Los horarios en España, otro ritmo de vida

portada-enTexto y fotos: Elena Ayuso

El español duerme una hora menos al día que sus vecinos europeos; no puede conciliar su vida profesional con la familiar y su productividad laboral es una de las más bajas de Europa. Y todo por culpa de sus peculiares horarios: se come y se cena tarde, la jornada de trabajo se alarga considerablemente y la gente se acuesta pasada la medianoche. Estos horarios existen desde los años 40, pero ahora son cuestionados. La alternativa es adoptar los europeos, pero ¿será el español capaz de ello?

Según recomienda la Organización Mundial de la Salud, una persona debe dormir ocho horas diarias. Laura del Valle es secretaria en Madrid y confiesa que, desde que trabaja, para ella eso es imposible. “Lo ideal para mí, como madre de familia, sería trabajar de 9 a 17 horas, como se hace en el resto de Europa. Pero en España eso es inalcanzable. Yo salgo de la oficina a las 19 hrs, recojo a mis hijos, compro lo que necesito y al llegar a casa tengo que preparar la cena y hacer otras tareas domésticas”. Resultado: Laura se acuesta sobre las 00:30 AM y su despertador suena a las 7 AM. Entonces comienza una nueva jornada maratónica: los niños al cole, llegada a la oficina a las 9:00, comiendo sobre las 14:30 hrs y empleando para ello unas dos horas, lo cual retrasa la hora de salida del trabajo. “Es una locura. En casa todos llegamos al fin de semana con la lengua fuera”, añade Laura.

Cansancio, sueño, estrés invaden los hogares españoles y las consultas de los médicos. La doctora Rosa García López- Tello afirma que “el déficit crónico de sueño se está convirtiendo en el mayor factor de riesgo cardiovascular”. Insiste en que lo más saludable es tener un sueño reparador y dormir unas ocho horas en el caso de los adultos y entre diez y doce en el de los niños.

Además, García López-Tello afirma que dejar pasar tantas horas entre desayuno y comida tiene efectos perjudiciales sobre la salud: además de un descenso del rendimiento intelectual, las personas se vuelven irritables, más propensas a accidentes y están más estresadas.

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Largas jornadas

Todo esto merma la productividad. A pesar de tener jornadas laborales más largas que en la mayoría de los países europeos, España se encuentra en la cola de la productividad, según un informe del Departamento de Economía y Empresa de la organización patronal Petita i Mitjana. Estudios demuestran que las empresas que han adoptado medidas para que sus empleados tengan horarios más razonables aumentan el rendimiento, optimizan los recursos y, lo principal, tienen trabajadores más felices.

René Maitrehanche es un ingeniero francés que llegó a España hace más de diez años. “Al principio, me costó mucho adaptarme al horario de las comidas. Se desayuna pronto y no se come hasta muchas horas después. No es para nada equilibrado. Las tardes son muy cortas y la jornada laboral está descompensada. Se emplea mucho tiempo para la comida, que es larga y copiosa”, declara.

Este directivo de una multinacional europea apunta a otra consecuencia: “No se está para nada en armonía con los horarios de tus colegas europeos. Pasas alrededor de cuatro horas en las que no puedes comunicarte con ellos, ya que cuando terminan de comer empiezas tú, finalizando la comida cuando ellos están concluyendo su jornada laboral. Esto provoca muchas dificultades a la hora de trabajar en un entorno multinacional”.

Jaime Albuerne es un ejecutivo comercial que por motivos profesionales viaja con frecuencia a Alemania. “Es verdad que allí todo es más ordenado, pero cuando tengo que cenar a las 18:00 h siempre pienso: ‘¡Pero si en España todavía están con la merienda!’”. Jaime cree que ese “orden” no va con el español. “Aquí tenemos muchas horas de sol, nos gusta la vida en la calle, trasnochar aunque sea en casa. No veo al español cenando tan pronto”.

Ni los niños se salvan…

En España nadie está a salvo de estos horarios tardíos. Al salir tarde del trabajo, los comercios han de ampliar sus horas de apertura hasta bien entrada la noche para facilitar las compras a sus clientes. Lo mismo ocurre con cines, teatro y televisión.

Por su parte, la hostelería ubicada en zonas turísticas ha de hacer jornadas muy extensas, ya que se intenta complacer al español pero también al extranjero. La idea es que este último no se sienta muy desarraigado y pueda comer o cenar a las mismas horas que en su país de origen.

Otro sector de la población muy perjudicado es el infantil. Los niños acaban la escuela mucho antes de que sus padres terminen de trabajar, lo cual les obliga a numerosas actividades extraescolares que les mantienen ocupados y cuidados.

Teresa Pozas, maestra en educación infantil, señala que “hay muchos niños que echan muchas horas en el cole, ya que existe el servicio de madrugadores, donde los monitores se ocupan de ellos una o dos horas hasta que empiecen las clases. Después de la jornada escolar se pueden quedar a participar en actividades extraescolares. Al final, pasan muchísimas horas en la escuela”.

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Herencia del pasado

Pero los caóticos horarios españoles no tienen su explicación en el clima benigno de España, ya que otros países mediterráneos como Italia o Grecia, no los emplean. La explicación es histórica.

En la década de los 40 el general Franco adelantó una hora los relojes españoles para estar en consonancia con la Alemania de Hitler (GMT+1:00), país que lo había impuesto en los territorios ocupados durante la II Guerra Mundial. Esta medida no se ha rectificado y los españoles siguen viviendo una hora por encima de lo que le corresponde a su situación geográfica.

Sara Berbel, doctora en Psicología Social y experta en este tema, explica que “durante la época de la industrialización los europeos habían adoptado jornadas laborales larguísimas y muy rígidas. Tras la guerra, las naciones más avanzadas vieron que no eran buenas para la productividad y se modernizaron. Pero España entró en una dictadura y todo ese proceso modernizador se paralizó.”.

Además, tras la guerra civil la situación era de tal pobreza que se impuso el pluriempleo. Entonces era común que los hombres (las mujeres casadas no podían trabajar) tuvieran un trabajo hasta las dos o las tres de la tarde, y otro después de comer hasta bien entrada la noche. La familia tuvo que adoptar también sus horarios de comida y cena. Aunque en la España actual ya no se da el fenómeno del pluriempleo, estas costumbres sí se han perpetuado hasta nuestros días.

En gran parte de América Latina los horarios son muy similares a los españoles. Berbel explica que ello se debe fundamentalmente a dos factores: el gran impacto que tuvo allí la cultura española y el hecho de que estos países tampoco se hayan modernizado tras la industrialización. En América del Norte, los horarios coinciden con los europeos.

Para la argentina Betty Mendoza todo es mucho más simple: “Somos latinos y nos gusta vivir así, aprovechando a tope el día, de forma un poco más desordenada”. Llegó a España hace 15 años y comprobó que los horarios eran los mismos que en su país. “Ahora todo el mundo habla de cambiarlos, pero no veo por qué. Somos millones de personas que vivimos así desde hace años y creo que funcionamos muy bien”, concluye.

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En busca de soluciones

Ante este panorama se constituyó ARHOE (Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles), compuesta por personalidades de diferentes sectores con el objetivo de sensibilizar a los ciudadanos sobre la conveniencia de modificar sus horarios y hábitos para hacerlos más racionales.

Para ello han solicitado al Gobierno español volver al huso horario de Greenwich, fomentar la jornada continua en el trabajo y en la escuela y reducir la pausa para la comida. Para muchos son medidas sencillas que no generarían conflicto social ni coste económico.

Los estudios realizados hasta el momento señalan que una amplia mayoría de trabajadores es partidaria de ello. En el caso de las mujeres la opinión favorable es unánime, ya que son las principales penalizadas a la hora de conciliar vida familiar y laboral. Los sectores más críticos son el comercio y el turismo, que temen perder clientela al adoptar ellos mismos estos nuevos horarios. En Cataluña, se está terminando de elaborar la “ley de regulación de horarios” con la esperanza de que se extienda al resto de España.