba­
beo cum parentibus meis et de alia uero medietate,
acquisiui inde .111. partem de filiis et neptis Martini aui-
dici. Aliam portionem ganaui de Petro gundemarici et
de parentibus suis. Mando etiam? omnes meas nacas que
sunt in frogiam et meas equas indomitas que sunt in
figueyrola cum suo caballo. Omnia hec supradicta sóprino
meo Adeffonso didaci canonico, tali conditione, ut in
unoquoque anno reddat inde canonicis sci. Jacobi in
conuentu. duas marchas argenti, unam in die qua coro­
natus est bts. Jacobus. que VIII. kls. augusti celebratur.
Aliam in eiusdem apostoli translatione, que .III. kls. Ja­
nuarii colitur. Et hoc concedo pro anniuersario meo et
parentum meorum, tali pacto ut ipse teneat in uita sua
et ab obitum suum totum relinquat uni propinquorum
meorum clerico de parentella mea que ex recta linea de­
scendit. Et ipse similiter alteri, et alter alteri, et sic per
successiones propinquiores usque ad finem seculi. et nul­
lus illorum habeat licentiam diuidendi. uel uendendi
seu supignorandi aut alienandi set potius augmentandi.
Meam ganantiam quam ganaui in ecclesia sci. Juliani
de luania totam portionem de nunone ramirici. et totam
portionem quam ganaui de Mar tino nunici et de uxore
sua Marina anaiaci. et unam octauam teneat eas gunde-
sindus pbr. in uita sua. et serui at cum eis adeffonsino.
et Johanni Ordonii. et ad mortem eius relinquat eas
prodictis duobus Adeffonsino et Johanni ordonii. Si
aliquis istorum mortuus fuerit relinquat alteri, et ille ad
obitum suum totum hoc relinquat meo supradicto anni­
uersario.
Ad magistrum meum Cardinalem petrum caladum
meum lectum culcitura pulmatio et coopertorio cuperno.
et cum duobus lencoolis et coiratia. Ad duas filias de
guiña didaci marinam et ermesendam duas colchias
Tomo IV.—5.
66 APÉNDICES

bonas et duo pulmaria. de ipsis meis uacis que sunt in


genestoso in casa de Petro didaci. mando XII. filiis de
Pelagio saninz. et alias XII nepoti meo alfonsino.
Et mando omnes meas hereditates de uiogio et de
insano populatas et uillam ninanes similiter populatam
et quicquid habeo ultra montem zeanum id est in goianes
et in argiones et in comanda et in omnibus aliis locisi ipsi
nepoti meo adeffonsino. Medietatem siquidem de uno
seruitiale que est in regolanes! mando soprino meo Ade-
fonsino didaci. Ad Petrum martini canonicum poldrum
unum bonum quem ei det adeffonsinus didaci. addo
etiam quod si forte euenerit quod nullus sit clericus in
parentela mea sicut superius dixi ex recta linea descen­
dens. canonici recipiant omnia supradicta que pro anni-
uersario meo reliqui, faciant ex eis si bone uiderint.
Hec omnia mea supradicta semper sint firma et con­
firmata per manus amicorum et parentum meorum ui-
delicet mindoniensis. Episcopi dni. Petri, et dni. Decani,
et Pelagii Cantoris et Archidiaconi fernandi. et Palee
dni. Imperatoris ioculatoris et. soprini mei adeffonsi di­
daci canonici. Et qui eamdem etc...
Petrus tacitus cardinalis ecclesie sci. Jacobi conf.
Fernandus ecclesie Archidiaconus cf.
Petrus marcius ecclesie bti. Jacobi canonicus et dia­
conus quod uerum uidit et nouit scripsit.

(Inédito. Tumbo C, fol. 15).


APÉNDICES 67

NÚMERO XXIV

era mcxcii. Santiago. Año de C. 1154.

Mandato del Arzobispo D. Pelayo acerca de la celebración de


las fiestas de 25 de Julio y 30 de Diciembre.

Quod abbates et priores ciuitatis compostellane et diócesis in uigilia transla­


tionis et passionis Bti. Jaoobi debent conuenire in ciuitate, matutinas
eidem apostolo solempuiter celebrandas ac humiliter et deuote, Et de
pena non uenientibus infligenda.

Bene deus conditor rerum disponens humani corporis


formam in sublime caput erexit, non solum Gralleciam
ymo potius totam yspaniam sua mirabili prouidentia
per translationem excellentissimi apostoli Jacobi. cuius
corpus miraculose inuentum. latens diutius in loco con-
cauo et sub multitudine siluarum submersum finaliter
repertum. Deus multa miracula per ipsum facit et faciet -
usque in sempiternum. Nos ergo Pelagius ipsius sacro­
sancte Ecclesie archiepiscopus licet indignus cum con­
sensu fratrum nostrorum ipsius apostoli misericordiam
requirentes et eius auxilium implorantes, statuimus et
perpetuo firmiter obseruandum. Ut omnes Abbates. Prio­
res nostre ciuitatis et diócesis qui nobis et nostre Eccle­
sie sunt subiecti lege iurisdictionis ueniant honorifice et
benigne quolibet anno in uigilia sue translationis et pas­
sionis ad eius Ecclesiam matutinas in Choro eidem cele­
brando humiliter et deuote. alias non uenientes nisi
68 APÉNDICES

grani corporis infirmitate detenti fuerint, soluat quilibet


non ueniens ,C. solidos legionenses ad prandium decani
et fratrum nostrorum. Ut suam culpam merito, propter
hoc recognoscant.
Actum in Capitulo quintane pelacii more solito cele­
brato. Sub Era MCLX‘11.
(Inédito. Constituciones, lib. II, ibi. 2).

NÚMERO XXV

era mcxciii. Santiago. Año de C. 1155.


7 de Febrero.

De Alfonso Vil dona á esta Santa Iglesia una heredad


cerca de Lédigose

In nomine domini amen. Quanto diuiciis et posses­


sionibus quisque uidetur affluere, tanto de his que possi­
det. deo et ueris dei cultoribus pro salute anime sue et
peccatorum suorum remissione largius debet impendere
juxta illud apostoli, facite bonum ad omnes maxime ad
domesticos fidei. Quapropter Ego Adefonsus dei gra. to-
cius hyspanie imperator, una cum uxore mea imperatri­
ce dna. Rica et cum filiis meis sancio et Fernando regi­
bus pro amore dei. Facio car tam donationis et textum
firmitatis deo et ecclesie bti. jacobi. et uobis archiepo.
dno. Pelagio et omnibus eiusdem ecclesie successoribus
uostris. de tercia parte tocius pascui de cordelos. dono et
concedo uobis tertiam partem illius pascui que iacet cir-
APÉNDICES <19

ca illam uillam bti. iacobi que uocatus lidigus. ut ab hac


die habeatis et possideatis nos et omnes successores uc-
stri iure hereditario in perpetuum. Et faciatis de ea quic-
quid uestra fuerit uoluntas donando, uendendo. concam-
biendo cuicumque uolueritis. libere et quiete. Et hoc
meum factum semper sir firmum. Id uero aliquid etc....
Facta carta in oter de selas .VII. idus februarii.
Era .M.C.LXíIII. Imperante ipso adefonso Inperatore.
tboleto. legioni, galecie. castelle, naitire. saragocie. bae-
cie. et almarie. Et tunc dns. iacintus diaconus sce.
Romane ecclesie cardinalis celebrauit concilium aput
uallem ollit. cum dno. imperatore Adefonso. et cum filiis
eius Sancio et femando regibus et cum archiepiscopis,
iohane toletano. pelagio Cómpostell. et cum episcopis
totius imperii sui. et cum comitibus suis almanrrico et
poncio. atque baronibus suis.
Comes Almanrricus tenens baetiam conf.
Comes poncius maior domus imperatoris cf.
Grundisaluus de maranon alferiz imperatoris cf.
Didacus nuniz de Saldania tunc temporis maiorinus
in carrione et in Saldania. cf.
Johanes tolet. archieps. et hyspanie primas cf.
Martinas ouetensis eps. cf.
Johannes legión, eps. cf.
Petrus asturic. eps. cf.
Raimundus palent, eps. cf.
Comes Rudericus petriz cf.
Comes gunsaluus fernandiz cf.
Johanes petriz cf.
Petrus balzam maiorinus tunc temporis in legione.
Adrianus notarius imperatoris per manum iohannis
fernandiz cancellarius (Arcediano de Santiago) hanc
car tam scripsit.
(Inédito. Tumbo B, fol. 59).
70 APÉNDICES

NÚMERO XXVI

era MCXCiil. Santiago. Año de C. 1155.


11 de Septiembre.

D. Alfonso Vil dona al Cardenal compostelano, D. Miguel, la


iglesia de Tordellos, cerca de Saldaña.

In nomine domini, amen. Quanto diuiciis etc.... Qua­


propter Ego adefonsus dei gra. totius hispanie impera­
tor una cum uxore mea imperatrice dna. rica et cum
filiis meis Santio et femando regibus deo et ecclesie bti.
iacobi apostoli nobis dno. michaeli ecclesie cardinali, fa­
cio cartam donationis et textum firmitatis de illa eccle­
sia que antiquitus fuit in uilla tordellos. que modo de­
structa est. et ipsa ecclesia est in alfoz de saldania. et
iacet insta illam de lediguos que est hereditas ecclesie
bti. Iacobi. Dono et concedo uobis ipsam ecclesiam cum
suis dextris et cum omnibus decimis de omnibus heredita­
tibus de uilla tordebs. quod mando ut seruiat illa heredi­
tas illi ecclesie et iam dedi ecclesie per cartam. iacobi
bti. (sic). Et hoc facio uobis dno. Michaeli cardinali tali
conuenientia. ut faciatis illam ecclesiam et restauretis, et
eam in omnibus diebus uite uestre habeatis et possidea­
tis. post mortem autem ipsorum? relinquatis eam alicui
canonico ecclesie bti. Jacobi. cui magis uestra placuerit
uoluntas. Ita tamen ut annuatim ipse canonicus decem
morabitinorum mori (pro?) peccatorum meorum remissio­
ne ecclesie bti. iacobi et omni conuentui ut ipsi canonici
inter se diuidant persoluat. post mortem autem ipsiusi
APÉNDICES 71

ipso canonicus dimittat alteri canonico eiusdem ecclesie


et sic in infinitum procedat et hoc meam factum semper
sit firmum. Si uero aliquis etc... Facta carta in toldo .III.
idus Septembris.
Era M.C.LXXXX.III. eo anno quod dns. imperator
cepit andugar petrochi et Scam. eufemiam.... Imperante ipso
adefonso etc...

Comes barchilonie et santius rex navarro uasali im­


peratoris.
Comes almanrricus tenens baetiam cf.
Comes pontius maiordomus imperatoris cf.
Gutier Fernandiz conf.
Nunus petriz tenens Montor cf.
Gunsaluus de maranon alferiz imperatoris cf.
Comes rudericus petriz gallecie cf.
Reimundus palentinus eps. cf.
Comes gunsaluus fernandiz cf.
Didacus muniz de Saldania maiorinus in carrion cf.
Adrianus notarius imperatoris etc....

(Inédito. Tumbo C, fol. 183).


72 APÉNDICES

NÚMERO XXVII

era mc. Santiago. Año de C. 1158.


30 de Septiembre,

D. Fernando II confirma al Arzobispo D. Martín y á sus suce­


sores, el cargo de Capellán y Canciller mayor de los Reyes.

Qui regnum Hyspaniae conseruari et dilatari deside­


rant, consilium illis est, ut hyspanorum certum et specia­
lem patronum beatissimum Iacobum studeant habere
propitium. Huic studio ego Fernandus per Dei misericor­
diam legionendis sceptri Rex et beati Iacobi uexillifer
insistere satagens. Compostellanam gloriosissimi Iacobi
Ecclesiam in omnibus largitionibus et beneficiis auorum
atque parentum meorum in possessionibus, honoribus, di­
gnitatibus atque in omni iure suo semper integre conser-
uare et meis etiam donationibus ampliare et super omnes
ecclesias mei regni semper honorare promitto et statuo.
Ad presens uero mei patris inclyti imperatoris Ade-
phonsi uestigiis inherens atque donationem eius appro­
bans uobis dilecte pater Martine compostellane sedis
archiepiscope et fratrum uestrorum canonicorum con-
uentui, atque omnibus successoribus uestris Ecclesie
compostellane in perpetuum regalem Hyspanie can-
cellariam et capellaniam hereditario iure perenniter
habendam concedo et concessionem hanc huius sponta­
nei scripti pagina confirmo, presentibus personis eccle­
siasticis et secular ibus, uidelicet Ioanne archiepiscopo
bracarensi, episcopis Petro minduniensi et Viliberto uli-
APÉNDICES 73

siponensi, comitibus Pontio de Cabrera, Petro Ade-


phonsi de Asturiis, Ranemiro froilaci, Gundisaluo Fer-
nandici, maiorino Regii Palacii Aprili, potestatibus et
baronibus, Aluaro Roderici, Nunnone Periiz, Pelagio
Curuo atque aliis plurimis. Si quis contra hoc nostrum
scriptum facere, uel machinari aliquid inuentus fuerit
Dei et beati Iacobi offensam incurrat et cum filiis perdi­
tionis in inferno partem suam accipiat, uobis uel uoci
uestrae auri libras centum exsoluat; ipsius uero cancel­
larie et capellanie dominium in uestro uel uocis ue­
strae uere in e ternum maneat. Data pagina concessio­
nis et confirmationis Compostellae per manum Archidia-
coni cancellarii II kalendas octobris sub era MCX‘VI.

Ego fernandus Dei gratia rex legionensium chartam


quam fieri iussi propria manu roboro et confirmo.
Ego Ioannes bracaren, archiepiscopus confirmo.
Petrus aurien. episcopus conf.
Petrus Dei gratia uallibriensis episcopus conf.
Comes Pontius de Cabrera conf.
Comes Petrus Adephonsi de Asturiis conf.
Comes Ranemirus froilaci conf.
Comes Grundisaluus Fernandici cf.
Maiorino regii Palacii Aprili conf.
Aluarus Ruderici conf.
Pelagius Curuus conf.
Sancius Ioannis conf.
Ioannes Iustila conf.
Didacus Pelaici conf.
G-aufridus Deseas conf.
Petrus Bellus conf.
Pelagius celle novae abbas conf.
Fernandus Ebrandici conf.
Pelagius Toeragus conf.
Martinus Pelaici conf.
Anselinus conf.
Bernaldus Petrici conf.
74 APENDICES

Gruilielmus Oliuer conf.


Amarelus conf.
Fernandus Pandus conf.
lulianus Petrici conf.
Martinus Didaci coní.
Pinzam conf.
Petrus Sisnandici conf.
Ioannes Arias conf.
Petrus de Valeiron conf.
Cresconius Pinctus conf.
Martinus de Villanoua conf.
Froila Farreth conf.
Pelagius de uizu Ecclesiae beati Iacobi subdiaconus
notarius et proprio robore conf.
(Inédito. Tumbo B, fol. 142).

NÚMERO XXVIII

era mcxcvii. Sar. Año de C. 1159.


27 de Abril.

Donación del Arzobispo D. Martín á este Priorato.

Martinus ecclesie compostellane gratia dei archiepi-


scopus. et canonicorum conuentus dilecto fratri petro
martini priori et omni congregacioni Sce. Marie Saris
Salutem et dileccionem. Inter prelatos et subditos grata
uicissitudo permanet! cum et prelati subditis tam in
spiritualibus, quam in corporalibus misericorditer stu-
APÉNDICES 75

dent prouidere. et subditi prelatis similiter tam in spiri­


tualibus quam in corporalibus humiliter pergunt obedi-
re. Rei huius intuitu, sanctam uestram congregacionem
in protectione nostra nos suscipientes i in primis scri­
ptum quod uenerabilis pater noster .D. piissime recorda­
tionis archiepiscopus uobis fecitS perpetuo robore confir­
mamus. deinde in memoriale nostrum in ecclesia sce.
Marie de perros omnem possessionem quam ecclesia
beati iacobi ibi habere dignoscitur, preter regium ca-
racterem et ius pontificale, atque in ecclesia bti. iacobi
prehendam adefonsi pelagii integram, tam in portione
quam in septimana uobis et successoribus uestris in per­
petuum habendam canonice damus et concedimus. Ipsi
uero adefonso pelagii in omúi uita sua concedimus inte­
gre portionem unam refectorii nostri ut uiuat ex ea in
claustro uestro secundum consilium uestrum. Vos autem
recipitis me .M. archiepiscopum in abbatem congrega­
tionis uestre. et mihi obedientiam. fratribus meis cano­
nicis reuerenciam et honorem communi consilio et pari
assensu promittitis, ut secundum canonica instituta bti.
augustini et sce. religionis profectum, iuxta consilium
nostrum semper uiuatis et ordinetis, et nos similiter pro­
mittimus uobis quod semper uos conseruemus secun­
dum institutionem regule bti. augustini. in utilitatem
et potestate, ecclesie uestre. Hanc autem promissionem
tam pro uobis quam pro successoribus uestris. tam nobis
quam successoribus nostris deuote facitis, et in perpe­
tuum mansuram confirmatis, et nos similiter hanc dona­
tionem et promissionem nostram, uobis et succesoribus
uestris. pro nobis et pro successoribus nostris huius scri­
pti testimonio inuiolabiliter confirmamus...
Facta die V. kls. maii. Era .M.C.LXiVII.

(Original inédito.—Archivo de Sar).


76 APÉNDICES

NÚMERO XXIX

era mcxc... Montaos. Año de C. 1159?


16 de Septiembre.

Convenio sobre esta tierra entre el Arzobispo y Cabildo de


Santiago y el Conde D. Gonzalo Fernández de Traba.

Era .I.C.LXí (1) et qt. XVI. kls. octobris. Ego gun-


disaluus fernandi comes facio pactum et placitum in
marchis .CCCC. roboratum, uobis Martino ecclesie com-
post. gratia dei archiepiscopo et uniuerso eiusdem eccle­
sie canonicorum conuentui et omni uoce uestre super ter­
ram de montanos cum caractere et directuris suis. Hanc
siquidem terram ponitis mihi in pignore pro .CC. mar­
chis quas in presentí uobis presto ad seruitium incliti
dni. nri. Regis fernandi per suos terminos sicut ipsa
terra terminata est in testamento quod piissimus impera­
tor adefonsus fecit de ea uenerabili antecessori uestro
pelagio bone memorie archiepiscopo. hanc itaque terram
conceditis mihi ex integro in pignore pro predictis mar­
chis eo pacto quod non trahatis eam de hoc pignore in
uita mea. Ad obitum uero meum uel ad mutationem
nite terram uestram liberam et quietam in pace et sine
contentione uobis uel uoci uestre dimittam, et pro amo­
re gloriosi apostoli iacobi in remedium anime mee et
parentum meorum uos et ecclesiam uestram et omnem
uocem uestram ab omni debito pretaxate pecunie omni-

(1) En esta fecha debe faltar algún número.


APÉNDICES 77

no absoluam. Similiter faciam si contigerit me ire iero-


so limam uel honorem quod deus au er tat amittere. Si
uero de peregrinatione reuersus uel de expulsione resti­
tutus fuero perrecuperem omnem terram ipsam in iuri
meo. Et ego teneam terram illam in bona iustitia sicut
pater meus eam tenuit. Et querelas que ad uos delate
fuerinti secundum consilium et arbitrium uestrum
emendare. Et cum eadem terra uos et ecclesia uestra
contra omnes homines excepta regia maiestate semper
adiuuem.
Determinatum omne esse concedo quod quicquid
petrus cresconii archidcns. et successores eius in terra
illa habuerint in uestro, et uestri archidcni. iure inte­
grum permaneat. Si ego uel uox mea conuentionem
istam uiolauerimusi persoluamus uobis uel uoci uestro
CCCC marces argentei et scriptum maneat firmum.
Ego iam dictus comes gundisaluus hoc placitum mea
(manu) confirmo.

(Inédito. Tumbo C, fol. 96).


78 APÉNDICES

NÚMERO XXX

era MCLXXXXIX. Ciudad Rodrigo. Año de C. 1161.


13 de Febrero.

D. Fernando II manifiesta su propósito de establecer Sede


episcopal en esta ciudad, y da facultad al Arzobispo de
Santiago para instituir Prelado en la nueva Iglesia.

Catholicorum regum est officium loca sancta et ca-


thedrales personas diligere, ac uenerari. earumque incre­
mento et exaltationi intendere, possessionibus eas am­
pliare. et largis ditare muneribus. Huius igitur rei in­
tuitu. Ego fernandus dei gratia hispanorum rex.... facio
textum et scriptum donationis firmissimum! imperpe­
tuum permansurum, omnipotenti deo et sanctissime bti.
Jacobi ecclesie. uobisque uenerabili ac dilecto meo
domno femando eiusdem ecclesie electo, et uniuerso eius­
dem loci canonicorum conuentui presencium et futuro­
rum. uidelicet de omni eo quod et quantum in duitate
ruderici et in omnibus terminis eius tam intus quam
extra, ad ius pontificale pertinet! et pertinere debet.
Dono itaque deo et patrono nostro sco. Jacobo et prefa-
to electo domno femando totique eiusdem ecclesie....
canonicorum conuentui. et episcopo in memorata ciuita-
te a prelato compostellane ecclesie. et ab ipsa compo-
stellana ecclesia constituto uniuersum ius pontificatus
duitatis ruderici. Do et imperpetuum firmiter concedo
omnes ecclesias, infra muros et extra fundatas seu fun­
dandas. et monasteria edificata et edificanda. omnes que
ecclesias totius episcopatus iam dicte ciuitatis.
Omnes etiam clericos duitatis ruderici et totius sui
APÉNDICES 79

episcopatus! ipsius ciuitatis prelato ita liberos habendos


concedo, quatenus nullum forum, nullum seruicium. nul­
lam faciendam alicui faciant laico, et a nemine indi­
centur nisi a suo episcopo et eius uicario. Maiorinis et
sagionibus domorum et hereditatum clericorum, causa
pignerandi uel malum faciendi introitum omnino pro­
hibeo.
Volo etiam et concedo, ut prelatus duitatis ruderici in
omnibus regalibus et redditibus in ipsa ciuitate uel eius
terminis ad ius regium pertinentibus illud idem et tale
ius habeat, quod et quale auus meus pie memori e Comes
Raimundus Salamantine ecclesie contulit. Hanc igitur
donationem quam et iure et ratione dictante! et pro mea
et parentum meorum salute deo et beato iacobo. et
domno.femando eiusdem ecclesie electo, eiusque succes­
soribus facio! deo auctore confirmo, et firmam et stabi­
lem omni tempore permanere concedo. Siqua uero etc...
Facta donationis scriptura apud salamancam idus
februarii. Sub era .M.C.L.XiVIIII. Anno .1111. quo obiit
famosissimus imperator dns. Adefonsus. et cepit regnare
inclitus eius filius predictus Rex fernandus in legione.
Gallecia. et asturiis.

Ordonius salamantinus eps. conf.


Suarius cauriensis eps. conf.
Stephanus cemorensis eps. conf.
Iohannes legionensis eps. conf.
Fernandus astoricensis eps. conf.
Petrus ouetensis eps. conf.
Petrus minduniensis eps. conf.
Petrus auriensis eps. conf.
Comes poncius maiordomus Regis cf.
Comes Ramirus conf.
Comes aluarus conf.
Comes Petrus conf.
Comes fernandus conf.
80 APÉNDICES

Poncius de minerua conf.


Nuno fernandi conf.
Fernandas poncii signifer regis conf.

Ego petrus dictus infantinas notarius regis de mana


compostefiani electi dni. fernandi scripsi et conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 47).

NÚMERO XXXI

ERA MCLxxxxix. La Cortina. Año de C. 1161


13 de Junio.

D. Fernando II concede á esta Santa Iglesia la mitad del Bur­


go de Faro con la Iglesia de Santiago, según la había ya
dado D. Alonso Vil.

In nomine sancte et indiaidue trinitatis que a fideli­


bus in una deitate colitur et adoratur. Ego Ferdinandus
Dei gratia Rex hispanorum, uobis domino Fernando
compostellane ecclesie electo et uniuerso eiusdem cano­
nicorum conuentui omnibusque successoribus uestris ca­
nonice substituendis in perpetuum. Maiores et prodeces­
sores nostri reges et imperatores a quibus originem
duximus sanctam compostellanam ecclesiam ob meri­
tum et reuerentiam pretiosissimi apostoli lacobi patro-
APÉNDICES 81

nis nostri cuius ueneradissimum corpus in ea requiescit,


dilexerunt et uenerati sunt ac de propriis facultatibus
ac bonis Regis eam larga largitione locupletauerunt.
Accidit autem tempore patris mei magni imperatoris
Alfonsi celebris memorie, quod nouus portus in nouo
Burgo de Faro a quibusdam minus sapientibus nec ami­
cis ecclesie uestre nouiter est institutus, unde ecclesia
uestra, quam ciuitas iacturam substinebat et diminu-
tionem. Ego igitur rex Ferdinandus cupiens predecesso-
rum meorum bonis uestigiis inherere, amore omnipoten­
tis Dei, a quo bona cuncta procedunt et bmi. apostoli
Iacobi ob remedium anime patris mei et pro remissione
peccatorum meorum, dono uobis et iure hereditario con­
firmo in perpetuum medietatem Burgi de Faro ab inte­
gro cum cauto suo quomodo illud dedit et diuisit pater
meus et cum omni portaticu nauium tam francorum,
quam aliorum omnium et cum uoce et caracterio ipsius
Burgi, ut ab hac die dum mundus extiterit habeatis
uos et ecclesia bti. Iacobi, cui hoc donum offero, mediam
ut supra dictum est, partem Burgi illius cum integra
ecclesia sancti Iacobi, que ibi fundata est et cum supra
dictis et cum omnibus terminis et pertinentiis suis abs­
que ulla alicuius perturbatione et hoc meum scriptum
semper robur obtineat. Quod quicumque etc... Facta
est hec donationis carta apud Castrum Aliariz sub
era ICLX‘VIIII et quotum idus iunii.

Ego Ferdinandus Dei misericordia rex hoc scriptum


quod fieri i ussi propria manu roboro et confirmo.
Ego comes Pontius de Cabreira maiordomus Regis
confirmo.
Ego comes Aluarus de Grallecia conf.
Ego comes Fernandus Grunsalui conf.
Ego comes Rudericus Aluari conf.
Ego comes Gungaluez conf.
Ego Nunus Fernandi conf.
Fernandus Oduariz conf.
Tomo IY,—6.
82 APÉNDICES

Ego Ioannes Aria de Castella conf.


Ego Fernandus Pontii alferiz Regis conf.
Ego Vélaseos Menendi de Limia conf.
Ego Petrus auriensis episcopus conf.
Ego Ioannes lucensis eps. conf.
Ego Pelagius abbas Cellenouae conf.
Ego Garsias abbas de Vrsaria conf.
(Tumbo A, fol. 47 vuelto).

NÚMERO XXXII

ERA MCC. Coria. Año de C. 1162.


6 de Febrero.

D. Fernando II dona á la Iglesia compostelana la ciudad


de Coria.

Catholicorum est regum ac principum loca sca. et


dei ecclesias u ener ari. defendere, honoribus ditare, mu­
neribus largis et beneficiis ampliare. Eapropter ego Fer­
nandus dei gratia Rex hispaniarum. scissimo. apio. Ja-
cobo patrono et protectori nostro, et uobis dno. petro
eiusdem ecclesie procuratori et epo. minduniensi pro
remedio peccatorum meorum patris mei imperatoris
adefonsi nobilis memorie et ceterorum a quibus originem
duxi per huius seriei paginam firmissimam dono et per-
henniter concedo cauriam ciuitatem antiquam quam
APÉNDICES 85

memoratus pater meus magnus imperator Adefonsus de


manu et potestate paganorum eripuit et adquisiuit.
cuius ciuitatis pars tercia ad ius et dominum ecclesie
compostellane spectare dignoscebatur! quemadmodum
in scripto patris mei continetur. Dono itaque bto. iacobo
et uobis dno. Pfetro) electo et omnibus archiepiscopis
compostellane ecclesie canonice substituendis prefatam
urbem possidendam imperpetuum cum omnibus terminis
et prestationibus ipsius nouissimis et antiquis! imperpe­
tuum (1). Si quis tamen etc... Facta karta donationis
apud athenciam.
Sub era .I.CC. et quotum .VIII. idus februarii.

' Ego rex Fernandus conf.


Ego comes Amalricus conf.
Ego comes Ramirus cf.
Ego Poncius de minerua tenens turres legionis cf.
Ego Nunus petri cf.
Ego Aluarus petri cf.
Ego comes uelascus de portug. cf.
Ego Johannes toletanus archieps. conf.
Ego Johannes legionensis eps. conf.
Ego Johannes lucen sis eps. cf.
Ego Raimundus palentinus eps. cf.

(1) «Totam et integram cum terminis suis castellis omnibus nouissimis


et antiquis cum Regalibus omnibus.> (Así una copia datada en Medinaceli,
Febrero de 1163, Tumbo B, fol. 122). En este ejemplar firman, además:
«Comes Nuno.—Gunzalus de Maranon.—Gunzaluus roderici.—Guillelraus
secobiensis eps,—Sanctius auilensis eps.—Petrus burgensis eps.—Petrus
dei gra. minduniensis eps. et compostel. electus et maiordomus Regis.—
Ordonius salamant. eps.—Fernandus asturicensis eps.—Gunzaluus oueten.
eps. —Petrus aurien. eps.—Suarius caurien. eps.—Comes fernandus.—Pe­
trus petriz.—Comes Aluarus.—Fernandus roderici.—Donus Aprilis.—Ego
Petrus dictus infantinus notarius regis per manum roderici fernandi dni.
regis cancellarii.»
84 APÉNDICES

Ego Johannes oxomensis eps. cf.


Ego cerebrunus sogontinus eps. cf.
Ego Stephanus cemorensis eps. cf.

(Inédito. Timbo A, fol. 48).

NÚMERO XXXIII

ERA mcc. Sar. Año de C. 1162.


21 de Agosto.

El Cabildo de Santiago vende cuatro agros á este Priorato.

In nomine patris et filii et sps. sci. amen. Notum est


quod sanctissimus alexander sce. Romane ecclesie pap­
pa. idoneos suos clericos, uidelicet magistrum teudinum
atque leonem, causa uisitandi et consolandi in yspaniam
ad regem dnm. fernandum et ad omnes yspaniarum
ecclesias! miserit. Quibus uisitatis et consolatis! mandato
ipsius dni. regis ad compost. ecclesiam peruenerunt.
Ipsis uero honeste receptis! compostel. conuentus cele­
brato communi consilio omnes unanimiter statuerunt ut
per supradictos uenerabiles sce. Romane ecclesie uiros
aut per se. ut rei euentus exigebat, eidem pape. Alexan­
dro suo singulari patri et domino! aliquid donum in si­
gnum obedientio et sincere deuotionis transmitterent.
Quod cum plene facere non possent, de rebus sue eccle-
APÉNDICES 85

sie uendere communiter statuerunt. Qua de causa con-


uocato sarense priore et sue ecclesie conuentu. conuene-
runt insimul ut quosdam agros sci. Jacobi prope mona­
sterium Saris adiacentes a se compararent, quod sarensi-
bus placuit et emerunt.
Eapropter. Nos omnes ecclesie bti. Jacobi canonici
uidelicet. Decanus. Cantor. Archidiáconos. Kardinales.
et omnis compostel. ecclesie conuentus cum consensa
archiepi. dni. Martini et epi. mindoniensis dni. Petri
cum omni uoce nostre ecclesie facimus textum scripture
firmitatis, et kartulam uenditionis in perpetuum ualitu-
rami uobis dno. Petro ecclesie sce. Marie Saris priori, et
omni eiusdem ecclesie regulariter canonicorum conuen-
tui cuncteque uoci uestre. De quator nostris' agris qui
iacent inter uillam Sci. Jacobi et monasterium uestrum.
Vnum agrum dicunt de saellas qui iacet ad illam incru-
celatam, uidelicet inter uiam que uadit ad uelegiam! efc
uiam qua itur ad abellariam et ad Sar. Et alius ager
iacet iunctus cum ipso iam dicto de saella et ex alia
parte fert de testa in agrum de panizaks et ex alia in
uia de uelegia et inferius in agro uestro quem uobis dedit
martinus curialis qui est super uillam de abellaria. Etiam
tercius ager qui dicitur de aona jacet similiter iuxta
ipsum de Saellas. et inter istum et illum de Saellas est uia
que uenit ad abellariam et ad Sar. et concluditur undique
per suos uallos. Et quartus ager qui dicitur cortina jacet
subtus inter istum qui dicitur de aona! et illum, qui
dicitur de bauzoa. Hos siquidem quatuor agros superius
iam determinatos quos ecclesia sci. iacobi quiete hacte­
nus possedit cum omnibus terminis suis et directuris uo­
bis et successoribus uris, ab integro uendimus atque
perhenniter sarensi ecclesie sponte concedimus pro pre­
tio .XX. marcharum boni argenti quas a uobis recepi­
mus. et eas cum aliis dno. Pape transmittimus quod no­
bis et uobis satis complacuit et de precio apud uos nicliil
remansit in debito ad soluendum. Amodo igitur et dein­
ceps habete eos, possidete uendite uel donate et ex eia
m APÉNDICES

omne uelle urm. facite per cuncta seculorum secula. Si


uero aliqua etc....
Facta uenditionis scriptura .XIII. kls. septembris.
Era M.CC.

Ego Mar tinus compost. archieps. conf.


Petrus stephani archidcns. cf.
Ego Petrus pardus ecclesie bti. Jacobi dei gra. deca­
nus cf.
Ego Petrus (1) gundisalui ecclesie bti. Jacobi cantor cf.
Johannes dei gra. ecclesie bti. Jacobi archidcns.
cf. etc....
Fernandus dei gra. Rex hispaniarum hanc propria
manu cartam roboro et cf.
Petrus dei gra. minduniensis eps. cf.
Magister Petrus suarii cf.
Anricus canonicus compost. cf. etc...
Johannes legionensis eps.
Pelagius cardinalis clericus notuit.

(Inédito. Tumbo C, fol. 91 vuelto).

(1) Léase: Pelagius,


APÉNDICES 87

NÚMERO XXXIV

era mccii. Sobrado. Año de C. 1164.


19 de Diciembre.

Donación del Arzobispo D. Martín ó este Monasterio.

In nomine sce. et indiuidue trinitatis patris, et filii


et sps. sci. amen. Episcopali officio interesse dignoscitur
religiosos uiros et loca eorum diligere, fouere. atque
protegere, et ipsorum utilitatibus non in spiritualibus
tantum uerum etiam in temporalibus prouidere. Quod
perpensius attendens ego Martinus dei gratia compo-
stellane ecclesie archiepiscopus communi canonicorum
meorum assensu per annos singulos preberi decreui
ecclesie bte. marie de superaddo III marchas argenti de
archa gazofilacii bti. iacobi quando aperitur circa fe­
stum sci. andree in necessarios usus Xpi. pauperum pro­
futuras, etc....
Facta scripti pagina die XIIII Kls. ianuarii sub
Era MCCII regnante rege dno. femando in legione
asturiis et galletia.

Ego martinus dei gratia ecclesie compostellane ar­


chiepiscopus hoc scriptum proprio signo confirmo.
Petrus dei gratia iacobitane ecclesie decanus confir­
mat.
Ego bernardus cardinalis confirmo.
Ego arias cardinalis cf.
88 APÉNDICES

Pelagius gundisalui ecclesie bti. iacobi cantor cf.


Petrus arnaldi canonicus cf.
Pelagius infans canonicus cf.
Petrus uele ecclesie bti. iacobi canonicus cf.
Ranemirus pelaez canonicus cf.
M. gosteus canonicus diaconus cf.
Michael alfonsi canon, cf.
Iohannes dei gratia ecclesie bti. iacobi archidiaconus
conf.
Petrus stefani archidiaconus cf.
Ego petrus iudex cf.
Magister petrus diaconus dni. archiepiscopi cancella­
rius cf.
Ego petrus prepositus cf.
Petrus martini cardinalis cf.
Petrus guillelmi subdiaconus canonicus cf.
Pelagius canus regis fernandi cancellarius cf.
Martinus martini canon, cf.
Ego petrus de ponte notarius regis cf.

(Inédito. Tumbo de Sobrado, t. II, fol. 15).


APÉNDICES 89

NÚMERO XXXV

era mcciii. Tierra de Deza, Año de C. 1166.


3 de Septiembre.

D. Fernando II concede á la Iglesia compostelana la Tierra


de Dexa en desagravio de Jas injurias que había consenti­
do que se le hiciesen con motivo de la aversión que toma­
ra al Arzobispo D. Martín.

Quoniam ea que uisibus suiecta sunt, humanisque


usibus profuturaí a summo rerum omnium creatore sunt
creata, et nobis gratis donata, dignum est ergo ut omni­
potenti deo de rebus et facultatibus suis super quas nos
constituit dispensatores, aliquid aliquando offerentes
reddamus, et qui nos de matris utero nudos egredientes
super centum talenta et amplius constituid saltim unum.
saltim ei semel curemus offerre cum omni humilitate et
deuotione. Si enim qui gratis accepimus, gratis reddere
iubemur omni petenti i multo magis tenemur dare ei qui
nos ex nichilo fecit ad imaginem et similitudinem suam,
et a quo et per quem omnia possidemus. Quocirca ego
Fernandus Hispaniarum rex magni Imperatoris Adefon-
si et Imperatricis Berengarie filius, recognoscens me.
erga ecclesiam bmi. Iacobi apostoli minus pie habuisse
ob iram et indignationem que menti mee inerat aduer-
sus domnum Martinum archiepiscopum cuius causa pre-
fate ecclesie damna amissionis et alienationes in parte
non modica fieri substinueram, et sic ob odium persone
jacturam tante ecclesie passus fueram, in partes ue-
90 APÉNDICES

niens Gallecie hoc delictum taliter curaui emmendare,


et bto. Iacobo apostolo, cuius sacratissimum corpus in
memorata compostellana quiescit ecclesia, per hoc satis­
facere. Dono itaque bto. Iacobo apostolo, uobisque do­
mino Petro episcopo mindoniensi ecclesie compostella-
ne procuratori et canonicis ipsius, omnibusque archie-
piscopis.... hereditario iure firmiter et perpetuo haben­
dam et possidendam totam illam terram meam, quam
uocant Deciam, per omnes suos terminos nouissimos et
antiquos, cum iure regio et regalengo, cum omni uoce
et caracterio totius terre ipsius, imprimis quomodo
diuidit ipsa Decia cum Castello Giriae, ultra castrum
Biti, quod castrum continetur infra terminos Giriae, et
inde quomodo diuidit cum Taueirolos, et inde quomodo
diuidit cum Montibus, deinde quomodo diuidit per Gusan-
cam, et inde quomodo diuidit cum Decione, et inde quo­
modo diuidit per Camba, et clauditur per flumen Arnego,
et inde quomodo diuidit cum Ventosa per pontem illum
de Cadrone, et inde cum insula de Laonio, et inde quo­
modo diuidit cum terra uestra de Filoño. Quicumque
uero etc...
Facta est hujus donationis scriptura sub era .ICCIIL
et quotum nonas kalendas septembris eo tempore quo
comes Nuno Castelle fugit de Medina de Riuo Sicco
ubi tenebatur obssessus a rege domino Ferdinando amis­
so spolio et militibus suis partim ibidem interfectis, par-
tim fugatis in qua hora magnum ostendit Dominus mi­
raculum ipsi Regi meritis et interuentu gloriosi apo­
stoli Iacobi.

Ego rex fernandus conf.


Ego comes aluarus gallecie conf.
Ego comes Petrus in asturiis cf.
Ego comes Ramirus in terra legionensi cf.
Ego comes fernandus gunzalui de gallecia cf.
Ego Rudericus aluariz cf.
Ego Gómez gunzalui de gallecia cf.
ÁfrálíDlOBS 91

Ego Petras munincicf.


Ego Fernandas oduarii cf.
Ego Johannes arie cf.
Ego Johannes legionensis eps. cí.
Ego Stephanus zemorensis eps. cf.
Ego Fernandas astoricensis eps. cf.
Ego Gonzaluus ouetensis eps. cf.
Ego Johannes lucensis eps. cf.
Ego Petrus auriensis eps. cf.
(Este privilegio fué renovado por el mismo D. Fer­
nando en Salamanca á 31 de Diciembre de 1165, siendo
aún Administrador el Obispo de Mondoñedo. El contex­
to de este último privilegio varía algo de el del primero,
pero no en lo substancial. En aquel subscriben: Suarius
caurien. eps.; Comes Aluarus in Sarria; Aluarus Rodé*
rici tenens turres legionis; Petrus Balzam; Vasco Melen-
diz).—(Tumbo B, fol. 70).,
(Inédito. Tumbo A, fol. 48).

NÚMERO XXXVI

era MCCiII. San Juan da Coba. Año de C. 1165.


10 de Diciembre.

D. Martín, Arzobispo de Santiago, en unión con su Cabildo,


hace donación ó Diego, Prior de San Juan da Coba, de la
ermita de San Sebastián en la isla de Lojo, (hoy la Toja).

Martinas dei gra. compostel. ecclesie archieps. Et


conuentus canonicorum dilectis fratribus, didaco priori,
et relique congregationi ecclesie sti. iohannis de fouecV,
92 APÉNDICES

salutem. Orationis sancte studio insistere, set aspere


paupertatis angustia grauari uos attendentes (ut) in ora­
tione simus participes paupertati aliquantulum subueni-
re decreuimus. Itaque communi consilio et pari assensui
Vobis et successoribus uestris in perpetuum donamus et
concedimus hermitam illam que in terra sce. marie de
lanceata iacet. loco certo in insula uocitata luxo, ad focem
humie. iuxta ogroue. et inter uillarinum et castrelum. que
hermita uocatur scs. sebastianus de luxo. Hanc igitur
hermitam cum omnibus suis bonis et directuris intus et
extra per suos terminos et diuisiones antiquas, integre
uobis et uoci uestre donamus, et donationem nostrami
huius scripti pagina confirmamus, ut ab hac die et
deinceps libere et quiete possideatis, euo perhenni et
seculo cuncto. Siquis ulterius etc....
Facta die .1111. nonas decembris. Era .M.CC.III.

Ego martinus dei gra. ecclesie compost. archieps. hoc


scriptum proprio signo cf.

(Inédito. Turnio D de Santiago, fol. 182).


APÉNDICES 93

NÚMERO XXXVII

ERA mccvi. Maestro Mateo. Año de C. 1168.


23 de Febrero.

D. Fernando II otorga al Maestro Mateo una pensión vitalicia


sobre la parte que le pertenecía en la Moneda de Santiago.

In nomine dni. mei Jesu Christi. Amen. Majestati re­


giae conuenit eis melius prouidere, qui sibi noscuntur
fidele obsequiem exhibere, et illis praecipue, qui Dei san­
ctuariis et locis indesinenter obsequium probantur impen­
dere. Eapropter ego Fernandus Dei gratia hispaniarum
Rex ex amore Omnipotentis Dei.... et ob reuerentiam
Smi. Jacobi, patroni nostri piissimi pro munere dono
et concedo tibi magistro Matheo, qui operis praefati
Apostoli primatum obtines et magisterium in uno quo­
que anno in medietate mea de moneta Sci. Jacobi refe­
ctionem duarum marcharum singulis hebdomadibus et
quod defuerit in una hebdomada suppleatur in alia, ita
quod haec refectio ualeat tibi centum morauetinos per
unumquemque annum. Hoc munus hoc donum do tibi
omni tempore uitae tuae semper habendum quatenus et
operi Sci. Iacobi et tuae inde personae melius sit, et qui
uiderint praefato operi studiosius inuigilent et insistant.
Facta karta apud scm. Jacobum VIII kls. Martii
94 APÉNDICES

Era .MCCVI. Regnante Rege dno. Fernando Legione,


Extremadura Grallecia in Asturiis.
Ego dns. F. Dei gratia hispaniarum Rex hoc scri­
ptum quod fieri jussi proprio robore confirmo.
(Noticias de los Arquitectos y Arquitectura de España, por el Excelentí­
simo Sr. D. Eugenio Llaguno, ilustradas y acrecentadas por D. Jlian Agus­
tín Cean Bermúdez, Censor de la Academia; 1.1, Documentos, número XX,
página 252).

NÚMERO XXXVIII

ERA MCCVI. Noya. Año de C. 1168.


6 de Abril.

D. Fernando II concede facultad al Arzobispo electo de San­


tiago, D. Pedro II, para construir un puerto en Santa Cris­
tina de Hoya, á orillas del Tambre (Santa Cristina de
Barro).

In nomine sancte et indiuidue Trinitatis, que a fide­


libus in una Deitate colitur et adoratúr. Ea que a regi­
bus siue principibus ecclesiasticis et locis uenerabilibus
(dantur) litterarum testimoniis et notulis sunt exprimen­
da, ne postmodum longo tractu temporis obliuioni tra­
dantur. Noscat igitur presens e tas et futura quod ego
fernandus Dei gratia rex hispanorum amore Omnipo­
tentis Dei et Sanctissimi apostoli Iacobi capitis et pa-
APÉNDICES 95

troni nostri, dono et concedo nobis fideli meo domino


Petro electo compostellano ut nouum burgum et por­
tum edificetis et instituatis in terra sancti Iacobi, ter­
ritorio Sancte Xristine de Noya in ripa fluuii Tama-
ri ad honorem Dei et ecclesie predicte, que uos in pa­
trem et pastorem elegit. Hic autem burgus siue por­
tus de caetero Totum Ionum ab omnibus uocitetur, et
taliter instituo burgum, ut omnes ciues composteliani
et quicumque ibi habitauerint, aut proprias domos ibi
habuerint nullum ibi reddant pedagium, sed ut est con­
suetudo, ñaues suum reddant portaticum et usitatum
pedagium. Similiter et extranei juxta morem et ritum
aliorum portuum. Totus burgus sit uester siue uilla,
sicut compostellana ciuitas/et omnium successorum ue-
strorum in perpetuum. De portaticu uero nauium medie­
tatem parti mee regie et mihi soli retineo, promittens
et statuens, quod nulli umquam alii persone, non co­
miti, non militi, sed tantum mihi retineo et conseruabo.
Et hec mea medietas numquam transferetur ad alios,
nisi ad uos aut successores uestros. Statuo etiam et
mando populari burgum ad forum Compostelle , ut
omnes in eo habitantes ita uiuant et uobis cunctisque
archiepiscopis Sancti Iacobi respondeant, sicut et ciues
composteliani. Adjicio etiam quod a Faro usque ad hunc
portum, quem Totum bonum uocamus, et ab hoc portu
usque ad sanctam Mariam de Lanceatam uel etiam us­
que ad Latronem, non sit illa praua consuetudo naufra­
gii, qua omnes naufragi et nautae, et ñaues, et omnes
res dominis terrae in aliis locis et portibus reddere co­
guntur; sed nauis aliqua ueniens ad portum sancti Iaco­
bi si infra terminos assignatos naufragium et periculum
passa fuerit, et nauis et res omnes absque diminutione
et inquietatione suorum sint dominorum, si maris tem­
pestatem euadere poterint. Hoc sit tamen de nauibus,
que ad portum Apostoli uenerint, non de aliis. Hoc
etiam adjungo, quod omnes incole et habitatores burgi
illius memorati sint uassalli uestri et archiepiscopi com-
96 APÉNDICES

postellani, et numquam alterius. Hoc ego facio ad re­


staurationem portus Apostoli. Quod quicumque infringe­
re uel perturbare temptauerit, iram et indignationem
Dei et beati Iacobi cum excommunicatione incurrat et
regie majestatis reus teneatur, et perpetuum exilium
et suorum omnium amissionem patiatur, et haec carta
semper robur obtineat, que facta est in urbe lucensi,
sub era MCCVI. et quotum V idus aprilis, regnante
rege domino ferdinando Legione, Extremadura, G-alletia
et Asturiis.

Ego fernandus dei gratia Rex hispanorum hoc scri­


ptum quod fieri iussi proprio robore confirmo.
Iohannes lucensis eps. cf.
Petrus auriensis eps. cf.
Iohannes legionensis eps. cf.
Gonzaluus ouetensis eps. cf.
Fernandus astoricensis eps. cf.
Stephanus zamorensis eps. cf.
Petrus salamantinus eps. cf.
Comes urgellensis maiordomus Regis cf.
Comes poncius dominans in legione cf.
Comes petrus dnans. in asturiis.
Comes Ramirus dnans. in beriz cf.
Comes Rodericus in Sarria cf.
Ramirus poncii signifer regis cf.
Suarius cauriensis eps. cf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 48 vuelto).
APÉNDICES 97

NÚMERO XXXIX

ERA MCCVI. Santiago. Año de C. 1168.


10 de Julio.

D. Fernando II dona á esta $anta Iglesia la villa de Cuntís y


cinco iglesias más en cambio de la ciudad de Coriaa

Quoniam mundus et ea que sub celo sunt a regibus


et imperatoribus secundario reguntur: non est rationi
contrarium ut per ipsorum prouidentiam et potestatem
res mundane aliquando commutentur uel in concam-
bium ueniant. Inde siquidem est quod Ego fernandus
dei gratia Rex hispanorum adefonsi magni imperato­
ris et berengarie imperatricis filius proprio animo et
uoluntate spontanea hoc scriptum concambiationis fieri
mando uobis dno. Petro compostellane ecclesie secundo
arcliiepo. uestrisque successoribus canonice substituendis
imperpetuum, de ecclesia sce. marie de caldas de contines
et de toto meo regalengo quod ibi habeo uel habere
debeo ubicumque illud possit repperire. cum omni uoce
et caracterio terre illius, cum aliis sex ecclesiis uidelicet
sco. u er eximo de arcus (Arcos), sco. michaele de causello
(Couselo). seo. mámete de uimarei (Guimarey). sco.
felice de festucas (Estacas), sea. maria de truanes
(Troans). et cum omnibus illis per que iste ecclesie
continuantur, cum uelegia (Vea), ut iste ecclesie omnes
amodo et usque in sempiternum de iure sint et domi­
nio uestro et ecclesie bti. iacobi absque ulla alicuius
Tomo IV,—7.
98 APÉNDICES

perturbatione....pro cauria ciuitate quam ego ipse uo-


bis archiepe. dne. petre et ecclesie bti. iacobi iure here­
ditario donaueram et legitimo scripto confirmaueram.
adtendens et considerans fidelitatem uestram et obse­
quium quod milii a puericia semper exhibuistis. Hanc
autem urbem ego ob remedium anime mee militibus tem­
plum xpristi donaui. et uobis et ecclesie uestre de pre-
dicta complacuit commutatione. Siuero imposterum etc...
Facta est hec commutationis et concambii scriptura
apud alcantaram de ceyfe. Era .I.CC.VI. et qt. VI.
idus Julii.
Ego hermengaudus comes urgelli maiordomus dni.
regis conf.
Ego Carsias romeu comendator in cephinis ex parte
ierosolimitani templi cum fratribus templaribus coni.
Ego didacus fernandi de castro roda coni.
Ego Garsias r a miri alferici regis conf.
Ego Grunzaluus ouetensis eps. conf.
Ego petrus salamantinus eps. conf.
Ego dominicus electus duitatis roderici conf.
A 31 de Octubre del mismo año, D. Fernando, estan­
do en León, confirmó de nuevo este privilegio.
Subscriben: Johannes legión, eps.
Fernandus astor, eps.
G-unzaluus ouet. eps.
Stephanus cemor. eps.
Petrus salam. eps.
Johannes luc. eps.
Petrus aur. eps.
Dominicus calabriensis eps.
Comes Petrus dnans. in asturiis.
Comes Ramirus in Beriz.
Comes Rudericus in Sarria.
Petrus compost. ecclesie magister scholarum. Cancel-
APÉNDICES I 99

larius Regis. Pellagius guterri notarius. (Tumbo B,


íol. 186 vuelto).
(Inédito. Tumbo A, fol. 48 vuelto).

NÚMERO XL

era Mccvixi. Santiago. Año de C. 1169.


80 de Jnlio.

Estatuto del Cabildo compostelano en favor de los Preben­


dados que se dedicaban al estudio.

Contra non mansionarios.

Ecclesiastice maiestati. uiris ecclesiasticis inuigilare.


quanto magis est neccessarium, tanto deuotius insisten­
dum. Et quoniam Ecclesie status per litteratos et sa­
pientes. qui bonis moribus luceant, obtime conseruatur.
dignum est. In quantum possibilitatis (posibilitas?) patitur
nonnullas que studiosis et liberalibus Ecclesiarum filiis
neccesitates aduersantur, auerti. Sunt enim plures qui
licet studendi propositum integro animo gerunt, tamen
paupertatis mole depressi, id ad quod spirant aspirare
non possunt. Inde fit ut nonnumquam uirtutis intentio
langueat, ubi nouerca liberal itatis inopia, exercitium ue-
tat. Eapropter nos Ecclesie compostellane Canonici plena
cum deuotione de statu nostro deliberantes disciplinam
100 APÉNDICES

colendam. Judicauimus, nostrisque fratribus qui studia


bonarum artium uellent amplecti de comuni nostro sine
grauamine prouidere studuimus.
Impetrato itaque liberali ac denoto assensu pii Pa­
tris nostri archiepi. dni. Petri secundi. Statuimus pari­
ter et scripture testimonio decreuimus confirmandum
ut clerici de canonica nostra nostrates et Ecclesie nostre
mansiónarii ad studium litterarum anelantes dum iuxta
terminum sibi a capitulo constitutum in liter ature, stu­
diis honeste manserint ubicumque de mense nostre de­
nariis quos de honore altaris tantummodo ad uitum
comunem constiterit pertinere, equalem semper cum
aliis in Ecclesia manentibus percipiant per suos uicarios
portionem, quatinus ex parte uicta inopia, ad colendam
disciplinam promptiores intendant et tamquam in feli­
cem embolam missi uirtutis cultum moribus expeditis
excipiant. Sic enim Ecclesia nostra in melius crescens
tanquam mater de filio sapiente letabitur, et cum boni
heredes successerint! integritatis sue non mutilabitur
status.
Atque hoc solummodo de mansionariis nostris qui
nobiscum portare solent pondus diei et estus dum pro
facto isto nec ecclesiae uel nobis detrimentum neque
quod modicum omnibus uitandum est cum emerserit
scandalum sub hac prouida et salubri contemplatione
decernimus obseruandum. Nan quicumque alius uel gra-
uitate potentie sue. uel generis elatione seu per ali­
cuius potentis preces porrectas seu per cauillationem
aliquam super hac dispensatione littigans tam legiti­
mam et neccesariam institutionem perturbare attempta-
uerit. uidelicet ut sicut unus de mansonariis nostris pre-
dictam gratiam misericordie et honestatis impensam
sibi usurpare non minus imprudenter quam impudenter
contendat, a societate nostra alienum, et Ecclesie nostre
benefficio omnino priuatum se sentiat. Insuper etiam
excellentis dni. nri. Petri archiepi. auctoritate et confir­
matione excommunicatum sese cognoscat.
APÉNDICES 101

Si qui uero de nostris quod absit uoluntate laxius


discurrendi ymaginariam studendi occasionem proten­
derint, quam cito auditi fuerint minus honeste in absen­
tia conuersari, per litteras capituli a studio simulato
reuocandos censemus, et si ad primam uocationem redi­
re distulerint, statim predicto priuandos indicamus be-
nefficio quousque de eis iuridica relatione honestam
uitam et ad studendum solicitam intentionem cogno­
scamus.
Vtque hoc nostrum sine liuoris macula statutum
perpetuo robore maneat inconuulsum, scripti presentís
paginam subscriptionibus propriis in testimonium obser-
uationis communimus. Facta scripture serie .III. kls.
augusti. Sub Era M.CC.VII. per eminentem auctorita­
tem et confirmationem benigni patris nostri Archiepi­
scopi dni. Petri secundi.

(Inédito. Constituciones, fol. 2, lib. II.— Tumbo B, fol. 43 vuelto.—Am­


bas copias están plagadas de erratas). '
102 APÉNDICES

NÚMERO XLI

era mccviii. Santiago. Año de C. 1170.


18 de Marzo.

D. Fernando II dona á esta Iglesia el castillo de Cedofeita,


cerca de Pontevedra, rescatado prodigiosamente de ma­
nos de los portugueses.

In nomine domini nostri Xpisti. amen. Inter cetera


que regiam maiestatem decorare uidentur summa et
precipua uirtus est sea. loca et religiosas personas dili­
gere ac uenerari et eas largis ditare muneribus atque in
prediis et possessionibus ampliare, et ea precipue que
scorum. reliquiis corporum insignita esse dignoscuntur.
Hinc est quod ego dominus Fernandas Dei gratia Hí­
spame Rex ecclesiam compostellanam, que gloriosissimi
patroni nostri apostoli Iacobi corpore decorata est toto
mentis affectu uenerari desiderans, do eidem ecclesie et
uobis dilecto meo domino Petro iam dicte ecclesie reue-
rentissimo archiepiscopo et omnibus successoribus ue-
stris castellum de Qitofacta per terminos suos nouissimos
et antiquos cum omni suo regalengo et honore et terri­
torio septem ecclesiarum et cum iurisdictione et reue-
r enti a monasterii Sancti Iohannis de Podio et monasterii
sancti Saluatoris de Lerce, uidelicet quomodo diuidit per
cacumen montis de Custodiis et inde per cacumen montis
de Castroite et inde quomodo ferit per saltum de Olidi, et
inde per montem de Bazar et inde per sanctum Iohan-
APÉNDICES 103

nem de Rayno, et inde quomodo diuidit de térra de illa


Fraga, et inde quomodo intercluditur peí' flumen Lerce,
et ferit ibi... ob remedium anime mee et parentum meo­
rum necnon intuitu miraculi, quod in offesione comme­
morati castelli beatissimus apostolus Iacobus nobis diui-
nitus reuelauit. Cum siquidem sepe dictum castellum
ab hoste meo Rege portugalensi nostris incautis capere­
tur, nos, congregato exercitu, idem castellum obsedimus.
(Quo in loco, quoniam pro bonis bona reddere iubemur,
et fidelitatis atque accepti obsequii memores esse debe-
musí a uobis ipso archiepo. et a toto populo compostel-
lano deuotissimum et magna laude dignum seruicium
accepimusi et quod dignum est admirabili relatione
beatus apostolus iacobus quibusdam de plebe tua digna­
tus est apparere. Quid plura?) (1). Cae teram superu emen­
tibus imbribus ac tempestate castellum expugnare nobis
non licebat, at gratia diuina nobis non defuit. Nam qua­
dam obscurissima nocte turris castelli fulmine percussa
cecidit, omnes sagitarios interfecit, militesque ita terruit
ac perturbauit, quod sequenti die castellum sine uulnere
et lesione nostrorum intrauimus. Quod ideo celitus conti­
gisse credimus, quia multis ante in somniis eo modo quo
contigit, r eu elatum est. Si quis etc...
Facta carta Compostelle XV kalendas aprilis.
Era .MCCVIII. Regnante eodem famosissimo rege
domino Fernando Legione, Extrematura, Gralecia et
Asturiis.

Ego dominus Fernandas Dei gratia Hispaniarum Rex


hoc scriptum quod fieri iussi proprio robore confirmo.
Iohannes legionensis episcopus conf.
Gundisaluus ouetensis episcopus conf.
Fernandus asturicensis episcopus conf.
Steplianus cemorensis episcopus conf.

(1) Este paréntesis está tomado de la copia inserta en el Tumbo A, fol. 51,
104 APÉNDICES

Petrus salamantinus episcopus conf.


Iohannes lucensis episcopus conf.
Petrus auriensis episcopus conf.
Petrus cauriensis eps. conf.
Dominicus calabriensis eps. conf.
Comes Urgellensis maiordomus Regis conf.
Comes Petrus dominans in Astur iis conf.
Comes Ranemirus in Beriz conf.
Comes Rudericus in Sarria conf.
Fernandus judicis tenens turres Legionis conf.
Aluarus Ruderici conf.
Gómez Gundisalui tenens Transtamaram conf.
García Ramírez signifer Regis.
Ego Petrus de Ponte domini Regis notarius magister
scolarum Cancellarius feci scribi et confirmo.
(Tumbo B, fol. 193.—Esta copia (como todas las de este Tumbo) está
autorizada por los Notarios Andrés Pérez y Alonso Yáñez, que la sacaron
del original en el año 1326).
APÉNDICES 105

NÚMERO XLII

era mccviii. Santiago. Año de C. 1170.


25 de J alio.

Constitución acerca del Sello y del Canciller del Cabildo.

De conseruatione sigilli et litteris sigillandis.

Cum comuni utilitati et maxime neccessarie insisten­


dum sit potius quam priuate. Ea propter Nos Ecclesie
compostellane canonici plena cum deliberatione prouide
studuimus habere sigilum comune interueniente assensu
pii Patris archiepi. dni. Petri. Statuentes pariter et
scripture testimonio confirmantes ut de cetero. Magi-
sterscolarum qui est et deinceps pro tempore fuerit, illud
teneat et penes se habeat nomine capituli compostellani
fideliter conseruandum. qui in creatione sua ad sca. dei
euangelia juramentum prestet illud fideliter conseruare.
et in custodiendo diligentiam adhibere et litteras (quasj
capitulum summo Pontifici seu Regibus destinauerit pro
comuni utilitate Ecclesie non deferat sigillare, et sic in
omnibus aliis negociis que utilitatem Ecclesie sortian­
tur. non obstante contraditione etiam alicuius seu ali­
quorum qui circa talia quandoque maliciam seu uolun-
tatem potius quam utilitatem Ecclesie amplectuntur. In
aliis uero negotiis conrunibus. seu priuatis que neccessa-
ria non sunt ipsi Ecclesie seu mense comuni. set de
gratia, littera impetrata uno de fratribus contradicente
non sigilletur.
Verum si predictum magistrum scolarum abesse con­
tigerit idem in Capitulo de assenssu et uoluntate Capi-
106 APÉNDICES

tuli, illud comittat alicui de colegio fide digno quousque


ad suam Ecclesiam reuertatur. qui sustitutus eidem ma­
gistro scolarum et Capitulo juramentum prest et illud
fideliter conseruare. et ad mandatum Capituli litteras
sigillare ut est superius annotatum.
Magisterscolarum preterea debet per se uel per alium
taxare cotidie lectiones ad matutinas, et ponere magi­
strum in ciuitate in facultate gram atice qui socios Ec-
clesie clericos et pueros corrigat, ac alios ciuitatis et
diócesis doceat et instruat fideliter in eadem, et qui ad
nutum Magistriscolarum omnes litteras Capituli dirigat
et componat, cui propter laborem in apertura arche
operis in festo pasche et in denariis de altari ad uitum
et uestitum asignatis nobis et nostre mense, damus an-
nuatim .LX. solidos legionenses. tertiam partem predi-
cte pecunie quam percipiat de oblationibus ipsius arche.
et reliquas duas partes de altari in parte nostra, et iste
debet uenire in omnibus festiuitatibus ad seruiendum
choro, et legentes ibidem corrigere in sillabis et acentu.
Propter que omnia adimplenda dicto Magistro scola­
rum de nostra canonica portionem duplicatam ut ha­
beat perpetuo asignamus. qui si negligens in predictis
fuerit seu remisus duplicata careat portione, ratione
cuius tenetur Capitulo Clericum idoneum presentare
qui coro die noctuque seruiat in diuinis et ex tunc iste
talis duplarius nuncupetur qui in choro et processionibus
post minores portionarios qui maniapanes uulgariter nun­
cupantur incedat et cum eis officiet in festis de duabus
capis, qui in pane portionis per Decanum si deffecerint
puniantur.
Actum in Capitulo in Quintana palatii presente et
consentiente humili patre nostro predicto Archiepisco-
po .VIII. kls. augusti. Era .M.CC.VIII.
(Inédito. Constituciones, lib. I, fol. 3).
APÉNDICES 107

NÚMERO XT,TTT

ERA MCCVIII. Herida. Año de C. 1170.


21 de Octubre.

D. Fernando II confirma la promesa hecha por su padre Don


Alfonso Vil, de donar á la Iglesia compostelana la ciudad
de Mórida tan pronto fuese recobrada de los Moros.

In nomine dni. nostri ihu. xpi. Amen. Fernandos dei


gratia hispaniarum rex. Petro eadem conpostellane
ecclesie reuerentissimo archiepo. et uniuerso eiusdem
ecclesie capitulo! salutem. Quia ex deliberatione sce. ro­
mane ecclesie perduce superne dispositionis dispensatori
hordine. auus meus bte. recordationis papa calixtus.
meritis et reuerentia bmi. iacobi apii, dignitatem ar-
chiepiscopatus hemeretensis ecclesie in compostellanam
ecclesiam habendam perpetuo transmutauit. Et quia
pater meus Adefonsus inclite recordationis hispanie im­
perator. predictam hemeretensem ciuitatem. cum omni­
bus suis antiquis terminis, castris, ceterisque appendiciis
compostellane ecclesie iure hereditario in perpetuum
dedit et concessit, nos tam preciarum, tamque laudabile
factum genitoris nostri inconuulsum permanere deside­
rantes! predictam ciuitatem hemeretensem. licet a sar-
racenis sit possessa! cum omnibus suis terminis, et debi­
tis castris, ceterisque appendiciis, necnon et cum omni-
Í08 APÉNDICES

bus que ad ius regale pertinent, uel pertinere debent,


uobis prefato arehiepiscopo omnibusque successoribus
uestris. fauente episcoporum ac principum regni nostri
consilio donamus et in perpetuum habendam concedi­
mus pro remedio anime nostre et parentum meorum et
cum gratia opitulante a sarracenorum occupatione fue­
rit deliberata, eam cum omni iure suo in ius possesso­
rium compostellane ecclesie nullo interueniente obstacu­
lo! mandamus et concedimus transire. Nam sicut predi-
ctus pater noster et inclite recordationis inperator. aui
et proaui nostri, amplissimis donis, uidelicet castris et
aliis diuersis possessionibus gloriosissimi patroni nostri
apostoli iacobi de cuius patrocinio confidentes sarrace­
nos expugnare et expugni disposuimus ecclesiam au­
gmentare et amplificare, ad salutem animarum suarum
studuerunt! ita nos confidentes de dei misericordia pre-
dictum locum apii, sublimare et exaltare cupimus 'et
promittimus eos in bonis actibus imitantes.
Facta karta apud zamoram .XII. kls. nouembris.
Era .M.CCVIII. anno ab incarnatione domini milesi­
mo .C.LXX.

Iohannes legionensis eps. conf.


Fernandas astoricensis eps. conf.
G-onzaluus ouetensis eps. cf.
Iohannes Incensis eps. cf.
Stephanus zemorensis eps. cf.
Petrus salamantinus eps. cf.
Iohannes minduniensis eps. cf.
Iohannes tudensis eps. cf.
Petrus cauriensis eps. cf.
Dominicus calubriensis eps. cf.
Comes urgellensis maiordomus Regis cf.
Comes rodericus in sarria cf.
Comes gomez in trastamara cf.
Comes Afonsus in asturiis cf.
Fernandus roderici dominans in legione cf.
APÉNDICES 109

Aluarus roderici cf.


Petrus roderici cf.
Goterrus roderici cf.
(xarsia ramiriz signifer Regis cf.

(Inédito. Tumbo Á, fol. 49 vuelto).

NÚMERO XLIV

eba MCCVlii. Santiago. Año do C. 1170.


ÜÜ de Diciembre.

D. Fernando II dona á esta Santa Iglesia el castillo de Albur-


querque y la ciudad de Aramenia.

In nomine Dni.... Ego dns. Fernandus dei gratia hi-


spaniarum Rex. do deo et bto. iacobo. et uobis dno. Pe-
tro compostellane ecclesie archiepo. omnibusque succes­
soribus uestris. Castellum alburquerque. per serram sci.
petri et per serram dalbanel. quomodo ferit in tagum. et
quomodo fluuium seuer cadit in eumdem tagum. Do etiam
uobis et ecclesie uestre. cum iam dicto castelloi ciuitatem
aramenia cum cunctis terminis eidem ciuitati pertinenti­
bus... ob remedium anime mee et parentum meorum, et
obsequii uestri multitudine, quod michi ab ipsis cunabilis
indesinenter et fideliter exhibuistis. Et ut i ure possidea­
tis hereditario perpetuo scripto roboro...
110 APÉNDICES

Facta karta in ciuitate roderici .XI. kls. ianuarii.


Sub Era .M.CC.VIII.
Iohannes legionensis eps. conf.
G-onzaluus ouetensis eps. conf.
Iohannes lucensis eps. cf.
Fernandus astoricensis eps. cf.
Stephanus zemorensis eps. cf.
Adam auriensis eps. cf.
Petrus salamantinus eps. cf.
Iohannes tudensis eps. cf.
Iohannes migdoniensis eps. cf.
Petrus cauriensis eps. cf.
Comes urgelensis maiordomus cf.
Comes rodericus dominans in sarria cf.
Comes gomet in transtamar cf.
Comes Adefonsus dominans in asturiis cf.
Fernandus roderici in legione cf.
Aluarus ruderici cf.
Gruterrius ruderici cf.
Petrus ruderici cf.
Ego pelagius goterri notarius Regis per manum petri
de Ponte scripsi et conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 49).
/

APÉNDICES 111

NÚMERO XLV

ERA MCCVIII. Santiago. Año de C. 1171.


12 de Febrero.

Carta de hermandad entre la Iglesia compostelana y la Orden


militar de Santiago.

In nomine Domini nostri Jesu Xpisti. amen.


Era .M.CC.V1III. et pridie Idus Februarii. Thesaurus me-
morie est scriptura, ad quam expedit recurrere, quoties
contingit de conventionibus dubitare, eo videlicet pro­
spectu, presentí scripto, quasi testimonio quodam tam
presentibus, quam futuris notum fieri volumus, quia ego
Petrus Dei gratia secundus Compostellanus Archiepi-
scopus cum consensu voluntate Canonicorum meorum
volens fidem et Ecclesiam Dei propagare, juvare, prote­
gere, et dilatare, recipio vos Petrum Fernandi Magi­
strum Militum S. Jacobi in Socium et Canonicum Ec-
clesie S. Jacobi, quod idem concedimus universis succes­
soribus vestris, qui locum vestrum tenuerint, hoc est,
qui Magistri Militum fuerint, ut diximus S. Jacobi.
ceteros autem fratres vestros, et vos ipsum, et qui post
vos Magistri Militum fuerint, in vasallos, et in milites
Beatissimi Jacobi Apostoli sub Xpisto militaturos in
vexillo S. Jacobi ad honorem ejusdem Ecclesie, et am­
plificationem, meque ipsum Petrum Compostellanum
Archiepiscopum Dei gratia in socium vostrum, et fra­
trem offero, et trado, et quod me ad unum vestrum ad-
112 APÉNDICES

mitatis Deo et vobis gratias ago, quod et manere ra­


tum, et consequens volumus apud universos successores
nostros, et posteros, qui Chatedram Compostellanam
tenuerint, prout quisque successerit in fraternitatem, et
in societatem vestram venerabiliter suscipiatis. Unde ob
hanc mutuam fraternitatem et salutarem devotionem,
in primis munimus vos, et domus vexillo S. Jacobi, immo
Xpisti et Jacobi, ut sub Xpisto militetis S. Jacobo Bea­
tissimo Patrono, et Apostolo nostro, ac ope nostra sem-
per adjuti, ut quandocumque nobis posse datum fuerit,
vel per nos vel cum Rege auxilio vestro simus cum vasal-
lis, et militibus nostris concilium, et auxilium, arma, et
armatos prestantes, prout melius valuerimus. Vos autem,
Nos, nostrosque successores Archiepiscopos, fratres, so­
cios, cum vexilo S. Jacobi ad ejus honorem, et fidei
aumentum suscipiatis venerabiliter cum devotione. Si
autem interdum eveniret, quod absque persona nostra,
vel succesorem nostrorum Milites, et Vasalli nostri Regis
expeditionem sequentes, vel specialiter in Castra vestra
venientes Magistrum vestrum vel vice Magistri vestrum
tenentem, tamquam me ipsum sequantur fidelissime ac
revereantur.
Ad honorem igitur S. Jacobi, et ejus Vexilli exal­
tationem donamus vobis in his tribus partibus, Zamo­
ra, Salamanca, Civitate, et earum terminis universa
item vota ex integro usque ad unum, (et) que ad Nos
spectant in Episcopatu de Abula, vel ejus terminis cum
omnibus illis de Transerra, et medium illius Alburquer-
que cum medietate terminorum suorum, et quartam
partem Civitatis Emerite cum una de melioribus Capel­
lis, et cum medietate omnium eorum, que infra suos
terminos ad Nos jure Regali pertinere noscuntur ejus­
dem Civitatis salvo in omnibus jure Pontificali. Lutuosas
quoque omnium Militum, que ad Nos de terra S. Jacobi
spectant, cum devotione vobis concedimus. Hec enim
omnia dona que proscripsimus, sive oblationes vobis
perpetuo habendas concedimus, ut teneatis, et defenda-
APÉNDICES 113

tis Alburquerque. Ad cujus tuitionem, et ceterorum de­


fensionem, quorum labor vobis incumbit, et aliorum
adquisitionem peraddimus vobis medietatem fructuum
omnium hereditatum, et medietatem consuetudinum,
quas possidemus sub Zamora, Salamanca, Ledesma, et
earum terminis, scilicet eo pacto, ut tanto tempore pos­
sideatis hos hereditatum fructus, et percipiatis quous­
que Alburquerque, Caceres, Emerita a labore Sarrace-
norum, ac vigiliis, et desudatione tenendi frontariam
cesaverint, hoc est cum Civitates alie, vel Castella hunc
laborem contra Sarracenos principaliter sustinere susce­
perint ; ab eo inquam tempore fructus hereditatum,
quorum medietatem sub Zamora, Salamanca, Ledesma,
et earum terminis vobis concessimus, redeant cum omni
integritate in jus pristinum, et possesionem Ecclesie
S. Jacobi.
Ego quoque Petrus Fernandi Magister Militum
S. Jacobi licet indignus una cum consensu Militum
et fratrum nostrorum ob predicta beneficiorum merita
recipimus Vos Dominum Petrum Compostellanum Ar-
chiepiscopum, vestrosque successores, qui Cathedram
Compostellanam tenuerint in nostram societatem, et
fraternam dileccionem, me quoque, meosque successores,
et fratres nostros universos contradimus, et asserimus in
Vasallos, et Milites S. Jacobiut juxta prescriptum teno­
rem in honorem ejusdem Grloriossissimi Apostoli sub
ejus vexillo perpetuo militemus in Xpisto.

Ego Petrus Dei gratia Ecclesie B. Jacobi 11. Arcliie-


piscopus hoc scriptum proprio robore conf.
Petrus Dei gratia Jacobitane Ecclesie Decanus conf.
Ego Pelagius de Lauro Ecclesie B. Jacobi Archidia-
conus conf.
Ego Petrus judex conf.
Ego Bernardas Compostellane Ecclesie Cardinalis
confirmo.
Pelagius Grund, Ecclesie B. Jacobi Cantor conf.
Tomo IV.-8.
114 APÉNDICES

Ego Petrus Stephani Archidiaconus conf.


Magister Petrus Cardinalis Archiprosbiter de Gi­
ro conf.
Ego Petrus prepositus Ecclesie B. Jacobi Canonicus,
et Domini Archiepiscopi Cancellarius confirmo.
(Rodríguez, Diploma de Ramiro I, páginas 362 y siguientes).

NÚMERO XLVI

ERA mccviiii. Santiago. Año de C. 1171.


11 de Marzo.

D. Fernando II cede á esta Santa Iglesia la mitad que le per­


tenecía en los productos de la moneda acuñada en Com-
postela.

In nomine dni. nri. iliu. Xpi. amen. Inter cetera que


regiam maiestatem decorare uidentur. summa et preci­
pua uirtus est sea. loca ac religiosas personas diligere et
uenerari. et eas largis ditare muneribus, atque in pre-
diis et possessionibus ampliare, ut dando terrena adipisci
mereatur eterna. Huius siquidem rationis intuitu Ego
dns. Fernandus dei gratia hispaniarum Rex. una cum
uxore mea regina urracha. attendens qualiter ecclesia
compostellana que humatione gloriosissimi patroni no­
stri apii, iacobi insignita esse dignoscitur, ab auibus
APÉNDICES 115

nostris integra donatione tocius monete in ipsa compo-


stellana ciuitate fabricande ab antiquo donata fueriti
necnon et attendens quomodo postea ipsa compostellana
ecclesia medietatem monete patroni (sic) nostro A (defon-
so) bone memorie imperatori prostiterit, ob hoc uidelicet
ne per stratam publicam, aut per galleciam alicubi mo­
neta fabricaretur, dignum duxi ipsam monetam eidem
compostellane ecclesie in integrum prestare. Damus
itaque deo et ecclesie commemorati patroni nostri apii,
iacobi et uobis dilecto nostro Petro eiusdem sedis uene-
rabili archiepo. et omnibus successoribus u es tris aliam
medietatem monete quam pater noster imperator per
supradictam pactionem acceperat. Ut ab hac die et
deinceps, monetam compostellane ciuitatis in integrum
et cum omni integritate possideatis uos et omnes succes­
sores uestri. et iure hereditario in perpetuum concedi­
mus. pro remedio anime mee et parentum meorum, et
pro bono seruitio quod de uobis iam dicte uenerabilis
archiepe. recepimus tum magnis sumptibus a uobis in
expeditione factis, tum in castellis et munitionibus quas
contra sarracenorum impetus non sine magno labore et
expensis munire et obtinere non formidastis. Hoc etiam
nolumus preteriré quod si quid de ipsa' moneta compo­
stellane ciuitatis alicui dedimus, ipsam donationem cas­
samus et inritum deducimus, decernentes et firmiter
statuentes ut de cetero libere liceat uobis et successoribus
uestris monetam in pretaxata ciuitate operari, et eam
cum omni integritate possidere. Si quis igitur etc... Fac­
ta karta apud ouetum .V. idus marcii. Era ,M.CC:VII1I,
Iohannes legionensis eps. conf.
Gronzaluus ouetensis eps. conf.
Fernandus astoricensis eps. cf.
Iohannes lucensis eps. cf.
Iohannes mindoniensis eps. cf.
Stephanus z emor ensis eps. cf.
Petrus salamantinus eps. cf.
116 APÉNDICES

Adam auriensis eps. cf.


Iohannes tudensis eps. cf.
Petrus cauriensis eps. cf.
Dominicus calibriensis eps. cf.
Comes urgelensis maiordomus regis cí.
Comes rodericus cf.
Comes gomez dominans in transtamar cf.
Comes Afonsus dnans. in asturiis cf.
Fernandus roderici dnans. in legione cf.
Petrus roderici dnans. in tincu. cf.
Aluarus roderici cj.
Petrus roderici cf.
Petrus pelaz signifer regis cf.

Ego pelagius goterri scripsi per manum petri de pon­


te et conf.

(Inédito. Tumbo A, fol. 50).


APÉNDICES 117

NÚMERO XLVII

era mccxiii. Bruma. Año de C. 1175.


25 de Mayo.

Pedro Martínez cede al Hospital de Santiago la parte que le


correspondía en el de Bruma (San Lorenzo de Bruma).

Ob memo(riam) preteritorum adhibenda sunt testi­


monia scripturarum. Eapropter ego petrus martinz et
uxor mea orraca ruderiquiz et omnis uox nostra facimus
scripturam firmitatis et cartam donationis de omni por­
tione nostra ipsius hospitalis de gruma quod est situm in
Rania longai hospitali ecclesie bti. Jacobi in perpetuum
ualituram. De quo hospitali cresconius meigu in tempo­
re archidiaconi dni. iohannis. tertiam partem cum omni­
bus directuris suis hospitali bti. Jacobi deliberauit. Et
nos similiter damus atque concedimus omnem nostram
portionem ad presens sicuti est diuisum per terminos
suos pro animabas nostris et parentum nostrorum. Et
qualis ordo statuendus est in ipso hospitali bti. Jacobi!
talis semper in illo nostro statuatur, quod nos ad hono­
rem bmi. Jacobi mandato et seruitio atque dominio eius
mancipiamus. Ita quod simus nos et successores nostri
obedientes et in ordine et in obedientia iuxta manda­
tum ministratoris ipsius hospitalis bti. Jacobi uiuamus
et omnia nostra dispensemus et alii de genere nostro qui
post nos uoluerint et ualuerint in ordine et obedientia
uiuere.
Administrationem autem ipsius hospitalis nemo post
118 APÉNDICES

nos accedat! nisi quem ministrator hospitalis bti. Ja-


cobi eligere noluerit et deinceps ipso dispensante atque
ordinante ipsum hospitale regatur ac dispensetur in
omnibus.
Et Arcliidiaconus qui ipsi parti et terre prefuerit
semper nos defendat et adiuuet et circumiacentes plebes
doceat ut in letaniis et temporibus anni de elemosinis
suis nos adiuuent.
Nos uero et successores nostri pro posse et facultate
loci deo et quod laborauerimus et augmentare atque
adquirere potuerimus in solemnitate natalis domini an-
nuatim seruitium et adiutorium hospitali bti. Jacobi ad
refugium pauperum persoluamus. Hanc itaque donatio­
nem cum omni deliberatione nostra ab hac die et dein­
ceps donamus atque concedimus iam dicto hospitali bti.
jacobi iure hereditario per secula cuncta possidendam.
Si quis uero etc... Facta carta donationis VIII kalenda-
rum junii. Era .M.CC.XIII. Archiepiscopatus autem dni.
petri tertii! Anno II.
donno Petro uele jus Archidiaconatus in terra de
Nendos tenente cuius consilio et auctoritate predictus
Petrus martinz cum coniuge sua hanc donationem dedit
atque concessit hospitali bti. Jacobi in perpetuum.
Qui presentes fuerunt:
Pelagius ts.
Martinus ts.
Johannes ts.
Munio diaconus notuit.
(Inédito. Tumbo C, fol. 80).
APÉNDICES 119

NÚMERO XLVIII

era mccxiii. Torre de Loheira. Año do C. 1175.


Julio.

D. Fernando II dona á la Iglesia compostelana el castillo de


Lobeira, cerca de Villagarcía.

In nomine dni. nri. ihu. Xpi. amen. Catholicorum


regum officium etc... Huius rationis intuitu ego dns. fer-
nandus dei gratia hispaniarum Rex una cum filio meo
Rege dno. alfonso per scriptum donationis firmissimum
in perpetuum ualiturumi do deo et ecclesie bmi. aposto­
li iacobi et uobis dilecto meo dno. petro eiusdem ecclesie
uenerabili archiepo. et omnibus successoribus uestris
necnon et uniuersis canonicis tam presentibus quam
futuris ibidem deo seruientibus castellum luparie cum
uniuerso honore suo. Scilicet cautis, exitibus, terminis,
et omnibus directuris suis. Vt ab hac die et deinceps su-
pranominatum castellum sicut iam diximus habeatis per
terminos suos nouissimos et antiquos et cum possessioni­
bus et regalengis. et uniuersis cautis que infra terminos
sepedicti castelli continentur etc... Et per huius donatio­
nis confirmatione, recepimus a uobis CCC marcas ar­
genti et XL. Siquis igitur etc... Facta karta apud zamo-
ram mense iulii.
Era .I.CC.XIII. Regnante Rege dno. femando legio­
ne. extremadura. galletia et asturiis.

Comes urgellensis dni. regis maiordomus conf.


120 APÉNDICES

Comes gomicius dominans in transtamar cf.


Fernandus roderici tenens turres legionis cf.
Fernandas goterri signifer Regis cf.
Iohannes arie cf.
Grundisaluus osorii cf.
Iohannes legionensis eps. conf.
Iohannes Incensis eps. conf.
Vitalis salamantinus eps. conf.
Vilielmus zemorensis eps. conf.
Petrus ciuitatensis eps. cf.
Ego petrus iohannis dni. regis notarius archidiácono
dno. pelagio de lauro cancellario feci scribi et conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 51).

NÚMERO XLIX

ERA mccxiiii. Santiago. Año de C. 1176.


23 de Octubre.

D. Fernando II dona á esta Santa Iglesia la mitad de la Tierra


de Montes, en el partido judicial de la Estrada.

In nomine Domini... Ego dns. rex fernandus una cum


filio meo rege domno adefonso... dono et concedo ecclesie
compostellane et uobis dne. petre eiusdem ecclesie caris-
sime archiepiscope et successoribus uestris imperpetuum
APÉNDICES 121

medietatem de tota terra illa que dicitur montes cuius uos


alteram medietatem iam habebatis, ut deinceps habeatis
eam totam cum omnibus directuris et pertinentiis suis,
cum omnibus cautis, et incartationibus nostris ut de
cetero liberum sit uobis de ea facerei sicut de aliis terris
et hereditatibus ecclesie uestre. Hanc autem donationem
facio cum consilio maiorum curie nostre pro remedio
anime mee et parentum meorum, et pro bono seruicio
quod michi liberaliter in mea expeditione exhibuistis....
Facta carta salamantice .X. klrum. nouembris.
Era .M.CC.XIIII.
Petrus .III. compostellane ecclesie archieps. conf.
Iohannes lucensis eps. conf.
Adefonsus auriensis eps. cf.
Beltrandus tudensis eps. cf.
Rabinatus minduniensis eps. cf.
Iohannes legionensis eps. cf.
Rodericus ouetensis eps. cf.
Arnaldus astoricbnsis eps. cf.
Vilielmus zemorensis eps. cf.
Vitalis salamantinus eps. cf.
Petrus ciuitatensis eps. conf.
VelascUs comes in limia conf.
G-omicius comes in transtamar cf.
Grundisaluus osorii Regis maiordomus cf.
Fernandus uasco Regis signifer cf.
Iohannes arie dominans in sco. pelagio do torn. cf.
Fernandus arie in aguiar cf.
Fernandus poncii in zamora cf.
Fernandus uele in asturiis cf.
Fernandus roderici de beneuento cf.
Pelagius tabladelo cf.
Ego petrus iohannes dni. Regis notarius archidiácono
dno. pelagio de lauro cancellario feci scribi et conf.
A 30 de Octubre el mismo Rey D. Fernando, están-
APENDICES

do en Salamanca, concedió por los mismos motivos al


Arzobispo D. Pedro «uillam sci. martini que adiacet
contérmina uille uestre de cacauélos ex eadem parte flu­
minis uersus carrazedo... cum omnibus pertinentiis suis...
cum omnibus directuris, cum caractere regio.» Subscri­
ben casi los mismos que en la anterior. «Fernandus gu-
territ signifer Regis. Bernaldus astoricensis eps. cf...» —
(Tumbo B, fol. 196 vuelto).
(Inédito. Tumbo A, fol. 51 vuelto).

NÚMERO L

Santiago. Año de C. 1177.


17 do Mayo.

Constitución por la que el Arzobispo D. Pedro III fija el nú­


mero y las atribuciones de los Arcedianos de esta Santa
Iglesia.

Super limitatione decanatos et archidiaconatuum Ecclesie Sti. Jacobi.

Petrus dei dignatione sce. compostellane Ecclesie


humilis minister. Dilectis fratribus eiusdem Ecclesie ca­
nonicis. Salutem. Nouerit fraterit (fraternitas) uestra
quod speciale mandatum, et litteras dni. pape Alexandri
Recipimus quibus de limitatione personatuum et cisura
prebendarum tollenda, et ordinatione decanie diligenter
instruebamur. Vnde comunicato uobis consilio et omnium
APÉNDICES i‘23

nostrum assensu, constituimus ut quicujnque assumptus


fuerit in decanum, si inferiori ordine fuerit, infra annum
in presbyterum ordinetur, nec ante locum decani susci­
piat nec administrationem decanie gerat nisi persona a
dno. Archiepiscopo asignata.
Decaniam autem preter ea que de comuni mensa ha­
bere consueuit. his limitibus contenta esse uerbum decre-
uimus. scilicet, archipresbiteratus qui sunt in Ciuitate
ipsa, in Giro, in ameya. in yria et in Pistomarchis cum
possessione Ecclesie sce. Crucis et prepositura cauta te
de yria saluis ipsis cautate constitutionibus quas ei ua-
cante Decania concessimus.
Archidiaconatum quotjue de Saínes contentum esse
uolumus. Archipresbiteratibus de montesacro et de taberio-
lis et de utriusque montibus et de morania et de saines et
de morado cum possessionibus de ipso morado.
Et archidiaconatum de coronato contentum esse uolu­
mus archipresbiteratibus de sobrado, et de pilonio. et de
insula, et de cercedello. et utriusque de montanis et utrius­
que de coronato cum possessione de banmros.
Archidiaconatum de nendis contentum esse uolumus
archipresbiteratibus de prucis. et de bisauds. et de faro.
cum aliis tribus de nendis, et Archipresbiteratu de bre-
gantinis cum possessione de piadela.
Archidiaconatum de trastamar contentum esse uolu­
mus archipresbiteratibus de Seagia. et de Soneyra. et de
nimancls. et de Intinis. et de celticis. et de BarcJialla. et de
dubria. cum possessione de oqua.
Ita in hos archidiaconatus totam diocesim diuidimus
ut nulla sit in eis Parrochiana ecclesia que non sit eo­
rum subiecta correctioni ut utatur in eadem archidiaco-
nus potestatem ligandi atque soluendi cum eo omni iure
quod hanc sequitur potestatem. Saluo in omnibus Ar-
cliiepiscopi jure et auctoritate, et saluis his que ad suam
mensam pertinent et canonicorum.
In conuentualibus quoque Ecclesiis monasteriis quo-
cum parrocliiam habuerit capellanus cum ipsa parrochia
124 APÉNDICES

ab correctionem similiter archidiaconi pertineat, ex hiis


tamen asignationibus nullum his fieri preiudicium uolu-
mus qui iam in suis instituti inuenti sunt beneficiis, set
quancito uacauerint decreuimus ea his annoxia fore
institutis.
Adiecimus etiam quod quicumque siue a personatu
siue ab alio statu ad personatum fuerit assumptus
omnibus Ecclesie beneficiis que ante possidebat preter
canonicatum aut anniuersaria que ex successione pro­
pinquitatis dantur, abrenuntiare intelligantur. ut quasi
uacantia deinceps habeantur nec nomine alicuius horum
personatuum aliud intelligatur conferri quam que supe­
rius sunt prefinita.
Facta est liec institutio anno ab incarnatione domi­
ni .M.C.LXXVII. die .XVI. kls. junii.
Scisuras uero prebendarum iam pridem ex mandato
et auctoritate dni. pape in perpetuum prohibueramus.
Institutiones etiam que in eis facte fuerant in irri­
tum reuocantes ut si quid ex huiusmodi diuisione septi­
ma est ad aliquem perueniant de indulgentia prio (po­
tius?) et ad tempus fieret quam de institutionis ratione.

(Inédito. Constituciones, lib. I, fol. 4.—Este documento, como casi todos


Jos contenidos en este Códice, que se escribió en el siglo XIV, está plagado
de erratas).
APÉNDICES 125

NÚMERO LI

Santiago.

Bula del Papa Alejandro III confirmando el estatuto hecho en


tiempo de D. Pedro II acerca de las Cenas (I).

Alexander eps. seruus seruorum dei Dilectis filiis


Petro Archiepo. et capitulo compost. ecclesie sal. et
apost. ben. Pie postullatió uoluntatis..................... debet
prosequente com....................... ut deuotionis sinceritas
laudabiliter enitescat ét utilitas postulata uires indubi­
tanter assumat. Ex relatione autem dilecti filii nostri
magistri munionis concanonici nostri (sic) accepimus quod
bone memorie Petrus secundus quondam compost. ar-
chieps. de communi assensu capituli omnia iura et pos­
sessiones que tunc temporis ecclesia uestra in regno por-
tugalie et tudensi episcopatu iuste habebat, uel esset in
posterum habitura communitati cenarum consensu. Nos
igitur eamdem constitutionem sicut ab eodem Archie-
piscopo de consensu capituli rationabiliter facta est ra­
tam habemus auctoritate apostólica confirmamus, pre­
sentís scripti patrocinio communimus statuentes ut nulli
omnino hominum liceat hanc paginam nre. confirmacio-

(1) Como las Bulas pequeñas de Alejandro no tienen más fecha que lq
del mes y día, es difícil señalar el año en que fueron expedidas.
126 APÉNDICES

nis infringere uel ausu temerario contraire. Siquis autem


hoc attemptare presumpserit indignationem omnipoten­
tis dei et btorum. petri et pauli apiorum, eius se nouerit
incursurum.
Datum sutirii .XVIII. kls. iunii.

(Inédito. Tumbo B, fol. 245 vuelto),

NÚMERO LII

Santiago. Año de C. 1178.


20 de Marzo,

Bula de Alejandro III en la que se confirman todos los privi­


legios y posesiones de la Iglesia compostelana.

Alexander episcopus servorum Dei, venerabili fratri


Petro compostellano archiepiscopo suisque successoribus
canonice substituendis, in perpetuam rei memoriam. In
eminenti apostolice Sedis specula, disponente Domino
constituti fratres nostros episcopos ex iniuncto nobis
apostolatus officio fraterna charitate diligere et ecclesiis
a Deo sibi concessis suam debemus dignitatem et insti­
ti am conservare. Eapropter, venerabilis in Xpisto frater
Petre archiepiscope, rationabilibus tuis postulationibus
gratum impartientes assensum ad exemplum prodeces­
sorum nostrorum felicis memorie Calixti et Anastasii
APÉNDICES 127

romanorum pontificum sanctam compostellanam beati


Iacobi ecclesiam, cuius in ea venerandissimum corpus
est positum apostolice Sedis privilegio communimus et
ob ipsius a Deo electi Apostoli reverentiam, archiepisco-
palis cathedre dignitatem quam opulentissima quondam
et famosi nominis emeritana civitas, priusquam peccatis
• exigentibus ab impia saracenorum tyrannide possidere­
tur, habuisse dignoscitur presentís scripti pagina in
perpetuum confirmamus, statuentes ut eadem emeritana
civitas compostellane civitati sucut sue metropoli perpe­
tuis maneat subiecta temporibus. Omnem quoque ponti­
ficalis officii plenitudinem, quam ipsius emeritane Ec-
clesie Antistites antiquitus habuerunt, compostellane
Presul Ecclesie integre, 'semper quieteque obtineat.
Suffraganei vero episcopi emeritane Metropolis qui Lu­
sitaniam provinciam vel modo sedes proprias obtinent,
vel in futurum, Domino miserante, obtinuerint salman-
ticensis, videlicet, abulensis, cauriensis, civitatensis,
elborensis, pacensis, olixbonensis, oxonobensis, et cete­
ri qui eidem Emerite subiecti fuissent noscuntur, com-
postellano Archiepiscopo, cuius consecratio ad romanam
tantum spectat Ecclesiam, obedientiam et reverentiam
tanquam proprio Metropolitano prorsus exhibeant. Ipse
autem illos consecrandi, ad sua concilia convocandi,
cum ipsis etiam ecclesiastica negotia terminandi, et eo­
rum ecclesias disponendi aucthoritate Sedis apostolice
liberam omnino habeat facultatem.
Ad hec predecessorum nostrorum sancte recordatio­
nis Eugenii pape, et predicti Anastasii vestigiis inhe­
rentes ad maiorem ipsius Ecclesie dignitatem et persone
reverentiam vexillum vivifice Crucis per subditam tibi
provinciam ante deferendi tam tibi quam tuis successo­
ribus ex apostolice Sedis benignitate indulgemus, ita
tamen ut quandiu Sedis apostolice Legatus in provincia
illa fuerit, hac dignitate utamini. Prohibemus autem ut
nulli canonicorum Ecclesie beati Iacobi, qui ad aliarum
ecclesiarum prolationem assumpti sunt vel in posterum
128 APÉNDICES

assumentur, honorem, vel prehendam seu canonicatum


in ipsa Ecclesia liceat retinere, sed alia idonea persona
in loco ipsius subrogetur que ipsi Ecclesie deserviat et
beneficium eius percipiat.
Illum etiam censum qui vota dicitur quem hispano­
rum catholici Reges ex singulis boum paribus a flumine
Pisorga usque ad mare occidentale et per totam Lusita­
niam provinciam atque etiam in Toleto et Transsera
annuatim persolvendum pro salute totius terre statue­
runt eidem Ecclesie confirmamus et omnimodo interdi­
cimus ut nulli unquam persone facultas sit eum ipsi
Ecclesie qualibet occasione subtrahere.
Annuimus etiam et presentís pagine assertione sta­
tuimus ut sicut compostellana Ecclesia pro singulari
beati Iacobi devotione Sedis apostolice se letatur pro­
tectione muniri ac et cetere sui iuris ecclesie per di­
versas parrochias constitute, que fidelium donationi­
bus vel aliis iustis acquisitionibus ad prefatam iudi-
catur Ecclesiam pertinere apostólica letentur tuitione
foveri, ita ut nec episcopis nec episcoporum ministris
facultas sit in eisdem ecclesiis quaslibet novas impo­
nere consuetudines, nec ipsorum clericos excommuni­
care, vel ipsas ecclesias interdicere absque tua exa­
minatione et certioris culpe cognitione; sed in tuo et
Ecclesie compostellane dominio integre et quiete per­
maneant sicut predecessori tuo bone memorie Didaco
compostellano archiepiscopo a prodecessore nostro pie
recordationis Paschali papa concessum est et hactenus
observatum. Obeunte vero te nunc eiusdem loci archie­
piscopo, vel tuorum quolibet successorum, nullus ibi
qualibet subreptionis astutia, seu violentia preponatur,
nisi quem fratres communi consensu vel fratrum pars
consilii sanioris secundum Deum providerit eligendum.
Preterea quascumque possessiones, quecumque bona,
eadem Ecclesia in prasentiarum iuste et canonice possidet
aut in futurum concessione pontificum, largitione regum
vel principum, oblatione fidelium seu aliis iustis modis
APÉNDICES 129

prestante Domino poterit adipisci firma tibi tuisque suc­


cessoribus et illibata permaneant, in quibus hec propriis
duximus exprimenda vocabulis: Civitatem ipsam compo-
stellanam cum cauto suo cum ecclesiis et monasteriis
infra eam vel eius territorium constitutis, cum omni i ure
tam diocesano, quam regali, et cum terminis totius epi­
scopatus, videlicet cum archipresbyteratibus de Morra 90
et Inter ambos pontes, de Montibus utriusque, de Tabe-
riolis et de Ciria, de Pilonio et de insula Laonii, de
utroque Coronato, de Dormi ana, et Superado et Aranga
et Montejaurino, quomodo dividit cum Parrega, de Pru-
tiis et Bisauquis et cum tota interiacente diócesi a cas­
tello sancti Pelagii de Luto usque Trasancos.
Monasteria quoque omnia et conventuales seu alias
ecclesias infra líos terminos constitutas cum omni iure
parrochiali et que intra regalia beati Iacobi continentur
cum omni seu patronatus seu alio iure quod ad Peges
pertinuit; videlicet monasterium sancti Pelagii de An-
tealtaris, monasterium sancti Martini de Foris, eccle­
siam beate Marie de Sare, monasterium sancte Mari e
de Canogio, monasterium sancti Petri de Foris, monas­
terium sancti Iusti in Luania, monasterium de Superato,
de Azevario, de Codeseda, do Mosontio, de Ciniis, de
Montefero,de Borgondo, de Nogaria, de Solandres, de Ca-
lavario, de Siavia, de Rivomalo, de Mourame, de Ozon,
de Sabarde, do Portuorii, de Nomitii, de Curtis, de Bri-
ves, de Mons, de Dormía na, de Calago, de Podio, de
Lerze, de Armenteira, do Archos, et monasterium sancti
Iohannis de Cauea, sancti Xpistophori, sancti Verissi­
mi, sancti Georgii, sancti Thome de Pignario et sancti
Iacobi de Pivelo (Ermeb?)
Preterea regalem capellaniam et cancellariam quam
illustris memorie Alfonsus quondam Hispanie rex Eccle-
sie vestre concessit et scripti sui pagina confirmavit.
Castrum quoque quod vocant Honestum et Iliam
cum servis et omnibus appenditiis suis; castrum quod
vocatur sancte Marie de Lanceata cum ecclesiis et om-
Tomo IV.-9.
130 APÉNDICES

nibus pertinentiis suis; castrum quod vocatur Ciria cum


ecclesiis et omnibus pertinentiis suis; castrum quod dici­
tur Citofacta cum ecclesiis et aliis pertinentiis suis; ca­
strum quod dicitur Luparia cum eclesiis et omnibus
pertinentiis suis; territorium quod vocatur Amaea
cum omnibus possessionibus quas ibi habetis; Pisto-
marchos cum servis et possessionibus quas in eo ha­
betis; Vizezium cum servis quos ibi habetis; Dubriam
cum possessionibus quas ibi habetis; Lanias cum per­
tinentiis suis; Lucrosam cum servis et pertinentiis
suis; Montanos cum ecclesiis et possessionibus quas
ibi habetis; Coronatum cum possessionibus quas ibi
habetis; Ventosam cum insula de Laonio; Montes quos
Suarius Froile quandoque a vestra ecclesia tenuit cum
altera medietate integros; Tabeirolos pum ecclesiis
et possessionibus quas ibi habetis; Eipam Vlie cum ec­
clesiis et possessionibus quas ibi habetis; Deciam cum pos­
sessionibus et ecclesiis regalibus et omnibus pertinentiis
suis; medietatem Burgi de Faro cum pedagio navium et
iure Fisci; villas de Ceia in Nemancis et de Oea in Bre-
gantinis, de Leiloyo in Sevia, de Avegondo, Piavela,
Degio, Luvre et de Ruys in Nendis, de Toiovre in Prucis
cum cautis, ecclesiis et pertinentiis suis et alias ecclesias
seu possessiones quas iure propietatis extra tiñes rega­
lium vestrorum per eumdem episcopatum habetis.
In episcopatu quoque mindoniensi villas sancti Mar­
tin! de Palaciis, sancte Eulalie alte, sancti Martini de
Rivoaverso, sancti Laurentii de Arbore, sancte Marie do
Villapetri.
In episcopatu lucensi villas de Recelli et de Cesar.
In episcopatu auriensi villas do Amaranti, de Jovin
et de Vite.
In episcopatu tudensi cautum quod dicitur de Mollis
et monasterum de Cella et villas de Lazorio, Baldranes,
et Lamam ala et Nugar ia.
In episcopatu bracharensi villas de Cornelian et
Moachin et Granduffi.
APÉNDICES 131

In episcopatu colimbriensi ecclesiam sancti Iacobi de


Colimbria.
In valle Carceris hospitale quod dicitur Anglorum
cum ecclesia sua et aliam ecclesiam que ipsi ex eadem
parte superiacet et villas de Tabladello et de Parata.
In episcopatu asturicensi villas de Cacavellis et de
Carvallial et ecclesiam sancti Iacobi in R-equexo et Sc-
nabria.
In episcopatu legionensi villam de Ledigos et partem
ville de Furones cum iure quod habetis in ecclesia et
duas villas in ripa Estolle, quarum una dicitur Piscaria.
In episcopatu palentino ecclesiam sancti Michaelis
de Valouria, in villa Quexida ambas ecclesias.
Et in Benevento ecclesiam sancte Marie de Ventosa
et villas quas habetis in episcopatu ovetensi, in Asturiis.
In episcopatu zarnorensi villas de Arquillinis et do
Areos et ecclesiam sancti Iacobi de Zemora.
In episcopatu salamantino villas de Palatiis et de
Aldeola et de Munio Aznar et in ecclesia quadrellam
que dicitur sancti Iacobi cum ecclesia exteriori et ec­
clesiam sancti Martini de Ledesma.
Predictas omnes villas in omnibus predictis episco­
patibus confirmamus vobis cum cautis ecclesiis et omni­
bus pertinentiis suis et cuín aliis vel ecclesiis vel posses­
sionibus, quas in eisdem episcopatibus habetis.
In Vasconia quoque in episcopatu bayonensi deci­
mam ped agi orum sancti Ioli annis et Ostauallis cum iure
quod habetis in ecclesia sancti Vincentii de Pedemontis.
In episcopatu aquensi censum de Polio et ecclesiam.
In episcopatu basecensi censum de Argenton et ec­
clesiam.
In episcopatu agen ensi ecclesias do Altiges et de
Pinna Fontana cum ipsa villa et de Ni tal t et ius quod
habetis in ecclesia de Flusan cum censu casalium et ad
pontem de Ortica ecclesiam cum domo hospitali.
In episcopatu auscitano ecclesias de Vivent et de
Fleiran et de Mania 1 cum censu turris et exteriorum
132 APÉNDICES

casalium et de Montealteto cum ipsa villa et censu ca-


salium et de Podio marciano cum censu exteriorum
casalium et de Masaquine cum ipsa villa et censu exte­
riori et censum de Albineto Iustiam et censum de Mon­
te squivo et de Insula Gr. de Arbexan cum casal i de
Pedepontis veteris cum homine suo, censum Montiscas-
sini et ecclesiam cum hospitali exteriori, ecclesiam do
Aquis et in Gundri censum terris et ville.
In episcopatu tolosano villas duas quarumque utra­
que salvitas sancti lacobi dicitur cum ecclesiis suis unam
in ripa fluminis Gfarone alteram in strata iuxta burgum
Legabuni, et quascumque alias ecclesias vel possessiones
in predictis episcopatibus habetis.
In Italia quoque in episcopatu Vercellensi hospitale
de Casimi cum ecclesia et villa et omnibus pertinentiis
suis; in Mertario casale unum cum suis pertinentiis.
In episcopatu Cremonensi hospitale do Casali maiori
cum ferreria.
In episcopatu Ferrarie ecclesiam sancti lacobi de
Per roto cum hospitali et pertinentiis suis.
In episcopatu bononiensi hospitale de Unciola.
In episcopatu Calinensi? hospitale quod est ad Bal­
neas cilicienses.
In episcopatu barensi medio ab urbe milliario eccle­
siam sancti Mathei cum suis pertinentiis.
In episcopatu panormitano ecclesiam de Brucar cum
hospitali suo, et quascumque alias possessiones vel eccle­
sias per diversos episcopatus habetis.
Decernimus ergo ut nulli omnino hominum fas sit
prefatam ecclesiam temere perturbare aut eius posses­
siones auferre vel ablatas retinere, minuere seu quibus­
libet vexationibus fatigare, sed omnia integre conser­
ventur eorum pro quorum gubernatione ac sustentatio­
ne concessa sint usibus omnimodis profutura salva in
omnibus apostolice Sedis aucthoritate. Si qua igitur
in futurum ecclesiastica seculari sve persona hanc nostre
constitutionis paginam sciens contra eam temere venire
APÉNDICES 133

tentaverit secundo tertiove commonita nisi reatum


suum digna satisfactione correxerit potestatis honoris­
que sui dignitate caveat, reamque se divino iudicio
existere de perpetrata iniquitate cognoscat et a sacra­
tissimo corpore ac sanguine Dei et domini redemptoris
nostri Ilm. Xpi. aliena fiat atque in extremo examine
divine ultioni subiaceat. Cunctis autem eidem loco sua
iura servantibus sit pax domini nostri Ihu. Xpi. quati­
nus et hic fructum bone actionis percipiant et apud di­
strictum Iudicem premia eterna pacis inveniant. Arnen.
Ego Alexander catholice Ecclesie episcopus, confirmo.
(En la rueda)
Vias tuas, Domine, idemonstra mihi.
Ego Hubaldus hostiensis episcopus conf.
Ego Ioannis presbyter cardinalis sanctorum Iohannis
et Pauli tituli Pimacliii conf.
Ego Iohannis presbyter cardinalis tituli sancte Ana-
sthasie conf.
Ego Iohannes presbyter card. tituli sancti Marci conf.
Ego Theodinus presbyter card. sancti Vitalis tituli
Vestini, conf.
Ego Petrus presb. card. tituli sancte Susane conf.
Ego Petrus presb. card. tituli sancti Grrisogoni conf.
Ego Vivianus presb. card. tituli sancti Stephani in
Celio monte conf.
Ego Curtius presb. card. tituli sancte Cecilie conf.
Ego Hugo presb. card. tituli sancti Clementis conf.
Ego Arduin presb. card. tituli sancte Crucis Ierusa-
lem conf.
Ego Matheus presb. card. tituli sancti Marcelli conf.
Ego Iacintus card. sancte Marie in Cosuredin conf.
\ Ego Arditio diaconus card. sancti Theodori conf.
Ego Laborans diaconus card. sancte Marie in Por­
ticu conf.
Ego Raynerius diae. card. sancti Georgii ad velum
aureum conf.
134 APÉNDICES

Ego Gratianus diae. card. sanctorum Cosme et Da-


miani conf.
Ego Iohannis diae. card. sancti Angeli conf
Ego Rainerius diae. card. sancti Adriani conf.
Ego Matlieus sancte Marie Nove diac. card. conf.
Ego Bernardus diac. card. sancti Nicholai in Carcere
tuliano conf.

Datum Laterani per manum Alberti sancte romane


Ecclesie presbyteri cardinalis et cancellarii, XIII kalen-
das aprilis, indictione duodecima, Incarnationis domini­
ce anno MCLXXVIII, Pontificatus vero domini Alexan­
dri Pape tertii anno XX.

(Inédito. Tumbo B, fol. 234).


APÉNDICES 185

NÚMERO LUI

Santiago. Año de C. 1178.


24 <te Marzo.

Bula del Papa Alejandro III por la cual se aprueban las Cons­
tituciones del Cabildo de Santiago.

Alexander eps. seruus seniorum dei uenerabili fratri


Petro compostellano archiepo. salutem et aposto!, bene­
dictionem. Quotiens eos qui ad domini gregis custodiam
superna dispositione uocati sunt pariter et electi circa
cure pastoralis officium uigiles conspicimus et attentos,
non solum nos conuenit eis in suis laudandis operibus
congaudere, sot studium et intentionem ipsorum aucto­
ritatis ac solicitudinis nostre manibus adiuuare ut cum
auxiliis se senserint tantis fulciri de uirtute in uirtutem
fortius erigantur et alii negligentie ac desidie torpore
depressi illorum exemplo ad bona opera et exsecutionem
sui officii excitentur.
Sane relationis tue tenore comperimus quod cum su­
per ordinationem commisse tibi ecclesie ex mandati
nostre auctoritate sumpsisses exordium postmodum ad
ipsius ecclesie ordinationem studiosius processisti, et
quedam que propter persecutionem ex magna parte
deperierant ad pristine statum rectitudinis reuocando
atque alia salubriori institutione plantando eam dem ec­
clesiam sic (que) propter populorum frequentiam qui ad
136 APÉNDICES

Smi. Apostoli memoriam undique confluunt et concur­


runt in orbis spectaculo posita esse dignoscitur, magis
reddidisti in ipsa ordinatione spectabilem et lucis atque
honestatis exempla monstrando super omnes qui in cir­
cuitu sunt religiose institutionis merito clariorem.
In primis siquidem uissa est ipsius ordinationis series
continere ut prohibitis asignationibus uel promisionibus
nondum uacantium prebendarum septimanis que loco
prebendarum siue diuisio in perpetuum debeat interdici
quia occasione diuisionis coniungebat intolerabiliter nu­
merum canonicorum augeri. Tota etiam diócesi que an­
tea per particulas plurimas seccabatur tantum quinque
archidiaconatus prouide recolecta, personatus qui autem
uagi fuerant et dispersi pro parte nichilominus limitasti
et sub certis constitutionibus comprehendi ordinasti.
Preterea ut is qui in decanum eligitur aut sacerdotii
dignitate sit preditus aut infra annum ad sacerdotium
promoueatur electus. Archidiaconis similiter non licebit
infra diaconatum amodo ministrare, quia satis uidetur
absurdum ut ille diaconis preesse debeat qui ad eumdem
ordinem noluit uel nondum meruit promoueri. Saluo
quoque archidiaconis antiquo et consueto presentationis
iure cum ligandi atque soluendi canonica potestate, in­
stitutiones seu destitutiones clericorum que passim et
illicite non sine multimoda prauitate consueuerunt fieri
soli Archiepiscopo uel cui ab eo specialiter commissum
fuerit reseruasti. Cumque presbiteri qui in subditos so­
lent rapacitate sacrilega debacchari ab archidiaconis
per parrocliias sine Archiepiscopi conscientia fuerint
hactenus instituti ad tollendam utrisque derelinquendi
occasionem statuisti ut de cetero ab archidiaconis eli­
gantur et post canonicam electionem instituendi Archie­
piscopo presententur.
Ad nec inter cetera eiusdem ordinationis capitula
illud quoque nouimus comprehensum ut canonici et ille
qui in curia Regis ab Archiepiscopo uicechancollarius
fuerit institutus certa et expressa forma iuramenti pro
APENDICES ís7

obedi entia ac fidelitate atque rerum ecclesiasticarum in-


dempnitate teneantur adstricti.
Postmodum uero tanquam bonus pastor qui languen­
tes oues ad ouile piis consueuit humeris reportare et
fortiores ne luporum insidiis aut morsibus exponantur
inter ouilis angustias includit solicitus et custodit, que­
dara que precipuo ad morum compositam eruditionem
respiciunt de honestate scilicet habitus et morum graui-
tate. de diuinorum officiorum frequentatione ac modo
et negligentium pena, de examinatione ad chorum, et
chori uel altaris ordine, de ordinatione capituli et deli­
beratione moderamine, de exhibenda prioribus r eu er en­
tia et excedentium satisfactione uel disciplina, de com­
muni refectorio et eius sobrietate, de numero ministran­
tium et supprimenda murmuratione, de pabulo sacre
lectionis et cum ymno gratiarum actione, de custodia
dormitorii munditia luminaribus et tranquillitate, et
multa in hunc modum omnibus proposuisti seruanda
quatenus leues et dissoluti qui uel per potentiam dedi­
gnantur uel pro desuetudini sua grauantur de uia per­
ditionis erepti ad iugum regularis discipline ligentur et
illi qui pie uiuere uolunt in ipso salutaris obseruantie
muro et continentie circumsepti antiqui hostis assultus
euadant atque in expectatione retributionis e terne secu­
rius in sua innocentia conquiescant.
Eapropter uenerabilis in xpisto frater quamuis ad
hoc nostris monitis fueris excitatus, solicitudinem tuam
que sic tibi prestitit et ecclesie tue profectum ut non
minus aliis prostiterit bone imitationis exemplum dignis
in Domino laudibus commendantes proscriptam ordina­
tionem sicut de multa deliberatione et communi fratrum
tuorum consilio rationabiliter facta esse dignoscitur, ra­
tam habemus et eam auctoritate apostólica confirma­
mus et presentís scripti patrocinio communimus. Sta­
tuentes ut nulli omnino hominum liceat hanc paginam
nostro confirmationis infringere uel ei ausu temerario
contraire. Si quis autem hoc attemptare presumpserit
138 APÉNDICES

indignationem Omnipotentis dei et beatorum Petri et


Pauli apostolorum eius se nouerit incursurum.
Datum Laterani VIIII kls. aprilis.

(Inédito. Tumbo B, fol. 232).

NÚMERO LIV

Santiago. Año de C. 1179?


25 de Junio.

Bula solemne por la cual el Papa Alejandro III concede á es­


ta Santa Iglesia el Jubileo plenísimo.

Ad perpetuam rei memoriam.

Alexander Episcopus Servus servorum Dei. Regis


eterni cujus manifestissima pietas tanta nobis divine
gratie dona perfudit, ut ad vite superne gloriam vocan­
dis mortalibus non solum prophetarum oracula ac pro­
cedentium patrum exempla pariter et documenta pre-
buerunt, sed ipsa veritas, ejus scilicet Unigenitus, de
summis celorum ad ima pro generis humani salute de­
scendens mortalitatis nostre carne asumpta visibilis et
APÉNDICES 139

corporalis apparere eoque nascente sanctorum numero


quos sua justificaverat gratia ampliare dignatus est,
vices, licet inmoriti gerentes in terris ac pia ipsius officia
et actiones imitantes ad illa curis vigilamus assiduis stu­
diisque indeffesis enitemur, per que nostre operationis
ministerio sacre religionis in agro dominico superna
dispensatione plantare, ut universis vigilan ti e nostre
creditis talia favorabiliter concedamus per que in pre­
sentí vita piis intenti operibus puris mentibus Altissimo
gratum reddere famulatum, et per hoc ad eterne clari­
tatis sine fine visionem feliciter valeant pervenire; et
propterea, que a Romanis Pontificibus prodecessoribus
nostris proinde concessa fuerunt, libenter approbamus
ac Apostólico munimine 'roboramus, iliaque ampliori
perstringimus firmitatis adminiculo quo in evum incon­
cussa valeant permanere firmius solidata, ac etiam de
novo concedimus, prout id in Domino conspicimus salu­
briter expedire. Dudum siquidem felicis recordationis
Calixtus secundus Romanus Pontifex predecessor noster
Sanctam Compostellanam beati Jacobi Zebedei Eccle­
siam, cujus in ea venerandissimum corpus honorifice est
positum ob nimium devotionis affectum quem ad ipsum
Sanctum tenuit, et ob tantorum innumerabiliumque
peregrinorum concursum ex omnibus mundi partibus ob
remissionem suorum peccaminum ad eamdem Ecclesiam
continue confluentium, qui propter tanti Apostoli meri­
ta se suarum salutem animarum credunt adepturos,
Apostolice Sedis privilegiis, gratiis, et indulgentiis com­
munivit; voluit siquidem quod prefata Ecclesia Apostó­
lica se letetur protectione muniri. Concessit insuper
omnibus et singulis utriusque sexus Xpisti fidelibus vere
penitentibus et confessis Ecclesiam predictam visitanti­
bus in anno, in quo festum ejusdem Sancti Jacobi Zebe­
dei in dominica venerit, a Vigilia Circumcisionis Domi­
ni et per totum illum annum integrum usque ad diem
ejusdem Circumcisionis, et per totum diem in fine illius
anni, in diebus quibus magis eis placeret visitare, ut om-
140 APÉNDICES

nos et singulas illas peccatorum indulgentias et remissio­


nes etiam plenarias quas visitantes Ecclesias et Basilicas
urbis et extra urbem anno Jubilei consequebantur cum
facultate deputandi confessores qui ad dictam Ecclesiam
pro consequenda indulgentia hujusmodi confluentes,
etiam in casibus Sedi Apostolice reservatis absolverent;
ac etiam eisdem Xpisti fidelibus in ejusdem sancti Jaco-
bi, et translationis corporis sui, ac dedicationis ejusdem
Ecclesia festivitatibus Ecclesiam predictam a primis
vesperis, usque ad secundas vesperas, ac per totum diem
inclusive devote visitantibus annuatim, ut plenariam
indulgentiam omnium peccatorum suorum, de quibus
corde contriti et ore confessi forent, consequerentur per­
petuis futuris temporibus duraturam concesit. Nos igitur
ad hoc predecessorum nostrorum sancte memorie et ejusdem
Cahxti Pape ac Eugenii et Anastasi i vestigiis inherentes, ad
gloriam Omnipotentis Dei, totiusque religionis christiane au­
gmentum qui ipsum gloriosum Apostolum, ad cujus Eccle­
siam Compostellanam hujusmodi devotionis causa de
diversis mundi partibus dimissis parentibus, amicis, libe­
ris, patria ac aliis temporalibus bonis per mare terram­
que continue confluunt in numero copioso, quique ani­
marum salutem supremis desideramus affectibus, et di­
gnis volumus honoribus frequentari, et ut ipsi Xpisti
fideles in eadem se recognoscant Ecclesie Xpisti mune­
ribus refectos, de Omnipotentis Dei misericordia, ac
beatorum Petri et Pauli Apostolorum ejus auctoritate
confissi, omnes et singulas predictas indulgentias, et Ju-
bileum ipsius eisdem modo et forma quo Romana Eccle­
sia habet; etiam se letetur Compostellana Ecclesia pro
singulari beati Jacobi devotione, tenere anno videlicet
quo, ut prefertur, festum dicti Apostoli Jacobi in domi­
nica venerit et per totum annum integrum, ut pr e mitti­
tur, necnon in diebus illis scilicet Sancti Jacobi et Trans­
latione corporis sui, et Dedicatione ejusdem Ecclesie
plenariam indulgentiam annuatim consequantur visi­
tantes prefatam Ecclesiam, ut etiam prefertur, Auctori-
apéndices 141

tate Apostólica et ex certa scientia approbamus, robo­


ramus et conmunimus ac perpetue firmitatis robur tene­
re in perpetuum decernimus. Et insuper illas de novo
eisdem modo et forma in omnibus et per omnia ut supra
concessum fuit concedimus et indulgemus et perpetuis
volumus futuris temporibus duraturas non obstantibus
Constitutionibus et Ordinationibus Apostolicis etc. Nulli
ergo omnino hominum liceat hanc paginam nostre ap­
probationis, confirmationis, concessionis et indulti in­
fringere aut ei ausu temerario contraire. Si quis autem
hoc attemptare presumpserit reum se divino judicio
existere de perpetrata iniquitate cognoscat, et a Sacra­
tissimo Corpore et sanguine Redemptoris Domini Nostri
Jesuchristi alienus fiat atque in extremo examine divine
ultioni subjaceat. Cunctis autem eamdem Ecclesiam
visitantibus sit pax Domini Nostri Jesuchristi quatenus
et hic fructum bone actionis percipiant et apud distri-
tum Judicem premia eterne pacis cum beato Jacobo
inveniant. Arnen. Arnen. Volumus autem quod si visi­
tantibus Ecclesiam predictam aliqua alia indulgentia in
perpetuum vel ad certum tempus nondum elapsum du­
ratura per Nos concessa fuerit, presentes littere nullius
sint roboris vel momenti.

Ego Alexander Catholice Ecclesie Episcopus.


(En la rueda)
Custodi me Domine ut pupillam occuli. Scs. Petrus Scs. Paulus
Alexander pp. III.

Ego Paulus Preñes tinus Epus.


Ego Petrus presbiter Cardinalis Tit. Sancte Susano.
Ego Vivianus Presbit. Cardinal. Tit. S. Stephan. in
Celio monte.
Ego Andr. Presb. Cardinal, tit. S. Cruc. in Jerusalen.
Ego Laborans presb. Cardin. S. Mari e Transtiberini
tt. Calixti.
/

142 APÉNDICES

Ego Jacob Diacon. Card. SS. Mm. Cosm. et Damian.


Ego Ranierius Diae. Card. S. Georg. ad velum aureum.
Ego Joannes Diaconus Sancti Angeli.
Ego Matheus Sancte M. nove Diacon. Cardin.

Datum Viterbi per manum D. austerii Sancte Roma­


no Ecclesio Subdiaconi VII Kalendis Julii Indictio­
ne XIV. Incarnationis Dominice Anno M.CLXXIX. Pon­
tificatus vero Domini Alexandri Pape III. Anno XIX.

(De una copia dei siglo XV).


APÉNDICES 143

NÚMERO LV

ERA MCCXVI1L Pontevedra. Año de C. 1180.


16 de Diciembre.

D. Fernando II da á la Iglesia compostelana y á su Arzobispo


D. Pedro, el burgo de Pontevedra y el castro de Cotovad,
en desagravio de las injurias que habían recibido unos pe­
regrinos de Santiago de algunos hombres del Rey.

In nomine domini etc....Catholicorum regum etc......


Vnde ego rex dominus Fernandus una cum filio meo
rege domino Adefonso uobis domno Petro compostellano
archiepiscopo, uestrisque successoribus et ecclesie uestre,
intuitu omnipotentis Dei et gloriosissimi apostoli Iacobi
patroni nostri in remedium anime mee et parentum
meorum et pro bono seruitio, quod milii sepius fecistis,
ac precipue in satisfactionem injurie que ecclesie com-
postellane facta est, quando peregrini sti. Iacobi in stra­
ta eius ab hominibus meis capti fuerunt, cum delibera­
tione et assensu maiorum curie mee facio chartam do­
nationis et cautationis in perpetuum ualituram de burgo
de Ponte uetere cum omnibus terminis et pertinentiis suis
cum portu, cum mari, riuis et fontibus, cum montibus,
torris cultis et incultis, pratis et pascuis per omnes ter­
minos nonissimos et antiquos, ubicumque, uos archiopi-
scope compostellane, et vestri subcessores perpetuo po-
144 APÉNDICES

I
tueritis inuenire. ac de castro Cottouade cuna tota terra
sua cum omnibus terminis et pertinentiis suis, quod
uobis et ecclesie do et concedo cum uniuersis cautis et
incautationibus que ibi sunt. Itaque nulli deinceps nisi
uicario uestro uel ecclesie uestre licitum sit ab habitato­
ribus ipsius burgi uel ab aliis ad predictum castrum uel
burgum pertinentibus pro fossado, seu fossadaria, pedi-
dalia uel alia quacumque uoce regia aliquid exigere uel
accipere. Si quis etc...
Facta cliarta apud Salamanticam XVII kalondas
ianuarii sub era MCCXVIII. Regnante rege. etc...

Ego rex dominus Fernandus una cum filio meo rege


domino Adefonso, hoc scriptum quod fieri iussi proprio
robore confirmo.
Petrus sancte compostellane ecclesie archiepiscopus
confirmo.
Ioannes legionensis episcopus coni.
Ioannes Incensis eps. coni.
Rabinatus mindoniensis eps. coni.
Adephonsus auriensis eps. conf.
Bcrtrandus tudensis eps. conf.
Vitalis salamantinus eps. conf.
Villelmus zamorensis eps. conf.
Petrus civitatensis eps. conf.
Rodericus ovetensis eps. coni.
Vacat auriensis episcopatus.
Ego comes urgellensis regni maiordomus presens coni.
Fernandus Roderici castellanus presens fui coni.
Gómez comes de Castella presens conf.
Velascus comes in Limia coni.
Gomezius comes in Trastamara coni.
Fernandus Pontii comes conf.
Gonzalvus Roderici de zagra regis signifer presens conf.
Guterius Roderici tenens Beneventum conf.
Rodericus Fernandi de Toronio conf.
APÉNDICES 145

Petrus Pelagii signifer vocatus de Portugalia conf.


Pelagius Arie de Tuda conf. ' .
Ego Bernardus domini regis Fernandi notarius per
manus Pelagii de Lor compostellani arcliidiaconi do­
mini Regis chancellarii scripsi et conf.

(Inédito. Tumbo A, fol. 52 y Tumbo B, fol. 15).

NÚMERO LVI

EfíA MCCXIX. Año de C. 1181.


Hl de Marzo.

Tratado de paz entre D. Fernando II de León


y D. Alfonso VIII de Castilla.

In dei nomine. Nos reges Rex fernandus. et aldefon-


sus Rex castelle facimus pacem et concordiam et amici­
ci am firmam in perpetuum, tam inter nos quam inter
filios nostros et filias. Ita quod uterque nostrum uelit
alteri Regnum suum conseruari integrum cum omni
iure suo et omnibus pertinentiis suis et non faciat ei in
eo aliquod impedimentum. Et concedimus inuicem ambo
quod a Ceia et a Ceyon teneamus diuisionem. et stemus
per illam quam Adefonsus imperator inter me Regem
Tomo IV.—10.
146 APÉNDICES

fernandum et patrem uestrum Regem Sancium fratrem


meum, et inde usque ad flumen tagum quod teneamus et
stemus per eandem diuisionem quam fecit. Ad(efonsus)
idem imperator inter ambo regna quando ea diuisit. Et
uterque nostrum sit dominus Et Rex omnium qui conti­
nentur infra limites regni sui iuxta predictam diuisionem
nulla impediente requisitione nulloque interueniente
impedimento. Alterius nostrum ad alterum, super his
qui infra terminos alterutrius regni continentur saluis
in utroque regno directuris nobilium quos appellant
filios de algo.
Et ego Rex Fernandas mitto V castella in fidelitate
in manu petri ferrandez magistri militie Sti. Jacobi et
in manu Petri de areis prioris hospitalis, uidelicet melgar,
castrum terre. Pennam fidelem cum penna braol et cum penna
destal pro uno castello. Siero, portellam. pro tenenda et
obseruanda pace inter nos et filios nostros et filias in
perpetuum bona fide et sine malo ingenio, et quod nun­
quam transeam predictam diuisionem inter regna nostra
ab imperatore constitutam. Videlicet ut in nostra pro­
pria persona uobis nullajn uiolenciam uobis inferam,
nec intrem cum exercitu intra terminos regni uestri: ad
aliquod malum uobis faciendum, nec exercitus terre
mee cum alio rege, neque ibi faciam castellum nec po­
pulationem aliquam, nec ibi ui. aut furto, aut ingenio
quolibet, uillam uel ullum Castellum capiam. Quod si in
propria persona fecero, tradantur uobis a fidelibus uel
ab altero eorum, omnia mea castella fidelitatis. Simili­
ter si in propria persona mea infra terminos regni ue­
stri aliquam Rapinam fecero, et a die qua querella ad
me peruenerit per fideles uel per alterum eorum i aut
nuncium suum, aut litteras, usque ad LX dies duplum
damni illati passo iniuriam non reddideroi tradantur
uobis aliquod de castellis meis fidelitatis uel ali qua i se­
cundum quod fideles cognouerint dampnum esse maius
uel minusi et uos teneatis illud uel illa castella, donec
Ego duplum dampni predictum reddam. Quo reddito
APÉNDICES 147

ipsum castellum uel castella restituantur fidelibus ad


p re dictam fidelitatem! et si uos illud 'uel illa predicte
fidelitati non restitueritis! tradantur mihi omnia Castel­
la uestra fidelitatis.
Et si aliquis uassallus meus uel uassali prendide-
rint aut fecerint Castellum in regno uestro. et Post­
quam querella, ad fideles uel ad fidelem peruenerit
usque ad LX dies, illud uobis non fecero integrari,
tradantur uobis duo Castella fidelitatis et teneatis ea
donec illud uobis integretur. Quo integrato reddatis
illa fidelibus, quod si non feceritis! tradantur michi
omnia castella uestra fidelitatis. Et si aliquis de regno
meo qui non sit uassallus meus, prendiderit aut fecerit
Castellum in Regno uestro. et uoluerit propter me illud
uobis reddere! Ego iuuabo uos bona fide et sine malo
ingenio, donec illud recuperetis et ille qui hoc commise­
rit! perdat omnem suam hereditatem, nec recipiatur a
me nec a uobis de cetero.
Et si ciuitas mea uel uilla. uel uassallus meus uel
uassalli. rapinam fecerint in regno uestro! Ego usque
ad XL dies postquam querella per fideles uel per al­
torum eorum ad me peruenerit! illam in duplum
faciam emmendari. quod si non fecero! episcopus de
cuius episcopatu raptor uel raptores fuerint, conuentus
a fidelibus uel ab altero eorum! usque ad alios XL
dios ponat interdictum in omni parte episcopatus sui!
que fuerit in Regno meo. et si usque ad alios XL
dies postquam fuerit positum interdictum predicte rapi­
ñe duplum non emmendauero! ferat sententiam exco-
municationis in persona mea. manente priori interdicto.
Et si nec ex tunc usque ad alios XL dies predictum du­
plum reddi fecero! fideles uel alter eorum dent uobis
unum de meis castellis fidelitatis, uel plura pro arbitrio
fidelium, uel fidelis secundum quod dampnum maius aut
minus fuerit, manente semper interdicto donec duplum
dampni reddatur. Quo reddito reintegre tur a uobis ca­
stellum uel Castella fidelibus uel fideli, ad predictam
148 APÉNDICES

fidelitatem1, quod si non feceritis! tradantur mihi omnia


uestra castella fidelitatis. Si uero episcopus neglexerit
ponere sententiam in persona regis! non minus propter
hoc fideles uel alter eorum, usque ad predictum termi­
num tradant castellum uel castella fidelitatis uobis. do­
nec duplum rapiñe eminende tur. et post eminendatio-
nem Reddantur fidelitati secundum quod predictum est.
Et concedo super eandem fidelitatem facta hinc inde
plena reintegratione inter nos. in omnibus que Reman­
serint in regno uestro in quacumque parte regni nullum
dampnum de cetero faciam nec impedimentum, quod si
fecero uel ab aliquo de regno meo factum fuerit! secun­
dum pre dictam districtionem! per castella fidelitatis
emendabo, uel faciam emendari.
Et si contigerit uos antequam me mori omnes
predictas conuenientias seruabo filio, uel filie, filiis
uel filiabus uestris. bona fide et sine malo ingenio,
secundum predictam districtionem. Et si Prior hospi­
talis noluerit recipere predictam fidelitatem, aut post­
quam receperit a priore iherosolimitano eam tene­
re. fuerit prohibitus! nos ambo reges auferamus ho­
spitali quecumque habet in regnis nostris donec eam
recipiat, et interim teneat fidelitatem magister militio
Sti. iacobi. Et similiter fiat magistro militie Sti. iacobi.
si noluerit recipere fidelitatem, aut receptam dimiserit.
Et si ego noluero eis auferre omnia que habuerint in
regno meo secundum quod predictum est! tradantur
uobis castella mea fidelitatis, et semper successor prioris
uel magistri per eandem districtionem teneatur recipere
predictam fidelitatem. Et si prior aut magister deces­
serit. aut officium prioratus uel magisterii dimiserit
aut amiserit! domus et capitulum hospitaliorum re­
gnorum nostrorum uel domus et capitulum militie
Sti. iacobi teneantur per predictam districtionem te­
nere predictam fidelitatem quousque habeant priorem
uel magistrum. Et si aliquid de hiis que ego debeo emen­
dare per predictam fidelitatem uenerit in contentionem!
APÉNDICES 149

Ego emendabo illud sicut dixerint fideles uel alter eo­


rum. Et si absentes fuerint fideles: liceat eis uel alteri
eorum sustituere uicarium ad dicendum quomodo debeat
emendari. Et omnes predictas conuenientias intelligo et
obseruabo bona fide et sine malo ingenio.
Similiter Ego Adefonsus Rex Castelle mitto V castel­
la in fidelitate in manu Petri iernandez magistri militie
Sti. iacobi et in manu Petri de areis prioris hospitalis!
uidelicet Scm. Iohannem de liesoci. Scm. Romanum de la
penna. Saldaniam. Ceiam. Couellas. pro tenenda et obser-
uanda pace etc... (Repite lo mismo que 1J. Fernando).
Et nos ambo reges conuenimus et concedimus inter
nos super castella predicte fidelitatis que ponimus in
manu prodictorum magistri et prioris uel alterius eo­
rum i quod postquam data fuerint castella predicta fide­
litatis pr e dictis fidelibus! in continenti eligantur a nobis
de utroque regno boni homines ad plus usque ad quin­
que de utraque parte. In quibus eligendis! si nos non
conuenerimus! recipiamus eos in quos conuenerint fide­
les et isti taliter electi! promittant nobis per hominium
et iuramentum super sacrosancta euangelia prestitum
quod sine per cartas siue per aliam iuridicam inquisitio­
nem perquirant diligenter et in ueritate que fuerit diui-
sio facta ab imperatore inter regna nostra a ceyom et a
ceia usque ad flumen tagum. Et similiter in cofitinenti
ponamus diem et plazum quantum breuius alter no­
strum uoluerit. Infra quem diem et plazum dent nobis
prefati boni homines predictam pesquisan! de predicta
diuisione et ex tunc stemus per illam secundum predi­
ctam distinctionem, qui hoc totum tam de electione per­
quisitorum quam de obseruatione perquisite diuisionis
infra tunc asignatura plazum non compleuerit! perdat
sua castella fidelitatis, et tradantur reliquo ex nobis.
Similiter conuenimus et concedimus inter nos quod
similiter faciamus ultra tagum usque ad mare, quando-
cumque unus nostrum noluerit ut fideles faciant nos
conuenire ad plazum ab ipsis asignatura ad eligendum
150 APÉNDICES

bonos homines de utroque regno uel ipsi eos eligant qui


secundum predictum modum faciant perquisitionem di-
uisionis terre illius facte ab imperatore, et nos per eam
stemus in perpetuum ex plazo quod nobis posuerint fide­
les compulsi per predictam distinctionem.
Et nos ambo reges conuenimus et concedimus inter
nos quod liceat utrique nostrum in Regno suo de castel­
lis et turribus et munitionibus que habent milites in suis
hereditatibus et de incartationibus quas fecit aliquis no­
strum! facere ad suam uoluntatem. nec alter nostrum
alteri super hoc faciat aliquod impedimentum uel ali­
quam contentionem. Quod si fecerit! perdat castella fi­
delitatis et tradantur alteri.
Et nos ambo reges concedimus quod homines et uille
que sunt infra iurisdictionem istorum castellorum perti­
nentes ad dominum alterutrius nostrum: sint sub domi­
nio fidelium uel alterius eorum ad deffendenda eis ca­
stella tam contra nos quam contra quemlibet alium, et
omnes redittus pertinentes ad ius Regale i sint in pote­
state fidelium ad tenenda uel custodienda uel reficienda
predicta castella'aut munienda. Quod si non sufecerint!
quisque nostrum teneatur supplere deffectum suorum
castellorum, pro arbitrio et uoluntate Prioris aut magi­
stri et fratrum suorum. Et si alteruter nostrum non
compleuerit secundum uoluntatem fidelium uel fidelis
neccesarias expensas! habeant ipsi uel alter eorum licen­
tiam dandi castellum uel castella reliquo ex nobis qui
det expensas neccessarias ad ista complenda et teneat
ipsum uel ipsa donec duplum expensarum ab altero rege
sibi restituatur. Quo restituto! reddat Castellum uel Ca­
stella ad predictam fidelitatem secundum predictam
distintionem. Quod si neuter nostrum predictas expensas
dare noluerit! habeant ipsi fideles uel alter eorum licen­
tiam faciendi de Castello uel de Castellis in quo uel qui­
bus expense defecerint omnem suam uoluntatem dandi
cuilibet uel retinendi sibi uel destruendi. Et uterque no­
strum facit hominium super predictis castellis fidelitatis
APÉNDICES 151

que nec per se nec per aliquem alium, neque sua uolun-
tate nec mandato neque consilio capiet uel furabitur
aut capi uel furari consentiet illa uel aliquod eorum et
si aliquo factum fueriti faciet illud uel illa ad fidelita­
tem restitui bona fide et sine malo ingenio secundum
totum posse suum. Quod si non fecerit! sit propterea
proditor, et si quis nostrum eum qui ui uel furto istud
commiserit defenderit aut in Regno suo receperit aut
auxilium ad recuperandum Castellum uel castella sicut
predictum est non prestiteriti amittat sua Castella fide­
litatis. et dentur alteri et neque fideles, neque domus aut
Capitulum eorum aliquam offensam contrahant aut in­
famiam pro Castello per uim uel per furtum uel per
proditionem amisso.
Si uero predictas conuenientias alteruter nostrum in
aliqua parte obseruare neglexerit! condonamus archie-
piscopis et episcopis et rogamus atque concedimus ut
per commune interdictum totius regni et per sentenciara
excomunicationis in persona eius qui hoc obseruare ne­
glexeriti compellat nos ad eorum obseruationem. Et si
archiepiscopus aut episcopi alterius regnorum neglexe­
rint ferre prodictam sententiam! reliqui regni archiepi-
scopi et episcopi dent testimonium fidelibus contra eos.
et supplicamus dno. pape ac Petimus ut conuenientiam
istam confirmet, et sententiam pro eius obseruatione
latam dignetur ratam habere.
Et concedimus fidelibus quod si super his uel super
aliis emergentibus nouis questionibus aliqua dubitatio
siue contentio euenerit secundum eorum arbitrium ter­
minetur et suscipiatur a nobis secundum predictam dis­
tinti onem.
Et si fideles uel alter eorum pro diffinienda aliqua
contentione que emerserit inter nos noluerit habere iu-
dices de regnis nostris secum uel pro se! nos debemus
eos illis dare quales ipsi uoluerint. et obseruare quod illi
uel per se uel cum eis iudicauerint. Et si noluerimus eos
illis dar ei ipsi habeant potestatem eligendi iudices unde-
im APÉNDICES

cumque uoluerint. et quod illi per se uel cum eis aut al­
tero eorum judicauerint. uterque nostrum obseruabit
uel amittet sua castella fidelitatis. Et omnia que supra-
dicta suntí in carta ista intelligimus et obseruabimus
bona fide et sine malo ingenio.
Et nos ambo reges prefati prodictarum conuenentia-
rum cartas per abecedarium diuisas propriis manibus
roboramus atque confirmamus et tam signis quam sigil­
lis nostris eas munimus.

Omnium prodictarum conuenentiarum sunt testes


et parte regis Fernandi:
Petrus sce. compost. ecclesie archieps. testis.
Johannes lucensis eps. ts.
Rodericus oueten. eps. ts.
Fernandas roderici castellanus ts.
Ermengotus comes urgellensis. regis iernandi maior-
domus.
Comes Velascusi ts.
Fernandas pontii comes ts.
Gundisaluus roderici signifer regis ts.
Guterrius roderici ts.
Guido militie templi magister ts.
Archidiaconus Pelagius de lor regis fernandi chancel­
larais ts.
Alfonsus lupiz ts.
Fernandus roderici de beneuento ts.
Rodericus fernandiz ts.
Pelagius tabladelus ts. Et omnes isti confirmant.

Ex parte Adefonsi regis castelle uero hii sunt testes:


Reymundus palentinus eps. ts.
Pascasius abbas sce. marie de beneuiuere ts.
R. magister milicie templi in regno regis Castelle ts.
Comes fernandusi ts.
APÉNDICES 163

Comes gundisaluus de burouaí ts.


Rodericus guterrez maiordomus curié regis castelleí ts.
Gómez garsie de roda signifer regis Castelleí ts.
Aluarus rodericií ts.
Ordonius garsieí ts.
Tellus petri. ts.
Petrus guterri. ts.
Garsias martini. ts.
Rodericus martini ts.
Johannes uelez de alaua. ts.
Lupus diaz merinus regis in castella, ts. Et omnes isti
confirmant.

Facta Carta apud medinam de riuo sicco .XII. kls.


aprilis. Era .M.CC.XVIIII. Ego magister geraldus regis
Aldefonsi notarius. Petro de Cardona eiusdem existente
chancellarioi Per mandatum amborum predictorum Re­
gum i hanc cartam scripsi.

(Inédito. Tumbo B de Santiago, fol. 28 vuelto y siguientes).


154 APÉNDICES

NÚMERO LVII

era mccxx. Santiago. Año de C. 1182.

D. Fernando II confirma á esta Santa Iglesia la donación que


le había hecho de la mitad que le pertenecía en los pro­
ductos de la moneda acuñada en Santiago.

In nomine sancte etc... Ego Rex donnus Fernandas


una cum filio meo Rege donno Adefonso do et concedo
iure hereditario in perpetuum medietatem mee monete
deo et sce. compostellane ecclesie et uobis dne. P. arcliie-
pe. eiusdem ecclesie. et successoribus uestris et canonicis.
Et quoniam alteram medietatem uos et uestra predicta
ecclesia certum est habet et possidet i ab hac die totam
ipsam monetam cum omnibus directuris suis habeatis
ad plenum.
Supra qua moneta adhuc integre libertatis cartam
uobis et ecclesie uestre do et concedo semper ualiturami
ita quod quamuis ego Rex donnus. F. uel filius meus
Rex donnus A. aut aliquis de mea proienie. monetam
uoluerit tollere de regno, aut permiserit eius ualorem
diminuerei uos et successores uestri per uillam uestram
sci. iacobi et per totum arcliiepiscopatum uestrumi hanc
monetam uestram in rigoris pleno ualore quamdiu nolue­
ritis ratam et firmissimam permanere facere possitis.
Et propter ullam commutationem et ualoris diminutio-
nemi hec uestra moneta uobis data et concessa, lesionem
minime suscipiat. Et contra hoc nemo audeat ullate-
APÉNDICES 165

ñus uos disturbare quod per hanc cartam donationis mee


stabile et inconcussum statuo et sempor uolo conseruari.
Hanc autem donationem fatio in oblatione mee pe­
regrinationis ad aplm. btm. iacobumi ecclesie et uobis
dne. archiepe. successoribus uestris et canonicis ob re­
medium anime mee et parentum meorum, et de consilio
procerum curie mee. pro bono seruitio quod uos dne. ar­
chiepe. mihi laudabiliter exibuistis. Insuper pro .CL.
marcis quas mihi datis in carte uestre roboratione et con­
firmatione Siquis etc...
Facta karta apud scm. iacobum. Era .M.CC.XX.
Ego Petrus sce. compost. ecclesie archieps. conf.
Rodericus ouet. eps. cf. '
Rodericus luc. eps. cf.
Rabinaldus mind. eps. cf.
Vilielmus cernor, eps. cf.
Vitalis salam. eps. cf. .
Fernándus astor, eps. cf.
Adefonsus aur. eps. cf.
Bertrandus tud. eps. cf.
Petrus ciuit. eps. cf.
Arnaldus caur. eps. cf.
Ego. F. roderici castellanus cf.
Ego comes urgellensium regis maiordomus cf.
Comes gomez dnans. in transtamar et toronio cf.
Comes fbrnandus in limia cf.
Comes adefonsus in berzido cf.
G-uterrius roderici in lemos cf.

(Inédito. Tumbo A, fol, 57 vuelto).

\
15t> APÉNDICES

NÚMERO LVIII

ERA MCCXXI. Año de C. 1185.


l,u de Junio.

Nuevo tratado de paz entre D. Fernando II de León


■ y D. Alfonso VIII de Castilla.

In nomine domini. Notum sit omnibus quod post


turbationem pacis que firmata fuerat in Castro nuni per
cartam communem et per castella posita in fidelitate
apud P fetrumj fernandi magistrum militie sci. Jacob i et
Pfetrumj de areis Priorem hospitalis nos ambo reges
scilicet Rex donnus Fernandas et Rex Castelle donnus
Alffonssus et archiepi. P(etrus) compostellanus et (jfun-
disaluus) tolle tanus et episcopi P (etrus) ciuitatensis et
D(idacus) abulensis et predi cti Magister et Prior prouidi-
mus qualiter pax regnorum nostrorum et reformari posset
et conseruari. Et prius fecimus inter uos archiepiscopos
et episcopos predictos et magistrum et Priorem haberi
colloquium apud paradinas additis ex una parte F(or­
nando) roderici castellano et P(elagio) tabladelo. Et ex
altera R(uderico) goterri. et Tello petri militibus. Et ibi
de beneplacito et mandato nostro firmastis inter uos
per communem consensum et deliberationem et per
communem scripturam modum reformandi pacis et
conseruande concedentibus nobis et apponentibus ad
scripturam sigilla nostra.
Deinde fecistis nos conuenire ut alter nostrum esset
apud fraxinum et alter apud lauandeyram inter Salaman-
APÉNDICES 157

cam et medinam. Efc ibi per potestatem quam nobis in


nos concesseramus prius et uos inuicem uobis in uos et
in nos ac regna nostra fecistis, reformastis pacem et que
opus fuit ad confirmandam magis addere addidistis et
tam nomine nostro quam uestro singula in scripturam
redegistis ita quod in presentí pagina contineatur tam
prior obligatio que processerat in parad inis quam poste­
rior modus pacis quem fecistis concedentibus nobis cum
fuimus apud fraxinum et lanandeyram.
Nos igitur arcliiepiscopi et episcopi prodicti et ma­
gister et Prior hospitalis conuenientes prius apud para­
dinas promissimus inuicem nobis coram deo quod uno
animo et uno proposito bona fide et absque omni dolo
seu dupplicitate intendemus ad pacem regum reforman­
dam et conseruandam omni postposito amore uel timore
seu personarum acceptione. Et concessimus inuicem in
ea ueritate quod deus est quod si ex parte Regis dni.
Fernandi pax turbata comparuerit ad petitionem dni.
Toletani uel dni. abulensis. Nos Compostellanus et Ciui-
tatensis nisi correxerit commonitus ponemus in regno
nostro quantum de eo in nostra fuerit potestate inter­
dictum et nunquam illud soluemus nisi per eorum con­
cessionem. Et si nos forte illud ponere non uellemus
concedimus eis potestatem et auctoritatem ponendi illud
et quod nos non soluamus absque eorum licentia. Simili­
ter si ex parte regis dni. alfonsi pax turbata comparuerit
ad petitionem dni. Compostellani uel dni. ciuitatensis.
nos toletanus et abulensis nisi correxerit commonitus
ponemus in regno nostro quantum de eo in nostra fuerit
potestate interdictum et nunquam illud soluemus nisi
per eorum concessionem. Et si nos forte illud ponere
non uellemus concedimus eis potestatem et auctorita­
tem ponendi illud et quod nos non soluamus illud absque
eorum licentia. Si autem aliquid in dubitatione uenerit
super turbatione pacis promissimus inuicem quod alte­
rutra parte uocante alteram ad locum et diem ab ea
assignatum conueniamus. Et promiserunt similiter ma-
158 APÉNDICES

gister et prior quod conueniant ad uocationem alteru­


trius partis nostrum, et nos similiter ad suam. Et si tunc
non conuenerimus inter nos. quis regum contra alterum
est in culpa iudicio magistri et prioris acquiescemus. Et
super eum qui iudicatus fuerit esse in culpa predicto
modo fiat interdictum uel excommunicatio uel utrumque
donec eam emendet. Similiter autem magister et prior
promisserunt ibidem nobis bona fide et sine malo inge­
nio. magister quod nullo modo dimittat castra fidelitatis
data pro pace seruanda. et semper de eis faciat sicut
promisit et sicut in carta pacis regum facte in castro
nuni continetur:—Et prior quod non dimittat ea sed
totum compleat quod similiter promisit, et in ipsa carta
continetur, nisi forte per priorem ierosolimitanum pro­
hiberetur. ita tamen quod ipse non querat nec per se
nec per alium quomodo prohibeatur, nec in hoc aliquem
dolum habeat et si forte fuerit prohibitus non det castra
regibus, sed magistro prenominato qui teneat ea in fide­
litate. donec uel ipse prior uel alius compellatur ea reci­
pere secundum quod continetur in carta, pacis. Et pla­
cuit tam magistro quam priori quod si placuerit dno.
pape utrique archiepiscoporum lianc potestatejn super
personas eorum ferendi sententiam excommunicationis
uel suspensionis in hoc solo casu, si non fecerint pro
conseruatione pacis quod in carta pacis continetur, et
quod facere promisserunt. Et iterum placet eis. Et nos ita
facere promissimus quod si negligentes inuenti fuerint,
aut fidelitatem castrorum dimiserint, nos eos per eccle­
siarum suarum interdictum coherceamus. Et si magister
aut prior decesserit superstes ex eis teneatur ad omnia
et habeat potestatem pro altero:—donec alius substitua­
tur et ad omnia supradicta obligetur. Similiter et Re­
gem qui eos secundum quod in carta pacis regum
continetur non punierit. si fidelitatem dimisserint aut si
nouiter institutus noluerit eam recipereí nos per excom­
municationem aut regni interdictum, uel per utrumque
punire promissimus donec illud compleat. Eisdem autem
APÉNDICES 159

magistro et priori promissimus, quod si querelam nobis


fecerint de Rege qui pacem turbauit uel turbauerit ad
requisitionem eorum conueniamus et feremus senten­
tiam in eum uel terram eius eis facientibus de castellis
secundum penam in carta regum scriptam. Et qui ad
hoc uocatus fuerit non habeat excusationem pro absen­
tia aliorum ueniendi aut faciendi quod debet. Et qui
conuenerint pro absentia aliorum non desistant, quin -
faciant quod faceremus omnes. Et si aliquis regum ali­
cui eorum pro iustitia pacis seruata. in aliquo nocere
uoluerit aliquod castrum fidelitatis seu tenentiam eius
ui auferre aut aliquo dolo nos eos pro posse nostro per
sententiam excommunicationis uel interdicti uel utrius-
que defendemus. Nos etiam inuicem tam inter nos
quam cum eis pro nobis inuicem et pro eis promissimus
quod si dampnum aut aliquod pro pace ista conseruanda
incurrerimus inuicem nobis subueniamus et in neccessa-
riis nos sustentemus et regem pro quo dampnum incur­
rerimus ad idem inducamus et quod pacem non faciat et
sine pace eius qui pro pace fuerit lesus. Quod si non
compleuerit in eum et terram suam sententiam feremus.
Tenentur autem reges ex mandato nostro pro maiori pa­
cis confirmatione omnes episcopos de utroque regno indu­
cere ut eisdem conuenientiis nobiscum astringantur, ita
quod singulis annis uno certo loco et die pro conserua-
tione pacis huius conueniamus. Hec fuit conuenientia
apud Paradinas mense februario presentís anni statuta.
Addidimus autem apud fraxinum quod et si reges de
communi consensu sua forte animositate uel quouis
modo uoluerint absoluere magistrum et priorem ut di­
mittant castra fidelitatis nunquam illis liceat sine no­
stro consensu et communi deliberatione. Et ut non pos­
set aliqua cauillatione quisquam nostrum effugere ab
eorum obseruatione que promissimus, fecimus inuicem
nobis obedientiam manu aliter, sicut aliquis subditus
prelato suo. quod in omnibus his pro pace seruanda latis
sententiis teneamur nobis inuicem obedire. Et promisse-
160 APÉNDICES

runt reges sub ea qua nobis obligauerunt distinctione


quod omnes episcopos de utroque regno ad eamdem
obedientiam inducant et quod impetrent apud ecclesiam
romanam. quod auctoritate eius confirmetur huiusmodi
obedientia. Et si aliquis episcopus commonitus a magi­
stro uel priore non fecerit iustitiam ecclesiasticam pro
malefactis, Archiepiscopus de ipso regno faciat super
episcopatum eius iustitiam. Et si eam episcopus seruare
contempserit cogatur per regem emendare totum dam-
pnum. Et ipsi Reges sacramento se nobis obligauerunt.
ut quocumque inter se uel constituta sunt pro pace ser-
uanda uel constituerint de cetero uel nos eis mandaui-
mus per predictas distinctiones teneantur obseruare. Et
insuper qui mandatum nostrum pro pace et pacem con­
tra alterum infrigerit sicut proditor infamis habeatur:—■
si commonitus a nobis non se correxerit, per hanc distin­
ctionem nos ambo Reges et inducti sumus ad reforman­
dam pacem et adstricti ad cdnseruandam.
Modus autem pacis talis est. Oriebatur siquidem in­
ter nos contentio de terminis utriusque regni. Et placuit
nobis inuicem. et uos archiepiscopi et episcopi et ma­
gister et prior, per predictam distinctionem et consen­
sum nostrum nobis mandastis quod a dorio usque ceiam
et ceiom usque ad decem annos seruemus hanc composi­
tionem. Quod ego rex Fernandos de interiacentibus
uillis teneam. Villam ahiaruam. Gregos. almaraz. uiUam
Sti. petri de Taraza, in qua tamen si restituta fuerit reli­
gio sti. Cipriani de mozouci habeat ius suum sicut alie
religiones unius regni habent in altero, et teneam uillam
Vilidi. carualiosam. uillam armenter. terminum uille fructuo­
se integrum. Villam linnosum. bufomios. uillam morel. Palea­
res. Cefinos. Gordaligam. ueigam de temando uermuiz. Sti.
geruasii. Gahguelos. utra ceiam. manfudes. Tallaueyra. Ber-
cianos. et de oronia per uillam Garciam et per moralens et
per uillam lonosum. usque ad castrum maior. Villas que-
cumque iacent usque regnum meum debeo Ego tenere
usque ad decem annos sine aliqua querela.
APÉNDICES 161

Ego Rex A(defonsus) similiter debeo tenere usque ad


eumdem terminum. Ciralias. uillam ncuam. uillar. termi­
num oronie integrum, preter St i. Petri de taraza. terminum
uille garcie integrum, morales. Castro maior. Villam heram.
Villam cissu. Matelam. Palaciolum de uidilla. Villam sper.
Nechas. Ceresinos. Galleguelos. citra ceicim et ultra uillam
reuel. Villam egas. uillam mndarra. Vilam mizar et Penna
meleira. et ab oroma per uillam garciam et per morales et
per uillam hnnosum usque ad Castrum maior uillas que
sunt uersus regnum meum debeo ego tenere usque ad
eosdem decem annos sine aliqua querela preter uillam
linosum. Et liec supradicta ita debemus ambo tenere
quod nullum in eis fiat castellum aut fiat munitio usque
ad decem annos, preter oroniam. Villam garciam. Villam
fructuosam, et penam meleyram. Et quod saluum sit iua
hereditatum nobilium et ecclesiarum et religiosorum de
uno regno in altero tam in eis que modo nominauimus
quam in aliis partibus utriusquo regnorum, preter incar-
tationes quas alteruter nostrum fecit que sunt in nostra
potestate dum uixerimus et per omnes alias partes re­
gnorum nostrorum debet uterque nostrum in pace tene­
re quicquid modo tenet usque ad decem annos sine ali­
qua inquietatione nec istam conuenientiam suscipimus
inter nos pro diuisione regnorum sed pro temporali com­
positione usque ad tempus, ita tamen quod pax et ami­
citia in perpetuum seruetur et finito decimo anno sub
eadem pace ad quam modo tenemur adstricti perma­
neamus nisi quod omnia de quibus inter con quereba­
mur i redeant ad eumdem statum in quo erant ante hanc
compositionem saluo utrique nostrum eodem iure et
eadem uoce quam ante compositionem habebat in omni­
bus de quibus erat contentio et tunc per eamdem distin­
ctionem per quam tenemur ad seruandam pacem com­
pellamur ad regnorum diuisionem. Si alter nostrum
noluerit sin autem maneamus deinceps in prenominata
rompositione. Et hoc totum tenemur obseruare per di­
strictionem castellorum fidelitatis et per sententiam ex-
Tomo IV,—-U.
162 APÉNDICES

communicationis et interdicti sicut iam scriptum est.


Et ego Rex F(ernandus) separo me statim a pactione
z sarracenorrum. Et promittimus ambo inuicem quod de
cetero nunquam alteruter nostrum habeat pacem uel
treugas cum sarracenis. Et liec conuenientia de Sarra-
cenis sit secreta usque ad natale domini presentís anni
et ex tunc faciamus eis guerram bona fide et sine malo
ingenio. Et qui ex nobis ex tunc cum eis treugas uel
pacem habuerit et eis guerram non feceriti perdat ca­
stella fidelitatis et ipso excommunicetur et terra eius
interdicto subjiciatur.
Et si alter nostrum de altero querelam habuerit quod
non recte faciat secundum promissionem istam cum Sar­
racenis debet hoc emendari per archiepiscopos et epi­
scopos prodictos, et magistrum et priorem sicut ipsi
iudicauerint. Et si omnes non interfuerint sufficiat pars
maior. Et si archiepiscopi et episcopi discordauerint
inter se stetur iudicio magistri et prioris uel successo­
rum eorum uel unius eorum si alter superstes non fuerit,
ot hoc ita seruetur in aliis articulis pacis, sicut in isto
de sarracenis.
Et quecumque sunt statuta inter nos et archiepisco­
pos et episcopos et magistrum et priorem pro pace ser-
uanda omnia seruentur pro hac conuenientia de sarra­
cenis firmiter teneenda et insuper proditor habeatur
Rex qui contra liec fecerit. Et totum hoc intelligatur et
obseruetur bona fide et sine malo ingenio. Et si aliquis
eorum quibus data est potestas cogendi nos ad pacem
decesserit loco archiepiscopi, successor eius ad eadem po­
testate. succedat, et loco episcopi alius a Rege de cuius
regno fuerit in eamdem potestatem substituatur, ita
quod nos ad hoc obseruandum per prodictam districtio­
nem teneamur.
Hec omnia que supradicta sunt in hac carta conces­
sa sunt a Regibus et iuramento eorum firmata et in
presentía Archiepiscoporum et episcoporum prodicto­
rum et magistri predicti qui interfuit pro se et pro prio-
APÉNDICES 163

re. Interfuerunt etiam episcopi Burgensis Segobiensis


Oxomensis Lucensis et Albarazinensis- et multi de utro­
que Regno Principes et nobiles et alii plurimi inter
lauandeyram et fraxinum. Kldis. junii. Era M.CC.XXI.
(Inédito. Tumbo B de Santiago, fol. 208 vuelto).

NÚMERO LIX

eea mccxxii. Santiago. Año de O. 1184.


27 de Septiembre.

D. Fernando II dona á esta Santa Iglesia la villa de Ecla (Ye-


cía), provincia de Salamanca.

In nomine domini nri. ihu. Xpi. amen. Catholicorum


est regum etc... Eapropter Ego Rex domnus Fernandus
una cum filio meo Rege domno Aldefonso per scriptum
donationis in perpetuum ualiturum do et concedo deo et
ecclesie bti. iacobi et uobis dne. P. eiusdem archiepo. et
successoribus uestrisí uillam que dicitur ecla in terri­
torio de ledesma in ripa fluminis eltes cum omnibus termi­
nis suis nouissimis et antiquis et cum omnibus directu­
ris et pertinentiis suis sicut nunc habet sine habuit a
tempore populationis sue. Et cauto eam uobis et libero
ab omni regali iure et potestate ut nullus ibi ex parte
nostra habeat aliquid facere, neque potestas, neque
maiorinus. neque pro fossato, neque pro homicidio, ne­
que pro aliqua alia noce. Set omnes in ipsa uel in ter­
minis eius commorantes libere et integre seruiant uobis
et successoribus u es tris et ecclesie uestre. Et quicquid
nobis uel concilio de ledesma facere tenebanturi totum uo-
164 APÉNDICES

bis faciant uel cui uos uolueritis et liceat uobis deinceps


de ipsa facere sicut de aliis hereditatibus quas firmiter
habetis.
Donationem autem istam facio ob remedium ani­
me mee et parentum meorum et pro multis obsequiis
que mihi in multis fideliter exhibuistis, et specialiter in
expeditione quam in portugaliam ad expellendos inde
sarracenos duximus, in quas uos et uestram ecclesiam
pro seruitio nostro sumptibus et debitis plurimum one­
rastis. Si quis igitur etc... Facta carta apud legionem .V.
kl. octobris. Era M.CC.XXII.
Petrus sce. compost. ecclesie arcliieps. conf.
Manricus leg. eps. cf.
Rodericus ouet. eps. cf.
Fernandus astor, eps. cf.
Rodericus luc. eps. cf.
Adefonsus aur. eps. cf.
Rabinaldus mind. eps. cf.
Bertrandus tud. eps. cf.
Viliehnus cernor, eps. cf.
Vitalis salam. eps. cf.
Petrus ciuitat. eps. cf.
Arnaldus caur. eps. cf.
F ernandus roderici castellanus dnans. in asturiis cf.
Comes Gumez in transtamari et toronio cf.
Comes Adefonsus in berzido cf.
Guterius ruderici cf.
Petrus roderici in limia cf.
Rodericus lupi regis maiordomus cf.
Rodericus fernandi regis signifer cf.
Pelagius tabladellus cf.
Michael sesmiri cf.
Ego magister bernardus dni. Regis notarius per ma­
num. P. uele cancellarii feci scribi et conf.
(Inédito. Tumbo A, fol. 56 vuelto).
APÉNDICES 165

ADICIÓN

NÚMERO LX

era mccxviii. Santiago. Año de C. 1180.


26 de Julio.

D, Fernando II confirma las posesiones de esta Santa Iglesia


y las inmunidades de que se gozaba en la Tierra de San­
tiago.

In nomine patris et filii et Sps. Sci. Amen. Catolicum


decet principem loca Sancta debita ueneratione confouen-
doí largis ditare muneribus í et preclaris priuilegiorum
decorare prerogaturis. tunc enim glorie meritum, et eter­
no retributionis premium sibi comparat, cum circa ea'
que dei sunt, deuotum se exibensi eius per quem re­
gnat, ecclesiam pio intendit proposito tueri et exaltare.
Inde est quod ego. F(ernandus) diuina gratia hispanie
rex una cum filio meo rege A(defonso) intuitu et reueren-
tia gloriosi patroni nostri apostoli iacobi. confirmo et
concedo ecclesie compostellane omnes donationes ipi ec-
clesie. a me uel a prodecessoribus meis. Seu a quibuscum­
que hominibus factas uel relictas, in uita siue in morte,
tam eas quorum habuit uel habet possessionem, quam
eas quas nondum incepit possidere, ut uidelicet ad earum
nanciscendam possessionem quas nondum habuit, uel
habuit quidem, set habere quocumque modo desiiti inte­
grum et legitimum ius et potestatem habeat reposcendi.
Confirmo etiam et concedo arcliiepiscopo et ecclesie
compostellane. omnibusque ipsius ecclesie canonicis, nec-
non uniuersis tam ipsius archiepiscopi quam canonico*
166 APÉNDICES

rum successoribus! omnia priuilegia a me uel a prodeces­


soribus meis ipsis concessa. Confirmo et concedo ipsi ec-
clesie cancellariam. capellaniam. et sepulturam meam,
et successorum meorum.
Statuo preterea et confirmo imperpetuum, ut ecclesia
compostellana in tota terra que ad secularem iurisdic-
tionem eius spectat, ita plenum et integrum habeat
dominium et potestatem! ut nemini nobili siue ignobili
licitum sit, ibi turrem, uel quamcumque munitionem
habere, preter concensum (sic) arcliiepiscopi! ecclesio
cOmpostellano ac sique ibi habentur funditus diruantur!
a quibuscumque personis possideantur! ea scilicet pena
imminente omnibus qui. non exquisito consensu et in-
petrato arcliiepiscopi et ecclesie. turrem uel quamlibet
munitionem in ipsa iam dicta terra fundare uel con­
struere ausi fuerint, ut loci dominio priuentur ipsi, si do­
mini sunt, uel etiam alii qui tante presumptioni assensum
illicite prebuerint. et aplicetur locus ipse cum fundata
uel constructa turre uel munitione dominio et potestati
archiepiscopi et ecclesie compostellane.
Statuo insuper atque imperpetuum stabilio, ut si con­
tigerit archiepiscopum compostellanum quamlibet muni­
tionem terram uel donum, cuicumque persone sub fide­
litatis hominio. uel alio modo in presentía bonorum ho­
minum concedere, ac postmodum negetur hominium.
uel aliquod pactum concessioni illi appositum, non coga­
tur archiepiscopus uel ecclesia compostellana hominium
uel pactum negatum per duellum probare! si hoc poterit
per inquisitionem uel testimonium personarum que pre­
sentes fuerunt ostendere, quo sic probato! nichilominus
proditor uel aleuosus habeatur, qui hominium negauerit
tanquam si per duellum fuisset conuictus.
Sancio et confirmo inperpetuum. ut nulli unquam
persone cuiuscumque sit conditionis, nulli loco aut colle­
gio religioso, licitum sit in tota ipsa terra quocumque
adquisitionis titulo locum aliquem uel hominem acquire­
re. unde iurisdictio uel potestas, seu quodcumque debi-
APÉNDICES 167

tum ecclesie compostellane quomodolibet minuatur, et


siqua ibi talis acquisitio preter consensum ipsius ecclesie
exquisitum et impetratum, a qualibet persona uel colle­
gio. facta est! in irritum reuocetur. omnes etiam incan­
tationes in iam dicta terra quibuscumque personis uel
collegiis assignatas! reuocandas censeo et cauta siqua
ibi erecta sunt deici ac remoneri preoipio. ita uidelicet
ut nulli unquam licitum sit. a me uel meis successoribus
cautum uel incantationem in ea terra postulare uel im­
petrare. Quod si forte qualibet instancia attentatum
fuerit! irritum habeatur et uacuum, quod per obreptio­
nem non dubitatur inpetratum.
Adicio etiam atque in perpetuum statuo, ut nulli
unquam persone uel collegio licitum sit in tota terra
compostellane ecclesie. loca uel uira ipsius ecclesie. cum
filio aut filia alicuius nobilis incautare. Et si forte fuerit
attentatum, qui hoc attentare presumpterit! si monitus
ab usurpatione huiusmodi et temerario ausu suo non
destiterit! iure suo quod ibi tueri uel reposcere propo­
nebat! propter transgressionem et contemptum huius
statuti priuetur Caueant at nobiles et milites regni mei,
ne ad huiusmodi illicitam, et hoc statuto prohibitam in-
cautationem uel defensionem, filios uel filias, aut alias
personas sibi consanguinitate iunctas accomodent uel
seipsos interponant, qui si hoc forte presumpserint. et
premoniti personas huiusmodi incautatione seu tuitione
temere appositas non remouerint! eas modis omnibus,
quantacumque fulgeant nobilitate, priuilegio suo in hac
parte priuari censeo, ac si ecclesia compostellana per
maiordomos aut quoslibet homines loca uel iura sua eis
presentibus tanquam absentibus occupauerit. non res­
pondeat nec indicetur facere aliquam dehonestationem
uel iniuriam. Nam cum presenciara suam in contemptu
constitutionis nostre obiciunt. dignum est ut nobilitatis
sue priuilegio careant ac pro absentibus reputentur.
Hec autem omnia de consilio procerum et totius cu­
rie mee consilio stattuta inuiolabiliter. perpetuo et in-
168 APÉNDICES

concuse, ab omnibus regni mei hominibus obseruari pre-


cipio. nulla huic constitutione mee lege uel consuetudine
preponenda. Judices uero regni mei. qui contra hoc
meum indultum obtemptu cuiusquam legis, consuetudi­
nis. uel rationis, iudicauerinti indicium suum cum fame
detrimento nouerint irritari, et D C aureorum multam
pro inedia parte fisco meo et pro reliqua media ecclesie
compostellane aplicandam cogantur persoluere.
Siquis igitur etc... Facta carta aput beneuentum .VII.
Kls. augusti. Sub era MCCXVIIL Regnante rege dno.
Fernando, legione. Glallecie. Asturiis et extremadura.

Ego rex domnus, f. una cum filio meo rege domno.


. A. hoc scriptum quod fieri iussi proprio robore confirmo.
Petrus sce. compostellane ecclesie archiepiscopus conf.
Iohannes legionensis eps. conf.
Iohannes lucensis eps. conf.
Bertrandus tudensis eps. conf.
Rabinatus minduniensis eps. conf.
Adefonsus auriensis eps. conf.
Vitalis saíamantinus eps. conf.
Petrus ciuitatensis eps. conf.
Vilielmus cemorensis eps. conf.
Rodericus ouetensis eps. conf.
Fernandas asturicensis eps. conf.
Vacat cauriensis episcopatus.
Pelagius de lauro compostellanus archidiaconus dni.
regis cancellarius conf.
Menendus ouetensis archidiaconus conf.
Ermengote urgellensis comes regis, f. maiordomusi
conf.
Velascus comes in limia1. conf.
Grumez comes in transtamarai conf.
Fernandas poncii comes in lemos conf.
Gruncaluus comes in asturiisi conf.
Didacus exemenz dominans legione1, conf.
Ordonius garsie in campisi conf.
APÉNDICES 169

Fernandas guterriz signifer regisí conf.


Froila ramirizí conf.
Veremudus aluarizí conf.
Fernandas arieí conf.
Fernandas Roderici de beneuentoí conf.
Pelagius fcabladellusí conf.
Ego bernardos dni. regis. f. notarius per manum, p.
de lauro archidiaconi eompostellani regis cancellarii
scvipsi. et do mandato procerum curie, et regni nobilium
pro omnibus subscripsi. Omnes nobiles curie regis dni. f.
conf.
(Turneo A, folio 53 vuelto).

NÚMERO LXI

Bula del Papa Lucio III, por la cual ordena á los Prelados de
Lisboa y Évora que reconozcan como Metropolitano al
Arzobispo de Santiago.

Lucius eps. seruus seruorum dei ven. fratri Petro


compostel. Archiepo. Sal. et apost. bened. Ad aures no*
stras te significante peruenit quod ven. frater noster
vlixDonensis episcopus compost. ecclesiam, cuius suffra-
ganeus est uisitare postponit tibi quoque qui suus me­
tropolitanas est, obedientiam et reuerentiam debitam
renuit exhibere et quod dilectus filius noster dictus elbo-
rensis electus electionis sue confirmationem a te hacte­
nus postulare neglexit quamuis tibi eius ecclesia sit me-
tropolitico iure subiecta. Ideoque iam dicto episcopo
districte precepimus ut secundum morem suffraganeo-
170 APÉNDICES

rum tuorum commissam tibi ecclesiam uisitet et tibi


sicut proprio metropolitano sine contradictione obedien-
tiam et reuerentiam impendens cum a te fuerit pro
ecclesiastici status ordinatione uel episcopi consecratio­
ne uocatus presentiam tuam dilatione et occasione
postposita humiliter adeat et constitutionem tuam cano­
nicam reuerenter suscipiat et conseruet.
Electo uero dedimus in mandatis ut te sine dilatione
humiliter adeat confirmationem electionis prius et post-
modum consecrationis munus, si confirmata fuerit ele­
ctio, suscepturus. Quocirca fraternitati tue per apostólica
scripta mandamus, quatinus cum propter hoc ad presen­
tiam tuam accesserit eum benigne recipias, et examina­
tione premissa electionem si impedimentum canonicum
non obstiterit sine difficultate confirmes et postmodum
eidem munus consecrationis impendas. Ceterum si con­
firmationem electionis requirere uel consecrationem ac­
cipere inira quator menses post commonitionem tuam
neglexerit, cassandi electionem ipsius concedimus tibi
litteris presentibus facultatem. Sententiam quoque quam
in episcopum prefatum canonice tuleris si inobediens
fuerit uel in clericos eius inobedientiam ipsius fouentes
aut in prefatum electum uel clericos eius nos auctore
domino ratam habemus precipimus firmiter obseruari.
Datum Velletri .XV. kls. julii. (1182 ó 1183).
(Tumbo B, fol. 245).
APÉNDICES 171

NÚMERO LXII

era mccxxt. Santiago. Año de C. 1183.


21 de Abril.

El Rey D. Fernando II dona á esta Iglesia y á su Arzobispo


D. Pedro III, la heredad de la Atalaya de Pelayo, en el
Obispado de Coria.

In nomine domini nostri Iesuchristi. amen. Catholi­


corum regum etc.... Ego siquidem rex domnus Fernan-
dus per multa experimenta et beneficia probaui, quod
uere patronum Hispaniis diuina clementia dederit beatis­
simum Iacobum, pro cuius corporis humatione regni nostri
caput habetur plurimum uenerabilis apud omnes ecclesia
compostellana, et cum feruentem geram deuotionem, eam
auxiliante Domino, modis omnibus exaltare in ea preci­
puo regni mei parte, que specialius secundum ecclesiasti­
cam iurisdictionem prestante ipsius Apostoli Ecclesie
subjecta esse dinoscitur; in episcopatu uidelicet cauriensi
me debitorem recognosco in temporalibus quoque partem
aliquam sibi facere presertim quia cum terra illa deserta
adhuc sit quasi in faucibus Sarracenorum constituta, non
modicum michi uideo ab ipsa Ecclesia prestari obsequium
si ejus ope et industria aliqua ibi munitio et habitatio
pro xpistianitatis defensione constituatur.
Eapropter antecessorum meorum pia secutus uestigia
habita diligenti cum majoribus curie mee deliberatione,
dono et concedo Deo et bto. Iacobo atque eius ecclesie,
et uobis domine Petre eiusdem archiepiscope, et succes­
soribus uestris in perpetuum, locum qui dicitur Atalaya
de Pelagio Vilidis et Rancunadam sicut diuidit cum Sancta
Cruce et deinde assigno uobis terminos per riuulum de
Cocióla etc.... Do itaque uobis et ecclesie uestre ob re­
medium anime mee et parentum meorum omnes inter
172 APÉNDICES

hos terminos regalem iurisdictionem tam in hominibus


quam in hereditatibus ut a me uos et successores uestri
in perpetuum habeatis et possideatis omnem heredita­
tem istorum terminorum cum pratis etc.... et cum omni­
bus pertinentiis et prestationibus.
Si quis etc.... Facta charta Caurie XI Kalendas maii
Era MCCXXI. Regnante rege domino Fernando Legio­
ne, Galletia, Asturiis, Stremadura.
Ego rex dominus Fernandus etc....
Ego Petrus compostellane ecclesie archiepiscopus
domini Regis cancellarius confirmo.
Manricus legionensis episcopus coni.
Rodericus ouetensis episcopus conf.
Fernandus asturicensis episcopus conf.
Vilielmus zemorensis episcopus conf.
Vitalis salamantinus episcopus conf.
Petrus de Ponte ciuitatensis episcopus conf.
Arnaldus cauriensis episcopus conf.
Ego comes Urgellensis Regis Fernandi maiordomus cf.
Fernandus Roderici Castellanus dominans in Astu­
riis cf.
Comes Gómez in Trastamara et Toronio conf.
Comes Fernandus in Limia conf.
Comes Adefonsus in Verzido conf.
Guterrius Ruderici in Lemus conf.
Froyla Ramiriz Regis signifer conf.
Pelagius Tabladelus conf.
Ego magister Bernardas domini Regis notarius per
manum magistri Berengarii loco Archiepiscopi cancella­
rii scribere iussi et presens confirmo.
(Tumbo A de la Catedral, fol. 55).

LAUS DEO,
E1USQUE

pxiMio ^Apostolo j3xo. Jacobo.


izrsrzDiozE
Páginas.
Capítulo I.—Recibe D. Diego Gelmírez la investidura de
Metropolitano y Legado Pontificio.—Reedifica el Pala­
cio episcopal.—Venida de la Reina D.a Urraca á San­
tiago, y sus maquinaciones contra el Prelado composte-
lano.—Se reconcilia con él y lo nombra Gobernador de
Galicia.—Insurrección de muchos de los Magnates
gallegos.—Vuelve D.a Urraca con su hijo D. Alfonso á
Galicia.—Rompe Gelmírez el bloqueo que los Almorá­
vides tenían puesto en gran parte de nuestras costas.—
Su correspondencia epistolar en este tiempo. .... 7
Cap. II,—Concilios compostelanos VIII y IX celebrados
en el año 1121.—Cartas del Duque de Aquitania y de
la Condesa de Flandes.—Prisión de D. Diego Gelmírez.
Dispónese el Rey D. Alfonso á poner en libertad al Ar­
zobispo por la fuerza de las armas.—Cartas del Papa
Calixto II en favor de D. Diego Gelmírez.—Guerra
civil entre D. Alfonso y su madre D.a Urraca. — Batalla
y compromiso del Picosagro............................................ 25
Cap. III.—Concilio compostelano X celebrado en el
año 1122.—Concierto entre los Prelados de Santiago y
Mondoñedo sobre los Arciprestazgos de Seaya, Besou-
cos, Trasancos, Labacengos y Arros.—Recobra D. Die­
go el castillo del Faro.—Adquisiciones que hizo en este
tiempo para su Iglesia.—Obras que llevó á cabo en
Santiago y en su Diócesis................................................ 55
Cap. IV.—Concilio compostelano XI celebrado en 16 de
Marzo de 1124.—Contestaciones entre los Arzobispos
de Santiago y de Toledo. —Nueva guerra civil en Gali­
cia.—Armase caballero D. Alfonso VII en Santiago.—
Concilio compostelano XII.............................................. 77
Cap. V.—Carta de los Reyes D. Alfonso y D.a Urraca
á D. Diego Gelmírez.— Concilio compostelano XIII,—■
174 itraiCE

PAginas.

Legados enviados á Ecma por D. Diego Gelmírez.—


Muerte de la Reina D.R Urraca....................................... 107
Cap. VI — Coronación deD. Alfonso VII.—Niéganse algu­
nos Magnates á reconocerlo por Monarca.—Actitud de
D. Diego Gelmírez. —Exigencia deD. Alfonso VII.—
Promete elegir su sepultura en la Iglesia compostelana.
—Hacen la misma promesa la Infanta D.a Sancha y el
Conde de Traba................................................................ 121
Cap. VII.—Pretensiones de Gelmírez en la Corte de Boma.
—El convento de Conjo.—El Hospital de Santiago.—
Acto de visita en el Monasterio de Antealtares.—Casti­
gos ejemplares que hizo Gelmírez en algunos violadores
de la paz pública y de la inmunidad eclesiástica.—Esta­
tutos parala Tierra de Santiago.—Obras y adquisicio­
nes que hizo en la Catedral............................................ 141
Cap. VIII.—Concilio de Palencia. —Venida del Cardenal
Huberto, Legado de la Santa Sede.—Concilios de Ca-
rrión y XIV de Santiago. — Miembros ilustres del Ca­
bildo compostelano en esta época..................... 161
Cap. IX.— Legados de D. Diego Gelmírez á Roma.—Cartas
de Inocencio II, del Antipapa Anacleto, del Patriarca
de Jerusalón y de Pedro el Venerable.—La Reliquia de
Pistoya.— Cuestiones con el Cabildo y el Tesorero Don
Bernardo.— Privilegio otorgado por D. Alfonso VII al
Cabildo.—Tarifa de precios publicada en Santiago.—
Arreglo con el Conde D. Fernando Pérez de Traba.—
Fundación de Sar, Tojosoutos y Monfero...................... 175
Cap. X.—Conjuración de algunos de los Canónigos y bur­
gueses de Santiago contra D. Diego Gelmírez.—Asalto
del Palacio Arzobispal y pedrea de la Catedral.—Conci­
lio de Burgos.—Nuevas exigencias del Emperador Don
Alfonso.— Muerte de D. Diego Gelmírez........................ 199
Cap. XI.—Es elegido Arzobispo de Santiago el Obispo de
Salamanca D. Berenguel.— Anula la elección el Papa
Inocencio II.—:Elección del Deán D. Pedro Helias.—
Donaciones del Rey D. Alfonso VII.—Concesiones del
ÍNDICE 175

Pftgin as
Papa Eugenio III.— Pleito con el Monasterio de Ante­
altares.—Expedición á Almería.—Venida á Santiago de
un gran ejército de Cruzados. — Sepelio en la Basílica
compostelana de la Emperatriz D.a Berenguela.—
Muerte del Arzobispo D. Pedro I.—El Códice de Ca­
lixto II...............................................................................221
Cap. XII.—Fundación del hospital de San Lázaro de
Santiago. — Elección de D. Bernardo, Obispo de Si-
gíienza. —Convenio con el Monasterio de Antealtares.—
Fallecimiento de D. Bernardo.—Elección del Arcediano
D. Pelayo Camundo. —Bula de Anastasio IV.—Cues­
tión de la Primacía.—Estatuto acerca de las fiestas de
Santiago.—Fallecimiento de D. Pelayo.......................... 247
Cap. XIII.—El Arzobispo D. Martín Martínez.—Es des­
pojado de la Sede por el Bey D. Fernando II.—Elec­
ción anticanónica del Arcediano D. Fernando Cortés.—
I). Pedro Grudestéiz Electo y Administrador de la Sede
compostelana.—Vuelta de D. Martín á Santiago.—Su
' fallecimiento..................................................................... 263
Cap. XIV.—Elección de D. Pedro Grudestéiz.—Donaciones
del Bey D. Fernando II.—El Maestro Mateo.—Pobla­
ción de la villa de Noya.—El castillo de Cedofeita.—
Estatutos en favor de los Beneficiados que se dedicaban
al estudio.—Ligero bosquejo de la organización del
Clero Catedral en esta época.—Fundación de la Orden
militar de Santiago.— Canónigos ilustres compostela-
nos en este tiempo.—Hospitales en el camino de
Santiago.............................................................................288
Cap. XV.—El Arzobispo D. Pedro Suárez de Deza.—Be-
formas que introdujo en el régimen y administración
de la Diócesis.—Estatutos capitulares.—Bulas confir­
matorias de los privilegios y posesiones de la Iglesia.—
Sus gestiones para regularizar la cobranza de los Votos
de Santiago, y para constituir la Provincia eclesiástica
compostelana.....................................................................311
Cap. XVI.—Donaciones del Bey D. Fernando II.—Prestí-
176 ÍNDICE

Páginas.
gio del Arzobispo D. Pedro en Galicia.—Su expedición
á Portugal.—Muerte del Rey D. Fernando II. 331

APÉNDICES
N.°—Años de C. Páginas.

I. —1120.—Bula de Calixto II erigiendo en Metrópoli á la


Iglesia de Santiago............................................................. 3
II. —1123.—Permuta con la Reina D.a Urraca de la Iglesia
de Ordestre por la villa de Ouines................................... 6
III. —1124.—D. Alfonso VII dona la tierra de Montaos. . 7
IV. —1124.—Actas del Concilio compostelano XII. ... 9
V. —1127.—D. Alfonso VII dona el castillo de S. Jorge. . 12
VI. —1131.—Confirmación de los privilegios de los oficia­
les de la obra de Santiago...................................................... 16
Vil. —1130.—Donación de la villa de Cacabelos.................... 19
VIII. —1136,—Fundacióndel Priorato de Sar........................ 21
IX. —1140.—Donación de varias heredades entre Salaman­
ca y Zamora............................................................................ 25
X. —1137.—Donación de los bienes confiscados á Juan
Lombardo............................................................................... 28
XI. —1140. -D. Alfonso VII otorga á los Arzobispos de
Santiago el cargo de Capellán mayor y Notario mayor. 30
XII. —1143.—Restauración del Monasterio de S. Juan da
Coha...................................................................................... 32
XIII. —1145.—Donación de la villa de Certame.................. 37
XIV. —1145.—Bula del Papa Eugenip III......................... 39
XV. —1146. — Donación del Obispo yConcejo de Avila. . 41
XVI. —1147. —D. Alfonso VII dona una aldea cerca de Sa­
lamanca...........................................................................; 43
XVII. —1147.—D. Alfonso VII confirma la demarcación
del solar de Antealtares.................................................. 46
XVIII. —1149.—Sentencia de D. Alfonso sobre los térmi­
nos de Arquillinos.............................................................. 49
XIX. —1149.—Testamento del Arzobispo D. Pedro Helias. 51
XX. —1150.—Donación de los Votos de Santiago en los tér­
minos de Toledo................................................................. 52
ÍNDICE 177

N.°—Años de C. Páginas.

XXI. —1152.—El Arzobispo D. Bernardo I restituye al


Monasterio de Antealtares lo que sus Abades habían re­
clamado ante I). Alfonso VII............................................. 57
XXII. —1154. — Bula confirmatoria del Papa Anastasio IV. 60
XXIII. — 1154.—Testamento del Arzobispo D. Pelayo Ca-
mundo................................................................................. 64
XXIV. —1154.—Mandato del Arzobispo D. Pelayo Ca-
mundo acerca de las fiestas del Apóstol Santiago. . . 67
XXV. —1155.—D. Alfonso VII dona una heredad cerca de
Lódigos............................................................................... 68
XXVI. —1155.—Donación de la Iglesia de Tordellas. . . 70
XXVII.—1158.—D. Fernando II confirma el cargo de Ca­
pellán y Canciller mayor de los Beyes. ...... 72
XXVIII.—1159.—Donación del Arzobispo D. Martín al
Priorato de Sar............................................. 74
XXIX. —1159.—Convenio con D. Gonzalo Fernández de
Traba sobre la Tierra de Montaos................................... 76
XXX. —1161.—Erección dé la Sede de Ciudad-Rodrigo. 78
XXXI. —1161. —Donación de la mitad del Burgo de Faro. . 80
XXXII.—1162.—Donación de la ciudad de Coria. ... 82
XXXIII.—1162. — Venta de cuatro agros al Priorato de
Sar....................................................................................... 84
XXXIV. —1164. —Donación del Arzobispo D. Martín á
Sobrado............................... 87
XXXV.—1165.—Donación de la Tierra de Deza. ... 89
XXXVI.—1165.—Donación del Arzobispo D. Martín al
Priorato,de S. Juan da Coba............................................. 91
XXXVII.—1168.—Pensión otorgada al Maestro Mateo por
D. Fernando II................................................................ 93
XXXVIII.—1168. — Población del Puerto de Noya. ... 94
XXXIX.—1168,-^Donación de la villa de Cuntís en cam­
bio de la ciudad de Coria.................................................. 97
XL.—1169.—Estatuto capitular en favor de los Prebenda­
dos estudiantes.................................................................... 99
XLI.—1170.—Donación del castillo de Cedofeita. . . . 102
XLII.—1170.—Constitución acerca del Sello del Cabildo. . 105
Tomo IV.—12.
/

178 índice

N.°—Años de C. ' Páginas.

XLIII.—1170,—Donación de la ciudad de Mórida. . . . 107


XLIV. -1170,—Donación del castillo de Alburq.uerque y
de la ciudad de Aramenia................................................. 109
XLV.—1171.—Hermandad con la Orden militar de San­
tiago. . ..................................................................... 111
XLVI.—1171. —Donación de la mitad de la moneda acuña­
da en Santiago................................................................... 114
XLVII.—1175.—Anexión del hospital de Bruma al de
Santiago.............................................................................. 117
XLVIII.—1175.—Donación del castillo de Lobeira. . . . 119
XLIX—1176.—Donación de la mitad de la Tierra de
Montes................................................................................ 120
L.—1179.—Constitución acerca de los Arcedianatos de la
Diócesis........................................................................... 122
LI.— » —Bula de Alejandro III confirmando el estatuto
hecho acerca de las cenas........................................................125
LII.—1178.—Bula confirmatoria de Alejandro III. . . . 126
LUI.—1178.—Bula confirmatoria de los estatutos del Ca­
bildo. ..................................................................... 135
• LIV.—1179?—Bula del Jubileocompostelano....................... 138
LV.—1180.—Donación del burgo dePontevedra................... 143
LVI.—1181.—Tratado de paz entre los Beyes de León y
Castilla............................................................................... 145
LVII.—1182.—Privilegio sobre la mitad de la moneda acu­
ñada en Santiago............................................................... 154
LVIII.—1183.—Nuevo tratado de paz entre los Beyes de
León y Castilla.................................................................. 156
LIX.—1184.—Donación de la villa deEcla (Yecla).. . . 163
LX.—1180.—Confirma D. Fernando II las posesiones ó
inmunidades de la Iglesia deSantiago.............................. 164
-A.X>XCIÓ*T
LXI.— > —Bula de Lucio III acerca de los sufragáneos
de Lisboa y Evora............................................................... 169
LX1I.—1183.—Donación del Castillo Atalaya de Pelayo. . 171

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